Los ciudadanos españoles empezaron el 2015 con la noticia de que más de medio centenar de políticos y funcionarios habían sido detenidos en relación a la Operación Púnica. Estos encausados se suman ya a los más de 2.000 imputados en los 150 casos de corrupción abiertos en los juzgados españoles. Y la lista continúa.

¿Cómo influirán estos escándalos de corrupción sobre los resultados electorales en un año en que los españoles están llamados a elegir a quienes les representarán durante los próximos años en los gobiernos locales y autonómicos, así como en el central?

Esta cuestión ha sido ampliamente analizada en la literatura. La mayoría de estudios internacionales encuentran un castigo modesto (Ferraz and Finan (2008), Chang et al. (2010)). Los estudios para el caso español (Costas-Pérez, et al. (2012), Fernández-Vázquez, et al. (2014)) llegan a conclusiones similares. A pesar de que se produce una caída del voto a los políticos corruptos, no es suficiente para afectar a sus probabilidades de reelección.

Esta falta de castigo electoral efectivo contradice la idea de que las elecciones funcionan como un sistema de rendición de cuentas, y en ocasiones ha sido interpretada como el resultado de una cierta aceptación social a la corrupción.

No obstante, este argumento es una verdad a medias. Si bien es cierto que gran parte de los políticos españoles han sido reelegidos a pesar de cargar a sus espaldas con imputaciones de corrupción, este no el único efecto al analizar los efectos de la corrupción en las elecciones. Para entender el efecto real de los escándalos en las urnas, hay que analizar también el impacto de la corrupción en la participación electoral, porque los resultados electorales también dependen de quién va a votar.

¿Cómo afecta la corrupción a la participación electoral? Para responder a esta cuestión caben dos hipótesis.

Por un lado, los escándalos podrían movilizar a los electores, ya sea para castigar a los corruptos o para apoyarlos. Esto podría ocurrir también si los partidarios de un político acusado deciden darle su voto como muestra de apoyo; o si los políticos corruptos compran el voto para mantener su cargo.

Por otro lado, los escándalos podrían potenciar la abstención. Sabemos que los escándalos de corrupción reducen la confianza que los individuos tienen en sus políticos. Es probable que los ciudadanos encuentren pocos incentivos a seguir votando en contra de un alcalde corrupto si ven que éste se mantiene en el cargo. O, peor aún, si es sustituido por otro candidato que acaba siendo también implicado. En este sentido, un elevado número de escándalos y/o la permanencia de la corrupción en el tiempo pueden ser interpretados como una incapacidad de las elecciones para reducir la corrupción. Esto puede crear un sentimiento de desafección y llevar a no participar en el proceso electoral.

La literatura se ha interesado menos por el efecto de la corrupción en la participación electoral, y los resultados son ambiguos. La mayoría de estudios encuentran un aumento de la abstención. Otros, sin embargo, o identifican un incremento de la participación electoral o no encuentran ningún tipo de relación. Existe un interesante experimento en México en el que se observa que la corrupción lleva a abstenerse especialmente a los partidarios del candidato implicado.

Para el caso español, he analizado el impacto de la corrupción local en la participación electoral de los españoles. Utilizo datos sobre las elecciones locales de 2007 y los escándalos de corrupción que afectaron al partido del alcalde. A partir de una encuesta a más de 200 municipios obtengo los datos de abstención y el grado de partidismo de cada votante.

Los resultados son claros. La corrupción disminuyó la participación electoral en las elecciones de 2007. Sin embargo, no afecta a todos los ciudadanos por igual. Aquellos que se identifican con el partido del político corrupto no dejan de ir a votar. De hecho, ni siquiera parecen reconocer la corrupción. Esto parece confirmar que los ciudadanos son más tolerantes con la corrupción si comparten la ideología del político afectado. Los partidarios de los partidos de oposición tampoco modifican su decisión de ir a votar cuando el que está implicado en el escándalo es el alcalde con el que no comparten ideología.

Si ni los partidarios del partido del alcalde ni los de la oposición modifican su decisión de ir a votar, ¿cómo se explica la reducción agregada de las tasas de participación? Uno de los principales resultados de este estudio es que la corrupción parecen afectar únicamente a aquellos votantes que no se identifican de forma clara con ningún partido político. Es para estos individuos “independientes” para los que la corrupción tiene un gran efecto desafección. La corrupción les hace abandonar el juego electoral.

Si ahora consideramos conjuntamente estos resultados sobre la abstención con los obtenidos sobre la reducción de voto de los alcaldes corruptos, vemos que los escándalos sí tienen un importante impacto en los resultados electorales. Sabemos además que una reducción de la participación electoral afecta más a los partidos minoritarios, aumentando así la probabilidad de que los políticos corruptos de los grandes partidos mantengan su cargo.

Por lo tanto, la aparente falta de penalización electoral de la corrupción en España podría no estar explicada tanto por factores culturales, como por el hecho de que los ciudadanos menos politizados tienden a reaccionar ante los escándalos absteniéndose de ir a votar.

Si la abstención importa, ¿qué ocurrirá en las próximas elecciones? Es difícil anticipar el efecto de la corrupción sobre las tasas de participación. Varios factores han cambiado. Por un lado, el grado de desafección de los ciudadanos ha aumentado. Esto haría prever una mayor abstención. Sin embargo, han entrado en el juego electoral nuevos actores que ondean la bandera anti-corrupción. Estos pueden ser capaces no sólo de movilizar la abstención si no también de conectar con ciudadanos que seguían votando a candidatos acusados al no vislumbrar ninguna alternativa. Si así fuese, se habría acabado la corrupción sin castigo.


15 comentarios

  1. José Salver dice:

    Interesantísimo análisis.

    Las personas juzgan la corrupción según que venga “de los suyos” o “de los otros”, así que este fenómeno puede hacer que se vaya a votar “contra el enemigo”, pero casi nunca contra los que se sienten como propios.

    De esta forma lo que consigue la corrupción es que quienes están menos interesados por la política sean quienes dejen de votar, con lo cual refuerzan el papel de los partidos políticos más corruptos.

    Creo, no obstante, que esta paradoja tiene un límite: puede operar “en circunstancias normales”, con unos niveles de corrupción que podemos llamar “tolerables”. Sin embargo, si el conjunto de la ciudadanía siente en determinado momento que la corrupción existente es excesiva, entonces la desafección se extiende a todas las capas sociales, y llega al corazón de los simpatizantes de todos los partidos.

    En ese momento lo que se produce es un abandono masivo de los partidos tradicionales con la aparición repentina de otros nuevos que recogen la mayor parte de los votos. Es una especie de “transición de fase” que, en vez de afectar a sistemas físicos, opera en la esfera política.

    La gran pregunta, para mí, es si en España hemos llegado en 2015 a uno de esos momentos singulares…

    • Interesantísmo el comportamiento de los menos afectos. Creo que es una clara muestra de confianza en el sistema. La corrupción desconcierta. Todos los partidos tienen sus argumentos en favor de sus soluciones contra la corrupción. Quien se abstiene confía en que las soluciones mayoritarias sean las más acertadas.

      Pero, cuando la abstención sobrepasa determinados límites, es más sencillo que surjan opciones desacertadas. Si el ciudadano que piensa abstenerse considera que hay un peligro de que esa mayoría menos numerosa (por la abstención) tome una decisión equivocada, es cuando se implica más, y acude a votar. De esta manera el sistema se puede autorregular.

      Un cordial saludo.

  2. Vellana dice:

    Es que no hay una frontera clara que establezca quién es corrupto y quién no. Sólo la sentencia de un juez, y, en ese caso, lo normal es que el sentenciado ya no esté en política, con lo que no se le puede castigar.
    Y como esa situación difusa forma parte de la batalla política, cuando alguien se encuentra en ella ya se encarga de decir que son los contrarios los que la propician, y estos la usan para atacar (no, desde luego para aclarar la situación). Ante ello, el votante de un supuesto corrupto no sabe cómo actuar. Puede creer al suyo que dice que es inocente y es todo un invento o bien no creerle, y, aún así, al comparar con los otros candidatos, seguir apostando por el suyo.
    Yo creo, ciertamente, que estos cambios, estos castigos que se van a producir en la política tienen mucho más que ver con la situación económica que con la supuesta corrupción: Bajan los que han gestionado la crisis, y suben los que no, que, además, suponen un castigo para los primeros en su conjunto. Por ello, el que haya casos dudosos en los nuevos, no disuade, al parecer, a sus seguidores.
    Un saludo.

    • José Salver dice:

      No es tan sencillo. No es, me parece a mí, que «las cosas sean confusas» y, por tanto, ante la duda, sigo votando a los de siempre.

      No. Es que en mi mente hay un sesgo. Es que la corrupción, objetiva, constatable, de los míos, no me hace la misma mella que la misma corrupción de los otros. La de los otros es una villanía. La de los míos, primero, hago como que no la oigo. Y si me la ponen en las narices, utilizo la palabra «persecución» y asunto arreglado.

      Este fenómeno está generalizadísimo y solo se sale de él cuando toda la sociedad toma conciencia de que así no se puede seguir. Entonces caen todos, los «tuyos» y los «otros».

      Ahora mismo, en España, los partidos nuevos ya tienen un porcentaje de votos esperado igual al de los antiguos. Estamos en el fiel de la balanza. Si de aquí a unos meses más el fiel se inclina hacia la ruptura o si, por el contrario, vuelve a su ser natural, que consiste en justificar la corrupción de los propios, para seguir votándoles, es algo que está por ver.

      Saludos.

      • vellana dice:

        Claro que hay un sesgo. Igual que hay un sesgo en que hay corrupción objetiva y constatable que no es castigada por los votantes. En concreto, en Politikon como son más bien de izquierdas, no faltaban los artículos o comentarios en que se decía que el votante de derechas perdonaba a sus corruptos frente al moralmente superior votante de izquierdas. Con lo de los ERE parece ser que da más vergüenza seguir con esa tesis. Pero, ¿cuáles son esos casos de corrupción objetiva y constatada (judicialmente, con sentencia) cuyos actores (condenados, seguramente en la cárcel o inhabilitados) que han sido perdonados por los electores? Porque lo que no vale es decir que Pepito (o psoito) es un corrupto porque lo dice El País, El Mundo o Cintora (eso no entra dentro de los casos de corrupción objetiva o constatada, sino más bien dentro de la guerra política o del ansia de venta de periódicos)
        Un saludo.

        • Sgt. Kabukiman dice:

          Superior, pero no solo moralmente.
          Que siempre se le olvida, pillín.

        • David Fernández dice:

          Es decir, que según su argunmento, si no hay sentencia en firme condenatoria, no existe corrupción, lo que en un país como en nuestro con una justicia esclerotizada, una transparencia más bien nula, y una falta alarmante de cultura de rendición de cuentas, equivale a decir que no existe corrupción ninguna en nuestro país.

          Porque aunque se ha constatado que la caja B del PP existía, que con ella se han pagado las obras de la sede de la calle Génova, que se han pagado campañas electorales con fondos procedentes de la trama Gürtel, incluso teniendo que pagar el partido como tal una fianza por haberse lucrado, resulta que la mayor parte de todas estas cosas (Como ya pasó con el caso Naseiro) prescriben, o hay algún defecto de forma, o resulta que sale la sentencia 10 años después y esos políticos ya están en un retiro dorado y no se presentan a nada

          ¿Y qué va a pasar con los EREs de Andalucía? Pues aplicando la misma lógica, cuando haya (si la llega a haber) una sentencia en firme, en caso de poder probar judicialmente delito tipificado por parte de alguna persona del PSOE, pues seguramente esa persona ya no se presentará a ningún cargo. Sólo hay que ver a Susana Díaz, que hasta hace nada era la mano derecha de Griñán y ahora parece que «pasaba por allí».

          Pues en mi opinión, el castigo electoral debería ir más allá de las sentencias condenatorias. Cuando uno da el voto a un partido y a un candidato está depositando su confianza en él, y sinceramente y aún con la posibilidad de que existan casos de gente honorable que se vea ensuciada por una campaña de injurias injustificadas dentro de la estrategia de guerra política, cuando existen suficientes indicios de que «algo huele muy mal» en un determinado partido, la reacción de un votante que entienda su voto como una forma de pedir rendición de cuentas, debería ser consecuente y, como mínimo, llevarle a no votar a ese candidato o a ese partido.

          Y sí, en la izquierda (entendiendo por izquierda lo que va desde el «ala izquierda» del PSOE hasta la izquierda más radical) veo reacciones mucho más claras a estos fenómenos. El apoyo casi incondicional de los electores del PP an sitios como Madrid cuna de la trama Gürtel, la Púnica y un sin fin más de cosas, o Valencia con más imputados que diputados en el parlamento, es algo que cuando pasa en, por ejemplo, las filas de IU provoca una desmovilización brutal.

          En el caso del PSOE, se nota también en ese «ala izquierda» que tiene un nivel de tolerancia menor, aunque me da la impresión de que el «ala derecha» es tan insensible como el más ferreo pepero… pero claro, es que yo a esa parte del PSOE no la considero izquierda.

          • Jose Salver dice:

            ¿No le parece, amigo David, que el hecho de que usted opine que la izquierda muestra más rigor al perseguir la corrupción que la derecha, lo único que demuestra es que es usted, cómo lo diría, de izquierdas? Maldito sesgo…

            • Vellana dice:

              «Es decir, que según su argunmento, si no hay sentencia en firme condenatoria, no existe corrupción» No, digo que no hay corrupción constatada; y es obvio.
              «Porque aunque se ha constatado que la caja B del PP existía» No sé qué entiende usted por constatado; desde luego, judicialmente, no. Es más, aún no se ha abierto el juicio. Creo que está terminando la fase de instrucción… por si le interesa: http://www.elconfidencial.com/espana/2015-03-11/anticorrupcion-pide-el-archivo-de-los-donantes-del-pp-por-falta-de-indicios-de-cohecho_726080/
              «Pues aplicando la misma lógica, cuando haya (si la llega a haber) una sentencia en firme, en caso de poder probar judicialmente delito tipificado por parte de alguna persona del PSOE, pues seguramente esa persona ya no se presentará a ningún cargo.» Claro, eso es exactamente lo que digo. Que mientras no haya constatación judicial de la corrupción, una persona medianamente razonable puede dudar de su existencia, y no castigar a un supuesto corrupto (no sé si ha oído eso de «uno es inocente mientras no se demuestre lo contrario»). Mucho menos, si uno es partidario del supuesto corrupto. Y que cuando hay constatación judicial ya no hay posibilidad de castigo.
              «Pues en mi opinión, el castigo electoral debería ir más allá de las sentencias condenatorias. » Claro, así es siempre. Cuando hay sentencia condenatoria, ya no hay corrupto al que castigar. Y la gente no deja de votar por corrupción; deja de votar por expectativas no satisfechas (que pueden ser desde promesas incumplidas, actuaciones no prometidas, comportamientos inaceptables, por ejemplo, ante la corrupción, o el decoro, o cualquier cosa).

              «Y sí, en la izquierda (entendiendo por izquierda lo que va desde el “ala izquierda” del PSOE hasta la izquierda más radical) veo reacciones mucho más claras a estos fenómenos.» Veo que coincidimos en todo: El tío de izquierdas cuyo padre usó tarjeta black se dedica a hacer escraches a otros que no son su padre; Monedero y Errejón no tienen que ser coherentes con lo que predican; Susana Díaz blinda a tres posibles participantes de los ERE; Cháves y Griñán ahí siguen. El PSOE-A lleva toda la vida en el poder, a pesar de ERE, EDU, etc.

              Y ese truquito final, estilo Garzón, en fin. Para niños de 15 años está bien. Pero eso de decir, los de izquierdas no toleran la corrupción porque si la toleran no son de izquierdas…

              Usted es un claro caso de los dos sesgos de los que se han hablado aquí, del ideológico, y del de el-cuidadano-puro-contra-la-casta: yo soy bueno; lo mío es lo bueno; si algo de lo que nominalmente es mío es malo, entonces no es mío; los otros (los políticos) son malos (son casta). Aunque no tenga evidencia, ni me conozca los casos al dedillo, ni haya leído ni una línea de la instrucción, yo ya sé que los otros son unos corruptos, y si encima son lo los otros que no son de los míos, entonces el fuego eterno es poco para ellos.

              Un cordial saludo.

              • antonio dice:

                Cuando habla usted de que se debe esperar a la constatación por parte de la justicia de la existencia o no de corrupción, no se referira a la misma justicia que»constató» que en el caso Prestige había CERO responsables. CERO.No 1, ni 2, ni 3… CERO. Esa justicia gobernada desde hace algunos años por el mismo que »constató» que del buque siniestrado sólo salían hilillos de petróleo inocuos…. y que , además, lleva, él y toda la cupúla de su partido, 15 años cobrando 25.000 euros anuales en concepto mordidas no »constatadas»…

          • Carlos dice:

            ¿Esto lo dices realmente en serio?. Suena a broma la verdad. Lo que se deduce de tu comentario es que cuanto más de izquierdas más intolerante eres con la corrupción, cosa palmariamente falsa si nos atenemos a los más de treinta años de democracia. Además es ofensivo con aquellas personas de derechas que están asqueadas como el que más con este problema.
            Problema que empezó siendo brutal con el PSOE, que no olvidemos, perdió las elecciones del 96 de milagro, cuando saltaban escándalos un día sí y otro también.
            Lo que me dice la evidencia es que PP y PSOE tienen grandes suelos y que hay una masa de votantes críticos, ya sean de derechas o izquierdas, que hacen cambiar el signo del gobierno.
            El problema de tu comentario es que es una mentira que tiene mucho predicamento aún.

          • Sgt. Kabukiman dice:

            Bueno, es que mas allá de naderías conceptuales como la libertad, la meritocracia, el esfuerzo y demás cháchara habitual, el discurso de derechas se centra en el afán de lucro como motor de progreso, etc, etc. Asi que de que extrañarse.

            Mientras la corrupción de derechas se visualiza en tios fabricándose una jubilación dorada en Suiza, al corrupto de izquierdas es mas de invitar a rondas al pueblo entero. Hasta en esto hay clases y clases.

            • Carlos dice:

              Jajajajaja! Pero bueno ¿esto qué es? ¿un chiste? Vuestra parcialidad es de risa y me provoca vergüenza ajena. Políticos que han metido metido la mano para su lucro personal los ha habido, y habrá, de izquierdas y de derechas. Porque «!no es la ideología idiotas!». La altura moral de cada uno no tiene que ver con su ideología, basta ya del cuento de la superioridad moral de la izquierda. De verdad, que no cuela.
              Y dejo ya el tema que este foro solía ser serio.

              • Sgt. Kabukiman dice:

                Ironía es la figura literaria mediante la cual se da a entender lo contrario de lo que se dice.

                También se aplica el término cuando una expresión o situación parece incongruente o tiene una intención que va más allá del significado más simple o evidente de las palabras o acciones.

                De nada, hombre. Y relájese, que son cuatro días.

  3. Carlos dice:

    Confieso que después de embestir como un mihura me di cuenta que a lo mejor podía ser ironía… Pero como he escuchado ese mismo discurso tanta veces sin un ápice de ironía lo dejé.
    Me relajaré, gracias.

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