La reacción habitual a las diferencias observadas entre hombres y mujeres en el mercado laboral es atribuirlas al machismo. Personalmente, no tengo inconveniente en llamarlo así siempre y cuando uno entienda por machismo algo cuasi-tautológico, es decir, una forma sistémica de discriminación, como todas las causas objetivas o subjetivas, culturales, institucionales o tecnológicas, que hacen que haya diferencias de estatus entre hombres y mujeres lo que en lenguaje feminista se llama “patriarcado”.
Esta explicación, más allá de subrayar una injusticia, no permite sin embargo entender los mecanismos que hay detrás de esta asimetría. La asociación que no es totalmente correcta (o al menos es bastante discutible) es atribuirla a la discriminación -entendiendo discriminación como la ejercida a nivel individual por el hecho de ser mujer. En este post quiero reseñar algunas de las principales explicaciones que se han dado al fenómeno de la brecha de género y, veremos, que solo algunas se pueden llamar “discriminación”.
Comparar lo comparable
Un problema a la hora de deducir que haya discriminación de las brechas salariales (o de empleo) es que uno está comparando cosas que no son comparables. Sara de la Rica explicaba esto aquí. Al menos en el sentido estricto de “mismo trabajo, mismo sueldo”, parece que si las diferencias de sueldo resultan de que las mujeres y hombres están en puestos distintos, no están igualmente educados, o simplemente tienen preferencias distintas etc.
¿Qué opción nos queda? Una forma de verlo es intentar “controlar” por las características observables- “reconstruir” los datos para hacer como si hombres y mujeres tuvieran las mismas características (observadas). Cuando se hace este ejercicio, como hace Sara de La Rica arriba, es habitual que la brecha de género se cierre parcialmente. Pero incluso así, hay muchas cosas que no controlamos. Pensemos en un caso distinto. Si comparáramos a (una población compuesta de clones) Cristiano Ronaldo con (una población de una población compuesta de clones) Pablo Simón, incluso si pusiéramos a Pablo a jugar en el Real Madrid, veríamos que ganaría sustancialmente menos que Cristiano Ronaldo, y esto a pesar de que Pablo Simón sobre el papel está más formado. Esto no se debería necesariamente a una forma de discriminación -simplemente, lo bien que juegan al futbol es algo que no podemos ver en los datos. De la misma forma, podríamos pensar que las diferencias entre hombres y mujeres son menos discriminatorias (o más!) porque hay factores que no podemos observar.
A la hora de comparar la situación a las mujeres con la de los hombres, es importante entender que la los salarios son el resultado de un equilibrio de decisiones simultáneas (una explicación desarrollada puede encontrarse aquí. Las empresas deciden ofrecer empleo y salarios a hombres y mujeres teniendo en cuenta sus características personales- su educación, comportamiento, etc. Pero al mismo tiempo, éstos toman sus decisiones en función de lo que esperan sacar del mercado laboral: deciden formarse, formar sus expectativas salariales, su personalidad, sus preferencias, tener hijos o repartirse las tareas del hogar dado lo que esperan obtener del mercado de trabajo.
En la práctica, en el debate público los observadores de los datos parecen tener opiniones fuertes sobre qué es exactamente lo que guía la asimetría de resultados. Sin embargo la simultaneidad anterior muestra que hay un problema de identificación que hace muy difícil detectar si existe alguna forma de discriminación (en el sentido anterior) o no mirando los datos de empleo y salarios.
Los párrafos anteriores no intentan defender una idea precisa, sino solamente subrayar lo complicado de identificar las causas que hay detrás de las diferencias de género de empleo y salario.
Los mecanismos de la desigualdad
Por lo tanto, para comparar a hombres y mujeres hay que ajustar por sus características. Una parte de la desigualdad viene de las características que podemos observar en los datos: el sector, el tipo de empresa, la educación, la experiencia, etc… Pero como vimos, la brecha normalmente permanece.
¿Qué nos cuentan las características no observadas? A continuación voy a reseñar muy brevemente y de forma no exhaustiva algunas explicaciones que se han propuesto.
• Discriminación en el trato: Una posibilidad es que en el mercado laboral, las mujeres sean tratadas de forma distinta a los hombres sin otra explicación que la discriminación. Esto puede ocurrir a varios niveles: del empresario (prefiere ofrecer más a hombres que a mujeres), del lugar de trabajo (tal vez los compañeros de trabajo le hagan la vida más fácil a los hombres que a las mujeres), de los clientes (que prefieran tratar con hombres que con mujeres) o incluso de los sindicatos negociando los salarios (si más hombres son el cabeza de familia y más mujeres el “secondary earner”, tiene sentido pensar que los sindicatos defiendan más los salarios de los primeros). Tradicionalmente, suele diferenciarse entre “discriminación basada en los gustos” y “discriminación estadística”. La discriminación basada en los gustos es lo que podríamos llamar “machismo”: la discriminación es directa. La discriminación estadística es la que aparece a resultas de que usemos el género como un “proxy” para otras cosas. Si las mujeres son en media peores en cierta dimensión (“menos agresivas”), da igual que una mujer concreta se salga de ese estereotipo porque el empresario o el cliente no lo sabe y la tratará como si fuera una más.
• Preferencias y prioridades: A menudo, como reseñé en otro artículo, suele enfatizarse que la discriminación no es tal porque es el resultado de decisiones tomadas de forma bastante libre por las mujeres -demandar menos salario, tener distintas prioridades vitales- y… ¿quién es el Estado para inmiscuirse en eso? Discutí esa idea en el post que enlace, así que no me extenderé. Únicamente me gustaría enlazar con la idea de la formación de estas preferencias, expectativas e ideas es obviamente algo que ocurre en respuesta a las circunstancias del mercado laboral y de la presión social.
• Las mujeres serían menos competitivas: Muchos puestos de trabajo requieren competitividad, agresividad, liderazgo, confianza en uno mismo, etc. Esto es especialmente cierto en los escalones más altos de la jerarquía social, como los puestos directivos de las empresas. Hay toda una literatura en economía experimental y psicología que intenta ver si los hombres y las mujeres son distintos en este sentido, como de grandes son estas diferencias, bajo qué contexto o instituciones se activan o si éstas son suficientemente importantes para explicar las diferencias de resultados en el mercado laboral.
• Las mujeres no preguntan: Woman don’t ask es el título de un libro de Laschever y Babcock. Estas dos economistas encontraban que hombres y mujeres se comportaban de forma distinta a la hora de negociar su situación en la empresa. Las mujeres tendían a tener menos confianza en sí mismas y a ser menos agresivas pidiendo un aumento o negociando un ascenso, y los hombres a pecar de lo contrario.
• Las redes sociales: Los seres humanos tendemos a confiar más en gente que se parece a nosotros. La gente a la que entendemos mejor, la consideramos más predecible y preferimos trabajar con ellos que con otros. Este fenómeno es lo que se llama “homogamia”. En la vida económica, muchas decisiones de contratación depende de esto: preferimos trabajar con gente cercana a nosotros, a la que conocemos, etc. que está dentro de nuestra red de contactos. Si los hombres son mayoría en los puestos de responsabilidad y tienen tendencia a nombrar a otros hombres para otros puestos, entonces hay un efecto de consolidación de esa mayoría. Además, como expliqué aquí parece haber cierta evidencia de que hombres y mujeres tejen sus redes de contactos de forma distinta: los hombres tienen más contactos y menos intensos y las mujeres al revés, algo que tiene consecuencias para el mercado laboral porque es más importante conocer a mucha gente, que a una poca muy bien.
• Absentismo y probabilidad de dejar el trabajo: Los hombres y las mujeres parecen tener distintos niveles de compromiso con sus carreras profesionales. En particular, sea por una elección “libre”, o por un efecto de la socialización y los estereotipos, una carga mayor del trabajo doméstico y los cuidados recae sobre las mujeres. Esta observación llevó a Lazear y Rosen a proponer la hipótesis las diferencias en los salarios y en la inversión del empresario en su política de ascensos dependería de las expectativas que tendría respecto a que los hombres y las mujeres dejen el trabajo, opten por una jornada reducida para cuidar de sus hijos, o tengan absentismo, etc.
• La linealidad de las ocupaciones La historiadora económica Claudia Goldin partió de una comparación básica: si uno miraba distintas ocupaciones, incluso estratificando por nivel (directivo, etc), la brecha salarial era mucho mayor en unas que en otras. En la abogacía, por ejemplo, la brecha salarial era de las más grandes; entre farmaceuticos, en cambio, era casi inexistente. Goldin sugería que ninguna de las teorías anteriores podía explicar esta diferencia sectorial. ¿Qué diferencia a un farmacéutico de un abogado? Goldin sugería -y corroboró con un análisis más general- que tenía que ver con la preferencia por la flexibilidad y el tipo de empleo. La abogacía es un trabajo en el que uno tiene que estar siempre presente, no es posible delegar y por tanto ausentarse temporalmente, o tener un horario flexible tiene un coste de oportunidad alto. De esta forma, la remuneración crece más que proporcionalmente (no linealmente) con el tiempo trabajado y la experiencia. En cambio, tener una farmacia, a pesar de ser una profesión que requiere la misma cualificación, es algo en la que una presencia constante en el puesto de trabajo no es necesaria y por tanto la remuneración suele crecer más linealmente con el tiempo y la experiencia. En la medida en la que las mujeres soportan una mayor carga de trabajo doméstico, las ocupaciones “menos lineales” las penalizaban más.
Lo anterior es una lista no exhaustiva de explicaciones de los mecanismos que está potencialmente detrás de las diferencias del mercado laboral. La principal diferencia ente las explicaciones tiene que ver con si asumen que la desigualdad se forma en el mercado laboral o antes de entrar en él. Una característica de todos ellos es que son explicaciones abstractas que no tienen en cuenta las políticas públicas ni las instituciones explícitamente, algo que probablemente juega un papel importante. Ninguna de ellas es toda la historia, y por ello, el objetivo de este artículo habrá sido cumplido si logra convencer al lector de la complejidad del problema.
> «La reacción habitual a las diferencias observadas entre hombres y mujeres en el mercado laboral es atribuirlas al machismo. Personalmente, no tengo inconveniente en llamarlo así siempre y cuando uno entienda por machismo algo cuasi-tautológico, es decir, una forma sistémica de discriminación, como todas las causas objetivas o subjetivas, culturales, institucionales o tecnológicas, que hacen que haya diferencias de estatus entre hombres y mujeres lo que en lenguaje feminista se llama “patriarcado”.»
Ahora partamos de esa base y razonemos.
1. La existencia del feminismo va a genera la existencia de estudios universitarios vinculados con ello («gender studies» y similares) que atraerán la preferencia de las mujeres a la hora de elegir estudios.
2. Dado que este tipo de preparación (como cualquier otra de humanidades) está peor pagada que las carreras técnicas, ello aumentará la brecha salarial.
3. Dado que todo lo que aumente la brecha salarial es machista y parte del patriarcado, el feminismo es machista y parte del patriarcado.
Q.E.D. 🙂
Las diferencias entre hombres y mujeres en el campo salarial parte de la sociedad o país en que se vive. Tradicionalmente, los países latinos son mas machistas que los anglosajones. La mentalidad juega un rol crucial en estos campos. Pongamos el ejemplo de EEUU. Hay leyes que se aplican en caso de discriminacion, so peso de una gran demanda judicial. En EEUU hay mujeres en el ejercito, policía y hasta astronautas. Incluso tenemos en puertas la posible elección de una mujer Presidente de la primera potencia mundial, Hillary Clinton.
¿Qué país es más latino, EEUU o Irlanda?
Por otro lado, teniendo en cuenta de qué va el artículo y el ejemplo de su comentario ¿cómo justifica esto? «En España una mujer cobra un 17% menos de salario que un hombre por hacer el mismo trabajo…
» En Europa la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 19% y llega hasta un elevado 36% en Estados Unidos. »
http://www.publico.es/economia/brecha-salarial-hombres-y-mujeres.html
Y aquí viene mi pregunta ¿por qué se pone a hacer afirmaciones sin ninguna base? Quiero decir, que esto mismo que he encontrado yo, lo puede encontrar usted. ¿O es que lo que usted quiere decir es que la brecha salarial no tiene nada que ver con la discriminación?
Un saludo.
> En España una mujer cobra un 17% menos de salario que un hombre por hacer el mismo trabajo
Falso.
Como casi siempre el análisis vuelve a centrarse en el desequilibrio salarial del decil superior de sueldos. Sin embargo, nada se dice de que las mujeres sean más de dos tercios del total de quienes cobran el salario mínimo. Uno llega a pensar que los sociólogos viven en un mundo en que no existen los supermercados…o que no entran jamás en uno. Que ignoran la existencia de las trabajadoras de la «ayuda doméstica», de lejos el sector peor pagado y , posiblemente, el que menos tolera las bajas del empleado, que , casualmente, es casi siempre empleada. En todo caso, aún aceptando los argumentos anteriores para explicar la desigualdad en los consejos del IBEX35, ¿explicarían porqué casi todos los jefes de planta de grandes almacenes son varones, a pesar de ser éstos minoritarios en sus plantillas?No tengo respuestas para ello. Pero hay que me hace pensar. Cuando yo era niño, hace más de cincuenta años, la Medicina era una actividad casi exclusivamente masculina. Entonces los ingresos de un médico eran superiores a los de un cuadro medio y equiparables a los de un alto cargo de una empresa media. Ahora, que la profesión está cada vez más feminizada, las niveles salariales se han invertido. ¿Es una casualidad que cuando las mújeres empiezan a acceder a un sector laboral el nivel salarial relativo de éste se resiente? ¿Será que incrementan la oferta de trabajo y eso permite a las empresas- es decir, a sus propietarios y altos directivos pagar menos por esa actividad? ¿Tendrá eso que ver con lo que en otros tiempos se llamaba «capitalismo»( perdón, ya sé que es una palabra tabú en esta web y en este siglo).
Hola,
yo creo que aquí se pone de ejemplo la brecha salarial. Y la brecha salarial es a igual trabajo distinto sueldo. Por tanto, no se puede comparar un jefe de planta de grandes almacenes con el resto del personal de la planta, si se habla de brecha salarial.
Respecto al tema médico, no sé qué decirle. No da un solo dato. ¿tiene alguna referencia que muestre la evolución de los salarios médicos con la incorporación de la mujer al sector? No se si sabe que la sanidad es mayoritariamente pública, por lo que no sé qué habla de empresas que pagan más o menos. Por otro lado, es normal en cualquier sector que si hay exceso de oferta de mano de obra, bajen los precios (aunque no sea el caso del sector sanitario, porque la sanidad es mayoritariamente pública). Todo esto que dice de la mujer y los salarios de los médicos será, pero, lo que sí pasa es que los sueldos de los médicos varían mucho de CA a CA, y no tienen nada que ver con el número de mujeres.
Y tampoco sé qué dice del captilismo: ¿quiere decir que un país mucho más captitalista que el nuestro, como EEUU, se paga mucho menos a los médicos? Mírese esto http://www.gurusblog.com/archives/paises-salarios-medicos/17/03/2014/
Un saludo.
Para cualquier compañía es ilegal pagar más a un hombre que a una mujer. He tenido miles de empleados a lo largo de mi vida y nunca he visto lo contrario. Nunca.
La Sra. de La Rica –que se está haciendo un nombre por su enfoque sectario sobre este tema– podría llevar esos casos que por lo visto detecta, directamente al Juzgado que es donde deben estar y dejarse de dar datos sin explicar las Fuentes y las Compañías en las que tal cosa sucede.
«Igual salario por trabajo de igual valor»
Sentencia de 1981 del Tribunal Constitucional.
La brecha salarial tiene muchos factores.
1. Segregación ocupacional vertical-horizontal.
2. Infravaloración empleos feminizados- sobrevaloración empleos masculinizados.
3. Tipos de jornada.
5. Rol hombre-rol mujer.
4. Socialización-Educación.
Si se construye un mundo hecho desde una óptica es fácil dejarse en el camino al que no está dentro de ella.
«2. Infravaloración empleos feminizados- sobrevaloración empleos masculinizados.»
A ver, explica esto, porque todavía estoy por ver a un empresario que pague más a los hombres por ser hombres y aún más, a un empresario que no intente pagar a sus empleados lo mínimo que le permita la situación económica y la disponibilidad de personal.
Porque tu infravaloración de «empleos feminizados» tiene mucho que ver con la masiva incorporación de la mujer al mercado de trabajo , mayoritariament sin la formación demandada y quien habla de «sobrevaloración de empleos masculinizados» no conoce la situación de esos empleos masculinizados más que de oidas.
Y, cuando quiera, nos ponemos a hablar de mantenimiento, instalaciones, comercio «Gran Superficie», construcción y de donde existen esas condiciones de «sobrevaloración de empleos masculinizados».
Fíjese si es así que en el caso de España tiene varias Sentencias en las cuales trabajadores con un trabajo de igual valor se les pagaba más por el hecho de ser un sector masculinizado. Le recomiendo que lo busque.
El ejemplo claro es el de la Sanidad o la Educación.
Usted cree que ¿la educación está bien renumerada en comparativa con las ingenierías o sectores tecnológicos?
¿No cree que hay una correlación?
¿A qué se le da valor?
Y por ejemplo ¿usted cree que los cuidados se pagan?
¿Cree que las ocupaciones que se relacionan con el ámbito de la tercera edad o niños está renumerado acorde a la responsabilidad?
Sé que las ocupaciones que usted se refiere, algunas tendrán peligrosidad, horarios nocturnos, uso de productos tóxicos… y por ello se paga, faltaría más. Pero en el caso de las ocupaciones que le señalo van acompañadas de diferente valor y al final eso que se estipula mediante tablas de renumeración «consensuadas» se hace visible en un brecha diferencial porque unas y otras están segregadas por sexos.
Le aseguro que todo trabajo se debe pagar en función de las distintas variables con el trabajo que se realiza pero también le aseguro que el valor que se les da a unas y otras ocupaciones es totalmente distinta, y en ello tiene que ver con el propio modelo patriarcal.
Todo trabajo se paga en función de la oferta. Así hay más profesores que ingenieros – y los ingenieros han visto disminuir sus remuneraciones en un grado bastante elevado, salvo especialistas de materias muy concretas- y los cuidados se pagan mal porque la oferta de cuidadoras se ha incrementado exponencialmente en los últimos años, incluyendo los cuidados pagados «i formales» , copados por extranjeros.
Si quiere que la tomen en serio no confunda casualidad con causalidad e investigue tambien el mercado laboral masculino , eso de que el salario tiene que ver con variables tipo esfuerzo, capacidad, peligrosidad, nocturnidad y tal es una fantasía que raramente se cumple.
Y repito, cuando quiera me coge un sector laboral concreto y le cuento, que tengo la absoluta certeza de que los conozco más a pie de calle que usted. Función pública, seguridad privada, mantenimiento, instalaciones, ingeniería….en educación.
No se puede reducir la economía a la oferta y la demanda. Y por supuesto, tampoco el mercado se autoregula porque caeríamos en la trampa de los últimos tiempos. Usted olvida, insisto, factores fundamentales que son las variables sociales y el valor que la sociedad da a las distintas ocupaciones, y que esto no es sólo de oferta y demanda, y reducirlo exclusivamente a eso es caer en un engaño.
Le pongo el ejemplo de los cuidados y la educación porque históricamente han sido ocupadas por mujeres. La oferta y la demanda han variado en los tiempos pero siempre han estado marcadas por bajos salarios. El valor que se les ha dado a éstas ha sido inferior que a otras ocupaciones que a lo largo de los tiempos han sido ocupadas por hombres, por ejemplo la construcción o los conductores de transportes.
En el caso de los sectores más masculinizados han estado marcados por la siniestralidad, y hasta hoy siguen muriendo muchos trabajadores, hombres, porque están en actividades más peligrosas. Negar esto por ejemplo sería un error y por supuesto debería de existir medidas más contundentes para reducirlo aún más.
Al igual que se exige a nivel inernacional reducir la siniestralidad se debería exigir mayor protección laboral a todas las mujeres que se dedican laboralmente a los cuidados, pero como, insisto, son ocupaciones de mujeres, al final no tienen la misma protección que las que se equiparan a las de los hombres.
Usted pone el ejemplo de la inmigración pero no es que aumente la oferta, porque además éstos se quedan segregados en muy pocas ocupaciones y al final lo que producen es un efecto sustitución. Los nacionales se mueven a otras ocupaciones mejor pagadas y los inmigrantes se quedan en las ocupaciones peor pagadas. Es lo que ocurre con la globalización. Cualquier persona que viaja a otro país ocupa los puestos que los nacionales no quieren. Y existen estudios que lo explican.
No, pongo el ejemplo de la inmigración en el cuidado a dependientes, sustituyen a los nacionales porque cobran menos, entre otros factores, y no veo que el sector de la población femenina que se dedicaba antes a esas labores ( y bastante mejor remunerada, por cierto) haya encontrado mejor empleo, dado que, entre otras cosas, las mujeres que se dedicaban a esa ocupación carecían de formación para otra cosa.
Sería de agradecer que, ya que defiende esa sustitución y la mejora del empleo local, alguna fuente donde se pueda comprobar esa mejora ( o, al menos el mantenimiento) de la renta del sector compuesto por mujeres sin formación mayores de 50 años
Parte de apriorismos, de que un empresario le pagaba a un camionero más por ser hombre , mientras que se paga menos a una limpiadora o a una cuidadora o a una peluquera ( ¿Y a los peluqueros?) por ser mujer y que la caida de salarios en el sector sanitario privado tiene más que ver con la feminización de la sanidad que con la aparición de multitud de facultades y escuelas donde se accede a los conocimientos para ejercer esas profesiones.
Así que, salvo prueba en contrario , aquí terina la discusión. Si aporta fuentes, yo comprobaré y buscaré fuentes, pero sobre cuestiones de fé y sobre el predominio del machismo – aunque se refleje en menos beneficios para el empresario- sobre la economía y la oferta y la demanda, como si vivieramos en una sociedad estamental pre-revolución industrial no discuto.
Y la globalización no es que las inmigrantes cuiden ancianos en España y las españolas se queden en casa, es otra cuestión un poquito más amplia y con bastantes más matices
Una artículo muy curioso, que recuerda a la Ley de Say (toda oferta genera su propia demanda…), y que simplifica de manera muy clara el mercado laboral…
Saludos