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Los perdedores del estado de bienestar y sus consecuencias

29 Oct, 2014 - - @egocrata

Ayer en El País Gonzalo Fanjul hacía un buen resumen de un informe de Unicef que debería ser motivo de pánico en España: «Los Niños de la Recesión«. El texto repasa las consecuencias de la crisis económica de los últimos años en países desarrollados, y los resultados para nuestro país son aterradores. Un tercio de los niños en España viven bajo el umbral de la pobreza o en riesgo de exclusión, una cifra realmente deprimente. Lo que debería ser especialmente preocupante, sin embargo, es que estas cifras no tienen como único culpable la crisis económica, sino que se derivan en gran medida del pobre diseño de nuestro estado de bienestar.

Empecemos por las prioridades de gasto. Este gráfico es bastante claro*:

El estado de bienestar español tiene un sistema de pensiones comparativamente generoso, especialmente tras los gobiernos de Zapatero. Esto se ha traducido en que los jubilados, aunque no viven en la abundancia, están relativamente bien protegidos de crisis y recesiones. El estado de bienestar español, sin embargo, apenas invierte en políticas dirigidas a reducir la pobreza infantil y juvenil. El resultado son unas cifras de pobreza y riesgo de exclusión espantosamente altas incluso antes de la crisis. El sector público español concentra sus esfuerzos en viejos, no en jóvenes.

Como hemos comentado alguna vez, el estado de bienestar español es de hecho excepcionalmente poco redistributivo, en gran medida debido a la combinación de su naturaleza contributiva y la horrenda dualidad del mercado laboral. Los datos indican de hecho que durante la gran recesión la intervención estatal incluso ha empeorado, reduciendo aún menos las desigualdades:

Estos datos deberían bastar para llevarnos las manos a la cabeza y llorar desconsoladamente, y más tras ver a políticos mofándose de la pobreza infantil hace sólo unos días. Las cifras, sin embargo, son aún más preocupantes que la historia de estos dos fracasos. El verdadero problema es que toda la evidencia empírica indica que la pobreza infantil tiene consecuencias muy significativas a largo plazo para todo aquel que la sufre, haciendo que los problemas generados por la crisis y el profundamente incompetente estado de bienestar español vayan a convertirse en un problema a largo plazo.

Vivir en pobreza es muy, muy duro. No estoy hablando de privaciones, no poder ir al cine, tener que vivir en pisos minúsculos o tener que renunciar a comprar un abrigo nuevo este año; todo esto es desagradable, pero no tiene consecuencias demasiado graves en el desarrollo infantil. Lo que hace de crecer en una familia pobre algo realmente duro, y con consecuencias tremendamente negativas para la educación, desarrollo y evolución social de un niño es la enorme presión psicológica y el brutal estrés de crecer en una familia que vive constantemente en el limite de la escasez más extrema.

Lisa Gennetian, de NYU, justamente hablaba hace unos días de las consecuencias de vivir en un entorno con ingresos inestables y tensión constante para un niño; el término más utilizado para describirlo es estrés tóxico. Gennetian cita un libro que reseñaba por aquí no hace demasiado describiendo las consecuencias cognitivas de vivir bajo escasez constante (el estrés es suficiente para reducir el cociente intelectual 15 puntos). Cuando una familia vive en esas condiciones, es difícil exigir que los padres puedan dedicar suficiente tiempo a sus hijos en actividades que desarrollan su capacidad cognitiva como leer o jugar con ellos, hablarles o simplemente prestarles atención.

Por si fuera poco, las tensiones de la pobreza van más allá de la atención que los padres prestan a sus hijos. El mismo estrés derivado de vivir en una situación tan precaria afecta el desarrollo cognitivo de forma considerable en primera infancia. Vivir en una familia donde los padres están siempre de mal humor, discutiendo, nerviosos, irritables, con la familia mudándose con frecuencia, viviendo en pisos pequeños, siempre en tensión crean situaciones de estrés tóxico que afectan directamente la capacidad cognitiva del niño. Eso de «éramos pobres pero felices» es una historia recurrente, pero tiene bastante de mito – en la mayoría de ocasiones, es muy duro para toda la familia, hasta el punto que la capacidad de aprendizaje de los niños se resiente marcadamente.

Agravando el problema, los años realmente críticos en el desarrollo de la capacidad de aprendizaje están en la primera infancia, antes que el estado de bienestar español empiece a interactuar con el niño en preescolar y guardería. Entre los 0 y 3 años es cuando un niño realmente desarrolla sus capacidades cognitivas. He enlazado otras veces el trabajo de Nathan Fox y Charles Nelson en esta materia (por ejemplo, en esta presentación), pero vale la pena repetirlo. En 1989, tras la caida de Ceaucescu, Rumanía tenía un sistema de orfanatos públicos que podía describirse como poco más que almacenes de bebés. Los chavales crecían en salas llenas de cunas sin más interacciones con adultos que el ocasional cambio de pañales y cambios de sábanas. La falta de estímulos externos era tal que los bebés ni siquiera lloraban, sabiendo que iban a ser completamente ignorados.

Esta situación era, obviamente, una tragedia para los niños, pero abría una puerta a un experimento natural. Con las autoridades empezando a buscar padres adoptivos a marchas forzadas, los autores podían comparar el desarrollo cognitivo entre bebés que permanecían en los orfanatos sin estímulos externos, y aquellos que crecían en una familia convencional, con la ventaja añadida de poder comparar los efectos de ser adoptados en diferentes edades. Los resultados eran increíblemente distintos entre los dos grupos, con los niños institucionalizados teniendo cocientes intelectuales menores, dificultades de aprendizaje y una dificultad mucho mayor para mantener relaciones sociales.

El estudio de Fox y Nelson es un caso extremo, pero es algo que se repite, una y otra vez, en toda la literatura. Los niños nacidos en familias con padres que no tienen tiempo para dedicarles, en tensión constante, inestables, son casi siempre niños que viven en situaciones de pobreza. A efectos prácticos permitir que la pobreza infantil se extienda y perviva en España estos últimos años no es sólo una tragedia para estos niños ahora, sino que además está creando una auténtica generación perdida de chavales que tendrán problemas durante toda su carrera académica, y que se enfrentarán a barreras tremendas, casi insalvables, para alcanzar su verdadero potencial. Estamos tirando las vidas de un tercio de la generación nacida en la gran recesión a la basura, incluso antes que hayan aprendido a andar. De todas las injusticias de la gran recesión y la crisis del estado de bienestar en España, esta es para mí la más indignante.

*: Nota: la caída de la pobreza infantil  el último año no se debe a un cambio de tendencia, si no a un cambio de metodología. Los datos del 2012 y 2013 no son directamente comparables. No es que haya un extraño milagro.


21 comentarios

  1. Un artículo tan triste como necesario. La pobreza infantil tiene consecuencias enormes en el capital humano, al condicionar el resto de la vida del niño. Pero incluso, va más allá, tiene efectos en las siguientes generaciones. Esos niños que no han podido desarrollar todas sus capacidades cuando son niños tendrán una enorme dificultad para sacar adelante todas las posibilidades de sus hijos cuando les tengan. Existe evidencia de que sobre todo la educación de las madres incide de forma importante en el capital humano del país en la siguiente generación. La pobreza genera pobreza, porque la pérdida de capital humano en una generación se transmite a la siguiente.

    Siendo triste la pobreza, casi es tan triste que no se invierta en acabar con la pobreza de los niños. Teniendo en cuenta que muchas de las situaciones de pobreza vienen motivadas por situaciones de exclusión de los padres, debemos reflexionar sobre si nuestra sociedad no estará convirtiendo en víctimas a los hijos de colectivos injustamente despreciados. Demasiada gente no está a favor de ayudar a colectivos tan diversos como, por poner algunos ejemplos el de los inmigrantes en riesgo de exclusión, los toxicómanos en riesgo de exclusión o los expresidiarios. Se dice que primero hay que ayudar a no sé que otros colectivos que lo merecen más (el caso de los españoles frente a los inmigrantes es muy claro) y al final no se ayuda a nadie. Si no se ayuda, gastando e implementando sistemas que propendan a eliminar la exclusión, a quienes están en situación de exclusión sus hijos lo sufrirán, tendremos un país más injusto y cerrado y nuestro capital humano se resentirá, con lo que se resentirá nuestro potencial de crecimiento.

    Un cordial saludo.

  2. Swm dice:

    Yo, siendo ya un joven adulto, he vivido hasta hasta dos tardes en situación de pobreza, durante casi tres años. Hablo de ingresos familiares menores de 500€ al mes.
    Os puedo garantizar que no es ninguna broma, y que al margen de las implicaciones que tenga para el desarrollo cognitivo -en mi caso no me ha afectado mucho porque ya estaba completamente desarrollado- esta situación de privación material de todo tipo genera ansiedad, ira y rabia hasta extremos que es difícil soportar. Afecta y mucho a tu vida y a tu relación con los demás y con tu entorno.
    No me quiero ni imaginas cómo tiene que ser vivir esta situación cuando todavía eres un niño.
    Por eso cuando vi a los diputados del PP reírse de un problema que he vivivo en mis carnes no pude más que sentir repugnancia y ganas de aplastar cabezas.

  3. Joshua dice:

    Soberbio. Con razón y con alma. Tu artículo es un servicio público y debería colgarse en todos los tablones de anuncios del ¿país?. ¡Gracias!

  4. […] Los perdedores del estado de bienestar y sus consecuencias […]

  5. Moisés dice:

    Lo que me impacta es como nadie (o casi) ve que el problema no ha sido la crisis. El problema ya estaba ahí antes y nadie hacía nada. La crisis lo ha hecho peor. Hasta que la crisis no afectó a más gente, esa gente no vió como vivía un montón de personas a su alrededor. O no lo quería ver.

  6. gerion dice:

    A veces me he preguntado: ¿qué puede hacer un – pongamos aquí cualquier adjetivo XXX- para dejar de serlo? Y luego me respondo: si puede hacer algo para dejar de serlo, es elección suya no hacerlo.
    Si no puede hacer nada, habrá que aceptar que debe existir un porcentaje de XXX, al igual que lo hay de anti-XXX, y en diversos grados, dependiendo del entorno al que nos refiramos. En el caso de la distribución de la riqueza, los adjetivos serían rico/pobre.

    El debate no parece centrarse en la elección personal, sino en las circunstancias sociales que posibilitan la existencia de XXX y en su capacidad para corregirla. Imaginando que intentamos convertir a un XXX en anti-XXX o viceversa sin su colaboración, no resulta difícil prever el resultado; al final, se traduce en crear circunstancias que muevan al individuo a esforzarse por cambiar su estado, no en cambiárselo sin más. Aquí entra la educación: un sujeto educado para orientarse en el sentido que pretendemos, aceptará las medidas. Si el sujeto ha sido educado en otro sentido, el resultado final puede ser cualquier cosa menos el deseado.
    Por tanto, me parece necesario que el sujeto del cambio debe, como premisa, estar educado para colaborar con las medidas que le conduzcan a su nuevo estado. Aquí ya se podrían descartar a unos cuantos, que serían los XXX por elección – consciente o no -, y no malgastar recursos en tratar de «remediar» su situación. Habrá que educar para ser ambicioso en el sentido que la sociedad necesita. Si los niños no han sido educados en el sentido deseado, mala suerte: habrá que dejarlos en la cuneta y centrarse en los recuperables – que podrían ser los hijos de los que están en la cuneta, siempre que se les eduque en el sentido correcto -.

    Ahora, una vez separado el grano de la paja, tomamos a los XXX educados en nuestra orientación, y que no han podido seguirla. Habiendo establecido que, si pudieran mejorar por su propios medios, ya lo habrían hecho, debemos suponer que existen circunstancias externas que les impiden el acceso a esos medios. Creo que pueden resumirse en dos: tiempo e información.
    La restricción del acceso a información clara, concisa y concreta – como debe ser toda información, por otro lado – se corregiría determinando las características de la misma, y suministrándola a los interesados. No bastaría con publicarla, sino que habría que proporcionarla directamente. Una vez el sujeto XXX dispusiera de ella, tendrían que corregirse las situaciones que le impiden dedicar su tiempo a la aplicación práctica de la información adquirida, al menos hasta que se viesen los primeros frutos.

    En principio, existen programas encaminados a proporcionar eso mismo a ciertos colectivos: educación, información y tiempo (programas de integración, cursos, ayudas…que pagamos todos). De modo que, como todo en este país, el problema sería que los recursos están mal aplicados por los responsables de hacerlo. Y no me cabe un ápice de duda de que, en la mayor parte de los casos, hay una parte gestora interesada que corrompe la credibilidad de la información; recordemos los 66.000 niños pobres del País Vasco, a pesar de sus embajadas y su selección autonómica; o los tantos otros de Cataluña, que les sirvió hace un año para que Madrid les inyectase más dinero, convenientemente reinvertido por sus líderes autonómicos.Por ello, las estadísticas me provocan cierto recelo, vengan de donde vengan.

    Respecto al esfuerzo estatal para que haya menos pobres, me parece adecuadamente enfocado: los abuelos se han convertido en el soporte de muchas familias, así que puedo entender que las medidas de protección sean mayores en su caso.

    • polkillas dice:

      Respondiendo solo al último párrafo porque he sido incapaz de entender a dónde quería llegar lo anterior: en gráfico deja meridianamente claro que eso de los abuelos como sostenes es una mentira, puede que piadosa, pero mentira. En menos de una década ha aumentado cerca de 5 puntos la cantidad de niños desprotegidos. Estamos protegiendo a los más viejos, que votan,y no a los jóvenes. El futuro pinta negro

      • gerion dice:

        Me resulta difícil expresar algo evitando ofender a alguien. Básicamente, intentaba deducir que la fórmula para evitar la pobreza es sobradamente conocida y aplicada, pero sus variables son controladas por estamentos a los que no les beneficia su desaparición – no hablamos de perjuicio, sino de ausencia de beneficio, que en economía viene a ser lo mismo -. Y también que hay gente que elige ser pobre, por educación o porque ha desarrollado estrategias para desenvolverse con éxito en ese ámbito. Y por experiencia se que cualquier gráfico o estadística tiene diferentes interpretaciones, así que únicamente les doy un valor de indicador general. Abuelos que crían nietos, transmiten cultura y educación de verdad, cuando los padres no pueden hacerlo. Este es el primer pilar para luchar contra la pobreza: forjar voluntades proactivas mediante la correcta educación.

    • Epicureo dice:

      Viendo los datoss de Eurostat, en España hay medio millón más de niños pobres que al inicio de la crisis, y 900.000 ancianos pobres MENOS. Lo primero es desgraciadamente verosímil, pero lo segundo cuesta más creerlo. Supongo que será un efecto composición: los ancianos más mayores que mueren tenían pensiones generalmente bajas, mientras que los que se jubilan ahora son los (quizá últimos) que disfrutaron de trabajos razonablemente seguros y bien pagados, así que cotizaron más.

      • Moisés dice:

        Eaxcto. Yo también supongo que la causa está ahí.

      • Apunte dice:

        Es que la tasa de pobreza es una medida de situación dentro de la DISTRIBUCIÓN de la renta, no una medida objetiva del bienestar. No significa que sean más ricos, significa que en comparación con el resto están mejor (porque no han empeorado o han empeorado menos).

        • Epicureo dice:

          El umbral de pobreza es el 60 % del ingreso mediano y ese valor no ha bajado. Así que no podemos hablar de «enriquecimiento relativo».

          • Jose dice:

            El umbral de pobreza se fija efectivamente en el 60% de la mediana de ingresos. Epicureo, este valor SÍ ha bajado (tal vez tuviste un lapsus al escribir). Es por eso que si se baja «el listón para dejar de ser pobre», se puede salir más fácilmente de la situación de «riesgo de pobreza», incluso manteniendo los ingresos o reduciéndolos «en menor medida que la mediana».
            Las pensiones en España no se han recortado en estos años, por lo tanto, gran parte de los pensionistas se han situado en un posición relativamente mejor respecto al resto de la población que sí ha sufrido desempleo y otros problemas. En definitiva, hay que tener en cuenta que la tasa de riesgo de pobreza es una medida relativa.

  7. José Jarauta dice:

    La pobreza también tiene «enseñanzas económicas» muy didácticas.

    Me confieso asombrado por el actual auge de los microcréditos para el consumo y los usos que se le empiezan a dar. Por razones varias estoy convencido de que su auge está garantizado y los efectos sobre el empobrecimiento los doy por descontados.

    El otro día leía un artículo que resume varias preocupaciones que me rondan. Está ambientado al «otro lado» del charco, pero ya sabemos que los buenos usos y costumbres viajan rápido y también se desarrollan aquí, hoy casualmente he coincidido en una caja con alguien que estaba comprando comida a crédito. Primer aviso.

    «Rental America: Why the poor pay $4,150 for a $1,500 sofa.No credit, no cash, no bank account? There’s still a place to go shopping, but it comes at a price.»

    http://www.washingtonpost.com/news/storyline/wp/2014/10/16/she-bought-a-sofa-on-installment-payments-now-its-straining-her-life/

  8. Epicureo dice:

    Es una aplicación de la teoría de Vimes; a los pobres todo les sale más caro.

    “The reason that the rich were so rich, Vimes reasoned, was because they managed to spend less money.

    Take boots, for example. He earned thirty-eight dollars a month plus allowances. A really good pair of leather boots cost fifty dollars. But an affordable pair of boots, which were sort of OK for a season or two and then leaked like hell when the cardboard gave out, cost about ten dollars. Those were the kind of boots Vimes always bought, and wore until the soles were so thin that he could tell where he was in Ankh-Morpork on a foggy night by the feel of the cobbles.

    But the thing was that good boots lasted for years and years. A man who could afford fifty dollars had a pair of boots that’d still be keeping his feet dry in ten years’ time, while the poor man who could only afford cheap boots would have spent a hundred dollars on boots in the same time and would still have wet feet.»

    Los pobres de Ankh-Morpork, por suerte para ellos, no estaban sometidos a un bombardeo publicitario de usureros que les regalan el dinero para comprarse artículos de semilujo, porque ellos se lo merecen, y luego pagar en cómodos plazos. Si fuera así pronto acabarían descalzos.

    Una de las mejores medidas que se pueden tomar contra la pobreza es prohibir la publicidad de Cofidis y similares.

    • blas dice:

      Dinero llama a dinero. Personalmente no me puedo quejar de la mejora de mis ingresos en los últimos años (no vivo en España, debo aclarar), y he advertido que, efectivamente, al aumentar mi nivel adquisitivo gasto menos: por esquemas como las millas de aerolíneas, por poder negociar mejores condiciones con bancos y proveedores, por poder acceder a más invitaciones y promociones, etc.

  9. Teresa Cabarrush dice:

    No es admisible que niños( los verdaderos inocentes de todo)estén en esas carencias, mientras que muchas personas están aburridas de tanto dinero. Muy interesante el artículo, Señor Senserrich.

    Jaime Sabines: » No me digan ustedes en dónde están mis ojos, pregunten hacia dónde va mi corazón»

    https://www.youtube.com/watch?v=X6FUrfHYRQE

    ¡El Alma se nos cae al suelo, la verdad!

  10. CARLOS dice:

    La segunda gráfica es terrible

  11. rafamonreal dice:

    Sin restar un ápice a la rigurosidad de los estudios sobre la importancia de los primeros años para el desarrollo de las habilidades y capacidades cognitivas, a veces estos artículos que escribís me parecen demasiado deterministas, supongo que porque todo estudio científico tiende a serlo. Lo que quiero decir es que me parece muy aventurado afirmar que un tercio de los niños será una generación perdida, así, casi de manera inexorable y automática. Me parece incluso negativo recalcar esta posibilidad como si fuera algo casi inevitable. Cuando hay otros estudios que dicen que la inteligencia o las habilidades cognitivas no son algo estático sino cambiante y desarrollable a lo largo de la vida de un individuo.
    Por lo demás, es más que necesario llamar la atención sobre este riesgo, sobre esta deficiencia secular de nuestro sistema del bienestar, a ver si conseguimos cambiarlo de una vez.

  12. Joshua dice:

    @rafamonreal. Parece muy sensato y muy razonable lo que dices, pero… Son precísamente esa plasticidad del cerebro y el hecho de que las habilidades cognitivas no sea estáticas lo que le infiere más dramatismo a la situación. Cuando pensábamos que las habilidades cognitivas y no cognitivas eran una cuestión poco menos que exógena y estática (a mitad entre lo genético y lo social, pero estática) siempre había el consuelo de que «nunca es demasiado tarde» para hacer emerger esas cualidades.
    Pero cuando descubres que la mente es tremendamente flexible y que evoluciona dinámicamente (para bien y para mal) es cuando más importancia adquiere tanto el principio del proceso como la pertenencia a un grupo determinado durante la vida. Paradójicamente, la plasticidad del cerebro acaba implicando más importancia al entorno aunque exista simultáneamente un alto componente predeterminado. El ejemplo de los niños salvajes es muy revelador.

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