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Sin conciliación masculina no desaparecerá la penalización por maternidad (II)

22 Sep, 2015 -

En la primera entrega de esta serie hablamos de cómo, a pesar de declarar tener aspiraciones de un modelo de conciliación igualitario, las parejas se segmentaban después del parto en tres modalidades de conciliación distintas. De éstas, solo una de ellas lograba ajustarse a las aspiraciones iniciales, mientras que las otras dos tenían efectos negativos sobre la igualdad y ayudaban a perpetuar los estereotipos y la estructura de género de la sociedad. En esta entrega hablaremos del modelo que sí logra encajar las preferencias declaradas y de cómo las políticas públicas pueden ayudar a lograrlo.

Un modelo igualitario de conciliación

Parece por tanto que para lograr una sociedad realmente igualitaria, es necesario optar por el tercer modelo. Éste consistea en conseguir una conciliación del empleo y el trabajo no remunerado creando una pareja de dos sustentadores y cuidadores por igual.

Este modelo requiere importantes cambios, por lo que muchas veces parece una utopía poder alcanzarlo. Se necesitan cambios a nivel de las políticas públicas, de la organización de las empresas y a nivel familiar. Entre las 58 parejas estudiadas hay un grupo de 17 parejas que consiguen acercarse a ese modelo de conciliación corresponsable, en el que el padre está accesible para cuidar y se reparte con la madre el cuidado a partes iguales. Hay padres que incluso han cuidado más que ellas, porque han estado varios meses desempleados cobrando una prestación por desempleo. Un análisis del perfil de estas familias permite intuir de dónde vendría un modelo más simétrico e igualitario.

Éste se da bajo relativamente buenas condiciones laborales de las mujeres y, en general, cuando ellos tienen condiciones de empleo similares o peores que las de ellas, por ejemplo por estar desempleados. Las condiciones de trabajo de estos hombres o las adaptaciones laborales que ellos realizan cuando tienen su primera criatura permiten a estos padres estar accesibles para cuidar. No obstante, ambos miembros de la pareja tienen que nadar a contracorriente de muchos estereotipos de género entre sus referentes, de expectativas de estatus diferenciales según género y deben luchar contra sus propias interiorizaciones de ideas y formas de hacer patriarcales. Estas madres y padres no sólo se tienen que enfrentar a rasgos culturales machistas, sino también a los hechos establecidos por las políticas empresariales y públicas. Es una tarea de construcción activa, muchas veces mediante una negociación explícita, de un modelo de padre comprometido y madre corresponsable. Estas parejas apenas tienen apoyo público, más allá de campañas de publicidad a favor de un reparto equilibrado de las tareas domésticas y en contra de la discriminación de las mujeres en el empleo. Las políticas públicas centrales, como las políticas de permisos parentales, la política fiscal y el diseño general de las prestaciones por desempleo y de jubilación favorecen la desigualdad de género (Pazos, 2013).

Los permisos por paternidad a debate

Si partimos de la base que el tercer modelo familiar con un reparto igualitario del trabajo no remunerado consigue, mejor que el primero y el segundo, unir igualdad de oportunidades para ambos géneros, satisfacción con la conciliación y seguridad económica para todos los miembros de la familia, entonces se pueden realizar algunas recomendaciones políticas. Hay tres políticas que tienen una gran influencia en las formas de construir la maternidad y la paternidad: la regulación de la jornada laboral, la política de servicios de educación infantil de cero a tres años y la política de las licencias parentales. Aquí solo nos centraremos en la última, por ser ésta la más emblemática y novedosa¹.  

Esta política consiste en ofrecer a los padres la misma posibilidad de adquirir las competencias de cuidador que las que se ofrecen a las madres. Para ello la política prioritaria consiste en reformar las licencias parentales te tal forma que madres y padres puedan aprender a cuidar del bebé desde los primeros meses de vida por igual. Cuidar de un bebé es una competencia que hay que adquirir a través de la práctica y dedicación. Actualmente las madres que han contribuido un mínimo a la seguridad social tienen derecho a 16 semanas de permiso de maternidad remunerado al 100% de la base de cotización. Esta licencia es crucial para aprender a cuidar de la criatura y para poder alimentarla durante los primeros meses exclusivamente con leche materna, si así se desea. En cambio los padres solo tienen dos semanas de permiso de paternidad, aunque hayan cotizado a la seguridad social igual que las madres.

Esta asimetría en los permisos, consagra una asimetría en los papeles que ocupan los padres y madres en los cuidados de los hijos. Los padres entrevistados cuentan que en ese breve periodo de tiempo apenas les dio tiempo realizar las gestiones administrativas y ayudar a la madre con toda la logística doméstica, mientras ella se recuperaba del parto y afianzaba la alimentación del bebé. Solo aquellos padres que durante los primeros meses de vida de su hijo estuvieron desempleados y recibieron una prestación por desempleo o aquellos que compartieron la licencia por maternidad tuvieron la oportunidad de cuidar solos y adquirir las competencias generales necesarias para cuidar. Todos los padres entrevistados, que se encontraban en una de estas situaciones cuidaron de sus bebés y tuvieron un tiempo de aprendizaje mucho más extenso que los padres que solo se pudieron tomar el permiso de paternidad de dos semanas, a veces prolongado con las vacaciones.

Vemos que un examen cualitativo de la realidad micro revela  por qué a pesar de partir de aspiraciones comunes hacia modelos igualitarios de conciliación, a partir del momento del embarazo las trayectorias divergen rápidamente entre quienes son capaces de cumplir estas aspiraciones y quienes no. Son las propias políticas públicas las que, al dar oportunidades distintas, incitan a que hombres y mujeres aprendan a tener roles distintos en la dinámica familiar.

Para poder cuidar por igual, los permisos deberían ser iguales. Éstos deberían reformarse para que fuesen de igual duración para hombres y mujeres, intransferibles y remunerados al 100 por cien. En esta línea va la propuesta de reforma que presentó la Comisión de Igualdad del Congreso en 2012². En primer lugar se trataría de igualar la duración de los permisos para madres y padres. Si lo que se desea es tratar a hombres y mujeres por igual para que tengan las mismas oportunidades de aprovechar su capital humano y su capital cuidador, el permiso de paternidad actual tendría que ser ampliado a 16 semanas, igual que el de las madres. Esto mandaría además unas señales muy claras al mundo empresarial y a la sociedad respecto a que hombres y mujeres se ausentarán, en principio, durante el mismo tiempo de sus empleos cuando nazcan sus hijos reduciendo la discriminación estadística. En segundo lugar, los permisos deberían ser intransferibles. La madre no debe tener que renunciar a su tiempo de permiso para que el padre pueda cuidar, como pasa ahora con la parte transferible del permiso de maternidad. Si los permisos son transferibles, suelen tomarlos las mujeres en vez de los hombres, debido a las diversas presiones culturales existentes, que asignan el cuidado de bebés a las madres. En último lugar, los permisos por nacimiento, adopción o acogimiento se deberían remunerar al 100 por cien de la base de cotización a la seguridad social para que su uso no merme los ingresos familiares, precisamente en el momento de un incremento de gastos por la llegada del primer hijo.

Esta medida es de fácil implementación por su carácter estatal y, si las parejas decidiesen tomarse los permisos de forma sucesiva, además ahorraría una parte de la inversión en escuelas infantiles durante el primer año de vida del bebé. Este tipo de reforma a favor de la corresponsabilidad tendría además un efecto cultural y simbólico para todas aquellas mujeres, que en un principio creen en la igualdad entre hombres y mujeres, porque mostraría que cuidar no es solo visto como una responsabilidad de las mujeres. En cambio, el actual sistema de permisos parentales español asigna el cuidado a las mujeres y esto influye en que mujeres con actitudes igualitarias, cuando se convierten en madres, acaben alineando sus preferencias y discursos con la ideología de la maternidad intensiva (Hays, 1996).

A modo de conclusión

Las trayectorias laborales de los hombres y mujeres son el espejo de su dedicación doméstica. Aunque las parejas españolas dicen aspirar a tener modelos de familia con papeles simétricos en el cuidado de los hijos, en la práctica a partir del parto solo una pequeña minoría logran esta simetría. Aunque superficialmente la opción por modelos de conciliación asimétricos parece ser voluntaria, parece razonable pensar que la discriminación estadística en el mercado laboral y la organización de las políticas familiares incitan a optar por este tipo de arreglos. Es más, las decisiones individuales tienen efectos macro-sociológicos, ya que afectan a los estereotipos, a los modelos de éxito y a las expectativas vitales que tienen, tanto el resto de los hombres y mujeres al “negociar” el reparto de papeles en la familia, como las empresas a la hora ofrecer distintas trayectorias profesionales a hombres y mujeres.

Aunque este modo de organización social está enraizado en las fuerzas profundas que estructuran la sociedad, las políticas públicas podrían pasar de ser parte del problema a ser parte de la solución reduciendo el coste real de la maternidad. Los ejes de acción prioritarios serían la regulación de la jornada laboral, la política de servicios de educación infantil de cero a tres años y una política de permisos parentales iguales, intransferibles y remunerados. Bajo el actual sistema de licencias parentales, la interacción entre la asimetría de su regulación y la estructura de género de la sociedad asegurará que el cuidado seguirá recayendo sobre los hombros de las mujeres. Solo con una política de permisos parentales iguales intransferibles y remunerados es posible lograr una conciliación “real, compartida y plenamente satisfactoria”.

Referencias

Para leer más: Padres y madres corresponsables, una utopía real. Recién editado en Catarata.

  • CIS (2012): Conocimiento sobre la realidad sociopolítica y económica. Estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas, nº 2973, diciembre (http://www.analisis.cis.es/cisdb.jsp).
  • Fernández-Kranz, D. y Rodriguez Planas, N. (2011). Unintended effects of a family-friendly law in a segmented labor market. Discussion paper series, Forschungsinstitut zur Zukunft der Arbeit, No. 5709, http://nbn-resolving.de/urn:nbn:de:101:1-201105306346.
  • Hays, S. (1996). The cultural contradictions of motherhood. New Haven, Yale University Press.
  • Pazos Morán, M. (2013): Desiguales por ley. Las políticas públicas contra la igualdad de género, Madrid, Los libros de la Catarata.
  • Polavieja, J. G. (2008). The effect of occupational sex-composition on earnings: Job-specialization, sex-role attitudes and the division of domestic labour in Spain. European Sociological Review, 24(2), 199-213.

Notas

¹En breve se publicarán los resultados del estudio completo, editado por María José González y Teresa Jurado Guerrero, en la editorial La Catarata.

²La Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados aprobó una Proposición no de Ley sobre modernización del sistema de permisos por nacimiento, adopción o acogimiento, publicada en el Boletín Oficial de las Cortes Generales, serie D, núm. 170, de 31 de octubre de 2012, pág. 28. Esta reivindicación es defendida también por la plataforma ciudadana PPIINA (igualeseintransferibles.org).

 


9 comentarios

  1. […] Sin conciliación masculina no desaparecerá la penalización por maternidad […]

  2. Marisa dice:

    No he visto en esta página un artículo más feminista, rancio y manipulador que este. Espero que seleccionen la próxima vez. Algunas no nos sentimos manipuladas por tener más permisos que los hombres, ni nos inducen a actitudes que no sean las que previamente deseamos. Aunque esta señora no lo entenderá.

  3. Manu Oquendo dice:

    Las mujeres viven 7 u 8 años más que los hombres

    Es injusto, muy injusto, y debemos ver formas de equilibrar la balanza.

    Por ejemplo: los varones se jubilarán 7 años antes o cobrarán más pensión a igualdad de cotización —para que la cosa se equilibre y haya Justicia y Equidad.

    A ver, Teresa, hija. Ya está bien de victimismos. Como si no tuviésemos bastante con los Nazionatas ahora resulta que dar a luz es un hándicap para el Basket de altura. Lo queréis todo y gratis total.

    Me temo que se os está acabando el rollo por abusar.

    Paz y equilibrio.

    • Deus ex Machina dice:

      No, tener un hijo es algo genilísimo para la carrera laboral de cualquier mujer. Menudo rancierío.

      Sobre el artículo coincido totalmente. Siempre me ha parecido que la única forma de que la maternidad no sea algo negativo para una mujer trabajadora es que los varones tengamos esa misma «desventaja», difuminándose por tanto el coste de oportunidad que ahora mismo supone contratar a un hombre frente a una mujer

  4. Joaquín Guimbao dice:

    Me parecen unas reflexiones atinadas y muy bien fundamentadas. Añado que con las propuestas disminuiría la dicriminación laboral de la mujer frente al hombre en la edad fértil. Al empresario contratante no le importaría el sexo del aspirante puesto que ambos sexos tienen derecho a los mismos permisos laborales y las mismas obligaciones como padres.

  5. […] Ampliación de permisos de maternidad a seis semanas y obligatoriedad de permisos de paternidad. Aunque seis semanas sigue siendo un periodo relativamente corto, la intención de equiparar y hacer intransferibles los permisos de paternidad es una buena noticia para quien esté preocupado por la igualdad de oportunidades en el mercado laboral: como se ha dicho desde estas páginas, sin conciliación masculina no desaparecerá la penalización (que existe) por maternidad. […]

  6. […] Ampliación de permisos de maternidad a seis semanas y obligatoriedad de permisos de paternidad. Aunque seis semanas sigue siendo un periodo relativamente corto, la intención de equiparar y hacer intransferibles los permisos de paternidad es una buena noticia para quien esté preocupado por la igualdad de oportunidades en el mercado laboral: como se ha dicho desde estas páginas, sin conciliación masculina no desaparecerá la penalización (que existe) por maternidad. […]

  7. Emilio dice:

    Algún día alguien debería explicar qué nos debe hacer pensar que los fontaneros, albañiles, peones de la construcción… son los privilegiados del mundo laboral, y las maestras, enfermeras, cuidadoras de guardería… son las discriminadas.
    O como apunta Manu cuál es el privilegio de los varones en cuanto a las prensiones cuando su esperanza de vida es inferior en seis o siete años a la de las mujeres.

  8. Emilio dice:

    Por supuesto quería decir pensiones y no «prensiones».

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