Política

Preocupaciones peligrosas

5 Feb, 2014 - - @jorgegalindo

Hoy ha salido el avance del barómetro de enero del CIS. Mirando la evolución de las preocupaciones de los españoles durante la crisis hay algunas cosas que me han llamado particularmente la atención, y he intentado reflejarlas en cuatro gráficos de series temporales. Sirvan para complementar esta nota, anterior y más completa, de Kiko Llaneras, que va un poco en la misma dirección. Al final, eso sí, ofreceré algunas hipótesis de futuro a vuelapluma.

La primera cuestión a destacar es, creo, que la preocupación por el paro se ha estancado definitivamente en torno al 80%. Este no es ningún techo natural: en la crisis anterior llegó al 95%. De esto no queda sino pensar que las expectativas han mejorado, pero no lo suficiente como para que la gente deje de preocuparse por el desempleo. La evolución negativa de las preocupaciones de índole económica desde mediados de 2012, más genéricas, se correlacionan obviamente con el apaciguamiento de la crisis del euro. En general, pues, las dudas sobre la economía se relajan, pero siguen manteniéndose elevadas como corresponde a un país que no crece y tiene un 26% de paro.

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Más dramático, y de alguna manera complementario, es el siguiente gráfico. En él se observa cómo la calidad del trabajo obtenido ya no preocupa, pero lo que normalmente se etiqueta como cuestiones sociales sí, y cada vez más. Hemos pasado, creo, de preocuparnos por el riesgo de cobrar poco, tener malos contratos y pobres condiciones laborales a preocuparnos por la exclusión. Es decir: ahora nos preocupamos por las consecuencias de la precariedad que generamos hace una década. Me permito vaticinar que dentro de cinco años, si seguimos creando empleo como hasta hoy (es decir, trabajo precario), el gráfico se habrá dado la vuelta. O, peor aún: sin mejoras de productividad excepto aquellas que llegan a través de la moderación salarial de las clases más bajas, es posible que nos encontremos con que ambas preocupaciones se incrementan por igual incluso con crecimiento.

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Ya fuera de los aspectos más económicos, a nadie sorprenderá la evolución de las preocupaciones institucionales de nuestros ciudadanos, que escalaron hace un año o dos para quedarse instaladas en un altísimo nivel. La correlación con respecto a la atención prestada por los medios es obvia sobre todo en la serie sobre corrupción. Pero en ambos casos el crecimiento desde los puntos más bajos es vertiginoso. Esto casa bastante bien con la idea de que durante la burbuja no vimos la corrupción ni a los políticos como un problema por varios motivos, entre los cuales no es menor el hecho de que todos nos beneficiamos del boom, en mayor o menor medida.

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Además, los recortes han puesto en primera línea las preocupaciones en torno a la sanidad y a la educación, sobre todo a partir de la elaboración de los presupuestos de 2012.

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Como las tendencias comentadas vienen de atrás (al menos, desde mediados de 2012), creo que es posible lanzar algunas ideas, aunque hipotéticas. Nuestros conciudadanos se preocupan mucho por unas instituciones que han dejado de proporcionar lo que esperábamos de ellas, y a pesar de que las dudas económicas a corto plazo se van disipando queda un lógico poso de preocupación por las consecuencias de la crisis. En un país donde tendemos a demandar bastante del estado se incrementa la percepción de que la cobertura básica que éste proporcionaba está desvaneciéndose, lo cual se retroalimenta con la idea de que la política tal y como está montada está corrompida y ya no funciona, «no es para nosotros». Si sumamos el incremento de la desigualdad, que afecta sobre todo a las clases más bajas, la creación de empleo ex casi exclusivamente temporal y nos encontramos aún con una absoluta falta de crédito para empresas y familias, el cóctel no resulta nada apetitoso. Más bien es una combinación peligrosa que puede llevar fácilmente a enquistarnos en una dinámica de participación política escorada hacia el desencanto y las erupciones de enfado ocasionales entre quienes han salido perdiendo con la crisis y es probable que también se lleven la peor parte de la recuperación.

 


5 comentarios

  1. David dice:

    El tercer gráfico muestra el verdadero problema de este país. Mientras el grueso de la población siga con el mantra de «mientras a mí me vaya bien, no me interesa lo que hagan los políticos» habrá poco que hacer.

  2. […] de votantes acapare la atención, y cómo la agenda puede por ello desviarse  hacia temas y preocupaciones que no son necesariamente mayoritarias en la sociedad en el momento de las elecciones. También puede verse como adelanto del tipo de […]

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