Política

La caza del abstencionista catalán

14 Sep, 2015 - - @kanciller

Durante estos primeros días de campaña electoral estamos viendo cómo todos los candidatos, especialmente lo “no plebiscitarios”, intentan movilizar a sus votantes para que se acerquen a las urnas. Xavier García-Albiol dijo que con más del 72% de participación el soberanismo no ganaría en Cataluña. Además, Lluis Orriols se hacía eco de esta declaración para comentar la importancia que tendrá esta cifra en los resultados de las próximas elecciones. De repente el abstencionista diferencial, viejo conocido de los estudios de ciencia política, se ha puesto de moda. Por aclarar la cuestión de partida, con este término nos referimos a aquel ciudadano que vota en las Elecciones Generales pero se abstiene en las elecciones al Parlament.

¿Por qué algunos votantes sólo participan en las elecciones al Congreso de los Diputados? Un argumento clásico es el de las elecciones de segundo orden. La idea es que hay algunos comicios (locales, regionales, europeas) que los ciudadanos perciben como de menor importancia y esto hace que la gente tienda a participar menos. La implicación es que el abstencionismo diferencial es una pauta generalizada en los países de nuestro entorno. Con matices, eso sí, ya que la diferencia de participación entre unas regionales y las Generales oscila entre ser casi nula en Bélgica (viva el voto obligatorio) o Suecia y el importante diferencial, de casi 15 puntos, de Alemania.

Más interesante es si miramos a las diferencias dentro de cada país. Si se desagrega España por comunidades autónomas la pauta es que Cataluña ha sostenido el record persistente en abstención diferencial. Esta peculiaridad ha atraído el interés de muchos académicos, los cuales han intentado buscar explicaciones para esta situación aparentemente anómala.

abstencion

Un elemento tratado inicialmente ha sido el calendario electoral. Cuando las elecciones regionales o municipales son concurrentes con las nacionales la participación tiende a ser mayor. La razón es que se daría un efecto arrastre de las elecciones de primer orden y de ahí que la participación sea superior para las comunidades autónomas de régimen común, todas en mayo cada cuatro años, que para las que tienen su propio ciclo. Sin embargo, según esta lógica deberíamos esperar un diferencial de abstención semejante al catalán en Andalucía, País Vasco o Galicia, un hecho que no es así. Por lo tanto, dado que esta explicación institucional se queda muy corta, se ha recurrido a tres baterías de argumentos; los socio-demográficos, los de oferta política y los de “marco de identidad”.

La explicación socio-demográfica suele poner el énfasis en que los ciudadanos de Cataluña tienen, en muchos casos, origen inmigrante y que estarían poco integrados en la vida pública, considerándose ajenos a las instituciones catalanas. Aunque a nivel territorial esta pauta parece perfilarse, lo cierto es que a nivel individual la relación es mucho más débil – y no se puede olvidar que desde los años 90 más de la mitad de los abstencionistas ya habían nacido en Cataluña. Una revisión mucho más contundente de este argumento se centra en la estructura social del área metropolitana de Barcelona. Como en estas zonas hay más presencia de inmigración, sí, pero también más electorado joven y desempleados, la abstención tiende a ser mayor. La combinación  de unas elecciones menos relevantes con estos electorados propensos a no votar explicaría este diferencial (también imputable a Madrid). Además, parece que la implantación territorial del electorado socialista también juega algún papel, lo que apunta a explicaciones de coyuntura política.

La segunda batería de argumentos se refiere a la oferta electoral. La idea clásica que se señala es que, dada la distribución espacial del voto, la ausencia de un partido de izquierdas no catalanista estaría generando la desmovilización de un electorado que sí ve atractiva la oferta de las elecciones generales. Dicho pronto, de gente que quiere votar PSOE pero no PSC. Por lo tanto, solo la emergencia de un partido que cubriera ese espectro político podría conseguir una movilización del abstencionista diferencial. Sin embargo el surgimiento de Ciudadanos en 2006, un partido que en teoría tenía esta vocación, no vino acompañada de un incremento en la participación en dichas elecciones. Por lo tanto, no parece que esta explicación sea suficiente, o que su emergencia por sí misma saque a los votantes de casa. Sin embargo, sí que es verdad que la mayor fragmentación electoral ha venido aparejada de incrementos en la participación electoral de las últimas dos convocatorias – especialmente la de 2012.

Finalmente, ha habido diferentes trabajos que se han centrado en los marcos informativos y de identidad. Algunos autores han hablado sobre cómo determinados canales de televisión de ámbito estatal predominan en sectores catalanes – dado esencialmente porque algunos no usan el catalán de manera habitual y no verían la televisión pública catalana. Estos canales estatales cubrirían menos la política autonómica y fomentaría el desinterés de sus espectadores catalanes, reduciendo la participación. La cobertura de los medios estatales, además, tendería a estar sesgada al aparecer solo sobre temas de nacionalismo o de naturaleza conflictiva, enajenando a estos votantes. En esta línea, la idea es que existirían dos comunidades, española y catalana, con marcos culturales de referencia diferentes. De ahí que la comunidad más “hispano-céntrica” se abstenga más en las elecciones autonómicas.

Explicar los incrementos recientes en la participación sólo es posible si pensamos en las últimas dos baterías de explicaciones. Una mayor fragmentación del voto, la polarización de la cuestión nacional, una oferta electoral claramente anti-independentista en Cataluña o el hecho de que Cataluña sea central en la agenda de los medios de comunicación españoles pueden tener que ver. No olvidemos que por primera vez en 2012 se consiguió una participación electoral superior a las Generales del año anterior. En todo caso, el sesgo no independentista de la abstención ha forzado a que algunos partidos se acuerden de repente de un fenómeno que lleva con nosotros desde el principio de la democracia.

¿Dará la participación de última hora para cambiar los pronósticos? Sinceramente, aunque pienso que la campaña será crucial, también pienso que el margen de movilización es limitado. No estamos en 2012 y las estimaciones ponen la participación por encima del 70%, record total en unas catalanas. Siendo esto así, es difícil sacar a mucha más gente a votar, aunque muchos no vayan a cejar en el intento. En todo caso una participación electoral alta siempre es una buena noticia. Lástima que algunos se hayan preocupado por ella demasiado tarde.

***

Importante

Hoy Lluis Orriols dará esta y otras claves sobre las próximas elecciones catalanas a las 19:00 en el Café Manuela (C/ San Vicente Ferrer, 29. Madrid). Os esperamos.


7 comentarios

  1. Los márgenes de crecimiento en la participación son pequeños, pero están ahí. Si la movilización extraordinaria que estas elecciones va a producir fuera tan solo de un 5%, el impacto en los resultados podría hacer cambiar de bando a seis o siete escaños clave, que serán decisivos.

    Cuál sea el sentido de ese cambio puede que no sea tan sencillo de determinar a priori.

    Habrá que estar atentos. ¿ O es que alguien pensaba no estarlo?

  2. JLPC dice:

    Tres elecciones consecutivas al Parlamento Vasco (los datos pueden consultarse cómodamente en la Wikipedia a partir de https://es.wikipedia.org/wiki/Parlamento_Vasco ):

    Año %particip. escaños nacionalistas escaños no nacionalistas
    1994 59,69 41 34
    1998 69,99 41 34
    2001 78,48 40 35

    Aún recuerdo comentarios radiofónicos durante la celebración de las elecciones de 2001, al ir conociendo el espectacular porcentaje de participación, sobre el vuelco electoral que se avecinaba… Y ya ven ustedes lo que pasó.

    • Alatriste dice:

      Puede, pero bajo esa continuidad en escaños ocurrieron al menos tres cambios: el fin de la escisión PNV-EA, el derrumbe de EH (que perdió el 40% de sus votos y la mitad de sus 14 escaños), y una considerable subida de los partidos no nacionalistas. Si nos limitamos a dividir en dos campos se compensaron entre sí, pero la política vasca dio un vuelco en 2001; uno en favor del PNV, eso sí.

      Y en Cataluña en las últimas elecciones pasó lo mismo. A primera vista la subida de participación cambió poca cosa, la suma de CiU, ERC y SI o CUP solamente bajó de 76 a 74 escaños, y la de sus contrarios solo subió de 59 a 61, pero por debajo de esa aparente continuidad C’s pasó de 3 a 9 escaños, y ERC de 10 a 21, mientras CiU perdía 12 y el PSC 8, etc, etc.

      Vamos, que si reducimos una foto solo a blanco y negro, sin grises, no se ve nada más que unos cuantos borrones.

  3. Alatriste dice:

    No me extraña nada que los partidos estén, no solo a la caza del abstencionista, sino desesperados por arañar hasta el último voto… pero me pregunto si no están persiguiendo un espejismo, dado que la CUP exige mayoría en votos y en escaños – algo que los honra – y por si fuera poco dice que en ningún caso votará por la investidura de Artur Mas.

    Es cierto que todas o casi todas las encuestas hasta ahora dicen que la coalición de CdC con ERC estarían cerca del 40% de los votos y probablemente obtendrían la mayoría absoluta de escaños (no de votos, eso creo que ninguna lo pronostica) si CUP cooperase. Pero presentándose por separado ERC y CiU ya consiguieron un 44% y una mayoría absoluta de 71 escaños las elecciones pasadas, 74 con CUP… en otras palabras, hasta sus propias encuestas dicen que los partidos del «proceso» continúan perdiendo apoyo en lugar de ganarlo.

    Además, en 2012 todas las encuestas sobreestimaron los resultados de Artur Mas y subestimaron al resto. La más flagrante (o fragante, porque la verdad es que apestaba un poco) fue la del CEO, que pronosticaba a CiU nada menos que 69-71 escaños y un 43,5% de los votos, pero hasta las de «La Razon» y ABC le daban un mínimo de 60 escaños y un 38% del voto, casi los mismos que en las elecciones anteriores. Pero en realidad solo obtuvo 50 escaños y un 30,5%. Con ese precedente, como para fiarse de las encuestas… pero es que además se han producido dos novedades potencialmente muy dañinas para los resultados de Mas y Junqueras, la escisión de CiU y la entrada en campaña de Podemos. Es muy difícil saber qué resultados puede alcanzar Unió en solitario (Barcelona será decisiva) pero Podemos casi con toda seguridad entrará con mucha fuerza en el Parlament, culminando la magna obra de Artur Mas.

    Algún día, cuando se escriba la historia de este periodo, la figura de Artur Mas resultará incomprensible. Recibió una CiU con un 40% de votos que era casi inconcebible que no gobernara en Barcelona y que resultaba casi imprescindible para gobernar en Madrid, con el PP o con el PSOE. A lo largo del camino que empieza pidiendo una mayoría excepcional para empezar un «proceso» y acaba diciendo que si puede declarará la independencia contra el voto de la mayoría de los catalanes y contra su propio Estatut, que exige mayoría de dos tercios para cualquier alteración (todo entre floridas loas a la democracia), se ha cargado CiU, ha dejado medio muerto al PSC, ha sido el principal responsable de convertir a C’s en un partido de importancia nacional y más que probable sucesor de CiU en el papel de apoyo de gobiernos (no precisamente la mejor de las noticias para un nacionalista), que bien podría ser la segunda fuerza en el próximo Parlament y aspira a ser el partido más votado de Cataluña, ha convertido a CdC en una sombra de sí misma que tendría muchísima suerte si llegara al 25% de los votos y ni cuenta ni contará para nada en Madrid durante muchos años, y ha dejado la política catalana hecha una sopa de letras en la que costará sangre, sudor y lágrimas formar un gobierno coherente porque todos los moderados han perdido peso y todos los radicales lo han ganado. Sin contar con toda la amargura, toda la cizaña y todo el rencor que ha sembrado a manos llenas con una amplia sonrisa. Más lo que le quede por destruir… todo entre modestas comparaciones con Martin Luther King, Gandhi y David – el bíblico, no el gnomo. Y todo porque un gobierno con mayoría absoluta – obcecadamente inmovilista, pero con mayoría absoluta obtenida en elecciones democráticas – no le dijo que sí a cosas que probablemente obtendría sin grandes problemas del próximo.

    Sí, no es mi político favorito. Ni mi persona favorita tampoco.

    • Ferrim dice:

      Completo análisis, al que únicamente le falta añadir que, sólo dos años antes de liarse la manta a la cabeza con el famoso prusés, dijo por activa y por pasiva que era un debate que no tocaba porque Cataluña no estaba madura.

    • Mr. X dice:

      No tengo la menor simpatía por el señor Mas, pero supongo que la valoración que reciba en el futuro va ligada a la suerte de su causa. Si por una o dos carambolas, tiene éxito, le pondrán una estatua y bien grande.

      • Alatriste dice:

        Mira que lo dudo… no es solo que el culto del libertador está pasado de moda (no parece que en Eslovaquia, Montenegro, Croacia o Bosnia tengan muchas estatuas a unos líderes que tampoco parece que reciban la estimación de un Bolívar o un Washington… ni que la merecieran), ni que por mucho que Mas lo pretenda no tiene no ya el carisma de Gandhi, sino el de Alex Salmond (la mayoría de los independentistas parece, de hecho, más de taparse la nariz cuando se le menciona) sino que por muchas carambolas que se le pusieran a lo más que llegaría es a partir Cataluña en dos, la que se va y la que decide que no se va y no la van a empujar… y por si fuera poco, está el pequeño detalle de que entonces quedaría claro hasta qué punto ha mentido a los catalanes sobre las perspectivas del nuevo estado.

        En realidad, a veces me pregunto si a quien más se parece Artur Mas no será a Donald Trump… ¡Incluyendo que algunas de las cosas que dice ke hacen sospechar a uno que sea un submarino de la Fundación Fancisco Franco!

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