Política

La vieja elección de Podemos

24 Nov, 2014 - - @kanciller

En marzo de 2013, Unión del Pueblo Navarro tuvo un congreso trascendental en el que Yolanda Barcina, asediada por los escándalos de Caja Navarra y sin socios parlamentarios, se enfrentó al sector crítico de Alberto Catalán. A los congresos de UPN pueden asistir y votar cualquiera de sus 5.300 afiliados y, tal como dijo la presidenta, esperaba una máxima participación porque “aquí es todo muy abierto, el afiliado es muy libre de colocar las cruces y las listas no son cerradas”. Lo cierto es que la participación fue baja pero el margen estuvo muy ajustado; 871 votos para Barcina (51%) frente a los 795 de Catalán (47%), y con varios recuentos mediante. Sin embargo, lo llamativo fue que el sistema de listas abiertas, con tantas cruces como cargos a repartir, hizo que toda la ejecutiva menos uno estuviera compuesta por la gente de Barcina. La oposición fue laminada en los órganos de dirección.

En noviembre de 2014, Podemos tuvo que elegir un Consejo Ciudadano, 62 miembros a los que luego se incorporarán los 17 secretarios generales autonómicos. El sistema de votación se realizó a través de una aplicación de internet (empresa Agora Voting) y permitía bien marcar a tantos candidatos como puestos había en juego o bien dar apoyo al conjunto de la lista. El resultado es conocido: retirada de la lista alternativa liderada por Pablo Echenique con críticas al sistema, participación del 47% del censo, elección de Iglesias por casi un 90% de los votos, y un resultado donde el menos votado de la lista de Iglesias tiene 75.131 votos mientras que la más votada del resto de listas logra solo 5.337 votos. El equipo del secretario general entra en pleno y, por supuesto, cualquier paralelismo con el caso de UPN es mera coincidencia… o no.

Un sistema viejo como el mundo

Hagamos un poco de arqueología electoral. Cuenta Josep M. Colomer, en un libro clásico, que en la Europa del siglo XIX los sistemas electorales solían basarse en distritos multi-nominales mayoritarios, donde el votante podía distribuir un número de votos equivalente al número de diputados a elegir. Es decir, como si en las Elecciones Generales se pudiera marcar a 36 candidatos por el distrito de Madrid y fueran elegidos los candidatos que más votos sacaran. Había, además, la curiosidad de que cuando el rentista con derecho a voto iba al colegio electoral no había algo así como una cabina o una papeleta estandarizada. Lo normal era que el votante anotara allí mismo sus candidatos o trajera los nombres escritos de casa.

A medida que las elecciones fueron haciéndose una práctica más regular, y los partidos empezaron a ser más competitivos, el sistema fue evolucionando. Muchos candidatos del mismo distrito tenían intereses comunes o eran colegas en el parlamento, así que comenzaron a pedir el voto no solo por sí mismos sino también por sus aliados. Para ello comenzaron a seguir una peculiar estrategia: hacer papeletas con su nombre y el de sus aliados ya impresas. Habían nacido las listas cerradas y bloqueadas. De esta manera las listas ayudaron al germen de los partidos cohesionados. Todos los diputados del distrito, gracias a que las listas se fueron extendiendo, recaían para el partido que obtenía la mayoría simple –cuyos integrantes coincidían casi a la par en votos—. Mientras, los candidatos independientes entraron en vías de extinción, excluidos por un sistema en el que las minorías quedaban fuera.

Ante esta situación, los sistemas electorales se reformaron. En muchos países se optó por partir los distritos en unipersonales, a veces también con cambio a sistema de dos vueltas. Al menos había la garantía de que la mayoría quedaba acotada a intereses territoriales. En otros países lo que se hizo, a veces pasando por la fase anterior, es dejar de lado el sistema mayoritario y cambiar a modelos proporcionales. Con Bélgica, en 1899, arranca el contagio de esta opción en la Europa continental, de forma que se garantizaba la representación de las minorías. Por último, en algunos países se optó por establecer voto limitado. Esto es,  básicamente, lo que tenemos en el senado español, donde podemos marcar una cruz menos que los senadores a repartir (por ejemplo, en las provincias que eligen cuatro senadores, votamos tres), con lo que sabemos que la oposición siempre conseguirá algún espacio (el senador restante).

El sistema mayoritario con tantas cruces como escaños a repartir es lo que se conoce como «voto en bloque», y aunque en algunos distritos de Reino Unido se usó hasta los 50, hoy apenas persiste, y solo podemos encontrarlo en países tan democráticos como Laos, Siria o Líbano.

El bonapartismo amable

Siempre que se habla de primarias y elección dentro de los partidos hay que enfatizar que el diablo está en los detalles. Al menos, en dos aspectos: el selectorado (quién elige) y las reglas de elección (cómo se elige). Cada una de estas dos decisiones puede beneficiar a unos u otros sectores del partido, con lo que hay que hacer el dilema explícito (más información aquí). Vuelvo al caso de Podemos porque viene a cuento.

Respecto a quiénes eligen, sabemos que las decisiones de composición de órganos internos pueden darse a través de mecanismos de congresos con delegados o con sistemas más abiertos. Lo normal es que incluso cuando las primarias sean abiertas totalmente, se entienda que los órganos internos son votados por militantes, pero eso varía según partidos. Sin embargo, igual que pasa con las primarias, cuanto más abierto está el censo más se nota la asimetría de los recursos. En el caso de Podemos se ha hablado claramente del “recurso mediático”. Es lógico que la mayoría de la gente fuera de los círculos no tuviera ni tiempo (ni ganas) para conocer a todos los candidatos al Consejo o las propuestas de Vista Alegre. Quizás las fuerzas internas estuvieran más igualadas. Aunque otros candidatos pudieran ser populares activistas dentro de los círculos locales, si no iban en la lista oficial se quedaban sin el efecto arrastre de quién puso su cara en la papeleta.

Lógicamente, quien tiene capacidad de monopolio siempre está a favor de la libre competencia, luego cuanto más abierto es un censo en participación, si no se regula la neutralidad del aparato (en partidos clásicos) o los recursos entre facciones (en partidos nuevos), más riesgo hay de que veamos dinámicas bonapartistas. Esto no es algo nuevo; al contrario, sabemos que la mayoría de los candidatos respaldados por los aparatos ganan las primarias. Como advierte con mucho tino Katz, cuando se hacen sistemas abiertos, pero se centraliza su control, lo normal es que haya un electorado amplio pero desorganizado. Así, en apariencia el partido es muy democrático pero en la práctica esta palabra está vacía de contenido.

Respecto a las reglas, y conectando con lo que hablaba arriba, cabe decir que cuando existe un sistema de voto en bloque la oposición queda como minoría permanente sin representación. En el caso de Podemos, la aplicación de internet permitía directamente marcar el apoyo al conjunto de la lista o “voto en plancha”, con lo que a efectos prácticos ha operado como un sistema mayoritario puro con lista cerrada. Si eso se suma a la dinámica anterior que imponen la desigualdad en recursos, el resultado es de todo menos sorprendente. Es cierto que es importante que haya equipos cohesionados, y que el sistema de Voto Único Transferible que proponían los críticos hacía perder totalmente el control sobre quienes saldrían escogidos. Sin embargo, limitar el voto como en el Senado, o garantizar un mínimo a listas alternativas (como hace el PSOE con delegados a Congresos), podría haber servido para garantizar algo más de pluralismo. Claro, si es que eso se considera deseable.

La nueva y la vieja política

Nadie puede cuestionar que Podemos es un partido dirigido por politólogos curtidos en la vida dentro de partidos y asambleas. Saben perfectamente cómo configurar las reglas para controlar la organización de arriba a abajo. Además, es indudable que han sabido vender con maestría el discurso de ser una organización democrática, presentándose como más horizontal que cualquier otro partido, aunque sea aupada sobre una sola cara. Sin embargo, ya se ha visto que a efectos reales algunas de sus prácticas se asemejan mucho a las de otros partidos más que viejos.

Hay quien me repite que este es un tema menor y que todo queda subordinado a la estrategia para ganar. Algo así como dar plenos poderes para el cirujano de hierro. Sin embargo, no deja de ser un paradójico que cuando todo el leitmotiv de muchos es que estamos como estamos porque los partidos son opacos y jerárquicos, se acepte, cuando van contra lo que no me gusta, que alguien incurra en las mismas prácticas. Y más sorprendente todavía es la candidez con la que algunos piensan que las decisiones que se toman ahora son irrelevantes respecto a cómo las organizaciones permanecen y gobiernan en el futuro. En fin. Yo aquí lo que veo es mucha política de la clásica.


25 comentarios

  1. Hastaelgorro dice:

    «Y más sorprendente todavía es la candidez con la que algunos piensan que las decisiones que se toman ahora son irrelevantes respecto a cómo las organizaciones permanecen y gobiernan en el futuro.»
    ¡¡¡Amén!!!

  2. Estoy de acuerdo con Pablo Simón, es un viejo problema de la vieja política. Personas con diferentes ideas, pero también con muchas cosas en común, participan de un mismo proyecto. Sería bueno que ese proyecto fuese más participativo, y que la participación se reflejase en un proyecto mejor. Sin embargo, los roces acaban con alguno de los que realizan propuestas, normalmente el que menor peso tiene en el aparato del partido, fuera. No es un problema propio de Podemos, ya lo hemos visto en el PP (con el roce que ha dejado fuera a Gallardón), en el PSOE (donde Madina también ha quedado fuera del núcleo dirigente) o en UPyD (donde Sosa ha tenido qe marcharse), quizá lo veamos pronto en CiU (no sabemos que será del encaje entre Mas y Duran). En el pasado vimos otros casos como la ruptura de la UCD, la salida de Redondo del PSOE, la de Garaikoetxea del PNV o casos más radicales como la solución a los conflictos entre Stalin y Trotski. El resultado suele ser el mismo: personas valiosas para el partido acaban fuera, de modo que acaban aportando al partido bastante menos de lo que serían capaces. Hace unos días escribía Fernando Rodríguez Prieto un artículo en ¿Hay Derecho? muy interesante sobre la mediación como forma de evitar que esos roces terminen en ruptura: http://hayderecho.com/2014/11/06/los-problemas-de-los-nuevos-partidos-iii-la-mediacion-como-instrumento-en-favor-del-debate-y-de-la-resolucion-de-sus-conflictos-internos/

    Me parece esencial que, en el contexto de una mayor participación, en los partidos existan mecanismos, la mediación podría ser uno de ellos, que sirvan para resolver los roces de la manera menos drástica posible. De lo contrario, no existirá una verdadera participación. La gente se retraerá y no participará, ante una derrota segura.

    Un cordial saludo.

  3. juan dice:

    A mi personalmente en el largo plazo prefiero ir a modelos de VUT, o limitar las listas (como se hace en el Senado). No obstante entiendo lo que se hizo, hay que arrancar, hay poco tiempo, y 2 convocatorias electorales en 1 año.
    También creo que no poner requisitos, que los avales fuesen poco exigentes, y que existiesen muchísimos candidatos, dificultó mucha más gente hiciese votos «mixtos», seleccionando candidatos de varias listas e independientes.
    También las críticas excesivas de un determinado sector en Plaza Podemos, que era donde los candidatos podían publicar sus hilos, y responder preguntas, limitaron el tiempo de interacción con los candidatos, pues en el fondo, «nos va el lío a todos», y siempre era más entretenido entrar en hilos de polémicas y críticas.
    Aparte, estas críticas, secuestraban a todos los candidatos subliminalmente como «opositores a la lista de Pablo Iglesias», cuando no era cierto. Por cierto, gente proclive a votar a un buen número de candidatos de la lista de Pablo pero seleccionar también otros perfiles acabaron como contrarreacción votando en bloque.
    Ha sido positivo que por lo menos un 15% del voto no fue en bloque. Seguro que esa cantidad va subiendo en los próximos procesos.

  4. Luisfer dice:

    Nadie debería discutir que estas elecciones internas de Podemos han sido política clásica y nada plurales, totalmente acertado este artículo. Pero creo que no vendría mal recordar que este partido aún no está formado del todo y que lo que se está votando ahora son los «cimientos». ¿De verdad sería mejor que la base del partido fuera lo más plural posible de cara a unas elecciones en menos de 1 año? Yo sinceramente albergo mis dudas.
    Si este partido sigue rodando creo que sería más adelante cuando sus afiliados e inscritos deberían exigir esa mayor pluralidad y mejora en los sistemas de votación. Y si no ando equivocado creo que por sus estatutos eso es factible.

    Saludos

    • Hastaelgorro dice:

      Podemos está más que formado. El problema es que la mayoría de los que han participado en su constitución aún no se han dado cuenta de que los han utilizado como a borregos. Pero ya se caerán del guindo.

  5. nineu dice:

    ¿Y no habra algo en esa mayoria del «Ladran luego cabalgamos? Con toda la prensa insistiendo en que a Pablo Iglesias le sale oposicion interna y que no todo en podemos es maravilloso, frente a ese bombardeo, el que tiene que votar acaba reforzando su idea de que ese es el camino bueno y los criticos son los que le hacen el caldo gordo a los de fuera. Tengo la sospecha de que viene a ser una cierta disciplinarizacion.

    Aunque eso tambien tiene algo de PC clasico, supongo.

  6. xes dice:

    Noto a faltar un dato: Pablo Echenique pidió el voto para Pablo Iglesias y para la lista «Clara Que Podemos», la liderada por Iglesias. De hecho, dijo que Iglesias era «el mejor candidato», http://www.20minutos.es/noticia/2296641/0/echenique-vota/pablo-iglesias/secretario-general-podemos/

  7. […] La vieja elección de Podemos […]

  8. Enhorabuena por la entrada.

    En España, aburridos de nuestro desconocido sistema electoral, creemos que el Santo Grial de la democracia es cambiar a algo radicalmente diferente a lo que tenemos.

    Pocas veces se pone el acento en la asimetría entre los candidatos, porque como decía Manin la democracia representativa, frente a la griega, es aristocrática y no democrática.

    Con ocasión de esas primarias de Iglesias contra más de cien desconocidos enfoqué la cuestión desde esa perspectiva, que creo que es complementaria: http://geografiasubjetiva.com/2014/06/10/igualdad-radical-y-primarias-en-los-partidos/

  9. ALBERTO dice:

    Este es el mismo sistema que utiliza UPyD para la elección del Consejo Político con el resultado de ni un solo crítico puede acceder a él. En su momento se lo plantee a Sosa Wagner y no la parecía importante. Supongo que cuando sufrío el viacrucis se dio cuenta de estos problemas.

  10. Alice Mason dice:

    Brillante artículo. Se olvida un componente más: el tiempo. Las candidaturas se sistematizaron en la página el sábado al mediodía y había que votar hasta el viernes siguiente. 1.300 candidaturas en 7 días. Sin dormir (24 horas por día) un miembro de podemos tiene exactamente 7.75 mins. para examinar cada una de ellas. PODEMOS podría haber aumentado el tiempo disponible para votar con la finalidad de permitir a los desconocidos darse a conocer. Este regate con la democracia interna para marcar gol (ganar las elecciones) no sería tan «grave» (pues es lo que hacen muchos partidos) si PODEMOS no ondease la mayor participación e influencia de sus bases en el quehacer del partido como su hecho diferencial y prácticamente su razón de existir. Volviendo a Manin, según él (y hablo de memoria porque no tengo el libro a mano) el espacio electoral se basa en un juego de presencias y ausencias en el que los partidos se definen con respecto a lo que los demás partidos no ofrecen. La gente vota a alguien o algo por no votar la otra opción que suele haberle decepcionado. PODEMOS ha entendido esto perfectamente y de ahí su discurso «en negativo»: no somos como ellos. Y sin embargo, hemos visto como en este caso PODEMOS es capaz de pasar por encima de sus principios éticos con tal de ganar. Como hacen los partidos tradicionales. El periodo de carencia que una parte de la ciudadanía y las bases están dando a PODEMOS en lo que respecta a la coherencia y la transparencia con la excusa de que están empezando y de la ventana de oportunidad es, a mi modo de ver, preocupante. En otro orden de cosas, estoy francamente intrigada por saber cómo van a organizar el proceso participativo para la elaboración del programa electoral. En el programa de Ana Pastor Pablo Iglesias habló de «reunir a los mejores» cosa que pasó bastante desapercibida por cierto: irrumpe de repente y de modo explícito el principio aristocrático en PODEMOS. ¿Qué le corresponde a «los mejores» y qué a la asamblea PODEMOS? ¿cómo se eligen «los mejores»? ¿quién los va a elegir? Me da que el bonapartismo no acaba aquí.

  11. Estilpón dice:

    y ¿a quién le sorprende esto?

    Excelente artículo. El penúltimo párrafo lo dice todo.

  12. Fernando dice:

    El equipo de Pablo Iglesias nos ha traido hasta aqui, en mi opinión lo han hecho suficientemente bien hasta el momento para seguir confiando en su criterio. No dudo de que el resto de candidatos sean igual de válidos que los propuestos por el equipo de Pablo (ninguno de los 1300 candidat@s me han dado motivo alguno para ponerlos en entredicho) pero entre ellos hay muchos que no estaban de acuerdo con el modelo de partido que resultó ganador y eso podría generar problemas que no nos podemos permitir con unas elecciones municipales, autonómicas y generales a la vuelta de la esquina. Sino se cree en la idoniedad del modelo propuesto se me antoja complicada su puesta en funcionamiento de manera eficiente y es por ello que decidí votar a quienes si creian que era lo mas correcto en estos momentos.

    Si en próximas elecciones de candidatos me intentan colar algun corrupto, imputado o cosas por el estilo esta claro que empezaré a desmarcar «X» pero ahora mismo todos estan limpios y por tanto como he dicho antes prefiero que el proyecto resultante de la asamblea ciudadana lo defiendan los que realmente creen en el.

  13. Anouar dice:

    «Y más sorprendente todavía es la candidez con la que algunos piensan que las decisiones que se toman ahora son irrelevantes respecto a cómo las organizaciones permanecen y gobiernan en el futuro».
    No es candidez ni mucho menos. Pero sólo hace falta darse una vuelta por algunos círculos (y ver lo que se cuece allí) para darse cuenta de que lo que ha hecho el equipo de Pablo era necesario. Si se hubiese optado por un modelo descentralizado con más autonomía de los círculos, Podemos saltaría por lo aires en dos meses. Yo estoy convencido de que Pablo no está construyendo el partido que le gustaría, sino el que necesita.

  14. Seldon dice:

    Más líneas y líneas de texto para hablar de lo obvio. Para cuándo alguna entrada sobre sí Iglesias sería capaz o no, una vez en el poder, de poner en marcha procesos participativos que impliquen a la ciudadanía en la gestión de la política del día a día.

  15. Jose Antonio dice:

    Con respecto al último parrafo, solo un clavo puede sacar a otro clavo y ademas es un cuestión de prioridades. Se cumple entonces la Ley de hierro de las oligarquias, como no puede ser de otra forma. Saludos.

  16. Carlos García dice:

    Los representantes de los estudiantes en el Claustro de mi universidad también se elegían de manera parecida: podías señalar con cruces 27 candidatos de un total de 34, si mal no recuerdo, de manera que la formación más votada solía quedarse con los 27 y las otras se repartían los siete restantes.

    Y sin embargo no hay que olvidar que el modelo más primitivo era el líder de partido que elegía a su sucesor a dedo, o la designación del rector desde instancias políticas. Este artículo expone la evolución de los sistemas electorales para las instituciones estatales. Lo que pasa es que las instituciones del Estado se democratizaron antes que las organizaciones «pequeñas» (universidades, partidos políticos, la ONCE…), de modo que éstas replican con retraso la democratización de aquéllas. Es una distinción clave de la que se olvida este artículo.

    En las Juventudes Socialistas de España (hablo de esta organización política porque es la única que he llegado a conocer en el pasado, pero intuyo que en el PSOE habrá sido similar) el equivalente al Consejo Ciudadano de PODEMOS sería el Comité Federal. ¿Diferencias?
    1) En PODEMOS lo votan todos sus afiliados y registrados en la Asamblea (virtual); en JSE sólo los delegados de las agrupaciones locales en el Congreso.
    2) En PODEMOS se votan listas abiertas, de modo que puedes combinar candidatos de listas diferentes (que sea un coñazo mirarse a todos los candidatos es un problema del votante); en JSE eran listas cerradas, ganaba la lista más votada y punto.

    ¿Es o no es un avance, teniendo en cuenta lo que dije en mis dos primeros párrafos (distinguir entre la democratización de las instituciones estatales y la de las organizaciones «pequeñas»)?

  17. Anouar dice:

    Anoche estuve en una asamblea de Podemos en Las Palmas. Si bien es cierto que a nivel estatal la estructura está muy centralizada y que el proceso se ha hecho para favorecer al equipo de Pablo, a nivel autonómico y municipal el proceso de elección de candidaturas es con diferencia más democrático que el de otras organizaciones.

  18. […] baja a la tierra con un programa económico más realista.En El Blog Salmón. Pablo Simón: la vieja elección de […]

  19. […] estos actores. A mi juicio muchas de estas organizaciones de “nueva política” se enfrentan a los mismos retos que otros en el pasado – desde la oligarquización hasta cómo hacer que todo el mundo participe de las decisiones o […]

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