Política

Soluciones obvias y equilibrios (no demasiado) lejanos

6 Nov, 2015 - - @egocrata

La principal paradoja del debate político catalán de estos últimos años es que todo el mundo en el fondo sabe perfectamente la solución al problema. Las encuestas, y el debate político en Madrid y Barcelona, señalan con meridiana claridad que un acuerdo político que combine mayor autogobierno y un cierto blindaje constitucional contra recentralizaciones unilaterales es la salida obvia. Un porcentaje considerable de votantes de Junts pel Si prefiere un acuerdo al riesgo de una secesión, y todos los partidos estatales (incluso el PP) están dispuestos a aceptar una reforma constitucional. En el espacio negociador, hay claramente un punto donde la mayoría independentista se difumina que sería aceptable para un grupo de partidos suficiente para retocar la ley fundamental.

Esto no ha evitado, sin embargo, que la política catalana se haya metido en una especie de día de la marmota de protestas constantes y cerrazón negociadora durante los últimos cuatro años, culminando con la declaración independentista en el parlament. Tras tres elecciones autonómicas con resultados funcionalmente idénticos debería ser obvio que esto no se va a resolver en las urnas, pero todo el mundo parece estar más preocupado en lanzar declaraciones altisonantes que en querer resolver nada.

El motivo, como de costumbre, son los incentivos a uno y otro lado del debate. En Madrid, los partidos nacionales tienen dos opciones, ofrecer un acuerdo o mantenerse inflexibles.

Si todos los partidos ofrecen pactar una reforma constitucional, esto sería visto como un compromiso creíble desde el centro, y una mayoría holgada de catalanes aceptaría el nuevo sistema. El problema, sin embargo, es que en caso que el acuerdo no sea unánime el partido estatal que se opone a la reforma sacará réditos electorales al dar una imagen de firmeza, y la propuesta del resto perderá credibilidad. Aunque todo el mundo preferiría salvar la unidad de España con una reforma razonable, todos tienen incentivos electorales para ser rehuir o rechazar un acuerdo. Es un dilema del prisionero clásico, con el PP controlando la agenda.

En Barcelona, mientras tanto, los partidos secesionistas son conscientes que una cantidad considerable de sus votos son «prestados», y dependen de la falta de acuerdo con Madrid. Por añadido, ERC y la CUP saben que un sector considerable de CDC es «blando» y estaría dispuesto a aceptar una reforma federalista creíble. La estrategia de los independentistas «puros»,como consecuencia, es complicar la vida a los partidos de Madrid a base de provocaciones (haciendo más atractiva la inflexibilidad unionista), y torturar a CDC exigiéndoles gestos de desobediencia, sabiendo que no tienen más remedio que apoyarles. La paradoja, en este caso, es que el votante mediano catalán estaba seguramente cerca de UDC en estas últimas elecciones, pero la polarización del debate y el inmovilismo de Rajoy han hecho que eso fuera irrelevante.

La solución obvia del debate territorial en España  pasa por que los partidos nacionales dejen de sacarse los ojos cada vez que alguien menciona una reforma constitucional viable. Esto requiere un acuerdo entre los 3/4 grandes partidos para despolitizar las negociaciones, comportarse como adultos y ofrecer un modelo autonómico sólido y aceptable por las minorías nacionales del país. Ya he descrito los componentes principales en otra parte, así que no voy a repetirme; como problema de diseño institucional no es demasiado complicado.

Políticamente, por supuesto, es otro cantar. Primero, los líderes nacionales deben tener paciencia, y evitar caer en el juego de confrontación de los secesionistas. Una respuesta excesiva a tonterías simbólicas como una declaración parlamentaria de fantasía (nota: como norma general, si un texto tiene la palabra empoderamiento es un chiste) no hacen más que dar más motivos de victimismo, y hacen cualquier propuestas de reforma posterior menos creíble.

Segundo, es hora que se den cuenta que si no hacen nada para solucionar el problema, el daño derivado de no cooperar se acumula, y puede que acaben con una mayoría secesionista sólida en Cataluña, no la pluralidad con «blandos» que tienen ahora. Los dilemas del prisionero, si son repetidos, permiten que los jugadores buscar mecanismos de reciprocidad para empezar a colaborar, así que es cuestión que empiecen a hacerlo.

Tercero, no estaría de más que los votantes dieran el 20-D un resultado electoral que forzara los partidos a colaborar. Algunas encuestas recientes daban escenarios en que ninguna coalición «natural» (PP con Cs, PSOE con Podemos e IU, PSOE con Cs, incluso PSOE con PP) tenía suficientes escaños para formar una mayoría estable. Ese sería el resultado ideal para una reforma constitucional, ya que los partidos estarían obligados a cooperar. Dudo mucho que electorado vaya a coordinarse para generar un resultado así, pero cualquier parlamento sin mayorías absolutas y donde el PP (porque una reforma constitucional sólo será creíble si les incluye) tenga incentivos para cooperar será suficiente.

Ante todo,  vamos a necesitar paciencia. Paciencia en Cataluña porque la secesión es realmente una quimera, y el debate real será en Madrid. Paciencia en el resto de España porque la reforma constitucional traerá el habitual coro de histéricos diciendo que un sistema fiscal descentralizado representa la victoria del fascismo y la muerte de la nación a pesar que es un cambio perfectamente razonable, y que muchas de las demandas nacionalistas tienen sentido. Paciencia (y comprensión) para todos porque durante esta campaña electoral vamos a escuchar muchas tonterías desde ambos bandos, y muchos políticos dirán que nunca aceptarán cosas que acabarán pactando de aquí unos meses.

Lo que no podemos olvidar, insisto, es que esto tiene arreglo. Por mucho ruido, furia e indignación que haya, los problemas pueden solucionarse.


53 comentarios

  1. […] Soluciones obvias y equilibrios (no demasiado) lejanos […]

  2. heathcliff dice:

    El caso, Roger, es que esa reforma constitucional debería pasar luego por un referéndum, y el caso es que, como muchas veces se ha publicado aquí, el tema territorial está muy dividido, con un tercio de españoles favor de más descentralización, un tercio a favor del status quo, y un tercio de partidarios de la recentralización de todo.

    Y así las cosas, creo que en cierto modo nos estás diciendo que los federalistas deben imponerse a los otros dos tercios por bien de la concordia. Pero no lo veo políticamente viable, precisamente por la ausencia de una mayoría que sustente esa solución.

    Como bien dices, el partido que en Madrid mantuviese una imagen de firmeza sacaría un rédito electoral, y eso no se baja de un árbol, sino del hecho, cierto y palpable, de que hay un gran bloque de españoles que desea firmeza. ¿Cómo se puede obviar a ese bloque, como si no existiese?

    Hay un hecho que dejas fuera del análisis: que todo lo que sea, a día de hoy, ceder lo que sea, te entierra en las elecciones de diciembre. Y no es casual: es porque hay mucha gente, muchísima, que está harta. Por eso es tan peligroso electoralmente ceder.

    Sin los españoles los que no quieren ceder y los que castigarán a cualquiera que ceda. Ese es el problema.

    • jgs dice:

      El problema no es ese. El problema es el nacionalismo. La prueba: que hasta personas sensatas, como el autor del artículo parece ser en el resto de los asuntos que aborda, tratándose del nacionalismo catalán pierde cualquier sensatez y raciocinio, solo hay que leer el comienzo del artículo: «…hay un punto donde la mayoría independentista se difumina…». ¿Dónde está esa mayoría? Y el resto de cansinas afirmaciones sobre la «negociación» o el «blindaje», etc.
      «Recentralizaciones unilaterales» ¿Qué disparate es ese? ¿Quién las promueve? En España solo ha habido un proceso enorme de descentralización en los últimos 30 años.
      ¿Pero es que ustedes no pueden entender que hay una inmensa mayoría (de españoles) que no está dispuesta a ser extranjera en su tierra, una tierra que se llama Cataluña?
      Vamos a ver, si los catalanes aprobaron por el 90 % la Constitución vigente, que declara la soberanía del pueblo español, ¿de dónde se saca usted que los españoles, incluidos los catalanes que no votan a Juntos por el sí, tengan que aceptar (y blindar) reformas constitucionales que atenten contra principios fundamentales de cualquier estado democrático, como la igualdad de todos los ciudadanos vivan donde vivan?
      Lamentablemente, muchos hemos perdido la esperanza de que tantas personas razonables en todo lo demás, lo sean también en este asunto perverso del nacionalismo. La decepción, y probablemente el aumento del rencor hacia sus conciudadanos, solo parece que pueda venir por la vía de los hechos. Lo que no puede ser es imposible.

      • Miguel dice:

        ¿Y porqué el blindaje constitucional debe ser sólo contra contra lo que no vemos por ninguna parte (esas fantasmales «recentralizaciones unilaterales»), y no en cambio contra lo que sí estamos viendo desde el 93 (la transferencia continuada de competencias a cambio de apoyos parlamentarios)?

  3. Luis González Durán dice:

    No sé si queriendo o sin querer se ignora a Podemos. Como partido nacional, no responde en absoluto a la lógica que se plantea (muy razonablemente) para los otros 3 partidos ‘nacionales’.
    Yo os supongo rigurosos pero sin embargo estáis ignorando muchas cuestiones que tienen que ver con Podemos que se pueden observar yá y que os van a obligar a hacer muchas piruetas para explicarlas a posteriori.
    ¿Cómo explicaréis la mejora de los resultados de Podemos en Cataluña?
    ¿Cómo sumareis los resultados en Galicia y en el País Valenciano?
    Si miráis con gafas antiguas no veréis lo nuevo.

  4. Korben dice:

    Creo que se hace un análisis superficial y se dan como verdades absolutas lo que no son mas que opiniones.

    Como todo el mundo sabe, el famoso “cupo vasco” es un camelo sin contenido, al final no pagan nada por todos los servicios que les damos todos los demás españoles: defensa, jefatura del estado, servicios exteriores, embajadas, incorporación a europa y defensa de intereses, inteligencia, integración en múltiples organizaciones internacionales, etc…

    No me extraña que los vascos estén tan callados, solo les tocaría perder. Lo tienen muy claro. No me gusta para nada esa situación, pero es asumible, es una parte pequeña de PIB. ¿Queremos lo mismo con Cataluña?. Lo suyo es suyo, y lo de los demás, para todos. Pues yo voto NO.

    Prefiero que modifiquen la Constitución en el sentido de admitir la autodeterminación de los territorios:

    – Máximo un referéndum cada 10 años. No podemos estar jodiendo todo el día.

    – Mayorías cualificadas. Debe de votar al menos un 75% de la población y el SI debe superar el 75% de los votos. (Referéndum en Ucrania en 1991: voto el 84% del censo y el SI alcanzo un 90% de los votos).

    – Condiciones claras: deben de asumir su parte de deuda y otras prebendas.

    – Compromiso de lealtad: deben de obligarse a no pedir mas territorios (ya sea Navarra, Baleares, Valencia, etc…).

    O juegan con las reglas de todos o que se vayan, pero ya. No podemos estar así toda la vida.

  5. durruti77 dice:

    No acierto a entender el rechazo a la federalización de España, ¡¡si España ya es federal!! Hecho de tapadillo y forma vergonzante, pero Navarra o Euskadi ya tienen iguales competencias que muchos estados federados.
    De lo que se trata es de ponerlo por escrito y organizarlo bien (ese Senado…). Tampoco creo que haya una mayoría de españoles en contra: habrá españoles que no quieran más autogobierno, pero no veo por qué tiene que importarles lo que tengan otros. Que un murciano no quiere Hacienda propia, vale. Pero que deje tranquilo a los catalanes que la quieren.
    Por otro lado, no estoy de acuerdo con que se necesite al PP para la reforma constitucional: total, tampoco votaron la Constitución en su día. Creo que si el PP se queda en un 25% de votos, y hay acuerdo de los demás partidos no debe importar.

    • Tenpao dice:

      A muchos españoles, por lo que sea, les horroriza que haya otros españoles con más derechos en lo que sea. No valoran la posibilidad de que su Comunidad Autónoma se pueda diferenciar en sus políticas para adecuarse a las preferencias de sus habitantes, prefieren uniformidad en todas partes. Esto se ve a muchos niveles, por ejemplo yo trato con muchos estudiantes universitarios y lo que les gustaría es que su carrera fuera exactamente igual en todas las universidades, esa posibilidad que existe (bastante limitada, por cierto) de que cada universidad oriente su plan de estudios según le parezca, no les gusta en absoluto. Hoy mismo se publica las diferencias en el coste de los estudios universitarios, y pasa lo mismo, a la gente le cuesta entender que el mismo crédito universitario cueste 33,52 en Cataluña y 11,89 en Cantabria. Lo vemos igual en temas de impuestos.

      Son muchos y una solución duradera tendrá que tenerlos en cuenta. Como dice heathcliff más arriba, el pastel está muy dividido, hay mucha gente que lo que ya existe le parece una monstruosidad y eso sin contar que nadie tiene muy claro lo que se quiere conseguir con ese federalismo redentor, palabra mágica donde las haya, que va a solucionar todos nuestros problemas.

      Por cierto, no sé qué sentido tiene inventarse al enemigo. Lo digo porque se leen opiniones del PP que dan un poco de vergüenza ajena, como que nunca han condenado el franquismo o este «no votaron la Constitución en su día». De la Wiki:

      «Durante la votación en el Congreso de los Diputados de la Constitución de 1978 el 31 de octubre de 1978, 9 de los diputados de AP votaron a favor, 2 de abstuvieron y 5 votaron en contra; pese a ello, Alianza Popular pidió el voto favorable a ésta en el referendum de ratificación.»

      El PP ya es un partido bastante lamentable, no hace falta que la gente se invente sus opiniones o posturas. Esta «proyección» dice mucho más del que la hace que del PP.

      • Vellana dice:

        De acuerdo con el último párrafo.
        Un saludo.

      • LiMA dice:

        AP hizo un voto particular contra la totalidad del título VIII de la Constitución, que es lo relevante para este artículo. Pero su comportamiento (finalmente responsable de cara al referéndum) nos da una pista de por dónde puede ir el PP actual. Pataleo y postureo durante el debate, para terminar teniendo una actitud tibia en la ratificación parlamentaria, y recomendando con desgana la ratificación en referéndum

  6. Lole dice:

    ¿Por qué tengo la impresión de que atender a las demandas nacionalistas reformando la CE sólo será un parche a corto plazo?

    • Tenpao dice:

      No sólo usted tiene esa impresión, y es porque somos mayores y ya nos conocemos la película.

      En los últimos 40 años España ha tenido un proceso descentralizador muy grande, ha sido generosa y ha otorgado grados de auto-gobierno mucho mayores que los de los países de nuestro entorno. Ante esta política se ha respondido desde el bando nacionalista moviendo la meta, y de hecho ahora nos encontramos de ella más lejos que nunca.

      Menos mal que ahora parece que llegamos a la reforma definitiva. Al parecer si hacemos esa reforma hacia una federación que combine «mayor autogobierno y un cierto blindaje constitucional contra recentralizaciones unilaterales» la mayoría estará contenta y satisfecha y ataremos a los perros con llonganissas.

  7. Carlos dice:

    Vaya así que es esa la solución que se propone desde Politikon para resolver la cuestión, ceder un paso más en dirección de los que hacen chantaje. ¿Para qué?, ¿para que la cuestión la resuelvan otros? ¿Ésa es la política que se plantea desde Politikon? ¿trasladar el problema en el tiempo, en vez de resolverlo?
    No estoy en contra de negociar, pero sólo se puede negociar con los que no quieren que España se rompa, con los que tienen otra idea de España, ¿a quién beneficia ceder ante los que quieren romper?
    Además parece que sólo se puede avanzar en la dirección de la descentralización, parece un axioma, algo que choca frontalemente con lo que signifca política.
    Sinceramente no lo entiendo. ¿Cuál es tu solución definitiva Roger? Al menos ¿en qué dirección crees que es la correcta avanzar?

  8. Carlos dice:

    Vaya, así que es esa la solución que se propone desde Politikon para resolver la cuestión, ceder un paso más en dirección de los que hacen chantaje. ¿Para qué?, ¿para que la cuestión la resuelvan otros? ¿Ésa es la política que se plantea desde Politikon? ¿trasladar el problema en el tiempo, en vez de resolverlo?
    No estoy en contra de negociar, pero sólo se puede negociar con los que no quieren que España se rompa, con los que tienen otra idea de España, ¿a quién beneficia ceder ante los que quieren romper?
    Además parece que sólo se puede avanzar en la dirección de la descentralización, parece un axioma, algo que choca frontalemente con lo que signifca política.
    Sinceramente no lo entiendo. ¿Cuál es tu solución definitiva Roger? Al menos ¿en qué dirección crees que es la correcta avanzar?

  9. sebar dice:

    La solución aquí pasa por varios condicionantes: ¿Hasta donde afectara a los políticos en activo (y con poder actual, no pasado) del «escándalo Pujol?¿O es que alguien se cree que solo lo practicaron Pujol y sus complices? o, ya puestos, que solo pasó con CIU y solo en Catalunya. Como la situación internacional no permite a España tratar a sus tribunales como Maduro a los suyos, posiblemente algún «lio gordo» haga lanzar un suspiro de alivio a más de uno.
    Sobre esto tenemos otro problema, que esta planeando en el fondo de lo que plantea el artículo: la desafección de buena parte de la población española hacia Catalunya y lo catalan (quiza mi visión se vea influida por ser descendiente de un abuelo al que intentaron linchar por catalan en Valladolid en el 34). Esto es lo que esta detras del dilema que acogota a los partidos españoles y que, si se encuentra una solución, esta tenga que pasar por encima de los sentimientos de buena parte de los españoles.
    Y, por último, por la tradición profundamente centralista del Estado Español y de sus componentes. No olvidemos que el actual estado es, en primer lugar, heredero de la implantación de los Borbones en España y de su modelo político (por contraposición al de los Austrias, federal diríamos en terminos modernos) y, en segundo lugar, de los liberales del siglo XIX que se inspiraron, no en el liberalismo anglosajón, sino en el francés, tanto jacobino como moderado. Modelo que funciono a medias porque (a mi juicio) no consiguieron de Madrid hacer la capital cultural que fue Paris y absorvió la imaginación de todo el mundo, como hizo Paris en su día

    • Pescador dice:

      Llamad «federalismo» al gobierno de los Hagsburgo hispanos es mucho llamar. Que se lo pregunte a Lanuza el Mozo, a los portugueses…

      • sebar dice:

        Era federal, pero del siglo XVI: ellos no querían destruir ni «asimilar» los «Reynos», sino gobernar en ellos, por Derecho Sucesorio o por Derecho de Guerra, eso sí. Pero es que la Democracia no existía en aquellos entonces.

        • Pescador dice:

          Vale, sostenella y no enmedalla…era federal porque a ti te conviene, federal siglo XVII. Y ahora estamos definiendo un federalismo siglo XXI, por no llamar a las cosas por su nombre..
          Anda, releete…
          «por contraposición al de los Austrias, federal diríamos en terminos modernos)»
          Ni federal ni leches, entre fueros territoriales, señorios – señores de horca y cuchillo, vigentes hasta después de la Pepa- y ciudades. Ni ley común, ni justicia común ni nada . Era una cosa rara, una confederación hereditaria evolucionando al absolutismo, sin que los «estados» pudieran influir en la gobernación, sin leyes comunes- ni siquiera en cada «estado» y todo esto, sin posibilidad de ruptura, salvo a las bravas y para caer en otras manos, como bien sabrás…
          Que díficil es entenderse cuando no tenemos claras ni las definiciones…

          • José L. Pérez-de-la-Cruz dice:

            Lo único común a todos los reinos de la Monarquía Hispánica, además de un Soberano cada vez más absoluto, era el Ejército.

            Por otra parte, la Inquisición era común a todos los reinos de lo que ahora se llama España.

            Así que volver a la época de los Austrias supondría (1) dotar a S. M. Felipe VI (q. D. g.) del supremo poder legislativo, ejecutivo y judicial en cada una de las Comunidades Autónomas; y (2) además de esto, dejar como competencias del Estado únicamente la Memoria Histórica y la Igualdad de Género 🙂

  10. sebar dice:

    Perdón, pero se me olvidaba añadir una cuarta consideración (me reclamaban mis obligaciones domésticas): el profundo desprestigio social de nuestros políticos, que hacen nula la credibilidad social de cualquier solución que presenten. La crisis del modelo de desarrollo (a la que he hecho referencia en alguna otra intervención), el que seamos la primera generación en casi 200 años que rompe la certidumbre de Occidente de que sus hijos viviran mejor que sus padres, rompe la idea de Progreso ineherente a nuestro sistema social provoca el atractivo por las soluciones extremas que vemos, no solo en España y la falta de capacidad de las instituciones tradicionales para darles respuesta.

  11. Alberto MdH dice:

    Yo no lo veo nada claro.

    Por un lado, cualquier acuerdo tendría que dejar claro que el «proces» queda liquidado por siempre jamás, porque, para volver a lo mismo en 5-10 años, no vale la pena meterse en el embolado.

    Por otro, aunque todos los partidos hablan ahora de reforma constitucional, cada una de las propuestas difiere radicalmente de las otras y sumar 2/3 en un parlamento fragmentado es mucho más difícil que en uno en el que bastan dos partidos. Por no hablar de que si, finalmente hubiese un acuerdo para una reforma constitucional no hay garantía alguna de que se vaya a tirar por el lado descentralizador, es igual de fácil que termine con un recorte sustancial de las competencias autonómicas.

  12. FE dice:

    La propuesta de Roger supone reconocer implícitamente que el «café para todos» ha fracasado. Después de treinta años, sigue sin tener sentido intentar buscar una solución única para comunidades políticas con perspectivas radicalmente distintas. Va siendo hora de reconocer la realidad.

    Circunscribiéndonos al caso catalán, esta propuesta implica pasar de la multilateralidad actual (cualquier cambio profundo en la relación de Cataluña con el resto del Estado requiere el consenso añadido de otras 14 comunidades autónomas) a un sistema efectivamente bilateral: el Estado marca unos servicios e impuestos básicos, y el gobierno catalán decide los que quiere añadir. Y eso me parece un buen comienzo para empezar a buscar salida a la situación actual.

    • Lole dice:

      ¿Fin del café para todos? Si no le he entendido mal eso implica que a las demás 14 CCAAs se les va a negar las competencias que Cataluña pudiere obtener. O sea, una negociación en las que Cataluña niega competencias a otras CCAAs. ¿Es así?

      • Roger Senserrich dice:

        Enlazo la propuesta de reforma en el artículo, gente. Y no va nada en esa dirección 🙂

      • FE dice:

        Sí, lo has entendido mal. Lo que quería decir es que actualmente cualquier medida de autogobierno que consigue Cataluña es automáticamente aplicable a las demás comunidades del régimen general, la hayan reclamado con anterioridad o no.

        Este sistema es a la vez un freno para el autogobierno catalán (obtener competencias es más difícil) y un factor de disgregación para el conjunto del país (cada nueva competencia se multiplica por 15). Yo no veo ningún problema en que otras comunidades autónomas también obtuviesen esas competencias si así lo desean, pero sí en que eso sea algo automático.

        Entiendo que la propuesta de Roger va en una dirección parecida: el Estado fija unos tributos y servicios mínimos, y cada comunidad autónoma escoge el nivel de autogobierno que le parezca mejor.

        Es decir, reemplazar el «café para todos» en el que las comunidades están obligadas a ir siempre en paralelo, por un marco en el que cada una decide su situación de forma bilateral con el Estado.

        • Pescador dice:

          No, tu te explicas mal, «cafe para todos» no implica automatismo,implica posibilidad. «Cafe para todos» no es que si Cataluña quiere un konzierto a su medida, los de más lo tengan automaticamente, sino que si Cataluña – entiendase el gobierno de Cataluña- pacta en unas condiciones dadas, las demás puedan tenerlas, incluyendolas en sus estatutos por la via legal correspondiente.
          O que si Cataluña consigue una relación de tu a tu con el Estado, las demás lo puedan conseguir por el mismo camino.

          • FE dice:

            La situación actual es aún más rocambolesca: tras la sentencia del TC, muchas de las condiciones que originalmente pactó Cataluña siguen vigentes… en el estatuto de Andalucía.

            La clave es definir exactamente cuál es ese camino, y en mi opinión lo mejor sería votando. ¿Quieres tener hacienda propia? Pues saca más del 50-60% del censo en un referéndum al efecto.

            • Q dice:

              ¿Cuáles son?

            • l.a. dice:

              Después de la sentencia del TC sobre el Estatuto catalán, todo lo que era inconstitucional en éste o ha sido reinterpretado por el TC, afecta también a los otros Estatutos (andaluz, valenciano…) que no han sido recurridos. Esas cláusulas copiadas del Estatuto de Autonomía de Cataluña son materialmente inconstitucionales y no se pueden aplicar; y si se aplicaran se podrían impugnar en la vía adecuada (cuestión de inconstitucionalidad). No creo que se pueda decir que están vigentes.

            • Lole dice:

              Lo de la sentencia del TC fue un recurso victimista. Si coló algo inconstitucional en el estatuto andaluz, será porque nadie lo impugnó, no porque el TC lo colara. Si eso perjudicó a Cataluña, la Generalitat tenía que haberlo impugnado ante el TC. ¿No lo hizo? Pues se siente. ¿No podía impugnarlo porque no era parte afectada? Entonces, ¿a Cataluña qué porras le importa? Lo de siempre: buscar pretextos para quejarse y conseguir lo único que realmente importa. Pagar menos impuestos que el resto de las CCAAs.

  13. Vellana dice:

    A corto, yo no sé cuál es la solución. Tal vez aplicar sin más la ley. No tengo tan claro que de aplicar el art. 155 o lo que corresponda se suceda una implosión en el continuo espacio-tiempo que acaba con medio universo.
    A medio y largo plazo, la única solución es que los partidos no nacionalistas se pongan de acuerdo en combatir a los nacionalistas y hagan lo que ellos hacen, usar los medios a su disposición para imponer su ideología.
    Para empezar, el PSOE se debe deshacer del PSC; y el PP debe olvidarse de los Piqué, Nebrera, Sánchez-Camacho (o dejar sitio a C’s) y dejar el catalanismo para Unió o quien corresponda.
    Y de ceder más nada de nada, sino todo lo contrario. Cuanto más se cede, más recursos tienen los nacionalistas para cumplir su objetivo, que es la secesión.
    Es decir, que no hay solución (la que a mí me gusta y creo que es mejor para todos los ciudadanos).

    Y cómo no la hay, habrá que ir planteándose cómo salimos de esta situación de forma civilizada (los nacionalistas tratando de cumplir sus objetivos dentro de la ley, y los no nacionalistas tratando de abrir cauces para conseguir esos objetivos, sobre todo si el apoyo a la secesión sigue subiendo).
    Un saludo.

  14. EB dice:

    Recién leo que Albert Rivera dijo que prefiere a Messi sobre CR y entonces me pregunté a quién podía interesarle lo que piensa Rivera sobre fútbol (no hay evidencia alguna de que siquiera sepa que el balón es redondo). Los medios destacan las opiniones de Rivera (y de sus otros políticos, sí, sólo aquellos de su bando) para mostrar que es tan humano como los votantes, lo que es un contrasentido porque Rivera necesita mostrar que es distinto y sobre todo que puede ser un buen gobernante.

    El post de Roger tiene el mismo problema. Roger razona a partir de ideas muy vagas sobre cómo unas personas que se conocen bien (digamos los miembros de una familia) resolverían sus diferencias, pero los viejos sabemos que incluso en familias numerosas la resolución de conflictos varía mucho con el tipo de conflicto y que cuando los intereses en juego son fuertes los conflictos pueden persistir por mucho tiempo o peor llevar a rupturas violentas. Resolver conflictos constitucionales es mucho más difícil y los cientos de millones muertos en guerras intra-nacionales e internacionales en el siglo XX a consecuencia de esos conflictos son prueba contundente de esa dificultad. Representantes de las partes se podrán sentar a la mesa para negociar, pero no hay certeza de que algún día, luego de muchos años, lleguen a un acuerdo y mucho más a un acuerdo eficaz. Herschel Grossman (un economista académico fallecido en 2004) investigó el tema en varios trabajos (ver la página de IDEAS) y en particular en (con D. Gershenson)

    http://www.brown.edu/academics/economics/sites/brown.edu.academics.economics/files/uploads/1999-31.pdf

    Una evaluación seria de las perspectivas de un acuerdo eficaz para resolver el grave conflicto constitucional de España requiere mucho más que raspar la superficie de los discursos grotescos de los políticos que hoy compiten para ganar algo el 20-D. Se dice que Rivera hará un gran anuncio el sábado, pero más importante que sus propuestas es cómo se generaron y eso no lo sabremos el sábado y quizás nunca (si es un refrito de posiciones de asociados cercanos a Rivera, sólo será revelación de las preferencias de Rivera y sus cómplices, y quizás ni siquiera llegue a ser punto de partida de ninguna negociación).

  15. LiMA dice:

    Muy de acuerdo con la entrada.

    Siempre resulta curioso ver la desesperación en torno al «problema español», como si fuese muy distinto de los problemas territoriales que han tenido otras decenas de países o no hubiese solución posible: «les hemos dado todo a los catalanes y aun así no ha habido manera». Creo que la equivocación es que el problema de fondo no es de competencias sino de «reconocimiento nacional». Con el artículo 2 de la CE («regiones y nacionalidades») parecía que el tema se había encauzado, pero luego se ha visto que esto no tenía ninguna implicación práctica, de manera que hemos vuelto a la casilla de salida.

    No es un problema como muchos se imaginan de status o de complejo de superioridad frente a otras CCAA. Es una cuestión de reconocimiento de la realidad: una gran mayoría de catalanes considera que Cataluña es una nación (y una parte importante de ellos considera de facto que España es también una nación, con lo que hay posibilidades evidentes de acuerdo). Otras CCAA (con la excepción de Euskadi) tienen un sentimiento nacional menos acentuado y una tradición política propia mucho más limitada. Se trata simplemente de introducir elementos confederales en un número muy reducido de cuestiones, que permitan reflejar esta conciencia nacional catalana: por ejemplo, que cualquier decisión de política lingüística deba ser consensuada (abandonando la destructiva idea actual de que «Cataluña decide» y los tribunales «españoles» luego pueden declarar esas decisiones ilegales).

    La mayoría de esas otras regiones, por cierto, son regiones inventadas en mayor o menor medida hace tres décadas; tienen, por tanto, mucha identidad española (en realidad, castellano-española) y menos identidad regional -reconocer esto es reconocer la realidad, ni más ni menos. Y no hace falta decir que para quienes defendemos la idea de España, tener «mucha identidad española» (o castellana) no es ni puede ser malo…

    Tampoco es una cuestión meramente protocolaria. Muchos catalanes sospechan (creo que con razón) que una España que reconozca su carácter nacional será una España más propensa a respetar los símbolos y cultura catalanes, una cuestión fundamental para la población catalana, en la que (a nivel popular) todavía queda mucho terreno por recorrer: no hace falta más que ver TVE, una cadena cuyas series uno podría ver durante siglos sin enterarse de que un 20% de españoles hablan lenguas españolas distintas del castellano.

    Lo anterior ha llevado a que para muchísima gente en la España «mesetaria» (valga el término), España sea un país esencialmente castellano, en algunas de cuyas regiones permitimos que se hablen también otros idiomas para que no monten ruido y sigan contribuyendo (Catalunya) a la caja común. La idea de que España tiene una parte de esencia nacional propia y otra de suma de identidades castellana y periféricas, es tan absolutamente obvia como extraña en la práctica para una gran mayoría de los españoles no periféricos.

    Ese es el problema de fondo, y el voto en clave nacionalista, los problemas de competencias (y la incomodidad catalana con el «café para todos») etc son básicamente el reflejo de ese problema. Afortunadamente, como dice Roger el problema tiene solución: reconocer a España como lo que es, e implantar un sistema federal con ciertos elementos de asimetría hacia Cataluña que lo refleje.

    • Pepe Alonso dice:

      Como si las supuestas naciones vasca y catalana no fueran también invenciones…

      Y sobre un sistema federal asimétrico implantado por ley y blindado al gusto de unos estados y no de otros, que venga alguien y me explique donde existe eso en el mundo mundial.

    • Pescador dice:

      No, ya no hay posibilidad de acuerdo. La «asimetría» , el «federalismo» o lo que sea funcionaría si huniera un partido que se presentara como «federalista»ó «asimetrista» y planteara una linea roja,de forma que sus electores, ese pueblo catalán etereo, blando, deseoso de un acuerdo, pudiera votarles y pudieramos contarlos. Pero el problema es qu no hay de eso. Ni hay federalistas ni hay «asimetristas estáticos», sino «asimetristas dinámicos», una lucha por las pelas, con el «espanya nos roba 16.000 millones al año y nos hace pagar peajes en las autopistas» grabado a fuego en el 35% de los catalanes y una división brutal entre los catalanes del rural medio/profundo, los de 8 apellidos catalanes y castellano en la mili, y los de las metrópolis, cruzados con veinte razas, castellano en la teley hablando lo que les peta.
      Para que haya acuerdo tiene que haber gente dispuesta a renunciar o gente que ya venga renunciada de casa y de eso no tenemos. Podemos soportar economicamente la asimetria vasco-navarra, otra cosa es que nos parezca bien que el poll-tax sea el no va más cuando nos favorece, como predica la izquierdista Uxue Barcos (entendible porque es separatista, eso sí), pero el que se ponga a vender una asimetría economica – económica de base, legal, konziertera,no económica por resultados- catalana en Resto España, se comerá ostias como panes, con toda la razón.
      Falta el primer político catalán, con dos manitas, una carita y dos piececitos, que plantee lo que plantea Roger, porque se lo comen. No es lo que quieren el 30% de los enardecidos y le van a caer palos por todos los lados, y sin una figura que plantee eso, apoyada por una parte similar, el futuro a medio plazo pinta bastos y a largo plazo decenas de años de indiferencia y rencor.
      Darle vueltas al tema no conduce a nada. Dos no negocian está claro que no hay posibilidad de acuerdo.

  16. Carlos3 dice:

    Después de leer la entrada, y el artículo de El Español con las propuestas (sobre todo del TC), quiero decir lo siguiente:
    1. La posición en la negociación entre independentistas y no independentistas no es equivalente: el poder central no tiene por qué hacer ninguna reforma, por muchos independentistas que haya, y por muchos más que se creen, porque la independencia es ilegal, de un lado, e imposible de otro (y esto es lo importante). Y eso es bueno, e importante. Dicho de otro modo, haya o no reforma, la unidad de España está asegurada, con lo que la reforma, si la hay, ha de hacerse desde la calma y no para contentar a independentistas, porque da igual a efectos de mantener la unidad nacional que estén o no contentos, el país va a seguir funcionando igual (de bien o de mal).

    2. Una reforma constitucional no va a hacer que Arturo, Oriol y compañía se calmen. Podrá influir más o menos en los votantes, pero los líderes van a seguir con lo mismo. Por tanto, a la hora de hacer la reforma va a haber que asumir que un importante sector de la política catalana (CUP y ERC seguro, y muy probablemente aquello en lo que se transforme CDC también) va a seguir en el independentismo.

    3. Dados estos dos factores, creo que la reforma que se haga ha de tratar de que España funcione globalmente mejor, sin que el tema de Cataluña sea el centro de la reforma. Si España funciona mejor, probablemente se calmarán los ánimos y el número de independentistas volverá a ser reducido como no hace tanto, pero será un proceso inevitablemente lento, de unos pocos años. La reforma ha de tener en cuenta toda España, y eso implica que la descentralización no podrá ir mucho más allá de lo que hay ahora, porque la inmensa mayoría de la población está contenta con lo que ya hay o incluso estaría cómoda con unas CCAA con un menor ámbito de competencias (y me incluyo aquí, pero asumo que esto último sí es minoritario).

    La reforma, creo, debería ir más o menos por el siguiente camino:

    A. El TC. Aquí, Roger, pienso que tienes razón en señalar uno de los puntos «negros» del actual panorama (aunque no lo elige solo el Congreso, sólo a 4; el Senado a otros 4; el CGPJ a 2, y el Gobierno a otros 2). El TC necesita tener una clara aura de imparcialidad (y no de politización, «positiva» o no, porque aunque resuelva cuestiones de máxima trascendencia política es un órgano jurídico).

    En ese sentido pienso que la elección, en vez de hacerse como ahora (en cada renovación que depende del Congreso, del Senado, o del CGPJ se reparten los puestos, sin más, entre PP y PSOE o entre «conservadores» y «progresistas» sin mayor complicación), debería seguir un sistema PARECIDO al americano: los magistrados del TC deberían serlo por tiempo indefinido (vitalicio o hasta alcanzar una edad determinada de «jubilación», como se prefiera, pero no con un mandato de 9 años como ahora). Esto implicaría que las renovaciones deberían hacerse individualmente, y no en bloque, por lo que (dado que se exigiría igualmente mayoría cualificada) la mayoría y la minoría tendrían que ponerse de acuerdo en un candidato aceptable para todos, y no en repartirse los puestos entre los mamporreros de uno y otro lado. Esto probablemente, además de reforzar la imparcialidad del órgano, mejoraría el nivel técnico.

    B. Clarificación de competencias: actualmente el sistema implica la determinación final de las competencias en los Estatutos de Autonomía, con los problemas que ello supone. Dado que las CCAA ya tienen todas prácticamente las mismas competencias no debería haber problemas en fijarlas constitucionalmente, y que sean las mismas para todos. Y no, en contra de lo que piensan algunos, esto no es «centralismo» ni busca «homogeneizar» nada. Cada CA podrá usar sus competencias como quiera, y los resultados podrán ser distintos en unas y en otras; lo que sería injusto es que a unas CCAA se les permitiese «jugar» con unas competencias que no se le reconocen a las demás.

    C. Reforma del sistema de financiación. Este punto es muy importante. Actualmente la constitución apenas dice nada de financiación autonómica, y esto está básicamente sujeto a los vaivenes de la LOFCA y sus leyes complementarias. Aquí habría que ir hacia un principio de responsabilidad fiscal: que las comunidades sean responsables de recaudar los ingresos que necesiten para sostener los gastos que conllevan las competencias que tienen. Pienso que sería bueno regular dos puntos: algún tipo de solución para evitar que la tributación autonómica se convierta en un bosque impenetrable (se podría estudiar alguna fórmula para que el grueso de la financiación consistiese en recargos sobre impuestos nacionales), y un único fondo de solidaridad entre CCAA, con las aportaciones y distribuciones bien claras. Sobre el concierto vasco y el convenio navarro no me pronuncio.

    Hay más puntos de interés: reforma o eliminación del Senado, relación con la UE, mejorar la independencia del poder judicial, o sobre estructura de los partidos, pero los puntos más importantes de la reforma pienso que son los que he tratado, y creo que ya he escrito bastante :p

  17. ignacio dice:

    Chaves Nogales en «Que pasa en Catalunya?», cita una fabula para explicar la relacion entre las izdas y dchas de preguerra:

    dos campesinos acaban apostandose la vaca de uno a que el otro no es capaz de comerse un sapo de aspecto asqueroso. Al ver que el otro por no perder la apuesta ya ha comido la mitad del sapo, el duenno de la vaca, por no perderla, se ofrece a comerse la mitad restante del sapo. A lo que su compadre, incapaz de seguir venciendo su repulsion, accede agradecido.

    Sustituyes izdas/dchas por la cuestion regional, y la fabula viene de nuevo al pelo

  18. Vigasito dice:

    La única solución que veo es hacer a un catalán Presidente del Gobierno de España. Y no digo más…

  19. friburgo dice:

    Desde mi punto de vista hay algo que todo el mundo olvida y es el cabreo generalizado de la parte occidental de España. Empobrecidos, olvidados, insultados a diario por gerifaltes varios de comunidades con más vitalidad económica. Y nuestro cabreo va en la línea de más España como reacción al constante secuestro de la voluntad de los votantes por partidos con gran concentración de votos como CIU, en cuatro circunscripciones han mediatizado toda la política nacional de los últimos 30 años. Podríamos pedir la anexión a Portugal, o la independencia pero no va en la línea, la gente de aquí vota PP y castigará a quien proponga lo contrario.

  20. friburgo dice:

    Ah y si alguien quiere justificar el chantaje al estado en lo poco que recibe de este, que pase a vivir un invierno en Ferreras de Arriba, provincia de Zamora (Sustitúyase por cualquier otro de Avila, Teruel, Soria, etc…)

  21. […] acaba un article que he llegit, avui mateix, a l’excel·lent web Politikon. No sé si tothom estarà […]

  22. Boris dice:

    ¿Y la introducción del sistema fiscal descentralizado para qué Roger, para ir luego a Bruselas a pedir la unión fiscal con más credibilidad?

  23. raist dice:

    Ah! Esa España federal, solución de todos los problemas… hasta que la tengamos y la solución se parezca más a una confederación, y así hasta la «libertad» de los países catalanes.
    Porque la Independencia, igual que la autonomía y las competencias en su día, no son el fin, sino la excusa. Cuando ésta se me acabe ya buscaré otra.
    Lo siento, no compro, trilero.
    Y que conste. En el resto de España también estamos jodidos, pero no tenemos la poca vergüenza de buscar al único culpable en Alemania porque somos de una pasta superior.

  24. Mendicute dice:

    El planteamiento de Roger Senserrich falla por la misma base. Resumido consiste en lo siguiente: en Cataluña hay mucha gente que no es separatista, pero ante la cerrazón del gobierno que rechaza sus deseos de más autogobierno, no tiene otro remedio que echarse en brazos de los separatistas. Así que la solución no puede ser más sencilla, se concede más autogobierno a Cataluña y todos esos miles de antiseparatistas que apoyan a los separatistas empezarán a combatirlos con frenesí. De esta forma el separatismo se batirá en retirada, y el españolismo (unionismo) triunfará definitivamente.

    Se trata del planteamiento progre de toda la vida, mimemos a los nacionalistas catalanes y no habrá problemas. Lástima que no funcione. El fallo es de raíz, manifiesta tal confusión de conceptos básicos que es incomprensible que se haya mantenido hasta hoy.

    Se podría ejemplificar este planteamiento con unas declaraciones de Ada Colau en las que afirmaba que ella no es nacionalista ni separatista, pero que si no se aceptaba la reivindicación de los separatistas del derecho a decidir, ella se convertiría en separatista.

    Para mostrar lo disparatado y risible de este argumento no hay más que transplantarlo a otra comunidad, por ejemplo Madrid. Imaginemos que el gobierno autonómico madrileño reclamase el derecho a decidir sobre la implantación de la pena de muerte en Madrid y que ante la negativa del gobierno español saliera Manuela Carmena declarando: «Yo estoy en contra de la pena de muerte, pero ante la cerrazón del gobierno español que niega el derecho a decidir de los madrileños, me veo obligada a convertirme en una ferviente defensora de la pena de muerte». Desternillante.

    Empezemos por una obviedad fundamental: todo nacionalista catalán es un separatista; si no es separatista, entonces necesariamente es un españolista, es decir, no es nacionalista catalán. Si no se entiende esto no se puede entender nada de lo que pasa en Cataluña. Aquí muchos se llevarán las manos a la cabeza («¡pero qué dice éste! Yo conozco a muchos antiseparatistas que se proclaman nacionalistas»). Y yo conozco a muchos racistas que se proclaman filántropos. Seamos serios. Un ejemplo personal: un familiar mío, votante habitual del PNV, sostiene que todos los nacionalistas vascos son unos racistas. ¿Cómo explicar esto? Muy sencillo, detrás del apoyo a una determinada ideología no hay necesariamente un profundo y honesto análisis filosófico-político, simplemente se trata de casos de esnobismo, acomplejamiento, interés o una mezcla de los tres. En el caso de mi familiar es una mezcla de acomplejamiento e interés.

    Resumiendo, es totalmente imposible que un españolista catalán se convierta de la noche a la mañana en separatista simplemente porque sus deseos de más autogobierno no son satisfechos; por la misma razón que es imposible que Manuela Carmena se convierta en una ferviente defensora de la pena de muerte simplemente porque no se satisfagan sus deseos de más autogobierno.

    Lo que si es posible es que un españolista catalán apoye a los separatistas porque esté intimidado, acomplejado o se muera por formar parte de la elite social. De lo que se desprende que aun cuando se conceda todo el autogobierno del mundo, eso no hará que esa gente se sienta menos intimidada, acomplejada o sea menos esnob.

  25. Minded dice:

    Sudáfrica, años 80, mientras se plantea qué hacer con el Apartheid:

    Los blancos dicen: blancos y negros somos diferentes, solo hay que ver nuestro color de piel, así que es normal y progresista que seamos desiguales en derechos.

    Los negros dicen: blancos y negros somos diferentes, sí, solo hay que ver nuestro color de piel, sí, pero eso no tiene ninguna relevancia; lo normal y progresista es que seamos iguales en derechos.

    Roger Sinserrín dice: blancos y negros son diferentes, solo hay que ver su color de piel, y lo normal y progresista es aceptar que deben ser ALGO desiguales en derechos. Así que vamos a dialogar para convencer a ambas partes para que cedan.

    Y así van los progresistas de este país, cuesta abajo y sin frenos de vuelta a lo reaccionario.

  26. Como diría John Lennon, imagina que hubiese habido limitación de mandatos:
    – Felipe se hubiese ido en 1990 en vez del 96. Sin pretender controlar totalmente al partido.
    – Zapatero ni se hubiese planteado crear Mediapro para perpetuarse.
    – Los Pujol… no serían los Pujol si hubiese gobernado de 1980 al 88 ¡en vez de 22 años hasta el 2002!
    – Mas ya estaría fuera de juego… y probablemente nunca hubiese existido la deriva secesionista.
    – …
    Blog «Pajas y obviedades – «Limitación de mandatos, ya»
    http://pajobvios.blogspot.fr/2015/11/limitacion-de-mandatos-ya.html

  27. gerion dice:

    Muy buenos los comentarios, aunque no comparto la opinión en cuanto al verdadero conflicto.
    En mi caso, creo que los gobernadores – sean catalanes o del resto de España -, pretenden únicamente mantenerse en el poder, y seguir enriqueciéndose.
    Y para ello, necesitan que les apoyen los votantes de forma que el actual sistema d’Hont les favorezca: promoviendo la concentración del voto.
    Y para conseguir concentración de voto, hay que asegurarse de que la gente no se te marcha. He aquí el verdadero objetivo de las políticas nacionalistas.
    A los gobernadores nacionalistas no les conviene la secesión, y además son conscientes de que resulta legalmente imposible, pero les otorga un mayor poder de negociación con los gobernadores centrales y con los aspirantes a gobernadores locales. Por eso la fomentan, por eso pueden vivir de ella. Pero una secesión recortaría su porción de beneficios -una región no produce tanto como una nación -, así que sólo lo promoverán mientras sepan que es imposible, o que lo necesitan para mantenerse ahí.
    Las competencias cedidas en Educación y uso lingüístico fueron la chispa que prendió la mecha del nacionalismo exacerbado, porque estos gobernadores, y los del mismo signo que les precedieron, se aseguraron de utilizarlas para cultivar los frutos que ahora recogen, y no sólo en las provincias catalanas.
    Lo que decide el Pueblo no es más que una amalgama de desinformación, demagogia y falta de espíritu crítico. Se llama oclocracia. La masa no piensa con la cabeza, está harto demostrado. El conjunto de individuos está sometidos a su entorno, y deben integrarse en él para vivir bien, independientemente de sus convicciones personales. La Guerra Civil – o cualquier otra de ámbito nacional – debió de enseñarnos eso también, pero como no se explica en clase por miedo a herir ignorantes sensibilidades…
    Como los gobernadores centrales también estaban podridos, les daba igual mientras su parte del pastel siguiera intacta. Les sigue dando igual.
    Esto que digo es filosofía barata, como suelo hacer, pero me hace mucha gracia que se siga debatiendo en otros planos, y dando bombo a un asunto que no tiene más profundidad que un charco: rascar el fondo no aporta luz, sino que enturbia el agua. Mejor verlo tan simple como es, digo yo.

  28. […] la mejor estrategia para Rajoy y el PP es no hacer absolutamente nada de aquí al 20 de diciembre, evitando responder a provocaciones que puedan reunificar esta coalición. Junts pel Si tienen que escoger entre dos malas opciones, y […]

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