Política

Podemos: el acuerdo ambiguo

11 Nov, 2014 - - @jorgegalindo

El pasado miércoles estaba en Quito participando en un foro organizado por la oficina ecuatoriana de la Friedrich-Ebert-Stiftung en torno a nuevas iniciativas de participación política desde la izquierda. Como no podía ser de otra manera, el grueso de mis intervenciones giró en torno a Podemos, azuzado no solo por mi interés sino por las preguntas de mis colegas desde que aterricé en Ecuador. En un momento dado afirmé que el mayor logro estratégico de Iglesias y compañía había sido articular una agrupación de preferencias que antes no existía en la (parte de la) sociedad española (que, al parecer, ha decidido darles su apoyo). Fue entonces cuando el sociólogo Franklin Ramírez puntualizó de manera, a mi entender, bastante aguda: agrupación de preferencias, no. Equivalencia de demandas. Eso es lo que ha intentado (y está consiguiendo) Podemos.

El comentario, aparentemente simple, contiene una verdad fundamental para comprender el éxito de Podemos. No hay semana que pase sin que alguien eche en cara a la formación que no disponen apenas de propuestas específicas. Yo mismo lo he hecho en alguna ocasión. Otras veces, ciertos autores se han esforzado, con más o menos tino, en identificar las que se esconden en su programa. Pero la verdad es que, a día de hoy, la pregunta de cuál es el proyecto de Podemos para España no tiene sino una respuesta vaga pero, al mismo tiempo, tremendamente definida: otra cosa. Esa cosa será lo que defina ‘la gente’.

Esta es la equivalencia de demandas: recoger el “no nos representan” (“que se vayan todos”, decían en la Argentina de 2001: eso también me lo han recordado en Quito; como que en ciertos ámbitos de las últimas protestas en Brasil podía oírse un “ningún partido nos representa”). Recogerlo, decía, y perfilarlo, moldearlo. Darle un nombre: “casta”, claro, como afirma en esta aguda reseña Santos Juliá. Convertirlo en un diagnóstico con el que una mayoría pueda estar de acuerdo. Y cualquier acción, voluntaria o no, que los opositores hagan será fácilmente leída dentro de este diagnóstico, como dato que lo refuerza, ejemplo que viene a confirmarlo. Es tan sencillo y elegante (desde un punto de vista de comunicación política, se entiende) que pasma, sí, Pero no acaba aquí. Podemos también ha identificado una serie de aspectos algo más concretos donde estima que las demandas de la mayoría de la sociedad son o pueden ser bastante similares (o al menos de la mayoría que le interesa electoralmente: aquella que está entre, digamos, el 1 y el 5 o 6 de la escala ideológica). Áreas donde se puede clamar lo que se pide sin necesidad, de momento, de explicar qué se propone.

Algunas de estas áreas son bien específicas. Por ejemplo, los servicios públicos, sobre todo sanidad y educación. Desde Podemos se insiste de manera constante en su defensa a capa y espada. “Defensa”: equivalencia de demandas. Todos, o casi, queremos sanidad y educación financiadas con dinero público: el CIS publicó el mismo día que el barómetro su estudio anual sobre la actitud de los ciudadanos frente a la fiscalidad, donde se mostraba que entre un 63% y un 68% de los españoles consideran que se dedican pocos recursos a la sanidad o a la enseñanza. Cómo financiarlas, de qué manera ofrecerlas (modelo universal, contributivo, asistencial, con privatización, sin ella…), eso queda apartado. Por ejemplo, casi un 40% de los españoles considera que los impuestos son «algo que el Estado cobra sin saber muy bien para qué», e incluso nueve de cada diez de nosotros no ve justa la forma en que se recaudan. El trabajo necesario para llegar a un consenso, así sea parcial, resulta evidentemente arduo.

Otros segmentos del discurso son (mucho) más amplios, pero siguen el mismo mecanismo: cuando Monedero o incluso Iglesias defienden una “patria” y un patriotismo distintos a lo que actualmente suele entenderse por tales ideas, solo dicen eso: algo diferente sería bienvenido por muchas personas. Ahora bien, si comenzamos a escarbar un poco, esta nueva España puede ser igual más federalista (un 25% de los ciudadanos gustaría de dar más independencia, o toda ella, a las regiones) o menos (el 18% desearía unas Comunidades menos autónomas). Más cerca de la república o cediendo a la (supuesta) petición de la reina Letizia.

Incluso en el tema estrella de las últimas semanas Podemos se permite jugar a igualar demandas sin entrar a discutir nada en profundidad. La corrupción, quintaesencia de la “casta”, es algo a erradicar cuanto antes. La prioridad absoluta hoy día, pareciere. Pero “puertas giratorias” y “hay que echarlos” en versiones más o menos elaboradas es todo lo que saldrá de los labios de los líderes de la nueva formación (en este caso con honrosas excepciones).

Tomemos, por último, el que probablemente es el mayor problema de España: la altísima tasa de desempleo, buena parte de la cual se ha convertido en estructural. Aquí ni siquiera enunciar de manera machacona que “hay que acabar con el paro” supone una ruta segura. Por un lado, no está nada claro que esto sea una prioridad para aquellos que ya tienen un buen trabajo fijo. Por otro, llevamos tanto tiempo enfrentándonos a él que la pregunta “y cómo lo hacemos” es indisociable de la demanda. Las posibles respuestas son tan complejas como connotadas políticamente. No solo a través de las líneas ideológicas tradicionales (más estímulo público – más liberalización de todos los mercados), sino cruzando la brecha entre trabajadores estables y precarios, refiriéndose también a lo complicado del bloque institucional europeo. Así las cosas, los portavoces de Podemos se lamentarán infinitamente del sangrante desempleo, pero por el momento no se atreverán siquiera a tantear el terreno de las alternativas. Tampoco es que los partidos tradicionales lo hayan hecho con demasiado ahínco, precisamente por las mismas razones.

En definitiva, un político que aspire a ganar donde antes no había victoria ha de contemplar las preferencias de los ciudadanos no como algo dado, exógeno, sino más bien indefinido, materia con la que trabajar y poder forjar una nueva mayoría. Sin embargo, es muy fácil quemarse en la forja. Por suerte para el político, la concreción tiene grados. Que “todo tiene que cambiar” es una preferencia que, en tanto que demanda genérica, es un paraguas donde caben muchos. Que hemos de huir de la corrupción, del patriotismo rancio parcialista, defender los servicios básicos aún deja a bastantes a cubierto. Hacia dónde emprender la huida, ah, eso es un salto más allá. Para hacerlo es necesario que los posibles partícipes del cambio (en tanto que votantes) entablen un diálogo organizado donde intercambien sus opiniones sobre las distintas direcciones posibles. Normalmente estas opiniones tienden a agruparse, así sea porque sus miembros renuncian a algunas cosas a cambio de poder estar juntos en otras. De esta manera se forman las plataformas políticas, los partidos al uso y sus corrientes: el conflicto civilizado. En Podemos, por el momento, tal debate ha quedado aplazado junto al de la forma misma de organizarlo internamente. Han optado por dar el poder a la jerarquía que apuesta por esforzarse en difundir la buena nueva de la necesidad de cambio.

Iglesias y los suyos están apostando a que pueden mantener por largo tiempo haciendo equilibrios dentro de la reformulación de preferencias. Al menos hasta después de las elecciones generales. Probablemente son conscientes del riesgo: al mantener en el territorio de las demandas genéricas la coalición que les facilite el ascenso electoral el riesgo de no cumplir las expectativas generadas se torna muy elevado. Por ello, y también por la razón aún más sencilla de que es lo que consideran normativamente correcto (no olvidemos que los políticos no solo quieren ganar elecciones: también quieren llevar un programa adelante), su rango de acción no es totalmente transversal, e introducen elementos que corresponden netamente a un programa de izquierdas. Aún así, todos los que piden (o alguna vez pedimos) a Podemos que especifique su programa mejor si esperan tranquilamente sentados a que pasen, al menos, las siguientes elecciones. Lo que les importa ahora es el grito unificado que demanda un cambio. Lo de después es una posibilidad no escrita. Como tal, debería producir a sus votantes potenciales al menos tanta esperanza como temor emanado del vértigo.


20 comentarios

  1. Buen apreciación. Está claro que Podemos no es un partido de izquierdas ni de derechas, sino de arriba. Arriba hay un grupo pequeño pero bien estructurado de personas, en el que destaca Pablo Iglesias, que puede colaborar en algunos momentos con los círculos para moldear las preferencias de los de abajo, el pueblo, y evitar que sean manipulados. La raíz del problema, según Podemos, es que no se dan unas condiciones mínimas para que el pueblo pueda decidir en libertad, de modo que un Estado fuerte que tome decisiones por los individuos más allá de lo que se viene haciendo, y evite la manipulación del pueblo, es enormemente necesario. Pero claro, un Estado que quiere ser un instrumento en favor de la libertad del pueblo no puede actuar contra su opinión. Si el pueblo no tiene formada una opinión o es contraria a lo que le conviene, hay que forjar una nueva opinión dentro del pueblo, por eso son tan importantes los mecanismos de propaganda.

    Todo esto falla en varios aspectos, pero claramente en un punto. Es prácticamente imposible que todos los ciudadanos, ni incluso los situados más a la izquierda, tengan la misma opinión, por mucho que se intente moldear. Tomada una decisión, aun suponiendo que se toma verdaderamente en favor del pueblo, quienes no estén a favor de la decisión serán o casta o una parte del pueblo vendida al servicio de la casta.

    Moldear las preferencias de los ciudadanos es muy peligroso, porque es casi imposible conseguir una uniformidad. La experiencia nos demuestra que quien lo pretende o bien desiste, visto que siempre habrá discrepancia; o bien acepta la discrepancia, y entonces se olvida del juego de moldear preferencias para entrar en el juego democrático; o bien opta por una mezcla de incentivos (clientelismo) y represión para adaptar las preferencias, y entonces va camino de una dictadura con elecciones pero con restricción severa de los derechos humanos.
    Creo que, finalmente, Podemos adoptará la segunda opción, convirtiéndose en un partido de izquierdas clásico de los que participan en una democracia.

    Un cordial saludo.

  2. Miguel dice:

    Ay, qué nerviosos os estás poniendo. Que miedo os está entrando.
    Qué poquito os queda. Ladráis luego cabalgamos. Castosos, que sois unos castosos.
    Argumentario único de podemistas ante cualquier conato crítico.

    • Estilpon dice:

      Genial comentario. Ejemplifica muy bien su pensamiento: da la sensación de que ni se ha molestado en leer el artículo.

      Ps. Y cumple el corolario de todo buen «podemista»: los que no sean de Podemos son casta y sus opiniones son a) burguesas b) interesadas c) culpables etc…

    • José dice:

      Lleváis tanto tiempo esperando la llegada del mesías que renueve la izquierda, que ahora que parece haber llegado os habéis vuelto muy acríticos, mesiánicos, providencialistas, llamalo cómo quieras, pero hay vida más allá de Podemos.
      Luego os molestan las comparaciones con ciertos movimientos soviéticos, pero es que al que hace una mínima crítica a Podemos, lo acusais de ser un capitalista temeroso de que le expropien una vez gane el “pueblo”.
      Así dudo mucho que logréis el tan ansiado voto transversal y que lleguéis a hacer tambalearse al sistema bipartidista.
      Por cierto creo que oí hablar al autor del artículo el otro día en 4G radio y me pareció bastante imparcial, incluso de alguna manera favorable a Podemos, así que dejad de atacar al que no muestre completa adhesión al movimiento que a lo mejor estáis espantando posibles simpatías.

  3. @santimlz dice:

    Podemología
    http://wp.me/p1NuYX-mQ
    ‘la prioridad del que sobre el como’

  4. Epicureo dice:

    Esa ambigüedad no es nada excepcional en un partido que intenta ganar elecciones. La estrategia habitual es repetir unas cuantas frases pegadizas con las que todos puedan estar de acuerdo y sobre el resto que cada uno piense lo que quiera.

    UPyD ha sido, de hecho, mucho más ambiguo que Podemos; en la campaña de las europeas ha hecho todos los equilibrios del mundo para no parecer ni de izquierdas ni de derechas, ni de nada. Y no les fue nada bien. El problema, que su único mensaje claro era la obsesión antietarra de Rosa Díez, que para la mayoría de la gente está obsoleto.

    Podemos ha acertado con el eslogan de la «casta», llegó en el momento oportuno, y saliendo en los medios. Pero las autonómicas van a ser una dura prueba. En varias autonomías van a ser clave para formar gobierno, y ese será el momento del debate interno, justo antes de las generales.

  5. juan dice:

    Aquí la clave es que se exige a Podemos lo que no se exige a los demás.

    Jorge dice «Tampoco es que los partidos tradicionales lo hayan hecho con demasiado ahínco». Ese es el punto.

    Tenemos un partido que llegó a una mayoría absoluta diciendo que no iba a haber recortes, que con él llegaba la confianza y que la confianza lo arreglaba todo. ¿medidas? ¿políticas? Nada.

    ¿Qué propuestas tiene el PSOE a día de hoy? ¿las conocemos?

    • Miguel dice:

      Perdona: a Podemos se les exige lo mismo que a los demás. Aquí la clave es que ellos exigen que se les exija menos, o mejor, nada.

      • MG dice:

        Pues si se le exige lo mismo, muéstranos los artículos de Jorge Galindo dedicados a criticar las inconcreciones y las mentiras de los sucesivos programas del PSOE, por no hablar de sus slogans para las elecciones: «POR EL PLENO EMPLEO». O Felipe González cuando prometía crear 800.000 puestos de trabajo. ¿Es que lo del PSOE no era populismo si lo financia FES?

        Me ha gustado enterarme de que la Friedich-Ebert-Stiftung es la que sigue dando cobertura a tipos como el tal Jorge Galindo éste, tan biempensante y políticamente correcto… y tan insustancial en las pocas ocasiones en que he tenido oportunidad de leerle.

        Quejarse de que Podemos no explica qué modelo quieren para la financiación de la Sanidad es risible desde el momento en TODOS nos damos cuenta de que aquellos temas en que Podemos no entra en detalles es porque están conformes con el sistema actual, más allá de limpiar la podredumbre. Es más que evidente para cualquiera con dos dedos de frente (y Galindo los tiene, pero no le interesa utilizarlos aquí) que Podemos sólo pide el mantenimiento del sistema sanitario actual (público y uno de los más eficientes del mundo incluso tras la descentralización autonómica), pero descartando cualquier tipo de privatización. Es decir, acabar con las externalizaciones y la construcción de hospitales con financiación privada. Es que no hay que hacer más. Seguir las indicaciones de los excelentes profesionales que tenemos, especialmente en Sanidad, y deshacer lo que se ha venido haciendo desde la aprobación de la 15/97. Recordemos como Josep Borrell siempre se opuso a la financiación privada para la construcción de hospitales y como el PSOE, en el 2012, propuso la derogación de esa ley que habían votado a favor en 1997. ¿Por qué no habla Galindo del populismo del PSOE?
        Podemos no está proponiendo casi nada más allá de lo que incluye o debería incluir el programa del PSOE, y del que sólo se acuerdan cuando están en la oposición.

        Podemos no quiere reinventar la rueda, empezar de cero y poner todo patas arriba, sólo quiere arreglar los aspectos más fallidos del sistema actual.
        Y, en el fondo, todos los que sabéis cómo funcionan las cosas cuando se llega al gobierno, estaréis de acuerdo conmigo.

        • Miguel dice:

          En realidad, nadie sabe qué quiere Podemos, porque para ello hay que saber qué es Podemos. ¿Es un movimiento asambleario o un partido piramidal? ¿Su ideaario es el catecismo izquierdista radical que expresaban en «La Tuerka» y «Territorio Comanche», o la lábil verborrea de P.I. en «La sexta noche»? (Sí, el programa del partido parece ser un programa de televisión). ¿Piensan que la Constitución es «un papelito» y que ETA fué la única que vió claro que España es un país donde no se pueden ejercer los derechos básicos? ¿Piensan, como Monedero, que el papel higiénico es una cosa europea y burguesa y que a los venezolanos (y quizás a los españoles) no les hace falta? ¿Creen de verdad que con gravar más a los ricos van a poder pagar la jubilación a los 60, la renta mínima básica y la jornada laboral de 35 horas, máxime si se impaga la deuda? ¿Van a pactar con partidos de la «Casta» si no sacan mayoría absoluta, o van a limitarse a bloquear cualquier iniciativa como el inefable Beppe Grillo? ¿Van a contestar siquiera alguna de estas preguntas alguna vez? Porque de momento lo único que han hecho es desautorizar al que las hace como miembro de la «Casta» o vendido a ella. Y sí, claro que los demás partidos son populistas. Todos lo son cuando les conviene. Pero es que ahora estamos hablando de Podemos. ¿O no se puede?

          • MG dice:

            Claro que se puede, pero señalo que el nivel de la crítica es bastante pobre, incluyendo tu último mensaje, pues conoces muy bien la respuesta a la mayoria de tus preguntas capciosas para sacar a ETA o Venezuela con cualquier excusa.
            Sabes perfectamente que el esquema del partido está definiéndose ahora mismo, que el programa para las europeas fue un apaño hecho aprisa y corriendo y que no hay nada definido para las próximas elecciones, y que propuestas como la jubilación a los 60, la RB o la jornada de 35horas están siendo cuestionadas internamente por lo mismo que dices tú y que todos entendemos como difícilmente viables.

            Sabes perfectamente que, llegados al poder, y atados al euro, no podrán hacer más de lo que haría un PSOE que no estuviese totalmente podrido y al servicio de los que financian Friedrich-Ebert-Stiftung, por ejemplo.

        • MG dice:

          Juas, no sigo Politikon y sólo había leído un par de artículos de Jorge Galindo hasta ahora, y, aunque era bastante evidente a lo que olían, me lancé un poco a la piscina con lo de la FES.
          Pues siguiendo una conversación tuitera del «überletizio» (me encantó la expresión) Garicano, acabo de tropezarme con un comentario que confirma todas mis sospechas:

          «La gracia del chiste es que quien sí se apunto a ese grupo fue Jorge Galindo de Politikon, que terminó apadrinado por dicho profesor (él es el responsable de la criatura) y no tiene problemas en lograr puestos académicos, aunque de su tesis doctoral o de artículos académicos no se sabía nada hace unos meses. Es más, el tema de los blogs pseudoacadémicos es tan grotesco que Jorge Galindo me trataba con paternalismo y condescendencia desde Politikon, cuando casi fui su profesor en la licenciatura de Sociología. Él, como tantos otros, no tendrán problemas en desarrollar una carrera académica por estar inscritos en esas redes de reconocimiento y apoyo. Los que estamos fuera, por el contrario, no logramos que los comités de selección se lean nuestros CV aunque tengamos artículos internacionales. No es su culpa, hay más de 100 candidatos por plaza y sin una señalización positiva (“éste es de los nuestros; es de confianza, hoy por mí y mañana por ti”) es imposible destacar sobre el resto, porque el nivel medio es alto y, si bien se puede decidir razonadamente qué es malo, determinar qué es la excelencia siempre es arbitrario y condicionado. Pero nada, que encima nos deben dar lecciones de honestidad y de ética los cínicos que arrojarían a sus padres de un sexto piso para lograr una tenure»

  6. Molari dice:

    Dices: «Incluso en el tema estrella de las últimas semanas Podemos se permite jugar a igualar demandas sin entrar a discutir nada en profundidad. La corrupción(…)»

    Pues no es cierto, la segunda resolución aprobada en el congreso/asamblea de Vistalegre: «Medidas urgentes anticorrupción» un paquete de 24 medidas muy concretas para hacer limpieza y evitar que vuelva la suciedad (o ponerlo bastante más difícil): https://web-podemos.s3.amazonaws.com/wordpress/wp-content/uploads/2014/10/Medidas-anti-corrupcion.pdf

    Repito, 24 medidas muy concretas, divididas en medidas procesales, penales, civiles, administrativas e institucionales. Creo que el artículo presentado merece corrección y poner el enlace a la resolución aprobada por Podemos

    • Miguel dice:

      Empiezo, y ya me huele mal lo del «procedimiento de acceso privilegiado de una casta de poderosos de todo pelaje al poder…»
      A ver: si ya son poderosos: ¿para que quieren acceder al poder? ¿Y qué son poderosos de «todo pelaje»? Malabarismos para mantener la ficción de «casta» ante la evidencia de que, efectivamente su procedencia es de «todo pelaje» (sindicalistas de clase, banqueros, ni-nis de la política, últimamente tal vez profesores universitarios de ciencias políticas…). No existe tal «casta de poderosos de todo pelaje» previa al acceso al poder. En todo caso, una casta de ambiciosos mediocres a los que el sistema da todas las facilidades e incentivos para acceder al poder y corromperse. La mentada «casta» sería en todo caso la consecuencia de este proceso.

  7. […] Podemos: el acuerdo ambiguo | Jorge Galindo […]

Comments are closed.