Por aquí he mencionado alguna vez el tremendo, amplísimo margen de acción que tienen los estados en Estados Unidos. La estructura federal del país permite a cada territorio hacer su propia guerra en política económica y social, creando estructuras institucionales y combinaciones de políticas públicas muy dispares.
Tradicionalmente, hay unos cuantos estados que tienen fama de innovadores diseñando y aprobando reformas. A la izquierda, California, Massachusetts, Nueva York y Connecticut se han distinguido por aprobar medidas de corte progresista antes que nadie. A la derecha, Texas, Carolina del Sur y Georgia se han caracterizado por buscar nuevas políticas públicas de corte conservador. Aparte, lugares como Minnesota, Utah, Oregon y Washington siempre han sido creativos aprobando medidas sobre calidad de gobierno, desde política fiscal a sistemas de voto.
Estos días California va camino de aprobar una de las medidas más ansiadas por parte de la izquierda americana, una subida del salario mínimo hasta $15/hora. Para que os hagáis una idea, esto es un sueldo mensual, para empleados a tiempo completo, de unos 2150 euros; el salario mínimo federal ahora mismo es $7,25/hora. La subida será paulatina, aumentando poco a poco desde los $10/hora actuales hasta alcanzar la nueva cifra el 2022. Aún no está hecho que la ley vaya a ser aprobada (la disciplina de partido, en los legislativos estatales, tiene bastante de verbena), pero está en camino.
¿Qué podemos esperar de esta subida? Para empezar, un experimento económico a gran escala. California tiene 39 millones de habitantes y un PIB de casi dos billones de dólares (como comparación, en España somos 47 millones y 1,4 billones de PIB), así que estamos hablando de una subida tremenda en una economía substancial. Aunque la productividad por trabajador es enorme, es también un estado brutalmente desigual, con zonas muy pobres (el interior agrícola, especialmente) e industrias que utilizan mucha mano de obra cobrando salario mínimo, como el amplio sector textil en Los Ángeles. Jordan Weissman, en Slate, tiene un buen resumen de los posibles efectos de un cambio tan fuerte en política económica, si queréis más detalle. Es un estado muy rico, así que es probable que puedan permitírselo, pero será interesante ver qué sucede.
Es interesante, en todo caso, que a pesar de las tremendas diferencias entre California y Texas (el ying y el yang en política económica americana) el PIB por cápita de ambos estados es bastante similar: Texas anda por $54.000, California por $59,000. El nivel total de riqueza que puede generar una economía a menudo depende menos de las instituciones y nivel impositivo que tienen (no hace falta decirlo, California tiene impuestos más altos) y más con la productividad y eficiencia de cada uno. Esto no quiere decir que la legislación no tenga nada que ver con la estructura productiva de un territorio, pero la relación es bastante más sutil que los que las discusiones sobre el tamaño del estado parecen indicar. Ser rico depende menos de lo que recaudas o de lo que hace tu gobierno de lo que produces, y las leyes que influyen en la productividad a menudo son las que menos atención reciben.
Si miramos el nivel de desigualdad, el coeficiente de Gini de Texas y California, por cierto, es muy parecido (0,471 y 0,469 – ambos algo más igualitarios que Nueva York y Connecticut), cosa que de nuevo tiene más que ver con la estructura productiva de cada estado que con la política fiscal. No hay demasiados datos sobre desigualdad antes y después de impuestos y gasto público por estado, pero todo indica que mientras que el sistema fiscal del estado de Texas aumenta las desigualdades (es directamente regresivo) en California las disminuye modestamente. California («gracias» a Hollywood, Silicon Valley y el sector energético) es un estado muy desigual antes de impuestos, pero consigue paliar esas disparidades un poco.
¿Quiere eso decir que los ciudadanos de Texas y California no son iguales y tienen los mismos derechos? Pues sí; el federalismo es eso. Los votantes de cada región escogen su forma de gobierno, y las leyes que aprueban reflejan esas decisiones. En Tejas se indignarían si alguien intentara obligarles a tener baja pagada por enfermedad o maternidad como tienen en California («¡socialismo!»). En vez de obligar a los californianos a tenerse que aguantar y esperar que el resto del país decida abrazar la modernidad*, tenemos un sistema descentralizado, y dejamos que se lo paguen ellos.
Algún día, al hablar del sistema autonómico, podremos tener discusiones parecidas y aceptar que algunas regiones son más progresistas que otras. Algún día.
Actualización:
Hablando de experimentos, el estado de Nueva York también subirá el salario mínimo a $15/hora, pero lo hará de una forma un tanto especial. La subida será casi inmediata en la ciudad de Nueva York (2018), y mucho más lenta y sólo hasta $12,50 (2021) fuera de su área metropolitana. Sí, dentro del mismo estado habrá diferentes niveles, y subidas con calendarios distintos. Nueva York ciudad es inmensamente rica, pero el resto del estado (Upstate New York) es una zona bastante deprimida, así que tiene su lógica.
Dicho sea de paso, la subida en California sospecho que es excesiva y será contraproducente en muchas regiones del estado. La de Nueva York tiene una estructura más lógica, aunque $12,50 en Rochester o Buffalo seguramente será demasiado. Veremos.
Quizá la escala de los estados de norteamerica, frente a las comunidades autónomas españolas puede ser un factor muy importante que explique un federalismo más coherente.
Una pregunta al Roger cabildero, ya que estáis intentando reformar la baja por maternidad ¿No podrías hacerlo bien desde el principio y que se incluya la baja por paternidad igual y obligatoria para evitar que el mercado laboral penalice a las mujeres?
Estamos con ambas. Algún día debería explicar la propuesta – para hacerla políticamente aceptable nos ha quedado un Frankestein considerable.
Mucha suerte, ya nos contarás el resultado (y el proceso).
No, no es la escala. De los 50 estados, 38 son menores en población que Cataluña, y 7 tienen menos de un millón de habitantes.
Lo que sí es un factor muy importante es la ausencia de partidos separatistas, la unidad nacional y lingüística, y (lo que está relacionado) la gran movilidad geográfica de la población. No tiene nada de raro nacer en un estado, estudiar en otro y trabajar en un tercero. Eso sería imposible si cada vez que te trasladas tuvieras que aprender un idioma distinto.
Este es el problema que impide que Europa pueda llegar a ser una verdadera federación. Y también impide que pueda serlo España. Para los independentistas, la federalización no es un objetivo, sino un medio para llegar al fin que es la independencia. Cada vez que se han hecho reformas descentralizadoras, las han celebrado como una demostración de la fuerza del nacionalismo; cuando se les han negado, lo han visto como una demostración de la opresión centralista. Así no hay nada que hacer.
«It is one of the happy accidents of the federal system that a single courageous state may, if its citizens choose, serve as a laboratory, and try novel social and economic experiments without risk to the rest of the country.
New State Ice Co. v. Liebmann, 285 U.S. 262, 311 (1932)
Los parecidos entre EE.UU y España en la cuestión territorial, como con Alemania, difieren en un asunto crucial: no hay federaciones que busquen la ruptura con el Estado. No me imagino a las autoridades de una federación americana negando la Constitución o la justicia federal.
Y desconociendo lo que sucede en EE.UU sobre este punto, seguramente no hay un sistema de financiación con una excepción que resulta enormemente beneficiosa para los territorios que a ella se pueden acoger y tremendamente perjudicial y fuente de envidia para otros que también lo desearían para sí.
Y en lugar de resolver esa anomalía entre todos, lo que hace algún territorio es reclamarlo para sí por las bravas amenazando con que si no se va. Y todo ello luego de que su peso económico, social y político no haya parado de crecer en los años que llevamos de sistema autonómico. La comparación sería pertinente si reconociéndose cada uno de su territorio se entendiese al Estado como de todos y no como al enemigo a batir.
https://www.nps.gov/fosu/index.htm
De esas nosotros hemos conocido unas cuántas. Por la misma época que la Civil War llevábamos tres guerras carlistas.
Lo que no sabía es que fueran los sudistas los que promovieron la creación del estado federal, o que su influencia en el gobierno llega a extremos de depender de sus graciosas concesiones (a cambio de cosas, no faltaba más), o que esos mismos estados sudistas estén maniobrando para hacer otra secesión, pero esta vez à la carte y escogiendo lo que les apetece independizar y lo que seguir bajo la bota de Washington.
Tampoco sabía que la respuesta a esa corriente, por parte de la Unión, sea la de aceptar algunas de las condiciones del Deep South, no vaya a ser que les acusen de nacionalistas americanos. Oh wait.
Jenna Bednar empieza su artículo en The Oxford Handbook of U.S. Constitutional Law (2015) con este párrafo
The American federal system is an artifact of circumstances at the found-
ing, has waxed and waned and suffered one near-death failure, but on the
whole, has proven remarkably resilient. Over the past half-century a number of great scholars of the American federation have been ready to declare it functionally dead. Instead, it seems to fluctuate and is adaptable.
Me pregunto si alguno de los varios sistemas españoles de gobierno en los últimos 500 años ha sido tan «resilient» como el sistema americano. Apuntar a un episodio grave pero no fatal (one near-death failure) es prueba de ignorancia de la fragilidad de los sistemas de gobierno, en particular de gobiernos de imperios y países grandes.
En este país para no abordar los problemas de frente se suelen enmascarar lo que no hace más que dificultar su solución. Algunos sin embargo son muy claros. Enric Juliana habla del País Vasco como el Luxemburgo español y Santiago Niño Becerra dice que si Cataluña tuviese el sistema de financiación Vasco, Cataluña no tendría déficit.
La cuestión a mi modo de ver es: se trata de extender el sistema de cupo a Cataluña, o más bien de corregir el cupo vasco introduciendo en su cálculo el factor solidaridad recogido en la Constitución. Los partidarios de la primera opción, muchos, entre ellos el PSOE, debieran ser conscientes de que además de contra la igualdad, premiando a los territorios que parten de una mejor posición, lo único que su propuesta haría sería despertar y fortalecer en otros territorios nuevos sentimientos «nacionales» que reclamarían para sí el privilegio.
Vayamos a un Estado federal pero no a uno de naturaleza asimétrica porque su propia asimetria lo abocaría al fracaso y corrijamos los excesos y defectos de financiación, pero no pretendamos seguir engañando a la gente siendo a la vez el más férreo defensor de los cupos vasco y navarro y disfrazando de «singularidad» lo que no tiene otro nombre que financiación privilegiada.
1 – Los dos primeros párrafos sobre la distribución de poder en la estructura federal del gobierno de EEUU están equivocados porque bien es sabido que hay una larga controversia sobre esa distribución y esa estructura, tanto en lo que se refiere a su naturaleza original como a su evolución posterior. A interesados en contribuciones recientes a esa controversia recomiendo buscar en internet las investigaciones académicas de Jenna Bednar y Michael Greve. Un caso interesante de cómo habría cambiado la naturaleza del federalismo americano se refiere a los cambios en la importancia relativa del gobierno federal, los gobiernos estatales y los gobiernos municipales en la regulación de los mercados de trabajo dependiente (en todos los países, debe entenderse esta regulación como un todo para luego entender regulaciones específicas, por ejemplo, las relacionadas con salarios mínimos). Para aquellos que quieran tener una idea de lo que estoy hablando, recomiendo buscar en internet y leer
— U.S. Department of Labor: Employment Law Guide;
— State of California Employment Development Department: 2016 California Employer’s Guide; y
— City and County of San Francisco Office of Labor Standards Enforcement: San Francisco Labor Laws
documentos que detallan las muchas regulaciones de todo tipo que afectan a los contratos de empleo. Debe tenerse en cuenta que en EEUU, la disciplina Derecho del Trabajo incluye dos partes, una “Employment Law” centrada en el contrato de empleo, y otra “Labor Law” centrada en los sindicatos.
2 – El acuerdo para reformar la ley estatal de California sobre salario mínimo efectivamente provee aumentos graduales hasta llegar a US$ 15 por hora, como ha sido el caso de aumentos similares ya aprobados para algunas ciudades y para algunas provincias canadienses. Pareciera que los autores son conscientes de que no tienen idea de los efectos finales de un aumento tan grande y prefieren que gobiernos futuros corran con el fracaso. Mientras tanto los autores podrán gritar su éxito en aprobar algo que la masa pide —sí, estos autores son los mismos que luego denuncian a otros políticos por populistas y estúpidos.
3 – En su artículo, Weissman rechaza de que se trate de un experimento (por definición, no lo es, y tampoco es lo que en la jerga de los expertos en políticas públicas se podría llamar un proyecto piloto; esto es simplemente oportunismo político). Más importante, Weissman no hace ningún resumen de los efectos probables de la propuesta y se limita a presentar una lista de preocupaciones sobre sus posibles efectos y lo hace a partir de su entusiasmo por la propuesta, no porque haya revisado la mucha investigación académica sobre los efectos de aumentos menores en salarios mínimos. La única investigación que conozco sobre los efectos de aumentos grandes fue circulada días atrás y se refiere a lo que podría ocurrir en Canadá; ver https://www.fraserinstitute.org/studies/raising-the-minimum-wage-misguided-policy-unintended-consequences desde donde se puede bajar el documento completo.
4 – En relación a las comparaciones entre California y Texas, aunque hay muchos artículos con opiniones sin argumentos y pruebas serias, sí he podido encontrar una tesis (nivel Master para una universidad de California) donde se ha intentado una comparación sistemática pero no tengo acceso al documento entero; sí se puede leer el abstract en http://scholarship.claremont.edu/cmc_theses/262/
5 – Habiendo seguido las discusiones sobre salarios mínimos en varios países, sigo pensando que el salario mínimo legal impone un salario mínimo efectivo igual a 0 a todos aquellos jóvenes pobres que por culpa del primero no encuentran trabajo por largo tiempo (peor, en muchos casos esta situación se convierte en un incentivo para emprender actividades ilícitas). Algunos dirán que las pérdidas de estos jóvenes se compensan con las ganancias de los que pudieron conservar sus empleos y ganar más gracias al salario mínimo legal (los que alegan esto son los mismo que se indignan cuando otra políticas públicas imponen pérdidas a sus “oprimidos” para beneficiar a sus “opresores”). Hasta ahora no hay prueba seria de que esa compensación se haya dado.
Expandiendo mi punto 5, agrego que en realidad no importa que unos pocos se beneficien y muchos se perjudiquen y que la ganancia de los primeros no compense las pérdidas de los segundos. A los progresistas les importa un bledo porque su intención es beneficiar a sus «oprimidos» sin importar el costo que se impone a otros. Una nueva confirmación de la falsedad de los progresistas es lo que ha estado ocurriendo con Obamacare; leer
http://econlog.econlib.org/archives/2016/03/obamacare_spent.html
incluyendo las referencias indicadas en ese post.
El profesor D. Boudreaux escribe una carta que comienza así
Prof. Arindrajit Dube
University of Massachusetts – Amherst
Dear Arin:
Washington Post columnist Charles Lane, writing today on California’s plan to raise that state’s minimum wage from $10 to $15 per hour, reports that you told him by e-mail that “California’s experiment is worth running and monitoring.”
With genuine respect, I must strongly disagree. Even you, who generally support the minimum wage, concede that such an unprecedentedly high mandated minimum might well destroy jobs for many low-skilled workers. So what right have we as economists – what right has anyone – to use poor people as guinea pigs in such an ‘experiment’? I think none.
el resto de la carta se puede leer en
http://cafehayek.com/2016/03/an-open-letter-to-arindrajit-dube.html
Como los lectores de este blog se pueden imaginar ya se han dado muchas opiniones sobre el «experimento» que el gobierno de California estaría dispuesto a emprender. Dado que en España los debates sobre políticas públicas son deplorables por varias razones, empezando por la pobreza de argumentos de quienes proponen algo (ver por ejemplo esta entrevista publicada hoy a César Molinas, http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-03-31/como-arreglar-el-paro-de-una-vez-por-todas-y-transformar-radicalmente-espana_1176102/ ), los españoles que se atreven a tomar posición sobre una propuesta referida a EEUU sin entender bien sus consecuencias harían bien en informar sobre los argumentos serios que se van presentando a favor y en contra de la propuesta.
Tiempo atrás B. Bartlett, asesor en gobiernos republicanos, escribió esta columna en el NYT
http://economix.blogs.nytimes.com/2013/12/03/the-minimum-wage-cure-for-illegal-immigration/?_r=1
donde se refería a propuestas de aumento del salario mínimo como un incentivo para reducir el número de inmigrantes ilegales. En el artículo, Bartlett recuerda que el salario mínimo muchas veces ha sido propuesto como un incentivo para reducir la contratación de obreros y empleados no-deseados por algún grupo político pero especialmente no-deseados por los sindicatos. Sí, hoy los progresistas nos quieren hacer creer que aumentos en el salario mínimo serán eficaces para reducir la pobreza y la desigualdad, pero sus ancestros —en particular los sindicalistas— sabían bien que el salario mínimo era un instrumento eficaz para eliminar competidores potenciales de los protegidos por los sindicatos. Hoy, algunos críticos del salario mínimo en California y también en Nueva York alegan que los sindicalistas apoyan aumentos fuertes en los salarios mínimos para protegerse de los jóvenes pobres, sin importar si son nacionales o extranjeros. Sí, no me extrañaría que así fuera porque la gran mayoría de progresistas adultos son falsos —mienten y cuando no mienten fingen buenas intenciones.
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