Brexit

Implicaciones del Brexit para España

9 Jun, 2016 -
El referéndum del 23 de junio puede suponer un antes y un después en la política británica y europea. Desde luego, así será si los votantes se deciden por el Brexit. En este caso, muy probablemente David Cameron tenga que dejar el Gobierno de su país. Con la incertidumbre del cambio de liderazgo habría que gestionar la salida de la UE, que se articularía a través del artículo 50 del Tratado de la Unión Europea y que llevaría, al menos, dos años. Además, y en paralelo, habría que negociar una nueva relación entre el Reino Unido y la UE, cuestión que podría durar hasta 9 años (según las estimaciones de la Cámara de los Lores), por las dificultades técnicas y la falta de incentivos de los Estados miembros de acomodar la situación del Reino Unido. Ello por no hablar de la incertidumbre económica, social y política que se generaría.

Asimismo, con la salida del Reino Unido, la Unión Europea vería ciertamente disminuido su peso en el mundo, tanto en términos demográficos como económicos y políticos. Así, su población pasaría a representar del 7% al 6,1%, perdiendo en el camino a su segunda potencia económica y quinta mundial, además de quedarse sin la City y su posición dominante en el mercado financiero global. El Reino Unido, por su visión liberal de la economía, sirve de contrapeso al proteccionismo francés y al ordoliberalismo alemán, y su salida de la Unión complicaría de igual forma el juego de equilibrios interno. Ello no llevaría asociado, como se apunta desde algunos sectores, una mayor integración del resto de países de la UE. La realidad, es que, muy al contrario, un Brexit podría acabar significando que otros Estados siguiesen sus pasos, dada la fortaleza de partidos populistas que reclaman la vuelta a las fronteras nacionales, como en Francia (con Marine Le Pen) o Países Bajos (con Geert Wilders).

Pero también el Bremain puede suponer un punto de inflexión, aunque solamente en el caso de una victoria contundente. Con un resultado ajustado, la batalla por la sucesión en el liderazgo del Partido Conservador se recrudecería y las aumentarían las opciones de que el referéndum se acabase convirtiendo en un “neverendum”. Pero si la victoria del Bremain es amplia, David Cameron verá cómo triunfa su complicada apuesta de resolver por el momento la relación entre la UE y el Reino Unido a través de la tensión polarizadora que siempre genera un referéndum. Ello le permitiría renovar su liderazgo en los Tories y buscar la paz interior de un partido que actualmente está en plena guerra civil. Con este renovado mandato, Cameron podría, tal y como está pidiendo el ex primer ministro, Gordon Brown, lograr que su país lidere a la UE en algunas políticas, cuestión que se podría reflejar particularmente en lo relativo a la profundización del Mercado Interior y a la política exterior de la Unión.

Además, el Bremain supondría la entrada en vigor del acuerdo de febrero entre los líderes europeos, que incluye la no discriminación entre euro-ins y euro-outs, la no aplicación del principio de ever closer union para el Reino Unido, la puesta en marcha del sistema de tarjetas rojas para los parlamentos nacionales y la activación del freno de emergencia para limitar los social benefits. Y, por último pero no menos importante, podría tener como efecto colateral un reimpulso del proyecto comunitario, aunque esto no tendrá lugar antes de las elecciones francesas y alemanas de 2017.
Acabado el sucinto repaso de cómo el 23 de junio puede suponer un cambio en la relación entre el Reino Unido y la UE, además de las consecuencias internas para ambos actores, conviene centrar el resto del artículo en las implicaciones para España del resultado del plebiscito, que serán, asimismo, muy importantes.

1) El proyecto europeo, parte del proyecto español. Desde la época de la Transición, el proyecto-país de España ha caminado de la mano de una integración europea que trajo consigo la normalización del país después de 40 años de dictadura franquista y varios siglos de aislamiento político de Europa. Dicha normalización (o europeización) ha supuesto la modernización y el desarrollo económico del conjunto del país, el establecimiento de relaciones diplomáticas con el resto del mundo y, por último, la consolidación de la democracia. Por tanto, todo lo que ponga en riesgo al proyecto comunitario es, en principio, negativo para España. Y ciertamente, el Brexit es un riesgo en potencia que, como se señalaba anteriormente, puede provocar que otros Estados miembros decidan seguir los pasos del Reino Unido. Si el resultado es la permanencia del Reino Unido en la UE, España podrá respirar más tranquila y centrarse en la búsqueda de propuestas constructivas para los futuros avances en la integración.

2) Mucho en común, ¿temor por Gibraltar? Por desconocido que pueda resultar a priori, España y el Reino Unido comparten mucho (al margen de sus claras visiones diferenciada respecto al proyecto comunitario), entre lo que se encuentra un similar modelo productivo, centrado en la demanda interna, la importancia del sector financiero y la exportación de servicios, un modelo territorial relativamente similar y una monarquía parlamentaria. Esto, junto a las relaciones económicas e interpersonales entre ambos países, profundizadas como consecuencia de la pertenencia de ambos al proyecto comunitario, hacen que haya mucho en juego en caso de Brexit. La salida británica, además, podría afectar especialmente al contencioso de Gibraltar, existente desde el Tratado de Utrecht y con compleja solución, que no será en absoluto más sencilla si las relaciones entre ambos países dejan de tener el marco de colaboración que proporciona la Unión Europea.

3) Unas estrechas relaciones económicas en el aire.  Las relaciones comerciales entre ambos países están valoradas en 55.000 millones de euros, existiendo más de 700 empresas con capital británico en España y 300 españolas en suelo británico, entre las que destacan el Banco Santander, el Banco Sabadell, Iberdrola o Iberia. Además, y según datos del ICEX, el Reino Unido es el primer destino de inversión directa española (y el quinto inversor directo en España) y el cuarto destino de las exportaciones españolas. Estos contundentes datos solo dan una pequeña muestra de lo importante que es la decisión de los votantes. En caso de Bremain es de esperar una estabilidad económica, que permita profundizar en las relaciones entre ambos países. En caso de Brexit, es indudable que se produciría, al menos a corto plazo, una situación de incertidumbre económica que podría provocar una desinversión mutua.

4) Riesgos para las relaciones interpersonales. España recibe aproximadamente 15 millones de turistas británicos al año, cifra que probablemente se vería reducida con una salida del Reino Unido, asociada a una probable depreciación de la libra que acabara provocando que solo los más pudientes salgan de las islas. Con todo, los vínculos no se acaban ahí. Más de 300.000 británicos viven en suelo español (algunos estudios señalan que la cifra se aproxima más al millón) y más de 200.000 españoles que hacen lo propio en suelo británico. Todos ellos vivirían ciertamente más tranquilos en el caso de que el Reino Unido no abandonase la UE. Si se produce el Brexit, y si no hay un acuerdo rápido entre británicos y socios comunitarios, probablemente habría que buscar un acuerdo bilateral entre España y el Reino Unido para reducir el impacto para sus respectivos nacionales.

5) Paralelismos con la cuestión territorial. Uno de los posibles impactos del Brexit que no se ha señalado previamente es la posibilidad de que éste acabase conllevando la celebración de un segundo referéndum de independencia en Escocia. En este sentido, los líderes escoceses del SNP ya han manifestado sus preferencias por la salida del Reino Unido en dicha eventualidad. Si se celebrase el citado plebiscito y venciesen los independentistas, es seguro que se intentarían hacer paralelismos desde aquellos sectores en Cataluña que están a favor de romper vínculos con el resto de España (como, por otra parte, ya se hizo cuando se celebró el referéndum de 2014).

El análisis de las implicaciones del resultado del referéndum apunta algunas de las muy diversas cuestiones que habría que gestionar con la victoria de cualquiera de las dos opciones en liza, si bien es cierto que la incertidumbre y las dificultades serían mayores en caso de vencer el Brexit. En el caso particular de España se confirma esa tendencia, agravada por los estrechos vínculos económicos e interpersonales entre ambos países. De todas formas, ganen los partidarios de permanecer en la UE o de salir de la misma, parece difícil pensar que esta historia habrá acabado con el resultado del 23J. Tiempo habrá para seguir analizando y debatiendo sobre el futuro del Reino Unido, de España y de la UE en su conjunto.


14 comentarios

  1. Carlos3 dice:

    Esos «varios siglos de aislamiento político de Europa» por parte de España duraron lo que duró el franquismo.

    Al margen de eso, el referéndum británico es una buena oportunidad para replantearse muy seriamente el funcionamiento de la Unión Europea, y el alcance de sus competencias.

    Hoy pocos dudan por ejemplo de que el euro ha resultado ser un desastre económico para España e Italia, y probablemente también haya perjudicado bastante a Francia. No hablemos, por supuesto, de la pobre Grecia, a la que le ha costado y le seguirá costando varias generaciones. Ya no es sólo la imposibilidad de que cada país pueda controlar sus monedas como más le interese (con unos tipos más exigentes la burbuja no habría existido o habría sido menos nociva para España; la industria italiana se ha visto barrida sin sus devaluaciones), es que el nuevo diseño del sistema de supervisión bancario es, como mínimo, una chapuza irresponsable: como critican los inspectores del Banco de España (aunque detrás de todo esto haya también un tema laboral) no puede ser que el que supervisa o establece las directrices de supervisión (el MUS, es decir, el BCE) no sea también el que pague (en este caso, la resolución; la garantía de los depósitos, parcialmente regulada por el Derecho comunitario, también es responsabilidad exclusiva nacional). Y en este campo no caben las medias tintas: o se hace o no se hace, pero montar un sistema monetario a medias ha sido destructor para buena parte de las economías nacionales, y es inviable políticamente (y para muchos, indeseable) corregir un diseño institucional así en un sentido «federal».

    Otro tanto ha ocurrido con el campo de la migración, con políticas francamente discutibles que rechaza la mayoría de la población, y que son muy poco equilibradas. A título de ejemplo, para viajar a España un cubano necesita un pasaporte con un visado. Un rumano o un lituano, con nulos vínculos culturales con España, pueden coger el coche y venir sin mayores requisitos. Otro ejemplo: también necesita visado un ecuatoriano; en cambio, a un albanés o a un australiano le basta el pasaporte ¿Es coherente? A mí me parece el resultado de un horrendo diseño institucional de la libre circulación de trabajadores dentro de la UE: para hacerla absolutamente libre (en vez de simplemente «sencilla») se necesita una política migratoria común, y eso no responde a las necesidades, lógicas o intereses de las realidades nacionales.

    La cúspide de la Unión Europea carece de las más elementales medidas de calidad técnica: desde el Parlamento europeo y el Consejo se publican cada año centenares de reglamentos y directivas, a nivel de 28 Estados, sin tener en cuenta las interrelaciones que eso va a tener con los respectivos Derechos nacionales, que a su vez son despreciados abiertamente por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, una institución con una composición sin la más mínima garantía de preparación técnica, de conocimiento de los Derechos en juego y con un sistema de nombramiento bochornoso (básicamente, a dedo por cada Estado miembro). Y todo ello con unas decisiones que se imponen en todo caso por encima de las decisiones nacionales.

    Hoy en día se puede afirmar que la Unión Europea de 2016 es un caos político, económico, jurídico e institucional de primer nivel. El gran activo de la Unión, en términos de aumento de la calidad de vida y nivel económico de sus ciudadanos, el mercado interior, no necesita de todos los demás añadidos para funcionar. Basta un acuerdo común de libre comercio (que dados los elementos unitarios ya existentes, se puede decir que las bases materiales necesarias existen desde hace décadas). No creo que ocurra, porque el orgullo de no reconocer los errores -colectivos en este caso- es una fuerza muy grande, pero ojalá el referéndum sirva para llevar a la Unión Europea al punto armónico donde aporta mucho más de lo que resta.

    • Lester dice:

      >Hoy pocos dudan por ejemplo de que el euro ha resultado ser un desastre
      >económico para España e Italia, y probablemente también haya perjudicado
      >bastante a Francia

      Al contrario, pocos dudan de que la situación sería mucho peor fuera del euro.

      Devaluar una moneda es una buena arma, pero peligrosísima por lo adictiva que es. Hay una buena cantidad de países que jugando con esa baza han caído en la hiperinflación galopante.

      La cuestión de los visados a cubanos o polacos ni sé de qué va. Lo mismo pueden decir los polacos ¿Por qué un cubano puede entrar en mi país? Efectivamente, estar en una organización implica aceptar vínculos con gente con la que hasta ahora no los tenías, y la organización intenta potenciar esos nuevos vínculos.

      ¿Sugieres que en vez de estar en EU deberíamos estar en una organización hispanoamericana porque tenemos más vínculos culturales con ellos?

  2. Mr. Turdy dice:

    Estoy de acuerdo con la observación anterior. No hubo tal «aislamiento» de España -sí, pero únicamente en el franquismo temprano-, en todo caso un autismo de las elites dirigentes en el siglo XIX que era también muy común en Europa. Los más recientes estudios desmienten esta idea (otro mito del nacionalismo español), los incrementos del PIB durante el siglo XIX son normales para una economía de base agraria que se va industrializando de mala manera y sin previsión, pero no se abre brecha en ningún momento e incluso en la I GM España llega a estar más cerca que nunca en PIB per cápita de Francia. Fue el franquismo el que sí aisló a España, y de qué manera, haciéndola retroceder de una manera inédita en la historia.

    Ya esta bien de apuntarse a esta otra francada.

    Una cosa son las crisis internas del Estado, por otra parte más que normales por sus vicisitudes históricas y el enorme tamaño (el tercer estado más grande de Europa) y diversidad interna. Si se quiere cargar las tintas, entonces sí contra determinadas élites heredadas del anterior estado de cosas, pero ni siquiera ellas vivían «aisladas», para nada en absoluto.

    Las carencias del Estado eran más que normales para lo mal que se hacía todo, pero eso también iba por barrios. En general, no es fácil salir de una posición semiperiférica si no tienes un plan claro. Y no había tal cosa, ni la hubo nunca, más allá de wishful thinking que por cierto siempre vino desde la periferia. Mejor les hubiera ido pensando sólo para ellos y el resto que despabilara, pero es otro fracaso secular del nacionalismo español.

    Dicho todo lo cual, de nuevo se sigue pecando de una cosmovisión bruseliana. Así no se puede entender nada.

    Primero, la UE sigue siendo un núcleo de cuatro estados: RU, Francia, Alemania e Italia. Existe una segunda fila de países bastante importantes: España, el Benelux como un todo, Escandinavia tomada también así. Todo lo demás es mierda, hablando pronto y mal. Si Grecia se quiere ir mañana, le dan la patada en el puto culo, encima se han puesto ellos en una situación dificilísima. Ellos solos. No les supone el menor trabajo echarlos a la puta calle y ponerles un tratado estilo Turquía y Ucrania, y tirando millas.

    Por tanto, una cosa es que tengan que aguantar, por ahora, a impresentables como Polonia, Hungría, o hasta Dinamarca y Suecia, y otra cosa es que si el escaparate se va al pedo todos estos que despabilen. Por tanto lo que importa es cómo se estructuren Francia y Alemania, cómo Italia se sume al carro (Italia tiene una capacidad que se caga la perra, puede pasar del Mussolinismo criptobritánico a la República Socialista Federal Soviética Italiana, si a Stalin se le hubiera ido el dedo en Yalta, con religión Social-Católica oficial del Estado en el Pontificado Socialista del Vaticano, con Nilde Iotti en procesión con San Lenin y San Pedro, si fuese menester, eso aquí ni soñarlo), y después acomodar al RU o lo que quede de él.

    Todo lo demás, que despabile. Además a medio plazo el tándem Francia-Alemania se va construir CON Rusia e inevitablemente CONTRA EEUU (si no se va todo a la mierda antes), así que una serie de países que están jugando un papel bastante tocapelotas lo van a tener muy crudo.

    Ahórrense las objecciones y acuérdense de Talleyrand.

    Todo esto apunta descaradamente a una UE de geometría totalmente variable. Inglaterra con Bula y Fueros, Alemania y Francia en una reconstrucción histórica del espacio carolingio (que por burlas del destino casi cuadra en sus fronteras), con Benelux incorporado probablemente, Italia con ellos, y el resto, como quiera: como provincia colonial de este tinglado, como provincia irrelevante e intervenida (o sea, colonial pero en fino), o como patio trastero (de trasero+trasto), estilo como digo Turquía y Ucrania, con o sin visas, eso ya se verá.

    Todo lo demás se ajustará a esto. Si los británicos o ingleses o lo que sea tienen supervisa para ellos y los polacos tienen que pedir cédula de viaje para salir de su país, todo eso vendrá como dicten estas nuevas normas.

    La UE nunca ha sido una democracia, ha sido un cambalache de estados como la ONU. Hasta ahora hubo un paripé de «igualdad» (hasta cierto punto: Grecia), pero eso se va a terminar, porque el tinglado ya no tiene sentido para seguir funcionando así. Simplemente los intereses de Polonia, las repúblicas Bálticas, o incluso Suecia, son antitéticos e incompatibles con los de Alemania y Francia. Llamadlo golpe de Estado o llamadlo como os dé la gana, pero será simplemente prescindir de lastre: no nos presta ya la fachada seudodemocrática, total esto es una empresa y será gestionada como tal.

    Al que no le guste, ahí está la puerta.

    Si España se desintegra, que se desintegre. Les va a importar un cojón. Si echando cuentas les sale menos problemático y más barato, ya se puede ir llamando al cartógrafo.

    Y todo esto va a ir más rápido de lo que parece. No lo digo yo, por ejemplo, la colaboración con Rusia que es vital para París y Berlín está llegando al punto de no retorno: o prescinden de los payasos, o Rusia los manda al pedo.

    Y me olvidaba, esto también llevará en el paquete desmantelar Bruselas, de forma que no se note, eso sí. Para gobernar todo desde una bicefalia París-Berlín no es necesario pagar sueldos de escándalo a gente que ya no es necesaria.

    P.S. La UE no ha dado a España más proyección internacional. Hoy en día tiene menos que nunca, menos que con Franco incluso. No hay más que ver el papelón que está teniendo con lo de Cuba, ni está ni se le espera. Pero eso no es culpa de la UE, eso es culpa de sus elites, si se pone a un tipo como Aznar en un sitio, o un subnormal de hilillos saca 12 millones de votos, o un mongolo con una patología narcisista y un perfil de telepredicador que no tiene la más puta idea de nada de lo que habla (y mira que es difícil), logran millones de votos de un nacionalismo español furioso y militante, el problema no hay que irlo a buscar a ninguna parte.

  3. Alatriste dice:

    En primer lugar, claro que hubo aislamiento político respecto a Europa, y respecto al resto del mundo. Durante todo el siglo XVIII fue una constante la alianza con Francia, pero desde la Guerra de la Independencia en adelante España ni tuvo ni buscó aliados, y siempre que se presentó una crisis su política exterior se basó de forma explícita en apoyar sin comprometerse si Francia y Gran Bretaña estaban de acuerdo, y no tomar postura si estaban en desacuerdo. Fue una política no carente de ciertas ventajas – España es de los pocos países que no ha guerreado con sus vecinos europeos en más de 200 años ni ha tomado parte en las guerras mundiales – pero también significó que cuando necesitamos desesperadamente un aliado, en 1898 por ejemplo, no teníamos ninguno.

    ¿Que fue mayormente un aislamiento autoimpuesto? Eso es muy cierto, pero no quita que durante casi todo el siglo XIX y la mayor parte del XX estuvimos aislados, algo que resulta especialmente notable en un periodo en el que el factor que definía la política de un estado «civilizado», no solo europeo, era con quién había firmado alianzas y en no pocos casos contra quién. Hasta Portugal basaba su política en una alianza permanente con Londres, tanto durante el siglo XIX como en el XX. Participó en la Gran Guerra, e incluso en 1939 se definió públicamente como país aliado de Gran Bretaña al que no se le había pedido ayuda (al parecer los estrategas aliados pensaban que la escasa ayuda que pudiera prestar un par de divisiones portuguesas no compensaba el peligro de empujar a España a entrar en la guerra).

    En realidad se podría defender que el franquismo representó desde el principio una ruptura con esa política exterior de no-tan-espléndido aislamiento mantenida durante más de un siglo, primero por su alianza con el Eje, después por el pacto con Estados Unidos, aunque también podría decirse que en el fondo la mantuvo porque más allá de algo de retórica y de la compra de material militar no puede decirse que antes de 1975 España se implicara en nada de lo que ocurriera más allá de sus fronteras, y tampoco que cuando tuvo problemas (como en Ifni o en el Sahara) Estados Unidos corriera a apoyar a su «aliado»…

    Y luego pasando al tema de la Unión, que sí, que el euro pudo diseñarse mucho mejor (aunque nunca dejará de sorprenderme cuánto les gustan las devaluaciones a quienes no recuerdan sus efectos, que empezaban por una brutal subida de la gasolina al día siguiente y continuaban con un aumento en cadena de todos los precios), que la regulación bancaria puede hacerse mucho mejor, que la inmigración puede regularse mucho mejor, que la Unión puede hacerse más democrática (aunque quienes dicen eso, tan frecuentes al otro lado del canal, deberían ser conscientes de que si la unión cuenta con un gobierno de verdad y un parlamento democrático eso implica acabar con la soberanía nacional…) todo eso es cierto. Pero palidece al lado de los resultados positivos de la Unión para toda Europa en general, y para España en particular. No es por casualidad que la gente, una a una y por países, haga cola y se dé de tortas por entrar, ni que en cuanto se sale de sus límites empiecen los lugares donde ha habido guerra y/o tiranía en la memoria de los vivos… si es que han terminado.

  4. Alatriste dice:

    Se me olvidaba: por lo menos en mi navegador el primer párrafo del texto se ve distinto, mucho más ancho que el resto…

  5. Mr.Turdy dice:

    Que la gente es idiota, eso ya lo reían los romanos. También hubo tortas por entrar en la II GM de la mano del Eje, más o menos por las mismas zonas que hay hoy. Todo esto es visión sesgada, las tortas supuestas en unos sitios son cada vez más antieuropeísmo en otros (en Dinamarca llegando a cotas alarmantes porque el espectro político de partidos «de orden» ni siquiera se puede plantear eso).
    Si la única arma que tienes es la devaluación, y la pierdes, el resultado está a la vista, y sólo se engaña elque quiere: irá a mucho peor.
    No, no hubo aislamiento ninguno en el XIX. Desde luego no más del que había en Austria o en Prusia. Lo que había era atraso y proteccionismo, pero las ideas fluían libremente, el comercio existía sin aislacionismo ninguno y lo que pasaba era que el país era totalmente irrelevante en el plano geopolítico, y eso piadosamente se disfrazó de «aislamiento», pero no hay tal cosa.
    Lo que hizo Franco es lo mismo que hizo el Maidán. Entregarse a sus nuevos amos en cuerpo y alma. Y las cosas van a ser muy parecidas porque el declive de EEUU le espera en los próximos cinco años un abrupto bajón, que está por ver cómo se afronta internamente.
    Algunos hasta se han olvidado de las colonias de España, que las retuvo la práctica totalidad del XIX.
    Para el día que se identifique ya sin tapujos al nacionalismo español como la causa primordial de todos los problemas de este país (incluyendo tener una izquierda subnormal y una derecha asilvestrada), será porque se le esté haciendo ya la autopsia.
    Pero ya se sabe que sarna con gusto…
    Prepárense para la victoria del PP, que la «izquierda» española está ocupada en lo de siempre.

    • Alejandro Hermida dice:

      <>

      Sublime.

    • Alatriste dice:

      ¿No más que Austria o Prusia?

      Veamos, solo para fijarnos en el caso prusiano y en el siglo XIX: primero formó parte de la Santa Alianza; después, de la Liga de los Tres Emperadores junto con Austria y Rusia. Después, se alió con Piamonte/Italia contra Austria (lo que se suele llamar guerra austroprusiana está mal llamado, porque enfrentó a Prusia e Italia contra Austria, descontando los aliados alemanes de ambos bandos), después firmó la Triple Alianza con Austria e Italia, más el Tratado de Reaseguro con Rusia… y como es obvio de la lista anterior, Austria también contó con aliados durante la mayor parte del siglo XIX y lo pagó muy caro cuando no los tuvo, dicho sea de paso.

      Hasta Gran Bretaña, a pesar de la retórica del «Espléndido Aislamiento», y de ser una isla con la mayor flota del mundo, que ayuda a tomarse las alianzas con calma, acabó por firmar un pacto defensivo con Japón y la Entente Cordial con Francia y Rusia (que hacía bastantes años que tenían su propio pacto contra el de Alemania, Austria e Italia). Sin contar con su historia durante las dos guerras mundiales, que no es precisamente de aislamiento.

      La verdad, no veo como puede discutirse que la estrategia de política exterior – o más bien la total ausencia de ella – de España durante tantos años a partir de 1815 es un caso verdaderamente único; porque no se trataba, como con Bélgica y Suiza, de una neutralidad reconocida y garantizada por las potencias. España no era neutral sino que estaba sola, que no es lo mismo.

      • Mr. Turdy dice:

        Aislamiento tiene varias acepciones. Si se refiere a llevar una política de neutralidad y absolutamente ninguna relación con nadie, el único ejemplo que conozco es la Albania de Hoxha.

        Para lo demás, aislamiento viene siendo como el recubrimiento de los impermeables: algún tipo de sustancia para que resbale y no penetre lo que uno no quiere que penetre (o el de los cables eléctricos). En ese aspecto la luterana Prusia no se diferenciaba nada de las católicas Austria o España, y en ese aspecto, Francia o el Reino Unido eran más abiertos. Por supuesto, no pensé que hiciese falta aclarar que estamos hablando de elites o grupos sociales que tienen la sartén por el mango (GSSM).

        El resto creo que lo he dejado bien claro: se confunde la irrelevancia geopolítica de España (que no de Austria o Prusia) con un deliberado intento de ofuscar hablando de no sé qué aislamientos (será en referencia a los 100.000 hijos de San Luis o la intervención militar española en el intento independentista de Sicilia de 1848). España no pintaba nada absolutamente en ninguna parte, no tenía nada que decir en ningún foro y no se le hacía ni puto caso, hasta el extremo insultante de que los acuerdos franco-británicos que adjudicaron el Rif a España (el «Marruecos español») se hicieron totalmente a espaldas de esta, sin estar presente en el pergeñamiento del tratado absolutamente ningún español y se le sirvió a este país el tratado ya servido para que se lo comiera o se lo metiera por el culo, eso sí a su elección (o ambas cosas).

        Hasta la Albania de Hoxha tenía más dignidad.

        De España se reía todo el mundo en Europa, y vuelvo a repetir: hablamos de un país con colonias en el Caribe, en Asia y en África. Bismarck lo tuvo clarísimo: «con la clase dirigente que tiene España, lo alucinante es que siga existiendo». Y tome nota del cafre que lo dijo.

        Cada uno puede creerse lo que quiera, que Julio César era un gran Demócrata amigo del Pueblo, que hubo unos reyes llamados visigodos que reinaron ya en una cosa que se llamaba España (cachis que el castellano ni siquiera existía y aún le faltaba), o que Dios le dio a este país una unidad de destino en lo universal. No es casualidad que gente como los Monty Python en este país brillen por su ausencia, y no, no son rarezas en otras latitudes.

      • Mr. Turdy dice:

        Y por cierto, porque uno ya no sabe si vale la pena contestar.

        El Reino Unido (o Gran Bretaña, o Inglaterra como se le llamaba con bastante frecuencia en la época a palo seco) ocupaba la posición de estado dominante del Sistema-Mundo, heredada de los Países Bajos que entraron en declive hacia finales del siglo XVIII (y estos a su vez de Venecia, ¿sabe que hasta el Gran Maestre de la Orden Teutónica tenía su sede en Venecia? Seguro que no). Por tanto, el Reino Unido, como EEUU después, estaba en posición de imponer por la fuerza sus intereses a prácticamente todo el mundo, se hubiera necesitado una alianza realmente de pues-todo-el-mundo contra ellos, cosa que les dejaba las manos libres simplemente para buscar equilibrios y evitar que este continente de salvajes estuviese dedicado en cuerpo y alma a su deporte favorito (¿sabe usted que casi todos los monumentos, sobre todo los famosos, de Europa, son meras reconstrucciones porque los originales fueron destruidos una o varias veces en alguna guerra? No, esto no era corriente en otras latitudes, o al menos era menos frecuente).

        No es que España tuviera una incapacidad para participar en alianzas o buscarse socios. Claro que lo hacía, el problema es que España en sí misma era impresentable, no le servía de socio útil a nadie, no tenía un criterio fiable, no tenía en suma política de estado y no es algo muy distinto de lo que hace hoy el PP (o de lo que hizo el franquismo), cambiando políticas en sectores estratégicos de estado según los intereses que busque arropar y alimentar. Así es imposible, eres un estado de pandereta, una república bananera, y creas la mecánica odiosa que te hunde en la mierda.

        Se puede argumentar naturalmente que Bélgica o Suíza no eran así, que jugaron bien sus cartas, por supuesto Bélgica era un país muy industrializado (de hecho cuando se escindió de los Países Bajos era la parte más rica); pero vuelvo a insistir que es un problema de ideología de clase dirigente (en nuestro caso el nacionalismo español). No le será fácil comprobar que no tiene nada que ver con la tropa que cortó tradicionalmente el bacalao en Bélgica (todos católicos y todos con una fuerte herencia española, de hecho Charleroi se llama así por Carlos II).

        El nacionalismo español (de estado) es una burdez como el turco, no entiende nada, es paleto por definición y arrastra complejos de inferioridad asimilados en el núcleo ideológico, no entiende ni por el forro lo que es el jacobinismo (no es centralismo: es el principio de que entre el Estado y el Ciudadano NO HAY NADIE, compárelo con los grupos de presión en España, naturalmente la Iglesia), copia mal todo lo que le gusta, como el Conde Duque los palacetes franceses. Es algo, en palabras de Vázquez Montalbán, zafio, ágrafo y golpista, porque ése es el ADN de sus clases dirigentes (y sí, se parece mucho al de los países Latinos).

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