Educación

¿Trabajo en el sitio equivocado? El fenómeno de la sobrecualificación

9 Feb, 2016 - - @san_nieto

Invertir o no en educación superior es una de las decisiones más importantes a las que se tiene que enfrentar un individuo a lo largo de su vida. Gran parte de los que se animan a hacer esta inversión lo hacen con la expectativa de mejorar sus oportunidades laborales en el futuro, y no se equivocan: los colectivos con mayor nivel educativo tienen una mayor tasa de actividad, mayor tasa de ocupación y menor tasa de desempleo que aquellos con un nivel educativo menor. Sin embargo, ¿podemos considerar casos de éxito de la educación superior a biólogos que trabajan de dependientes o economistas con ocupaciones de administrativos? Probablemente no. Este tipo de desajuste entre el nivel educativo del trabajador y el nivel requerido en su puesto de trabajo se conoce como sobrecualificación.

Los trabajadores sobrecualificados no son casos excepcionales, ni una consecuencia exclusiva de la crisis económica y la posterior destrucción masiva de empleo. Tal como indica el gráfico que se muestra a continuación, alrededor de la mitad de los países de la UE-27 tiene un porcentaje medio de más del 15% de trabajadores sobrecualificados para el periodo comprendido entre el 2001 y 2011. Entre ellos destaca el caso de España, donde el 22% tiene un nivel educativo mayor al requerido en su puesto de trabajo.

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Además, el fenómeno de la sobrecualificación es un estado permanente para la mayoría de estos trabajadores. Existe una especie de “trampa de la sobrecualificación” en la que una vez se está sobrecualificado, disminuye la probabilidad de cambiar a un nuevo trabajo adecuado al nivel educativo del trabajador.

Pero, ¿debe preocuparnos que haya trabajadores sobrecualificados? La respuesta es que sí, no solo por ser un fenómeno importante y permanente, sino por la multitud de consecuencias negativas que conlleva a la mayoría de agentes económicos.

En primer lugar, afecta a los propios trabajadores sobrecualificados. Gran parte de la literatura académica se ha centrado en analizar el efecto de la sobrecualificación en los salarios. Los resultados indican que los trabajadores sobrecualificados reciben un salario superior al de sus compañeros de trabajo que están adecuadamente educados, pero es inferior al que deberían obtener en un trabajo adecuado a su nivel educativo. Por otro lado, pueden padecer problemas de salud como una menor autoestima o síntomas de depresión, factores que pueden repercutir negativamente a su productividad en el trabajo. Experimentan, también, menor satisfacción laboral y menor satisfacción general con la vida.

En segundo lugar, la sobrecualificación puede tener un efecto intergeneracional en el rendimiento académico de los niños. En un estudio reciente hemos encontrado que los estudiantes con alguno de sus padres sobrecualificado muestran un rendimiento educativo menor al de los estudiantes cuyos progenitores tienen un nivel educativo adecuado al que requiere su puesto de trabajo. Una posible explicación a este resultado es que los hijos de padres sobrecualificados pueden infraestimar los beneficios de la educación al ver que sus padres no cumplieron sus expectativas laborales.

Por último, la sobrecualificación afecta también al conjunto de la economía a causa del desaprovechamiento de recursos económicos públicos. La inversión pública en educación superior conlleva numerosos beneficios sociales y económicos en los países que la realizan. Los beneficios económicos se obtienen principalmente mediante la recaudación de impuestos, ya que aquellos con estudios superiores tienen mayores salarios. Sin embargo, si la proporción de sobrecualificados es elevada habrá un número importante de trabajadores que reciben un salario inferior al esperado y, en consecuencia, la recaudación (vía impuestos) de la inversión en educación también será menor a la esperada.

Una cuestión importante que no se suele considerar en el análisis de la sobrecualificación (por falta de datos), es el papel que juegan las competencias y habilidades de los trabajadores. Trabajos recientes advierten de la existencia de una variabilidad importante de competencias y habilidades entre personas con el mismo nivel educativo. Por ejemplo, una persona puede haber adquirido un título universitario que le da acceso a determinados trabajos cualificados pero que no los pueda conseguir por no tener las competencias o habilidades necesarias para desempeñarlos correctamente. En consecuencia, esta falta de competencias le puede llevar a obtener un trabajo para el cual esté sobrecualificado, concepto que se conoce como “sobreeducación aparente”.

La reciente base de datos PIAAC de la OCDE, que mide objetivamente las competencias numéricas y de comprensión lectora de la población de diferentes países, nos permite tener una idea sobre la relación entre la sobrecualificación y las competencias. Los datos muestran que, sorprendentemente, el 83% de los trabajadores sobrecualificados de todos los países considerados tiene el nivel justo de competencias para el trabajo que desempeña. Este porcentaje corresponde a un 75% para España. En otras palabras, parece que la mayoría de sobrecualificados tiene un déficit de competencias con respecto a los demás trabajadores con el mismo nivel educativo. Así pues, su menor nivel de competencias puede ser la causa de la sobrecualificación y, por lo tanto, de las consecuencias a los diferentes agentes que he detallado anteriormente.

Ante esta situación, ¿qué se puede hacer para reducir la sobrecualificación? El diseño de políticas tanto en el ámbito laboral como en el educativo es clave. Por un lado, deberían ser útiles diferentes acciones para incentivar la creación de empresas de elevado valor añadido y aumentar así la demanda de trabajadores cualificados. Por otro lado, la existencia de “sobreeducación aparente” pone de manifiesto la necesidad de diseñar políticas educativas para mejorar la adquisición real de competencias durante la realización de los estudios e incentivar la formación a lo largo de la vida.


15 comentarios

  1. En un mercado laboral como el español, donde el desempleo campa a sus anchas, la sobrecualificación acaba siendo la norma.

    Con trescientos candidatos para cada puesto de trabajo, la capacidad de selección la tiene el empleador, no el empleado, que se ve abocado a aceptar cualquier puesto ante la eventualidad de quedarse sin ninguno.

    Esto ha ocurrido en España siempre. Incluso en los mejores momentos de las burbujas, allá por 2006 o 2007, teníamos tasas de paro del 10% o el 12%, que empiezan a ser suficientemente altas como para que el trabajador cualificado se vea obligado a aceptar casi cualquier cosa. El riesgo de no hacerlo es demasiado alto. No les digo nada cuando el desempleo llega al 25%…

    Solo un mercado laboral flexible que emplee permanentemente a más del 90% de quienes quieren trabajar, le da el poder a éstos a la hora de buscar empleo y aceptar el que se adapta a su cualificación. Mientras en España vayamos por otros caminos, paternalistas, quien gana es el empleador y quien pierde es precisamente aquél a quien se quiere sobreproteger.

  2. José Luis dice:

    Yo no infravaloraría la reducción de la calidad de la formación. Un titulado universitario actual ¿tiene los mismos conocimientos que un titulado de hace 20 años o lo único que tienen en común es el nombre del título?

    Eso sin considerar otros factores como otras competencias no valoradas en un título, como saber hablar en público, o incluso la divergencia entre los conocimientos exigidos por el mercado laboral y los ofrecidos por una titulación. Quien haya entrevistado candidatos para un puesto sabrá a qué me refiero.

    • Mario dice:

      Sin negar nada de lo que has dicho, también debe ayudar que en este país el 90% de los procesos los puede realizar un chimpancé entrenado. En muy pocos trabajos hacen falta conocimientos que no se puedan adquirir en 3-6 meses de formación. Incluso en las ramas complejas del saber, el grueso del trabajo es rutinario y mecánico, y los ordenadores y la tecnología hacen que no necesitemos casi gente muy bien formada, sino más bien gente capaz de seguir protocolos y manejar equipo.
      Por eso (y muchas más cosas, claro), para muchos trabajos puedes contratar a un biólogo con máster y doctorado o a un grado medio y obtener resultados parecidos.
      Todo ello para el nivel de «eficiencia» que se espera en este país, claro. Si quisiéramos optimizar procesos, ser productivos y todas esas cosas, si que vendría bien gente formada. Pero me da en la nariz que no muchas empresas consideran eso prioritario.

  3. gerion dice:

    En cualquier caso, la sobrecualificación también es el resultado de acciones políticas basadas en demagogia, nepotismo y prevaricación. Si a una familia le cuesta lo mismo que los jóvenes estudien en la Universidad frente a que hagan módulos profesionales – porque vivan cerca de una, por ejemplo -; si hay que crear una cátedra porque el fulano que va a ocuparla es primo del alcalde; o si hay que llevar la contraria al gobierno anterior que restringió el acceso a la universidad x. En cualquier caso, son decisiones movidas únicamente por intereses particulares de un grupo frente al bien común.

  4. Minded dice:

    Enhorabuena al autor de este artículo. Acaba de inventar la rueda redonda, circular y con circunferencia.

    En España existe la sobrecualificación desde la Transición. Y carreras que te llevan directamente a la cola del paro, pero que año tras año están llenas porque «me he matado a estudiar lo que me gusta, así que el Sistema me debe a mí, y no al vecino, un puesto de trabajo relacionado con lo que he estudiado. Y bien pagado, por supuesto.»

    • navarta dice:

      Bueno, eso era así hasta hace bien poco, pero quien iba a decir en la Transición que veriamos colas de arquitectos en paro, cuando hasta hace poco ellos se dedicaban a jugar al golf mientras sus aparejadores y delineantes hacian el curro.
      Ingenieros en paro y mileuristas a patadas, eso no habia visto jamás, ni antes ni durante la última burbuja.

    • juan dice:

      No hay carreras que lleven automáticamente a la cola del paro, hay un sistema productivo que no los absorbe, en parte por falta de visión y en parte porque los titulados de ciertas titulaciones parece que como meta solo ven la docencia o empleo público (en eso te doy la razón).

      Sobre esto escribí en su momento https://medium.com/p/sobre-los-estudios-de-humanidades-y-la-empleabilidad-f28420364c76

      Y luego existe el problema de pensar como auto-rentistas del capital humano. Un esfuerzo temporal de estudio y económico de padre o el estado me tiene que generar una renta perpétua con «calidad de vida».
      Contrasta con un país donde su tejido industrial lo levantaron mayormente gentes sin formación ni capital.

      • Pescador dice:

        Sin formación, puede, por lo menos formación académica, pero sin «capital», entendido como dineritos en metálico o hermosos y protegidos monopolios, no se levanta ni el viento. Amancios, como Messis, son fenómenos puntuales y muy escasos.

        • juan dice:

          Cuando uno es de un pueblo industria ve que no es así, no hay que ser un outlier como A.Ortega. Hay gente con fábricas de 30, 50, 100 personas que compartieron post-guerra penosa y hambre con los que fueron luego sus trabajadores. Hasta hace 30 años, las cajas y bancos financiaban economía real y gente inquieta avalaba con lo que tenía nuevas instalaciones.
          Eso sí, los herederos tienden a ser «extractivos» y si pueden sacar el capital y ponerlo en solares o pisos…que estar todo el día pensando que hacer nuevo y que vender o donde exportarlo es muy jodido.
          Existe un mundo donde empresarios y trabajadores disputan, hay huelgas por nuevos convenios, y luego comparten indistinguiblemente comparsas de moros y cristianos o casales falleros.

          • Pescador dice:

            Si, existió una vez gente que podía salir de la nada y que podía encontrar dinero para seguir su sueño, pero desde que el ladrillo y la economía financiera se impusieron -la globalización y la fábrica del mundo también importan…- ese mundo se acabó.

  5. Desde luego, un tema de trascendental importancia y muy ligado al modelo productivo. Desde Universidad, Sí, hemos tratado este y otros muchos temas de actualidad y reforma universitaria:

    Expertos en el campo de la Educación Superior como Pello Salaburu, Juan Carlos Rodríguez o Miguel Ángel Sancho nos han aportado su visión (http://www.universidadsi.es/?s=sobrecualificaci%C3%B3n).

    Encantados de contribuir al debate de la reforma de la Universidad.

  6. Buen post. De todos modos me permito hacer un comentario. Estoy lanzando un proyecto educativo y me he tenido que empapar sobre el tema. Yo creo que el problema no esta en un exceso de educación y aprendizaje. Lo que deriva en lo que se denomina sobre-calificación. Sino que el problema está en el foco. Hablo de mínimos circunstanciales. Una educación donde prima la creatividad y el desarrollo personal. Ambas son competencias básicas. Todo lo demás viene después. Asimismo, es necesario un cambio en la política de contratación de los equipos de recursos humanos de las compañías. Pero ese es otro tema. Un saludo

  7. Orange dice:

    Más bien, hay pocos puestos de trabajo que se correspondan con el nivel de cualificación de los licenciados universitarios. Más que hablar de «sobrecualificación», habría que hablar de escasez de puestos de trabajo cualificados. Si no cambiamos el lenguaje, la «sobrecualificación» nos lleva inevitablemente al debate sobre el excesivo número de estudiantes universitarios. En cambio, con otros términos se pondría más el acento en que esos jóvenes no encuentran oportunidades de trabajo.

  8. Javi G. Suárez dice:

    Es muy interesante la reciente opinión del vicepresidente de RRHH de Google al respecto: Desconfían de la cualificación de los universitarios y ya no consideran un título universitario como necesario para trabajar en su empresa porque básicamente la forma en que se estudia en la universidad no invita a enfrentarse con problemas para los que no hay una respuesta obvia.
    http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013-06-28/el-expediente-academico-no-sirve-para-nada-asegura-el-responsable-de-rrhh-de-google_501910/
    http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-02-11/expediente-academico-no-sirve-nada-google-kpmg-pricewaterhouse-deloitte-ernst-young_1150165/

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