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Los republicanos y la bandera del sur

23 Jun, 2015 - - @egocrata

El tiroteo la semana pasada en una histórica iglesia afro-americana de Charleston ha sido para muchos un recordatorio que el el viejo Sur nunca desapareció del todo. Dylann Roof, el chaval de 21 años que asesinó a nueve personas a sangre fría, utiliza la retórica y los métodos de otros tiempos, de cuando el país intentaba acabar con la segregación racial.

No me voy a meter demasiado en los específicos del caso. Estados Unidos es un país enorme, y con más de 300 millones de personas algún chiflado supremacista quijotesco que lee cosas horribles en internet puede acabar apareciendo. Si a eso le sumamos el fácil acceso a armas de fuego (en el caso de Roof, un regalo de cumpleaños), esta clase de tragedias son casi inevitables. Esta clase de terrorismo (porque es terrorismo) no es nada nuevo.

Lo interesante del caso, sin embargo, no ha sido tanto el crimen sino las reacciones de los políticos. Más concretamente, la tímida y a veces totalmente esquizofrénica respuesta de muchos de los candidatos republicanos a presidente ha sido especialmente significativa.

Desde el primer momento prácticamente todo el mundo asumió que el crimen de Charleston tenía motivaciones raciales. La iglesia atacada tenía una larga, ilustre historia como una de las cunas de los derechos civiles en Carolina de Sur. En 1822, pocos años después de su fundación como una de las primera iglesia negras del país, fue quemada hasta los cimientos. Su pastor y los líderes de la congregación fueron ejecutados poco después (35 personas), acusados de planear una revuelta de esclavos. Cuando las iglesias negras fuero prohibidas, sus integrantes continuaron haciendo misa de forma clandestina hasta pasada la guerra civil. El racismo era obvio, casi evidente, incluso antes que aparecieran las fotos de Roof con banderas de Rhodesia, el Apartheid o confederadas.

Esto, sin embargo, no evitó que un número considerable de candidatos presidenciales republicanos evitaran pronunciarse sobre la motivación del asesino, incluso después de que se conociera su identidad. Rick Santorum dijo que el crimen era un atentado contra la libertad religiosa, insinuando que los cristianos estaban siendo perseguidos. Jeb Bush evitó pronunciarse sobre las motivaciones del asesino, incluso después que el manifiesto de Roof saliera a la luz. Rand Paul evitó dar causas, pero señaló que los problemas detrás del tiroteo no los podía arreglar el gobierno; todo se debe a un problema de ateísmo. Rick Perry definió la masacre como un accidente, y criticó a los demócratas por hablar de limitar el acceso a armas de fuego. La imagen general fue la de un partido con problemas graves para hablar sobre racismo o armas de fuego después de una matanza, con no pocos candidatos escondiéndose rápidamente antes que nadie les preguntara nada.  Sólo Ben Carson (que es negro) habló directamente de raza; el resto del partido o evitó contestar o soltó alguna bobada.

Esto ya de por sí sería un poco extraño, pero las evasivas no acabaron ahí. Carolina del Sur, aparte de ser el estado que empezó la guerra civil americana (hablando explícitamente de perpetuar la esclavitud, por supuesto) fue uno de los lugares que más se resistieron a acabar con la segregación racial. En 1961, en protesta por las acciones del gobierno federal y en reacción al movimiento de derechos civiles, los legisladores decidieron que la bandera confederada ondeara sobre el Capitolio estatal. Más de cincuenta años después, la bandera sigue ahí, en los jardines del legislativo del estado, un horrible anacronismo defendido por algunos como una forma de honrar las tradiciones y el legado del viejo sur.

La bandera confederada ha sido objeto de protestas desde hace décadas, y el tiroteo no hizo más que llevarlas de nuevo a primera página. Esta bandera es, y ha sido siempre, un símbolo de opresión racial; era natural hablar de su retirada. Los periodistas, obviamente, han querido saber la opinión de los candidatos republicanos a la presidencia, y estos, con muy pocas excepciones (Graham, Carson y Bush), han evitado responder escandalosamente. Uno diría que 150 años después del final de la guerra civil los candidatos del partido de Abraham Lincoln serían capaces de repudiar un símbolo de racismo, pero no ha sido el caso. Sólo cuando Nikki Haley, la gobernadora republicana de Carolina del Sur, ha pedido a los legisladores que la retiren (algo que necesita una mayoría de 2/3, por cierto) los líderes del partido han dado ese paso.

¿A qué viene esta timidez? El partido republicano, tristemente, tiene problemas con los debates raciales. En los últimos años el GOP se ha convertido cada vez más en una organización con sus apoyos concentrados entre hombres sureños blancos mayores de cincuenta años; la llave maestra del partido son las zonas rurales de la vieja confederación. Aunque la mayoría de sus votantes no son sureños ni racistas, lo cierto es que un porcentaje en absoluto irrelevante del electorado de primarias sí tiene esas características. Carolina del Sur, el centro de la rebelión sureña, es uno de los primeros estados en el calendario de primarias. En unas elecciones con 16 candidatos (si me salen bien las cuentas), nadie cree poder permitirse alienar ni siquiera al más psicótico de los nostálgicos del General Lee.

Lo triste de este caso es que en vista del miedo general, ningún candidato se haya atrevido a diferenciarse hablando de racismo y condenando la bandera confederada sin ambigüedades. Aunque todo el GOP parece aterrorizado de decir algo que pueda ofender a su electorado más conservador, lo divertido es que el candidato moderado parece siempre acabar ganando las primarias. Las bandera del viejo sur no parece tener un apoyo significativo dentro del partido en las encuestas, pero medio partido prefiere parecer un cavernícola insensato o alguien incapaz de oponerse al equivalente local de una esvástica antes de correr cualquier riesgo.

La matanza de Charleston ha sido un recordatorio que a pesar de que Estados Unidos es un lugar mucho mejor hoy que hace cincuenta años, el racismo sigue ahí fuera, en las sombras, sin acabar de desaparecer. También ha sido un recordatorio que el año 2015, cincuenta años después de la ley derechos civiles, uno de los dos grandes partidos americanos tiene problemas graves para hablar sobre estos temas. De cara a las elecciones el año que viene, esto puede de nuevo costarles caro.

Una nota histórica sobre el GOP: el partido republicano nace en los 1850s específicamente como una partido abolicionista. Lincoln era republicano, y el GOP el partido del norte; la guerra civil y el final de la esclavitud son cosa suya. Durante décadas, el GOP fue el partido de los negros en todo el país, y los demócratas el partido del segregacionismo sureño. No fue hasta los años sesenta, con la lucha por los derechos civiles, cuando Kennedy y Johnson impulsan el fin de la segregación racial (iniciado por Eisenhower, todo sea dicho) y hacen que el partido demócrata se gane el apoyo de las minorías raciales del país y pierda el control del sur.

Sí, es una historia extraña. Los partidos americanos son así de complicados.


22 comentarios

  1. Alatriste dice:

    Solo un comentario de pasada: Roger, hombre, lee lo que escribes antes de subirlo. Que se te cuelan cosas como «cuando Kennedy y Johnson impulsan la _segregación_ racial»…

    • Charcutero dice:

      Yo le diría que vigilase ese preocupante y molesto queísmo, pero por lo visto es completamente deliberado (?????).

      Por lo demás, como siempre muy interesante.

  2. GOPERO dice:

    «En los últimos años el GOP se ha convertido cada vez más en una organización con sus apoyos concentrados entre hombres sureños blancos mayores de cincuenta años; la llave maestra del partido son las zonas rurales de la vieja confederación.»

    El GOP saca el 90% del voto blanco del Deep South. Los rednecks no pueden ser tan importantes.

    En general, los blancos votan cada vez más republicano, pero el voto republicano no es más blanco.

  3. Jan Delors dice:

    Gracias por el artículo. Me ha fascinado el apéndice final donde cuentas brevemente la historia del GOP en relación a las cuestiones raciales.
    Sí, los partidos americanos son así de complicados, es cierto… pero desearía que algunos de los partidos políticos españoles tuvieran un Johnson y un Kennedy que les hiciera dar un salto cualitativo en su ubicación en la sociedad española.
    No sé si eso es mucho pedir…

  4. Cide Hamete dice:

    Hola.
    Solo como curiosidad, ¿por qué usas «afro-americana» al principio del todo y más adelante «negro».
    Algún cortocircuito entre el español y el inglés políticamente correcto de tu día a día, supongo.
    Me ha llamado la atención porque ayer leí en un periódico de internet «afro-estadounidense» y me pareció el culmen de la estupidez. Para luego pensar que rápidamente alguien superaría esa estupidez (y no, no me refiero a tí. Sabemos que tu problema son los trenes).

    • Aloe dice:

      ¿Se puede decir «italoamericano», «hispanoamericano», «euroasiático» y «afrocaribeño», o su medidor personal de cúlmenes de estupidez estalla?

      No sé si en España tenemos un problema mayor con el talibanismo lingüístico o con el paletismo ombliguista, pero la intersección de ambos fenómenos da lugar a muchas horas chanantes.

      • Charcutero dice:

        Hombre, la verdad es que el término afroamericano, con el significado que le dan los estadounidenses (y la RAE), no tiene mucho sentido.

        Ya he visto quejarse a más de uno (desde EEUU) por su uso, ya que muchos estadounidenses de origen africano no son precisamente negros (se me viene a la cabeza Charlize Theron). Además, el adjetivo «black» no tiene ningún tipo de connotación negativa.

        También he visto a británicos quejarse del uso extensivo que se hace a veces de la palabra, llegando algunos periodistas a llamar «afroamericano» a por ejemplo Idris Elba, nacido y criado en Londres.

        • Aloe dice:

          Dar lecciones a los americanos sobre cómo usar su lengua debe ser cosmopolitismo y no ombliguismo. Pues vale.
          Que se llame «afroamericano» y no «black» a una persona con parte de ascendencia africana y piel clara es precisamente un ejemplo de por qué la primera denominación es más ajustada que la segunda, ya que se trata de una minoría mestiza (con un 25-30% de ascendencia europea en promedio) y cuya identidad esta relacionada con su origen e historia específicos (el traslado forzoso, la esclavitud y la historia

          • Aloe dice:

            …posterior a esta).
            Que luego haya gente que llame «afroamericano» a un británico porque lo considera una manera eufemística de no decir «negro» y no hay costumbre de decir «afroeuropeo» o «afrobritánico», solo muestra que lo hacemos peor que ellos.

    • Cide dice:

      Joder tios. Que lo que me llamó la atención fue el uso de las dos expresiones. Me importa una mierda cómo quiera sustantivarlo. Y pensé que era por la mezcla (en la cabeza de Roger) del español, el catalán y el inglés.
      Y uso español como lengua común a todos los habitantes de España ya que yo soy andaluz no hablo castellano

  5. durruti77 dice:

    ¿A que no os imagináis la Tricolor ondeando en la Puerta del Sol en recuerdo de los defensores de la II República?
    Más extraña es la historia del PSOE, si Pablo Iglesias o Indalecio Prieto levantaran la cabeza…

    • Alatriste dice:

      La analogía correcta no es esa, es las policías autonómicas de Navarra y Euskadi llevando la boina roja de los combatientes carlistas a pesar de que fueran enemigos mortales de la democracia durante toda su historia desde el principio allá por 1833 al final en 1936-1939… y estoy por decir que si la bandera carlista no ondea delante de Ajuria Enea es mayormente porque era una bandera de España.

      Y luego, sí, Iglesias y Prieto se llevarían las manos a la cabeza viendo a sus herederos… lo mismo que Maura, Canalejas, Alcalá Zamora, Alfonso XIII, Gil Robles, Lerroux, La Pasionaria, Andrés Nin, y todos los demás personajes de la época. Y es bueno que sea así, en mi modesta opinión.

      • durruti77 dice:

        Bueno, ellos dicen que luchaban por sus fueros, no contra la democracia…
        Y la ikurriña son dos cruces superpuestas, si la miras de esa forma: una griega y otra de San Andrés, como la carlista precisamente… así que encantados.
        Tienes razón, mi ejemplo es justamente el contrario. Un presidente negro tolera una bandera esclavista en EEUU, mientras que esta nuestra democracia es incapaz de homenajear seriamente a los que murieron defendiendo el orden constitucional.

        • Alatriste dice:

          Que es precisamente lo que decían – y dicen – los partidarios de la Confederación: que luchaban por los «derechos de los estados» (state rights) contra la intrusión de las instituciones federales. Hay mucho, mucho en común entre la idea de que las nuevas instituciones democráticas (dicho sea en un sentido muy amplio, ya que el periodo del carlismo va de 1833 a 1936) no tenían derecho a alterar lo establecido en los fueros y la de que las instituciones federales en Estados Unidos estaban abusando de sus poderes y erosionando continuamente la autoridad original y anterior de los estados/colonias individuales.

          Más en general, hay mucho en común entre la motivación de los soldados rasos de la Confederación y los de otras causas de la época, carlismo incluido: el mundo estaba cambiando, los pequeños campesinos que trabajaban para el autoconsumo y el pequeño mercado local estaban siendo desplazados por explotaciones especializadas que producían para un mercado mucho mayor alimentado por ferrocarriles y vapores, los artesanos y talleres rurales de todo tipo estaban siendo arruinados por la competencia de los productos industriales, y la autoridad de las viejas élites locales estaba siendo socavada de múltiples maneras por mil novedades (por la prensa y los libros a precios asequibles, por la enseñanza obligatoria, por la implantación del papel moneda, por la burocracia gubernamental, etc; en España este periodo vería la creación de la guardia civil y la policía nacional, de los maestros nacionales y otros cuerpos de funcionarios como los notarios y los registradores, de los gobernadores civiles, del servicio militar, etc). En ese proceso había muchos que lo habían perdido todo, y muchos más cuyo nivel de vida caía y temían perderlo, y que por motivos buenos y malos odiaban todas esas novedades: ferrocarriles, fábricas, periódicos, bancos, escuelas… aún más a funcionarios, policías, guardias civiles, notarios, periodistas, banqueros, magnates industriales, y «last but not least» a lo que hoy llamaríamos inmigrantes (daba igual que fuesen irlandeses o burgaleses) y a los nuevos ricos advenedizos que estaban substituyendo a la vieja aristocracia.

          Pasando a otro tema, me temo que sigo sin ver tus analogías, mayormente por ese empeño en meter con calzador la guerra de 1936 y el franquismo: pero lo equivalente a la que dices sería tolerar que la bandera franquista con el aguilucho ondease en un lugar de honor en Valladolid delante del Parlamento de Castilla- León… cosa que francamente dudo que te arrancara muchos aplausos.

          Y pasando a homenajear a los soldados de 1936-1939 me temo que aún suponiendo que tuviera sentido un homenaje semejante tendría un problema serio con incluir solamente a los soldados de un bando, porque la inmensa mayoría no pudo escoger (que es una de las múltiples razones para detestar la política de posguerra del dictador). Por muy comunista que fuera un chico de Sevilla o de Vigo se vio forzado a pelear con los rebeldes, y por muy fascista que fuera uno de Barcelona o de Madrid tuvo que hacerlo con los gubernamentales.

        • Carlos dice:

          Y vuelves a errar en la comparación y haces una interpretación nostálgica de la segunda república, tan del agrado de parte de nuestra izquierda. Precisamente la causa de la guerra fue que muy pocos luchaban por defender el orden constitucional. Por un lado y por otro hubo antes de la guerra levantamientos para derrocar el régimen. Faltó precisamente esa masa crítica de moderados de ambos lados (sí también había gente conservadora y republicana) para tamponar la polarización de la sociedad. Además la II República representa muchos valores con los que los demócratas nos podemos sentir identificados pero también representa la deriva de un régimen que acabó en persecución ideológica y religiosa, checas, caos etc. Por eso a muchos sólo nos gusta nuestra bandera constitucional.
          Quizás si alguna vez miramos nuestra historia de forma desapasionada, sin identificarse con ningún bando, podremos hacer memoria histórica de la buena. Los estadounidenses, con todos sus defectos, nos pueden dar lecciones sobre eso.
          Un saludo

        • H dice:

          La ikurriña es de 1894. La cruz de Borgoña no fue un emblema carlista hasta 1935, 41 años después. Los carlistas contemporáneos de Arana usaban rojigualdas.

  6. OSCAR GARCIA dice:

    Si algún dia te quedas sin ideas puedes contar historias de terror sobre gobernadores Demócratas en el Sur por los años 50.

  7. Favila Roces dice:

    Da la impresión de que todo el mundo está más o menos contento de que el debate haya tomado el camino de la bandera confederada y no el de modificar las políticas (ie. más gun control).

    Obama nunca está cómodo respondiendo sobre este tema, los Demócratas creen que van a alienar (más) el voto blanco y, después del tiroteo, tampoco es un gran momento para que los Republicanos se opongan con vehemencia.

    Es curiosa la percepción sobre este tema, pues aunque en los últimos tiempos los Demócratas no sugieren ni por error aumentar el control (cabe recordar que aquella Ley sobre background checks tras lo el intento de asesinato de Gabrielle Giffords fue rechazada) no parece que el electorado norteamericano sea hostil a más regulación.

    Esta encuesta de Gallup dice que una mayoría estaría a favor de aumentar los controles y sólo el 14% los rebajaría. Otra cosa distinta es que la 2ª Enmienda sea intocable
    http://www.gallup.com/poll/1645/guns.aspx

  8. H dice:

    Lo que llamamos bandera confederada no es la bandera confederada, sino la bandera de batalla del Ejército del Norte de Virginia, que no usaban todos los ejércitos confederados (un ejército la llegó usar con los colores al revés -aspa roja y campo azul- porque las señoras encargarlas de bordarla se liaron; otro llevaba enseñas azules bordeadas de blanco y con un círculo blanco en el centro, etc.). Los Estados Confederados de América tuvieron 3 banderas nacionales (y alguna más no oficial). La primera se desechó porque se parecía demasiado a la estadounidense. La siguiente fue blanca con la (hoy polémica) bandera de batalla en el cantón. Al final tuvieron que poner un borde rojo en el campo blanco porque sin viento la blanca parecía una enseña de rendición (no se veía el cantón). Y Dylan Roof, sobra añadirlo, es un tarado.

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