Feminismo

Feminizar la política: ¿en la igualdad o en la diferencia?

1 Dic, 2016 - - @Claveria

Esta semana Pablo Iglesias volvía a ser el centro de la polémica por sus declaraciones sobre la feminización de la política en una conferencia que organizaba Eldiario.es y de la que se hizo eco la Cadena SER. Se ha criticado mucho el discurso en sí. Un discurso que en realidad se enmarca dentro del feminismo de la diferencia, que es una corriente ampliamente defendida dentro del feminismo. Otra cosa es que se pueda reprochar el  oportunismo de Iglesias al adoptar ahora este discurso. Y es que se podría entender como defensa frente a las críticas de masculinización del partido, por oposición a las tesis de la facción liderada por Rita Maestre. Maestre siempre se ha mostrado muy crítica con la falta de mujeres en las posiciones relevantes del partido, y de hecho su divisa en la campaña para la secretaría de Podemos en Madrid era “Un podemos feminista, feminizado y ganador”.

Pero vayamos a las ideas del discurso: en el feminismo hay, como mínimo, dos corrientes: el feminismo de la igualdad y el de la diferencia. Estas dos corrientes surgen a partir de los años 70, tras la eclosión del feminismo radical. Si bien es cierto que el objetivo de las dos corrientes es el mismo (llegar a la igualdad), divergen en las estrategias para conseguirlo. Explicaré brevemente las diferencias de ambas de una forma muy caricaturizada.

El feminismo de la igualdad, que incluye al feminismo liberal, el socialista y el marxista, tiene como objetivo principal ampliar el marco público los derechos de las mujeres. Esta corriente tiene su origen en la ilustración y se desarrolla en el sufragismo. Considera que los hombres y las mujeres son iguales, y que las diferencias entre ambos son únicamente resultado de la socialización y del patriarcado. Para llegar a la igualdad asumen que es necesario que las mujeres se organicen y presionen al Estado, para que éste realice acciones para facilitar la igualdad de oportunidades de las mujeres en los diferentes ámbitos. Para esta corriente es importante que haya una presencia de mujeres paritaria en la esfera pública, y para ello defenderán las cuotas en la política, en los consejos de administración o en las leyes y buscarán avanzar en la corresponsabilidad familiar.

En cambio, el feminismo de la diferencia surge como contrapunto al feminismo de la igualdad.  Defiende que las mujeres son diferentes a los hombres. Consideran que hay dos tipos de ámbitos: el masculino y el femenino. El primero se define por la agresividad, la autoridad, el individualismo, y el segundo por la empatía el colaboracionismo, o la emoción. El objetivo esta corriente es doble: por un lado poner en valor esta diferencia, es decir, conseguir una mejor valoración de aquellas características asociadas tradicionalmente al género femenino; y por otro lado, dejar de tener como punto de referencia a los hombres. Lucharán para empoderar a las mujeres y poner en valor características intrínsecas a las mujeres que, hasta ahora, han estado menospreciadas. Una de sus batallas es por retribuir económicamente estos trabajos que realizan las mujeres sin contraprestación económica. La maternidad o los trabajos reproductivos son un ejemplo claro. Critican al feminismo de la igualdad porque éste lucha por la igualdad en un mundo androcéntrico, un mundo que ha estado concebido por y para los hombres. De esta manera, el feminismo de la diferencia considera que las mujeres se ven obligadas a adoptar características masculinizadas para promocionar y ser exitosas en el mundo público.

El discurso de Pablo Iglesias, por tanto, se enmarcaría en la segunda corriente del feminismo, que considera que es prioritario feminizar las estructuras, antes que aumentar la presencia de las mismas en instituciones androcéntricas. Frente a ello, el feminismo de la igualdad recriminará al de la diferencia que la presencia de las mujeres en las instituciones es necesaria para generar políticas que vayan transformando el mundo público androcéntrico, para que la sociedad valore positivamente características asociadas tradicionalmente al género (como la cooperación, la empatía o la solidaridad) o para que los ciudadanos vean que el mundo de la política también es un ámbito de mujeres.

Con todo, pensar que sólo es importante aumentar la presencia de mujeres en el espacio público, o pensar que sólo es importante feminizar las estructuras es condenarse a ver sólo parte la cuestión cada vez. La mera representación de las mujeres en política no es el final del camino, sino el inicio para la reducción de las desigualdades de género. ¿O nos creemos que los hombres que están en política van a feminizar las estructuras mejor que las mujeres?


32 comentarios

  1. El Alcalde de Alcorcón. dice:

    Muy interesante, la verdad. Un par de duda, si puede ser: ¿no crees que la expresión «tradicionalmente» elude ese esencialismo, ese feminismo de la diferencia? Quiero decir, que predomien formas y valores viriles en el ejercicio de la política (por parte de hombres y mujeres, que es lo que quiso decir Iglesias, creo yo) y se busque sustituirlos por unos más «tradicionalmente femeninos», no significa que se considere que dichas formas y valores sean intrínsecamente masculinos o femeninos.

    Y por otro lado: ¿son excluyentes ambas corrientes? No veo que feminizar la forma y los valores de ejercer la política no pueda venir de la mano de promocionar la paridad, en tanto en cuanto que, en el discurso de Igleisas, se aprecia que dichas formas y valores, sean «tradicionalmente» más viriles o más femeninos, pueden ser ejercidos tanto por hombres como por mujeres.

    Muchas gracias por el artículo y por tu tiempo, Sílvia. 🙂

    • Sílvia Claveria dice:

      El feminismo de la diferencia, para mi, es un tanto esencialista, porque no se cuestiona porque tenemos maneras de hacer diferentes las mujeres y los hombres. Pero hay una amalgama muy grande de autoras de la diferencia, y algunas te defenderán el esencialismo y otras no.

      Actualmente este diferenciación entre feminismo de la igualdad y el de la diferencia es cada vez más tenue. Y muchas ideas se entrelazan. Aunque hay algunas medidas que «provienen» más de una corriente que de otra, actualmente hay bastante consenso que se tienen que combinar la presencia y la feminización.

      Muchas gracias por el comentario.

  2. LectorEnfadado dice:

    «¿O nos creemos que los hombres que están en política van a feminizar las estructuras mejor que las mujeres? »

    Una pregunta mejor sería: ¿Qué determinará el mayor éxito en el proceso de feminización: Ser bueno aplicando las políticas necesarias (Habilidad independiente del sexo de una persona), o ser especialmente sensible a la cuestión (Claramente se va a dar más en la mujer)?

    • Sílvia Claveria dice:

      Es una discusión muy antigua. Si se tiene que priorizar las ideas o la presencia. La evidencia empírica muestra que es importante la presencia para aplicar las ideas. Así, las mujeres, independientemente de la ideología, van a promover políticas favorecedoras para la igualdad de oportunidades de género, y además la mera presencia tiene un potencial simbólico nada despreciable. Hay mucha literatura que reafirma esto.

  3. GotBias? dice:

    «Que está bien, y es importante».

    Es una no-polémica sobre una no-noticia. Obviamente, como dijo Pablo, hay que empujar ambas corrientes.

  4. Matv dice:

    «Consideran que hay dos tipos de ámbitos: el masculino y el femenino. El primero se define por la agresividad, la autoridad, el individualismo, y el segundo por la empatía el colaboracionismo, o la emoción.»

    Esto ya es una premisa sexista…

    • Sílvia Claveria dice:

      Las feministas de la diferencia te dirían que ser diferentes no implica desigualdad, lo importante es valorar a los dos ámbitos de la misma manera.

  5. heathcliff dice:

    Yo creo que se trata, primero, de crear brechas para, después, explotarlas económicamente a costa de terceros.

    La ideología de género me parece un mecanismo de captura de rentas.

    Sin entrar en más profundidad, y por lo antedicho, me opongo.

  6. alvaro dice:

    Vaya cosas mas raras en la que se entretienen los progres.
    Debe ser el no gobernar, que se tiene mucho tiempo libre.

  7. Emilio dice:

    Silvia no es sorórica como lo es Luz Sánchez Mellado y además desengaña a tantos y tantas que habían concluido que Pablo Iglesias se había comportado como un vulgar machista, cuando en realidad lo que Pablo hace es feminismo de la diferencia.
    En mi caso el despiste y asombro si cabe es mayor porque estaba convencido de que el feminismo realmente existente era solo uno y que se llamaba feminismo de género y resulta que el tal debe ser cosa menor porque ni tan siquiera es mencionado.
    En fin, que la capacidad del feminismo para el asombro sigue completamente intacta.

  8. Marisol dice:

    Es sorprendente ver los debates que recorren este demos decadente, incapaz de mantener ritmos mínimos de sustitución generacional y que para su supervivencia opta por engañar y dominar de modo violento y totalitario al resto del mundo. Un mundo que sin caer en nuestras bobadas mantiene y trata de mejorar sus capacidades naturales en vez de tratar de rediseñarlas. La abrumadora mayoría. Más del 85% de la población mundial ha abandonado nuestros arquetipos postcocacoleros y esta «izquierdilla» lela y sin sustancia busca sus «rentas de situación» con entelequias destructivas. Anda que la que nos ha caído con el coleta morada y la tetas de las sacristía.

    Mientras nosotros debatimos como masculinizar mujeres y feminizar hombres –quedándonos sin lo uno ni lo otro– la apisonadora avanza.
    Todo se va derrumbado por esta deriva autodestructiva más propia de críos sin fundamento que de adultos capaces.

    • Tontorrón dice:

      Si hay que discernir y luego tomar partido entre dirigir con «mano de hierro» estilo la dama inglesa que todos conocemos, la discriminación positiva que nos regaló a bibianas y aidos, o debatir los presupuestos de la nación mientras se amamanta al niño, el asunto está chungo.

  9. Dani dice:

    Que yo sepa el feminismo liberal se basa en que ambos estemos encuadrados en el mismo marco jurídico (mismos derechos), no en la vergonzosa discriminación positiva, que se empeña en meter mujeres con calzador donde las feministas creen que debe haberlas en mayor proporción, que suele ser la política y los consejos de administración de las empresas, nunca las obras o las minas.

    ¿Para cuándo cuotas de género en Politikon? Un simple conteo de las tres primeras páginas para ver que el 87,5% de los artículos son de hombres. ¿Os parecería normal que se tuvieran que ir (por ejemplo) Simón, Senserrich y Galindo para meter a tres mujeres random? ¿Sería una locura sin sentido verdad? Pues eso es lo que hacen las cuotas.

    De todos modos, mola leer este discurso retorcido y exculpatorio para defender al que azotaría a Mariló Montero hasta que sangrara. Si habláramos de Trump, el PP o Cs seguro que llegaba una justificación similar (JAJA).

    • Hildegard dice:

      La discriminación positiva no es vergonzosa y sí lo es tu desconocimiento de la doctrina política. ¿Dónde dice que para que puedan opinar en este foro, se tengan que ir tres hombres? De hecho, me parece tan vergonzoso como para ti la discriminación positiva, que propongas a tres hombres, con sus apellidos, y te refieras a sus hipotéticas sustitutas como «tres mujeres random». ¿No conoces el apellido de tres mujeres que pudiesen dar sus opiniones libremente en este foro? Dani, lamentable tu comentario de principio a fin.

      • Dani dice:

        Sí es vergonzosa. Primero, para la propia mujer que la estás eligiendo por el simple hecho de ser mujer y no por sus méritos. Segundo, porque como toda discriminación, tiene un perjudicado, que es la persona no elegida. No hablo de opinar en el foro, hablo de formar parte de Politikon en caso de que los puestos fueran limitados (lo desconozco). Cosa que ocurre en las listas electorales o en los consejos de administración de las empresas. Y no, no conozco a las tres mujeres random porque son hipotéticas, no reales, y sí conozco a los hombres que escriben aquí. Hablo de lo ridículo que sería tener que quitar a tres personas para meter a otras tres por el simple hecho de que algunos piensen que tiene que haber el mismo número de mujeres que de hombres en todos lados. Bueno, en todos no, porque nadie habla de paridad en las obras o en las minas, solo donde se gana pasta.

  10. oscar dice:

    ¿ No es un contrasentido apoyar de facto a un hombre como portavoz( en contra de la opción femenina) para la asamblea de Madrid para después usar el feminismo como arma política?.
    ¿ Si es más importante la «ideología de base» del «afín» que el sexo del mismo no queda patente que la defensa de género es política de «segunda fila»? ( Sólo lo digo en cuanto a definir prioridades).
    ¿ No os parece que colocar mujeres por cuota para defender intereses particulares que en nada diferencia lo masculino de lo femenino no favorece en absoluto la igualdad?

  11. xamevou dice:

    Muy ilustrativo. Yo comentaría que el «feminismo de la diferencia» es el feminismo de Marcuse (reivindicado reciéntemente por Nina Power). Por tanto, es un feminismo con orígentes marxistas. No entiendo entonces por qué la autora junta al marxismo con el otro feminismo, el de la «igualdad».

  12. Pecinejo dice:

    «Otra cosa es que se pueda reprochar el oportunismo de Iglesias al adoptar ahora este discurso.»

    Para mi aquí está el tema. El feminismo de la diferencia ha sido tratado por la mayoría de la izquierda española como un discurso patriarcal y paternalista. No digo que lo sea, digo que llevamos al menos 15 años donde ese discurso básicamente se lo escuchábamos al centro-derecha y era rápidamente reprobado por los grupos politicos de izquierdas. Por eso ha chocado que alguien que proviene de una izquierda radical ahora adopte ese discurso.

    La frase «La feminización de la política no se logra con más mujeres en cargos de representación, que eso es importante y está bien» sería totalmente atribuible a Mariano Rajoy (hasta por la construcción…). El contexto es importante, pero para mi el contexto lleva a ese feminismo de la diferencia que es un discurso muy fácilmente defendible por la derecha de hoy día. Así que no veo como eso «excusa» a Iglesias.

    A mi personalmente si me ha sonado a la ley del embudo, lo ancho para mi y lo estrecho para ti, pero es el peligro que tiene el camino que ha escogido Podemos que rápidamente vas a entrar en contradicciones.

  13. Mercedes Expósito García dice:

     La cuestión «feminizar la politica» me suena a Deleuze, por un lado -pero no creo que Iglesias tratase de recoger propuestas de este filósofo-, y, por otro,  a cosas bastante viejas para quienes llevamos décadas de investigación en filosofía feminista, más concretamente a lo de la «ética del cuidado» de Carol Gilligan -que, en el fondo, supone esencializar a las mujeres-, planteando que son, por naturaleza, cuidadoras y proporcionadoras de cuidados materiales y emocionales. Las propuestas de Gilligan surgieron en la era Reagan, un momento de «Backlash» -véase la obra de Faludi- o involución en la cuestión derechos de las mujeres. Y aquí lo interesante sería hacer ver que como dice Beauvoir, los mitos creados por los hombres siempre situan a las mujeres en los altares como vírgenes o en los bajos fondos como prostitutas , negándoles de este modo toda la variedad de la personalidad humana que los hombres se reservarían para ellos mismos. Y esa asociación mujeres-cuidado deriva de una división sexual del trabajo que tenía y tiene inscritas dentro de sí lógicas de dominación masculina. Creo que una cosa es reclamar la socialización de los cuidados y otra recurrir para ello a supuestas cualidades esenciales de las mujeres (si las mujeres se ocupan del cuidado no es porque haya algo inscrito en su naturaleza sino debido a una división del trabajo que las relega a los trabajos más devaluados). Esencializar a las mujeres me parece peligroso porque en el fondo reproduce ese imaginario sexista que contribuye a la dominación masculina. Una dominación que hoy se hace visible incluso en el hecho de que las producciones culturales de las mujeres se invisibilizan mientras que los hombres toman cada vez más la palabra para hablar de… feminismo, sin ir más lejos.
    NOTA: A Silvia Clavería me gustaría decirle que a pesar de que la dicotomía fem de la igualdad/fem de la diferencia es un esquema muy difundido en nuestro país, quienes trabajamos en filosofía feminista desde hace mucho tiempo, sabemos que eso que aquí se llama «feminismo de la diferencia» es algo que en otros países se contempla en toda su complejidad y que hay muchas maneras de entender esa noción «diferencia». La «diferencia» es una categoría filosófica, es la categoría central de la filosofía posmoderna (Lyotard,Derrida, Deleuze, por ej) y cuando se utiliza en filosofía feminista puede dar lugar a debates bastante complejos que nada tienen que ver con reducir las cosas a «Feminismo de la igualdad/feminismo de la diferencia», -por citar un solo ejemplo, léase a la filosofa feminista Rosi Braidotti, e incluso su debate con Judit Butler-. La «diferencia» pretende poner en evidencia las insuficiencias de la igualdad, pretende jugar mas con el «disenso» que con el «consenso» o noción del discurso de la modernidad que suele ir a la par de la igualdad. La categoría «diferencia» dió lugar a toda una corriente literaria en Francia: «L’ècriture-femme» y a las políticas europeas de paridad impulsadas por la filósofa feminista Genevieve Fraisse.
    Un cordial saludo
    Mercedes Expósito García, autora de «De la Garçonne a la pIn-Up. Mujeres y hombres en el s XX» (Ed Cátedra)

    • Sílvia Claveria dice:

      Muchas gracias por el comentario, es muy interesante.
      Sí, tienes razón, como he dicho en el post, esta división es simple e incluso con un punto caricaturizada. He dejado de lado toda la polémica post-estructuralista, porque abre todo un nuevo paradigma, que trasciende a la categoría de género. Pero sí que es verdad que tal vez lo tendría que haber incluido para tener una visión más holística del fenómeno.
      Me leeré el libro, tiene muy buena pinta.

    • Emilio dice:

      Me parece muy interesante lo que apuntas cuando dices:
      «La “diferencia” pretende poner en evidencia las insuficiencias de la igualdad…»
      como interesante sería que lo desarrollases sobre todo en las implicaciones que pueda tener de ruptura del principio de no discriminación por razón de sexo y de desigualdad ante la ley de las personas según su sexo.

  14. Emilio dice:

    El feminismo es una ideología imbatible. Si dices que hombres y mujeres somos iguales te dirá que sí porque así lo dice el feminismo de la igualdad. Si dices que somos diferentes también te dirá que sí porque así lo sostiene el feminismo de la diferencia. Pero si dices que por ser iguales la ley debe tratar igual a ambos te dice que naranjitas ya que eso es lo que dice el feminismo de género: que siendo distintos para ser iguales el trato habrá de ser diferente.

    Y si dices que siendo desiguales el trato no puede ser sistemáticamente a favor de las mujeres, que en alguna cosa los necesitados de ayuda son los varones te dirán que asomas una patita muy fea porque el patriarcado está ahí favoreciendo al varón y la discriminación no puede ser más que a favor de la mujer, porque el sexismo y los estereotipos no son algo que unas veces perjudique a varones y otras veces a mujeres ya que tal cosa no es cierta, que a quién perjudican es a la mujer como deja bien claro la teoría del patriarcado.

    Te vas poco convencido porque algunas cosas como los trabajos pesados y de riesgo en modo alguno pueden ser considerados privilegio, lo mismo que la mili obligatoria -aquí cuando lo era o los países en que todavía lo es- y jamás nadie ha hablado de discriminación de género. Piensas en otras muchas cosas: accidentes laborales, suicidio, fracaso escolar, sin techo y un sinfín de cosas más y confías en que alguna vez se hable de esas cosas, pero parece que nunca es la ocasión y que, si así ha sido siempre lo normal es que lo siga siendo. Por lo demás los directamente perjudicados ni están en los debates ni se los espera. Y la izquierda tiene otras banderas mucho más glamurosas para enarbolar.

  15. M. Oquendo dice:

    La Socialdemocracia europea comienza a darse cuenta de que ha llegado a su límite hace ya bastante tiempo, por lo menos 40 años.

    También comienza a reconocer su origen y status colonial.
    Y los desastrosos errores cometidos en la concepción y evolución del «proyecto» europeo. Un proyecto basado en negar los resultados del voto en referéndum. Francia y Holanda 2005, etc.
    Taras imposibles de corregir sin tener que «de- construir».

    Al otro lado del Atlántico y a pesar del rol imperial asumido con naturalidad –y justicia tras las estupideces europeas de más de un siglo– sucede lo mismo con apenas diferencias de grado y mayor libertad de acción de la que existe en Europa.

    Lo mismo sucede con las ideologías nacidas en este campo de cultivo y en esta estructura de poder que, no lo olvidemos,– en su forma actual nace, consolida y decae durante un par de siglos tras las revoluciones Americana y Francesa. Un modelo de poder del tipo «Plenitudo Potestatis» en el cual lo único que cambia es la élite que lo ejerce y disfruta.
    Estas ideologías, como de costumbre, nacieron para sustentar el poder que las necesitaba y se irán exacerbando mientras dure. Pero ya les queda poco tiempo aunque este tiempo sea el histórico.

    Comencemos a pensar el futuro porque esto ya es pasado y solo produce melancolía. Un sentimiento enfermizo.
    Pensar futuro.
    A mejor, claro.

  16. Emilio dice:

    Siempre me ha sorprendido el discurso victimista del feminismo, aprovechando todo momento y ocasión para quejarse del trato dispensado por los varones, para a continuación soltar como si de verdades apodícticas se tratase cosas como:

    “Consideran que hay dos tipos de ámbitos: el masculino y el femenino. El primero se define por la agresividad, la autoridad, el individualismo, y el segundo por la empatía el colaboracionismo, o la emoción.”

    Y como si tal cosa, continuar hablando de esencialismo, sexismo y visión estereotipada de los sexos y lo anterior no hubiese sido dicho o no formase parte de su discurso y, si a alguien pudiese ser atribuido tanto sesgo y mala uva fuera al discurso patriarcal o a los varones.

    Por supuesto jamás se tomarán la molestia de responder a la magistral refutación de Steven Pinker en la Tabla Rasa de cosas como que: las mujeres cobran menos por el mismo trabajo, que vivimos en una cultura de la violación donde a los hombres se les enseña a glorificarla o que hay que instaurar cuotas 50/50 por sexos en diferentes esferas de la vida pública y privada.

    Mejor perderse por los vericuetos mistificadores de Simone de Beauvoir.

  17. M. Oquendo dice:

    Nunca se publica y nunca los sabremos pero sería imprescindible conocer el negocio que suponen las distintas familias del feminismo, el volumen de dinero público que lo sostiene y quiénes viven de ello y encima en plan plañidero. Del feminismo y de tantas otras redes clientelares.
    «Un paradigma, –decía Kuhn–, es un lugar del cual se vive».
    Por lo tanto, puestos a buscar datos y a hacer tesinas doctorales financiadas por cientos y cientos de instituciones, estos datos serían de los primeros a poner por delante.
    Sin ellos es imposible otorgar una mínima credibilidad a estos lobbies.

    Saludos

    • Epicureo dice:

      Probablemente, una insignificancia comparado con lo que mueven las fundaciones y lobbies (neo)liberales y el dinero público (y privado sospechoso) que se embolsan.

    • Emilio dice:

      Saber cómo se gasta el dinero público es un derecho de los ciudadanos cada vez menos contestado. Y en esta cuestión estoy contigo en que, efectivamente, hay demasiado secretismo.

  18. Jesús M dice:

    «Una de sus batallas es por retribuir económicamente estos trabajos que realizan las mujeres sin contraprestación económica. La maternidad o los trabajos reproductivos son un ejemplo claro»

    Qué locuras, qué enfermizo todo. ¿Qué va a ser lo próximo, pedir dinero por hacer la digestión de los alimentos? Toda esta enfermedad está dirigida a exterminar a una parte de la población, no me cabe duda.

    Ahora la moral de la naturaleza se cuestiona, se cuestiona una función vital que trasciende a la sociedad, al género, al tiempo, a la historia. Es insoportable asistir a este autoexterminio. Ahora la socialdemocracia se mete en el terreno de las bioideologías; el hombre ya no es hombre. Espero que sea verdad que la socialdemocracia está en sus últimos estertores.

    • Aloe dice:

      La naturaleza no tiene moral. Pensaba que la falacia naturalista ya no se invocaba sin taparla un poco (con evo-psych o con alguna otra mantita), pero siempre infravaloramos el desparpajo de la arrogancia

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