Nota del editor (Gonzalo): Tenemos el placer de contar hoy con la colaboración de Ana S. Cardenal (@ana_cardenal), profesora de la UOC e investigadora principal del proyecto Opinionet que nos ayuda a entender mejor el debate sobre la atención selectiva sobre noticias en Internet.
Las tecnologías digitales han multiplicado la oferta de información y con ello nuestras oportunidades de acceder a más información y más diversa. Pese a ello, en la literatura académica domina la idea de que las tecnologías digitales no servirán para ensanchar nuestros horizontes sino para reducirlos. Se asume que los individuos tienen una preferencia por la información similar y que al aumentar la capacidad de elección y las posibilidades de personalizar contenidos las tecnologías facilitarán el consumo de noticias de medios ideológicamente afines — lo que en la jerga académica se conoce como “exposición selectiva”.
En un post reciente, Gonzalo Rivero se hacía eco de esta visión recurriendo a una poderosa imagen, popularizada por Sunstein, que ha servido como metáfora a esta profecía: las cámaras de eco. Si como consecuencia de la mayor capacidad de elección y las posibilidades de personalizar contenidos que ofrecen las tecnologías cabe esperar que los individuos nos auto-segreguemos asistiremos a formación de cámaras de eco; esto es, espacios huecos donde rebota el sonido de nuestras propias ideas porque sólo nos exponemos a medios y personas con ideas afines.
Esta hipótesis – a partir de ahora la hipótesis de las cámaras de eco – sin embargo se apoya en un par de supuestos discutibles. En primer lugar, se asume que los individuos tienen una preferencia por la información afín. Pero esta evidencia no es concluyente; trabajos realizados en los años sesenta por eminentes psicólogos no hallaron pruebas suficientes que apoyaran la preferencia de los individuos por la información similar. También sabemos por estudios más recientes que bajo ciertas condiciones – no poco comunes — los individuos prefieren exponerse a puntos de vista diferentes; esto ocurre cuando se percibe que la exposición a otros puntos de vista aumenta la utilidad, por ejemplo, cuando la información es importante para tomar una decisión correcta o cuando hay que defender los propios argumentos ante otros. Finalmente, parece que no existe un paralelismo entre nuestra preferencia por la información afín y nuestra aversión por la información diferente: sentimos menos rechazo hacia la información diferente que amor por la información afín.
Pero incluso si fuera verdad que tenemos una preferencia por exponernos sólo a medios afines, ¿sería esta motivación suficiente para compensar el esfuerzo en vigilancia que supondría seleccionar sólo la “buena” información? Algunos escépticos piensan que no. Por otra parte, exponerse sólo a los medios ideológicamente afines supone tener los recursos cognitivos — el conocimiento político — para reconocer ex ante el contenido del mensaje al que nos vamos a exponer. Por ejemplo, un asiduo lector del ABC sabrá identificar un artículo de este periódico; es decir, sabrá de antemano la posición ideológica del periódico sobre la realidad que reporta; sin embargo, alguien que nunca lee este periódico y que no conoce de antemano la marca deberá terminar la lectura de alguno de sus artículos para reconocer en él una posición contraria a la suya, pero para entonces ya se habrá expuesto a una nueva lectura de la realidad política. Pues bien, sabemos que la mayoría de la gente no tiene el conocimiento político para identificar de antemano el contenido de todos los mensajes. En resumen, no existen evidencias concluyentes sobre nuestra motivación para exponernos sólo a ideas afines, y aunque tuviéramos la motivación este sería un supuesto exigente: exponerse sólo a mensajes afines requiere un nivel de conocimiento político que la mayoría no tiene.
El segundo supuesto sobre el que descansa la hipótesis de las cámaras de eco es que las tecnologías digitales facilitan la exposición selectiva, al aumentar la capacidad de elección y las posibilidades de personalización de los contenidos. Sin embargo, hay varias razones para pensar que en lugar de hacernos más selectivos aumentarán nuestra exposición a la diferencia. En primer lugar, con las tecnologías digitales es mucho más fácil exponerse a un amplio abanico de puntos de vista. A diferencia del mundo pre-Internet, hoy no cuesta nada acceder a los contenidos de medios de todo el rango ideológico. Es verdad que el que nos resulte más fácil acceder a estos contenidos no implica que lo hagamos. El argumento de las cámaras de eco es precisamente que la gente aprovechará esta diversidad para ser más selectiva en la información que consume. Sin embargo, existe una segunda razón: sabemos que la estructura básica de la red – los hipervínculos – y las redes sociales están modificando el patrón de consumo de noticias. Aumenta el número de gente que ya no accede a la información a través de las grandes marcas sino que lo hace a través de buscadores, agregadores de noticias y redes sociales. Estos nuevos espacios informativos, que alojan titulares de noticias de medios de muy diversas tendencias y que se caracterizan por ser ideológicamente neutrales, modifican el modo en que seleccionamos la información; a través de ellos, seleccionamos historias, y no marcas que nos garantizan ciertas interpretaciones de la realidad. En un trabajo en curso, dentro del proyecto Opinionet, estudiamos cómo cabe esperar que esta nueva forma de acceder a la información aumente las posibilidades de exposición a información diferente, tanto de forma accidental como cuando nos comportamos como activos buscadores de noticias.
Pero si existen buenas razones para esperar más exposición a la diferencia en Internet, entonces ¿por qué hay estudios que encuentran que las tecnologías digitales aumentan la exposición selectiva? Una parte de la respuesta está en la naturaleza de los datos. Muchos de estos estudios se basan en datos de encuesta donde la exposición a los medios se mide a través de lo que declaran los individuos no a través de lo que hacen, o se basan en diseños experimentales. Pero sabemos que los individuos tienden a declarar una exposición mayor a los medios de la que en realidad practican y que sus respuestas sobre qué medios visitan con mayor frecuencia están sesgadas por su ideología; tendemos a mencionar aquellos medios que son cercanos a nuestras posiciones ideológicas. También sabemos que los experimentos reducen artificialmente el espectro de elección de los individuos en la vida real. Resumiendo, ninguno de estos diseños captura de forma convincente la forma en que consumimos información en nuestra vida diaria, y esto, en parte, explicaría los resultados que obtienen estos estudios.
Precisamente con datos reales de navegación y medidas directas de exposición a los medios, trabajos recientes encuentran que no estamos expuestos a menos sino a más diversidad en el consumo de noticias por Internet. En contra pues de lo que vaticina la hipótesis de las cámaras de eco, no parece que estemos utilizando la tecnología para estrechar nuestros horizontes sino para ampliarlos. Es posible que como consecuencia en parte del nuevo entono mediático estemos ante audiencias más fragmentadas pero no más segregadas, al menos no en lo que concierne al consumo de noticias
No era consciente que mi opinión era la dominante en la literatura académica, sin embargo y temiendo resultar arcaico voy a defender esa idea.
A mi juicio, y basado en conceptos como el de «filter bubble» de Pariser, las redes sociales no son buenas para repartie información fuera sd circulia ideológicos. Las decenas de estudios de redes sobre las conversaciones en twitter van por esa linea, el último cambio de la dichosa plataforma sobre el filtrado de las impresiones que recibirán sus usuarios más as aun.
Creo que lo que hace diverger nuestros puntos de vista tiene mas que ver con la cantidad y la medida. Es obvio que se tiene mayor acceso ahora, aunque siempre te has podido leer un articulo de cualquier periódico en un bar, pero para decir que se hace más que antes, como propones, tendrias que comparar datos de encuesta antiguos, de los que dices no fiarte, con datos de navegacion modernos. Yo soy de lq opinión que si pudieramos poner un eyetraking a nuestros abuelos descubriríamos que esto de filtrar la atención no es nada nuevo.
De hecho, si pensamos en el número de dunbar, las grandes ciudades y toda ka discusión sobre la perdida de la comunidad en la modernidad, quizás se trate de un tema la mar de antiguo.
Perdon por la escritura que estoy en el móvil. Un saludo.
Yo creo que el efecto «cámara de eco» del que se habla en este artículo funciona igual tanto en el contexto de las redes sociales y las nuevas vías de transmisión de información como en las maneras tradicionales de comunicación de patrones informativos y sociales (padres/hijos, entorno geográfico y temporal, clase socioeconómica…).
Mi percepción intuitiva, nada científica, es que, en general, una mayoría repite los patrones y una minoría los rechaza (rechaza la «cámara de eco»), y excepcionalmente, se producen puntos de inflexión en los que la situación se invierte: una mayoría rechaza el patrón y es tan sólo una minoría quien lo conserva. ¿Cambio de paradigma o gatopardismo?
El mismo perro con distinto collar…
¿No es selectiva la compra de un periódico en papel o la elección del canal donde ves las noticias?
Al igual que el anterior comentarista reconozco que lo que digo no tiene fundamento empírico alguno aparte de mi observación. Dice el artículo: «Estos nuevos espacios informativos, que alojan titulares de noticias de medios de muy diversas tendencias y que se caracterizan por ser ideológicamente neutrales, modifican el modo en que seleccionamos la información; a través de ellos, seleccionamos historias, y no marcas que nos garantizan ciertas interpretaciones de la realidad». Puede que los buscadores agreguen noticias sin criterio ideológico (puede), pero los titulares de las noticias rara vez suelen ser ideológicamente asépitcas, es más, creo que son cada vez más ideológicos, con la finalidad de motivar que el lector pinche, en aquella que le resulte ideológicamente más atractiva. De todos modos, en mi opinión el problema reside no tanto en lo que uno lee, sino en lo que se hace viral y que constituye el «eco». La gente, a través de las redes sociales, no busca ampliar el conocimiento de los demás, ni darles una perspectiva innovadora, sino expresarse y buscar complicidad con sus grupos afines sobre los temas que le interesan. Así, uno puede leer contenidos de muy diversa índole, pero las noticias compartidas tienden a ser las que el individuo tiene más expectativa de que generarán un «megusta» o un «favorito», y, por tanto, suelen triunfar las de contenidos más estereotipados y titulares más sensacionalistas, las de más fácil digestión por los grupos afines, en detrimento de aquellos otros que puedan crear más controversia e incluso discusión. Y ése es el eco, lo que se comparte y se vuelve a compartir, hasta convertirse en una resonancia.
El problema principal de Internet no es que nos auto-segreguemos. El problema es la difusión de información falsa. Sí, a los muchos periodistas y académicos que viven de difundir información falsa, se agregan los bloqueos que las repiten sin verificar su calidad. En particular, muchos periodistas y académicos españoles no pueden hacer otra cosa que difundir información falsa porque son vulgares sirvientes de otros que no dan la cara. Por ejemplo, no hay artículo, editorial o columna de opinión en El País que no contenga alguna mentira –muchas contienen varias y algunas son una colección de mentiras.
NOTA: en este momento, El País trae este artículo
http://economia.elpais.com/economia/2016/02/29/actualidad/1456742610_261281.html
con 276 comentarios de gente sin formación en economía, incapaz de verificar la información entregada hoy por el Banco de España, ver
http://www.bde.es/bde/es/secciones/prensa/Agenda/Avance_de_la_ba_515a36e11f68251.html
cuyo análisis requiere saber bien cómo se construyen las estadísticas de balanza de pagos. Cualquiera que sabe Economía y en particular Economía Internacional pronto se da cuenta que el artículo es una gran mentira. En 2015, no ha habido nada especial en las estadísticas hoy presentadas que justifique hablar de fuga de capital.
Volviendo al post, Cass Sunstein un académico conocido pero sirviente produce muchísimos artículos académicos (se puede consultar su lista en SSRN) que promueven alguna mentira, muchas basadas en el cuento de que los demás son estúpidos pero él y sus amos no (por gracia divina, ellos parecen saber qué conviene que los idiotas hagamos). Probar las teorías falsas de Sunstein (falsas porque parte de supuestos cuestionables) es imposible y por eso jamás son consideradas teorías científicas.
Interesante.
El asunto es muy multidisciplinar y hay opiniones más o menos fundadas para todos los gustos. Del tipo «Pariser», citado por Juan Pizarro, al de EB que habitualmente ofrece argumentos difíciles de rebatir.
Las disciplinas en juego pasan, a mi modo de ver, por la Psicología de tipo Introspectivo –hoy todavía sumida en el ostracismo oficial–, por un mejor Análisis Mediático y de Contenidos de las tipologías de distribución de Datos-Información-Opinión por medios electrónicos. Estos tipos son mucho más diversos que los medios escritos u otros audiovisuales.
Nada de esta información cualitativa es accesible a través del Protocolo Internet y la medida de accesos. Demasiadas incógnitas difícilmente accesibles.
Lo que se conoce como redes sociales (unos recintos curiosos como Feisbuk de los que cada vez huye más gente bien formada mientras vemos graves dependencias y degradaciones) no se parece a los comentarios de lectores de la Prensa Digitalizada, la distribución «tuitera» de «pensamiento corto», las bibliotecas de videos o los programas multimedia online educativos que los hay buenísimos y con audiencias muy importantes y globales.
Es decir, lo primero sería entender mejor la inmensa diversidad que el medio ofrece.
Siendo consciente de la opinión de personas como Neil Postman –que alertó de los efectos negativos de los medios electrónicos en el desarrollo cognoscitivo infantil y en la maduración personal hace ya más de 30 años– mi impresión general es positiva porque ha permitido una radical expansión del acceso a información y una reducción dramática de tiempos de difusión así como poder conocer mejor lo que piensan otras personas.
De hecho en mi lectura de prensa cotidiana me fío más de los comentarios de lectores que de la postura del medio.
Los propios medios ven con alarma un gran distanciamiento de sus lectores electrónicos y frecuentemente su profunda discrepancia.
Revistas electrónicas Ideologizadas y bastante Sectarias tipo «Social Europe» acaban de suprimir comentarios abiertos de los lectores. Se quedarán con los adictos pero esta es una población decreciente.
Los veteranos de este Medio recordarán los Antiguos Foros de El País. Los que cerraron porque los hilos temáticos más audiencia (más de un millón de visitas al año) eran siempre de posiciones opuestas a las posturas y afinidades del Medio. Lo mismo sucede con La Vanguardia con hilos que en temas conflictivos han llegado a registrar hasta 20,000 comentarios de lectores en 24 horas.
En Internet es posible ver que lo que genera gran audiencia es la discrepancia activa. El debate. Justo lo contrario de la función clásica de los medios anteriores que siempre la han reprimido.
Como se está tratando de limitar en este medio. Por cierto, dicen los profesionales de este asunto que en todo Occidente solo hay 5 Grandes Grupos Mediáticos. Está todo muy controlado y este es nuestro gran problema…………………….. De qué y de quién viven los medios.
Saludos