Política

Cuando Izquierda Unida conjugó revocar

6 Feb, 2014 - - @kanciller

Parece que, calentando motores para las Europeas, Izquierda Unida ha pasado a la ofensiva.  El partido ha puesto en marcha una “revolución democrática y social”, a saber, una vía de participación ciudadana en la elaboración de su programa que incluye conferencia política, charlas, etc.  De partida encontramos las demandas que esta formación ha defendido insistentemente los últimos tiempos, tanto en economía (auditoría de deuda, renta básica, derogación del artículo 135…) como en política (reforma electoral, ley anti-corrupción o programas electorales vinculantes). Sin embargo, me ha llamado especialmente la atención la propuesta de crear la figura del revocatorio, quizá porque no la había visto antes en su programa. Hasta lo que he podido leer, la idea es la siguiente:

Consideramos necesario que el parlamento y otras instituciones de representación reflejen de la forma más precisa posible la sociedad y sus conflictos de clase, de la misma forma que entendemos que los cargos públicas han de estar vinculados estrechamente a sus representados.

En consecuencia, creemos urgente crear el mecanismo del revocatorio para los cargos públicos con tareas de gobierno. Esta figura permite a los representados retirar su confianza en el representante a lo largo de su mandato, sin necesidad de esperar nuevas elecciones, de tal forma que si éste se desvía de la defensa de los intereses por los cuales fue elegido cabe deducir su pérdida de legitimidad

Creo que merece la pena pararse un segundo a reflexionar sobre esta propuesta para ver en qué medida los mandatos revocatorios pueden o no servir como herramienta de mejora del sistema democrático.

El referéndum revocatorio se basa en la idea del mandato imperativo. Los cargos electos, lejos de ser representantes autónomos, se tratan de delegados que tienen una determinada función que cumplir y que responden ante el cuerpo que los designa. No tienen autonomía sino que son portavoces de otros. Del latín “revocare”, estos mecanismos hacen mención al voto de confianza al que se sometían los magistrados en las polis democráticas de la Antigua Grecia. En cualquier momento durante el ejercicio de su cargo, la asamblea de ciudadanos libres (Ekklesia), podía someter a votación la continuidad de la persona titular del mismo. Aunque algunas repúblicas de la Italia medieval contemplaban mecanismos semejantes, lo cierto es que con la llegada de los gobiernos representativos la idea de mandato imperativo – y por extensión, del revocatorio – fue dejada de lado.

Como cuenta Manin en Los principios del gobierno representativo, la idea que se buscó con el establecimiento de las repúblicas representativas era una suerte de elección a medio camino entre la aristocracia inamovible y la democracia cambiante. Ante unos Estados mucho más grandes, complejos y difícil de gestionar, se hacía necesario elegir a unos representantes que estuvieran mandatados por un periodo más largo, que pudieran deliberar de modo autónomo y especializarse en el buen gobierno. Junto con el sorteo –que fue abandonado como regla electoral– ahora tocaba a los representantes interpretar la voluntad de sus electores y de la nación, que era periódicamente refrendada o censurada en las urnas. De hecho, en los Federalist Papers los padres de EEUU alertan contra los excesos de la democracia (y la peligrosa tiranía de las mayorías), una palabra que tuvo bastante mala prensa hasta que la rescataron los movimientos obreros del XIX.

Pese a todo, el revocatorio existe en algunos pocos países de manera restringida. Hasta lo que sé existe a nivel regional en algunos cantones suizos, en varios Estados, condados y ciudades de los EEUU (recuérdese el sonado caso de California), en  Canadá en la provincia de British Columbia, en Venezuela (a nivel de todos los cargos, incluyendo Presidente) o en algunas provincias argentinas. Algunos países no tienen referéndum revocatorio, pero sí referéndum abrogatorio para invalidar parte o la totalidad de una ley (Italia, por ejemplo) pero dejémos este último caso de lado por el momento.

Para realizar un referéndum revocatorio la iniciativa parte de una moción ciudadana y requiere conseguir, normalmente en un plazo fijo,  un número determinado de firmas (un porcentaje variable de los votos que recibió el cargo electo). Si se satisface este requisito, se permite votar el revocatorio. En caso de que salga continuidad, lo normal es que el referéndum no pueda volver a plantearse en lo que queda de su mandato – de hecho, suelen poder realizarse a partir de la segunda mitad de la legislatura. Si el cargo pierde, entonces toca su reemplazo. En algunos casos, se habilita que sea el segundo de abordo (vice-gobernador, por ejemplo) el que tome las riendas. En otros, en el propio referéndum se debe marcar también el reemplazo preferido.

La idea principal que tiene el mandato revocatorio es asegurarse de que los cargos políticos son “representativos” entre elecciones. Es decir, es tratar de hacer que se ajusten al mandato que se les dio en las urnas. Sin embargo, la decisión de emplear esta vía no está exenta de costes. Por ejemplo, las mociones para un revocatorio nunca nacen de ese ente abstracto llamado “pueblo” sino que son fácilmente instrumentalizadas por la oposición o actores interesados en hacer la vida difícil al cargo público. Por poner un ejemplo a sensu contrario de lo que piensan quienes lo promueven, no sería extraño ver a grandes grupos mediáticos y financieros apoyando la revocación de cargos electos muy a la izquierda, usualmente molestos para sus intereses. Y probablemente una campaña bien financiada y organizada podría tener éxito.

Al mismo tiempo, asumir el revocatorio implica que los representantes quedan privados del principal activo que se deposita en ellos: la autonomía. El revocatorio nos obliga a tener unos cargos electos “hiper-representativos”, de manera que tan solo tomarán aquellas decisiones que sean populares a ojos de los votantes, no necesariamente de los “intereses de clase” (sic). Los políticos dejarán de tener incentivos para aplicar políticas de medio plazo y diferir beneficios a futuro ya que pueden enfrentarse a una moción de confianza en cualquier momento. Por ejemplo, algo claramente de izquierdas como es subir la presión fiscal es altamente impopular a ojos de los votantes, así que se volvería una política mucho más costosa de llevar adelante sin un político dispuesto a inmolarse. Si una crítica clásica que se hace a las democracias es que los gobiernos solo miran por los próximos cuatro años, que los partidos son electoralistas (para mí un piropo), el mandato imperativo coloca al cargo casi en campaña permanente.

Un tercer aspecto no menor es la conexión del revocatorio con un sistema electoral proporcional multipartidista. En sistemas como el español votamos listas, no candidatos individuales. Esto último, que sí ocurre en EEUU (por ejemplo), permite aplicar el revocatorio de modo sencillo. Prima la dimensión personal y territorial. Pero… ¿cómo aplicarlo en España? ¿Si se revoca a Mariano Rajoy corre la lista? ¿Se puede ir a por un cargo político concreto dentro de la lista? ¿Y solo a por diputados de mi distrito? Las condiciones señaladas arriba apuntan  que solo se puede hacer para cargos en el gobierno ¿Y si es diputado y ministro? ¿Y si el partido no está en el gobierno pero le da apoyo desde fuera? ¿No es corresponsable de las políticas del gobierno?

Esto es muy importante, porque se supone que los partidos políticos en España representan intereses políticos que trascienden a la persona y a los propios territorios. Si la propia declaración de IU subraya la necesidad de que haya una correcta representación de “los conflictos de clase” y que el cargo “defienda bien los interés por los cuales fue elegido” (sic), tenemos una incompatibilidad. Los intereses de la mayoría del distrito son fáciles de identificar. Los de un grupo social o coalición de electores, incluso aunque sean los desfavorecidos, es más complicados por trascender fronteras provinciales. Supongamos, ¿y si los sevillanos destituyen a José Luis Centella pese a que este diputado es muy popular y buen representante de la clase trabajadora en el resto de España? ¿O al vicepresidente Diego Valderas lo deponen en Huelva pese a ser bien valorado en el resto de Andalucía? Me resulta difícil entender cómo se vehicula el mandato revocatorio con tener unos partidos políticos operando en sistema proporcional.

Trasplantar a las bravas una propuesta de otros países no parece prudente si no se piensa en cuál es la finalidad que se busca con el instrumento. Por ejemplo, si se planteara un revocatorio que supusiera una disolución anticipada de Cortes (digamos, como máximo planteable desde la segunda mitad y con la mitad del censo de requisito) podría tener más sentido. En circunstancias excepcionales podría abocarnos a legislaturas más cortas – que también tiene sus costes – pero que puede tener una razón de ser. Sin embargo, el revocatorio de los cargos individuales me parece muchísimo más complicado de aplicar, además de problemático por sus efectos.

Sinceramente, creo que hay un mecanismo mucho más sencillo para asegurarse de que los partidos se vean obligados a ser dialogantes, transaccionar y llegar a acuerdos con otras formaciones/grupos: que no tengan la mayoría absoluta. Esto es lo que tienen en el resto del mundo donde no hay referéndum revocatorio y… bueno, parece que funciona. Quizá por eso no auguro una larga vida a esta propuesta. Si no tenemos partidos con absoluta en 2015, volveremos a ver cómo los revocatorios pierden su sex appeal. Algo que IU conoce muy bien en Extremadura, Asturias o Andalucía, donde la democracia parece un ejercicio mucho más vivo.

A menos, claro está, que la propuesta del referéndum revocatorio no sea más que un debate interesado para no perder votantes por la izquierda, en cuyo caso, poco más habría que comentar que no se explicase por sí mismo.


17 comentarios

  1. Lord John Marbury dice:

    Interesante artículo.

    ¿Son conscientes en IU de que esto lo usan en los malvados EEUU desde hace un siglo? ¡Imperialismo!

    En 2012 se celebró un referendum en el Estado de Wisconsin para revocar al gobernador republicano Scott Walker, elegido en 2010, después de que éste aprobase grandes recortes en educación y sanidad y, sobre todo, suprimiera el derecho a la negociación colectiva de los empleados públicos, algo que obviamente cabreó mucho a los sindicatos.

    El gobernador ganó el referéndum por un margen mayor que en las elecciones ordinarias.

    • Carlos Jerez dice:

      En cambio en el 2003 el gobernador de California elegido tan solo un año antes fue revocado por referéndum y sustituido tras unas elecciones por el tito Arnold.

      Pablo, buen artículo. A mi no me gustan los sistemas asamblearios ni las votaciones donde apenas participa un pequeño porcentaje de los votantes. Así que quiero que mis representantes tengan amplia autonomía y ya iré yo cuando toquen unas elecciones a darles una buena hostia (electoralmente) si la merecen (que seguro que sí).

  2. Alatriste dice:

    Es típica, y sumamente reveladora, la parte donde consideran necesario » el parlamento y otras instituciones de representación reflejen de la forma más precisa posible la sociedad y sus conflictos de clase».

    Me refiero a que – aparte de ese añejo y recio sabor marxista, tan inconfundible como un anuncio de Soberano – el lenguaje de la propuesta implica que conciben el revocatorio como un arma de la clase obrera en la lucha de clases. Pero en la práctica la organización mejor preparada para reunir las firmas necesarias sería la iglesia, seguida de cerca por los periódicos, como el ABC y La Razon, y por organizaciones como la AVT y/o esos malvados y siniestros lobbies neoliberales…

    Es un poco como quienes asumen de forma implícita que más democracia en la Unión Europea equivale a tener políticas de izquierda, aunque en el mundo real los ciudadanos europeos, en general, hayan votado más bien a la derecha, a Merkel, a Cameron, a Rajoy, a Tusk… y sean esos líderes quienes estén decidiendo la política de la Unión.

    Personalmente opino como Pablo. El mecanismo para controlar a los políticos se llama elecciones, y si resulta inaceptable que pasen cuatro años hasta las próximas, una opción mucho mejor que el revocatorio sería renovar las cámaras por cuartos, el 25% cada año.

  3. Demostenes dice:

    Personalmente estoy dividido. Por un lado comparto el argumento del riesgo de caida en el populismo y campaña constante que comenta Pablo. Pero por otro, también creo que el gobierno no debería sentirse TAN seguro en su cargo. Una cosa es tener una cierta autonomía, y otra cosa poder hacer lo que le da la santa gana.

    Parte de la culpa, por supuesto, la tenemos los votantes y esa mania de sólo tener en cuenta el mes de campaña electoral y no todo lo anterior. La percepción de falta de alternativas y la de «todos son iguales» no ayuda tampoco, claro.

    Yo no vería mal del todo la posibilidad de referendum revocatorio siempre y cuando tuviese unas condiciones extraordinariamente duras para evitar que pueda ser usado como herramienta política. Vamos, que no baste con cabrear a un sector, sino que para perder una de estas (o para que se llegue a convocar) tenga que cabrear prácticamente a todo el mundo (quitando a un sector montañes que todo governante va a tener siempre). Y como dice Pablo, en nuestro sistema sólo tendria sentido a nivel de disolución de Cortes y convocatoria de nuevas elecciones anticipadas.

    Sin embargo la renovación de las cámaras por cuartos que menciona Alatriste se me antoja que puede ser también un muy buen sistema, y menos dado a cambios bruscos. Es posible que tuviera además un curioso efecto colateral: No habría un único cabeza de lista, sino cuatro (uno por cada periodo de renovación). Puede ser interesante el efecto que eso podría tener en la dinámica interna de los partidos…

    • J.E dice:

      Como ventaja, el funcionamiento del sistema propuesto por Alatriste, más que «cuatro» cabezas de lista, daría un gobierno parecido al británico: En vez de «legislaturas», el presidente del gobierno permanece en el poder mientras mantenga el apoyo parlamentario y, mucho o poco es la cuestión, aumentaría el poder del parlamento respecto de la presidencia de gobierno.

      Como desventaja, los parlamentarios estarían teóricamente mucho más centrados en el corto plazo… aunque tengo entendido que los representantes en EE.UU (la «cámara baja», no el Senado) suelen ser más estables que sus homólogos de la cámara alta a pesar que tienen elecciones cada dos años. Claro que allí van por distritos uninominales, no sé si tendrá que ver.

      Es para echarle un ojo.

      • Demostenes dice:

        Pues no se si estarían más centrados en el corto plazo… a nivel individual, la «legislatura» (es decir, el tiempo en el cargo de cada uno) sería igual de larga. Otra cosa claro, son los movimientos «tacticos» según cambien o no sus compañeros…

        La mayor pega: si se hace como «unas elecciones cada año» en todo el censo, aparte del coste económico, de forma efectiva se elige la cuarta parte de los representantes actuales, con lo que la barrera de entrada sube y la proporcionalidad baja. Una opción alternativa para evitar esto, o mejor dicho, conservar la proporcionalidad actual, sería hacerlo por circunscripciones (en 2014 vota Andalucia y Asturias, en 2015 Cantabria y Cataluña, …), pero claro, eso supondría una enorme tentación a quitarle a unas comunidades para dárselo a las siguientes en tener elecciones…

        • Pescador dice:

          Tambien podrías cambiar el tamaño de la circunscripción – no necesariamente hacerla autonómica o provincial- y ( aquí redoble de tambores…) hacer listas abiertas en cada circunscripción.
          40 circunscripciones de 8-9 diputados a elegir y ya tienes tu diputados revocados.

  4. […] Cuando Izquierda Unida conjugó revocar […]

  5. Miguel dice:

    Pablo, por si te interesa, en Bogotá el alcalde Gustavo Petro se enfrenta a la revocatoria en las próximas semanas. Ya se recogieron el numero de firmas suficientes hace unos meses…

  6. Pablo Ortega dice:

    Como venezolano que soy, creo que puedo hablar a partir de nuestra experiencia sobre el referendo revocatorio. Las condiciones para poder convocar un revocatorio son las siguientes:

    1) Que firme el 10% del electorado en cuestión (que no es moco de pavo, y más en una sociedad democrática mínimamente madura o ni eso, por que el político en cuestión ha de ser bastante odiado para recoger tantas firmas).
    2) Que la opción del Sí, además de ganar la elección, consiga más votos que los que consiguió el cargo a revocar cuando fue electo.
    3) Luego del revocatorio, en caso de salir éste triunfante, se convocan nuevas elecciones, a menos que falte solo un cuarto del período original, en cuyo caso asume el vice de turno.

    Obviamente, esto convierte al revocatorio en una medida de emergencia, hecha solamente para casos de crisis nacional y política. Por que no es algo fácil de ganar, y tiene un amplio costo político en caso de salir mal. Es, en cierta medida, como el impeachment estadounidense.

    Por eso apoyo la institución del revocatorio, tanto en un sistema presidencialista como en un sistema parlamentario. Parlamentariamente, se podrían recurrir a dos opciones, en mi opinión, en caso de que el pueblo haya decidido darle a algún partido la mayoría absoluta y se arrepienta de ello:

    1) Referendo revocatorio a la totalidad del Parlamento. Todos los diputados serían revocados para así poder optar a nuevas elecciones. Un todo o nada.
    2) Cambio del sistema electoral español al mixto compensatorio alemán (en mi criterio el más apropiado siempre y cuando se vigile con atención la creación de partidos-plataforma o como los llamamos acá, «morochas»), siendo el revocatorio a un diputado uninominal en su circuito o, en caso de ser éste por lista, en toda la CCAA o provincia por la cual fue electo.

    Por que es una herramienta de emergencia para dejarle claro a un gobierno que no tiene un cheque en blanco durante 4 o 6 años. Por que no es fácil de convocar y lleva mucho esfuerzo.

    Más de lo mismo con los referendos consultivos -con los mismos requisitos- si no se desea la disolución del Parlamento si no solo la renuncia del primer ministro. Sin ir más lejos, así muchos populares podrían pedir públicamente la renuncia de Rajoy. Y en una democracia, es muy díficil que un cargo se mantenga luego de un referendo consultivo donde ganó la opción de pedirle la renuncia. El mismo Chávez hizo todo lo que pudo para evitar el referendo consultivo -pues la mitad del período se cumplía en enero de 2004 y la oposición no quería esperar un año a poder sacar a Chávez- sabiendo su mal estado en las encuestas durante la crisis política de 2002-2003 (que logró revertir luego), y hablamos de alguien mucho más autoritario de lo que será jamás Mariano Rajoy.

    Por ende, viendo la experiencia venezolana y estadounidense, puede decirse claramente que los temores de mi tocayo son erróneos.

  7. pau dice:

    Por desgracia IU en su momento ya perdió toda la credibilidad. Estamos hartos de los partidos que dicen una cosa y luego juegan al intercambio de cromos, pasándose por el forro sus principios, sus promesas y lo que piensen sus afiliados.
    Y de qué sirve intentar participar en un partido en el que ya está todo decidido y solo se escucha al que coincide con sus argumentos; en un partido que sin líderes no entiende la política, pero que simula ser participativo para no perder la corriente de sus votantes potenciales; en un partido que no acepta primarias con sus posibles socios, sin que prevalezca su cuota de poder; que prefiere que gobierne un estúpido de su partido, antes que el más inteligente de otro.
    No seré yo, un tipo de izquierdas, quien vote a esa seudoizquierda. No puedo porque creo firmemente en la democracia real, o sea la participativa y directa.

  8. ortega dice:

    Me imagino que la solución técnica sería muy compleja, pero, en determinados casos, lo más aconsejable sería revocar al electorado.

    • Epicureo dice:

      No tiene nada de compleja, es una solución técnica que tiene miles de años. Se llama dictadura. Y no me vengáis luego los ortegas diciendo «no es esto, no es esto».

  9. Baturrico dice:

    El método de la revocación de un alcalde también existe en varios estados federados alemanes. Así cayó el alcalde de Duisburgo después de la catástrofe de la ‘Love Parade’: http://www.focus.de/politik/deutschland/abstimmung-nach-loveparade-katastrophe-duisburger-waehlen-adolf-sauerland-aus-dem-amt_aid_713384.html
    Los fundamentos jurídicos y las condiciones de ese estado, en http://www.bundesrecht24.de/cgi-bin/lexsoft/bundesrecht24.cgi?chosenIndex=0708&source=link&highlighting=off&xid=146702,67

  10. La vieja contradicción sobre el significado de democracia marxista y democracia liberal.

    Para la izquierda, la democracia es «poder del pueblo» en el sentido de poder de una clase concreta, con unos valores predefinidos por su posición socioeconómica. El «pueblo» NUNCA puede estar en contra de lo que dice la izquierda salvo por engaño, por lo que sus representantes deben ignorar e incluso combatir desviaciones en sus representados. Por su bien, ya sabéis.
    Por tanto, según el programa de IU que menciona el autor, no hay contradicción posible entre ser instrumento de una clase y seguir la voluntad del pueblo. La voluntad del pueblo siempre debe coincidir con la de la lucha. Consideraciones sobre cómo se les puede volver en contra o hacer una política peor son prejuicios de mentalidades liberales.

    Para las democracias liberales, «democracia» es lo que diga el pueblo, sea correcto o incorrecto, conveniente o no, provenga de un determinismo materialista puro o del idealismo más abstracto.

    Creo que conviene tener en cuenta esta sutil pero radical diferencia dialéctica a la hora de saber qué esperar de las medidas

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