Educación

El hechizo de la libertad de elección de centro

5 Abr, 2016 - - @jesusrogero

He llamado a las cosas

 por su nombre, aunque el nombre

rompa el hechizo.

José Hierro

Cuando los sociólogos explicamos la estratificación social – el proceso por el cual la sociedad queda dividida en grupos de acuerdo con su riqueza, poder y privilegios – solemos acudir, por su claridad, al sistema de castas. Las castas son estratos sociales hereditarios e inmóviles, de los que no se puede escapar por mucho esfuerzo y motivación que se tenga; en este sistema, las personas están predestinadas a ocupar el espacio social que correspondió a sus padres.

Mis estudiantes suelen indignarse cuando analizan este tipo de sociedades, que limita fuertemente las opciones vitales de grandes capas de población. En la España actual, afortunadamente, no existen las castas, pero sí las clases sociales, que son los estratos característicos del capitalismo. La sociedad española, consciente de que pertenecer a clases bajas condiciona las oportunidades vitales, se dota, entre otros mecanismos, de un sistema educativo al que la ley vigente (Ley Orgánica 8/2013 para la mejora de la calidad educativa) atribuye la función de “garantizar la igualdad de oportunidades” y actuar “como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales”. Pero una cosa es el discurso que se encuentra en el preámbulo de las leyes y otra el conjunto de medidas concretas y sus efectos reales. ¿Está siendo el sistema educativo eficaz en la compensación de las desigualdades?

Parece que no demasiado. España se sitúa algo por debajo de la media de la OCDE en el índice de inclusión social (grado con el que los diferentes colegios acogen estudiantes de diferentes perfiles socioeconómicos), pero contiene grandes diferencias regionales. Por un lado, comunidades como La Rioja o Cantabria están por encima de los 85 puntos, solo por detrás de algunos países nórdicos, mientras que la Comunidad de Madrid es la segunda región de toda Europa con el índice de inclusión social más bajo: 68,8. La alta segregación social del alumnado tiene dos efectos negativos: Por un lado, reduce los vínculos entre personas de diferentes culturas y clases sociales, lo que limita la convivencia intercultural e interclasista, y el respeto a las diferencias. Por otro lado, perjudica a los alumnos más desfavorecidos, al encuadrarles en centros en los que la composición del alumnado dificulta el aprendizaje. Al respecto, una de las consecuencias de la segregación es el aumento de centros gueto, en los que los elevados porcentajes de alumnado con dificultades suelen combinarse con una alta rotación laboral. La segregación escolar, por tanto, deteriora la cohesión social, la equidad y la igualdad de oportunidades, y no mejora la calidad educativa (más bien al contrario).

¿Cómo acaban los alumnos con un origen social similar en los mismos colegios? Todo apunta a que, especialmente en algunas regiones, la propia configuración del sistema educativo potencia la segregación, de diferentes maneras. Una es estableciendo barreras para acceder a los centros. En el plano económico, la matriculación en centros públicos y concertados implica costes muy diferentes, a pesar de que la ley establece que ambos deben ser gratuitos. Con datos de 2012, la familia de un estudiante de centro público gasta en su educación 822€ anuales, mientras que uno de la concertada gasta 1.549€. El que muchos colegios concertados muestren el coste de acceso sin ningún reparo refleja la inacción de los poderes públicos al respecto. Buena parte de la oferta educativa pública esconde, de este modo, un mercado de centros que selecciona los alumnos según sus recursos económicos.

También existen barreras culturales y lingüísticas. El 75% de los alumnos de la concertada acude a centros católicos, en los que suele haber actividades confesionales obligatorias (rezos durante las clases, ausencia de alternativa a la asignatura de Religión Católica, etc.). Es lógico que las familias que no son católicas – el 26% del total – busquen otras opciones dentro de la oferta de centros sostenidos con fondos públicos. El resultado de estas y otras barreras es que la composición social del alumnado de centros públicos y concertados es muy diferente.

Estos obstáculos se permiten porque, por encima de la igualdad de oportunidades y la cohesión social, se ha superpuesto el derecho de los padres a elegir centro educativo y, en particular, a elegir un centro concertado. Un derecho, como hemos visto, reservado solo a familias que pueden permitírselo. Lejos de reivindicar una mayor diversidad de proyectos educativos o sensibilidades religiosas, quienes defienden la libertad de elección de centro suelen demandar, en la práctica, más centros concertados, generalmente católicos. Conviene recordar en este punto que la educación concertada escolariza ya al 29% del alumnado desde los 3 años hasta la ESO (el 67% la pública y el 4% la privada).

Un aspecto crucial es, por tanto, dilucidar qué características deben tener los centros y cuál debe ser el margen de elección de las familias. Imaginemos que, a pesar de las dudas, decidimos que los padres deben poder elegir si desean un centro público o concertado. Veamos en qué medida difieren estos dos tipos de centro. La mayoría de investigaciones no encuentra diferencias significativas en los resultados académicos, una vez considerado el origen social de los estudiantes. Los centros públicos y concertados tampoco difieren en el nivel de exigencia, si se atiende al tiempo que dedican a deberes unos y otros estudiantes. Otros indicadores, como el nivel de acoso escolar o el uso de Tecnologías de la Información no muestran variaciones apreciables.

A pesar de estas semejanzas, cuando a los padres se les pregunta qué tipo de centro escogerían para sus hijos si pudieran elegir, el 95% se decanta por alguno concreto: el 54% por un centro público, el 23% por uno privado y el 18% por uno concertado. Esto significa que los padres les atribuyen características diferentes (gráfico 1). En particular, la educación pública está más asociada con el reconocimiento del mérito, mientras que se suele entender que la privada alcanza mayores niveles de exigencia y empleabilidad. El contraste de estas ideas con las investigaciones mencionadas indica que, en muchos casos, los padres construyen estereotipos que no se corresponden con la realidad. La elección de centro, por tanto, parece ejercerse en un contexto de escasa información y cierto desconocimiento de la realidad educativa.

 

Gráfico 1. Con qué tipo de enseñanza relaciona las siguientes frases

graf1

Nota: Se seleccionaron solo padres y madres con hijos que cursan estudios hasta la universidad.

Fuente: Estudio CIS 2935 (2012). N=837.

 

Un buen sistema de elección debe ofrecer la posibilidad a las familias de acudir al centro deseado (no conviene confundir el centro deseado con el centro que se elige en primera opción, puesto que, como se explica aquí, en muchos casos no coincide). Por ello, es interesante indagar si los padres están satisfechos con el tipo de centro al que asisten. Los datos indican que el 36% de los padres elegiría, si pudiera, un tipo de centro diferente al que ya asiste su hijo. Nótese que no hablamos de elegir otro centro en particular (religioso o laico, en función del proyecto pedagógico, etc.), sino según sea público, privado o concertado. El porcentaje que elegiría otro tipo de centro asciende al 43% entre quienes tienen una situación económica mala o muy mala, casi el doble de entre quienes tienen una situación económica buena o muy buena (22%).

Alguien podría pensar que hay tantos padres “insatisfechos” porque no hay suficiente oferta concertada para cubrir la demanda. No parece el caso: el 37% de quienes llevan a sus hijos a centros concertados elegiría otro tipo de centro, porcentaje que se reduce al 30% entre quienes los llevan a centros públicos (gráfico 2). Además, una parte nada desdeñable de quienes acuden a centros concertados preferiría uno público. Por tanto, la demanda (teórica, eso sí) de educación concertada es menor que la demanda de educación pública. La cuestión, sobre la que solo podemos formular hipótesis, es por qué estos padres elegirían otro tipo de centro.

 

Gráfico 2. Tipo de centro que elegiría, según tipo de centro al que asisten sus hijos

graf2

Nota: La pregunta concreta fue: “Suponiendo que Ud. pudiera elegir, ¿a qué tipo de centro educativo llevaría a sus hijos/as parar recibir Educación Primaria (en colegios) / Secundaria (en colegios o institutos)? Público, concertado, privado, cualquiera, no sabe, no contesta”. Se seleccionaron únicamente padres y madres con hijos en primaria o secundaria.

Fuente: Estudio CIS 2935. N públicos = 311; concertados = 82.

 

Las barreras de acceso a los centros (también presentes en la red pública, asunto que merece otro post) están actuando como un mecanismo de cierre social para que las clases con más recursos preserven las oportunidades de sus descendientes por encima de las del resto, bajo el auspicio de las administraciones públicas. Si el objetivo es mejorar la elegibilidad de todos los centros, el camino no es incrementar la educación concertada, sino garantizar a todas las familias las mismas condiciones de acceso a cualquier centro. La libertad de elegir, o es para todos, o no es. Podemos discutir si conviene o no mantener un sistema educativo segregador y reproductor de las desigualdades, pero que el hechizo de la libertad de elección de centro no impida que llamemos a las cosas por su nombre.


28 comentarios

  1. EB dice:

    Todos sabemos que nadie –mucho menos los políticos y sus cómplices intelectuales hipócritas– puede garantizar a todas las familias condiciones de acceso a cualquier centro como tampoco puede garantizar a todas las personas algo. Usar esta incapacidad para luego decir «La libertad de elegir, o es para todos, o no es» causa risa porque es la excusa típica del izquierdista totalitario que sólo quiere controlar a los demás.

    • Nuño Pereira dice:

      Creo que la capacidad de elección de los padres es un síntoma del verdadero problema de los centros concertados, que es que son un híbrido que no cumple con las funciones de educación pública que deberían tener.
      Los concertados suelen imponer clases optativas a las que difícilmente se puede renunciar. En la práctica este coste supone una barrera de entrada para los padres con menos recursos (no pueden pagar esas clases optativas). Lo que debería ser un centro privado subcontratado por el estado para ser ofrecido en la red de educación pública, en la práctica es un centro privado subvencionado.

      Debido a esta disfunción, se distorsionan las opciones de elección de los padres con menos ingresos dentro del sistema público. Por este motivo, estos centros concertados o bien deberían desaparecer o bien debería regularse las prácticas poco claras que hacen para incluir «extras» de pago y que todos los padres (incluidos los de menos ingresos) puedan realmente elegir entre los centros de la red pública.
      Otra cosa es el número de plazas en cada colegio que limita el acceso a los centros (no todos los niños pueden ir al mismo colegio), pero el hecho de tener ingresos para pagar unas clases «extra» no debería ser el criterio de selección dentro de la educación pública.

      • EB dice:

        Eso no es lo que dice el autor del post, pero si fuera la solución es simple. Que el Estado reparta bonos a todos los padres por igual para que envíen los hijos al colegio de su preferencia y que haya verdadera libertad de enseñanza, esto es, con libre entrada a la industria y colegios que enseñen lo que quieran asumiendo el riesgo de no tener alumnos para financiarse como cualquier empresa. Los padres que les guste gastar más en educación lo pagarían de sus bolsillos, pero me queda claro que eso al autor y quizás a usted les molesta porque no quieren padres que hagan esfuerzos mayores en educar a sus hijos. Si hoy las escuelas públicas en España o en la China tienen el mismo problema que la Universidad de California es primero porque saben bien que hay padres que gastarán más que otros y segundo porque los políticos y funcionarios corruptos también lo saben y asignan pocos fondos a las escuelas públicas para que luego se las arreglen sacando planta a los padres que quieren y pueden pagar más. El problema es la hipocresía de quienes quieren ignorar esa realidad –la gran diferencia entre humanos que se manifiesta en todo lo que hacemos y que ningún socialista podrá corregir salvo que hagan como el genocida Fidel– y entonces fingen preocupación por la igualdad prohibiendo que haya escuelas diferentes.

  2. gerion dice:

    «Suponiendo que Ud. pudiera elegir», para cada uno significará cosas distintas. Para mí, poder elegir significa que hay VARIOS centros que cumplen con MIS requisitos de distancia, coste económico y calidad del entorno, o una combinación aceptable – para mí – de los tres factores.
    Creo altamente probable que ese «poder elegir» suena diferente según quién pregunte, a quién y en qué tono se le pregunte, y por tanto la respuesta es condicionada. Cuando un gorrilla «no oficial» acude a saludarte cuando sales de tu coche recién aparcado, ¿puedes elegir si le gratificas?.
    Por lo que se ve en esa gráfica, las preferencias por llevar al crío a un privado son las mismas en el caso de alumnos públicos y alumnos concertados. Pero no hay una columna para centros privados, en los que aventuro que las preferencias por públicos y concertados serían nulas.
    Y encima, parece ignorarse que en los públicos hay mucho fanático de «lo público», como pasa con los charnegos independentistas en alguna comunidad autónoma. Gente que se imbuye de su síndrome de Estocolmo porque no puede escapar a sus circunstancias.

    • Joshua dice:

      Me resulta gracioso que una persona que dice tres veces «mí» (párrafo 1) hable de los «fanáticos de lo público» y compare a un gorrilla de aparcamiento con los funcionarios que tratan de asignar los alumnos a los centros.
      Desde luego, cada uno ve las cosas desde «su» perspectiva. La igualdad de oportunidades no tiene sentido alguno para los fanáticos del yo mi me conmigo. Por tanto, y en eso eres consistente, la libertad de elección sin que alguien o algo (no necesariamente con cuernos y rabo) trate de garantizar la igualdad de oportunidades, no existe. En resumen, lo público no debería existir, ni concertado ni sin concertar. Pero eso ya lo probamos en la historia y no funcionaba muy bien ¿no?

      • gerion dice:

        La repetición del «mi» pretendía enfatizar la retórica – igual que las mayúsculas -; parece que lo he hecho bien, dado que lo has captado, incluso distinguiendo el párrafo en el que utilizo esa figura. Y además lo aclaras en la primera frase de tu segundo párrafo, expresándolo incluso mejor de lo que yo lo hice.
        En efecto, la expresión «fanáticos de lo público» pretendía provocar cierta reacción en el lector, incluso la gracia; aquí también lo he hecho bien. Se habría entendido mejor si lo hubiera contrapuesto a «usuarios de lo público», tal vez.
        Lo de comparar al gorrilla con un funcionario me ha cogido a contrapié, pero igual puede interpretarse como lo has hecho; la idea era ilustrar con un ejemplo la opinión de que la libertad siempre está condicionada. Creo que no he sabido expresarlo.
        Discrepo en la segunda frase de tu segundo párrafo: los fanáticos de nosotros mismos pregonaremos a gritos la igualdad de oportunidades… para otros. Sabemos que si la idea cala, habrá un montón de ingenuos que se lo creerán, mientras nosotros nos aprovechamos. Por desgracia, todavía no he encontrado la manera de sacar partido de esto, porque no tengo conocidos bien situados que me abran puertas traseras o me introduzcan en su círculo de influencia.
        Me sorprende que me juzgues (repito el «me» porque no juzgas mi opinión, sino a mí mismo. Esta vez no es retórica) consistente acerca de la necesidad de algo que garantice la igualdad de oportunidades para que exista la libertad de elección, porque no creo eso, lo cual me convierte (repito, a «mi mismo», no a «mi opinión») en inconsistente según parece. Mi experiencia me dice (la mía, no la de otros que pudiera ser diferente) que la elección, condicionada o no, no necesita igualdad de oportunidades, y valga un ejemplo: Bárcenas o Griñán – pero puede ser cualquiera similar de cualquier otro partido – pueden elegir igual de libremente que un ciudadano normal, a pesar de que las oportunidades de las que disfrutaron ellos dos fueron enormemente superiores en beneficio potencial a las de una persona corriente.
        No comparto tampoco lo de que lo público no debería existir: si quieres mantener la paz social, y construir un Estado, necesitas dar cobertura a las necesidades de los más desfavorecidos, o los desórdenes pueden desestabilizar el gobierno. Como bien apuntas, la existencia de servicios públicos no ha sido ni constante ni universal a lo largo de la historia de la humanidad, pero pareces ignorar que los servicios públicos bien empleados – como la religión estatal, el circo romano o las fuerzas de orden público – han demostrado ser el mejor medio para controlar a las masas.
        Lamento haberme extendido tanto, pero los asuntos gramaticales es lo que tienen.

        • Joshua dice:

          Bien contestado y aclarado. Queda clara tu posición.
          Solo matizar que de los tres ejemplos de servicios públicos que apuntas, y que son toda una declaración de intenciones, echo en falta el fútbol televisado; aunque también es cierto que es una mera evolución tecnológica del circo romano.
          En fin, los bárbaros están a las puertas… otra vez.

  3. @mendeleiev dice:

    » Imaginemos que, a pesar de las dudas, decidimos que los padres deben poder elegir si desean un centro público o concertado.»
    Sr. Rogero, quién debería entonces elegir el centro educativo de los niños? Un comité? Usted?
    No sé si usted tiene hijos, pero me gustaría saber si me dejaría -por ejemplo- a mí decidir a que centro educativo deberían ir.

    • Jesús Rogero dice:

      Gracias por su comentario.
      Efectivamente, quien elige el centro educativo es la administración, aunque se compromete a tener en cuenta las preferencias de los padres. Lo primero que condiciona la elección es la oferta de centros (concertados/públicos, laicos/religiosos, bilingües/no bilingües, etc.). Por mucho que uno quiera (o crea) elegir, lo hará en función de los centros accesibles (económica, geográfica y culturalmente). Por supuesto, no cuestiono que los padres deban elegir entre la oferta de centros existente, pero sí critico la oferta actual, que resulta injusta porque impide el acceso de muchas familias a buena parte de los centros.
      Un aspecto relevante al respecto es que, hasta 2013, las administraciones públicas garantizaban plazas suficientes en centros públicos. Desde la LOMCE se garantizan plazas en centros públicos o concertados. Esto quiere decir que no se garantiza que los padres puedan escoger uno u otro tipo de centro.
      En cualquier caso, no pongo en cuestión en modo alguno las decisiones individuales de las familias en este asunto, que creo son legítimas y respetables sean cuales sean. Faltaría más.
      Un saludo

    • Pescador dice:

      Imagínate ahora que TODOS los padres pudieran elegir realmente- acabando con los costes ocultos y haciendo cumplir la obligatoriedad de aceptar a un % de alumnos «problemáticos»- , y que la confesionalidad estuviera limitada al ejemplo de los maestros y a la asistencia voluntaria a los cultos…sin el efecto filtro, la cosa no estaría tan clara…

      • @mendeleiev dice:

        Imagínese que yo ahorro para que mis hijo vaya a un colegio con menos número de alumnos, mejor profesorado o mejores instalaciones.
        Imagínese que un inmigrante ahorra para lo mismo y su hijo también va a ese colegio.
        Ambos aceptamos los costes extra por una mejor educación. Y si eso cambia al haber alumnos «problemáticos», seguramente ambos niños cambiarían de colegio.

  4. Alejandro Abadón dice:

    Enhorabuena por el artículo. Pone en evidencia con datos y análisis algo que es bastante evidente.

  5. Shine dice:

    A ver si lo raro va a ser la existencia de centros concertados…

  6. Es cierto lo que planteas, pero quizás el principal hechizo de la libertad de elección de centro, está en pensar que es posible elegir cuando se carece de información. Libertad sin información en ficción, leed http://wp.me/p3fo2e-qP

    Por otra parte, en el artículo no se menciona la segregación social que existe en el interior de los centros públicos, que en muchos casos es similar a la que puede darse entre públicos y concertados.

  7. Javier dice:

    Valiente chorrada eso de exigir que todo el mundo pueda elegir cualquier centro que desee, sin límites, y a la vez obligar a tener cuotas por «problematicidad», sea lo que sea eso, y un mix total de clases sociales, sea lo que sea eso. Alguien necesita volver a clase de matemáticas…

  8. M. Oquendo dice:

    Hablando de Exclusión Social me pregunto si hay algún trabajo que intente establecer al menos correlación entre Rendimiento de Alumnos en Matemáticas, con su Renta y Movilidad a lo largo de su vida.

    He tratado con miles de profesionales y el grupo de ellos con titulación y habilidad en dicha materia siempre fue el que incluía a personas menos afortunadas sociológicamente de partida.

    Las Matemáticas serían así el factor diferencial vital que más Movilidad Social lleva aparejada. Hay otros, pero ese es muy importante.

    Y sin embargo el sistema parece que se esfuerza en producir masas que rechacen la materia y que se verán condenadas desde la primera infancia a ocupaciones de bajísima o nula movilidad social.

    Sobre el tema en general estoy de acuerdo con lo que manifiesta EB. La Social Democracia es enemiga declarada de la Libertad de Elegir. La Negación de esta libertad es su elemento diferencial desde su Filosofía Política. La libertad de Elegir no interesa porque los Incentivos para esta ideología (lo que optimiza su rendimiento a corto), es precisamente lo contrario, la libertad de Obligar que es la que proporciona mayor número de votos.

    Sin entrar en otros juicios (que también son posibles porque las libertades deben tener viabilidad –Raymond Plant «The Neoliberal State») lo que es evidente es que, sistémicamente, el esquema Social- Demócrata es Altamente Entrópico y en muy pocos ciclos electorales lleva a situaciones de Crisis Del Sistema porque entra en Rendimientos Negativos.

    Olvidamos un aspecto fundamental en la Fórmula física del Trabajo: El Coseno de Alfa. Parece broma pero no lo es.
    La función del coseno es un oscilador entre +1 y -1. Por lo tanto hay Trabajo que Destruye. No discriminar este tipo de Actividad que destruye es mostrar gran ceguera y profundo desconocimiento de la realidades de cualquier sistema social que promueva activamente la Entropía.

    La Libertad de elección –como sería alguna variante de cheque escolar y otras cosas– siempre es Positiva Individual y Colectivamente. Siempre. La Obligatoriedad Coactiva es Perniciosa por muy tentador que sea tener un sistema educativo lleno de profes ideologizados.

    A las pruebas me remito.
    En la Olimpiada Matemática Juvenil el Primer País Europeo es Holanda que anda por el puesto 22. España es el 60 y………Finlandia el 65.
    Europa, educativamente, va a donde la lleva la Social Democracia. Al cementerio de la historia.
    Saludos

    • gerion dice:

      Pero, al final, seguirá habiendo un grupo dominante y una masa productiva, sea cual sea el sistema político o educativo, ¿no? Es que me ha parecido que opina que sólo la social democracia provoca esto. También menciona la libertad de elegir – igual que casi todo el mundo -, pero obviando que la libertad está condicionada siempre. O, al menos, no se me ocurre un ejemplo de libertad no condicionada en alguna elección.

    • Pescador dice:

      «Olvidamos un aspecto fundamental en la Fórmula física del Trabajo: El Coseno de Alfa. Parece broma pero no lo es.
      La función del coseno es un oscilador entre +1 y -1. Por lo tanto hay Trabajo que Destruye. »

      A ver, un poquito de porfavor…

  9. juan dice:

    La «Libertad de elegir» tiene un componente ideológico muy grande, además de oculto, no lo olviden…porque así nos va.

  10. David dice:

    Todo el mundo sabe que en Francia o Estados Unidos, donde la escuela pública en niveles no universitarios es casi total, no existen clases sociales ni reproducción. En París especialmente, todos están integradísimos ja ja ja.

  11. David dice:

    El hechizo de la escuela pública

  12. Minded dice:

    Traducción del texto:

    Soy un progre concienzado y concienzudo, y por eso no llevo a mis hijos a una escuela concertada, ni mucho menos a una privada. Así que los llevo a la escuela pública que corresponde al barrio donde vivo. Eso sí, soy algo tramposillo, y aunque se me llena la boca con la «igualdad de oportunidades», no menciono que yo he tenido más oportunidades que mi primo segundo el mozo de almacén, y por eso vivo en un barrio mejor, y me corresponde una escuela mejor.

    El caso es que yo estaba la mar de contento hablando de interculturalidad e interclasismo pero sin vivirlo, cuando mis conmilitones progres decidieron construir justo en mi barrio un bloque de viviendas sociales, lo que trajo consigo algunos habitantes «problemáticos»: es decir, gente que ni sabe convivir ni quiere aprender a convivir, sino que pretende que los demás se amolden a ellos, o les darán por el ano hasta el infinito y más allá. Como progre concienzado y concienzudo, he intentado explicar a estos «problemáticos» que deben ser más respetuosos y tolerantes con los demás, pero los insultos y amenazas que me prodigan me han hecho sospechar que no están muy interesados en mis sermones.

    Y bueno, yo puedo aguantar que mis hijos ya no vayan a jugar al parque a socializar con la multicultura, pero que ese ambiente «problemático» se traslade a las aulas, y a sus notas escolares, me está poniendo muy nervioso. Así que me quedan dos opciones: o suavizo mi compromiso progre y llevo a mis hijos a una escuela concertada, o incluso privada, o aquí repartimos la basura entre todos; si me tengo que fastidiar yo, que se fastidien también todos los demás, no te fastidia.

    • gerion dice:

      No me parece que el texto abogue por la escuela pública, pero supongo que podría interpretarse así.
      Nada como tener hijos para gozar de las bondades de la «multiculturalidad políticamente correcta «de primera mano. Y eso lleva a entrar en el lado oscuro. Recordemos aquello de: si de joven no eres de izquierdas, no tienes corazón; si de mayor no eres de derechas, no tienes cabeza. O algo así.

    • Joshua dice:

      Minded:
      En serio, hay que salir psicoanalizado de casa.
      Vale que no estés «concienzado»; pero de ahí a repartir la «basura» hay un trecho muy grande. Desde Victor Hugo, ya sabemos que la pobreza no genera precísamente la virtud. Pero ha llovido mucho desde entonces como para zanjar el problema con una empresa de limpieza. Y todos sabemos cómo acabó la cosa cada vez que se enfocó de esa manera. Un poquito de por favor.

  13. Pescador dice:

    Oh cielos, cuanto Atlas encadenado que en vez de implicarse en la desagradable tarea de dar el callo en los Consejos escolares delega en el horrendo Estado la capacidad de segregar a los niños por su origen y clase social…
    Así estos Atlas no se estremecen cuando el Estado regala terrenos – o los cede por 99 años, que p’al caso…- a confesiones religiosas determinadas. Tampoco se estremecen cuando eligen al profesorado digitalmente – ¿Sería terrible que lo tuvieran, al menos, que elegir de entre los opositores de «la Pública»- o lo mandan al paro en vacaciones. Y, menos aún, estremecidos como están ante la injusticia de como la legalidad , el orden y el buen decoro abandonan los parques, no les importa en absoluto que la legalidad, el orden y el buen decoro abandonen la legalidad educativa mientrás los niños no se puedan mezclar con esos extraños.
    Estos Atlas admiten las «mordidas» – ¿Acaso no han ahorrado para poder permitirselas?- educativas mientras arden en Santa Indignación contra aquellos paises que las tienen institucionalizadas, tercermundistas todos que nos mandan emigrantes «problemáticos», estos Atlas se llenan la boca con mérito y capacidad pero si la institución escolar tuviera que admitir a un 10% de alumnos con méritos y capacidades por encima de los de sus hijos – eso sí, muy de origenes extranjeros todos- removerían Roma con Santiago para evitarlo…
    Ay, la hipocresia de las clases ¿medias? urbanas, siempre con arquetipo progre que echarse a la boca como causa de sus males…

  14. Raquel Medina dice:

    Hay algo importante que se está obviando en esta intensa conversación …y es el porqué del nacimiento de los centros concertados. Hubo un momento (hace ya más de tres décadas) en el que la escolarización no podía ser asumida por todos los centros públicos. Una media supuestamente temporal…. (me da la risa)
    En unos momentos como los que hemos pasado y los que estamos pasando, y los que quedan por pasar… Nadie parece haberse dado cuenta de que eliminando conciertos innecesarios porque sobran los estudios que corroboran que en la Escuela Pública, la de todos y todas, sobran plazas, muchas más de las que la concertada tiene en matricula.
    No soy de matemáticas, pero me enseñaron a restar (en la pública) y a «ahorrar» (por eso de ser de una familia con pocos recursos de las que no tenían «permiso» para pisar un concertado -como para hablar de un privado!) Dicho lo cual, si la concertación era una medida temporal….y ahora hay plazas para todos y todas en los centros públicos…. Por qué se mantienen los conciertos??? Es más grave aún: Por qué se sigue concertando sin necesidad??? A eso, yo lo llamo despilfarro y poco seso.
    Quienes quieran ahorrar y pagar unos estudios brillantes para sus criaturas…. Me parece genial, pero que lo paguen entero, sin subvenciones. Ese gran profesorado del que he leído unos comentarios más arriba, que debe enseñar cosas que el resto de profesorado desconocen o no saben explicar! (pero que no parecen interesados en superar un concurso oposición… Será porque es de progres, pobres y liberales con ideas cercanas a Fidel) Que se pague con el dinero del bolsillo propio. Y, para acabar, dudo mucho que un inmigrante común, de los que vienen a trabajar en lo que puedan o les dejen (el porcentaje mayor de los que viven en esta nación) pueda permitirse ahorrar mucho para pagar todos los extra de un centro concertado….

    Enhorabuena al autor. Impecable

  15. Jacobo K dice:

    Diré una herejía, pero a mí el modelo ultraturboliberal, o como quieran llamarlo, en educación no me parece mal del todo:
    Ni escuela pública ni concertada. Todo escuela privada de libre elección y el que no se lo pueda pagar, se lo paga el estado.
    Libre elección es también libre acceso. O sea que nada de reservado el derecho de admisión.
    En fin, no sé si esto mejoraría la educación. Yo creo que sí, aunque es discutible claro. En todo caso, aunque parezca paradójico incluso con libertad de precio sería menos costoso que lo que hay ahora. No a corto plazo, porque hay que indeminizar a todo el funcionario de educación para prejubilarlo, ya que no se les puede echar.

    Y nos libramos de una lacra que es muy mayoritaria en nuestra sociedad: la manía de imponer la educación de los hijos… de los demás. Lo demuestra esa manida frase que se frecuenta en las conversaciones cotidianas: «Esto debería ser obligatorio en todas las escuelas». La pulsión totalitaria está bastante extendida en los seres humanos…

  16. Igants dice:

    Excelente artículo, basado en datos objetivos; mi experiencia como padre-progre-trasnochado que lleva a sus hijos a colegios públicos, corrobora plenamente sus conclusiones.

    La libertad de elección existe sólo para familias de un nivel socioeconómico medio-alto, en situación de hacer frente a los gastos extra que formal o informalmente exigen gran parte de los colegios concertados. Estos gastos van desde equipo escolar o uniformes, que claro hay que comprar en determinado establecimiento con un sobrecoste, a actividades extraescolares ‘voluntarias’ cuya alternativa es quedase encerrado mirando al techo.

    Es más, las barreras establecidas y los filtros no solo afectan a familias de emigrantes o españoles en situación precaria, sino que también expulsan a cualquier alumno que requiera de una atención compensatoria, por ejemplo alumnos discapacitados o con cualquier problema de aprendizaje. El centro concertado próximo a mi domicilio aparca a los alumnos con necesidades especiales en un rincón, hasta que sus padres se cansan y los envían al colegio público, que al menos destina alguno de sus menguantes recursos a educación compensatoria. De esta manera el centro concertado no tiene que destinar dinero a alumnos ‘problematicos’ y recupera su inversión más rápido.

    Al final, por mucho los padres justifiquemos nuestra elección por elementos como la piscina olímpica o las clases de mandarín que ofrece determinado centro, lo que prima es que nuestros hijos no se mezclen con emigrantes, gitanos, o culaquier alumno problematico: la libertad de elegir centro se traduce en la prohibición de que determinados colectivos esten en contacto con nuestros hijos, y además que esta ‘libertad’ no nos cueste un ojo de la cara como en los colegios estricatamente privados, sino que sea baratita, aunque no lo suficiente para que sea accesible a todo el mundo.

    Conste que de partida no estoy en contra de que la educación pública pueda ser gestionada privadamente, que es la idea original de los centros concertados, pero si que hay unas reglas del juego que realmente garanticen la libertad para todos.

    Si queremos segregación social, ghettos y desigualdades de partida, digamoslo abiertamente, pero si queremos una igualdad de oportunidades y la compensación de desventajas heredadas, el sistema actual, tremendamente hipócrita, no sirve.

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