Educación

Aprendiendo a enseñar (o la importancia de los programas de inducción a la docencia)

1 Mar, 2016 -

¿Quién nos enseña a enseñar? La pregunta va más allá de teorías pedagógicas o didácticas de las diferentes asignaturas. La pregunta hace referencia a la sensación de enfrentarse por primera vez a un aula en la que habitan 30 estudiantes de edad indefinida que te escrutan con atención. La primera vez que un docente se enfrenta a esta situación, cuenta por todo argumento con el conocimiento de la asignatura que imparte y los aprendizajes, principalmente teóricos, que ha adquirido en el grado de magisterio o en el máster de formación del profesorado.

El periodo de inducción a la docencia lo forman aquellos meses en los que el profesor pasa de ser estudiante a ser capaz de desempeñar su labor de forma autónoma, y normalmente, debería de llevarse a cabo con la supervisión de un profesional experimentado, ya que es un período extremadamente exigente en lo profesional y en lo personal. En nuestro sistema educativo, según expresan los propios docentes, este proceso no se da con frecuencia. En España, según la OCDE, más del 60% del profesorado señala que no tuvo ningún apoyo formal en sus primeros años de docencia y únicamente el 4% de ellos contó con un mentor en el centro educativo.

Esta soledad a la que el profesor se enfrenta en sus primeros pasos en el aula es una situación que generalmente no cambia en el tiempo. En nuestro sistema educativo, según el informe TALIS 2013, más del 40% de los profesores señala que jamás ha recibido una valoración de su desempeño por parte de su equipo directivo o de otro docente que haya observado su clase. Hay por tanto un número muy elevado de docentes a los que nunca nadie ha visto enseñar, con lo que la posibilidad de verse reconocido o de mejorar su práctica, resulta sumamente complicada. Cuesta encontrar otra profesión en la que, cuando los profesionales comienzan a desarrollar su actividad, no cuenten con la supervisión, el consejo o el apoyo profesional (o personal incluso) de un colega más experimentado.

Sin embargo, la importancia de contar con docentes efectivos desde sus primeros años está bien acreditada. En Teachers matter: attracting, developing and retaining effective teachers (OCDE) se afirma: “la calidad de los profesores y de su enseñanza es el factor más importante del sistema educativo para explicar los resultados de los estudiantes”.

 Este hecho es especialmente relevante en ciertos entornos socio-económicos. Contar con docentes efectivos para los alumnos de contextos más desfavorecidos es básico, ya que en ellos, factores como el abandono escolar temprano aparece con mayor frecuencia. Varios estudios señalan que los estudiantes asignados a profesores efectivos tienen una probabilidad mayor de ir a la universidad o de estudiar carreras de ciclo largo. Los indicadores de la educación en España en 2014 nos revelan que “El entorno socioeconómico de los jóvenes es clave en el abandono. La renta disponible en los hogares juega un papel fundamental en la continuidad de los estudios, ya que en las familias con rentas más bajas la tasa de abandono es más del triple que en las familias con mayor nivel de renta. El nivel educativo de los padres también es un factor de importancia en el abandono, especialmente el de la madre.

Cabe preguntarse entonces, ¿qué es un buen profesor, un profesor efectivo que pueda tener un impacto en los alumnos que más lo necesitan? Algunas fuentes señalan que es aquel que incrementa el conocimiento acumulado por sus estudiantes, es decir, aquel que consigue que sus estudiantes aprendan, aunque en este contexto el desarrollo personal y de mentalidades clave (autoestima, confianza, propósito) en los alumnos será fundamental.

Entonces, ¿qué aspectos de la docencia pueden ser más eficaces a la hora de generar buenos resultados en los alumnos? Hace unos meses se publicó un estudio  del MECD en el que se combinaban encuestas para un grupo representativo de profesores con resultados académicos de alumnos de secundaria en nuestro país. Este análisis cruzado permitió determinar que algunas de las medidas que resultan más efectivas son la formación de los profesores en la asignatura que imparten (especialmente el doctorado), las metodologías (fomentar el trabajo de los alumnos en grupos reducidos) y que el profesor haya realizado cursos específicos de formación inicial del profesorado (“las puntuaciones de los estudiantes en PISA 2012 son sistemáticamente superiores en aquellos centros que disponen de un programa de iniciación profesional para profesores nuevos”)

También en la misma línea se manifiesta el trabajo llevado a cabo por John Hattie, quien tras compilar más de 50.000 estudios en educación señala la importancia de los dos primeros años en la vida de un docente como uno de los factores más decisivos a la hora de convertirse en un profesor efectivo.

¿Qué claves nos dan por lo tanto los estudios sobre el comienzo de la función docente? ¿Qué están haciendo algunos de los mejores sistemas educativos del mundo? Parece que algunas de las claves pueden pasar por 1) Atraer a los mejores perfiles a la educación (por ejemplo doctores en sus áreas de conocimiento) 2) Generar programas de inducción a la docencia con acompañamiento, especialmente en los dos primeros años de carrera 3) Utilizar la práctica reflexiva a través del retorno de alumnos y otros docentes y 4) Destinar a los profesores más efectivos a los centros de entornos socio-económico más desfavorecidos, para que puedan impulsar el desarrollo de los alumnos que más lo necesitan.

Siguiendo estas 4 líneas de trabajo, desde hace cuatro años la Fundación Empieza por Educar viene desarrollando en Madrid y en Barcelona un programa de inducción a la docencia, adicional al máster de formación de profesorado, con un componente de residencia en un centro escolar localizado en un entorno socioeconómico menos favorecido. El programa, remunerado y con una duración de dos años, permite que jóvenes profesionales seleccionados en base a sus perfiles académicos pero también en base a competencias clave en educación (empatía, pensamiento crítico, capacidad de motivar a otros…) comiencen su carrera en centros escolares con el apoyo de un tutor. Esta figura es un profesor experimentado que observa sus clases, comparte con los nuevos docentes cuáles son sus fortalezas y áreas de mejora y supone un apoyo profesional y personal.

La tutoría y el acompañamiento por parte de este tutor/mentor está centrada en la observación continuada de la práctica docente, completando la terna de formación, valoración de la docencia y reflexión guiada. El tutor guía sesiones de reflexión con el nuevo docente sobre su desempeño, ayudándole a ganar autonomía progresivamente.

El trabajo de este mentor, comienza con el apoyo al participante en la planificación de la clase, y continúa con la recolección de evidencias en el aula sobre diferentes aspectos de la docencia: la forma en la que se explica el contenido, la capacidad de motivar a los alumnos, si se permite que los alumnos trabajen de forma independiente o si hay un seguimiento de lo que los estudiantes están asimilando.

A través de estas observaciones, el tutor trabaja con el nuevo docente utilizando rúbricas en las que este se podrá autoevaluar, reflexionando sobre cuáles son los siguientes pasos que debe dar en las diferentes áreas para mejorar su práctica. El desempeño docente se analiza también utilizando datos obtenidos mediante  la Encuesta Tripod, desarrollada por Ron Ferguson en la Universidad de Harvard, que pregunta a los alumnos acerca de sus docentes y aula. Cuando se cruzan los datos académicos de los alumnos, el análisis de las observaciones de clase y las opiniones de los estudiantes en una encuesta estructurada, la imagen que el profesor recibe sobre su desempeño es muy clara y le permite potenciar sus fortalezas y desarrollar sus áreas de mejora.

A partir de aquí y a lo largo de dos años, los participantes en el programa tienen además acceso a sesiones formativas sobre diferentes metodologías educativas, con aplicación inmediata al aula, y también apoyo en el diseño de proyectos dentro y fuera del centro escolar que fomentan su capacidad de liderazgo. También se generan experiencias que ayudan al docente a entender la realidad de sus alumnos y el entorno educativo en el que crecen sus estudiantes.

Por lo tanto, a través del programa, por un lado se atrae a la educación y se seleccionan aquellos candidatos con alto potencial, por otra parte se les proporciona la formación teórica que aportan los masters de formación de profesorado, se complementa con formación específica eminentemente práctica para trabajar en contextos de especial complejidad y se realiza un seguimiento continuo de las evoluciones del profesor que inicia su desempeño en el aula. El programa además genera una comunidad de aprendizaje en la que se incorporan no solo los participantes en el programa sino también los docentes con los que comparten claustro. Encontramos evidencias del impacto de programas similares en otros países como Reino Unido o Chile.

Son ya más de 160 los profesores que han tenido acceso al programa, que supone una de las escasas experiencias que se están desarrollando en España para probar este modelo. Los resultados obtenidos hasta ahora son prometedores, tanto en cuanto a la mejora en el desarrollo académico y personal de los alumnos, en la formación de los futuros docentes y también en el grado de satisfacción de alumnos, familias, profesores y equipos directivos de los centros en los que se ha desarrollado la experiencia. En un momento en el que el llamado “MIR docente” está en boca de muchos, es importante tener puntos de prueba sobre lo que puede funcionar en el sistema educativo en cuanto a la formación inicial del profesorado. Esta experiencia puede ser una oportunidad de probar estrategias que están ya funcionando en algunos de los mejores sistemas educativos del mundo.


8 comentarios

  1. EB dice:

    Miguel,

    Por favor, explique a qué nivel de enseñanza se refiere su post. Si, para mi sorpresa, usted cree que ese nivel no afecta la formación de docentes, le agradeceré me explique por qué.

  2. gerion dice:

    Muy buen artículo. En los planes de acogida de cualquier empresa moderna se encuentra la asignación de un mentor o tutor para los nuevos empleados, durante el tiempo de adaptación requerido. Me cuesta pensar que en los centros educativos no exista la misma figura, como se apunta.
    Creo que se necesita más énfasis en el concepto de «evaluación continua» para el profesorado, de la misma forma que se aplica la alumnado. En algún otro artículo ya se mencionó que aunque los profesores comiencen ilusionados, acaban descuidando su labor docente por diversos factores, entre los que se encuentra la ausencia de una evaluación de desempeño real.

  3. Susana S. Marín dice:

    La inducción a la docencia es clave, y el seguimiento fundamental para mejorar y motivar.¿Cómo es posible que algo tan crítico para la sociedad esté tan abandonado y desprestigiado? Gracias por el artículo y por compartir la iniciativa de la Fundación Empieza por Educar que abre todo un mundo de interesantes mejoras. Mir Docente ya!!!

  4. L. Susana dice:

    Gracias por el artículo que argumenta muy bien las grandes necesidades de formación, acompañamiento y seguimiento que tienen los profesionales del ámbito educativo. Cuándo nos daremos cuenta del alto impacto que tiene en los modelos de sociedad que construimos, una buena base educativa con profesores motivados que se esfuerzan por impulsar lo mejor de cada alumno. Todo un descubrimiento lo que desde esta experiencia se está impulsando.

  5. Emilio dice:

    Me sorprende este planteamiento descontextualizado de la enseñanza con la elección de un momento concreto de la experiencia de enseñar que dependiendo justamente del contexto en que se plantee puede tener alguna significación o carecer de ella, contexto que de ser conocido nos daría pistas sobre la utilidad de una medida como ésta y de considerarse su necesidad tendría sentido hablar de su duración y características.

    Tengo la impresión de que se trata de soslayar el conjunto de medidas necesarias para la formulación de un nuevo modelo educativo y los obstáculos a remover en lo que ahora hay, como por ejemplo una importante revisión del proceso de selección de los futuros enseñantes y, por supuesto, de la formación que se imparte en las escuelas del profesorado.

    Sin estos antecedentes una medida como la propuesta podría carecer de cualquier sentido ya que sabemos de modelos que funcionan a las mil maravillas con haber garantizado una buena formación a sus profesionales y un riguroso proceso de selección. A partir de ahí el propio centro, las comisiones pedagógicas y los departamentos, así como la evaluación externa deben ser claves. Y por supuesto tener presente que el momento inicial no es el único momento de dificultad para los enseñantes.

    Pero es que a mí me plantea ciertas dudas esa figura del «sabio» conocedor de todos los secretos de la enseñanza, si como sabemos no existe un modelo único de profesor eficaz y competente que funcione igual de bien para todos los alumnos, porque la enseñanza tiene por supuesto una componente de «arte» al poner en juego todas las energías de la persona, como todos hemos tenido ocasión de comprobar a lo largo de nuestra experiencia educativa

    • gerion dice:

      En realidad el profesor eficaz es, entre otras aptitudes, capaz de adaptarse al estilo de aprendizaje de sus alumnos, sea activo, reflexivo, teórico o pragmático, evitando que su propio estilo predomine en su actividad docente – y existe un test online para conocerlo -. Esto lo saben los profesores, dado que forma parte de los contenidos de su programa profesional. Aunque el componente de «arte» es importante, la formación que reciben los docentes en sus planes de estudio les prepara para tratar el asunto de manera profesional.
      Otro tema es que el CAP sea o no obligatorio para los docentes en este país. Enseñar es mucho más complicado de lo que parece.

  6. Luis dice:

    Soy profesor. La educación no tiene solución, y en parte es debido a artículos y autores como este.

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