Política

El general atado al caballo

29 Abr, 2015 - - @kanciller

Nada puede ser más letal en el momento álgido de una batalla que cuando una bala perdida impacta en el general. Si durante el choque con el enemigo las tropas miran hacia atrás, aunque solo sea un momento, y no se encuentran con el general montado en su resplandeciente caballo, su moral se vendrá abajo y las líneas del frente se quebrarán. Su estandarte debe ondear bien alto, hasta cuando la batalla está perdida. Es verdad que a veces la bala impacta tan fuerte que el comandante se desploma como un peso muerto y no hay mucho que hacer. Pero otras veces esa bala impacta a un general que sigue cabizbajo sobre su montura y, sin saberse si está vivo o muerto, nadie se atreve a tomar la iniciativa. En el Partido Popular están exactamente en este brete.

La batalla

Supongamos que los votantes hacen un control retrospectivo de los gobiernos. Si los votantes tuviéramos racionalidad perfecta implicaría que castigaríamos (o premiaríamos) a cada cual por lo suyo. Es decir, votaríamos en mayo pensando en cómo nuestro gobierno regional, probablemente popular, ha gestionado la economía, sanidad, educación, etcétera; en el nivel municipal por cómo lo ha hecho con los servicios de su competencia, y así. Esta idea asume que sabemos bien quién es responsable de cada materia, cosa complicada en nuestro modelo de descentralización, y que además decidimos el voto con independencia total entre los niveles de gobierno.

Pues bien, aunque en la identificación de responsabilidades por nivel de gobierno hemos mejorado, una importante cantidad de votantes valoran lo que ocurre en diferentes niveles de manera simultánea a la hora de votar. Como indican las encuestas pre-electorales del CIS de 2011, aproximadamente entre el 40 y el 50% de los votantes de las Comunidades Autónomas se fijan exclusivamente en la situación regional para decidir su voto – votante que le da a cada uno cuando le toca, se supone. Sin embargo, sobre un 20-30% votan en las autonómicas pensando solo en la situación del conjunto de España y los restantes declararon que lo harían pensando en ambos niveles de gobierno a la vez.

La presencia de esta interacción (o contaminación entre arenas) tiene el efecto colateral de hacer poco responsables a los gobiernos autonómicos. Si su suerte en las urnas depende – en un grado variable – de lo que haga el ejecutivo central, erosiona los incentivos de un gobierno autonómico cumplir con el mandato de sus votantes. Su destino depende mucho de tener el viento nacional a su favor. El modelo clásico que ilustra esta dinámica es el de elecciones de segundo orden. Según esta idea, los votantes jerarquizan las elecciones en función de su importancia y transfieren sus evaluaciones sobre la política nacional a las que consideran menos importantes – regionales o europeas. Sería así un mecanismo para dar un toque de atención al gobierno nacional si no te gustan sus políticas.

¿Podrían ser las próximas elecciones una especie de “primera vuelta” de las Generales? La evidencia señala que a medida ha avanzado la descentralización en España los votantes han empezado a valorar la importancia de las elecciones regionales. Por lo tanto, la dinámica no puede ser tan acusada como en unas europeas. Sin embargo, para saber la suerte que tendrán los  populares sí que podemos comparar con lo que le pasó al PSOE de Zapatero al final de su segunda legislatura, en las autonómicas y municipales de 2011. Véase el siguiente gráfico de aquellas elecciones:

castigo

Como se ve, los votantes castigaron al PSOE en las Comunidades Autónomas donde gobernaba en 8.5 puntos de media y llegó a perder 6 puntos hasta en aquellas regiones donde era la oposición. Fue cuando Rubalcaba dijo aquella famosa frase ante sus ex concejales y ex diputados autonómicos: “Habéis perdido por ser del PSOE”. Cosa en parte cierta porque al margen de lo bueno o lo malo que fuera el presidente, alcalde o concejal, hubo un enorme castigo a Zapatero por patada en el culo interpuesta. Algo parecido le puede pasar al PP. En las pasadas elecciones de Andalucía se dejaron 14 puntos, por lo que se entiende bien que desde entonces (¿no lo vieron venir?) hayan saltado todas las alarmas. Ya no es solo que deba haber cierta regresión a la media tras las excepcionales elecciones de 2011, es que su barrido puede ser espectacular.

Eso sí, hay tres factores a considerar. Primero, que en aquellos lugares en los que la oferta sea más divergente es menos probable que las dinámicas nacionales se trasladen sin más. Mientras que en Navarra, Aragón o Canarias hay partidos regionales propios en otros lugares como Madrid o Castilla La Mancha la oferta partidista es de partidos de ámbito estatal. Por lo tanto, en estos últimos es más probable que la dinámica sea más congruente con el ciclo electoral. Tanto Podemos como Ciudadanos, que están creciendo a nivel nacional, lo tendrán más fácil para beneficiarse del tirón de sus marcas.

Segundo, que la estrategia del blame-shifting no es aplicable. Un mecanismo clásico de los líderes autonómicos para evitar castigo por su pobre gestión es echarle la culpa al gobierno nacional. Confundiendo al votante, se espera que al menos en parte te exoneren – lo que erosiona la rendición de cuentas. El problema es que el Partido Popular no puede tirar de ese recurso porque gobierna tanto en el nacional como en la mayoría de comunidades autónomas.

Finalmente,  los “efectos de arrastre” dicen que cuando las elecciones son concurrentes, los resultados entre ellas tienden a parecerse. Esto es similar a lo que nos ocurre en España con las elecciones en las CCAA de régimen común; el discurso mediático nacional las atraviesa. Andalucía puede tener dinámicas más propias pero si en unas elecciones el discurso va a estar “nacionalizado” va a ser en las del próximo 24. Natural que tengamos a los candidatos populares marcando perfil propio u ocultando siglas. Al fin y al cabo, si los populares pierden gobiernos (no mayorías absolutas, es en los gobiernos es donde están las rentas) las balas comenzarán a silbar en Génova 13.

¿Tiramos al General?

Como contaba Lluis Orriols el otro día, lo único que puede hacer que Rajoy caiga y no se presente a las próximas elecciones es que los notables del partido popular afilen sus cuchillos y lo reemplacen. Por si a alguien le cabía alguna duda, el presidente del gobierno ya ha declarado que tiene la intención de ser el candidato de su partido «pase lo que pase el 24 de mayo», poniéndose la venda antes de la herida.

Esta tendencia de liquidar a los primeros ministros mediante conspiraciones internas no es algo extraño. Como nos contaba Maravall en “La Confrontación Política”, casi la mitad de los Presidentes de Gobiernos o Primeros Ministros de democracias parlamentarias han caído por esta vía. No voy a repetir los ejemplos contemporaneos y menos de Margaret Thatcher, Willy Brandt, Adolfo Suarez, Enrico Letta…  En todo caso, las elecciones son un medio más pero ni mucho menos el único para quitar de en medio a un presidente del gobierno. Además, cosa menos explorada, no parece muy diferente en niveles de gobierno regionales o locales – que se lo digan a González o a Botella.

Supongamos que tenemos un dirigente popular ambicioso que está pensando en deponer a Rajoy alzando la voz, con alguna maniobra interna o con una combinación de ambas. El cálculo que tiene que hacer el díscolo es el siguiente, ordenando preferencias: (1) La probabilidad de que tenga éxito en el relevo y pueda ganar las elecciones generales (2) la probabilidad de tener éxito en el relevo pero perder las elecciones generales (3) quedarse quieto y no hacer, nada, fiándolo a futuro y (4) El fracaso en el relevo con el consecuente castigo. Cuando el notable analice los escenarios la clave está siempre en el propio contexto electoral.

Es verdad, como señalaba Orriols siguiendo a Cheibub y Przeworski, que cuando la economía crece se reduce el riesgo de que el partido gobernante no sea reelegido pero aumenta las probabilidades de una conspiración interna ¿Por qué? Porque el castigo en las urnas es menos probable y permitirá que el “califa en lugar del califa” pueda ganar las elecciones con su nueva posición de primer ministro y lider del partido. Lo que pierdes de apoyos por ruido interno lo compensas por ciclo económico positivo.

 

metroscopia

Sin embargo,  creo que en el presente contexto este cálculo tiene algunos peros y ni siquiera voy a entrar a discutir la idea de recuperación económico. Es indudable que si los populares pierden gobiernos, especialmente Madrid y Valencia, tendrán zozobra interna, pero ahora mismo las encuestas dan una situación ajustadísima al Partido Popular respecto a sus tres rivales. Si hubiera una conspiración contra Rajoy, asumiendo que haya algún candidato en banquillo con capacidad para recoger el testigo, el ruido interno les alejaría votantes. Desde hecho, si algo considera importante el electorado conservador es el votar a un partido “de orden”, un activo en el que el PP insiste mucho. Pero además, Ciudadanos sigue al acecho y nada podría ser más letal para un escenario tan competido que perder unos puntos tan valiosos por luchas intestinas.

Como añadido, las alianzas para la conspiración dentro del Partido Popular son difíciles de forjar. Como cuando se diseña un golpe de Estado, hace falta infiltrarse en el número necesario de fuerzas para tomar el poder pero desactivando los resortes de defensa. En un partido esto no es posible sin sumar la fuerza de los líderes claves del aparato. La cuestión es que en un sistema tan burocratizado (la adhesión a tus votantes del distrito importa nada) los cargos medios tienen una lealtad a la cúpula difícil de desactivar sin garantías muy sólidas. La dirección nacional tiene un control tan rígido y hay tanta ausencia de líderes autónomos que es muy difícil en el PP, en nuestro sistema político si me apuras, que el líder sea depuesto si él mismo no quiere marcharse. Y Rajoy ha sido muy claro sobre sus intenciones.

El general atado al caballo

El Partido Popular parece que no tiene alternativa. Se enfrenta a una batalla muy complicada, con muchas bajas a la vista. Aunque no tengamos la certeza de cuántos  gobiernos puede perder de manera efectiva, tiene bastiones en serio riesgo y antes de ese golpe no hay margen. La duda es saber qué pasará tras el 24 de mayo. Mi apuesta es que en un escenario tan abierto como el que pintan los sondeos y casi sin rivales internos es complicado que haya un intento efectivo de deponer a Rajoy. Es más, la posible estrategia del adelanto a septiembre puede obedecer a la precaución de evitar que, de haber una debacle total, se pueda formar una coalición interna contra él. Nada es definitivo en política pero parece que el Partido Popular ha decidido atar a su general al caballo. Veremos si, como el Cid, gana batallas después de muerto.


13 comentarios

  1. juan dice:

    El tema de pactos va a marcar a todos y va a condicionar las generales.
    Ciudadanos si apoya al PP para retener (si salen los números) en Madrid y Valencia (sus territorios más azotados por corrupción), perderá votantes que en su espectro político busquen un cambio.

    Por una parte Podemos necesita tocar gobiernos para generar confianza de que pueden gestionar, pero no puede ser secundario en todos, necesita ganar en algún sitio (ganar ententiendolo como encabezar en votos la coalición que pueda dar mayoría).

    Ambos partidos nuevos van a perder y ganar votos de cara a las generales por las decisiones que tomen respecto a pactos o apoyos. Tendrán que calcular el resultado neto de cada escenario y acertar.

    • Mr. X dice:

      No, porque nadie va a pactar con nadie hasta las generales, excepto en casos muy particulares (Madrid puede ser uno de ellos, por el efecto Esperanza de polarizador de odios de la izquierda).

      • juan dice:

        hay más sitios complicados, la C.Valenciana, tras 20 años del PP y venir de ser la de menos deuda por habitante del régimen general (excepto Navarra y Euskadi con hacienda propia) a la de más deuda por habitante, despilfarro y corrupción, si la «izquierda o pseudo» tiene mayoría pero no pacta la gente lo vería muy mal.
        Luego, hay que diferenciar pactos de gobierno de simplemente apoyar investiduras (activamente o dejar paso vía abstención).

        • Mr. X dice:

          Hasta eso de dejar paso va a ser complicado, y si no, que se lo cuenten a Susana Díaz, que de ser la gran triunfadora de las andaluzas a ser un poco pim pam pum de todos.

          • juan dice:

            aquí se complican la vida ambos, una (Susana) por convocar elecciones que no iban a darle la mayoría absoluta tras humillar a IU para nada, y los otros por no entender que las urnas no dan opción a otro gobierno que el del PSOE en minoría.

            De hecho en otras CCAA donde en la investidura cada uno puede votar a su candidato, en vez de sí/no/abstención inicialmente al más votado este problema no existiría.

          • Alatriste dice:

            ¿Nos jugamos algo a que por lo menos un partido – y muy probablemente será el PP – se abstendrá en Andalucía?

            Tal vez no en la primera sesión, en las dos primeras votaciones es posible que todos voten ‘No’, pero una vez hecho el gesto hay tres o cuatro factores que impulsarán con fuerza al PP a la abstención. Uno, sembrar cizaña en la izquierda; dos, pintar como voto inútil y/o antisistema el de Podemos y Ciudadanos; tres, preparar el terreno para exigir lo mismo en mayo allí donde sea el PP el más votado sin mayoría absoluta; y en fin, que no le convendría nada una repetición de las elecciones, factor que seguramente también afectaría a Podemos y Ciudadanos. A los votantes suele cabrearles que los políticos no hagan su trabajo y les pasen la bola.

            Por lo mismo, creo que lo más inteligente que podrían hacer en Podemos y Ciudadanos es votar ‘No’ en la primera votación y abstenerse en la segunda «por responsabilidad» (y sería aún más inteligente si se pusieran de acuerdo para ello) pero me temo que es más probable que paguen la novatada y se dejen manejar; ya veremos lo que pasa.

            • Mr. X dice:

              ¿Y permitir que el Podemos y Ciudadanos empiecen a gritar, con vistas a las generales «Gran coalición», señalando al PP-PSOE? Yo creo que al PP, menos que nadie, le conviene. Y sus votantes, con el hincapié que hacen sus dirigentes en la corrupción del PSOE en Andalucía, se pondrían furiosos.

              • Alatriste dice:

                ¿Y de verdad le perjudica tanto al PP que Podemos y Ciudadanos hablen de ‘gran coalición’? Eso podrá perjudicar al PSOE, lo cual no deja de ser otro factor a favor de abstenerse, pero al PP no tanto, creo yo. Sería bastante fácil responder a esas acusaciones con dos argumentos potentes, uno que simplemente están respaldando al más votado (como defendieron en campaña aunque después cambiaran de idea cuando los más votados no fueron ellos) y otro que Podemos y Ciudadanos están siendo radicales e irresponsables, dos palabras que le encantan al PP, al impedir que gobierne el único partido en condiciones de formar gobierno ¿O es que tienen una alternativa viable?

                Aparte, ese posible problema palidece ante lo que de verdad preocupa a los populares andaluces, que es conservar muchas alcaldías que tienen casi perdidas sin apoyos pero podrían muy bien conservar con apoyos externos, como Sevilla, Cádiz o Málaga. Su prioridad es hacer lo que sea para dividir a PSOE, Podemos, IU y Ciudadanos, y especialmente que no cuaje ningún pacto de izquierdas.

                • Mr. X dice:

                  Piense que el PP lleva vendiendo a su electorado, durante décadas ya, al PSOE como su archienemigo. Y que la corrupción del PSOE en Andalucía siempre se saca a colación para minimizar o contextualizar sus propios casos. Que facilite la llegada al poder de Susana, sinceramente, creo que les sentaría fatal. Aunque por estrategia global les resultara conveniente, creo que causaría tales daños a su imagen que no creo que les convenga.

            • juan dice:

              pues esto genera es un problema eso para muchos de Podemos que no comparto pero que genera mucho lío. En gran número de CCAA ni siquiera existiría ese problema con estos resultados, el presidente sale de una votación, donde cada uno puede votarse a sí mismo, con lo cual Susana saldría en segunda vuelta como candidata más votada.

              Es decir, en Podemos se crea un problema donde no lo hay, las urnas no dan otra opción, no hay otra combinación factible, y repetir las elecciones no garantizan un resultado muy distinto y si fuese distinto seguramente sería peor para los que no facilitaron la única opción posible según las urnas.

              Para mi lo mejor sería abstenerse en segunda vuelta también (para poder pedir también lo mismo en alguna comunidad donde haya sorpaso) y hacer oposición dura.

  2. Mr. X dice:

    Bueno, la opción es repetir las elecciones andaluzas en coincidencia con las generales. Lo que no tengo tan claro es a quién perjudicaría más.

    • juan dice:

      ¿se pueden alargar tanto los plazos?

      • Alatriste dice:

        No si Rajoy mantiene las elecciones en noviembre (y si apurase al máximo todos los plazos legales creo que de hecho serían en diciembre) pero si las convoca para septiembre coincidiendo con las catalanas, como mucha gente incluyéndome a mí sospecha que es su plan, sí que podrían coincidir las andaluzas también.

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