Economía

La educación y la izquierda

14 Ene, 2015 - - @octavio_medina

Leyendo 100 years of socialism de Donald Sassoon -la prácticamente épica historia de los partidos de izquierda (desde el comunismo a la tercera vía) durante el último siglo- me encuentro con la siguiente cita:

“At the time, socialist parties in general had no well-thought-out policies on education beyond a general belief that barriers to working-class advancement through education should be removed. In Austria the SPO (los socialistas) (…) much preferred to fight the old battle over religious education with its social Christian rivals and allies.”

La cita en cuestión se refiere a una actitud o estrategia generalizada entre los partidos socialdemócratas y socialistas en la Europa de los años posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial, los que vieron el impulso y construcción de los estados del bienestar que predominan hoy en día. Lo que me sorprendió de esta cita es su aplicabilidad a la España actual, especialmente en dos sentidos.

Primero, la falta de ideas concretas más allá del problema del acceso a la educación (barriers to working-class advancement through education). En España el priorizar el acceso (como hizo la tan denostada LOGSE, que recibe más palos de los que se merece) era hasta hace poco una decisión completamente justificable. El modelo educativo del franquismo era, como el de la mayoría de los países europeos del periodo de entreguerras, uno de educación para las élites. La España de las décadas posteriores a la Guerra Civil acumulaba un déficit vergonzoso en escolarización comparada con el resto de países europeos (y especialmente con respecto a EEUU, pionero indiscutible de la educación de masas). Gran parte del mito de la edad dorada de la educación cuando los profesores eran respetados y se les exigía a los alumnos procede de estos años, en que solo los hijos una fracción de la población, en concreto los deciles más rico y urbanos, acababan primaria y (a veces) secundaria.

No obstante, y esto es algo que mencioné en el último Cervezas y Politikon, con la llegada de la democracia y la extensión del acceso a la educación al resto de deciles, el problema se convierte cada vez más en uno de calidad de la educación. España, a pesar de haber mejorado muchísimo (tanto en términos de años de escolarización como en resultados académicos de la población joven vs la adulta), sigue acumulando una serie de problemas, entre los cuales se encuentra el estancamiento de los resultados académicos comparados con otros países de menores ingresos (por ejemplo, Polonia pasó de estar por debajo de España en PISA 2000 a estar treinta puntos por delante en PISA 2012) y el abandono escolar temprano.

Todo esto me lleva a la segunda parte de la cita: la tendencia de los partidos de izquierda de convertir la religión (y, aquí, la educación para la ciudadanía) en el tema central de la educación. Vaya esto por delante: creo que la asignatura de religión no debería formar parte de ningún currículo, y que su persistencia es un anacronismo triste (no así la historia de las religiones). También creo que los estudiantes deberían salir del colegio con un conocimiento básico del funcionamiento del Estado y de nuestra democracia, dado que el fin de la escolarización obligatoria ocurre un par de años antes de la mayoría de edad y por ende la accesión a todos los derechos y obligaciones como ciudadano. Por ello considero vital que estos dos principios se defiendan. La cuestión es que en España la izquierda a menudo renuncia al resto de la agenda progresista. Mi hipótesis es que esto ocurre porque la religión es algo que se cambia a golpe de ley, mientras que solucionar el resto de problemas requiere de mucho más trabajo.

La consecuencia es que se cede la iniciativa a los partidos conservadores, que aunque comparten la falta de ideas, la sustituyen con una cierta retórica moralista que sale a la luz con la insistencia en el peligro de igualar por abajo, el famoso respeto al profesor, o la repetición como arma para castigar al alumno. Sabemos que la repetición no funciona y afecta sobre todo a los alumnos de deciles más pobres y vulnerables, tenemos evidencia de que el separar pronto a los alumnos por nivel de habilidad o currículo conduce a la estratificación –no mejora los resultados de los alumnos buenos y empeora los resultados de los malos, sabemos que no hay trade-off entre la equidad y la excelencia en los sistemas educativos, pero todo esto apenas se escucha.

Además de esto, una oposición progresista podría poner el énfasis en temas como la mejora de las oportunidades de formación inicial y continua que se da a los profesores (solo un 10% de los alumnos van a escuelas donde directores y docentes con experiencia observan clases y proporcionan feedback a los profesores, comparado con un 62% en la OCDE), políticas de refuerzo y atención especializada para colectivos vulnerables –como los hijos de inmigrantes o familias de bajos ingresos-, la sustitución de la repetición por políticas que eviten el fracaso escolar en vez de provocarlo, o el ajuste del currículo y la evaluación a competencias. También podría defender las cosas que ha hecho bien España. Tenemos cerca del 100% de nuestros niños de 3 a 5 años escolarizados, una de las tasas más altas de nuestro continente y quizá uno de los grandes legados del gobierno de Zapatero.

Por ahora no sabemos mucho de las propuestas de los diferentes partidos para este año electoral.  Sigo con la esperanza de que además de por la religión, la izquierda también dé la batalla por la calidad (y equidad) de la educación.


31 comentarios

  1. Juan dice:

    ¡Muy interesante el artículo!
    Hay una cosa que has mencionado de pasada pero no has dado ninguna cita al respecto y me interesaría saber si pudieras proporcionármela:

    Mencionas que la segregación de los alumnos en función de buenos-malos resultados sólo perjudica al malo, mientras que no favorece al bueno. Este es, si no me equivoco, el sistema de educación alemana (Gymnasium-Realschule-Hochschule).

    Me encantaría poder leer algo de literatura científica al respecto (en base a qué artículos dices que está demostrado que es perjudicial, etc.), para poder formarme una opinión basada en algo más que percepciones propias o de terceros.

    Gracias!

  2. heathcliff dice:

    «Sabemos que la repetición no funciona y afecta sobre todo a los alumnos de deciles más pobres y vulnerables, tenemos evidencia de que el separar pronto a los alumnos por nivel de habilidad o currículo conduce a la estratificación –no mejora los resultados de los alumnos buenos y empeora los resultados de los malos, sabemos que no hay trade-off entre la equidad y la excelencia en los sistemas educativos, pero todo esto apenas se escucha.»

    Me parece que sabemos demasiadas cosas y tenemos demasiadas evidencias.

    Y creo que dar por hechas una serie de cuestiones, centrales por otra parte, nos lleva, como usted ha hecho finalmente, a dedicar un párrafo entero a hablar de religión, ciudadanía y demás monsergas, mientras los verdaderos debates parecen resueltos, porque son cosas que sabemos, de las que tenemos evidencia y de las que, en el fondo, nos apetece discutir.

    Pues permítame que disienta.

    Todas esas obviedades son las que verdaderamente queremos llevar al debate educativo. Y si le parece, también ese mantra progresista de que gastar más es siempre la mejor solución.

    Porque hablar de religión, como usted bien dice, sabe cualquiera. Y resulta que gastar más, también.

  3. […] La educación y la izquierda […]

  4. Un sistema educativo difícilmente puede cambiar mientras esté gobernado por el Estado. Aunque son muchos los que sostienen que esta intervención es necesaria y la justifican por dos razones: la necesidad de homologación de las titulaciones y garantizar la equidad, que el acceso a la educación no se vea limitado por las desigualdades sociales o económicas.
    Pero hay otras fórmulas distintas de las que tenemos que podrían satisfacer ambas demandas sin necesidad de que el Estado estuviera tan presente, sin que tuviera tanta capacidad de decisión.
    Con respecto a la equidad, es cierto que, en esta sociedad que tenemos, el Estado debe velar porque todos tengan acceso a una educación, prestando especial atención a aquellos que están en desventaja; debe asegurar que todos puedan recibir una educación de calidad; pero esto no implica necesariamente que tenga que dictar a las escuelas cómo deben educar.
    En lo que se refiere a la homologación de las titulaciones, la expedición de certificados que garanticen que una persona posee las capacidades asociadas a su profesión puede ser necesaria para ciertas profesiones, como la de piloto, cirujano o conductor de grúas, en las que está en juego la seguridad o la salud de los demás, pero es difícilmente justificable en muchas otras, como las de filósofo, historiador, restaurador artístico o jardinero. Todo ello se podría discutir, cuáles sí y cuáles no; pero también habría que reflexionar sobre si esta competencia le corresponde al Estado.
    http://www.otraspoliticas.com/educacion/la-escuela-del-siglo-xxi

  5. Jaime dice:

    No entiendo esta obsesión por la clase de religión. Corríjanme si me equivoco pero la clase de religión sólo se da en aquellos colegios concertados en los que los padres ya han aceptado previamente el currículo escolar y por tanto los llevan a clase de religión voluntariamente y en aquellas escuelas públicas dónde hay una demanda significativa y en las que no se obliga a nadie que no quiera a asistir.
    Tampoco nos engañemos respecto al contenido de la clase, he pasado por dos colegios religiosos y mientras que en el primero la clase de religión católica era de eso, en el segundo parecía más una clase de Barrio Sésamo que otra cosa (sin ser ni de lejos tan divertida como Barrio Sésamo, claro está).

    • Alatriste dice:

      Pues hay varios problemas con ella, empezando por el de que los profesores los pueda despedir el obispado (y sabemos todos que abundan en la curia quienes no rechazan la Ilustración… porque antes tienen que aceptar el Renacimiento) y que las notas de Religión valgan para el acceso a la universidad, que es tanto como dar a un profesor controlado por la Iglesia, no por el estado, poder de veto sobre el acceso a las carreras más cotizadas. Puntos malos que aún empeorarán mucho debido a las nuevas reválidas de Wert.

      Y puede que me llamen paranoico, pero quien lo haga no habrá tenido que ir a la huelga en COU porque una profesora de Lengua – y del Opus, y algo grillada – pretendía suspender a una alumna porque cuando terminaba su clase salía del aula con chicos. Y eso pretendía imponerlo a las claras y sin el más mínimo disimulo, todo lo contrario.

      Pero en general hay que estar de acuerdo con el punto principal del artículo. Hay temas y problemas mucho más importantes que ese en la educación de hoy día.

  6. Tema clave el de la relación entre políticos de izquierda, religión y educación, particularmente pública. Creo que la educación es algo más que enseñanza, debe transmitir valores. Los valores que vienen de la conciencia ciudadana y los derechos humanos son una buena fuente en la que puede beber todo el mundo. El problema es que es insuficiente. Las religiones aportan valores que posicionan al individuo ante un espectro mucho más amplio de problemas. ¿Cuál es la solución que puede adoptar el no creyente? En absoluto creo que sea fomentar una escuela en la que se huya de los debates complicados, o en la que solamente se expongan las principales posturas sin una toma de posición. Creo que la respuesta debe ser buscar vías para que los padres decidan los valores que deba transmitir un centro público, ya sean católicos, de otra confesión o ateos. La obsesión de un sector de la izquierda con la religión ha dejado huérfana a la escuela pública de otras alternativas. En una sociedad plural no debería escandalizar que en las escuelas públicas se dé clases de religión, ni tampoco de ateísmo, o de agnosticismo, lo verdaderamente preocupante es que no se transmitan valores. Hay que buscar vías para que los padres puedan elegir el tipo de escuela que quieren para sus hijos. Solamente vería justificable una escuela más «aséptica» en el caso de que no hubiese más centros escolares donde elegir en un entorno cercano.

    Un cordial saludo.

    • Habernio Calidonio dice:

      La religión debe estar fuera de la escuela pública por muchas otras razones que no son de índole moral (aunque, en mi opinión, también los problemas de índole moral deben estar fuera de la escuela pública; la moral es algo que debe tenerse pudorosamente guardado en la intimidad). Por ejemplo: la vía de acceso a la enseñanza no es la misma para el profesorado de religión que para el resto. No existen oposiciones para ellos, ni es la administración pública quien los elige. ¿Admitiríamos que los profesores de educación física fueran seleccionados por un patronato o club deportivo deportivo? ¿los de música por la banda municipal? En principio, parece que tendríamos muy pocos medios de fiscalizar su labor si así fuera, ¿no?, y muy poca seguridad de que tuvieran la competencia pedagógica necesaria, por no hablar de que su contratación podría tener que ver con otros intereses ajenos a los estrictamente educativos.
      Los profesores de religión no forman parte (no pueden formar parte) del claustro, y no están en condiciones de contribuir a la vida del centro de ninguna otra manera (no pueden suplir a compañeros en caso de necesidad, no pueden tener cargos directivos, etc.). En consecuencia, la religión dentro del currículo es altamente disfuncional, y solo se explica en función de la costumbre. Por lo demás, como la existencia de clases de religión dependen de acuerdos Iglesia-Estado que no son negociables puntualmente y superan con mucho la jurisdicción de las CCAA, resulta que mientras se aplican recortes que suponen el aumento de la ratio profesor-alumnos, dejan de contratarse interinos, etc., los profesores de religión siguen siendo exactamente los mismo en número: han quedado a salvo del empeoramiento de las condiciones laborales que sí han afectado a todos los demás.
      La religión (las religiones) debería ser un actividad extraescolar. Y que quien crea importante la educación religiosa para sus hijos, que los apunte, sin mayor problema.

      • Habernio Calidonio, la explicación que me da es una buena exposición de lo que hay, pero lo que debería haber es una cuestión diferente. Es completamente cierto que con la organización actual es muy complejo el encaje de la religión, del ateísmo o del agnosticismo, por poner algunos ejemplos, en la escuela pública. Lo que digo es que creo que esa organización debe cambiar. En mi opinión, los valores no deben quedar limitados a valores políticos compartidos por todos los que creemos en la democracia, sino que también deben ir más allá. ¿Por qué? Porque hay debates espinosos en los que los niños deben tener herramientas con las que posicionarse en el futuro. En una sociedad plural, distintas escuelas deben ofrecer distintas respuestas, pero creo que es bueno que las escuelas den respuestas, y un posicionamiento, a estos debates. De lo contrario el niño desarrollará cuando sea adulto sus propias respuestas, pero no en función de lo que sus padres y profesores decidan que debe ser su formación, sino en función de la visión de terceros, frecuentemente interesada. Creo que orillar los debates difíciles es la mejor forma de crear una sociedad fácilmente manipulable.

        Un cordial saludo.

        • Pau dice:

          Llevamos recibiendo clases de religión toda la vida, y no veo los valores morales en mucha gente. Masas perfectamente educadas terminan no conocendo el perdón ni la misericordia, y eso se refleja en algunas opiniones generalizadas que asustan y hacen pensar que hemos perdido toda empatía humana.

          Tiene sentido, sobretodo si la religión que estudiamos se basa en la memorización de mitología abrahámica, que por cierto me encanta junto con la helénica y germánica. Está muy bien aprender parábolas con moraleja a lo «Conde Lucanor», pero no percibo (en varias generaciones) que los valores se estén transmitiendo correctamente. Creo que hay muchas más formas de transmitir algo tan importante, con asignaturas que planteen debates que confronten las actitudes dañinas (intolerancia, falacias, condenas penales como castigo-venganza, etc) dando la oportunidad de desgranar los argumentos.

          Coincido con Habernio en que cualquier religión debe ser una asignatura extraescolar (y con una buena oferta de centros que las impartan), ya que no tiene cabida en un curriculo normalizado para una ciudadanía multicultural bajo unas leyes laicas.

          • Pau, existen alternativas, pero no se implementan con la suficiente fuerza, sobre todo por el problema del posicionamiento. Una cosa es hacer debates y otra exponer a los alumnos un criterio concreto, que les pueda servir de guía. Y por otro lado, hay que estimular una actitud crítica en el alumno, incluso con ese criterio, una mentalidad abierta.

            En cuanto a la ley, España es un Estado aconfesional, pero que promueve el pluralismo. Yo opino que sería bueno que la escuela fuese un cauce para esa pluralidad de ideas.

            Un cordial saludo.

        • juan dice:

          Gonzalo, no veo tu alternativa ¿clases de ateísmo o agnosticismo? ¿Enseñar a no creer?

          Si se diese una filosofía de la religión (a lo mejor un poco dura para la primaria) o historia de las religiones vale, pero la religión tal y como se da no.

          No creo en los valores de la religión, de hecho creo que hay un mensaje del catolicismo letal para nuestra sociedad (y que en realidad no tiene que ver con la fe). Se todo lo «….» que quieras, pero si te arrepientes en el último minuto, Dios te perdonará, y así tenemos el patio lleno de corruptos. La única forma de que un delincuente que se libre de la justicia terrenal al menos sufra las consecuencias de la divina sería que se diese una muerte fortuita, sin tiempo al arrepentimiento.

          • Juan, me parece muy triste que, habiendo mucha gente que tiene esas mismas ideas, no tengan un cauce en el que educar a sus hijos en el ateísmo. Creo que lo mejor sería que cada centro, público o privado, tenga un ideario. Está muy bien que los padres transmitan a sus hijos los valores que crean oportunos en el hogar, pero también es importante que la escuela reme en la misma dirección.

            Un cordial saludo.

    • Albert Valenzuela dice:

      Como el tiempo es finito, si lo relleno con creencias burdas, estoy desaprovechando recursos y capacidad de transmitir mi conocimiento.
      Se empieza dudando de la negativa a dar religión y se acaba impartiendo la teoría de Darwin junto con el creacionismo.
      Y ya puestos impartamos el pastafarismo http://es.wikipedia.org/wiki/Pastafarismo

  7. Cruz Alarcia dice:

    Creo que la educación debería ser la base de cualquier sociedad… y me parece triste que uno de los pocos en saberlo y aplicarlo haya sido Hitler.

    En cuanto al tema de la religión, considero que no debería enseñarse en los colegios sino en los hogares; habla un cristiano que recuerda con tedio las clases de religión en la escuela. No somos ninguna teocracia como para que tenga que haber crucifijos sobre la pizarra.

    Un artículo muy interesante, como nos tenéis ya acostumbrados.

  8. Habernio Calidonio dice:

    Interesante reflexión. Deseando ya una segunda parte en la que se desarrollen las propuestas apuntadas en el penúltimo párrafo. En principio, tanto la mejora de la formación del profesorado como de la práctica docente y la mejor planificación curricular parecen necesarias, así en abstracto. Pero hace falta concretar, por ejemplo, en qué consistirían esas «políticas que eviten el fracaso escolar en vez de provocarlo», no vaya a ser que sirvan para ideologizar aún más la educación.
    Por otra parte, a la LOGSE se la ha castigado demasiado poco para el mucho mal que ha causado. Porque solo se han atacado algunas de las consecuencias más visibles, pero no el verdadero daño. Podríamos recordar aquí el significado real de la reforma tal como lo entendían los «comprometidos» pedagogos que la promovieron, sostuvieron y aún sostienen. Resumiendo: La escuela tradicional sirve para perpetuar los valores de la sociedad burguesa, pero una escuela progresista debe aspirar a ser un instrumento de transformación social; por eso, debe acabarse con la escuela tradicional y debe reconsiderarse el papel del profesor como transmisor de conocimientos, pues entonces no será sino un obstáculo para ese cambio social construido desde la escuela. Así pues, la educación no debe consistir en la transmisión de conocimiento (vid. al respecto las muchas publicaciones generosamente financiadas de Marchesi & co.; estoy seguro de que todos, todos, todos los padres estarán de acuerdo con esta idea del aprender a aprender si se les explica lo que realmente se quería conseguir con ella).
    Entiendo que para formular un deseable ideario educativo progresista, viniendo de donde venimos, es imprescindible primero hacer un saludable ejercicio de autocrítica. Es decir: examen de conciencia, dolor de los pecados y propósito de enmienda (eludo los actos de contrición, porque no es cosa de darse latigazos uno mismo y tal, y que otro lo haga por ti está mal visto, sobre todo por los jueces). De lo contrario, ese programa de necesidades para una política educativa progresista sería solo wishful thinking.

    • Aloe dice:

      La LOGSE fue, en casi todo lo sustancial, un cambio más de forma que de fondo. Ninguna de esas temibles reformulaciones de la educación que usted teme y detesta pasó nunca del papel (que lo aguanta todo) al aula ni a la sala de profesores: todo su comentario es retórica contra los gigantes imaginarios de otra retórica especular. Mientras los molinos siguen como siempre…

      Los profesores, los curriculos, los métodos de enseñar, los objetivos, la evaluación… todo era parecido en el 2000 o 2010 a lo que fue en 1970, y hasta a lo que fue en 1890 si me apura.

      Y ese es el problema principal, por supuesto. Nuestra tradición educativa es muy deficiente y por eso seguir su camino trillado sigue dando resultados tan mediocres.

  9. Dominique dice:

    Interesante artículo y suscribo la petición de referencias de Juan sobre las afirmaciones del antepenúltimo párrafo.
    Habiendo estudiado en un colegio religioso no veo la razón de ser de la asignatura religión. Si estudiamos arte acabaremos aprendiendo entre otras cosas sobre el martirio de San Sebastián y si estudiamos filosofía sabremos qué aportó Tomás de Aquino… el resto es sólo adoctrinamiento.
    Respecto al motivo del artículo, creo que la eliminación de barreras de entrada no es poco como planteamiento aunque sin duda se queda corto sobre todo si eliminar barreras significa un descenso de la calidad. Dicho esto, y en respuesta a heathcliff, no es España un país en el que precisamente se gaste mucho en educación. Si comparamos los datos de gasto en educación como porcentaje del PIB España queda muy por debajo de la media UE.

  10. En nuestro afán de simplificar el mundo, para hacerlo más manejable, es habitual polarizar el pensamiento político en dos tendencias, la izquierda y la derecha, cada cual con su correspondiente ideología y los comportamientos asociados que se esperan de ella. Así, por ejemplo, de un gobierno de izquierdas se espera que redistribuya la riqueza y reduzca las diferencias entre las clases sociales, beneficiando a los más desfavorecidos, mientras que de un gobierno de derechas se espera lo contrario, que actúe respetando la iniciativa privada y las reglas básicas del mercado, en el que unos tienen éxito y otros fracasan. Unos practican una política más social, más centrada en el colectivo, y los otros ejercen una política más individualista, más orientada hacia el individuo.

    En esta línea, y siendo muy esquemático, una política de derechas preconizará un sistema educativo basado en la meritocracia mientras que una política de izquierdas defenderá un modelo que busca el igualitarismo; es decir, en un caso se busca seleccionar a los más inteligentes a costa del resto mientras que en el otro se persigue eliminar las diferencias, perjudicando con ello a los que podrían destacar.

    Y en ninguno de los dos casos se beneficia a los más inteligentes, sino a los más listos; a aquellos que saben aprovechar en su propio interés los automatismos, los vicios y las debilidades de cada sistema.
    http://www.otraspoliticas.com/educacion/meritocracia-e-igualitarismo

  11. Abel dice:

    Parece que acabo de leer la propuesta de reforma educativa de Ciudadanos (C’s). Sustituir la asignatura de religión por la de historia de las religiones, introducir valores y conocimientos constitucionales, buscar combinar igualdad y excelencia, evaluación de la docencia… Todas son ideas muy interesantes que C’s lleva en su programa.
    Veáse: http://movciudadano.es/propuestas-votacion/pacto-nacional-por-la-educacion/

  12. Joshua dice:

    Una entrada redonda: para entrar a razonar, enhorabuena.
    Muy de acuerdo con tu hipótesis explicativa:
    «… es que esto ocurre porque la religión es algo que se cambia a golpe de ley, mientras que solucionar el resto de problemas requiere de mucho más trabajo.»
    Cada vez estoy más convencido de ello en todos los órdenes de la política. Esto se debe a la abundancia y sobrerrepresentación de personas con ¿formación? exclusivamente (yo añadiría excesivamente) jurídica. Siempre me maravillo de esa gente que cree que un decreto es una especie de conjuro de Harry Potter: que una vez pronunciado la realidad cambia mágica e instantáneamente (¿pues no están ahora diciendo que el «paquete» de nuevas medidas va a acabar con el yihadismo de un plumazo?).
    Como docente, llevo eones de tiempo diciendo que cualquier mejora educativa requiere un miligramo de inspiración y miles de litros de transpiración. No hay soluciones mágicas, solo arremangarse y ponerse a la faena.

  13. Daniel dice:

    «tenemos evidencia de que el separar pronto a los alumnos por nivel de habilidad o currículo conduce a la estratificación –no mejora los resultados de los alumnos buenos y empeora los resultados de los malos»

    Creo que el estudio de la OCDE que usas como fuente no concluye lo que dice este segmento – no mejorar la media no significa que los buenos no mejoren.

    Por lo demás muy buen artículo.

  14. minded dice:

    ¿Que la Logse vino a tapar las dificultades del acceso a la educación? Así que la EGB era solo para la «élite rica y urbana »

    Cuanto daño ha hecho la pseudo izquierda, sí.

    • Aloe dice:

      La EGB terminaba a los catorce años. La LOGSE amplió la educación obligatoria en dos años más.
      La EGB era en teoría obligatoria, pero esta obligatoriedad no se cumplía en la práctica. Amplios grupos sociales no estaban escolarizados en realidad hasta los catorce años ni obtenían el Graduado Escolar.
      Tampoco la ESO se termina en la práctica titulando en un elevado número de casos, ciertamente, pero esa deserción o fracaso se producen a una edad más tardía.

  15. Epicureo dice:

    Cualquier reforma de la educación tendría que tener en cuenta que no la hacen solo los profesores y los colegios. También la hacen, al menos en igual medida, los alumnos y sus familias.

    Hay que incentivar a los alumnos para que estudien y a los padres para que les impulsen a ello. Y esto es muy difícil con una educación igualitaria «nadie queda atrás». Porque cuando todos tienen una educación similar, da la impresión (por falsa que sea) de que no sirve para nada. Si todos tienen la ESO, puedes acabar con la ESO y sirviendo hamburguesas. Si todos tienen secundaria, lo mismo; y si todos tienen carrera universitaria, lo mismo. Solamente cuando se llega al nivel educativo que separa a las élites de los demás (por motivos económicos o académicos) se percibe que SÍ vale la pena el esfuerzo.

    Y esto es más claro en una economía donde cada vez hay menos trabajos simplemente dignos, y se abre una brecha entre los pocos privilegiados con buenos trabajos y la gran mayoría de precarios y parados. La educación igualitaria no es adecuada para una sociedad desigualitaria; en estas condiciones se genera mucha frustración y desapego, y muy poca verdadera educación.

    Por eso hay dos opciones: o bien tratamos de hacer una sociedad más igualitaria económicamente (y entonces la educación se volverá más igualitaria por añadidura) o bien abrazamos la desigualdad y vamos hacia una educación elitista, que es lo que corresponde. En este último caso, si queremos ser justos, podemos intentar ayudar a los pobres más dotados para que accedan a la élite. Pero no llamemos a eso ser de izquierdas.

    • dalek_fan dice:

      No comprendo por qué una educación igualitaria es incompatible con el esfuerzo. Tampoco entiendo, dicho sea de paso, esa insistencia en la supuesta meritocracia en la que vivimos, y en cómo si te esfuerzas sales adelante y triunfas, mientras que el que no, se quedará en su justo lugar.

      Ni vivimos en una meritocracia, ni todos los esfuerzos valen lo mismo para alcanzar metas.

  16. Agustín dice:

    En cuanto a la religión, como profesor de historia opino que se trata de enseñar creencias sin enseñar a creer. La ausencia de pensamiento crítico y la ignorancia de las creencias ajenas está en la raíz (sin ser la única causa) de sucesos como los parisinos recientes. Véase mi planteamiento en https://www.academia.edu/2345221/Religiones_culturas_sociedades
    Y el desarrollo concreto en el aula de secundaria en http://pulgarcity.blogspot.com.es/p/religion-para-ateos.html
    Saludos.

  17. […] educación y la izquierda”, de Octavio Medina que retrata muy bien la falta de visión sobre los temas clave en educación de la izquierda, más […]

  18. […] – Octavio Medina: “La educación y la izquierda“. […]

  19. Aloe dice:

    El tema de esta entrada me parece muy interesante y muy importante. ¿Por qué la izquierda, supuesta defensora de la ampliación y mejora de la educación, aparte del acceso universal a ella, no parece capaz de tener un proyecto coherente y eficaz al respecto? Al menos en España, es una cuestión muy pertinente y una afirmación bastante indiscutible.
    Tampoco la derecha española tiene un proyecto educativo medio decente, ni siquiera para los deciles de más renta de la población. Ni siquiera tiene un proyecto elitista meritocrático. Ni siquiera algo que sea medio eficiente aunque fuera inequitativo. Pero eso es esperable, porque la derecha española es muy arcaica en todo y en esto no lo va a ser menos.

    Mi opinión sobre la cuestión de por qué la izquierda no ha encontrado un proyecto coherente y una manera de llevarlo a la práctica es que hay dos motivos, uno general y otro particular.
    El motivo general (que comparte con la derecha) es la ignorancia. Cuando se viene de una tradición educativa mala de llorar como es la nuestra, faltan referentes de cómo debería ser una educación buena. Algunos hemos ido teniendo iluminaciones parciales de esto a lo largo de los años (muchísimo después de la edad formativa), pero con el aislamiento en que ha vivido España hasta hace pocos años, necesariamente han sido tardías y desconcertantes.
    Cuando hubo un impulso auténtico para reformar la educación (en los ochenta) lo que sospecho que no había era experiencia real por parte de los polític0s y técnicos implicados de cómo podía ser tal cosa.

    El motivo particular que yo veo es la semejanza con el resto de las políticas de Estado de Bienestar en España: redistribución escasa, y en su mayor parte dirigida hacia la clase media.
    Un efecto neto importante de la expansión de la educación obligatoria y posobligatoria de la LOGSE fue el reclutamiento de cientos de miles de nuevos profesores, en gran parte beneficiarios de los años iniciales de esta expansión (los que terminaron su bachiller en los setenta y su licenciatura en los ochenta, y fueron a menudo el primer miembro de su familia en sacar una licenciatura).
    Medio millón de enseñantes (más sus familias y relaciones, puesto que en gran parte pertenecen a un grupo social consistente) son un lobby aterrador. Quizá no para conseguir cosas, porque sus intereses están divididos y a veces enfrentados, pero desde luego sí para paralizar cualquier cambio.
    El principal agente político afín, el principal objetivo electoral, el principal yacimiento de simpatizantes… de la izquierda no han sido las familias de los alumnos, sino los profesores y las suyas.

    Por qué esto ha sido paralizante de cualquier reforma seria y ha encallado cualquier proyecto coherente a largo plazo, y por qué ha sido un obstáculo en lugar de una herramienta para la mejora de la educación, es otra cuestión. No tendría por qué haber sido así necesariamente con otro sistema de función pública, con otra tradición educativa y funcionarial, con una universidad mejor, con otra mentalidad. Pero hay lo que hay.

  20. […] de educación como un instrumento para fomentar la movilidad social (la izquierda en España, como decía Octavio, habla poco y mal del tema). Si ayudamos a los chavales a ir a buenos colegios, con buenos […]

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