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¿Y si la crisis en España acabara en nada?

12 Feb, 2014 - - @egocrata

Se ha hablado mucho de los efectos sociales de esta crisis. La situación de muchísimos españoles ha empeorado radicalmente durante los últimos seis años; la pobreza y las desigualdades han aumentado; hemos destruido cantidades ingentes de riqueza. Toda una generación de jóvenes tienen su carrera profesional destrozada incluso antes de poder empezarla; muchos de los más ambiciosos han preferido irse del país directamente. La gran recesión ha sido devastadora; una depresión en toda regla.

Desde el punto de vista político e institucional la crisis también parece haber provocado cambios. El PSOE sufrió una derrota electoral devastadora el 2011 debido a la crisis. El PP parece ir camino de desmoronarse en las encuestas. El viejo bipartidismo imperfecto salido de la transición parecer ir camino de convertirse en un multipartidismo incómodo. En la periferia, el secesionismo parece ir camino de ser dominante en Cataluña. En la calle, los movimientos de protesta ganan terreno, con nuevos actores sociales abriéndose paso entre la indignación.

Si miramos las cosas más de cerca, sin embargo, creo que es fácil sobreestimar los efectos institucionales de esta crisis a medio/largo plazo. Es más, creo que es incluso posible defender la idea que la crisis, lejos de cambiar las cosas, ha dejado muchos de los viejos equilibrios intactos, e incluso ha reforzado algunos de ellos. Los políticos pueden haber cambiado, pero muchos de los problemas permanecen.

Cuando hablamos de un sistema político estamos hablando de algo que es, de forma implícita, un equilibrio. Un estado tiene unas determinadas estructuras económicas, institucionales y políticas con una determinadas reglas de juego, en la que (casi) todos los actores políticos participan. En un sistema democrático, estas reglas de juego son cosas como la ley electoral, el sistema parlamentario, el sistema de reclutamiento de funcionarios, las estructuras de los partidos políticos, el poder judicial, las agencias reguladoras de los mercados y las normas que regulan la interacción entre políticos y actores privados. Los actores políticos utilizan estas reglas para regular la economía, delimitar el papel del estado, cómo funcionan los mercados, etcétera, y los actores económicos se adaptan y actúan dentro del sistema. Los votantes y diferentes grupos sociales participan, votan, protestan y se ven más o menos representados por el sistema de partidos; los dirigentes forman coaliciones de gobierno, y la democracia más o menos va tirando con toda su inevitable fealdad.

La misma noción de equilibrio, de seguir de estas reglas, implica también una cierta estabilidad. Los participantes del sistema político aceptan las normas porque no se sienten perjudicadas por ellas; no quieren cambiarlas porque el sistema representa sus intereses.  Esto no quiere decir que dentro del equilibrio del sistema político no haya perdedores; siempre los hay. Lo que no tenemos es una coalición suficiente de actores políticos que quieran cambiar el sistema, la estructura de incentivos (la ley electoral, el CGPJ, la financiación de los partidos, la selección de funcionarios, la administración pública, etcétera) como para que esos cambios se lleven a cabo. Podemos tener desafectos, pero el equilibrio actual tiene suficientes apoyos como para que no veamos reformas relevantes.

El sistema político español, como el resto de sus parientes europeos, es en cierto modo una expresión del aspecto de la sociedad en el que vive. Es un reflejo de un equilibrio social; un conjunto de reglas de juego aceptadas por todos. Si algo hemos visto de este equilibrio en los seis años de crisis, sin embargo, es que no parece haber una coalición reformista suficiente en ninguno de los dos grandes partidos como para forzar cambios, y de forma más preocupante, no parece haber tampoco una coalición electoral.

Basta echar un vistazo a las reformas políticas y económicas de los últimos años para ver que en el fondo no ha habido demasiados cambios relevantes. Dejando de lado el nivel de gasto público y los impuestos (algo relevante, pero que realmente no afecta demasiado la estructura institucional del país) ni el PP ni el PSOE se han planteado seriamente cambiar el funcionamiento de la administración, la ley electoral, el sistema judicial, la estructura interna del partido o el sistema autonómico. El PP, de hecho, ha cambiado el aparato regulatorio del estado y las autoridades de competencia,  politizándolas aún más, y ha desmontado las reformas de sus antecesores en TVE. El armazón que colocó a unos y otros en Moncloa sigue prácticamente intacto.

De forma quizás más preocupante, ni el PP ni el PSOE han podido o querido aprobar reformas económicas con visos de cambiar la estructura económica del país. Cualquier reforma (desde el mercado laboral a la eliminación de los notarios y la liberalización del sector del taxi) tiene siempre, de forma inevitable, ganadores y perdedores; alguien sale favorecido, alguien sale perdiendo. Las buenas reformas, las famosas reformas estructurales que pide Bruselas, tienen la virtud de generar muchos más ganadores que perdedores a medio-largo plazo. Liberalizar el mercado de las telecomunicaciones perjudicó  a Telefónica y sus accionistas en primera instancia, pero las ventajas para los consumidores en precios bajos y mejor servicio fueron mucho mayores. Una reforma laboral que ayude a los outsiders puede generar un mercado laboral mucho más simétrico a largo plazo, dando a todo el mundo mucha mayor capacidad de negociación, pero se enfrentará a las reticencias del resto. En esta crisis los dos grandes partidos han decidido concentrarse en defender los intereses de las coaliciones sociales que les llevaron al gobierno, proteger los sectores económicos que eran fuertes antes de la crisis, y realmente dejar bastante intactas las bases del modelo económico y social de antes de la crisis.

Lo más desesperante de este escenario, me temo, es que a pesar del enorme agujero social dejado por la gran recesión, de todas las protestas, gritos, padeceres y sufrimiento, de todo el ruido y furia, la crisis va camino de acabar esencialmente en nada. El momento reformista de las élites españolas, si alguna vez lo hubo, se extinguió entre los socialistas cuando Zapatero renunció  a una reforma laboral ambiciosa el 2010, y murió el 2012 a poco de llegar Rajoy a Moncloa cuando el Presidente decidió ignorar a Luís de Guindos y apostó por el conservadurismo de Montoro. En ambos casos, los políticos miraron a la sociedad, hicieron números, y o bien se dieron cuenta que no había una mayoría electoral suficiente para sacar nada adelante sin estrellarse, o bien decidieron no tomar el riesgo.  Todo quedará igual.

Hace una temporada escribía sobre el riesgo de tener una recuperación económica sin haber aprobado ninguna de las reformas que la economía necesita. En el sistema político, sin nadie lo remedia, vamos camino de algo parecido; incluso si UPyD e IU sacan un resultado excepcional, es difícil imaginar una mayoría social reformista estable sin la participación de uno de los grandes partidos. Lo aterrador de esta crisis no es su profundidad; lo que realmente da miedo es el riesgo de salir de ella sin haber cambiado apenas nada.

Una nota final: si repasamos la historia de las democracias europeas de postguerra veremos que esta clase de crisis sin cambios estructurales posteriores son la norma, no la excepción. Hay  pocos países en crisis donde un gobierno entrante haya llegado al poder y cambiado el país de dirección de forma substancial: Thatcher en Inglaterra (para bien o para mal), De Gaulle en Francia (golpe de estado mediante), González en España y Schroeder en Alemania (siendo generosos), pero no demasiados más. Una democracia parlamentaria en un país rico es un sistema extraordinariamente estable, para bien y para mal. Cambiar un país de verdad, de arriba a abajo, es algo muy, muy complicado.


31 comentarios

  1. Wonka dice:

    Entre los países que sí aprovecharon sus crisis económicas habría que citar a los nórdicos (Dinamarca, Finlandia y Suecia), que hicieron algunas reformas sustanciales a principios de los noventa y «enderezaron» (liberalizaron, sobre todo) sus economías.

  2. Manuel dice:

    Lamentablemente lo sustancial ha sido eso, nada cambia. Lo que se ha hecho han sido meros cambios «estéticos» que han hecho perder a muchos y ganar a pocos.
    La corrupción sigue siendo posible, nada lo impide.
    La justicia sigue siendo inoperativa para dar respuesta a c/p a los problemas jurídicos de nuestra sociedad (civil, penal, administrativo, ¿militar?)
    Las leyes laborales siguen manteniendo la dualidad en el mercado laboral.
    Vivimos una coyuntura, demasiado extensa en el tiempo, pero se atisba que no lo suficiente para generar verdaderos cambios. Son solo 5 años. La revolución francesa y el cambio de paradigma necesito que durante más de dos décadas Francia encadenara sucesivas crisis económicas y que una nueva clase social apareciera y adquiriera poder.
    Aun estamos lejos de ese cambio que se antoja necesario para afrontar el nuevo paradigma socio-político del nuevo siglo XXI.
    Además están los poderes fácticos que bloquean los cambios mediante su capacidad de presión en la sociedad.

    • Manuel dice:

      Se ne ha olvidado otra cuestión, y es la demográfica.

      España envejece y a los «viejos» no nos justan los cambios.

      No olvidarlo.

  3. […] ¿Y si la crisis en España acabara en nada? […]

  4. MuGaR dice:

    Lo jodido es que en este artículo, y en otros que habeis ido publicando de un tiempo a esta parte, queda clara una conclusión que no terminais de verbalizar: para que el país mejore ( a.k.a. se hagan las reformas «necesarias») hay que acabar con los grandes partidos. La estrategia, a veces propuesta por el autor, del «entrismo» se antoja más complicada aún que la muy poco probable caída. Así que, de acuerdo, es muy complicado, pero habrá que empezar en algún momento. Va siendo hora de que politikon se defina porque ser «responsable» no siempre significa ser «moderado», y hacer un diagnóstico para concluír que no hay solución termina siendo un esfuerzo baldío. Y ya se que a nadie le gusta ningún partido y que podemos tener un parlamento ingobernable y demás, pero, eh, como dicen: crisis es peligro y oportunidad. Mejor asumir riesgos que continuar con este paisaje aborrecible. La república galáctica debe caer, así también este estado autonómico.

  5. MuGaR dice:

    Dicho en otras palabras: la permanencia en el planteamiento crítico deviene en irrelevancia: llega un momento en que toca definirse y pasar a la acción.

  6. Francisco dice:

    «ha muchos»

    No podrá echarle la culpa al teclado…

  7. […] La crisis ha causado estragos en la sociedad española, pero la estructura política y económica va camino de quedar intacta  […]

  8. Joshua dice:

    Muy interesante y, quizá excesivamente, razonable texto. Pero todo el argumento se construye sobre un supuesto: hemos sufrido un maremoto que ha arrasado muchas cosas, ha dejado mucha gente sin casa, pero el mar ha vuelto otra vez a su ser. Todos esos símiles de terremostos con sus epicentros y sus extensiones creo que no son útiles en los tiempos que corren. No hace falta ser un catastrofista redomado para darse cuenta de que esto no es un maremoto puntual sino una abrupta entrada de agua de un mar cuyo nivel ha estado continua e imperceptiblemente subiendo (aquí el símil es literalmente cierto si pensamos en el cambio climático).
    Así que es posible que políticos, lobyistas e instituciones se atusen sus ropas y cabellos tras el susto y piensen que pueden volver al bussines as usual. De hecho, creo que el texto es certero cuando dice que esa es la percepción que hoy, febrero de 2014, tenemos mayoritariamente ganadores y perdedores del maremoto y de toda la subida del nivel del mar de las últimas décadas. Después de todo, la historia nos dice que las cosas cambian muy despacio.
    Pero si algo me ha quedado claro en los últimos tiempos es que hay aceleración en los cambios reales, y no solo en cuestiones ambientales sino en como nos relacionamos. Por tanto, las instituciones pueden resistir un embate puntual, pero no una continua sucesión de empujones cada vez desde más alto. El pacto social sigue estando escrito en los papeles pero hace ya tiempo que está roto en la práctica.
    Para terminar, yo no veo a nadie intentando edificar algo mínimamente ampli e inclusivo más arriba de la mera línea de costa, y el próximo tsunami nos va a pillar con nuestras estables instituciones en primera línea de playa.

  9. dalek_fan dice:

    «Una reforma laboral que ayude a los outsiders puede generar un mercado laboral mucho más simétrico a largo plazo, dando a todo el mundo mucha mayor capacidad de negociación, pero se enfrentará a las reticencias del resto.»

    Esta es de esas cosas que me encantaría tantísmo creer. ¿Mercado laboral simétrico?. Yo no veo de manera alguna de qué forma va a tener un asalariado un poder de negociación simétrico al de su empleador.

    • Shine dice:

      La verdad es que los argumentos por estos lares por el abaratamiento del despido son desternillantes: mercado laboral simétrico. Joer…

  10. La reforma, o viene de fuera del sistema, de fuera de esa élite que está calentita en el actual régimen, o, efectivamente, es probablemente imposible que nada cambie. En eso, estoy de acuerdo. No hay que esperar que cambien nada desde el poder, hay que arrebatárselo.

  11. teofiloserrano dice:

    Y ya es mucho suponer que IU y UPyD tengan vocación reformista. La primera me temo que no aprobaría tus planteamientos en absoluto y a los segundos, les quitas ETA y el nacionalismo español y quedan algunos jóvenes entusiastas unidos por el rechazo al sistema pero con planteamientos que abarcan todo el espectro político.

    • carlos dice:

      Claro, porque UPyD no propone el contrato único, fusionar ayuntamientos, eliminar las diputaciones, reformar la ley electoral, hacer que la justicia y los organismos reguladores sean independientes, etc.

      Nada oye, estoy seguro de que ni lo notaríamos.

  12. teofiloserrano dice:

    Si quieres mi opinión, yo creo que hay que hacer entrismo en el PSOE, que es un partido en el que todavía es posible influir. Veremos que juego dan las primarias, en todos los ámbitos, que es una buena ocasión para lanzar candidatos reformistas apoyados en esta sigla

  13. CoronelWillard dice:

    De acuerdo en todo. Ahora bien, ¿cómo desmantelar un modelo social y productivo absolutamente fracasado como el nuestro a través del BOE?. Es imposible. Se trata de un problema cultural, de valores. Algo que arrastramos hace por lo menos dos generaciones.

    Pongo un ejemplo, que a muchos les parecerá absurdo, pero que es significativo: España es el único país del mundo que come a las 14-14.30h. y cena a las 22h. Estamos en la oficina hasta las 20 o 20.30 como si nada, con los problemas que eso conlleva: improductividad, problemas familiares, agotamiento….¿Podemos cambiar eso mediante una Ley? No.

    Ahí está la cuestión: el BOE no puede solucionar ni cambiar de la noche a la mañan problemas y carencias arraigadas en nuestros genes.

    Me hace gracia cuando el Gobierno considera que, mediante una Ley (otra vez el BOE) vamos a convertirnos ya en un país de emprendedores, cuando para eso hacen falta quizá dos generaciones….

    • Verlaine dice:

      ¿Otra vez explicando los problemas de España partiendo de hábitos culturales? La crisis estructural que vive el país no se soluciona comiendo a las 12.00 un sandwich y cenando a las 18.00 pastel de riñones. Es la clase de razonamiento equivocado que lleva a soluciones equivocadas. Y en el que siempre incurrimos.

      • Daniel Díaz dice:

        ¿Se basa usted en algo para desechar la importancia de los hábitos culturales a estos efectos o es que simplemente le da rabia que lo digan?

      • Pescador dice:

        O le echamos la culpa a hábitos culturales o seguimos esperando al hombre providencial que monte la revolución de puki-muki, y nos imponga la transparencia y trazabilidad administrativa, nos resucite a Montesquieu y modifique el código penal para que lo importante sea la cantidad robada – o desaparecida sin justificación- y no el uso de armas o destrucción de la propiedad.
        Lo cultural no lo explica todo, eso es verdad, pero las lealtades perrunas, la obediencia absoluta al lider por ser quien es, lo de fuera del partido no hay salvación y lo del premio a los buenos y castigo a los malos suena sospechosamente al catoliscismo hispano de toda la vida. Aderecelo con la familia primero y lo que es de todos no es de nadie y ya tiene la base del ¿ 70%? ¿80%? de los problemas.

        Por cierto, aqui se come bastante más que un emparedado a las 10-11 de la mañana ( eso si, no en un banco del parque o en una escalera), pero yo hubiera comido gustosamente pastel de riñones, higado encebollado y hasta hamburguesas de Mc Donalds antes que pasarme horas esperando a que mis jefes acabaran su » comidas de trabajo» y aparecieran a las siete de la tarde, media ahora antes de salir para ponerse a «trabajar» y pedir la luna para mañana a primera hora

  14. Fenix dice:

    No ha acabado.

    Al despertarse por la mañana, el déficit estructural del Estado de más de 60.000 millones anuales seguía ahí. El Estado sigue siendo financieramente insostenible.

    Habrá una repetición de 2012, con o sin Draghi, en un horizonte de 2 a 4 años. Las cosas van a cambiar porque no pueden seguir como ahora: eso es prácticamente una verdad aritmética.

    Desde luego esto no significa que las cosas vayan a ir a mejor, ni que seamos capaces de re-cambiar nuestras estructuras o a nuestras élites. El problema es económico, mucho más que político, y como problema económico no se ha resuelto.

    Se «resolverá», claro, ya sea mediante la salida del euro, o la reducción del déficit estructural hasta un nivel similar al tipo de interés menos la tasa de crecimiento. Cuando estemos en ese punto, podemos hablar de «después». De momento estamos en «antes».

  15. carlos dice:

    «incluso si UPyD e IU sacan un resultado excepcional, es difícil imaginar una mayoría social reformista estable sin la participación de uno de los grandes partidos»

    He ahí la solución. Que UPyD, IU u otros crezcan lo suficiente para que haya mayoría social reformista sin participación de uno de los que entonces no serían tan grandes partidos.

  16. davidm dice:

    «lo que realmente da miedo es el riesgo de salir de ella sin haber cambiado apenas nada.»

    Ese riesgo es totalmente inexistente. No puede ocurrir. Sin cambiar apenas nada no se puede salir de la crisis.

    Así que el verdadero riesgo terrorífico es no cambiar apenas nada y por tanto seguir en crisis indefinidamente.

    • uno_que_pasaba dice:

      El escenario más probable es que nada cambie y entremos ahora en 3 o 4 años de crecimiento alrededor del 1% y unos 60,000 empleos creados al año. hasta que la seguridad social diga y la deuda del estado digan basta; salvo que la burbuja inmobiliaria china estalle antes.

      Supongo que eso es salir de la crisis.

  17. Carlos dice:

    Muchas gracias, Roger, ya me has deprimido.
    En fin, quizás la diferencia con crisis anteriores es que ahora tenemos el euro, una moneda de adultos para adultos. O te reformas, o te echamos. Antes o después, éste será el factor decisivo.
    Y otra diferencia: el nivel de mala leche que está subiendo entre la población española. Cada vez aguantamos menos las bromitas de la casta. Todavía insuficiente, pero no deja de subir.
    Así que ya sabéis: volveos cada vez más exigentes, y lograremos cambiar esto.
    Y al viandante al que escuchéis «Y tú más», le metéis un calcetín en la boca. Que cada poliítico pague por sus cafradas, con independencia de la cafrada que haya hecho el del otro partido.

  18. Frost dice:

    En realidad, sí se puede salir de la crisis sin cambios. Es teóricamente posible que haya crecimiento con un 26% de paro que no baja de ninguna manera, si el otro 74% ocupado produce lo suficiente. Otra cosa es que pasa con un porcentaje de población cerca o en el umbral de pobreza en torno a un 25%. Sin embargo es posible crecer en una situación como esa. Mirad Perú, o Bulgaria, por ejemplo. No digo (ni creo) que sea lo deseable, pero es muy posible que España pueda convertirse pronto en un país prometedor del Tercer Mundo.

    • Joshua dice:

      Me dejas congelado, Frost. ¿Qué está produciendo ese 74 % y qué se espera que produzca en los próximos … 10 años? Sólo veo una posibilidad a corto plazo: que aparezca un gigantesco pozo de petróleo en algún lugar de La Mancha y que toda la nueva clase media y alta de Asia y Eurasia se vuelva loca por bañarse en Benidorm y alrededores (500 Km arriba o abajo).
      Me temo que no hay transiciones suaves en este tipo de tinglados, y que en los ríos los rápidos suelen acabar en cataratas, no en remansos. Sí, estoy utilizando un símil de Taleb, pero es que lo había pensado antes muchas veces.

      • Frost dice:

        Remarco la palabra «teóricamente» de mi respuesta. Yo tampoco creo que sea remotamente posible en la práctica en España, en estos momentos, sin cambios profundos en la estructura laboral, productiva y si me apuras, incluso en la social.
        Sin embargo, es muy posible que se salga de la recesión por pura inercia o mera casualidad cuando en el verano haya más turistas de los previstos y tengamos dos meses de crecimiento al 0,01%. Entonces el Gobierno dirá que la recesión ha terminado, la Troika lo «valorará positivamente» y se establecerá la política de austeridad como un éxito rotundo. El mundo mirará para otro lado porque está deseando hacerlo y aunque dos meses seguidos de relativa bonanza no compensen ni remotamente seis años de colapso, este Gobierno y la mayoría de los españoles se negarán a aceptar otra cosa. Entonces convocan elecciones, ganan aplastantemente y en medio año estamos de nuevo en recesión porque nadie ha hecho nada para evitarlo. Pero la diferencia es que la «crisis» habrá terminado por decreto y hablar de crisis volverá a ser tabú como en 2010. En la política española, la historia siempre se repite sin que pase nada.

  19. Shine dice:

    ¿Y si la crisis acaba sin que se haga lo que yo quiero?

  20. […] Y si al final… después de toda esta crisis y con todos los que pensábamos que tal vez – ojalá – se iba a cambiar España entera… ¿y si al final no cambia nada? […]

  21. Nut dice:

    A-Esto que tenemos no es una democracia.Es una monarquía constitucional-ni siquiera parlamentaria sino impuesta- y eso lo sabia ya Enrique Fuentes Quintana que lo padeció en sus propias carnes.(Suárez idem)

    B- Esta crisis esta aún lejos de terminar….Por que nos dicen los que no nos engañaron cuando vivíamos en la burbuja de que esa euforia acabaría mal.Que esta crisis es una crisis del sistema económico capitalista.Y que se saldrá cuando se cree(ya se esta haciendo) otro sistema.

    Así que las cosas van a cambiar si o si y no quedarán en nada.Otra cosa es lo que venga.Y de eso son responsables los españoles.Efectivamente.

  22. […] sistema político desde la Transición. Asumimos, así, la tesis que hace unos días planteaba Roger Senserrich en http://www.politikon.es: ¿Y si la crisis en España acabara en […]

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