Brexit

Cinco posibles escenarios de las relaciones comerciales con la UE en caso de Brexit

1 Jun, 2016 - - @ariamsita

A medida que se acerca el 23 de junio, se aviva el debate alrededor de una posible salida de Reino Unido de la Unión Europea. Temas como la inmigración o la soberanía nacional se encuentran en el centro de la campaña y se mezclan con una de las preguntas clave: ¿Cuál sería el impacto económico de dejar la Unión para el país británico? Lo cierto es que es casi imposible dar respuesta a este interrogante sin saber primero qué tipo de relaciones comerciales espera el gobierno alcanzar con la UE en caso de victoria del leave. A día de hoy, aproximadamente la mitad de exportaciones británicas se dirigen hacia la UE, lo que hace crucial conocer qué tipo de encaje buscaría Reino Unido, ya que es algo que determinará en gran medida tanto el impacto económico como el grado de soberanía en caso de Brexit.  A lo largo de este artículo, analizaremos cinco posibles escenarios que podrían dar solución a la situación que plantearía una salida de la UE. Se trata, en todos los casos, de opciones ideales: es importante tener en cuenta que el resultado final dependería en gran medida de las negociaciones que se estableciesen entre ambos actores en caso de que Reino Unido pidiese la salida de la Unión. En este contexto, un nuevo acuerdo comercial requeriría ser aprobado por unanimidad por parte del resto de países miembros, algo que podría reducir el poder de negociación de Reino Unido frente a una UE que tendría interés en ser estricta en sus condiciones para evitar un posible riesgo de contagio.

Escenario 1: el modelo de Noruega. Una primera posibilidad en caso de victoria del leave sería que Reino Unido negociase un acuerdo similar al que la UE tiene con Noruega.  Noruega es parte del Espacio Económico Europeo (EEE), del que actualmente forman parte los 28 miembros de la Unión, Noruega, Islandia y Liechtenstein. Estos tres países forman parte también de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA). En este escenario, Reino Unido tendría acceso total al mercado único, incluyendo las cuatro libertades (mercancías, servicios, capitales y trabajadores) sin necesidad de participar en el resto de políticas comunitarias. Se quedaría fuera de la unión aduanera de la UE, algo que daría libertad al país para negociar acuerdos comerciales con terceros, aunque es dudoso que estos fuesen a ser más ventajosos que los negociados como parte de la UE. Además, esto supondría un coste añadido para las empresas británicas, que deberían asumir para sus exportaciones el coste de implementar las reglas de origen de la UE.  Al permitir la libre circulación de trabajadores, se quedarían también sin resolver las demandas de aquellos que abogan por una salida de la UE para reducir los flujos de inmigración. El mayor coste vendría sin embargo en términos de soberanía: actualmente, Noruega tiene la obligación de transponer gran parte de la legislación europea en vigor (aproximadamente dos de cada tres leyes),  pero no tiene derecho a voto sobre la misma, ni apenas influencia. A esto se sumaría una contribución sustancial al presupuesto europeo: se estima que la contribución de Noruega al mismo se sitúa alrededor de un 83% per cápita de la del Reino Unido.

Escenario 2: el modelo de  Suiza.  A día de hoy, Suiza mantiene más de cien acuerdos bilaterales con la UE en diferentes áreas, una configuración a priori atractiva para Reino Unido, ya que permitiría elegir en qué políticas estar involucrado y en cuáles no. Aun así, e igual que en el caso de Noruega, Suiza debe transponer la legislación correspondiente a las áreas donde tiene acuerdos con la Unión, pero no tiene derecho a voto sobre la misma. La contribución al presupuesto europeo, si bien menor que la de Noruega, sigue siendo sustancial: alrededor del 55% per cápita de la contribución actual del Reino Unido.

Suiza tiene un acceso parcial al mercado único, que incluye total libertad de comercio de mercancías, pero no de servicios: la ausencia de acuerdos en el ámbito de los servicios financieros es algo que tendría un impacto especialmente negativo para la City. Además, si tenemos en cuenta que Reino Unido tiene superávit con el resto de países de la UE en materia de servicios, un acuerdo potencial que permitiese libre circulación de mercancías pero no de servicios podría ser desfavorable para Reino Unido. Los acuerdos actuales incluyen también la libre circulación de personas, algo que se encuentra en entredicho tras la aprobación por parte de Suiza  en 2014 de cuotas a inmigrantes europeos. La reacción de la Unión Europea ha dejado claro que el acceso al mercado único, sin incluir el libre movimiento de trabajadores no es una posibilidad.  Es importante señalar que es dudoso que la UE acepte una configuración similar a la suiza para Reino Unido, dado que el objetivo actual de la Unión pasa por aproximar las relaciones con Suiza a un modelo similar al existente con Noruega (ver, por ejemplo, las conclusiones de enero de 2013 del Consejo).

Escenario 3: el modelo de Turquía. Un escenario similar al que existe actualmente entre Turquía y la UE supondría para Reino Unido renunciar al acceso total al mercado único, pero mantenerse dentro de la unión aduanera europea. Así, podría comerciar libremente con la UE en materia de mercancías sin la existencia de tarifas internas, y compartiría con la Unión las tarifas externas. Eso sí: tendría que aceptar las tarifas decididas por la UE sin influencia sobre las mismas. Esta configuración implicaría transponer aquella legislación europea relacionada con las áreas del acuerdo, así como gran parte de la política de competencia de la Unión. El mercado de servicios (a priori de gran importancia para Reino Unido) quedaría excluido de este escenario; así como el de trabajadores (algo que sí satisfaría a quienes quieren limitar la inmigración). Por último, Reino Unido podría quedar en desventaja en lo que se refiere a los acuerdos de libre comercio (FTAs) de la UE con terceros países. El acuerdo actual entre Turquía y la UE implica que los países con los que la UE tiene un FTA tienen acceso automático al mercado turco, pero que Turquía no tiene acceso a los merados de estos países (este sería el aso, por ejemplo, en caso de aprobarse el TTIP).

Escenario 4: un nuevo acuerdo de libre comercio. Para algunos, la opción más probable en caso de Brexit pasa por la negociación de un  FTA entre Reino Unido y la UE. En caso de llevarse a cabo, este sería probablemente más extenso y afectaría a más áreas que la mayoría de acuerdos que la Unión tiene actualmente con terceros países. Un FTA reduciría (sin eliminar) las tarifas externas entre la UE y Reino Unido en materia de mercancías. Es poco probable, una vez más, que dicha configuración pudiese extenderse al mercado de servicios  sin que la UE exigiese a cambio elementos como libre circulación de trabajadores, o la contribución de Reino Unido a los presupuestos comunitarios. Este tipo de acuerdo requeriría de unanimidad por parte del resto de países de la UE, algo que hace poco probable un escenario “ideal” para los defensores del leave, en el que Reino Unido pudiese elegir libremente en qué áreas participar.

Escenario 5: comerciar dentro del marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Como último escenario, existe la posibilidad de que Reino Unido no llegase a ningún tipo de acuerdo específico con la UE, limitándose a comerciar dentro del marco de las reglas de la OMC. Las empresas británicas se verían entonces sujetas a la tarifa común exterior de la UE, lo que las situaría en una situación de desventaja con respecto a aquellos países con quienes la Unión tiene acuerdos comerciales. Por su parte, Reino Unido ya no estaría sujeto a las tarifas exteriores de la UE, y tendría que negociar nuevos acuerdos con terceros. Sin embargo, y como apuntábamos más arriba, es dudoso que su posición de negociación como país aislado le permitiese alcanzar acuerdos más satisfactorios que aquellos de los que forma parte como miembro de la Unión. Una vez más, los servicios financieros no estarían incluidos en este marco, que solo se aplicaría a las mercancías.

Este escenario supondría con respeto a la UE, al no quedar sujeto en algún modo a la legislación europea. Pero también se correría el riesgo de dejar al país aislado y de complicar sus relaciones con su mayor socio comercial. Si tenemos en cuenta que aproximadamente la mitad de operaciones comerciales de Reino Unido se realizan con países de la UE, es difícil ver cómo esta configuración podría resultar beneficiosa. Además, con la introducción de aduanas, las empresas británicas se verían sujetas a un aumento de costes de exportación, además de los ya mencionados en el escenario Noruego por la aplicación de las reglas de origen. Tanto en este escenario como en el anterior, la circulación de personas entre Reino Unido y la Unión debería regularse a través de un acuerdo separado en materia de visados.

 El análisis de los posibles escenarios en caso de Brexit nos muestra que ninguna de las configuraciones presentadas favorece por completo a Reino Unido: existe un trade off claro entre asegurar los beneficios económicos (a través del acceso al mercado único) y maximizar la soberanía nacional (mayor cuanta menos dependencia económica de la UE). En este contexto, aquellos que voten por el leave podrían estar optando por escenarios opuestos en términos tanto de relaciones comerciales como de soberanía. El primer escenario, en el que Reino Unido mantendría el acceso al mercado único pero seguiría contribuyendo al presupuesto comunitario y renunciaría a su influencia y derecho de voto; tiene poco que ver con el último, en que la soberanía sería total pero el acceso al mercado único muy limitado. Mientras los actores políticos sigan sin aclarar cuál es la configuración a la que aspiran, el escenario potencial en caso de que el referéndum se decida a favor del Brexit seguirá marcado por un elemento: la incertidumbre.


6 comentarios

  1. Mr. Turdy dice:

    La 4, sin ninguna duda. Aunque aquí la complejidad viene por otro lado, y no va a ser tan sencillo.

    No se plantea un Brexit como una pataleta sin que existan grupos bien organizados que tengan perfectamente planificado qué tipo de historia van a pergeñar. En realidad el error del artículo es plantear toda la historia desde la mentalidad de la UE, cuando la historia se va a plantear desde la mentalidad británica. La del Brexit, claro. Suponiendo que salga el no y se acepte, que sigue siendo mucho suponer. Ya se verá.

    La primera consecuencia, automática, de un Brexit es la solicitud de un nuevo referéndum de secesión por parte de Escocia, donde nadie duda que el Bremain ganará de calle, salvo sorpresas mayúsculas. Y en estas circunstancias la escisión está cantada, porque además ahora conviene a todo el mundo -menos a la UE.

    Por tanto, la negociación se llevaría en los siguientes términos: partes del RU se quedan como tales, y partes se van. Si ya parece poca complicación, hay que tener en cuenta que la independencia del RU se va a plantear desde el mismo modelo Commonwealth que han planteado todas (la de Canadá, Australia, Sudáfrica, etc.), una desconexión controlada por etapas. Escocia no tendrá moneda ni siquiera banco central (seguirá siendo el Banco de Inglaterra), y no creo que haga falta explicar mucho que por esta puerta de atrás Inglaterra va a negociar a lo grande.

    Tendremos por tanto un acuerdo Commonwealth-bilateral entre Inglaterra y Escocia que será la supercoladera máxima, acuerdos biltaterales Inglaterra-UE próximos al modelo suízo pero sin soltar un duro: si no voto, no pago. El comercio se supone que beneficia a ambos. Esto por supuesto traerá una cascada de reacciones en Noruega y en Suíza.

    Gibraltar también optará por quedarse en la UE, otra coladera para empresas de servicios inglesas. Será el primer paso hacia la independencia.

    Todo un mundo de posibilidades, que como nadie ha ventilado durante la campaña está bien claro que están ahí, plegadas en el hangar esperando para salir.

    Aquí el que no corre vuela. Por cierto, Cameron va en el paquete, incluyendo pagar la factura de Escocia, el que es tonto es tonto y tampoco es justo echarle la culpa.

    Si esto va a ser una fiesta. De cagarse.

  2. EB dice:

    Ariane,

    Gracias por su post. Me permito centrarme en el trade-off que usted menciona en su párrafo final y que le sirvió como referencia para analizar cada escenario. Sí, una forma de simplificar el análisis del referéndum es plantearlo como un trade-off entre bienestar económico y soberanía nacional. Lo primero que uno debe hacer —antes de definir y analizar escenarios de futuros posibles— es precisar por qué habría tal trade-off, es decir, por qué uno puede suponer que mayor bienestar económico impone un costo en términos de menor soberanía nacional (y viceversa, un mayor grado de soberanía nacional impone un costo en términos de menor bienestar económico). No tenemos ni teoría seria ni evidencia histórica sobre la existencia de ese supuesto trade-off. Y no tenemos teoría y evidencia porque hay un problema grave de definir qué entendemos por cada uno de los dos términos en conflicto, algo debido a que cada término incluye un número indeterminado de dimensiones relevantes. Como economista uno sabe que para hablar de trade-off entre A y B ambos términos deben estar bien definidos, algo que suponemos fácil en teoría pero que en nuestras experiencias personales sabemos que a veces es difícil, y en algunos casos imposible. Sí, mediciones del bienestar económico incluyendo varias dimensiones se han planteado y discutido largamente, pero eso no implica que haya un indicador aceptado. Peor, quizás sea mi ignorancia, pero no conozco intentos de medición de la soberanía nacional, concepto que podría limitarse a las restricciones externas al poder coactivo del gobierno nacional —esto es, mayores restricciones externas implican menor soberanía nacional. Si por magia pudiéramos reducir ese idea a una única dimensión (como se supone para derivar “the median voter theorem”, ver Wikipedia en inglés), podríamos decir que en el extremo de máxima soberanía nacional, las decisiones del gobierno nacional que afectan directamente sólo a los nacionales no están sujetas a restricciones externas, y que a medida que el gobierno nacional acuerda con otros gobiernos normas que sí afectan directamente a los nacionales, el grado de soberanía disminuye y en el extremo opuesto llevaría a la cesión total de soberanía a algún gobierno supranacional. ¿Puede alguien argumentar que moviéndose de un extremo a otro —cualquiera sea el punto de partida— necesariamente produce un cambio en el bienestar económico? Mi respuesta es un no rotundo porque deberíamos hacer tal cantidad de supuestos para obtener una respuesta clara que el resultado sería de interés nulo para entender cualquier experiencia (sea la independencia de Cataluña o la salida de la UE).

  3. […] que también giraría alrededor del difícil equilibrio entre soberanía, control de fronteras y acceso al mercado europeo,que supone la UE para el Reino Unido. De hecho, el referéndum ha aumentado el nivel de […]

  4. […] que también giraría alrededor del difícil equilibrio entre soberanía, control de fronteras y acceso al mercado europeo,que supone la UE para el Reino Unido. De hecho, el referéndum ha aumentado el nivel de […]

  5. […] are still mulling the issue. In Politikon analyzed five possible scenarios for trade with the EU in the event of Brexit […]

  6. […] sabe qué status conseguiría el RU frente a la UE. los pro-Brexit abogan por el de Noruega por la libertad de mercado, pero olvidan que precisamente […]

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