En las últimas semanas se ha desatado una polémica sobre la evaluación del rendimiento académico de las escuelas en España. La manera en que se está planteando este debate resulta un tanto extraña desde un punto de vista técnico. Se escuchan principalmente dos ideas que se presentan como posiciones alternativas y contrapuestas: por una parte, la idea de evaluar escuelas con un examen estandarizado para todo el país, y por otra parte, la idea de publicar rankings de escuelas en función de los resultados en estos exámenes estandarizados. La realidad es que en la decisión de evaluar escuelas existe un abanico muy amplio de posibilidades de cómo evaluar y como presentar la información, donde estas dos ideas resultan ser las más polarizadas y conflictivas.
Existen muchas formas de ofrecer transparencia al sistema con los datos académicos extraídos de estos exámenes estandarizados. Por ejemplo, en los Estados Unidos se realizan exámenes estandarizados y evaluaciones de escuelas desde el año 2000 cuando se aprobó la No Child Left Behind Act, y sin embargo no se publican rankings. Hay formatos, informes, maneras de presentar los datos que contribuyen a formar e informar a la ciudadanía sin necesidad de crear el conflicto que genera un ranking de ganadores y perdedores. Los sindicatos de profesores en EEUU defienden la evaluación de escuelas pero se oponen a la publicación de rankings. En una línea similar, los gobiernos regionales prefieren centrarse en la elaboración de análisis que sean útiles para los colegios y los ciudadanos, alineados con el fin último de mejorar el sistema de enseñanza pública.
Como comentaba hace poco, evaluar las escuelas es un pilar básico en el gran proyecto de ofrecer una educación pública de calidad que permita a todos los niños de España ser ciudadanos informados, preparados y libres para tomar las riendas de su destino. No querer saber qué sucede en las escuelas es no querer abrir los ojos a la realidad que vamos a encontrar. Sin datos sobre nuestras escuelas estamos encallados en el debate político basado en la retórica y la desinformación. La transparencia de la información da poder a los actores, y agiliza los sistemas de manera orgánica. Pero transparencia no significa necesariamente elaborar rankings.
En el mundo de la evaluación de escuelas en España falta todavía desarrollar un lenguaje que permita avanzar de manera rigurosa y técnica; también en el debate político-social que se genera alrededor del mismo. Por ejemplo, a menudo se utiliza el término “evaluación” tanto un examen como para la asignación y presentación de una calificación. Pero un sistema de evaluación tiene varias partes, cada una con un rol diferente: i. evaluación o examinación de los estudiantes (el término anglosajón es assessment), ii. presentación de los resultados (reporting), iii. sistema de calificación o rendición de cuentas (accountability framework), y iv. sistema de intervención o consecuencias (intervention framework).
A continuación se presentan algunas pautas sobre qué engloba cada término dentro de la política de evaluación de escuelas (muchos de ellos son términos sin traducción directa al castellano, y conforme avanzamos en este tema habrá que encontrar mejores opciones):
Evaluación y presentación de información (Assessment and reporting): Son los dos pilares fundamentales de este proceso. El reporting es una pieza tan importante en este proceso como la evaluación del rendimiento académico en sí mismo, o assessment. Reporting hace referencia a la presentación de datos derivados de la evaluación. Suelen ser representaciones en tablas o visuales sobre el rendimiento académico de las escuelas o los estudiantes. Existen muchas maneras de presentar los resultados que, pudiendo ser todas válidas y fiables, se centran en diferentes aspectos o ángulos de la realidad. Estas son tres de las más habituales.
Chicago ofrece mapas que permiten a los padres y alumnos entender las opciones disponibles por zonas geográficas de la ciudad, con detalles del rendimiento académico comparado entre los colegios de la zona.
Sistemas de rendición de cuentas (accountability and intervention frameworks): Cada estado o gobierno regional elabora sus propios sistemas de evaluación y rendición de cuentas. Este pilar engloba las reglas de evaluación de estudiantes y escuelas, selección de indicadores y fórmulas, definición de estándares y puntos de corte (cutoff points). Estos sistemas de reglas se denominan también sistemas de rendimiento (performance frameworks), y suelen englobar indicadores no solo académicos sino también de gestión y financieros. Como ejemplo, cuando trabajé en el Gobierno de New Jersey creamos un sistema de evaluación para los escuelas charter, junto con la Asociación Nacional de Charter Schools (NACSA).
Las consecuencias derivadas del sistema de rendición de cuentas normalmente se definen en el contexto de un sistema o política de intervención (intervention frameworks). Las políticas de intervención hacen referencia a la intervención del Gobierno con competencias educativas sobre las escuelas que no superan los mínimos establecidos, tomando control de la escuela y limitando su autonomía. Esto no aplica en España por ahora, porque presume el paso previo de que el Gobierno haya concedido cierto grado de autonomía a las escuelas (elección de profesorado, uso del presupuesto, definición del calendario escolar y del programa curricular, etcétera). En España, a día de hoy, esto sólo se da en los colegios concertados. Además, antes de definir un sistema de acción o intervención, es recomendable una fase meramente informativa. Consiste en varios años de presentación de datos académicos, durante los cuales no existen consecuencias mas allá de las derivadas orgánicamente por la progresiva concienciación de las escuelas y ciudadanos sobre las grandes diferencias en los rendimientos académicos en el sistema educativo.
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Es decir, todo sistema de evaluación engloba numerosas piezas. Por ello es aconsejable abordar el tema de la evaluación de escuelas con rigurosidad y claridad sobre el objetivo final de mejorar la calidad de la enseñanza pública para todos. El ejemplo de EEUU muestra además que la cooperación entre actores es fundamental. En el caso de España, sería conveniente que las comunidades autónomas colaboraran en la elaboración de sistemas de evaluación de escuelas con universidades y otros grupos profesionales de investigación social que puedan proveer soporte analítico y la rigurosidad que se requiere.
Hola buenos días,
vaya por delante que es un artículo excelente. un +10 y al que solo le puedo añadir un pero, y que la considero solo una apreciación, y no una crítica.
«Como comentaba hace poco, evaluar las escuelas es un pilar básico en el gran proyecto de ofrecer una educación pública de calidad que permita a todos los niños de España ser ciudadanos informados, preparados y libres para tomar las riendas de su destino.»
de esta frase (que no es exáctamente lo mismo que escribe Marta Pascual) entiendo que el autor considera que los fines (_todos_ los niños sean ciudadanos informados, preparados y libres) se debe alcanzar a través de un único medio (educación pública, que también entiendo se refiere a estatal).
Y es aquí donde discrepo, pero con ánimo construtivo. No termino de entender por qué esos objetivos solo pueden alcanzarse 1. con educación pública (si es que se refiere a exclusivamente estatal), y 2. que esta educación pública estatal deba alcanzar a todos los niños.
La evidencia empírica muestra en casi todos los informes que los resultados en «concertada» (mixta) y 100% privada, incluso corrigiendo por nivel socio-económico, es superior a la pública. Es decir, los datos empíricos muestran que los objetivos no tienen por qué ejecutarse con un único medio
Un cordial saludo.
Hola Kahuna.
Cuando hablas de concertada/privada vs pública, ¿A qué evidencia te refieres? ¿Puedes pasarme los links?
Saludos,
Lucas
Hola buenas tardes,
concretamente PISA oor ejemplo.
Un saludo
¿A qué estudios te refieres? Yo en todos los que he visto el factor socioeconómico explica toda la diferencia en resultados.
Saludos.
Yo sigo sin ver por qué los rankings son negativos. El problema es quién los interpreta. Si luego se desglosan los indicadores que lo componen pues tienes más información de qué escuelas van mejor que otras. Obviamente eso podría crear división dentro de la organización corporativa que son los sindicatos de profesores. Igual debería ser con la medicina si no es ya así en España (no lo sé). El sistema público está para evaluarlo, pero por organismos públicos, ya que en este país (y quizás en todos: en los rankings privados de deuda y de calificación crediticia de empresas ya sabemos lo que aciertan moody’s, Fitch y JPMorgan) el mundo privado se presta a pagar mordidas para mentir y manipularlo todo a su favor.
Gracias Marta por su interesante post. Espero que en futuros posts pueda extender su análisis de los métodos de evaluación de escuelas en EEUU a otras preguntas, en particular sobre cómo la transformación en curso del sistema escolar estaría condicionando esos métodos de evaluación y sobre cómo los resultados de la aplicación de esos métodos habrían sido verificados (por lo menos no rechazados) por otra evidencia.
Me permito cuestionar su punto de partida. Dice usted «Como comentaba hace poco, evaluar las escuelas es un pilar básico en el gran proyecto de ofrecer una educación pública de calidad que permita a todos los niños de España ser ciudadanos informados, preparados y libres para tomar las riendas de su destino.» Mi impresión es que en España y en todas las democracias constitucionales, la intervención estatal en la educación escolar (sea a través de escuelas públicas o de escuelas gestionadas por organizaciones privadas pero sujetas a regulación y supervisión estatal) no tiene como objetivo a «todos» los niños y en ningún caso a que los niños sean «ciudadanos informados, preparados y libres para tomar las riendas de su destino». Respecto a «todos» uno podría argumentar que «nunca» los niños de una elite vagamente definida han estado incluidos en el proyecto, pero más importante yo diría que muchos niños «difíciles» tampoco son incluidos y no porque sean efectivamente difíciles sino porque pertenecen a sectores sociales que poco o nada participan en política. Respecto al tipo de ciudadanos que se querría formar, si bien su enunciado podría argumentarse que representó la aspiración de Domingo Faustino Sarmiento en la Argentina del siglo 19 y seguramente de algunos otros políticos-educadores, el objetivo más común habría sido el adoctrinamiento en la necesidad de auto-controlarse para facilitar la obediencia a la autoridad estatal (por supuesto, si acepto esa idea, me alegro del fracaso de la educación escolar pública). En otras palabras, antes de plantearme la evaluación de la educación escolar pública en una democracia constitucional, deberíamos aclarar qué logros determinan progreso y graduación del sistema escolar público y privado (reconociendo su complementariedad con la educación o crianza familiar).