Uno de los factores más destacados del conflicto griego son las distintas narrativas que han adoptado algunos medios al explicar lo ocurrido en las últimas semanas. Por un lado nos encontramos con historias basadas en las abusivas instituciones europeas, que actúan únicamente con el objetivo de castigar a la sociedad griega, desoyendo a la voz del pueblo. Por el otro, el discurso de un gobierno irresponsable y despilfarrador, que se salta las normas de juego y pretende vivir a costa de todos los ciudadanos europeos, gracias a las ventajosas condiciones de sucesivos paquetes de rescate.

Esta situación me ha hecho preguntarme hasta que punto los medios de comunicación pueden contribuir a la radicalización de discursos políticos con un fuerte contenido emocional y susceptibles de crear corrientes de odio hacia otros. Y, yendo aún más lejos, si en algunos casos pueden incluso generar un aumento de la violencia en situaciones de conflicto. La historia es un buen campo de pruebas para buscar respuestas a estas cuestiones.

En un ambicioso e interesante proyecto varios investigadores utilizan el contexto de la Alemania de los años 20’s y 30’s para analizar esta cuestión en el caso de la radio. De hecho, fue el propio Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, el que en agosto de 1933 dijo que “no habría sido posible para nosotros tomar el poder o usarlo de las formas que lo hemos hecho sin la radio”. Pero, realmente ¿ayudó el control de los medios a Hitler a alcanzar el poder y fomentar el apoyo ciudadano al Tercer Reich?

Para hallar una respuesta a esta pregunta los investigadores analizan los cambios en la conducta de los votantes en función de su exposición o no a nivel local a la señal de radio y a los contenidos emitidos. Para hacerlo, aprovechan que tras la iniciativa de los nacionalistas Alemanes de organizar un referéndum para renunciar al Tratado de Versalles, el gobierno de Weimar modificó la programación radiofónica tradicional basada en programas culturales y educativos para introducir noticias políticas prodemocráticas y anti-extremistas. A la vez, prohibió la información referente al partido comunista y al partido nazi. Posteriormente, en enero de 1933, con el nombramiento de Hitler como canciller, los nazis toman el control de la radio, y cambian los criterios de programación para promover propaganda pro-gubernamental.

Los resultados de este análisis comparativo muestran que, en las tres elecciones parlamentarias entre 1930 y 1932, cuando los contenidos de las noticias emitidas eran a favor del gobierno de Weimar y los nazis no tenían acceso a la radio, el NSDAP (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán o Partido Nazi) obtuvo un menor porcentaje de votos en aquellas áreas donde se recibía la señal de radio que en los municipios que no disponían de señal. En cambio, en las elecciones de marzo de 1933, tras el cambio de un contenido pro-Weimar a uno pro-nazi desde enero de 1933, el efecto fue el contrario. Así, la ganancia de apoyo al NSDAP en las elecciones de marzo de 1933, en relación con las de septiembre de 1930, fue mayor en las zonas a las que llegaba la señal radiofónica que en aquellas que no la recibían. Cinco semanas de control de la radio por parte de los nazis, con campañas de propaganda dirigidas principalmente a trabajadores pobres con un bajo nivel educativo, revirtió el efecto electoral del sesgo pro-Weimar del gobierno anterior. Según estos autores, si la radio se hubiese apagado en enero de 1933, en las siguientes elecciones el porcentaje de votos del NSDAP, junto a sus compañeros de coalición (nacionalistas y centristas), no habría sido suficiente para obtener la mayoría de escaños.

El control de la radio no sólo permitió al gobierno nazi llegar al poder, sino que fue también un importante elemento de persuasión para que los alemanes apoyasen el régimen. La exposición por radio a la propaganda nazi aumentó la discriminación hacia los judíos, dependiendo, eso sí, de la predisposición de los oyentes a apoyar los mensajes antisemitas. Es decir, los mensajes radiofónicos contribuyeron a potenciar el extremismo y la polarización de las opiniones de los ciudadanos.

Existen otros ejemplos en los que se ha podido identificar el efecto de un uso partidista de los medios de comunicación. El caso del genocidio de Ruanda es uno de ellos. En un país con una baja circulación de periódicos y pocos canales de TV algunos miembros del gobierno Hutu diseñaron una campaña de propaganda en la Radio Television Libre des Mille Collines (RTLM) en contra de la minoría étnica tutsi durante el genocidio de 1994. Esta radio difundía mensajes que llamaban a la exterminación de los tutsis. Es importante recordar que más allá de la violencia militar, grupos de milicias locales y ciudadanos particulares contribuyeron a provocar un total de entre medio millón y un millón de muertos. Aprovechando la aleatoria recepción de señal, que depende de la abrupta geografía del país, Yanagizawa-Drott (2014) estima que un 10% de la violencia total ocurrida durante el genocidio puede ser atribuida a los mensajes de odio transmitidos por la radio.

Aunque con un enfoque algo distinto, también se ha analizado la relación entre Serbia y Croacia y el efecto que la radio ha tenido en el sentimiento nacionalista tras la guerra Yugoslava. Observando los municipios croatas en la frontera con Serbia, y su exposición y consumo a la radio nacionalista serbia, DellaVigna et al. (2014) identifican un aumento del sentimiento anti-serbio entre los croatas una década después del fin del conflicto armado.

Por lo tanto, la exposición a narrativas sesgadas difundidas por los medios de comunicación sobre conflictos sociopolíticos de diferente signo tiene efectos significativos en los comportamientos de los ciudadanos. La evidencia histórica muestra que los medios pueden jugar un papel clave en la generación de conductas de odio entre vecinos y en el mantenimiento o en la caída de democracias débiles.

El conflicto de Grecia con el resto de miembros de la Unión Europea dista de tener la intensidad de los conflictos históricos a los que he hecho referencia. Pero a la vista de la proliferación de mensajes sesgados y altamente emocionales como los señalados al inicio, las enseñanzas que se extraen de la utilización de la «radio del odio» nos debería servir para estar alerta.


20 comentarios

  1. Fenix dice:

    El policy problem es elegir entre:

    1) Prohibir los mensajes sesgados, dando la facultad censora a un panel de hombres sabios y buenos, como el que Abraham no pudo encontrar para salvar Sodoma.

    o

    2) Procurar que haya tantas radios diferentes como para que las narrativas sesgadas de cada una se anulen entre si, y la media de lugar a una segura apatía pública.

    ¿?

    • Hejo dice:

      Mejor propongo:
      -Que el código penal tipifique como delito las comunicaciones que promuevan la violación de los derechos humanos.
      -Exigencia de pluralidad de opinión en los medios de comunicación públicos (ya sé que lo ideal sería la imparcialidad, lo mío es más modesto).
      -Para todo lo demás, libertad de prensa y de opinión.

      No hay que rascar mucho para darnos cuenta que en España el primer punto no se cumple -salvo si se te ocurre decir algo a favor de ETA- y que el segundo todavía menos. En cuanto al tercero, sólo recordar los medios que se han cerrado y para los que todavía estamos esperando el juicio.

      • Fenix dice:

        El panel de hombres justos solo utilizará «los derechos humanos» y la «pluralidad» como criterios para su actividad censora. Ya hemos resuelto el problema.

        Ps.- Nótese que el artículo 17 consagra la propiedad privada, y quien sabe si los «hombres justos» no deberían prohibir en su nombre toda expresión contraria a la misma, empezando por el famoso panfletillo de Marx y Engels, y toda su familia ideológica.

        O tal vez, el artículo 19 consagra la libertad de expresión en unos términos tan generales que la propia Declaración establece que oponerse a la Declaración es un derecho consagrado en la Declaración, obligando a los «hombres justos» a disolver su panel censor.

        • Hejo dice:

          Disculpa si personalizo en la respuesta, pero tengo la sensación de que te vas por las ramas.
          ¿Panel de hombres justos? ¿Censura? No he propuesto nada de esto. Propongo código penal para las manifestaciones reiteradas de odio (hay precedentes y jurisprudencia desde hace más de medio siglo).
          ¿Pluralidad obligatoria? Sí en los medios públicos. Se trata de evitar que se conviertan en simples voceros del gobierno. En los privados, que cada cuál haga lo que quiera.
          Esto último es precisamente en la práctica uno de los puntos débiles de tu propuesta «que haya tantas radios diferentes como para que las narrativas sesgadas se anulen entre sí». Y es que en la práctica sucede unos pocos grupos son los propietarios de la mayor parte de las radios, y de las televisiones, y de los periódicos…con lo que simplemente la cantidad no es garantía automática ni de diversidad, ni mucho menos de obtener «una media no sesgada».

          No entiendo el tema de la propiedad privada. ¿Qué tiene que ver?

          Artículo 19: creo que no consagra el derecho al insulto y a la difamación. Y no hay paneles de hombres justos para verificarlo, con un ofendido que denuncia y un juez que juzga, basta. Pues lo mismo, extendido a los derechos humanos. E insisto, para todo lo demás, libertad de prensa y de opinión.

          • orson dice:

            Es un disparate que no se le debe exigir calidad a los medios de comunicación privados. La libertad de empresa no está por encima de la libertad de información.

    • spartan dice:

      La primera opción no sólo tiene el problema que tu citas, encontrar al justo de Sodoma. Es que nadie puede escapar de sus sesgos idológicos. Ni siquiera los que se informan más o los que tienen más formación. La única manera de no barrer para casa es no decir nada, y aún así no es 100% fiable.

      La segunda posibilidad es la que tenemos y la apatía pública es facil de sortear: escuchar medios afines, que es lo que hace -hacemos- todo quisqui. Incluso los que por profesión o por afición leemos de todo, y podemos leer un artículo de El Diario y despues uno de Libertad Digital sin despeinarnos, no es lo mismo cuando nos cuentan las cosas como a nosotros nos gusta. Insisto en que los sesgos no nos abandonan.

      Yo me quedo con la segunda opción, aunque sea también bypasseable. Solución? Difícil. Ser abierto y tolerante con las opiniones de los demás no siempre es fácil. Yo diría que lo primero es tomar conciencia de que todos venimos sesgados de casa. Lo de como hacer la democracia liberal (y con ello la libertad de prensa) más sexy (o sea, no apática) de cara a la gente… ni idea.

      • spartan dice:

        Mi comentario era una respuesta a lo que decía Fenix, no se si quedaba claro.

      • Sgt. Kabukiman dice:

        Asumiendo que la solución al sesgo previo seria poner a un extraterrestre al frente de la radio con poco o ningún interés por el devenir del ser humano, hay algunas pautas para acercarnos a la pluralidad y/o imparcialidad. Siempre hablando de medios públicos, los privados ya asumimos que defienden los intereses de quien pone la pasta.
        https://es.wikipedia.org/wiki/BBC

        • orson dice:

          Es un disparate que no se le debe exigir calidad a los medios de comunicación privados. La libertad de empresa no está por encima de la libertad de información.

    • orson dice:

      Prohibir según el criterio de algunos o dar carta blanca a todo el mundo es la típica falacia de la falsa dicotomia.

      Como ya ha dicho spartan, para el segundo caso se da el resultado de una sectarización de la sociedad. Tener medios sesgados con sesgo hacia todas direcciones no hace que se neutralizen unos a otros, sino que cada uno solo se informe en los medios afines. A largo plazo esto fomenta la hostilidad antes que la paz, véanse la guerra de los Balcanes de los años ’90 y la Europa anterior a la I Guerra Mundial.

      En cuanto al primer caso, es obvio que se debe penalizar de alguna manera a los medios que fomentan el odio en cualquiera de sus formas, pero no suele dar mucho resultado un veto desde una autoridad competente, ya que es fácilmente manipulable. Es decir el problema no está en que un grupo de personas calificadas imponga su criterio, sino que al ser solo un grupo pequeño es mucho más fácil manipularles que a un grupo mucho mayor.

      Lo deseable es que sean los propios lectores/oyentes/espectadores de dicho medio los que exijan una información no sesgada y de calidad, y den la espalda a cualquier medio tendencioso. Y esto se debe exigir a todos los medios, no solo a los públicos. El problema viene cuando los receptores no reclaman su derecho a estar bien informados y abandonan su obligación de exigir información de calidad a sus medios de referencias. Insisto que esto vale tanto para los medios públicos como los privados, ser una empresa privada no exime de sus obligaciones como medio de comunicación, como muchos pretenden.

      Esta apatía de los receptores de información suele darse cuando no se conocen ofertas culturales de calidad. En los países donde algún medio mayoritario se destaca por ofrecer programación cultural de calidad, la gente se acostumbra y exige el mismo nivel de calidad para los informativos, sobretodo cuando se trata de información política y económica. Y por programación cultural me refiero tanto a literatura, música, arte, historia, ciencia… e incluso deportes. Ofrecer información deportiva de calidad en vez de tertulias entre forofos, que ni argumentan ni instruyen a los legos para que puedan entender las noticias deportivas, es una manera de acostumbrar a la gente a recibir información de calidad y a exigirla cuando se da información política o económica.

      Quizás sea por esto que una de las primeras cosas que hacen todos los dictadores sea suprimir la programación cultural.

      • Fénix dice:

        Entonces solo propones que haya una cadena tipo la 2 con una oferta cultural de calidad y solo con eso esperas provocar una reacción en cadena que provoque una demanda de información de calidad?

        Bueno al menos es una propuesta inofensiva. Todo lo que no sea dar poder a un comité o tribunal para decidir que es lo verdadero o lo de calidad, me perece bien.

        • orson dice:

          Sí, pero bien hecha. La programación de La 2 tiene mucho terreno por mejorar, la prueba es que en otros países no se pirran por sus programas. Los programas de calidad deben serlo también desde el punto de vista técnico (y esto significa dinero) y construyendo una buena historia.

          Si La 2 no tiene audiencias masivas no es porque a la gente no le interese la cultura, sino porque sus programas son estéticamente cutres (hechos con pocos medios) y a menudo sin una narración que enganche. Fíjate que cuando en la tele pública se toman en serio el hacer una serie de calidad, la gente la ve.

          Veo que te obsesionas demasiado con los comités. Cualquier televisión o radio privada está llena de comités para decidir todo tipo de cosas. Por ejemplo, para cada cuestión técnica si no fuera por un comité de expertos que conocen las herramientas y sus posibilidades no se podría hacer nada. Los comités en si mismos no son nada, solo tienen el poder que les da su entorno.

          Si no valoras el poder de tener una programación cultural de calidad es porque nunca has disfrutado de una.

          • Fénix dice:

            No se de que me hablas: yo no necesito que me programen nada. Para leer tengo internet y Amazon y para los productos audiovisuales, el video club de imagenio y pronto netfix.

            En realidad hay toneladas de información gratuita y de calidad ahí fuera y gratis, y solo temo que los comités de derechos humanos y pluralidad decidan recortarla.

            • orson dice:

              Dices que conoces oferta cultural de calidad. Asumo que te refieres a reportajes y documentales (y sobre temas ni políticos ni económicos). Si no, no sirve porque no es difícil distinguir la ficción de la realidad (la gente que ve series y películas de calidad no exige calidad en los noticiarios).

              1- Te has parado a pensar en cómo disponer de dicha oferta te lleva a reclamar espacios informativos no sesgados? No crees que a otros no les serviría igual?

              2- Te das cuenta con que no es suficiente tener acceso a dicha oferta sino que se necesita saber buscar y elegir? Para esto hace falta educación y conocimiento.

              3- Te das cuenta que si los programas de Tele 5 o los telenoticias basura tienen tanto éxito se debe a que muchas personas no tiene acceso a programas culturales de calidad o no sabe buscarlos?

              La ventaja de ofrecer un ejemplo de información no sesgada partiendo de la ciencia y la cultura es por la escasez de intereses en ofrecer información sesgada. No es habitual que haya discusiones ideológicas sobre qué es verdad y qué es mentira. Si a la calidad informativa le añadimos calidad técnica y narrativa, tenemos algo digno de admiración que quitará espectadores a cualquier programa.

              Esta es la competencia que hay que oponer a los informativos para lograr que eviten dar información sesgada. En un mercado competitivo, todos quieren parecerse al competidor más exitoso, y como la realidad y la ficción no compiten entre sí, los telenoticias compiten contra los programas culturales, los reality shows, los del corazón y la publicidad.

              Por otro lado, tu queja de los comités es absurda. En un hospital (público o privado) los comités que deciden que la homeopatía no sirve para tratar el cancer son fundamentales. Si cada médico hiciera lo que le pareciera mejor, por muchos buen médicos que haya siempre habrá alguno que opta por la homeopatía. Y este bajo porcentaje aun se debe a que en la universidad hay comités que se preocupan por enseñar bien a los estudiantes. Los comités son esenciales para que las cosas funcionen bien. O acaso te molesta que un comité de derechos humanos decidiera abolir la pena de muerte?

              Ten en cuenta que lo que define a un comité es sobre qué asuntos puede emitir un veredicto y a quién rinde cuentas. Sospecho que yerras el tiro cuando insites tanto en criticar los comités.

              • Fénix dice:

                Si, me molesta que la pena de muerte no sea aprobada o rechazada en un parlamento.

                No tenemos en el mundo de la comunicación nada similar a la clase de teoría científica basada en experimentos controlados que tienen los médicos. Tampoco hay en casi ningún asunto social la clase de consenso normativo que existe en preferir la salud sobre la enfermedad.

                A falta de esa clase de evidencia y consenso, sin duda, los comités politizados que intervendrían la comunicación nos dejarían un panorama informativo homólogable al de Venezuela o Hungría.

                • Sgt. Kabukiman dice:

                  Me juego la hombria a que la BBC o la ARD estan llenas de comites que deciden, sin tenerle en cuenta a usted, lo que se programa o deja de programar. Como sólo deciden sobre lo suyo y que se sepa, sus mercados audiovisuales son libres, aun no se han convertido en Venezuela. Pero puede seguir temblando, que todo llegará.

                  Y enfrente tenemos el panorama españistani, con una TVE de vergüenza ajena que ademas no consigue ni mantener cuota de pantalla. Para que queremos reformar nada, si el mantra es venezuela, y ademas, oiga usted, ya tengo forocoches, libertad digital o amazon.

                  Un cordial saludo.

                  • Fénix dice:

                    Que haya medios públicos me parece redundante pero inofensivo. Es la regulación benevolente de los otros lo que me preocupa.

  2. […] La radio del odio […]

  3. Lester dice:

    Simplificando:

    1) Los medios de comunicación tienen mucha influencia. Aun que nos guste pensar que la audiencia es racional, al final un mensaje repetido muchas veces cala.

    2) Deberían establecerse una vigilancia que, sin perder la pluralidad, evitar excesos.

    3) ¿Quién vigila al vigilante?

    Creo que es un buen resumen del artículo. Aunque creo que el artículo no ha tratado apenas el punto más peliagudo y de difícil solución, el quid de al cuestión, la piedra filosofal, el santo Grial que persiguen todas las sociedades humanas: El punto 3 ¿Quién vigila al vigilante?

  4. Manu Oquendo dice:

    Gracias por el artículo.

    Hay quien como «solución» propone prohibir y penalizar pero la realidad es que la especie sigue teniendo conductas psicológicas propias de rebaños y esto conviene a todos los manipuladores.

    Los rendimientos de la manipulación psicológica de las grandes masas de gente son enormes y todos los partidos en el Poder (muy especialmente los más ideologizados) hacen todo lo posible por degradar a la población educativamente. Las leyes educativas del PSOE y del Nacionalismo son buenos ejemplos. Solo hay que ver las protestas que se generan en cuanto se intenta tocar su juguete.

    Y no olvidemos el viejo recurso de proscribir discretamente –con la ayuda del «Subsistema Cultural»– a todos los autores que lo han puesto en evidencia. Desde Le Bon a Bernays pasando por Trotter y Ashby.

    RNE es un excelente ejemplo de medio de comunicación manipulador e ideologizado. Hay muchos.

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