Y, a modo de homenaje y resumen de las ideas principales que animaron el pensamiento y el trabajo del gran medievalista francés, nacido en 1924, traduzco el final del prefacio a la edición inglesa de una de sus obras más conocidas, La civilisation de l’Occident médiévale:

Es mi impresión que el desarrollo de las ideas sobre la Edad Media y la profundización en las investigaciones y reflexiones ha reforzado dos de los puntos de vista fundamentales de este libro. Por un lado, la Edad Media, un período de violencia, de condiciones de vida duras, dominado por el mundo natural, fue también un período de excepcional creatividad y sentó las bases para el desarrollo de la civilización occidental. Por otro, quizás incluso más que otras, la sociedad del Occidente medieval sólo puede entenderse si se muestra cómo sus realidades materiales, sociales y políticas estaban penetradas por el simbolismo y el mundo de lo imaginario. Sólo el estudio de cómo la gente se representaba a sí misma, junto al estudio de cómo pensaba y se sentía, nos permite entender este mundo que perdimos no hace tanto, y que aún permea nuestra mente y nuestra imaginación.

Por aquí siempre hemos defendido que la comprensión del Occidente medieval, también en sus instituciones políticas y sociales, es fundamental para entender el mundo de la modernidad que aquel alumbró; y que deberíamos prestar al menos tanta atención a nuestro, en apariencia, menos honroso pasado feudal como a las narraciones de conveniencia que nos ligan con el mundo clásico grecorromano. Pocas puertas de entrada mejores a esa realidad, tan cercana aún en muchos aspectos, que la obra de Le Goff.