Educación

Vuelta al cole, horarios y calendario escolar

6 Sep, 2016 - - @lucas_gortazar

Ya estamos de vuelta en un nuevo curso escolar, también en el Ciclo de Educación. Aprovechando la ocasión, voy a hablar de un tema que viene muy a cuento. Durante esta semana se produce un momento fundamental para millones de niños: la vuelta al cole, un momento que todos los adultos recordamos con mezcla de sentimientos. Re-encuentros con compañeros, historias del verano que compartir, nuevas historias, nuevas obsesiones y bueno, sí, la vuelta a la rutina escolar: “Qué pereza, ¿no? con lo bien que se está de vacaciones”, “¿será difícil este curso? Este año estudiaré más”, “¡pero si me he olvidado de todo!”… son algunas ideas que, como estudiante, has pensado alguna vez.

Pero no voy a extenderme en lo anterior, dejo al lector que evoque sus propios recuerdos o que se proyecte en las historias de sus hijos de los próximos días. Lo que me ocupa hoy es precisamente lo que ocurre en el “mientras tanto”, en cómo olvidamos lo aprendido durante el verano. Y de forma más general, en cómo la organización del tiempo en el aula, ya sea durante el día o durante el año, es buena para los alumnos, y en concreto para quiénes. Además, trataré de enmarcar dicho análisis en lo que actualmente plantea el sistema educativo español.

¿Qué dice la evidencia empírica?

Hace unos meses, la OCDE publicó una estupenda revisión de la investigación más reciente respecto a los ritmos de aprendizaje de los niños a lo largo del día y del año, donde analizaba cómo la jornada y el calendario escolar tienen un efecto sobre el aprendizaje de los alumnos y su progreso en la escuela.

En primer lugar, está la cuestión de cómo se deben organizar los tiempos durante la jornada escolar. En este sentido, existen diversos análisis que han analizado cómo son las ciclos de alerta y fatiga durante el día. Desde hace más de un siglo, la literatura parece mostrar un patrón universal para los niños en la escuela primaria (ver aquí, aquí, aquí y aquí), con dos picos de atención, uno a media mañana (entre las 10:00 y las 12:00) y otro después de la comida (entre las 15:00 y las 16:00). Tomo prestado este gráfico de una presentación de Mariano Fernandez-Enguita, quien ha estudiado ampliamente este tema (y tiene por cierto en su web un montón de información, análisis y evidencia muy útil que os recomiendo mirar). La conclusión es clara: un jornada partida en la escuela, que distribuya las horas en clase de forma de forma más holgada, con varios descansos a lo largo del día, es una muy buena idea en cuanto al aprendizaje de los alumnos.

Gráfico 1. Variación de predisposición al aprendizaje en el día (niños de 10 y 11 años).

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Fuente: Testu (1994). Ver aquí.

En secundaria, las cosas cambian un poco, ya que los ritmos de alerta para el aprendizaje se retrasan, así como los ciclos, que son más amplios, lo cuál podría tener sentido con jornadas con más horas lectivas que además no empiecen demasiado pronto. A modo de conclusión, Testu (2008) sugiere una jornada escolar amplia, partida, con un buen descanso al mediodía, y con unas 4 horas lectivas diarias en los primeros cursos primaria, 5 horas al final de primaria y principio de secundaria, llegando progresivamente hasta las 6 horas al día en bachillerato.

En cuanto a la duración y organización del año escolar, la evidencia es también bastante clara y se puede resumir en una idea simple: son necesarios diferentes parones a lo largo del año, pero deben estar compensados. No es casual que la investigación social haya documentado ampliamente el efecto de “olvido veraniego” en especial para las competencias de lectoescritura e idiomas. Ese es un fenómeno bastante heterogéneo por nivel socioeconómico, ya que afecta más a los alumnos provenientes de entornos más vulnerables, en ocasiones de forma bastante dramática (aquí, aquí y aquí).

¿Qué ocurre en nuestro sistema educativo?

A estas alturas, muchos se estarán dando cuenta que nuestro sistema educativo hace exactamente lo contrario de lo que sugiere la evidencia empírica. Por un lado, la jornada continua es desde hace tiempo una realidad para casi todas las CC.AA. en secundaria y para bastantes CC.AA. en primaria (y recientemente se está extendiendo a casi todas). Este es un tema controvertido en nuestro país, e históricamente le han rodeado diversos pronunciamientos de sindicatos, asociaciones de padres, psicólogos y académicos. Todos aportan argumentos a favor y contra la jornada continua. Por ejemplo, muchos padres (no docentes) protestan por las dificultades de conciliación con la jornada continua, y otros, por los problemas para realizar actividades extra-escolares y deberes en la jornada partida; los docentes, que reclaman jornadas que hagan posible una mejor conciliación del trabajo con sus vidas personales, son posiblemente los mayores defensores de la jornada continua. Sin embargo, nadie puede negar que cuando ponemos los intereses de los alumnos en el centro del debate, la investigación empírica no ofrece dudas.

Por otro lado, nuestro calendario escolar es posiblemente el más ajustado y comprimido de todos los países de nuestro entorno. Los siguientes gráficos muestran por un lado el número horas distribuidas en primaria y ESO junto con la duración del año escolar (175 días tanto para primaria como para secundaria). Por otro lado, el Gráfico 3 muestra la duración del parón estival. Como puede apreciarse, España es uno de los países con más horas lectivas de la OCDE en ESO, y para esta etapa, dentro de aquellos que tienen menos semanas lectivas, es quien más horas imparte junto con Francia. En Francia, por cierto, se acaba de ampliar de 36 a 38 semanas su año escolar, lo cual nos deja deja en cabeza en el ratio entre horas lectivas y días lectivos en secundaria. Por si fuera poco, esta condensación de horas en el calendario se produce con uno de los mayores parones veraniegos, que dura 11 semanas, tanto en primaria como en secundaria. En resumen, ser estudiante en una escuela española es una actividad bastante agotadora, donde no hay tiempo para el descanso durante el día, y donde los descansos en el año están muy descompensados.

Gráfico 2. Horas lectivas y calendario escolar en la OCDE

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Gráfico 3. Parón estival en la escuela en la OCDE.

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Una propuesta de parte de los niños

A la luz de lo anterior, cabe preguntarse si no sería razonable reajustar el equilibrio resultante de la diversidad de intereses dentro de los actores de la comunidad educativa y tratar de dar voz a quienes no la tienen, los niños. En este sentido, si nos atendemos a ellos, parece que reformar la jornada y el calendario escolar puede beneficiarles, sobre todo a quienes menos oportunidades de partida tienen. Esto hay que decirlo más veces: una modificación del calendario escolar nos permitiría promover más igualdad de oportunidades entre los niños.

En primer lugar, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte es quien tiene la competencia sobre la duración del año escolar y es quien debería tomar la decisión de alargarlo. A día de hoy los 175 días de nuestro calendario nos sitúan lejos de otros países de la OCDE, y merecería la pena poder alargarlo, por ejemplo, a 190 días. Un calendario escolar más largo permitiría distribuir la enorme carga lectiva (sobre todo en secundaria) de forma más holgada a lo largo del año, dando más tiempo de descanso y parones para otras actividades en la escuela durante el día. También supondría más tiempo para los docentes para preparar sus planificaciones o realizar horas de tutoría y apoyo a quienes más lo necesiten (algo que ya hemos defendido como una excelente idea en el ciclo).

A partir de ahí, son las Comunidades Autónomas quienes deciden como se distribuyen los días a lo largo del año Lo que parece estar claro es que reducir las 11 semanas de parón veraniego (por ejemplo, a 8 o 9), como ocurre en países como Francia o Bélgica, podría ser una buena idea. Además, mantener las escuelas abiertas en julio es, más allá de un servicio educativo, un servicio social que permitiría una mejor conciliación durante el verano para muchos padres, además de una oportunidad para muchos estudiantes de no quedarse atrás durante el verano. Sí, es verdad que hace calor, pero se puede ser imaginativo con fórmulas que permitan que sea un mes muy útil para muchos, aún dejando una menor carga lectiva. Por ejemplo, en aras de una posible reforma de la profesión docente, podría servir como periodo de inducción inicial a los profesores nóveles, con menos horas lectiva, dándoles oportunidades de colaboración con docentes más experimentados en actividades como el refuerzo, las tutorías o las horas de apoyo.

Pero mientras eso llega, hay margen para otras decisiones con los 175 días lectivos del calendario actual. Por ejemplo, el Gobierno de Cantabria acaba de llevar a cabo una ambiciosa modificación de su calendario que pasa a distribuir los 175 días en cinco bimestres lectivos y cuatro periodos de vacaciones de una semana (además de las de verano), uno cada dos meses de clases. Dicha decisión no ha sido bien recibida por los padres, quienes anticipan enormes dificultades en la conciliación de sus vidas laborales con parones de una semana en mitad del invierno. Y es que aquí se mezclan diversos intereses, todos ellos legítimos, de diversos agentes de la comunidad educativa. Solo falta que tengamos un poco más en cuenta los de los niños.

 

 


23 comentarios

  1. Albricias dice:

    Es un tema muy controvertido, pero que merece la pena explorar. Aunque, sin duda, será un fracaso si no se tienen en cuenta los distintos intereses en juego:
    – Padres con jornada partida que no pueden conciliar la vida laboral con hijos estudiando en jornada continua.
    – Padres con jornada continua que no pueden ir a buscar a sus hijos estudiando en jornada partida y dejarles de nuevo en el Colegio/Instituto y deben costear un comedor escolar.
    – Profesores que, además, son padres, y ven peligrar su conciliación al tener jornada partida o cuando ésta le sea asignada.
    – Calendarios de acceso a la universidad, incompatibles hoy en día con un bachillerato o unos ciclos formativos que finalicen en julio.
    – Calendarios de matrícula que hacen imposible predecir las necesidades docentes de los centros hasta principios de agosto, lo que hace inviable el uso de julio como mes de rodaje para nuevas incorporaciones docentes.
    – Cierre virtual de las administraciones públicas en agosto con motivo de las vacaciones, lo que ralentiza los trámites y hace imposible establecer un cierre de procedimiento en dicho mes.
    – Rendimiento del alumno y necesidad de garantizarle un descanso diario adecuado.

    Como digo, sobre el papel es interesante, pero no se puede impulsar un cambio así en dos semanas sin poner patas arriba el sistema y afectar a buena parte de sus miembros. Con un debate concienzudo, honesto y participativo quizá se encuentre una solución que no sea sólo de compromiso, sino que realmente aporte valor a largo plazo.

    PD: la evidencia empírica es importante, pero cuando un cambio como el propuesto afecta a tantos colectivos, guiarse por la evidencia empírica recuerda a la tecnocracia, cuando lo que requiere este tipo de asuntos holísticos es, precisamente, hacer política.

    • Lucas Gortazar dice:

      Gracias por el comentario, Albricias.
      Dos apuntes:

      1. En el artículo planteo buscar un equilibrio poniendo encima de la mesa el aprendizaje en igualdad de oportunidades de los niños, pero reconozco la legitimidad de otros actores en dicha negociación, que como bien apuntas, requiere de un equilibrio muy meditado. Dicho esto, convendrás conmigo en que ahora mismo no se tiene nada en cuenta lo expuesto en la primera parte del artículo. Y quizás tenerlo en cuenta permitiría reajustar (un poco) el actual reparto de horas y días lectivos.

      2. No entiendo por qué tener en cuenta la evidencia empírica como forma de representación de los intereses de los niños es tecnocracia y escuchar las opiniones (empíricamente recogidas) de los padres o profesores, no.

      Un saludo
      Lucas

      • Albricias dice:

        Gracias por la respuesta, Lucas.

        Efectivamente, creo que actualmente no se tienen en cuenta muchos factores que deberían ser tomados como base de análisis, como son todos los datos de la primera parte, como muy bien apuntas. A fin de cuentas, sin alumnos los profesores no tendríamos trabajo, así que debemos tener en cuenta las necesidades del alumnado como máxima prioridad y, a partir de ahí, tratar de transaccionar con el resto de colectivos.

        Sobre la evidencia empírica me expliqué mal. Quiero decir que en este asunto y en cualquier otro que involucre a varios colectivos con intereses contrapuestos, usar la evidencia empírica sobre uno de los colectivos, ignorando a los demás, me recuerda a la tecnocracia, donde un experto en su materia decreta disposiciones sobre dicha materia sin atender a las consecuencias laterales que pueden surgir por existir intereses o necesidades contrapuestos. Por ejemplo, adoptar cambios en el calendario educativo atendiendo sólo a la evidencia empírica sobre el rendimiento escolar atendiendo al ritmo circadiano (ignorando por tanto las necesidades de padres, profesores, administración e incluso otras necesidades de los alumnos) lo veo igual de erróneo que adoptar una médica económica (como un recorte presupuestario) para conseguir un objetivo ignorando el resto de indicadores y de objetivos. Eso, de hecho, supongo que suele acabar mal.

        Espero haberme explicado mejor. Gracias de nuevo por el artículo.

  2. Laura dice:

    Me parecen muy interesante los análisis sobre educación, pero siempre echo en falta un tema que (a mi parecer) es clave en el pésimo rendimiento escolar que tenemos junto al calendario tan extravagante: la REPETITIVIDAD.

    Yo acabe el intituto hace relativamente pocos años, así que aún tengo bien freaco el recuerdo del terrible tedio que era estudiar la literatura del siglo de oro por enésima vez, eso sí, empezando siempre por lo mismo, con suerte con algún datillo nuevo (y de los idiomas mejor no hablo).

    Vas a clase con el mismo interés que a escuchar el sermón semanal de tu madre sobre la importancia de hacer la cama. Para empeorarlo, nunca hay tiempo de profundizar en las materias (porque se formatea todo al minuto de acabar el parcial de turno) o enganchar a alumnos menos interesados en la asignatura.

    En esas condiciones veo hasta normal que en según que ámbitos los chavales esperen cumplir los 16 con ansia para mandar los estudios a la mierda. O el terrible destrozo de autoestima y frustración con el que acaban jóvenes que no consiguen un título ni de milagro.

    • Aloe dice:

      Aplausos en pie a este comentario. No sé si tiene que ver mucho con la entrada, pero igual viene bien repetirlo tanto como lo de hacer la cama 🙂

    • Albricias dice:

      Cuánta razón tienes, Laura. Eso que dices daría seguramente para un artículo (o más). La educación fue memorística durante muchos años, y aunque la denostada LOGSE ya eliminaba ese precepto en favor de un aprendizaje más instrumental y práctico, el daño de décadas de aprendizaje memorística ya estaba hecho.

      En ese sentido identifico dos problemas (aunque seguro que hay más): un cuerpo docente con muchos años de experiencia que tiene ya interiorizado el carácter memorístico y no pueden o no quieren cambiar (la formación ayudaría mucho y la evaluación docente también) y un alumnado que descubre pronto que el aprendizaje memorístico es el camino más rápido para aprobar el siguiente examen (aunque luego olviden lo estudiado), quizá esto último provocado por los docentes de primeros cursos, por los padres o por los propios alumnos.

      Tengo la suerte de ser docente en Formación Profesional en un ámbito tan práctico como es Informática, pero aún ahí veo alumnos que tratan de aprender memorizando, lo que es una muestra clarísima del problema que señalas.

      • Gerion dice:

        Un requisito para evolucionar de un aprendizaje memorístico a uno cognitivo – cuando es posible, pues no olvidemos que varias materias a la fuerza deben ser objeto de aprendizaje memorístico – es la motivación. Si el alumno no posee la motivación adecuada, tratará de salir del paso y se limitará a recitar mecánicamente siempre que pueda. Esa motivación está condicionada entre otras cosas por la adecuación de la materia impartida a su estilo de aprendizaje, y ahí es donde un buen docente, apoyado por el tutor y el correspondiente gabinete pedagógico del centro, demuestra lo que vale.
        La pega es que las circunstancias personales del alumno más allá del centro resultan difíciles de reformar, y condicionan esa motivación.

  3. Carla dice:

    Buen artículo!
    Pondría en mayúsculas la ultima frase,tengamos más en cuenta a quienes,según la controvertida LOMCE,son la razón de ser y el centro del sistema educativo,el alumnado…

  4. Aloe dice:

    No conozco ninguna jornada laboral compatible con la jornada escolar continua. Ni siquiera la jornada laboral también continua (en todo caso en extinción) que sigue siendo màs larga.
    Sin embargo, hacer la comida de mediodía en el co!egio debería irse considerando lo normal, lo que por supuesto incluiría extender las becas de comedor, flexibilizar el llevarse comida de casa cuando fuera conveniente e incluir la atención a los alumnos en el horario de comer como parte de su horario normal (no a cargo de monitores pagados aparte por las familias). En tal caso, difícilmente se podría alegar que comer en el colegio representa un sobrecoste.
    Igual también debemos ir pensando en que la costumbre española de dos horas o tres para comer a mediodía, y salir a las mil por la tarde, tiene cada vez menos sentido. Digo yo.

    • ElDebatidor dice:

      Totalmente de acuerdo con su comentario.
      Fuera de altas negociaciones, los parones eternos de comida carecen de sentido, sobre todo en las grandes ciudades.
      Asimismo, la programación de actividades a mediodía, que se experimenta, aunque en menos frecuencia de la deseable, distrae y destiende a los alumnos durante la jornada evita sobrecargarlos de estrés por las tardes (no quiero hablar ya aquí de los deberes, porque aunque no soy fan del sistema anglosajón de no hacer demasiado, hay un término medio…).
      Me gustaría de todos modos añadir que lo de las vacaciones largas puede estar asociado a un factor cultural. Efecitvamente, en España, Portugal o Italia, el verano dura más que en Bélgica o Francia (no hace falta más que mirar por la ventana para comprobarlo). No me imagino cómo pueden reaccionar alumnos a 40ºC a principios de septiembre o finales de julio…Es una realidad que hay que aceptar. Dudo además que más semanas no vayan a incluir más perdida de tiempo en lugar de una repartición de contenidos.

  5. Sergio dice:

    La jornada que plantea el artículo es la que siguen en EEUU más o menos. Todos los niños tienen el almuerzo en el cole, con comida de casa o la (repugnante) comida de la escuela que muchos tienen subvencionada. Los niños salen a las 3:30 más o menos y luego pueden ir a actividades extraescolares directamente, como deportes o música que muchas veces tienen lugar en la propia escuela. La conciliación no es problema, eso sí, hay muchas madres a media jornada o que se quedan en casa mientras los niños sin pequeños.

    A mí no me gusta el tema de los autobuses escolares, creo que a partir de una edad, los niños pueden ir y volver solos. No me parece bien que, y este es otro tema, que se pueda matricular a los hijos en el distrito donde se trabaja, porque beneficia con colegios céntricos a las familias de clase media alta y distorsiona la diversidad socioeconómica en las aulas.

  6. M. Oquendo dice:

    Unos nietos han pasado dos años en un internado en Inglaterra. Tenían casi un mes menos de vacaciones que aquí. Y sin embargo, a su regreso a España han tardado un curso escolar en recuperar el nivel de matemáticas que tenían.

    Europa lleva copiando el desastroso sistema escolar (y universitario) USA desde hace más de 30 años. Lo conozco porque mis hijos lo sufrieron.

    Somos papanatas hasta en eso y, lógicamente, vamos retrocediendo en calidad del sistema educativo. Realmente su productividad es pésima (el doble de años para menos conocimiento en cualquier materia), su principal función es servir de aparcamiento temporal no sea que revienten las colas del paro y de paso se les instruye en eso que se conoce como «Sentimentalismo tóxico» no sea que un día se den cuenta de lo que les están haciendo.

    ¿Cómo Mejorar?

    Hay dos vías. USA y Canadá las tienen en su circuito para élites en colegios y universidades. Europa lo impide porque no es «igualitario». El resultado canta: Usa y Canadá al menos tienen mejores élites.

    La otra sería recuperar los Internados y hacer como hacían con nosotros: De cinco a nueve tres horas y media de estudio supervisado cada día de la semana. No había más remedio que estudiar.

    Hay muy poderosos argumentos.

    Más del cincuenta por ciento de las familias están o estarán divorciadas, en casa no habrá nadie y si hay alguien estará de los nervios. ¿Quién puede estudiar en esas condiciones ?

    Seguro que no es tan caro como el vigente sistema escolar que exige más de 20 años en instituciones educativas cuando a nosotros nos sobraba con 12.

    Saludos

    • Epicureo dice:

      Qué tiempos aquellos, cuando con su maravilloso sistema educativo de bachillerato y reválida España era una potencia científica, empresarial y cultural mundial…

    • Gerion dice:

      Creo que lo correcto sería establecer el circuito para élites. Pretender que todo el mundo obtenga los mismos resultados y posea las mismas oportunidades es una utopía que se vende en los programas electorales. Ya que mis hijos no van a formar parte de la élite, que al menos la élite sepa gobernar a mis hijos.
      El caso del internado choca con la percepción social actual de libertad, y mucho tendrían que cambiar los políticos para que la Sociedad española actual percibiera el internado como algo provechoso.
      Discrepo en que los 20 años de escolarización sean obligatorios. De hecho, uno cumple 18 años – da igual si ha completado ciclo educativo o no – y ya puede decidir trabajar por su cuenta. Otra cosa es qué posibilidades tiene de competir con otros de su misma edad.
      Motivar al alumno implica, entre otras cosas, describirle la realidad que va a encontrarse cuando termine los estudios, cosa que ciertos colectivos no asumen como aceptable en su ideario. Si a los alumnos se les muestra la realidad del mercado de trabajo, del futuro que les aguarda, probablemente serán más proclives a esforzarse en su etapa de estudio. Esto es una cuenta pendiente en nuestros programas educativos: reconocer la realidad y describirla como tal, cosa que resulta cada vez más complicado por la tiranía de lo políticamente correcto.

      • Epicureo dice:

        Si les describen la realidad del mercado de trabajo, puede que en vez de a estudiar sean más proclives a tirar cócteles molotov. Me temo que habrá que seguir engañándoles con la mentira de que se premia el mérito y el esfuerzo.

    • joparo dice:

      No creo que haya que limitarse a los internados.
      Platón ya propuso un cuerpo estatal de comadronas para que los recién nacidos estuviesen a su cargo. Evitando así el pernicioso sentimentalismo de la educación familiar.
      Por desgracia esta «solución final» no se implementó hasta el estalinismo.
      Por suerte hallaron una solución para aquellos que no eran capaces de disfrutar y reconocer las ventajas de tan perfecto sistema : el Gulag.

  7. M. Oquendo dice:

    Un artículo reciente sobre los efectos de sucesivas formas de no educar comienza aproximadamente así.

    We live in two worlds.
    One , now the minority, functions in a print-based, literate world.
    It can cope with complexity and has the intellectual tools to separate illusion from truth.

    The other, which constitutes the majority, exists in a non-reality-based belief system. This world, dependent on skillfully manipulated images for information, has severed itself from the literate, print-based culture.

    It cannot differentiate between lies and truth.
    It is informed by simplistic, childish narratives and clichés.
    It is thrown into confusion by ambiguity, nuance and self-reflection.

    This divide, more than race, class or sex, more than rural or urban, believer or nonbeliever, left or right, has split society into radically distinct, unbridgeable and antagonistic entities.

    Han vuelto a fragmentarnos.
    Siempre nos ganan la partida.

    • Aloe dice:

      Joé los reptilianos, qué mala gente.

      Si no son los reptilianos debe ser la minoría letrada, pero la minoría letrada no pueden ser los malos.
      Si la minoría letrada son los malos, no sé para qué les sirve tanta ilustración y lucidez sobre el mundo. O para qué nos sirve a los que no conspiramos contra nuestros vecinos. A lo mejor debiéramos meter en el trullo a esa élite ilustrada que conspira contra nosotros.

      Bah, no, seamos parsimoniosos, deben ser los reptilianos.

    • Gerion dice:

      Desde mis limitados conocimientos históricos y geográficos, esto ha sido así desde siempre y en todas partes. Y además, esta división se da tanto entre la élite gobernante como entre los esclavos. Ese artículo, aunque sea reciente, expone una verdad universal e inmutable.

  8. Marimar dice:

    Muchas gracias por el artículo, como siempre de gran interés. No obstante, aunque no voy a dudar de las estadísticas, me cuesta creer que exista un pico de atención de 15 a 16 horas, precisamente (al menos en España) en plena digestión y con la modorra de después de comer. Quizá haya que aclarar que posiblemente se refiera a alumnos de otros países donde a esa hora ya hace un buen rato que han comido.

    • albert dice:

      Exactamente lo mismo he pensado al leer el artículo. Y he sacado las mismas conclusiones.

      Tengo muy claro que una diferencia muy importante respecto la actual en la enseñanza es la masiva introducción de la mujer en el mercado laboral, la importancia que existía en la educación familiar hace 30 años. Eso no quiere decir que haya que volver atrás (me opongo rotundamente a esa prefijación de roles familiares), pero sí de alguna manera tratar de recuperar una mayor atención familiar (en tiempo y calidad) hacia los niños, compatibilizando los horarios de los dos padres con los de los hijos.

  9. Juli dice:

    Es muy interesante estudiarlo todo y sacar estadísticas sobre ciclos de alerta y fatiga, así como otros datos de interés. Pero lo primordial en las escuelas es tener profesores interesados por enseñar, y no por consumir horas e irse a su casa. Todavía recuerdo a mas de una leyendo su revista, mientras nosotros hacíamos alguna tarea que nos había mandado en 5 minutos…

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