Economía

¿Por qué China tiene un problema?

25 Ago, 2015 - - @egocrata

La crisis en los mercados financieros de estos últimos días tiene su epicentro en China y las dudas sobre su situación económica. Durante las últimas tres décadas el país ha crecido a una tasa del 8% anual de forma casi sostenida, una cifra que parece casi milagrosa si la comparamos con las cifras de Estados Unidos o Europa durante el mismo periodo.

Por supuesto, en economía no existen los milagros; el crecimiento chino no es demasiado misterioso, si lo miramos con un poco de detalle. La crisis actual, y el súbito ataque de pánico de los inversores, tiene bastante que ver con la posibilidad, nada remota, que el país haya llegado a un punto donde el modelo de crecimiento que tan bien le ha funcionado se ha agotado.

Empecemos, pues, por el modelo económico desde los ochenta hasta hoy. La idea básica es que la diferencia entre un país desarrollado y un país pobre es que el segundo tiene a su disposición una serie de recursos (mano de obra, tierra, infraestructuras, fábricas) que producen menos por unidad. China, a finales de los ochenta, tenía 700-800 millones personas viviendo en el campo produciendo arroz, algo que puede sonar muy bucólico pero que apenas da para comer. Lo que Deng Xiaoping y su equipo de reformistas hacen es invertir el poco capital que tiene el país en convertir campesinos en obreros, y ponerles a fabricar los cachivaches que la escasa tecnología del país podía producir para la exportación. El dinero generado por estas exportaciones sería utilizado por encima de todo en tres actividades: primero, invertir en capital (comprando maquinaria a los alemanes, por ejemplo), para poder producir cachivaches ligeramente más avanzados que dieran algo más de dinero. Segundo, convertir más campesinos en obreros, poniendo más fábricas en funcionamiento. Tercero, construir infraestructuras que facilitaran la producción y exportación de cachivaches.

Esto puede sonar muy sencillo dicho así a lo bruto, pero no lo es tanto. Primero, movilizar capital e invertirlo con la devoción e intensidad del gobierno chino requiere una paciencia admirable (y sacar los tanques a la calle de vez en cuando). Segundo, esta estrategia sólo puede realizarse en un contexto de cierta fortaleza instititucional; el estado debe tener una burocracia competente para hacer que las inversiones funcionen, atraer capital foráneo y que las infraestructuras sean funcionales. Tercero, la política fiscal y monetaria deben ser mínimamente racionales, algo a menudo complicado en una democracia, y aún más difícil en una dictadura. Deng Xiaoping, por ejemplo, insistió que el desarrollo debía concentrarse en ciertas regiones en un principio, y extenderse después. Aunque esto refleja un admirable reconocimiento de efectos de red y economías de escala, políticamente es muy complicado de defender. China tuvo la suerte de empezar a abrir su economía justo en los albores de la nueva era del libre comercio, pero el crecimiento de las últimas décadas es todo un logro tremendo.

La cuestión, obviamente, es que uno puede crecer de este modo durante muchos años, pero no eternamente. Llega un momento en que el país se queda sin campesinos que puede convertir en obreros fácilmente; la mano de obra rural restante es demasiado vieja y no va ya a mudarse. Tras años mejorando productividad a base de importar maquinaria o fabricar productos más avanzados, llega un momento en que las fábricas chinas están cerca de la frontera tecnológica para la mano de obra que tienen disponible, o simplemente están fabricando cachivaches tan avanzados como los salidos de un país desarrollado. Con menos mano de obra «libre» los salarios inevitablemente tienden a subir, encareciendo la producción y quitando recursos a la inversión pura.  El modelo extensivo de crecimiento, consistente en tirar la economía adelante a base de movilizar más recursos y reinvertirlo todo, sencillamente no da para más.

El siguiente paso, que todas las economías desarrolladas han dado en un momento u otro, es pasar de un modelo que genera crecimiento a base de invertir más y movilizar más recursos a uno basado en aumentar el consumo e inventar nuevas tecnologías en vez de copiarlas. La idea es que en vez de utilizar todo el dinero ganado exportando en comprar más máquinas lo que se hace es pagar a los obreros mejor para que puedan gastar más, generando suficiente demanda para que la economía crezca. Todo ello, por supuesto, sabiendo que cada vez que subes los sueldos parte de tus industrias basadas en salarios bajos se van a Vietnam, Indonesia, India o Bangladesh, el paro sube a corto plazo y todo el complejo ladrillista-inversor-empresarial que llevaba décadas viviendo del crédito fácil y forzoso desde el estado empieza a mirarte mal.  Empeorando las cosas, durante los últimos años ante la progresiva desaceleración de la economía, el sector empresarial (y el público) han respondido tirando de la tarjeta de crédito para o bien invertir aún más, o bien financiar consumo a corto plazo.

Cruzar este umbral es complicado; los economistas a menudo hablan de la «trampa de la renta media» y lo difícil que resulta superar los $10.000-$15.000 de renta por cápita (la frontera está siempre bajo discusión, así como la existencia de esta trampa) sin caer en una recesión y volver a retroceder. China, parece, está justo en este umbral, y las reformas económicas recientes parecen no haber bastado para mantener la tasa de crecimiento al 8% antes de que el consumo interno empezara a tirar del carro.

Lo curioso del pánico de estos días es que las instituciones chinas, al ser un país autoritario, probablemente han contribuido a crear desconfianza en su propia economía. El gobierno chino lleva meses haciendo cosas realmente poco ortodoxas para mantener las bolsas al alza, mientras insistía que todo iba bien. Los reguladores bursátiles son políticos, sin seguir criterios de mercado. Las cifras de crecimiento económico del país siempre han sido dudosas, y nadie realmente se cree que la tasa de paro sigue al 4%. Además, gran parte de la inversión de los últimos años fue realizada por empresas de propiedad estatal o el propio gobierno.Todos sabemos lo buenos que son los políticos con sus elefantes blancos,  así que es muy probable que muchas de las inversiones recientes sean básicamente inútiles, y que la deuda utilizada para financiarlas sea impagable.

Es decir, Rogoff tenía razón, otra vez: un montón de préstamos y deuda inmobiliaria, un sector financiero mal regulado, montones de bancos y empresas estatales repartiendo dinero, y una economía que no puede generar crecimiento fácilmente porque se ha quedado sin gasolina equivale a crisis financiera.

¿Quiere decir todo esto que vamos camino del desastre y que la recesión y crisis económica china van a provocar una repetición de la crisis del 2007? No tan deprisa. Primero, el sector financiero chino es minúsculo comparado con el de Estados Unidos, y está mucho más cerrado al exterior. Segundo, China no es una economía demasiado importadora, así que el shock  de demanda será relativamente pequeño para todo aquel que no exporte bienes de equipo como un poseso (leáse Alemania). Tercero, China ha acumulado cantidades obscenas de dólares en reservas durante años, y no son un país precisamente tímido a la hora de intervenir en su economía.

Los únicos que seguro se van a comer una buena galleta son los países que dependen de exportar materias primas, que se van a quedar sin su principal comprador en los últimos años, y los exportadores de petróleo, justo cuando las renovables han llegado a un punto donde pueden competir en precio.

Una nota final: recordad que los mercados bursátiles son bastante malos prediciendo grandes crisis. Quizás esto no deba ser motivo para el pánico, al menos fuera de China.

En fin, veremos.


12 comentarios

  1. […] ¿Por qué China tiene un problema? […]

  2. navarta dice:

    China es una historia de éxito, como antes lo fue Japón, Singapur o Corea del Sur.
    Una economía atrasada, que explotando su diferencial de costes de mano de obra, escala en la economía mundial como fabricante de baja y media tecnología, con gobiernos bastante autoritarios y sociedades poco dadas a la protesta y al pensamiento libre, sociedades, que al fin y al cabo, no han pasado por una revolución ilustrada ni nada por el estilo, aunque la China de Mao pasó del feudalismo medieval a la distopía socialista sin ni siquiera parar para tomar aliento.
    China posee una envidiable posición neta de deuda respecto al exterior, es decir, son más acreedores que deudores, y de ello nosotros sabemos mucho, puesto que para que el gobierno chino comprara parte de nuestro billón de deuda pública, debimos reformar la Ley que permitía a la Audiencia Nacional juzgar en España delitos cometidos en el Tibet por altos cargos del régimen chino.
    Además de ser acreedores de numerosos países del llamado primer mundo, sus deudas internas están denominadas en su moneda propia, luego tiene en su mano enjuagar rápidamente esa deuda mediante la inflación y la devaluación monetaria, esto hará que muchos pierdan hasta la camisa pero el país seguirá en pié, sin muchos rasguños.
    El desempleo estructural, típico de países que realizan una transición acelerada de la economía agraria a la industrial, el paso del campo a la ciudad, algo que conocemos bien en esta España que pasó por el desarrollismo de los años 60, los Plan de de Desarrollo, Mariano López Rodó, etc…Esta mano de obra tiene difícil encaje en nuevas economías basadas en la tecnología y los servicios de alta calidad, pero como en España, China tiene un campo muy amplio de mejora en servicios intensivos en mano de obra como el Turismo, interior y exterior, un sector de grandes posibilidades de crecimiento en China y que actualmente apenas ha tenido un desarrollo residual, basado esencialmente en un turismo interior de bajo valor añadido.
    En otro aspecto que China tiene muchas posibilidades de crecimiento es en el estado del bienestar, no esperemos un estado de bienestar a la sueca ni siquiera un estado de bienestar a la española, pero las posibilidades de crecimiento de empleo en este sector, igualmente intensivo en mano de obra, son enormes, por el simple hecho de que todo está por hacer. Una población envejecida donde la mujer se incorpora al mundo laboral genera necesidades de cuidados que sobrepasan a la familia tradicional, por muy arraigado que esté el cuidado de los ancianos en la cultura china (en España no lo estaba menos hace 30 o 40 años).
    En definitiva, China ha crecido siguiendo los pasos marcados por otros países anteriormente, tanto en su entorno cultural asiático: Japón o Corea por poner dos ejemplos cercanos y recientes. Pero también la España de los 60 se desarrolló a base de inversión estatal planificada (Planificación indicativa y sus planes de desarrollo) y la inversión extranjera intensiva en mano de obra y capital (plantas automovilísticas que a día de hoy siguen siendo la mejor basa exportadora de nuestra economía).
    Y como hizo España, China tiene la opción de derivar parte de su mano de obra no cualificada a industrias “blandas” como el sector turístico, el sector financiero (alejado de los chiringuitos pseudopiramidales y clandestinos en muchos casos que han cebado la actual burbuja bursátil) o el sector de la atención social y la implantación de una estado del bienestar medio aceptable.
    En definitiva, la putada de todo esto no es tanto para China sino para Europa, si Alemania deja de exportar como posesa bienes de equipo a China su economía se resentirá y con ella la de toda Europa, sobre todo la nuestra, cuando habíamos fiado nuestra recuperación al potencial exportador, van nuestros mercados más cercanos e importante como son Francia, Alemania o Gran Bretaña y se resfrían por una “gripe China” que a nosotros nos lleva de nuevo a la UVI.
    Y para terminar, creo que cada vez que nuestro gobierno pone los ojos en un mercado turístico emergente para sustituir, de cara al futuro, a los tradicionales emisores de visitantes a España y ganar en calidad turística (Gasto por persona), gafamos a ese país, ya nos pasó recientemente con Rusia, que la hemos dejado hecha unos zorros, y ahora nos vuelve a pasar con China, habrá que dejar de buscar turistas en países emergentes por que como la cosa siga así pronto nos van acorrer a gorrazos en las ferias de turismo internacional :))

  3. Nacho dice:

    Bueno, si Suramérica se ve afectada por la exportación de materias primas, los países petroleros por esto mismo, y algo se ven afectadas Alemania y Japón, además de Australia y Canadá, sí que creo que tendrá efectos moderados fuera del país. Y eso, sin incluir al sudeste asiático.

    No digo que vaya a ser una crisis brutal, pero sí quizá que este año sea perdido de crecimiento para muchas economías del planeta (como muchas de las que se insertan en las regiones anteriormente citadas)

  4. HANSA dice:

    Lo más difícil de un Gobierno autoritario, o dictadura (ops), es crear una clase media. Darle unas buenas condiciones de vida, desde el punto de vista económico, genera que la gente, a corto plazo, no proteste, pues ve que progresa.
    Pero qué pasa cuando va pasando el tiempo, se incorporan nuevas generaciones que estudian, tienen inquietudes, piensan por sí mismas? Pues que tienen un grave problema político. El problema de China no es económico, que lo es; es POLÍTICO.
    La clase media que hay ahora mismo en China quiere otras cosas que no sabemos, pero entendemos, que el Gobierno no se las va a dar: apertura, votar el futuro que ellos quieran, etc.
    Los próximos años de China van a ser apasionantes en ese sentido. Recuerden que respecto a las últimas décadas tienen auténticas hordas de universitarios, gente de 20-40 años con estudios, difícilmente manipulables como lo eran hace décadas los cientos y cientos de miles de campesinos que fueron a las ciudades a producir y producir lo que les decían que tenían que producir.
    No estoy diciendo que volvamos a un Tiannamen, pero el problema que está ahí, latiendo, es político.
    En cierto sentido, y con todas las diferencias posibles, me recuerda a la España de 1975. Sí, había una dictadura, moribunda. Pero la democracia era inevitable. Había una clase media española, en muchos sentidos incipiente, que lo único que querían era un país donde sus hijos pudieran prosperar. En una dictadura no era posible. Y por eso la democracia española llegó porque TENÍA que llegar.
    Llegará en China? Veremos.

  5. Muy buen artículo, para variar.

    Solo un apunte : China sí es un gran importador, el segundo del mundo sólo por detrás de Estados Unidos (y subiendo).
    http://www.statista.com/statistics/268184/leading-import-countries-worldwide/

    Como dices al final del artículo, los exportadores de materias primas ya lo están sufriendo. En países como Perú, Chile, Brasil o Argentina se está viviendo con mucha preocupación, no sólo por el bajón en la demanda y en el precio (el del cobre, por ejemplo), sino también porque muchas inversiones mineras se están paralizando o pendiendo de un hilo.

    Algunas economistas llevan anunciando desde hace tiempo que China debería crecer en torno al 3/4% para tener un crecimiento más equilibrado. Si eso pasa, veremos muchos perdedores y muchos países que tendrán que adaptarse.

    • Nacho dice:

      por cada 1% que crece China, Suramerica crece 0,7%…así que se notará seguro en el planeta su desaceleración.

  6. José Manuel dice:

    Joder, no quiero ni pensar en la hostia que se va a llevar Argentina.

  7. […] – ¿Por qué China tiene un problema?. […]

  8. […] que parece que la economía china se desmorona, todos nos hemos preguntado qué pasará en los mercados y cuál será el efecto en el resto de países. Sin duda nos afectará […]

  9. […] que parece que la economía china se desmorona, todos nos hemos preguntado qué pasará en los mercados y cuál será el efecto en el resto de países. Sin duda nos afectará […]

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