Al comentar las dinámicas electorales acostumbramos a prestar mucha atención a la posición de los partidos en los distintos temas y la situación de estos en el llamado eje izquierda-derecha. Sin embargo, hace tiempo que sabemos que casi tan importante como la posición tomada, es la decisión del partido sobre los conflictos en los que posicionarse. Es decir, los temas alrededor de los cuáles hacen girar el discurso del partido esperando que lleguen a ser los temas que centran el debate político.

No todos los partidos son percibidos igual de fuertes en todos los conflictos y por lo tanto, los partidos prefieren ser evaluados en base a temas en los que tienen una ventaja competitiva que en base a temas en los que no. Si el debate público gira alrededor de temas en los que el partido es considerado competente es probable que éste tenga una ventaja respeto otros que son considerados menos competentes o a los que les cuesta tener una posición clara y definida en el conflicto. Es lo que se ha llamado el “conflicto de conflictos«. Estas elecciones no son una excepción. Como se demuestra por ejemplo, en los datos recogidos por CECUBO en su estudio sobre la Agenda Mediática de la Campaña, los distintos partidos no han hablado con el mismo entusiasmo de los distintos temas.

Sin embargo, y a pesar de lo que a veces se asume, que los partidos hablen de unos temas u otros no significa que los votantes les sigan acríticamente. Los votantes tienen sus propias agendas con sus propias prioridades y por lo tanto los partidos no son los únicos actores relevantes en el conflicto de conflictos. ¿Cómo se va a traducir todo esto en el comportamiento electoral de los españoles? ¿Qué temas explican mejor el comportamiento del electorado el próximo día 20 de diciembre?

Para responder a esta pregunta podemos coger los datos del estudio pre-electoral del CIS que incluye una batería de preguntas sobre qué partido consideran los votantes que es el más competente en los distintos temas políticos y analizar cuál es el impacto cada uno de estos temas en el voto declarado por los ciudadanos[1].

Como demuestra el gráfico, el empleo y la educación parecen ser los temas que mejor explican el voto en estas elecciones. Si a estos dos temas le sumamos el, nada despreciable, impacto de la economía, podemos concluir que los temas de productividad y economía van estar a primera línea de los votantes al decidir su voto. Algo nada sorprendente en un país que aún sufre graves problemas económicos.

En segundo lugar nos encontramos una batería de temas que, sin tener un impacto tan grande, tienen un impacto considerable en el voto y que están ligados a temas de carácter más social como son la igualdad de género o el medio ambiente. También el estado de las autonomías y el modelo territorial parece explicar una parte importante del voto. Curiosamente, y contrario a lo que está pasando en otros países, ni la crisis de la refugiados y ni la crisis griega ni ninguno de estos temas que han saltado a la agenda de los medios en estos últimos meses parecen haberle dado mucha fuerza a los temas de la agenda europea. Ni la  inmigración, ni la seguridad ciudadana ni la Unión Europea parecen pesar mucho en la mente de los españoles a la hora de decidir su voto. Ser considerado como competente en estos temas no da una gran ventaja para los partidos.

Sin embargo, podría ser que los temas no fueran igual de importante para todos los partidos. Especialmente en un sistema como el que esta emergiendo en España, con más de dos partidos y competición multipartidista, ciertos temas pueden explicar mejor el voto a unos partidos que a otros. Para comprobar estas diferencias, podemos estimar el peso de estos mismos temas a la hora de explicar el voto para cada uno de los partidos por separado [2].

Como demuestran los gráficos, existen diferencias importantes entre partidos en cuánto a los temas que mejor explican su voto. Por ejemplo, los temas de seguridad ciudadana tienen una importancia relativa mayor para el voto al Partido Popular que para los otros partidos. Y la percepción de competencia en la gestión de la inmigración es más rentable para Cs que para el resto de partidos. También el tema territorial afecta distinto a PP y Ciudadanos que a Podemos y el PSOE, en los últimos la buena percepción del partido en el tema tiene un impacto menor que en los primeros. Entre los temas económicos destaca la importancia que tienen para los nuevos partidos ser concebido como el más competente en educación y empleo. Los datos del CIS indican que en términos globales los nuevos partidos aún son peor valorados que PSOE y PP en cuánto a competencia de la gestión económica, pero entre los ciudadanos que los ven competentes, la probabilidad de votarlos incrementa mucho. Por último vemos como la igualdad de género tiene importancia sobre todo para explicar el voto al Partido Socialista y Ciudadanos, los dos partidos que han promovido y criticado las leyes más emblemáticas en el tema.

Estos datos confirman las nociones que la investigación académica ha desarrollado para entender que temas afectan más al voto de los ciudadanos. Sobre todo la idea de que para que un tema sea relevante a la hora de explicar el voto es necesario que el partido tenga una posición clara y nítida en el tema, y sea concebido como el defensor o propietario (owner en inglés) del tema o la posición que defiende. La falta de partidos que movilicen  ciertos temas, limita el impacto éstos en el voto. Es importante comentar, sin embargo, que estos datos podrían cambiar el día 20 de diciembre cuando los españoles acudan a las urnas. Al fin y al cabo, cuando la encuesta del CIS se realizó la campaña ni siquiera había empezado y por tanto cualquier hipotético impacto de los debates que estamos teniendo estos días en el voto no aparece en estos datos. Habrá que esperar a ver si el estudio post-electoral del CIS confirma las intuiciones presentadas después de las elecciones.

[1] El impacto de los temas en el voto se ha estimado con un modelo logístico condicional con voto+simpatía como variable dependiente. Además de la propiedad de los temas, el modelo incluye también una batería de controles individuales como son las valoraciones de los líderes de los 4 grandes partidos, la valoración de la situación política del país, el sexo y la edad.

[2] Los modelos son estimados con modelos logísticos binarios con variables dicotómicas indicando si el individuo tiene previsto votar para el partido o no como variables dependientes y las mismas variables independientes del anterior modelo.