Internacional

Lo importante y lo irrelevante de las «mid-terms» en Estados Unidos

13 Ago, 2014 - - @egocrata

El 4 de noviembre hay elecciones en Estados Unidos. Esto no es una noticia especialmente interesante de por sí, ya que si hay algo que hacen los americanos es votar constantemente: siempre hay unas primarias, elecciones a juez o algún referéndum en algún sitio. Hoy, sin ir más lejos, era el día de primarias en Connecticut, con resultados no especialmente interesante a no ser que te toque trabajar con los legisladores locales. Las elecciones de este otoño, sin embargo, incluyen las legislativas federales de mitad de mandato presidencial (mid-terms), así que los periodistas están obviamente muy emocionados con todo lo que estas elecciones pueden significar para el legado de Obama, etcétera.

Estas elecciones son realmente importantes. Cualquier persona que esté interesada en el futuro de Estados Unidos debe seguirlas con atención, ya que afectarán las vidas de millones de americanos, y sus resultados reverberarán en el resto del planeta. Los medios de comunicación, como de costumbre, se van a fijar sobre todo en el Congreso, y la gran incógnita sobre si habrá un cambio de mayoría en el Senado. En realidad, esta votación es probablemente la menos importante de todos los comicios que se celebrarán el 4 de noviembre. Veamos por qué.

  • Legislativas federales: por qué los resultados (casi) no importan

Si habéis seguido la política americana durante los últimos cuatro años sabéis que la cosa ha sido bastante simple: los republicanos controlan la Cámara de Representantes, y dicen que no a todo. Desde el 2010, cuando los demócratas decidieron quedarse en casa en las mid-terms, el GOP tiene como principales distracciones pelearse entre ellos y rechazar cualquier propuesta del presidente. Lo único que sale del Congreso son leyes técnicas poco relevantes y el ocasional paquete de crisis para evitar que el país se quede sin presupuestos o se declare en suspensión de pagos por no querer subir el techo de la deuda. Aunque ciertamente los republicanos han sido especialmente negativos estos últimos años, esta situación de bloqueo institucional es algo habitual en la política americana; el sistema político está diseñado para que sea mucho más difícil cambiar el status quo que mantener el gobierno sin hacer nada.

Es básicamente imposible que la Cámara de Representantes cambie de manos en noviembre  mid-terms tienen poca participación, los distritos electorales están dibujados a la medida de los republicanos y Obama no es especialmente popular. La única duda es si los demócratas serán capaces de mantener su mayoría en el Senado, algo que parece bastante improbable a estas alturas. La cámara alta renueva un tercio de sus legisladores cada dos años, y en este ciclo salen a reelección la cohorte que fue votada el 2008, un año excepcionalmente bueno para los demócratas (primeras presidenciales de Obama, y el país en barrena tras la quiebra de Lehman). Muchos senadores elegidos ese ciclo salen de estados muy conservadores (Montana, Arkansas, Alaska) donde los demócratas sólo ganaron por casualidad, así que perderán escaños casi seguro.

Si el Senado pasara a estar dominado por los republicanos la situación política sería básicamente la misma. Ahora mismo la Cámara de Representantes aprueba proyectos de ley, los envía al Senado, y estos mueren ahí sin más ceremonia. Una victoria del GOP haría que las dos cámaras votaran una ley (contando que el Senado no ande con filibusterismos), y el Presidente simplemente vetara todo lo que le pusieran en la mesa. Es decir, exactamente el mismo resultado que hasta ahora, pero con el bloqueo un poco más tardío. La única diferencia sería que Obama no podría nominar jueces o responsables de agencias federales si hubiera puestos vacantes, algo importante pero no especialmente dramático.

  • Las elecciones que sí importan: los 38 gobernadores

El gobierno federal puede estar sumido en uno de sus habituales ataques de parálisis, pero esto no quiere decir que el resto del país no siga haciendo política. Estados Unidos es un estado federal, al fin y al cabo, y los gobierno estatales tienen una cantidad de poder enorme. Sus decisiones a menudo tienen un impacto mucho más dramático sobre la vida diaria de los americanos que lo que hacen los políticos en Washington. El 4 de noviembre 38 estados van a ir a las urnas a escoger un nuevo gobernador, y al menos 20 de estas elecciones van a ser competitivas.

La política americana, a nivel estatal, no tiene el mismo grado de parálisis institucional y polarización que a nivel federal. La distancia ideológica entre partidos es menor (un republicano de Connecticut debe ser mucho más progresista que un demócrata de Luisiana si quiere tener opciones), y dado que son más homogéneos internamente, es mucho menos habitual encontrarse con legislativos y ejecutivos de distinto color. Un gobernador, por lo tanto, tiene casi siempre muchísimo más margen de maniobra que el presidente, al poder construir mayorías legislativas con mucha mayor facilidad.  Si hablamos sobre cambios reales en políticas públicas, que es a fin de cuentas lo que realmente importa en política, las elecciones que uno debe seguir con atención son a nivel estatal.

Los temas a debatir y programas de los candidatos en cada estado son, como es de esperar de un país de más de 300 millones de habitantes, increíblemente distintos. En Kansas, por ejemplo, el tema central son las enormes bajadas de impuestos impulsadas por su gobernador actual, Sam Brownback (si os suena, es porque fue Senador federal y se presentó a las primarias republicanas del 2008), que han dejado un agujero fiscal enorme sin generar un crecimiento económico apreciable. El GOP está dividido, pero Kansas es un estado muy conservador, así que será una elección muy competida.  En Wisconsin, el centro del debate es en parte las bajadas de impuestos de Scott Walker, pero el tema principal son las leyes antisindicales aprobadas hace unos años. Si Walker sobrevive (complicado, siendo como es Wisconsin un estado relativamente demócrata), sus aspiraciones presidenciales saldrían muy reforzadas. En Connecticut Dan Malloy, el gobernador demócrata, se enfrenta a un estado con problemas fiscales persistentes a pesar de haber subido impuestos y una economía decepcionante (un 6,9% de paro. Sí, esto es una catástrofe). Su principal problema, sin embargo, es haber cabreado a una parte importante de las bases demócratas, al haber incluido recortes de pensiones y salarios para trabajadores públicos para reducir el horrible déficit que heredó de su antecesor. Pat Quinn, en Illinois, el sucesor del impagable Rod Blagojevich (¿os acordáis?) es aún más impopular, también víctima de horribles problemas fiscales.

El tema común a muchos estados será Medicaid. La reforma de la sanidad de Obama incluye una gran expansión de este seguro médico público para familias de renta baja que la sentencia del Supremo hizo opcional para los estados. 24 de ellos, todos gobernados por republicanos, han rechazado la ampliación, negando el acceso cobertura sanitaria a millones de americanos. El federalismo, cuando te lo tomas en serio, consiste en esto: el estado de bienestar y acceso a la sanidad es increíblemente distinto según el estado en el que vivas. Rechazar o implementar la expansión de Medicaid va a ser un debate central en gran parte del país, antes y después de las elecciones.

A efectos prácticos, el resultado de cada una de estas elecciones representaría cambios muy significativos en cada uno de estos estados, especialmente si están acompañadas de mayorías legislativas decentes. Aquí, como en todo, cada estado es un mundo; Connecticut, por ejemplo, tiene unos distritos legislativos estatales increíblemente favorables a los demócratas, así que un hipotético gobernador republicano tendría menos margen de acción que en Wisconsin, donde un cambio de gobernador seguramente vendría acompañado de una nueva mayoría legislativa. Mis conocimientos sobre la estructura competitiva de las elecciones legislativas estatales es bastante limitada más allá de Connecticut (no estoy tan loco), pero os podéis imaginar las decenas, cientos de batallas electorales que veremos en noviembre, todas importantes.

Lo más desesperante, sin embargo, es el escaso interés que las elecciones estatales despiertan en la mayoría de americanos. En las mid-terms, con suerte, un 40% de los votantes registrados acuden a las urnas. La participación en las primarias para cargos federales es muy pequeña; para cargos estatales es aún menor. Los medios de comunicación generalistas normalmente prestan mucha más atención a las (relativamente irrelevantes) elecciones federales que a las docenas de contiendas estatales. Las emisoras de TV locales acostumbran a hablar bien poco de política en sus informativos (y cuando lo hacen, hablan poco y mal), y la muerte de la prensa local ha hecho que a menudo sea difícil informarse. Como todo en política estadounidense, el dinero ha invadido casi todas las elecciones estatales, así que de aquí a noviembre el principal contacto que tendrán los votantes con el proceso político serán las toneladas de anuncios televisivos, a menudo pagados por grupos de fuera del estado (y con donantes secretos, pero ese es otro tema) invadiendo las ondas de aquí a noviembre. Que a mí me divierten mucho, pero en el fondo estoy bastante loco.

Por cierto, fijaos que he dicho «casi»: algunos estados, como es el caso de Connecticut, tienen financiación pública de campañas electorales. De nuevo, este es un país federal, y cada estado vota como quiere. De nuevo, las elecciones importan, incluso en estos detalles.


6 comentarios

  1. Interesante artículo. Creo que en EEUU está más desarrollada la separación de poderes que en la mayoría de países europeos y eso implica, aunque a veces lo olvidemos, una separación mayor que en Europa del legislativo y el ejecutivo. Una reflexión que merece la pena hacer es si es preferible que se facilite un Gobierno sin mayoría parlamentaria o es preferible que el Gobierno tenga la influencia que tiene en los países europeos sobre la mayoría que lo sostiene, en definitiva el debate sobre si la separación de poderes es buena o mala, al menos la separación entre ejecutivo y legislativo. Bueno, por ejemplo en España, no estamos tan lejos. Si realmente creyésemos en el mandato no imperativo de los diputados y senadores, podría haber un gobierno que tuviese mayoría parlamentaria pero no ciegamente incondicional. Se dice que, para ello, las listas deberían ser abiertas y que la gente debería votar a la persona, pero si no recuerdo mal, no he leído en el BOE que hayan derogado el artículo 67.2 de la Constitución Española.

    Una cosa buena que veo en los EEUU es que, cuando se produce un vuelco en este tipo de elecciones legislativas parciales, eso no afecte al gobierno. Me parece que el sistema francés, que acaba propiciando una cohabitación, genera muchas interferencias dentro del ejecutivo.

    Y una pregunta que creo que es muy pertinente en España es la de para qué querrían los americanos distintos Estados si las políticas fuesen coincidentes en todos ellos. Mi opinión es que en el caso de España, si queremos CCAA será para que cada una tenga suficiente grado de diferenciación; si lo que queremos es que todas las políticas sean iguales, lo mejor sería un Estado centralizado.

    Reciba un cordial saludo.

    • Carlos Jerez dice:

      Joder tío, hay más palabras que «interesante» para describir un artículo. Yo si no le añades un «muy» como al último post de Llaneras, no creo que te haya gustado. Y te entiendo, yo también caigo en automatismos, por eso al verlo en otros duele tanto.

      Saludos.

      PD: Artículo interesante pero no mucho, o sí. Me quedo con saber si al cambiar el senado de manos, el partido (maricón)Demócrata puede renunciar a la práctica del filibusterismo, o si incluso Obama no aplicar el veto por miedo a perder popularidad o a que su propio partido le traicione y se carguen el veto presidencial (creo que es algo que pueden a partir de cierta mayoría, ¿o me equivoco?). A mi aún me da miedo a que pierdan el Senado.

      • Buena apreciación, tiene razón. Si no me hubiese gustado seguramente habría dejado de leerlo. Si lo he comentado es porque me parece que creo que aborda dos cuestiones políticas trascendentales como el federalismo y la separación de poderes. Además aporta una visión desde los EEUU sobre el acceso de los ciudadanos a la información de carácter local que creo que es trasladable a muchos lugares de España y debería ser objeto de reflexión. Lo cierto es que el artículo es muy bueno, abre muchas vías de reflexión y debate.

        Un cordial saludo.

        • Carlos Jerez dice:

          Si me has convencido de lo bueno del artículo. Por supuesto bromeaba sobre tu interés en él. Y en cuanto al acceso a la información local, la mayor barrera es el desinterés. A mi me aburre hasta la mayor parte de la política nacional española, lo mejor de vivir fuera es reducir tu exposición a esos grandes debates como son la independencia de Cataluña, la monarquía o Podemos. Teniendo Oriente Medio, el mar del Sur de China (guerras del futuro) o Ucrania, lo otro se me queda pequeño. Pero sin duda, políticamente hablando la información local es mucho más provechosa a la hora de votar, ya que tu voz es un poco menos pequeña y sin duda te afecta más.

          Un saludo.

  2. Carlos Muñoz dice:

    Al margen del propio artículo (bastante explicativo, por cierto), querría profundizar en la política estatal americana (ya he leído en Twitter que su artículo no le ha parecido tan popular al ser agosto, por lo que no tendrá problemas en hablar un poco más de política).

    Aunque me meta en terreno (algo) fanganoso, ha hablado de que algunos Estados aplican bajadas o subidas de impuestos y que, también, pueden aplicar opcionalmente Medicaid. En este sentido, ¿cuál y de qué modo sería la influencia de un presidente americano -quitando, claro, nombramiento de jueces federales, nombramiento Secretarios de Estado, política exterior, etc.- sobre los diferentes Estados en América? Es decir, qué competencias tienen los Estados en América que no tienen las Autonomías en España, por ejemplo (si los hay).

    Y en segundo lugar (para no extenderme demasiado), aunque ya lo ha dejado caer en el artículo con Walker, ¿qué importancia tienen estas elecciones a mitad de mandato -más allá de lo que ocurra en Cámara y Senado- para las elecciones presidenciales de 2016 en cuanto a posibles candidatos y declive demócrata/ascenso republicano?

    Yo mismo me doy cuento de que, a lo mejor, no está del todo clara la exposición de ideas/preguntas, pero tampoco quería abarcar todo el ‘scroll’ de Politikon.

    Un saludo.

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