Política

La república sin mayúscula

3 Jun, 2014 - - @jorgegalindo

La abdicación de Juan Carlos I ha abierto un debate sobre nuestro modelo de Estado que es, de hecho, doble, aunque no lo parezca. Por un lado está la cuestión de qué y cuánto poder quedemos dar al Jefe del Estado. España tiene un régimen parlamentario sobre el que, creo, existe un considerable acuerdo. Por otro lado está cómo designamos a quien ocupe este puesto: elección (directa o indirecta), herencia. La primera dimensión no está explícitamente sobre la mesa, pero es importante subrayar que es la fundamental. Incluso para remarcar el acuerdo. El debate se está centrando, en cambio, en el segundo aspecto: una vez asumimos que nuestro Jefe de Estado no es particularmente fuerte (como sí lo es en regímenes presidencialistas), ¿cómo lo escogemos?

Roger Senserrich ha publicado unas interesantes notas sueltas en las que comienza por enunciar que le parece que este debate no es «urgente». A mí, la verdad, este no me parece un argumento de peso. Es cierto que la elección entre monarquía o república no va a tener efecto apreciable sobre cuestiones como el desempleo, nuestro anémico crecimiento económico o el modelo de bienestar al que nos encaminamos. Pero, aceptada esta premisa, el debate es tan legítimo como cualquier otro que una parte sustancial de la población quiera poner sobre la mesa. Objetivamente, además, la decisión de quién y cómo queda en la cúspide del monopolio de la violencia y de los impuestos no parece tampoco un tema baladí. Cierto es que si hemos decidido que esta persona va a disponer de poco poder (y sigo asumiendo que nadie quiere un sistema presidencialista en España), su importancia objetiva disminuye. Pero la relevancia normativa no es menor.

Otros dejan caer que «ahora no es el momento» para este debate. Me pregunto entonces cuándo lo es, o qué define tal momento. Hay quien considera todo esto desde un prisma casi estrictamente narrativo, simbólico. El Rey y la monarquía son muchas veces retratados como «lo que nos une». Pero en realidad si algo nos une son las reglas de juego que establecimos hace 36 años para resolver nuestras diferencias. La monarquía es una parte del acuerdo al que llegamos (y, no lo olvidemos, votamos) en la Transición. Como bien apunta Roger, formó parte de un intercambio con un sector determinado de la población y de las élites de la dictadura. Pero si ahora hay una parte del mismo que está puesto en cuestión, necesitamos abordar el debate. Lo importante nunca fue la monarquía, sino el hecho de que fuimos capaces de acordar unas normas comunes, una manera para mantener un modelo y reformarlo si en un momento dado así lo considerábamos. Y puede que, en un aspecto del modelo, haya llegado ese momento.

Es este un un debate normativo, sí, pero eso no significa que no enfrentemos un dilema, antes al contrario. En una frase: legitimidad es república, pero república es partidismo. Establecer un monarca elimina el partidismo pero también resta legitimidad a la Jefatura en tanto que no elegida periódicamente por sufragio universal. Sin embargo esto solo es cierto, o es más cierto, asumiendo que el poder moderador puede ser neutral. Si por el contrario consideramos que no puede serlo bajo ninguna circunstancia, el argumento para someterlo al criterio de las urnas se vuelve más fuerte. En principio, la elección indirecta asegurará un equilibrio entre estabilidad y legitimidad más alto si lo que queremos es una forma de elección de Jefe de Estado que asegure el mayor consenso posible para el vórtice que representa a España. Una elección por vía parlamentaria incluye una deliberación más articulada y sitúa barreras de entrada a la existencia de una Jefatura fuerte, con poder de veto, que abriría espacio al bloqueo institucional y al uso partidista. He aquí una solución de compromiso para quienes están preocupados por tal dilema.

Esto es particularmente importante en España, donde para muchos la preferencia por un modelo republicano parece estar fuertemente correlacionada con su orientación ideológica. Esto es por supuesto y por desgracia, una consecuencia de nuestra triste historia en el siglo pasado. Pero el hecho es que es así. Los principales partidos a favor de la república o de una reconsideración de la monarquía son IU, Compromís-Equo y Podemos (los primeros con un uso ideológico más acusado de la Segunda República, los segundos centrados en demandar un «referéndum» para reformar el modelo de elección del Jefe de Estado). El PSOE se encuentra desorientado entre el conservadurismo institucional y la presencia de un nutrido grupo de republicanos en sus bases. UPyD no parece tener una preferencia fuerte, aunque están dispuestos a considerar opciones. Y el PP se ubica en el lado monárquico de la disputa.

A esta correlación entre izquierda y republicanismo se suma lo que podríamos llamar «el problema de abrir el melón». Quienes defienden por activa o por pasiva (y estos últimos son muchísimos) el sistema actual lo justifican a menudo con no iniciar un proceso de reforma más profunda del modelo de Estado, precisamente y también porque muchos de quienes piden una república con más insistencia lo hacen dentro del marco de una enmienda a la totalidad del sistema. En la actualidad esta división pro-anti orden establecido es particularmente honda, y tenemos pistas de que puede ir a más. De hecho, aquí reside probablemente la razón estratégica que ha llevado a Juan Carlos a abdicar ahora: parece mal momento y lo es, pero no había ninguno mejor. El año que viene hay elecciones generales, y se prevé un Congreso sin mayorías absolutas, atomizado. Renunciar entonces sin ley de sucesión establecida era una bomba que dejaba el frente de la reforma profunda y polarizadora mucho más abierto. El Rey calculaba que no le da para llegar a otro ciclo electoral más, en cinco años, en plena forma. Entonces tenía que dejarlo antes. Y a más pronto, mejor, porque el efecto sobre las elecciones será menor (aunque será enorme igualmente). Pero no podía ser antes de las Elecciones Europeas, que fueron hace una semana.

Y aquí yace, para mí, el argumento último de quienes defienden un Felipe VI: mantener la monarquía como un punto de encuentro relativamente inamovible para todos los españoles. Esto es: asumir que en el dilema entre legitimidad y partidismo España no puede hacerlo mejor abriendo un proceso de reforma en el que las opciones de modelo de Estado y profundidad del cambio están correlacionadas fuertemente con posturas ideológicas. En términos prácticos, eso significa lo que Roger desgranaba en su artículo: que no hay ni va a haber consenso para la reforma.

A mi modo de ver hay dos problemas con semejante razonamiento. El primero y principal es afirmar que podemos realmente identificar lo que una mayoría de los españoles quiere. Tenemos dos proxies para ello, ambos muy imperfectos: por un lado están quienes esgrimen que el voto a partidos contra-revisión (PP y PSOE) es mayoritario. Por el otro lado, la respuesta afirmativa en encuestas a la pregunta si reformaría la Constitución no ha hecho sino crecer y la valoración de la monarquía ha caído en los últimos tiempos. El asunto es que no podemos derivar fácilmente de estas encuestas que los ciudadanos tengan una preferencia activa por un modelo u otro. Al escoger partido al que votamos se ponderan muchas razones. Precisamente aquellas que no queremos mantener correlacionadas con el modelo de elección de la Jefatura de Estado. Además, si aceptamos que los partidos en España son bastante reacios a actuar como correas de transmisión de ciertos cambios en las preferencias de los ciudadanos (y es algo en lo que desde Politikon hemos insistido bastante), no parece buena idea utilizarlos como aproximación para identificar las mismas. Pero las encuestas no nos sacan de este brete, por descontado: las respuestas son variables y vagas, en ningún caso se identifica una mayoría clara, transversal y articulada a favor de un cambio hacia la república que no conlleve un debate probablemente agrio sobre otras cuestiones. Sin embargo, y he aquí el segundo problema, esto no significa que esa mayoría no sea posible. Las coaliciones cambian, y por eso las reformas ocurren. Que esta sea improbable no quiere decir que sea imposible, ni que quien desea el cambio no deba intentarlo. Existe el cómo; siempre existe.

La Constitución, en tanto que acuerdo sobre cómo gobernarnos y sobre cómo cambiar la manera en que nos gobernamos, prevé la reforma, por supuesto. Establece para ello un proceso duro pero factible. Un argumento con el que simpatizo en principio es que si hay posibilidad de cambio siguiendo la vía marcada en la misma, deberíamos explorar este camino cuanto antes. Es decir: si asumimos que todas las barreras y ataduras de manos al futuro que nos pusimos a nosotros mismos eran suficientes y apropiadas, la cuestión está en pasar esa prueba. Sabemos que, de manera muy difusa, una mayoría de la ciudadanía está dispuesta a considerar una reforma. Sabemos también que los partidos reformistas (llamémoslos así) no hacen sino crecer en votos. Es posible argumentar que el debate va a tener lugar lo quieran los conservadores institucionales o no, y es tan necesario para ellos mantenerlo dentro de los límites del consenso como lo es para los reformistas conseguir una mayoría amplia y transversal claramente articulada a favor de un cambio centrado en la forma de elección del Jefe de Estado. Si en algún sitio esa vaga idea de «segunda Transición» tiene sentido es aquí: ser capaces de mantener debates normativos sobre qué es y qué va a ser España que no respondan automáticamente a una división polarizada de nuestra sociedad. La república sin mayúscula. Hacer del ser republicano un programa, y no una identidad.

Nota: aunque este artículo lo firmo yo, pocas o ninguna de las ideas aquí presentadas son propias. Vienen en su práctica totalidad de un fabuloso debate sin fin con editores y colaboradores de Politikon. A ellos se lo debo.


76 comentarios

  1. Javier dice:

    Un artículo maravilloso. Demuestra que tener una postura ideológica clara es compatible con esa ecuanimidad que hace que tus conclusiones sean compartibles con todas las demás.

    Veo a los politikones un poco perdidos, como en el tema federalismo. Os veo concentrados en lo que de verdad es importante. Y es lo que no le importa a nadie. Eso os lleva a defender posturas intermedias sensatas que no tiene nadie más (como el federalismo). El republicanismo va de franjas moradas, banderas y estrellas rojas. Va de avivar la izquierda. El ser algo que ningún votante de centro o derecha tocaría ni con una pértiga de amianto no es un fallo, sino la virtud principal del asunto. No se trata de convencerles, sino de ganar contra ellos. O perder contra ellos, que ni tan malo…

  2. polkillas dice:

    Al leer el artículo pensaba que usas la primera del plural para hablar del referendum sobre la Constitución y yo no voté. Porque no había nacido, básicamente. Y es un problema.

    Estaría bien que algún politikón escribiera sobre cada cuanto tiempo es conveniente/necesario/prudente renovar la legitimidad de una Constitución

    • Abulico dice:

      Precisamente al hilo de tu comentario, ahora que parece que muchos cuestionan la legitimidad del pacto constitucional con el razonamiento de «yo no lo voté, así que no me vincula», creo que antes de la monarquía podríamos cuestionar otros aspectos de dicho pacto que parece que afectan más a nuestra vida diaria:
      – El estado de las autonomías. ¿Hacemos un referéndum a ver si los españoles queremos volver a un régimen unitario de todos iguales y suprimir las autonomías?
      – El idioma. ¿Hacemos un referéndum a ver si se impone el español como único idioma, excluyendo de todo uso oficial o administrativo las otras lenguas?
      – La cadena perpetua y la pena de muerte. ¿Hacemos un referéndum a ver si se introducen ambas en la Constitución?

      En el supuesto de que fuera legalmente posible convocar estos referéndum y modificar estos aspectos constitucionales, ¿no creéis que es posible -no digo seguro, sólo posible- que alguna de ellas saliera aprobada en el conjunto del estado, o al menos que podría tener tanto apoyo como una vuelta a la república?

      Lo que quiero decir es que si se rompen las reglas y los pactos se rompen para todo, no sólo para lo que quiero o me gusta, y se rompen para siempre.

    • Lole dice:

      polkillas
      La Constitución en particular y las leyes en general no necesitan su ratificación con el tiempo, al margen de si la población la votó o no (directa o indirectamente). Si a la población le deja de gustar una ley, debe votar a un partido que tenga en su programa su reforma o derogación. Así de simple.

      Supongamos que promulgamos una Constitución que requiera ratificación en referendum cada x años. ¿Y si gana el no? No es difícil que una parte significativa del electorado esté de acuerdo en su oposición a una norma, pero ya no es tan fácil que sí lo estén en su alternativa. Por tanto no sería constructivo permitir un referendum periódico de ratificación de una norma sin una alternativa a mano, pues sería la puerta al caos.
      Y si hay esa alternativa, entonces úsese el procedimiento de reforma.

  3. jorge dice:

    Pues a mí me parece razonable decir que «no es urgente».

    Meterse en el sarao de Cortes constituyentes, mayorías de 2/3 y discursitos paquí y pallá, disoluciones y elecciones y todo eso para cambiar monarquía por una república, lo cual no tendría ninguna consecuencia práctica en la vida de nadie más que Felipe y su familia.

    Si queremos cambiar la Constitución entonces espera, porque prefiero que lo hagamos para más cosas que para esa chorrada.

    Y el problema es que con eso sí que no nos íbamos a poner de acuerdo. En especial en ciertas regiones.

    • Alice Mason dice:

      Es verdad que si una parte sustancial de la ciudadanía quiere poner el debate encima de la mesa puede hacerlo. Sin gustarme mucho la monarquía me pregunto si es práctico iniciar el debate justo ahora: la energía política de una sociedad es limitada, y la energía política necesitaría la sociedad española para iniciar el proceso de reforma es tan grande que disminuirá la dedicada a asuntos mucho más importantes, como el futuro de la UE y nuestra posición ante ella, el sistema de partidos, la lucha contra la corrupción, el modelo económico, etc. La Corona era hasta hace no mucho una de las instituciones mejor valoradas por los españoles, y el descontento ha aumentado por las derivas que han tenido algunos de sus miembros, y no por el modelo de estado en sí. Por eso la gente ni se plantea qué tipo de Jefatura del Estado quieren ni en qué mejoraría nuestras vidas una república, sino, simplemente la rechazan de manera visceral como algo podrido y caduco. También se podría plantear en el artículo qué tipo de Corona puede satisfacer a un amplio segmento de la sociedad: una opción intermedia más rentables en término de coste/beneficio de energía política, que regularse adecuadamente la institución, incluyéndola dentro de la Ley de Transparencia, agrupando todos sus gastos en una partida de los PGE, para que sepamos lo que nos cuesta, y asegurarnos de que no se favorece a la Monarquía cuando existen derivas de ilegalidad, es decir que fueran realmente iguales ante la ley.

      • Gerion dice:

        El aumento del descontento con la Monarquía, ¿a qué se debe? ¿A que pesa más lo malo que lo bueno que han hecho? ¿Algún medio ha hablado de algo bueno? Al pueblo se le orienta con información. El que me vendan una Monarquía como nefasta, me da la misma información que el que me vendan la República como salvación. Y es lo que veo todos los días en los medios. Opiniones enfrentadas que contribuyen a mantener al pueblo dividido y polarizado. No merecemos la libertad de prensa ni el derecho a votar.

  4. Jose dice:

    Yo el problema que veo, es simplemente que los republicanos no se definen. Piden una república pero no entran en detalla, si parlamenteria, presidencialista etc. En los debates se veía que IU y Podemos se iban por las ramas cuando les pedían definir. Parece que solo quieren sembrar desconcierto y pescar en río revuelto.

    Deberían definirla con detalle y pedir referéndum. Eso de pedir república y si sale ya veremos es poco serio.

  5. Alnair dice:

    Creo que mas allá de legitimidades democráticas se está obviando un tema fundamental, que es si en la España del S. XXI la monarquía es últil o no.

    Mi premisa es que si tiene utilidad debido paradógicamente al «problema» nacionalista.

    Dado que España no tiene una identidad nacional tan cohesionada como Francia, por ejemplo, la eliminación de la monarquía daría pié a los nacionalistas a, dado que la unión fué bajo la monarquía, reclamar su derecho a separarse de nuevo. Dicutible o no el razonamiento, es indudable que añadiria gasolina al proceso soberanista.

    Por otro lado una monaquía puede ser un factor que facilita las reformas pacíficas en casos de crisis (muy) graves. Se ha visto en las primaveras árabes, donde las monaquias han aguantado bastante mejor que las repúblicas (http://www.project-syndicate.org/commentary/the-many-faces-of-the-arab-spring/spanish).

    La idea es que al tener una institución (aunque sea simbólica) que permanece los cambios se pueden separar más de la «esencia del estado» y por tanto ser menos generadores de desencuentros violentos.

    Paradógicamente los independentistas moderados también tienen razones para querer conservar la monarquía ya que sería mas factible conseguir una independencia de forma pacífica (a la Australiana, conservando el monarca) que no una rotura total.

    • Gerion dice:

      Creo que, en realidad, los líderes nacionalistas no son independentistas. Lo que pasa es que quieren mantener su poltrona avivando el fuego. Y les da igual lo que les pase a sus nietos. Con suerte, conseguirían que nadie les controlase desde Madrid, y así obtendrían una mayor tajada de sus presupuestos autonómicos, para el chalet.

  6. Hastaelgorro dice:

    Poniendo por delante que no rechazo la idea de la Republica, algunas consideraciones a su texto.

    1. No sé si el asunto de cuánto poder darle al monarca sea esencial en estos momentos (al menos no ante quienes, hoy, precipitadamente, se postulan en el bando revisionista). La confrontación parece que está entre dejar las cosas como están, es decir, dejarle el que ya tiene (no sé si hay quejas a este respecto) o no dejarle ninguno. Hablo en general.
    2. No he entendido yo que el sr. Senserrich diga que el debate no sea legítimo, sino que no cree que sea el momento. Y lo comparto, siquiera porque la realidad sociopolítica de hoy está tan retorcida y envilecida (a parte de los problemas sociales que menciona; paro, etc.) que hay un elemento que quizá nadie considera en esta dualidad república sí o no y por qué: la indiferencia. Un elemento que creo que es muy deslegitimador del impulso pro-republicano que usted tan bien describe y que nadie quiere considerar. Como concluye el texto, en España esta cuestión no está aún bien “digerida” políticamente, es decir, está secuestrada desde intereses partidistas y algunos, por ello, no la reclamamos ahora. Podría ocurrir, incluso, que muchos no fuéramos a “empujar” a favor de ese referéndum, no porque queramos al rey, sino porque hoy, en medio de esta crisis (de todo tipo, institucional, ideológica, de partidos), vemos que muchas de nuestra inquietudes se diluyen y no se abordan. Hoy nos vemos abocados a decidir por un cambio de estructura de gobierno, ayer al fin del bipartidismo, pero ninguna de estas cuestiones atacan la raíz de nuestras quejas. La pregunta misma, Monarquía o República, con nuestras preferencias, nos resulta baladí.
    3. No sé si me gusta mucho la expresión “el monopolio de la violencia” porque hace referencia a una idea de las fuerzas armadas que no debería corresponderse con la realidad. Si no es así, entonces aquí hay algo que habría que tratar en primer lugar. O entendemos que, aunque a veces no nos guste, las fuerzas del estado han dejado de ser “opresoras” en el sentido tradicional y aparcamos ese tipo de lenguaje (sin dejar de criticar las malas actuaciones cuando toca, por supuesto) o estamos listos. Repito para que se entienda. O las fuerzas del orden están inscritas ya en el sistema democrático y lo aceptamos, o no lo están y algo hay que hacer, pero, en el primer caso, eso del “monopolio de la violencia” es una terminología algo inquietante por las ideas que estimulan (no es una democracia, es una dictadura encubierta; creo que ustedes no caen en esto, o no deberían).
    4. Sobre lo adecuado del momento, ver pto. 3. Y amplio. No sabemos si ese momento ha llegado. Lo defienden los que lo desean, lo rechazan quienes lo niegan. Pero, ¿y qué pasa con aquellos a los que ahora nos da igual frente a una crisis de la sociedad en planos mucho más amplios, incluso, de los que denuncian los partidos emergentes (y que los incluyen)? Para muchos, hoy, esta cuestión, con Senserrich, nos parece trivial, secundaria e incluso gratuita, por estar inscrita en un falso debate mediático, más político que institucional y eso nos provoca rechazo al momento.
    5. A muchos, este rey que se va no nos gusta por muchas razones (quizá, incluso, por la misma razón de tener un rey, que no nos gusta, en general: alguien con unos derechos especiales por el mero hecho de existir), pero habría que reflexionar sobre el hecho de que este rey sí ha sido bastante imparcial con gobiernos de todo tipo. Se habla del 23-F, pero en cada legislatura el rey sí ha jugado el papel de pegamento de los gobiernos establecidos y, por lo tanto, de la soberanía popular. No ha molestado, al menos (si atendemos a Senserrich, sería como tener instaurado siempre un presidente del mismo partido que el Primer Ministro, modelo francés creo recordar). Esto se ha criticado como si fuera un defecto (falta de criterio, pasividad, indiferencia), pero su reflexión me ha hecho despertar en mi esta otra. ¿Hasta que punto esta sociedad no ha sido anti-democráticamente injusta con él? La crítica a sus “posiciones”, ¿no deberían haber estado dirigidas, en realidad, contra el gobierno electo en cualquier momento? Por otro lado, es cierto que esa imparcialidad o neutralidad no está garantizada en el futuro, ni hay por qué depender de ella. Eso es verdad. Pero ya no veo un argumento tan “fuerte” el suyo porque se basaría en un futurible, un interrogante por resolver, que puede hacerse en positivo, aún, durante mucho tiempo. Depende del nuevo.
    6. No comparto la división IU, por un lado, y Compromís/Equo/Podemos por otro. El segundo grupo forma parte, todo, de escisiones del primero y todos se han postulado por igual, de forma calcada, al proponer el cambio de modelo, haciéndolo por uno que quieren ver realizado, sí o sí. No me meto con eso, digo que es su meta, sin distinción, porque están inscritos en la misma tradición “lógica”: el post-franquismo, que es lo que pesa a instancias, incluso, de lo que u.d. propone al final del texto. No son diferentes.
    7. No creo que el PSOE se encuentre tan desorientado como se dice, es solo que su posición ante los cambios será siempre más institucionalista, por decirlo de alguna forma. Bien es verdad que, a veces, esto se puede entender como apatía o conservadurismo. Han propuesto un modelo federal y eso es mucho cambio y han emprendido reformas en muchos casos (véase la cuestión catalana). Pero, digamos, que no se abren las carnes en canal a la primera de cambio. Les obligan las circunstancias, en según qué cosas, en otras no, pero sí cambian. Su paso es más lento, cosa que muchos no entienden y yo creo que es, sencillamente, porque han asumido ese papel de moderadores, de dar estabilidad al buen gobierno (no al gobierno de turno) que les otorgó el proceso de la transición. Lo cual no quiere decir que sea estrictamente malo. Ni estrictamente bueno. De nuevo la paridad me gusta/no me gusta como reacción a sus decisiones impide que se comprendan (porque no se tratan de entender). Tienen una posición muy difícil de defender, pero es un poco injusto, muchas veces, cómo se aborda. Lo de ayer es un ejemplo más, pues aquí se encuentran en la «obligación» de ser prudentes.
    8. Pensemos una cosa. Si el futuro es un parlamento más polarizado. ¿No sería, entonces, más bronco el debate e igualmente estéril (pues dependería de cómo se configurasen las mayorías)? ¿Qué ocurriría entonces con un rey medio jubilado y un príncipe esperando a que un parlamento se decida? Quizá ahí estoy también con el Sr. Senserrich. Lo lógico, con lo dicho por los dos, no sería organizar un referéndum, sino tener unas elecciones generales y entonces, proponerlo si sale en el parlamento. ¿Y no es este un callejón sin salida para el «bando» republicano? (la pieza clave, quizá sería el PSOE ) Esa reflexión que usted hace, ¿no refuerza la idea de que este no es el momento? Usted apela a una mayoría posible futura que declinara la balanza pero, si no existe hoy, refuerza la teoría de su compañero. Eso sin quitar, como dice, que el deseo de cambio sea legítimo y el esfuerzo por intentarlo también, por supuesto. Cuando decimos que no es el momento es que ese momento no es hoy, mañana mismo, ¡ya!, como reclaman algunos ahora. Digamos, que no es el momento, en las condiciones que algunos nos imponen a todos y de acuerdo a una realidad que ya he descrito arriba.
    9. Puede que los partidos reformistas crezcan en votos, pero no sabemos cuánto, ni si será larga la trayectoria, ni con qué peso, ni con que fuerza se postularán. ¿Qué determina el momento? ¿Las próximas elecciones? ¿Las siguientes? ¿Las otras? Difícil cuestión. Incluso un parlamento claramente pro-republicano, podría cambiar al momento, y de manera radical, después de una gestión desastrosa del estado. ¿Abría que “pillar” la oportunidad para que no pasara? ¿No sería esto igualmente oportunista e inapropiado?
    10. Coincido en las conclusiones de su último párrafo. “Hacer del ser republicano un programa, y no una identidad.” Algo que no se ha hecho aún en España. Pero esto no será fácil, hoy no lo es, sin cambiar el discurso del debate político y eso no es posible si unos se atrincheran en su inmovilismo y otros en el suyo y los nuevos no vienen si no a marear (“casta”, ya saben a qué me refiero) ahondando aún más en el problema.

    Por lo demás un artículo interesante, como el de su compañero. Seguro que estoy equivocado o confundido en muchas cosas de las que digo. Ustedes me perdonarán, pero me han hecho pensar. Sigo pensando. Muchas gracias.

    • Gerion dice:

      Me gustaría ver una respuesta del autor a este comentario. Jugaré a vidente, y pronosticaré que, en el improbable caso de que se produjese, no será clara.

  7. Maese Alcofribas dice:

    me parece un buen artículo, pero en cualquier caso a mi todo esto me parece de un bizantinismo brutal, aunque por supuesto ideológicamente o como se diga no soy monárquico.

    «Otros dejan caer que “ahora no es el momento” para este debate. Me pregunto entonces cuándo lo es, o qué define tal momento»

    mi respuesta es: dos años después de que el paro llegue al 15%. Que no damos abasto con los problemas que tenemos y nos ponemos con esto. Se me ocurren como diez referenda más relevantes que éste. Y si encima existe la posibilidad de una mayor inestabilidad, directamente me parece de bombero (con todos mis respetos al cuerpo).

    Dentro del debate, hay que debatir sobre una figura totalmente anti-democrática pero que es básicamente un diplomático al que lo único que se le pide es que haga bien esa labor, que no robe y que tenga una conducta ejemplar. Planteémonos las consecuencias prácticas de que cumpla muy bien estas condiciones o de que no las cumpla, aparte de la influencia en sí misma de esa figura apartidista (o por divagar un poco, de la posible reminiscencia épico-colectiva de ese uniforme militar, apartidista, defendiendo la democracia ante la televisión). Y hagamos lo mismo con un presidente de la república, el que elegiríamos mañana, con muchos más poderes.

    Dicho esto, incluso aunque la probabilidad de que dicho presidente resultara un inútil impresentable sea muy alta, nunca me negaré al referendum, of course. Pero creo que ahora no es el momento. Un comentarista de nadaesgratis opinaba esto mismo y dijo que la situación le recordaba a Aterriza como puedas: «elegí un mal día para dejar de fumar» (LOL), yo hubiese escogido lo de …para dejar de oler pegamento.

  8. Moisés dice:

    «Sabemos que, de manera muy difusa, una mayoría de la ciudadanía está dispuesta a considerar una reforma.»
    Jorge, yo que no soy español ni vivo en España, aunque estoy muuuuyy (a veces creo que demasiado) conectado al país, a su realidad y a su actualidad, no lo sé. Aunque me parece más que lógico y yo estaría más que dispuesto. Hay estudios sobre el tema? Números? Gracias de antemano.

      • Moisés dice:

        Gracias Alnair, por la respuesta y por los datos.
        Me parecen muy interesantes pero no creo que lleven a la conclusión que expone la frase citada del artículo. Una cosa es pensar que la monarquía es corrupta/ arcaica/ inadecuada y otra es estar a favor de iniciar un cambio, que no se hará solo: exige mucha participación ciudadana. Y no hablo de manifestarse en las plazas, eso está bien pero no es suficiente. Ya explicaban más abajo el coste en materia de capital político que semejante reforma acarrea. Mi duda es si la gente (una mayoría de ella, vamos) está dispuesta a apoyar en las urnas a partidos que promovieran la reforma y la hicieran realidad. Teniendo en cuenta el parlamento español actual, me gustaría saber si la gente está dispuesta a organizarse y participar lo suficiente como para crear otros partidos o que crezca casi exponencialmente el apoyo a los que ya existan y harían posible la reforma. Sobre todo teniendo en cuenta que esos últimos no traen consigo solo la reforma monarquía/ república, sino otras ideas muuuucho más discutibles como expropiación de empresas, levantamiento de fronteras y un largo (y en mi opinión muchas veces patético) etcétera. No encuentro fundamentos, aunque tampoco dudo de que existan, para pensar que la gente (insisto: hablo de mayorías) va a arremangarse y, con la que está cayendo, emplearse a fondo para una reforma semejante. Una cosa es estar de acuerdo en que algo está mal y no apoyarlo, como bien muestra el estudio que enlazabas, y otra es estar de acuerdo en comerse el marrón de arreglarlo ahora.

  9. Shine dice:

    Es «no es urgente» o «no es importante» es la excusa de quienes no quieren modificar el status quo.

    • jorge dice:

      Pues en algunos casos, todo lo contrario. Yo lo que digo es que si queréis reformar la Constitución y hacer referéndums los hagamos en serio y para un huevo de cosas. A ver si va a resultar que las autonomías tienen más valoración que la monarquía. Y aunque la tuvieran, la única forma de dejarlo claro es votando.

      A lo que voy es que si vamos a abrir el melón de la reforma no puede ser sólo para que salga adelante lo que a vosotros os apetece. Nos ponemos en serio, proceso constituyente y a ver qué sale.

      • Shine dice:

        Pues me parece estupendo, abrimos todos melones que quieras, cuando quieras y las veces que tú quieras.

        • Abulico dice:

          Vale, a ti te parece estupendo, pero ¿crees que a la mayoría de los vascos y catalanes, por ejemplo, se lo parece? ¿Crees que hacer ahora mismo un referéndum sobre la expulsión inmediata de todos los emigrantes sería conveniente y más democrático?

          Sobre todo, si no hay unas reglas de juego (es decir, unas limitaciones) aceptadas por la inmensa mayoría, lo que se tiene no es democracia, sino la imposición de la mayoría (que basta con que sea la mitad más uno) sobre la minoría. Donde está el límite de lo que puede exigir e imponer la minoría frente a la mayoría es discutible, nunca habrá una respuesta definitiva incontrovertible, pero pretender que no haya límites y que se pueden cambiar las reglas de juego al son que toque la mayoría es una receta segura para el enfrentamiento civil.

          • Shine dice:

            Pues hombre, lo que le parezca a la mayoría de vascos y a los catalanes habrá que preguntárselo a los vascos y catalanes, pero como no se les puede preguntar… Has elegido un gran ejemplo, territorios cuyos habitantes están planteando precisamente el «derecho a decidir». El referéndum ese para la expulsión de los inmigrantes, ¿para qué día lo querías? Oye, que este domingo si apetece.

            Curioso apelar a unas reglas de una «inmensa mayoría», para luego criticar la imposición de la mayoría. No se sabe qué es exactamente «inmensa mayoría» o si esta es estable en el tiempo porque nunca se puede preguntar: nunca toca. Sobre todo porque en las democracias no deja de ocurrir constantemente la imposición de las mayorías sobre las minorías.

            Las democracias pueden ser más representativas o más participativas, pero maldita sea, todas se basan en preguntarle a la gente lo que piensa. Y la verdad, no sé qué es peor para provocar un enfrentamiento civil, si cambiar las reglas cuando la mayoría lo demanda o ni siquiera preguntarlo.

            Vaya con los reformistas…

            • Abulico dice:

              Me parece que no has entendido: lo que plantean (un porcentaje) de vascos y catalanes es el «derecho a decidir… ellos», una minoría cuya situación actual está blindada (Constitución y Estatuto de Autonomía que no se puede cambiar sin la aprobación de vascos y catalanes, en cada caso). Lo suyo sería que decidan cada vez todos los españoles si quieren que Cataluña/Euskadi/Murcia etc se independicen, o sigan como ahora, o que se les quite el estatuto de Autonomía. La mayoría de los españoles decide, y si a la minoría (catalanes, vascos, murcianos, etc) no le gusta el resultado se aguanta.
              Y a ver si de una vez nos enteramos todos: democracia es el gobierno de la mayoría respetando a la minoría, si no no hay democracia. Si en un país un 60% de la etnia/religión X machaca al 40% de la etnia/religión Y porque siempre ganan al ser mayoría, eso no es democracia. Claro que no es fácil determinar dónde está el límite entre respetar a la minoría y que la minoría se esté imponiendo a la mayoría: para eso lo mejor suele ser llegar a algún tipo de acuerdo marco (Constitución) aceptada mayoritariamente por todos, mayoría y minoría. Y se supone que para cambiarla hace falta una «supermayoría» similar.

              • Shine dice:

                Que va, de hecho cada vez lo entiendo mejor. Sería estupendo que todos los españoles puedan votar por la posible independencia de un territorio y al mismo tiempo es una estupidez. En los referendum de independencia lo normal es que voten los que pretenden independizarse, no el resto y los motivos son evidentes. De todos modos que voten unos o otros me da bastante igual, porque ambos se niegan a realizarse por igual. Y si a la mayoría no le gustara el resultado, pues se aguanta.

                La democracia es un concepto bastante amplio, pero seguro que es esto (http://lema.rae.es/drae/srv/search?key=democracia) y como decía antes consiste en que sistemáticamente la mayoría «machaca» a la minoría. Hay acuerdos marcos como las constituciones, generalmente bastante vagas y laxas (menos la nuestra), aceptada… ¿mayoritariamente por todos? ¿Cómo los sabemos si no podemos preguntar? ¿Qué dicen las encuestas existentes sobre reformar la Constitución? ¿Qué estamos haciendo al respecto?

                Así que volviendo al inicio, mucha vuelta con el único objetivo de mantener es status quo.

              • alex dice:

                ¡¡Leyéndote se ma ha ocurrido la solución perfecta !!!!! Muchos lo agradecerán. Como son todos los españoles los que tienen que decidir además de por los catalanes y vascos, apliquemos esa misma idea y !vayamos más allá¡, apliquémoslo como es debido. Que se haga un referéndum a todos los españoles sobre la independencia de Cataluña y además no solo eso, sino preguntar si se debe suspender su autonomía, seguro que sale que… !sí¡ Y a su vez, preguntemos lo mismo por el País Vasco y… bualá, ¡autonomía suspendida!. Y así con todas y cada una de las autonomías, de esta manera solucionamos un problemón de golpe y porrazo, y además de manera constitucional. De un plumazo acabamos con el problema de las autonomías, el problema catalán y vasco y encima recentralizamos el estado. ¡Jugada maestra…!

                • Shine dice:

                  Hagámoslo bien, si es por Cataluña preguntemos en Pakistán que sus ciudadanos están afectados 😉

              • Gerion dice:

                A raíz de la expresión relativa a una mayoría machacando a una minoría, sugiero denominar a nuestra forma de gobierno como «oclocracia» en lugar de «democracia». Habrá menos malentendidos, y todos sabremos lo que somos con claridad.

  10. colapso2015 dice:

    Mucho republicano, mucho monárquico,…,
    Pero CERO repúblicos. Por ello nadie es capaz de articular algo mínima-mente racional,..

  11. jota ka dice:

    El problema es el de siempre. La gente es de izquierdas o de derechas como el que es de un equipo de fútbol. Por cuestiones emocionales y de tradición en vez de por racionalidad pura.

    Muchos querríamos una república federal, como la alemana. Pero es evidente que ese no es el tipo de república federal que defiende Izquierda Unida.

  12. Adrian dice:

    Hola,

    Desde USA la discusión a estas alturas nos parece, medio estéril. A mi punto de vista, una monarquía parlamentaria no es un mal sistema (por mas que parezca un poco injusta, pero en UK, Noruega, Holanda, Denmark, etc funciona), como obviamente tampoco lo es una República (en USA nos parece ridículo que no exista una república, pero bueno, los americanos somos así). Ahora, mi pregunta. Hay alguna encuesta que exprese cual es la opinión de la sociedad española en este tema??

    • colapso2015 dice:

      No es tan simple como en EEUU. Los puritanos colonos desarrollaron la pre-democracia de forma natural. Durante ese periodo existía igualdad de participación y condición en la cosa pública.

      A medida que se civilizaba el sistema político, con ayuda de los padres fundadores, la república es inexcusable desde un punto de vista racional. Tal es asi que inventan la democracia representativa, abjurando del régimen parlamentario de UK que los discriminó como “súbditos de segunda”.

      En España ha ido a saltos, el tinglado empezó a moverse con el liberalismo, pero nunca ha existido un periodo razonable sin una OLIGARQUÍA, España es una oligarquía no una democracia. Aquí no se eligen representantes, se eligen listas con un montón de nombres pero realmente se vota al partido, irreflexivamente. No hay representatividad, ni separación de poderes, todos emanan del ejecutivo que a la vez es legislativo. Las elecciones aparentemente son presidenciales, pero no son ni una cosa ni otra.

      Por ello, no es sólo sino también el debate entre monarquía y república. Es entre un paso a una democracia o seguir con la oligarquía. Reyes, nepotismo, caciquismo, …, Estado de Partidos, oligarquía, corrupción por todos lados.

      Como ejemplo el rey juró respetar los principios del movimiento (falange) y NO juró la “Constitución”* (no existió periodo de libertad constituyente), sino los principios del movimiento nacional.
      http://www.youtube.com/watch?v=WOqBJ-dlnsQ

      *: sin separación de poderes no hay Constitución…

      • Alatriste dice:

        Hombreeee… ¿De verdad estás diciendo que en 1975 el Rey hubiese debido jurar la Constitución de 1978? Porque no sé los demás, pero yo veo un pequeño problema en esa exigencia, uno difícil de resolver sin la ayuda de H.G. Wells…

        Por si no queda claro, creo que no tienes razón en nada de lo que dices, y muy especialmente en que «no existió periodo de libertad constituyente». Semejante fantasía solo puede decirla alguien que no ha vivido los años entre 1976 y 1978, el periodo de libertad constituyente. Una pista: El partido comunista fue legalizado el 9 de abril de 1977 y se presentó sin el menor problema a las elecciones constituyentes de junio del mismo año.

        • colapso2015 dice:

          Por si alguien lee y le interesa, jurar los principios del movimiento nacional no exime de jurar la Constitución. Sin embargo, jurar esos principios ya apunta por donde va la moral del individuo.
          Parecido a Fraga y a los demás, del régimen a demócratas ejemplares, padre de la “constitución” de los 7, de la Gran Transacción.

          El rey no juró la constitución, sin embargo firma las leyes. Si tiene algún problema con ello, consulte http://es.wikipedia.org/wiki/Coordinaci%C3%B3n_Democr%C3%A1tica y los cables de USA en Wikileaks, en España está todo contaminado. Puede preguntar también a los supervivientes participes de aquello, como es lógico, correcto y verídico. ¿Cuando se aprobó la ley de partidos políticos?¿Cuando se aprobó la “constitución”? ¿Cuando fueron convocadas las cortes constituyentes*? Ahora reste ¿periodo de qué? ¿sobre qué legitimidad?

          Por otra parte, no hace falta ser un lince para saber que esto es una oligarquía, simplemente se necesita vivir en este país,.., quizá usted vive en otra onda de otro nivel…

          *: convocadas como legislativas.

    • Frigopie dice:

      Tú tienes de americano lo que yo de indonesio.

  13. Esteban dice:

    Importante, y necesaria, esa aproximación que haces a la república con minúsculas. La república no es más que un sistema de organización del Estado, no un dogma de fe.
    Y las posiciones intermedias son fundamentales para hacer que el sistema avance. Hoy quizá no es el momento, pero dentro de unos años puede que sí.
    La reforma que necesita España es mucho más profunda. Es una reforma de valores, de dejar de creer que somos diferentes y de empezar a pensar en global, no en localismos que se usan de manera espúrea para espolear a los extremos.
    Es decir, podemos pensar cuál es el valor de una forma u otra de organización de nuestro país, pero debemos hacerlo de manera tranquila y sopesando todos los problemas que pueda plantear.
    Y, lo siento, pero yo estoy a favor de un sistema presidencialista. Para cambiar un jarrón por otro y que me pueda costar el mismo dinero o más (sí, Italia, te miro a ti), prefiero acometer reformas que vayan hacia otras cosas antes que rematar el proceso cainita en el que normalmente se convierten estos debates.

  14. Alatriste dice:

    El problema principal cuando se incluyen en el mismo artículo las palabras «república» y España es que no estamos hablando de un tema sino de dos diferentes, el establecimiento de una república, y el regreso de la República con mayúsculas.

    Un sector, a juzgar por las evidencias extremadamente pequeño, intelectual y carente de la menor influencia querría una república, sí, pero no puede – y probablemente no quiere – entrar en detalles porque el debate y la visibilidad los monopoliza el sector mayoritario del grupo, que sabe perfectamente lo que quiere y es La República. En otras palabras, la de 1931-36 completa con bandera tricolor, cuadros de Mariana, gorro frigio, la Constitución de 1931, que era per-fec-ta con acento en las tres sílabas porque era la de la República y basta (aunque muchos si la leyeran descubrirían con considerable asombro hasta qué punto era burguesa, centralista y castellana, jacobina, autoritaria y ‘last but not least’ anticlerical hasta el ridículo, que no es lo mismo que laica), juicio y depuración de los pocos franquistas que aún no se hayan muerto y una multitud de estrellas rojas de regalo.

    Y ese es el principal problema que tiene el establecimiento de una república en España: que esos aires de revanchismo descarado le garantizan una cierta popularidad, pero al precio de identificarse con la izquierda radical hasta tal punto que solo los izquierdistas radicales votarían «sí» en un hipotético referendum, haciendo imposible ganarlo, por no hablar de conseguir 2/3 de los escaños.

    El punto que deja más claro hasta qué punto la cosa es surrealista y ocurre fuera del mundo real se pudo ver ayer mismo en TV, y sí, estoy hablando del programa del Gran Wyoming. Resultó tan reveladora como deprimente la sucesión de personas que se definían como republicanas y evidentemente nunca habían reparado en que por muy republicano que fuera el sistema de gobierno España seguiría siendo el mismo país, los votantes del PP serían los mismos que ahora, y José María Aznar habría sido presidente durante 8 años. La república no «se vende» como un sistema de elegir al jefe del estado, se vende como una utopía revolucionaria en la que por definición Aznar no podría ganar elecciones.

    Esa mentalidad es la clave de la situación, porque implica que los únicos que de verdad se moverían por una república no la quieren para hacer una Segunda transición. La quieren para hacer la revolución, empezando por deshacer la transición y volver a 1975, cuando según ellos la izquierda tomó por el camino erróneo… y lo más irónico es que solo con que parezca que pueden tener éxito el resultado más probable será que los votantes que el PP ha perdido, asustados, retornen en masa y lleven al partido a ganar las elecciones por goleada. Aunque para ser sinceros sospecho que la soufflé del republicanismo se va a desinflar rápidamente…

  15. juan dice:

    La CE permite celebrar referéndums consultivos para temas importantes.
    La CE hay que reformarla pronto o tarde para dar una salida al problema territorial o si sigue la monarquía para eliminar la ley sálica.
    No sucedería nada por celebrar ese referéndum consultivo y una vez se tenga que reformar para más cuestiones cambiar la forma de estado a lo «preferido por el pueblo» en ese referéndum previo.
    Respecto a votar más cosas, a mi no me importaría evolucionar al modelo suizo.

    • Alatriste dice:

      Eso, que en apariencia parece tan inofensivo, tan de cajón, encierra problemas muy graves:

      – Uno de larga historia, es el empleo del referendum / plebiscito como herramienta para desestabilizar la democracia. Es una táctica muy antigua, como mínimo data de Napoleón I, y se ha empleado continuamente desde entonces por derechas e izquierdas, especialmente por dictadores pero no solo por ellos. Se empieza por definir el referendum como la única forma pura de expresión del pueblo, la única auténtica y sin diluir. Una vez hecho esto es elemental descalificar las elecciones y los parlamentos como meros sucedáneos en los que unos intermediarios desvirtuan la voluntad del pueblo… cuando en realidad es al contrario: en un plebiscito, dado que solo se puede responder «si» o «no» a una pregunta preparada por el gobierno de turno la voluntad popular está sometida a limitaciones draconianas (y sí, la consulta de Artur Mas es el mejor ejemplo que uno pueda desear; un sistema diseñado para que la respuesta «correcta» gane con un apoyo de solo el 25,01% está manipulado de una forma tan descarada que en mi opinión resulta un tanto insultante para los votantes catalanes).

      Otro, creo que más reciente y más sutil, consiste en el empleo del referendum, o mas bien de su exigencia, como forma de deslegitimar las leyes, debilitar al contrario, y marcar la agenda.

      Pongamos por ejemplo un grupo que quiera la legalización de la pena de muerte, aún sabiendo perfectamente que el parlamento no va a pasar una ley semejante y que su idea tiene un apoyo popular insuficiente. Pero ¿Qué le cuesta a ese movimiento exigir un referendum aunque solo sea porque la pena de muerte se abolió en 1975 y la mayoría de los votantes de hoy no participó? Absolutamente nada, al contrario, gana un par de puntos baratos porque se presenta como «amigo del pueblo y de la libertad». Quien sostenga que las cosas no funcionan así, que las leyes no caducan sino que se modifican y que quien quiera que se cambien lo que tiene que hacer es ganar las elecciones aparece a la defensiva, «enrocado», y de alguna forma contrario a que el pueblo decida… cuando lo que dice es que el pueblo decide cada cuatro años si las leyes, todas, caducan, se modifican, o se mantienen. Lo hace cada vez que vota apoyando el programa legislativo de un partido.

      Y tal vez el aspecto más sutil es que la celebración de un referendum sobre la pena de muerte, la monarquía, o la independencia, no sale gratis, al contrario, tiene un elevado coste político. Los gobiernos tienen un margen de tiempo para aplicar su programa y un capital político que gastar impulsando su programa, ambos estrictamente limitados. Si ese tiempo y ese capital se gasta en ganar un referendum sobre la pena de muerte, es un tiempo y un capital que el gobierno no ha podido emplear en su propio programa. La oposición se ha hecho con la iniciativa y marcado la agenda, y con ello conseguido una victoria sea cual sea el resultado de la votación.

      • Jota ka dice:

        Un gran fan de los referendo era Francisco Franco.

      • juan dice:

        En mi caso creo en la democracia directa. Es un ejemplo repetido lo de forzar el referéndum sobre la pena de muerte después de algún suceso impactante con víctimas como arma contra el voto directo cuestión por cuestión. Hay formas de resolver eso.

        En mi caso prefiero a votar los temas a no que me representen «tratándolos» aquellos que justo los tratan de forma contrario a lo prometido en el programa o la ideología del partido. Votar un programa de un partido no significa nada ya que los políticos obviamente no han incorporado el delito de «estafa electoral» por incumplimientos manifiestos de los programas.

        En todo caso, la posibilidad está en la CE y no estaría mal usarla. Si se votan a favor temas que requieren cambios constitucionales no sólo será consultivo sino que además el gobierno no podrá aplicar el resultado, sólo si hay una mayoría de 3/5 al final de la legislatura podría cambiarse la constitución y se requeriría otro referéndum para validar los cambios.

        Respecto a lo del tiempo para aplicar los programas, no creo que sea un problema, no vemos a los diputados ir a muchas sesiones, y seguro que Rajoy no se pierde un final de etapa de Tour, Giro o vuelta.

        • Alatriste dice:

          Si me permites un chiste de humor negro, quien cree en la democracia directa nunca ha ido a una junta de su comunidad de vecinos… o leído a Tucídides.

          Y ahora hablando en serio, un referendum no es democracia directa. Al contrario, es democracia castrada, 100% orientada y tutelada por el poder ejecutivo ¡Es el gobierno quien controla todo el proceso, el cómo, el cuando, la pregunta o preguntas y cómo se aplicaran los resultados! Por poner otra vez el ejemplo de Artur Mas, porque viene que ni pintado ¿Tú le llamas democracia directa a eso, un proceso arrancado y controlado por el gobierno, con una respuesta «buena» patrocinada por el gobierno, unas preguntas decididas por el gobierno y un sistema de contar los votos descaradamente escorado hacia el resultado preferido por el gobierno?

          • juan dice:

            Me gusta el modelo Suizo. Donde las propuestas no son impuestas por el ejecutivo.
            No digo que la democracia directa sea un método perfecto, pero es mejor que este que consiste en elegir unos representantes que muchas veces a quien representan es a otros (FMI, etc).

          • Maese Alcofribas dice:

            Alatriste, no niego todos los potenciales aspectos negativos que señalas sobre el referéndum (lo de la pregunta-algoritmo de Mas es de traca ciertamente), pero tengo que contestarte a eso de democracia castrada, no puedo aceptar sin más esa calificación. Cuando se debate sobre UN TEMA CONCRETO, no hay forma más democráticamente pura que un referéndum, más allá de todos los problemas que pueda conllevar. El voto en las elecciones tiene el problema contrario, votas a muchas medidas a la vez y puedes estar muy de acuerdo con unas y muy en desacuerdo con otras. Y en lo que respecta a la posibilidad de manipular al votante, no será menor que en unas elecciones (de hecho, pienso que en el referéndum la posibilidad, o mejor dicho, el «alcance» de la manipulación es menor, tiene menos recorrido y se puede combatir más fácilmente).

            Por otra parte, creo que el referéndum aporta una mayor legitimidad (si los perdedores son realmente demócratas, esto es, buenos perdedores, lo que no es perjuicio para que un referéndum pueda repetirse después de un periodo de tiempo pre-establecido y razonable) de cara a que los políticos no tengan el campo (argumental) abierto a cambiar la ley cada vez que llegan al poder. Piensa en un tema como el aborto, donde es imposible un consenso entre «bandos». Pienso que lo ideal es que los bloques parlamentarios presenten dos (o tres) opciones legislativas y que la gente las vote. El perdedor se jode como buen demócrata (lo cual no quiere decir que se calle si no lo desea) y a otra cosa mariposa. Y la ley resultante no se toca, por mucho que nos/les joda, hasta que no toque otro referéndum.

            • Alatriste dice:

              Ese es un problema de muy difícil solución, por no decir que imposible: porque usando tu ejemplo – realmente bueno – de un referendum sobre la ley del aborto, si tienes unas elecciones puedes votar por el partido que defienda la prohibición, por el que defienda su liberalización total, por los que incluyan en su programa una ley de plazos, y por los que quieran una ley de supuestos.

              Con un referendum es el gobierno el que lo controla todo y solo te permite decir «si» o «no» a su opción favorita.

      • Gerion dice:

        Alatriste: si escribe un libro, se lo compro.

  16. […] hago una pausa publicitaria, los señores que saben de esto y escriben libros, tanto @Egocrata como @JorgeGalindo dicen (si no he interpretado mal) que es mejor la elección a través del parlamento (así lo han […]

  17. alex dice:

    Es de chiste, si los catalanes quieren independencia, el referéndum debe de ser por todos los españoles; si los españoles quieren referéndum monarquía-república, ya si eso otro día que hay cosas más importantes, no hay que destabilizar, etc…
    De todas formas, formas echo de menos un debate sano, hinesto y sin «malas intenciones» sobre lo bueno y lo malo de ambos modelos de estado. Y de ahí votación, y que lo que salga se acate para «siempre». Lo que no entiendo es que si los pro-monarquía estás tan seguros de que los pro-repúbloca son un aminoría, una jugada maestra sería convocar referéndum, ganarlo y acabar para «siempre» con el.debate que erosiona al país.
    De acuerdo con separar república-izquierda monarquía-derecha. Que perjudica seriamente a los pro-república.
    Lo siento si este comentario no está a la altura del nivel de politikon, tenía ganas de expresarme.

    • alex dice:

      Perdón borradme el comentario si queréis, que está repetido, y el escribir a través del móvil tampoco ayuda.

    • Alatriste dice:

      Personalmente yo diría que lo que es de chiste es decidir con tanta facilidad lo que quieren los españoles (o los catalanes). Porque si es por llenar Sol, los obispos te llenan Colón el domingo que quieran, y es mucho mayor. Así que tendríamos que concluir que la conferencia episcopal tiene el apoyo masivo del pueblo y que el presidente del gobierno debería ser monseñor Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid. Si viste como Richelieu la cosa puede quedar muy aparente.

      En serio ¿Tan difícil es votar a partidos republicanos si uno es republicano? Vamos, no será por falta de partidos que lleven la república en su programa…

  18. alex dice:

    Es de chiste, si los catalanes quieren independencia, el referéndum debe de ser para todos los españoles; si los españoles quieren referéndum monarquía-república, ya si eso otro día que hay cosas más importantes, que no hay que destabilizar al país, etc…
    De todas formas, echo de menos un debate sano, honesto y sin «malas intenciones» sobre los pros y contras de ambos modelos de estado. Y desde ese debate constructivo convocar un referéndum vinculante que todo el mundo para «siempre». Lo que no entiendo es que si los pro-monarquía estás tan seguros de que los pro-repúbloca son un aminoría, una jugada maestra sería convocar referéndum, ganarlo y acabar para «siempre» con el.debate que erosiona al país.
    De acuerdo con separar república-izquierda monarquía-derecha. Que perjudica seriamente a los pro-república.
    Lo siento si este comentario no está a la altura del nivel de politikon, tenía ganas de expresarme.

    • alex dice:

      *para «siempre» acate.

    • Abulico dice:

      alex: lo malo de hacer un referéndum vinculante que todo el mundo acate para siempre, es que al cabo de unos años los perdedores empezarán a decir que lo que se votó no vale, que la gente ha cambiado, que muchos no habían nacido, etc. El «para siempre» puede durar 20 ó 30 años.
      Siguiendo tu argumento podríamos decir que el tema se votó ya «para siempre» cuando se votó la Constitución de 1978, donde hubo temas que se dejaron zanjados (Monarquía, sistema autonómico básico, libertades, etc) y temas que se dejaron abiertos (aborto, pena de muerte, límite máximo del sistema autonómico, etc). Si eso no vale, ¿por qué va a valer cualquier nuevo referéndum? Y tengo la sospecha de que si se hiciera un referéndum y saliera Monarquía, los republicanos volverían a pedirlo a los pocos años, mientras que si saliera República no se permitiría un referéndum para «volver hacia atrás».

      • alex dice:

        Se votó en 1978 pero que yo sepa no fue una elecciòn directa de monarquía o república, sino democracia (monarquìa?) O incertidumbre (viniendo de una dictadura de 35 años). Entiendo tu razonamiento, cuando digo para siempre me refiero a 40 o 50 años. Ya sabemos como se suceden los hechos a lo largo de la historia, golpes de estado, guerras, abdicaciones, revueltas sociales, etc… pero si todo trascurre sin sobresaltos 40, 50 años o más debería de durar el consenso social.
        Entiendo tu percepción, cada uno tenemos una, como los culos 🙂
        Sin embargo por lo que te leo, son los republicanos los que no aceptaríamos el resultado, bueno, es tu opinión, sesgada pero tu opinión. Lo que está claro es que a día de hoy tienen motivos para pedir referéndum. Si ganara la monarquía en referéndum, automáricamente se desactivaría el debate. Y en caso de que reactivase, no tendría el mismo apoyo social que tiene ahora, pero ni de lejos.
        Un saludo.

      • alex dice:

        Otro apunte abulico: me sorprende que dude de que los republicanos acepten el resultado de un referéndum, libre y honesto, sobretodo cuando gracias a la historia se sabe que fue la República la que sufrió un levantamiento armado.
        Un saludo 🙂

        • Alatriste dice:

          Pues más vale que estudie historia, empezando por «Jaca, sublevación de»… y no estaría de más que añadiese al programa a un tal «general Sanjurjo» y la llamada «Revolución de 1934».

          En otras palabras: fue la monarquía la primera que sufrió una sublevación armada – una republicana – y por su parte la república no sufrió una sino al menos tres, dos de derechas y militares, y una de izquierdas. Demasiada gente parece creer que este país fue una balsa de aceite hasta el 17 de julio de 1936 y lejos de ello el uso de la violencia armada en política se había hecho casi rutinario desde hacía bastantes años.

          • alex dice:

            Leo sus comentarios y usted se dedica a corregir y rectificar comentarios ajenos. Yo me pregunto, que es lo que propone? Dejar las cosas tal cual? Porque me habla de sublevaciones de Jaca, general Sanjurjo, etc…

            • Alatriste dice:

              Lo que propongo es que sus defensores dejen de defender la adopción de una república – con minúsculas – con el argumentario mitológico de la República – con mayúsculas. Que si opinan que España necesita una revolución la llamen así en lugar de mezclar churras con merinas.

              No me dedico a corregir o rectificar comentarios ajenos por errores sin trascendencia, como que la república se proclamó el 15 de abril, o que el primer presidente fue Manuel Azaña; no se trata de alardear de conocimientos o de ser el rey de los tiquismiquis. Se trata de desmontar el tinglado de mitos, leyendas y medias verdades sobre el que se quiere asentar el debate en lugar de hacerlo sobre la discusión de las ventajas o desventajas de un sistema de gobierno republicano.

              Aquí tenemos una y otra vez ese viejo repertorio de mitos y leyendas: la España que no conoce «actos de soberanía» del pueblo (cuando en realidad ni Francia ni Italia han visto jamás uno tan unánime como el que tuvo lugar en toda España en 1808), la república nacida en paz y libertad, democrática y estable, derrocada por un inesperado golpe militar fascista (cuando ni su nacimiento fue tan pacífico, ni el sistema era tan democrático, ni tuvo nada de estable, ni las fuerzas de izquierda estuvieron más dispuestas que las de derecha a aceptar los resultados de unas elecciones perdidas), el rey franquista que no juró la Constitución al ser proclamado (bastante lógico dado que no había en 1975) y hasta la impresionante barbaridad de sostener que no hubo «periodo de libertad constituyente» y que las elecciones de 1977 no fueron constituyentes sino solamente legislativas (hombre, que eso no ocurrió en 1700, hay muchos millones de personas vivas que recuerdan esas elecciones, incluyéndome a mí… ).

              En resumen, porque me he extendido mucho, tal vez demasiado ¿Cómo puede reprocharme que mencione la sublevación de Jaca (1930) cuando usted ha recurrido a la sublevación militar de solo 6 años después en su argumentación?

  19. Alfonso dice:

    Yo soy de la opinión de que si no esta roto, no lo arregles.

    Tenemos un sistema bastante barato y que funciona moderadamente bien.
    Y no podemos tampoco negar el
    Efecto aglutinador de la monarquía. El Comienzo de la segunda república en España trajo una época de caos que acabo en guerra civil al fin y al cabo…

  20. […] La república sin mayúscula […]

  21. […] nada tiene de positivo soslayar el debate. Es más, merece la pena aprovecharlo para plantearse qué papel debe tener un jefe de Estado, sea en la actual monarquía parlamentaria o en un régimen republicano. Es el melón que nos queda […]

  22. unai dice:

    Efectivamente, en España los períodos donde no ha gobernado (o tutelado la democracia) una oligarquía y élite son escasos (inusualmente escasos para tratarse de un país europeo).
    La propuesta de la República evidentemente viene a romper con ese sistema de gobierno/mercado regulado por y para las élites. Juan Carlos I no deja de ser, en ese sentido, un lobbysta con el Estado a su favor.
    Naturalmente la propuesta de la república tiene que ir cogiendo forma alrededor de un republicanismo incipiente (transparencia, recuperación del prestigio de la función pública, participación ciudadana,…) que derive en un proceso constituyente que refunde España (o que la funde porque hasta ahora España se ha impuesto siempre de arriba a abajo sin un acto de soberanía como han podido tener Italia, Francia u otros países europeos). Evidentemente es un proceso tedioso a medio/largo plazo, pero creo que puede ser el programa histórico de máximos de un cierto republicanismo progresista español.
    La intervención de Roger me parece que analiza la cuestión desde una óptica excesivamente estructuralista/institucionalista. La cuestión Monarquía-República en la historia de España jamás ha estado únicamente restringida a la jefatura del Estado. Ha orbitado alrededor de una seria de cuestiones que regresan y que son el verdadero núcleo del debate: laicidad, concepto de ciudadanía, cuestión territorial. Por lo tanto, ponernos a discutir sobre modelos institucionales nórdicos y sudamericanos, en función de su arquitectura institucional, sin tener en cuenta los aspectos políticos que han enmarcado (y enmarcan) el debate Monarquía-República en España carece de sentido.
    Sobre la cuestión de como puede afectar esto a la cuestión de los nacionalismos periféricos discrepo sobre uno de los comentarios que he leído por ahí (disculpad, ahora no recuerdo quien lo ha dicho): cada vez me parece más claro que a medio plazo solamente un giro republicano profundo puede hacer que Cataluña siga formando parte de España.

    • Alatriste dice:

      Unai, en primer lugar creo que te falla el corrector del Word: fíjate, cuando has escrito «re» te ha completado «república» cuando tú querías poner «revolución».

      Y en segundo vas a tener que explicarnos con más detalle eso de los «actos de soberanía» que han tenido Francia o Italia pero España no. Porque aunque solo sea por haber visto «El Gatopardo» debería quedar bastante evidente que Italia fue creada desde arriba – desde Piamonte, y desde la corte de los Saboya para ser exactos – y si el acto de soberanía francés al que te refieres es la Revolución Francesa, se queda en una mera algarada parisina al lado de la explosión popular de 1808 en toda España (en cambio todas las grandes ciudades de Francia menos París fueron fuertemente contrarias a la revolución, empezando por Lyon, Burdeos y Marsella, y también lo que hoy llamaríamos nacionalismos, en Gascuña, Bretaña, Normandía, La Vendée, Córcega, etc).

  23. […] – Gráficos: http://www.generadordegraficos.com/ (elaboración propia) – Politikon: http://politikon.es/2014/06/03/la-republica-sin-mayuscula/ […]

  24. unai dice:

    Las élites del Piamonte eran élites liberales y progresistas. Obviamente no me refiero a una revolución proletaria, sino a países que han tenido un siglo XIX de signo modernizador y un país que, pese a los muchísimos intentos, sale del siglo XIX con un proyecto regresivo triunfante. Eso es evidente. Por ello la vindicación de la república tuvo, y sigue teniendo, hoy con cuestiones actuales, un significado que va mucho más allá de la jefatura de estado.
    Tal vez hubiese sido mejor que el de los tambores del Bruc y Manuela Malasaña se quedaran en casa. Unas décadas bajo dominio francés hubieses sido fantásticas para limpiar la costra que acabó imponiéndose de nuevo. Y que ahí sigue.

    • Alatriste dice:

      En otras palabras, que sí que tuvimos acto de soberanía, solo que no te gusta el resultado ¿O he entendido mal algo?

      Y me gustaría saber exactamente en qué te basas para definir a las élites del Piamonte como «liberales y progresistas», pero aceptando contra toda evidencia que era así ¿Dónde queda tu rechazo de las monarquías y los proyectos constitucionales impuestos de arriba abajo? Porque Piamonte no tenía ni siquiera constitución (Nápoles en cambio si que adoptó una de verdad) sino una carta otorgada por el rey, el Statuto Albertino, que es la misma definición de algo decidido desde arriba…

    • Joshua dice:

      Unai, no sigas por ahí porque igual viene alguno y te llama «afrancesado» . Mucho me temo que aquí se ve antes la mota en el ojo ajeno que «la costra» en el propio. Buena parte del problema estriba en que estamos tan habituados a esa costra que ya ni la notamos. ¿Cómo va la costra? mal pero acostumbrados.
      Alatriste, me apabullan tu erudición histórica y tus ganas de darle patadas a un hombre de paja que te has construido: una especie de revolucionario de extrema izquierda que quiere regresar al 15 de abril de 1931 sin pasar por ninguna casilla de salida. Digo yo que ha había y hay bastante gente que puede ser republicana y no pertenecer a ese estereotipo. Y como erudito de la Historia, supongo que no tendré que decirte quién fue el primero que dijo aquello de «Après moi, le déluge». Muy demócrata no era, que digamos.

      • Alatriste dice:

        ¿Hombre de paja? Noooo… es él quien ha escrito cosas como que «La propuesta de la República evidentemente viene a romper con ese sistema de gobierno/mercado regulado por y para las élites», que la república tiene que derivar «en un proceso constituyente que refunde España (o que la funde)», que «La cuestión Monarquía-República en la historia de España jamás ha estado únicamente restringida a la jefatura del Estado», que «Ha orbitado alrededor de una seria de cuestiones que regresan y que son el verdadero núcleo del debate: laicidad, concepto de ciudadanía, cuestión territorial…» o que «solamente un giro republicano profundo puede hacer que Cataluña siga formando parte de España».

        Si esos pasajes no dicen con todas las letras que la república implica la revolución, y no una pequeña que traiga cambios meramente políticos sino una total que funde un país completamente nuevo, que venga Dios y lo vea.

  25. Unai dice:

    Sí, desde luego. He notado que el peligro de ser acusado de afrancesado (de rojo separatista ya me ha acusado) por parte de Alatriste. A Alatriste no le gusta nada lo francés y eso, me temo que desgraciadamente, es muy español. Hay una forma de ser español que consiste, en suma, en odiar lo francés/liberal.
    La revolución también parece darle miedo, tanto que llama acto de soberanía a aquello de: «vivan las caenas, abajo la nación».
    Un erudito de historia, así es. Me ha encantado lo de la costra en ojo propio. Como la vida misma, uno a veces no sabe si cuando la costra por fin se aparte España seguirá allí o ya solamente habrá puritito vacío.

    • Alatriste dice:

      De verdad, a veces uno piensa que Dios tiene que existir. Si no existe ¿Cómo se explica que me dieran ganas de comerme una tosta de Camembert mientras navegaba?

      En serio, me pregunto exactamente qué os ha hecho pensar que odio lo francés o lo liberal. De Francia en general, de su cultura, y de su sistema político en particular me gustan mucho unas cosas, como por ejemplo las elecciones a dos vueltas (una idea que en mi opinión hace mucho para combinar los puntos buenos de los sistemas proporcionales y los mayoritarios), y me disgustan profundamente otras, como la fuerza de la ultraderecha racista… y lo mismo os ocurre a vosotros, dicho sea de paso ¿O vais a decirme que os mola el férreo centralismo de la République Française, o la forma en la que impone el francés como única lengua, o ya puestos la alegría guerrera con la que manda tropas de combate por media África y hunde barcos de Greepeace?

      Ah, y que conste que París es la ciudad más hermosa del Universo Conocido.

      • Gerion dice:

        En Twitter sólo sigo a Reverte – que lleva una temporada un poco apartado de él -, y debo reconocer que su nick le queda como anillo al dedo. El personaje de Twitter era más radical que el de Politikon, ciertamente.

  26. […] Piedras papel analiza la evolución de la opinión pública sobre la monarquía en España; Galindo y Cercas tienen columnas sobre el tema del deseo de referéndum (yo estoy más cerca de la última, […]

  27. […] la evolución de la opinión pública sobre la monarquía en España; Galindo y Cercas tienen columnas sobre el tema del deseo de referéndum (yo estoy más cerca de […]

  28. […] Piedras papel analiza la evolución de la opinión pública sobre la monarquía en España; Galindo y Cercas tienen columnas sobre el tema del deseo de referéndum (yo estoy más cerca de la última, […]

  29. Sergi dice:

    Advertencia a Felipe VI sobre su futuro: http://bit.ly/1p1mPza

    • Una opinión dice:

      A Sergi y su link sobre la consulta catalana y Felipe IV. Imagino que las traducciones a inglés o francés serán igual de perturbadoras que la ofertada en español. Sinceramente, son este tipo de cosas las que imposibilitan cualquier acercamiento a la comprensión del otro.

Comments are closed.