Política

Podemos, o el triunfo de una cierta tecnocracia

18 Dic, 2014 - - @jorgesmiguel

A primera vista, calificar a Podemos de partido tecnocrático puede parecer osado, o un puro disparate. A fin de cuentas, buena parte del discurso de la formación está construido sobre la idea de representar un genuino movimiento popular o lo que hemos llamado «partido-movimiento». Como señala Pablo, el caso de Podemos es en realidad más complejo, porque las dinámicas horizontales están desde el principio supeditadas a un exitoso control desde la cúpula tanto en lo organizativo como en lo discursivo. En cualquier caso, repasando el origen y la trayectoria del partido quizás nos demos cuenta de que la concepción de la política como saber técnico no es ajena a su esencia.

Diversas fuentes sitúan el origen de Podemos en una serie de estudios y datos recabados por Carolina Bescansa y Ariel Jerez en el año anterior a las elecciones europeas de 2014. Dichos datos apuntaban a la posibilidad de un espacio electoral para una candidatura que apelase al malestar del 15M y los movimientos surgidos en su estela. Ni PSOE ni Izquierda Unida eran capaces de atender a ese electorado, probablemente por sus vínculos con la «vieja política». En el caso del PSOE, por su responsabilidad de gobierno en el inicio de la crisis y gestos concretos como las medidas de mayo de 2010 o la modificación exprés del artículo 135 de la Constitución. En el caso de IU, quizás más complejo, por la ausencia de renovación y de un liderazgo capaz e ilusionante, y por el hecho de que, pese a coquetear con los discursos antisistema,, la formación ha venido participando sin demasiados problemas en la política formal del llamado «régimen del 78», con todas las servidumbres que ello implica. En cierto sentido se trataba de capitalizar y dar cauce al 15M en forma de proyecto electoral, una vez que los dos principales partidos de izquierdas no habían podido cooptar al movimiento por razones seguramente tanto estructurales como coyunturales. Una vez localizado el espacio que se quería conquistar, era el momento de construir una plataforma o partido y encontrar un candidato.

Por tanto, si nos fijamos en el orden de los acontecimientos, lo que distingue a Podemos de otras iniciativas políticas surgidas en los últimos años es que se trata más de una operación diseñada desde arriba para ocupar un vacío identificado por la demoscopia que la expresión de un anhelo particular, una reunión de activistas o un programa ideológico definido en busca de un electorado -cosa distinta de que los promotores no tengan ideología y, suponemos, anhelos. Luis Arroyo lo expresa crudamente en este artículo, donde se detecta un cierto orgullo herido de técnico electoral:

Podemos no es una reunión de amas de casa, parados de larga duración y jóvenes idealistas. No es un movimiento espontáneo en torno a una causa compartida, como pueden ser los desahuciados, el personal de la salud pública o los taxistas. Podemos es un producto de laboratorio, diseñado por especialistas en framing, en narratología (storytelling dirían en la escuela de negocios de al lado), en persuasión, en comunicación política.

Por todo esto propongo de manera polémica que consideremos a Podemos una cierta forma de tecnocracia. No la que comúnmente consideramos- la que entiende que, a la postre, todo lo referido a las políticas públicas ha de resolverse técnicamente-, sino algo más sofisticado: la depuración de los elementos de técnica electoral que ya contienen todos los partidos con recursos suficientes hasta que estos y el partido se vuelven indistinguibles. Por supuesto, los partidos «de la casta»  ya modulan (a veces…) sus mensajes y marcos, sus candidaturas y tiempos, para llegar mejor a sus electorados potenciales. Pero no dejan de ser herederos de los viejos partidos de masas de la posguerra europea: pertenecen aún a grandes familias ideológicas y representan coaliciones más o menos amplias de clase, aun si en proceso de difuminarse, y todo ello limita su capacidad de redefinirse y atraer a votantes de distintas procedencias. Podemos, por su propia naturaleza y por el contexto en que ha nacido, puede hacer algo más radical: no sólo atraer a esos votantes, sino apelar personalmente a ellos a través de identidades variadas; no sólo partir de la indefinición, de su carácter de work in progress, sino convertirla en capital.

Incluso una operación como la presentación del documento económico (que no programa) elaborado por Vicenç Navarro y Juan Torres puede interpretarse más como un mensaje que se envía al electorado con el objetivo de resituar al partido -en este caso, en las coordenadas de una socialdemocracia anterior a la «revolución conservadora» y la «Tercera Vía»- que como una oferta detallada de políticas públicas. Empleando además a dos figuras que han gozado de cierta notoriedad en la estela del 15M pero que alejan al partido de una imagen «antisistema» y lo dotan de un perfil más técnico a ojos del elector. De nuevo, los viejos partidos saben hacer este tipo de cosas, y las hacen en ocasiones -¿se acuerda el lector del comité científico de la Fundación Ideas y las fotos de Zapatero con premios Nobel? Pero, de nuevo también, Podemos está en condiciones de aprovechar mejor algunas de las herramientas del manual, y quizás más dispuesto a probarlas.

En cualquier caso, el debate en torno al programa de Podemos es en cierto sentido baladí. Por así decirlo, el programa de Podemos es el propio vacío electoral que se quiere llenar y la tarea de dotar de sentido a esa propuesta, y de ahí otra característica fundamental: que no se vende como partido o como ideario cerrado, sino como proceso, como relato. Paralelamente a la operación desde arriba, la organización ha conseguido implicar a los activistas a través de los «círculos», permitiéndoles, como decíamos, tener una experiencia de participación desde abajo. E, insisto, no sólo colectiva sino individual, mediante «círculos» referidos a todo tipo de identidades, que exceden lo territorial, lo laboral, la clase y hasta la ideología, y atañen a realidades personales más cercanas a la autorrealización como valor supremo de la posmodernidad. En España, en general, los partidos no han ido más allá de la articulación territorial y algún tímido y fallido intento de articulación sectorial (el PSOE, por ejemplo), dejando el potencial movilizador de la panoplia de identidades e intereses de las posmodernidad para issue parties o partidos puramente posmaterialistas, siempre minoritarios. Podemos sin embargo se ha animado a jugar con ambas barajas, la del discurso material duro frente a la crisis, y la de la autorrealización y las inquietudes posmaterialistas en el plano de la movilización y la participación. La capacidad de los técnicos de Podemos de leer la opinión pública y el electorado y actuar sobre ellos ha convertido al partido en un espejo que le devuelve a muchos votantes entre la extrema izquierda y el centro su propia imagen.

¿Le resta este carácter por así decirlo teledirigido o prefabricado algo de legitimidad a Podemos? A mi juicio, escasamente. El espacio electoral, los votantes sin atender, estaban ahí en realidad, y ha sido la existencia de este emprendedor político la que les ha permitido obtener un cauce de expresión electoral. Incluso, y esto es una opinión puramente personal, me parece más correcta la actitud de quienes, desde el pragmatismo, han avanzado hacia donde estaban esos votantes, que la de quienes pretenden que sean los electores quienes encajen a la fuerza en sus teorías de uno u otro signo. Para otro momento podemos dejar reflexiones de calado más hondo sobre las preferencias de los votantes: sobre su endogeneidad, sobre su relación tortuosa con las políticas que realmente maximizan el bienestar, y sobre el dilema entre atenderlas desde la mercadotecnia o tratar hasta donde sea posible de modelarlas desde alguna visión normativa. En cualquier caso, esto último es muy difícil de hacer en ausencia de un capital político previo, y Podemos está en proceso de obtenerlo. Que lo consiga o no dependerá mucho del camino que recorran hasta las elecciones de 2015, de que puedan prolongar el control del mensaje y de la organización, y de las decisiones que tomen cuando se enfrenten al dilema de participar en gobiernos o conceder su llave. Porque, como Zapatero (y Arroyo) saben bien, los relatos no son para siempre.


13 comentarios

  1. Es cierto, el relato es muy importante en Podemos, y el hecho de que sea un relato abierto lo es más aún. El problema que veo es que todo ello lleva al terreno emocional el debate. Quizá Podemos pierda capacidad de realizar aportaciones al país si acaba generando rechazo, que es una emoción que se puede suscitar. Es muy complejo que Podemos llegue a ser un partido mayoritario y tendrá que pactar con alguien, descender al terreno de lo posible. Si quiere reformas importantes tendrá que pactar con sus adversarios más distantes y, ahí, la discusión deberá moverse del terreno de lo emocional al terreno de lo racional. Sería deseable que Podemos realizará aportaciones en las reformas que hayan de llegar.

    Por otro lado, otros han intentado antes el relato abierto. Creo que buena parte de lo que hizo Chávez en Venezuela estaba basado en ello, en la superación de las ideologías y la construcción de un proyecto nuevo que trae la Constitución bolivariana de Venezuela. Las circunstancias son evidentemente distintas a las de Venezuela, pero Venezuela está pasando unos días muy tristes. Venezuela intentó construir un relato alternativo al del mercado y la evolución de los mercados de petróleo parece que va camino de poner un final trágico al relato, dejando por el camino problemas en materia de derechos humanos. El balance dista muchísimo de ser positivo.

    Un cordial saludo.

  2. Vellana dice:

    Tecnocracia no, mercadotecnia.
    Un saludo.

  3. aldelgadog dice:

    Podemos son emprendedores de la política. Posiblemente la start-up de origen universitario más existosa de España. Y sí, han detectado y se han lanzado a por un nicho electoral… igual que hacen todos los partidos cuando «modulan» sus programas, candidaturas, etc. La mercadotecnia, el márketing, no es sólo publicidad o fachada para vender, es toda una orientación hacia el cliente de la actividad empresarial que se basa en la pregunta «Tú negocio, ¿qué necesidad de la gente cubre?».

  4. Esto no diferencia mucho los principios de podemos de los partidos socialistas del sur de europa en el modelo de Portelli, basados en cuadros con una alta formación académica y poca relación con el mundo laboral que permite un discurso más ortodoxo ideológicamente. Vamos, que son una vuelta al modelo PSOE del 73 oPSF del 75 (por mucho que les pueda doler a la gente de Podemos)

  5. Absimiliard dice:

    Acaso no lo sieron en su momento los movimientos de izquierda como el marxismo, el socialismo, el anarquismo, el comunismo,etc. No es más que una respuesta de algunos al malestar de muchos.

    Lo contrario, la respuesta de muchos al malestar propio se denomina «revolución», que se ha dado en numerosos países de Europa a lo largo de la historia. Las más ejemplificantes son La revolución francesa de 1789 y la Rusa de 1917. Y evidentemente han cambiado, para mal o para bien según se vea, la historia.

    Al menos Podemos tendrá, tiene o tuvo, un programa las revoluciones nunca la tuvieron.

    Un saludo.

  6. Óscar dice:

    ¿Qué narices significa el palabro ese ‘posmaterialista’?

  7. Eduardo dice:

    No era muy difícil identificar ese espacio electoral que podemos denominar «de ruptura». De hecho yo mismo hablaba de el hace más de un año al considerar lo siguiente:

    «el PP, pierde casi cinco millones, y el PSOE dos millones, llevando acumulado desde 2008 una pérdida de más de seis millones, lo que suma más de once millones de votos en total, entre los dos grandes partidos. IU parece encontrar, al menos hasta ahora, su techo electoral en menos de los tres millones, debido en gran medida a ser identificados como la izquierda del siglo XX, lo que les hace imposible a priori superar ese techo. Mientras UPyD, crece a costa del Partido Popular, y en menor medida del PSOE, pero encuentra grandes dificultades, en aquellos lugares donde los nacionalismos periféricos son muy fuertes. CIU por su parte, se deja medio millón, votos que en su mayoría nadie recoge. Todo ello, hace crecer la abstención más de cinco millones respecto a las elecciones pasadas.

    Llegados a este punto, que todo hace indicar que sea de no retorno, en cuanto a recuperación electoral de PP, y también del PSOE, del cual aun hay que esperar a ver como, cuando y con quien, se produce la tan ansiada regeneración que aun no ha tenido lugar, más allá de la Conferencia política celebrada, y que puede provocar, que parte de su electorado que ahora se iría a la abstención u otras fuerzas políticas, vuelvan a confiar en los socialistas, aunque nunca como en los niveles de 2008.

    Pues bien, la clave aquí no es otra, que la decisión que pueda tomar ese electorado abstencionista ahora mismo, y que más de uno, se ha apresurado a calificar como espacio electoral de ruptura.

    ¿Qué se entiende por espacio electoral de ruptura?

    Este espacio electoral de ruptura, viene a identificar a esa parte del electorado, que ahora mismo está en la abstención, y que podría optar por candidaturas alejadas de los partidos tradicionales, lo que se ha denominado como candidaturas de ciudadanos, y que propugnan la regeneración del sistema político existente. Este fenómeno no es nuevo, ya ha ocurrido en Portugal, donde las candidaturas de independientes han logrado un gran resultado en las elecciones municipales, haciéndose con la victoria en Oporto y Sintra. También en Grecia, donde Syriza ha sabido captar este espacio, convirtiéndose así en la segunda fuerza del país, y por supuesto en Italia, donde el Movimiento Cinco Estrellas, se convirtió en el partido más votado (si exceptuamos las coaliciones electorales) en las pasadas elecciones generales.

    Está por ver, si este fenómeno común a los países del sur de Europa más asolados por crisis, tiene lugar en España, y a cargo de quien. De lo que no cabe duda, es que si algún movimiento/partido consigue captar a parte de este electorado, tendrá el éxito asegurado en las siguientes elecciones.»

    http://debate21.es/2013/12/11/los-abstencionistas-tendran-la-ultima-palabra/

    • PaulJBis dice:

      No es por faltar, pero tú y todo el mundo. La misma Belén Barreiro, en un artículo de opinión en Lo País hace un par de años, pronosticaba la aparición de un partido similar. Y aquí mismo, Pablo Simón y su Alianza Juvenil Radical.

      En definitiva, todo el mundo lo veía… menos los que mandaban en los partidos tradicionales, que eran quienes lo tenían que ver.

  8. juan dice:

    En mi opinión la clave de la novedad es la introducción de la dicotomía arriba-abajo frente a otras clásicas como izquierda-derecha o capital-trabajo, a mi juicio esto ha sido más decisivo que el uso repetitivo del término «casta».

    Curiosamente Podemos ha empezado a construir su base electoral por la parte difícil, abstencionistas difíciles de sacar de la abstención y clases «teóricamente» medio-altas como directivos (imagino que de empresas pequeñas) y empresarios. Esto ha sido posible porque:

    a) Muchos desempleados y precarios se han identificado directamente como «de abajo» siendo precarios y no viendo en las alternativas de izquierdas tradicionales y sindicatos un apoyo, sino a los trabajadores ya seguros. (la famosa dualidad de la que tanto se habla en este foro).

    b) Clases empresariales y emprendedoras castigadas, con financiación cerrada a pesar de los rescates bancarias, con consumos decrecientes debido a que los bolsillos de los ciudadanos son esquilmados por subidas de la luz, subidas del gas para pagar el Castor. Digamos que mucha gente que se creía de arriba comienza a caer en la cuenta de que igual ahora está «abajo» y sus intereses son mejor defendidos por otros.

    Por tanto Podemos aún conserva un espacio de crecimiento en la clase obrera tradicional y si se despejan miedos de apocalipsis en los pensionistas. Arañar una porción de esos segmento puede dar, si no una mayoría amplísima, si confirmar una primera posición.

  9. spartan dice:

    En la tertulia «El Búho» (Radio 4G, una radio que ha montado Abellán y donde han sido entrevistados Senserrich, J. Galindo, P. Simón) se tildaba de tecnocrático el discurso de Podemos. Era a partir de la entrevista que le hizo J. Évole a Pablo Iglesias, donde este último decía que había altos funcionarios y parte del «aparato del estado» que estaban dispuestos a trabajar con Podemos ya que estaban hartos de «los viejos políticos». Es decir, Iglesias fardaba de tener los medios humanos y técnicos para hacer la política que necesita España.

    Dejo el enlace. Para descargar el archivo, click derecho sobre la página y «guardar como». Lo que comento arriba, a partir del minuto 0:45. En la segunda media hora, entrevista a Jorge Galindo, también sobre Podemos.

    http://ondemand.radio4g.ondemand.flumotion.com/radio4g/ondemand/audio/mp3/high/pgm-20141103-elbuho-1–5457e1e8.mp3

  10. FJEUGENIO dice:

    Interesante artículo, aunque discrepo del título.
    Podemos no es tecnócrata.
    Podemos es un elaborado producto del marketing político.
    Habría que saber quien está detrás de estos sujetos tanto intelectualmente como financieramente.
    Los que aparecen en los medios actuando de portavoces del «movimiento» son muy flojos intelectualmente, aunque algunos como el sr. Iglesias tiene un cierto tirón que se desinfla en cuanto encuentra quien le da la réplica de forma solvente.

  11. Diego dice:

    Yo a los de podemos me los veo unos charlatanes populistas, y esta claro que son gente de ultraizquierda comunistas, si, utilizan mercadotecnia, para vender su producto, un producto lleno de mentiras y banalidades. Ni en sus mas remotos suenos, se veian en la situcion que se encuentran, por otra parte, son de leche espanola, del enchufe y trafico de influencias, de amigismos, no del que lo haga mejor o el idoneo para el puesto, Por otra parte la derecha Espanola, no es que digamos muy democrata, en Espana no hay un ente como en inglaterra la bbc, que sirva de guia en lineas democraticas, eso que pasa en Espana de opinar sin ton ni son, como si se tratara un programa del gran hermano, me parece nefasto. Podemos no es un partido democratico, y si no ya lo vereis. y si quereis un espejo de podemos, mirar como el chavismo empezo en venezuela, es tal para cual, hacen lo mismo, lo mismito, son unos comunistas.. y van a por ello..

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