Cuotas y representación

¿Sí, ministrA? (o la discriminación de las mujeres en los gobiernos)

3 Oct, 2014 -

Por Sílvia Clavería.

A día de hoy, las mujeres son discriminadas aún en muchos ámbitos. También en el mundo político. Y aún más en el poder ejecutivo. La presencia de mujeres en los gobiernos está muy infrarepresentada. Durante la década del 2000 en los países desarrollados, las mujeres ocupan un 30% de las posiciones en el gobierno y en 2014 sólo un 13% llegan a ser presidentas o primeras ministras. Pero a las mujeres no sólo les cuesta llegar a las posiciones con más poder de un país, sino que, además, una vez acceden sistemáticamente son asignadas a ministerios considerados como menos prestigiosos; es lo que se ha llamado segregación horizontal. De las mujeres que llegan al gobierno, sólo un 16% consiguen tener ministerios prestigiosos, éstos ministerios son los que tienen mayor capacidad para influir en el gobierno (ya que pueden tener más contacto con el primer ministro), tienen más presupuesto y /o personal, o captan más atención pública. Economía, Interior o Asuntos Exteriores son algunos de estos ministerios que, raramente, ocupan las mujeres.

Dos son las visiones que, tradicionalmente, han intentado explicar esta segregación horizontal. Por un lado, la que considera que las mujeres tienen unas credenciales educativas y políticas menores que las de los hombres, y por tanto, esta segregación estaría, en realidad, reflejando los méritos de unos y otros. En el otro lado están las teorías que defienden que las instituciones y actores políticos tienen unas dinámicas y /o normas informales que provocan una priorización de la selección de los hombres a las mujeres (a igualdad de recursos individuales y políticos).

Cuál de las dos explicaciones està apoyada por los datos? Porque, sí, tenemos datos: una base de datos de elaboración propia que recopila información de 415 ministros de 23 países desarrollados.

Los datos muestran que los perfiles de los ministros son bastante parecidos, sean hombres o mujeres, especialmente sus antecedentes políticos. Aquellos que logran el lideraje de un ministerio suelen tener un nivel de educación similar y un mismo grado de experiencia en cargos de la ejecutiva del partido. El único rasgo político diferencial entre hombres y mujeres son los años que han dedicado previamente a la política, mucho menor en el caso de ellas porque suelen incorporarse más tarde al ejercicio de la política.

Donde sí hay muchas diferencias entre hombres y mujeres es, sobre todo, en las características socio-demográficas de los ministros. Las mujeres son más jóvenes, 51 años de media, mientras que ellos tienen 61. También las mujeres han tenido que renunciar a tener hijos en mayor medida que los hombres: los ministros sin hijos son sólo un 9%, mientras que las mujeres sin descendencia llegan hasta el 45%.

Por tanto, si a nivel político prácticamente no se aprecian diferencias entre hombres y mujeres, por qué hay tanta diferencia en el acceso a carteras prestigiosas entre unos y otros? No debería ser, precisamente, la capacitación política, la que condicionara el acceso, haciendo prácticamente irrelevantes las condiciones socio-demográficas de los aspirantes? Este desajuste desmiente frontalmente la primera hipótesis para explicar la segregación horizontal.

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Discriminan, por tanto, las instituciones políticamente a las mujeres por el hecho de serlo? Si observamos el gráfico a), las mujeres que tienen el mismo grado de experiencia de partido que los hombres tienen menos probabilidades de llegar a las posiciones prestigiosas del gobierno. Y en el gráfico d) queda claro que aquellas ministras con los mismos años de experiencia política que los hombres tienen menos oportunidades de ser nombradas en los ministerios más importantes. Estos dos hechos parecen demostrar que las mujeres no sacan el mismo rendimiento de los mismos recursos políticos. ¿Por qué? Una hipótesis plausible es que ellas han sido excluidas de las «old boy network» (red de los viejos amigos), redes de confianza que crean los hombres con el paso de los años o de actividades lúdicas (como ir a tomar una copa al finalizar la reunión y seguir discutiendo y tomando decisiones). Es decir, los amigos confían en los amigos a la hora de asignarles responsabilidades. En el gráfico b), a su vez, se ve como a igualdad de nivel de experimentación en un ámbito, las mujeres tienen menos probabilidades de estar en posiciones relevantes del gobierno.

Por último, una característica especialmente llamativa que afecta de manera diametralmente opuesta a los hombres y las mujeres: tener hijos. Dejando de lado que las mujeres deben renunciar en muchos casos a tenerlos para prosperar en su carrera política, a igualdad de número de hijos, las mujeres tienen menos probabilidades de llegar a ministerios prestigiosos. Pero el efecto aplica en sentido contrario en el caso de los hombres: no sólo la maternidad afecta muy negativamente a la carrera política de las mujeres, sino que la paternidad afecta positivamente la de los hombres (no es una anomalía de la política, resultados similares también los encontramos en el mercado laboral).

Más allá de percepciones, los datos demuestran que las mujeres aún se encuentran discriminadas en la política. E incluso cuando alcanzan las mismas credenciales y calificaciones que sus homólogos masculinos, aún tienen que superar los obstáculos como la cultura, las normas informales o las redes informales que las vetan para posiciones más prestigiosas. No es una constatación menor: este déficit de representación de las mujeres es relevante porque cuestiona la igualdad de oportunidades, también en el ámbito político. Pero lo que lo hace especialmente relevante es, precisamente, que se dé de manera tan acusada en la cúspide de la política, ya que es aquí donde se generan normas y políticas que regulan la vida de los ciudadanos, un espacio donde la mera presencia de las mujeres -independientemente de la ideología que profesen- afecta positivamente la vida de las mujeres. Y, además, como un pez que se muerde la cola, al ser un espacio con un gran potencial simbólico, cualquier resquicio que combata la visión de que la política es «un mundo de hombres» contribuirá a que las mujeres se sientan más incluidas y partícipes.


13 comentarios

  1. Eva dice:

    El desigual acceso a puestos políticos, ¿en qué medida está explicado por razones naturales o preferencias personales, en lugar de por machismo estricto?

    Por otra parte, en oposiciones, por ejemplo, las mujeres van a más y nadie parece preocuparse por los hombres en estos casos.

    • Sílvia dice:

      Hola,
      Gracias por leer el post y comentarlo. Como bien comentas también existen factores de oferta para explicar la presencia de mujeres en las instituciones. Esta oferta se define como aquellos factores que van implícitos a qué las mujeres estén disponibles para estos puestos. La cultura del país, el interés por las mujeres en política o su grado de confianza serian factores de esta oferta. Sin embargo, este post no explica la diferencia de presencia entre hombres y mujeres en el gobierno, sino la segregación horizontal en el mismo. Así, los factores de “oferta” quedan atenuados, porqué las mujeres ya han “superado” las barreras de la oferta para estar en el gobierno. Pero además, la técnica estadística que se ha utilizado mide el efecto marginal. Es decir, calcula la probabilidad de que los hombres y las mujeres con los mismos recursos políticos y personales lleguen a puestos prestigiosos, y el resultado es que las mujeres sistemáticamente van a posiciones menos prestigiosas. Se podría dar el caso, por ejemplo, que alguna mujer prefiriera liderar el ministerio de deportes antes que el de economía, pero este efecto se da sistemáticamente, cosa que no tendría porqué pasar.
      Por otra parte, la diferencia y la desigualdad son cosas diferentes, puede haber menos hombres, pero no por eso tiene que haber desigualdad. Me explico, si los hombres pueden tener igual acceso a las oposiciones y el proceso para conseguirlas es basadas en el mérito, en teoría no hay desigualdad.

  2. HPerezTapia dice:

    No sé si lo he entendido bien, pero aparte de las proporciones en cuanto al número de cargos por sexo, creo que decís que las mujeres, por norma, llegan a puestos de responsabilidad política con 10 años menos que los hombres (51 frente a 61 años) y que además han dedicado menos años a la política (porque se han introducido en política más tarde).

    ¿Alguien me puede explicar, si no me he equivocado interpretando vuestras afirmaciones, si eso no es discriminación positiva a favor de las mujeres en este contexto?

    Héctor

    • Sílvia dice:

      Hola,
      Gracias por leer el post y comentarlo. Lo que quiero decir en el post es que las mujeres ministras son en general más jóvenes que los hombres ministros, y también ellas gozan de una carrera política más corta de media. Pero esta media es resultado que hay más ministros mucho mayores que ministras, ya que hay ministros tan jóvenes como las ministras. Independientemente de esos valores, si comparamos los hombres y las mujeres con la misma edad, la misma carrera política y los mismos hijos, las mujeres obtienen sistemáticamente ministerios menos prestigiosos. No sé si así ha quedado más claro.

      • Sílvia dice:

        No sé bien a qué os referís con discriminación positiva en este contexto. Podrías ponerme algún ejemplo? Lo único que puedo decir es que puede haber diferencias entre hombres y mujeres, pero que éstas no sean desigualdades. En este caso, las diferencias (segregación horizontal) se consideran una desigualdad porqué con los mismos factores de oferta que los hombres, las mujeres están sistemáticamente segregadas, y esto se puede explicar por una serie de factores institucionales (formales o informales) que aún están muy sesgados en tema de género.

  3. s4nt1r dice:

    Pues aunque España sigue siendo casposa en muchas cosas… tampoco estamos tan mal… basta con dar unos pocos nombres (gusten más o menos): Soraya, Pastor, en esta legislatura, son dos ministras muy poderosas… Fdez de la Vega, Maleni o Cachón en las anteriores.

    • Sílvia dice:

      Hola,
      No tenemos suficientes datos para poder desagregar por países, pero sería muy interesante. Está claro que sobretodo el gobierno de Zapatero marcó un hito importante en la representación de mujeres en el gobierno, ya que no sólo incorporó el 50% de mujeres al gobierno, sino que intentó evitar la segregación horizontal nombrando a Chacon en el ministerio de Defensa, o Salgado en Economía. Podría haber pasado que debido a la competición entre PP y PSOE, el PP podría haberse sumado a esta línea, pero no pasó.

  4. Ramón García dice:

    Mi teoría favorita sobre la discriminación de las mujeres, es que se les educa con excesiva ternura (consecuencia de los estereotipos establecidos) y que por tanto no están adaptadas para afrontar situaciones violentas con naturalidad y sin inmutarse. Una persona debe ser sensible, para distinguir el bien del mal; pero si es tan sensible que ante una situación difícil se bloquea, no puede ostentar un cargo público importante.

    Alguna evidencia apoya esta idea. Según la literatura existente, http://nadaesgratis.es/?p=38864 la aversión al riesgo es una de las razones de discriminación contra las mujeres.

    • Sílvia dice:

      Estas en lo correcto, hay estudios dónde se expone que las mujeres son diferentes a los hombres en diferentes aspectos. Así, ellas tienden a tener menos confianza, se auto-promocionan menos o tienen un interés menor en la política. Esta diferencia no se produce por tener una genética diferenciada, sino por factores institucionales y culturales. Éstos son los que moldean los sexos para convertirlos en géneros. Estas diferencias entre mujeres y hombres explican en parte la menor presencia de mujeres en la política. Pero este es otro debate.

      Lo que se muestra en este artículo es que el presidente o Primer Ministro ante mujeres y hombres con los mismos méritos, las mujeres se seleccionan menos.

  5. Yann dice:

    >> «A día de hoy, las mujeres son discriminadas aún en muchos ámbitos. También en el mundo político. Y aún más en el poder ejecutivo. La presencia de mujeres en los gobiernos está muy infrarepresentada. Durante la década del 2000 en los países desarrollados, las mujeres ocupan un 30% de las posiciones en el gobierno y en 2014 sólo un 13% llegan a ser presidentas o primeras ministras.»

    Este es un ejemplo de libro de uso manipulativo de la estadística. ¿Es discriminatorio que sólo el 30% de las mujeres accedan a puestos de gobierno?. Bueno, en el caso del PSOE, por ejemplo, solamente el 34% de los afiliados son mujeres.

    http://www.publico.es/espana/417602/la-mayoria-de-los-militantes-del-psoe-tiene-entre-46-y-65-anos

    Y en torno a un 33% lo eran hace una década en el caso del PP (ahora sea probablemente algo mayor, el PP tiene mayor afiliación femenina que el PSOE).

    http://www.aecpa.es/uploads/files/congresos/congreso_07/area06/GT22/VERGE-Tania%28IUOG-UCM%29.pdf

    A esto hay que añadir que la afiliación femenina ha crecido los últimos años, y dado que el proceso de afiliarse y llegar a puestos ejecutivos toma un tiempo, lo lógico es que el porcentaje de mujeres en puestos de gobierno sea algo menor que el de afiliadas en el momento actual (ya que debería reflejar la proporción de sexos entre los afiliados que tengan AL MENOS una década de antiguedad, supuesto que los puestos se distribuyan entre miembros con al menos 10 años de afiliación). Si un escenario de igualdad de oportunidades entre los afiliados, un porcentaje del 30% de mujeres en puestos de gobierno es coherente.

    ¿Donde está la trampa del asunto?. En artículos como este se consideran discriminatorios porcentajes que no estén cerca del 50%. Pero al haber menor número de mujeres afiliadas, eso implicaría que serían los hombres los que estarían discriminados negativamente.

    De hecho, vistos los porcentajes de afiliación y los porcentajes en los parlamentos españoles, una mujer no solo tienen las mismas sino incluso MÁS probabilidades de medrar en el partido, supuesto que decida interesarse en política y afiliarse, claro:

    «España es el país europeo con más mujeres, en términos porcentuales, en los gobiernos regionales (39,7%) y en los parlamentos autonómicos (41,7%), según un informe hecho público el jueves 5 de marzo por el Consejo de Europa, en la víspera del Día Internacional de la Mujer.»

    http://www.expansion.com/2009/03/05/mujer-empresa/1236257849.html

  6. Vellana dice:

    No sé, pero si lo que no se quiere es gente con aversión al riesgo, y esta se da más en un grupo, no creo muy realista decir que se discrimina a ese grupo. Porque cuando se dice que se discrimina a un grupo lo que se quiere decir es que se le discrimina por ser miembro de ese grupo.
    Ahora bien, si lo que se quiere decir es que es parte constitutiva de la mujer tener cierto grado de aversión al riesgo, sí cabría decir que hay discriminación a las mujeres; pero tanta como discriminación a los bosquimanos a jugar en la NBA.
    Un saludo.

  7. Gerion dice:

    Quizá se pretende que la química femenina haya de ser igual a la masculina, con todo lo que eso implica. ¿Hay algún estudio que determine si la testosterona o la progesterona influyen en la posibilidad de acceder a un puesto de liderazgo o de peligro? A lo mejor resulta que ni hombres ni mujeres podemos elegir sin atender a las emociones provocadas por nuestra química. En tal caso, estamos luchando contra lo que la evolución ha creado.

  8. […] persisten diferencias notables entre hombres y mujeres. Tanto en el hogar como en la vida laboral, como en la política, es común escuchar quejas de que las circunstancias a las que se enfrentan hombres y mujeres son […]

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