Internacional

Un discurso no del todo relevante

29 Ene, 2014 - - @egocrata

El discurso sobre el estado de la unión de Obama ayer estuvo bien. El presidente parecía relajado, decidido y con energía;  su oratoria, a veces un poco confusa en estos eventos, fue clara y coherente. El hombre sabe dar discursos, y ayer dio uno de los mejores discursos sobre el estado de la unión desde que llegó a la Casa Blanca.

Aparte de eso, realmente no hay mucho que añadir. Esta clase de discursos son más simbólicos que substantivos; una pieza central de la ceremonia y rituales de la democracia americana. Los presidentes durante su primer mandato acostumbran a utilizarlo para presentar su programa y hacer públicas sus prioridades al Congreso y al público. Durante su segundo mandato, sin embargo, un presidente de los Estados Unidos realmente no tiene demasiado poder ni capacidad de maniobra, especialmente si no tiene mayoría en el legislativo. En este caso el discurso sobre el estado de la unión es un buen momento para explicar todo lo que estarían haciendo si el Congreso no estuviera lleno de gente del otro partido, proponiendo reformas de vuelo gallináceo (que son las únicas que puede aprobar vía executive order), lanzar algunos proyectos populares que no van a llegar a ningún sitio y alguna reformilla que la oposición puede aceptar. Obama lo sabe, y por eso ayer estaba relajado. No hay mucho más.

Esto se debe a dos motivos bastante obvios. Primero, algo que me harto de repetir y que los periodistas  parecen ignorar completamente: el centro del sistema político americano no es el presidente. Mirad fotos de Washington DC, y comprobad dónde está el Capitolio y la Casa Blanca. El legislativo está en lo alto de una colina, dominando el National Mall; es el foco central de la ciudad. La Casa Blanca está a medio camino del Mall, a un lado. Aunque la presidencia es hoy en día considerablemente más importante que en el siglo XIX (el gobierno federal es bastante más grande, al fin y al cabo), la fuera dominante en la política americana es el Congreso. Si el presidente no tiene mayoría en una de las cámaras, el líder de esta es quien controla la agenda. Obama puede vetar leyes, ciertamente, pero no puede aprobar nada relevante en solitario.

El segundo motivo es más sutil, pero no menos importante: la limitación de mandatos. Obama no estará en las papeletas el 2016, y eso quiere decir que sus compañeros de partido no tienen necesidad de defenderle, por un lado, y el partido de la oposición no tiene por qué alinearse con él cuando es popular y puede ser reelegido. Evitar que un buen político pueda seguir ejerciendo un cargo siempre me ha parecido una idea estúpida,  y más sabiendo lo complicado que es encontrar gente competente. El problema adicional, en este caso, es que reduce la capacidad de maniobra de los presidentes que aún no han salido de la Casa Blanca.

Esto no quiere decir, sin embargo, que el discurso de ayer fuera completamente irrelevante. Hay dos reformas francamente significativas con una probabilidad reducida pero no insignificante de ser aprobadas. Los republicanos por fin parecen haberse dado cuenta sobre sus problemas demográficos a largo plazo, y hay una reforma migratoria más o menos seria circulando por la Cámara de Representantes. Aunque las bases del partido están completamente en contra, el sector empresarial del GOP y los líderes en el Congreso parecen estar dispuestos a echarla adelante aunque sea (otra vez) con votos demócratas repitiendo la «coalición centrista» del último acuerdo presupuestario. Los republicanos también parecen estar interesados en una reforma fiscal para simplificar el kafkiano sistema de impuestos empresariales de Estados Unidos. Aunque este es un tema del que lleva hablándose desde hace mucho tiempo, parece que hay también cierta voluntad de sacar algo adelante.  Una reforma migratoria, por sí sola, sería más bienvenida, y daría un buen empujón al crecimiento económico del país.

Haga lo que haga Obama en sus tres últimos años de mandato, su presidencia ya ha sido transformadora. Aunque la reforma de la sanidad empezó con mal pie, la ley está aquí para quedarse, y está funcionando cada vez mejor. La reforma del sistema financiero ha acabado siendo bastante más dura y efectiva de lo esperado. Los impuestos a los ricos han vuelto a niveles de la era Clinton. Estados Unidos ha salido de Irak, y saldrá de Afganistán este año. Un acuerdo con Irán está al alcance. En cierto sentido, Obama acabó su trabajo en noviembre del 2012, cuando su reelección garantizaba que todos estos logros iban a ser preservados. De aquí al 2016, el presidente hablará sobre objetivos vagos, se concentrará en política exterior, y sacará adelante alguna ley cuando el Congreso esté de humor. Puede aún conseguir logros significativos (el acuerdo presupuestario de este año es mucho más importante de lo que parece, e inmigración lo sería aún más), pero los días de legislación heroica y ser el líder del mundo libre son cosa del pasado. La lógica del sistema constitucional americano es implacable.


10 comentarios

  1. Ainsthrilln dice:

    Ayer le leí a Krugman que la tasa impositiva media para el 1% más rico había vuelto a los niveles previos a Reagan. Sabía que habían caducado los recortes de impuestos a los ricos de Bush, pero ¿tanto?

    ¿Qué perspectivas le ves al tema del salario mínimo? Este año subía en bastantes Estados progresistas, pero que lo aprueben los republicanos de la cámara de representantes parece imposible…

    Aunque parece que los republicanos moderados se han hartado de aguantar al Tea Party y están más dispuestos a pactar con los demócratas, como hicieron con el presupuesto. Aprobar una reforma migratoria decente, junto con una reforma financiera que leo que está funcionando mejor de lo esperado y la reforma migratoria, junto con la recuperación económica, dejarían a Obama en el club de los presidentes que dejan un legado importante.

    Cierto es que nunca podrá cumplir con las expectativas creadas en 2008, pero el final de su mandato está siendo mejor de lo que los que lo crucificaron de inicio por no cumplir esperaban.

    Lo cierto es que con el Congreso paralizado, el Presidente casi no puede cambiar nada.

    Por cierto, ¿qué perspectivas hay para las elecciones de noviembre? Ya sé que falta mucho, pero…

    • Carlos Jerez dice:

      Cierto, que ha sido un presidente mejor que la media, lo que mucho nos preguntamos es si con ese gran poder político que recibió en el 2008, con mayorías amplias en el Congreso y el Senado y una sociedad volcada con él y su cambio, podría haber sido más valiente. Obama en cambio me parece un tipo cauto, reflexivo, casi tímido, pero tampoco un cobarde que se esconde sino que prefiere encontrar un punto intermedio entre el sueño y el mundo real. Lo malo es que se punto intermedio no se puede comparar con las promesas que despertaba (y él animaba) antes de ser presidente.

      Me gustaría una comparación con Clinton, aunque los retos de éste eran mucho más fáciles.

      PD: Últimamente me está jodiendo la política exterior de EEUU, y me parece que la culpa no es de Kerry sino de Obama. Con aciertos como lo de Irán y al menos la búsqueda de paz en Palestina (algo ilusa) todo lo relacionado con la primavera árabe parece haberlo llevado muy mal, yendo arrastras, dubitativo y perdiendo EEUU poder y la confianza de sus aliados. Casi parece que John McCain (hace poco se le veía en Ucrania) supiera mejor lo que se hace. El debate está en que es mejor, ser internacionalista como éste último o aislacionista como cada vez más lo es Obama.

  2. Alberto dice:

    «Evitar que un buen político siga ejerciendo un cargo» es un precio pequeño para evitar que un político bueno o no digamomos ya malo se eternice en un cargo con las consiguientes esclerotización, clientelismos y corrupción. Y encontrar un político competente entre unos setecientos congresistas, gobernadores, alcaldes de grandes ciudades y altos cargos no creo que sea tan difícil, de hecho en los últimos treinta años casi todos los presidentes elegidos lo han sido. Y que la excepción, Bush II, ganara la reelección refuerza mi convicción de que la limitación de mandatos tiene más pros que contras.

  3. Alatriste dice:

    Pero es que la limitación niega al pueblo el derecho a decidir si de verdad el mandato de X está degenerando en «esclerotización, clientelismo y corrupción».

    Se mire como se mire la base de la limitación de mandatos es una profunda desconfianza en el pueblo, por no decir un íntimo convencimiento de que se dejará engañar y/o sobornar. Por tanto, la limitación es algo radicalmente antiamericano (y si, esto último es ironía).

    Personalmente opino que no importa cuáles sean las ventajas teóricas de la limitación de mandatos, las desventajas teóricas y reales del sistema son mayores, y me da sudores fríos pensar en el ejemplo evidente, lo que podría haber ocurrido si Franklin D. Roosevelt hubiera tenido que retirarse forzosamente de la política en 1939. Pero hay algo aún peor, y es el ejemplo muy real de que cuando de verdad reinan el clientelismo y la corrupción la limitación de mandatos no limita nada: véase por ejemplo Putin, Vladimir Vladimirovitch.

    • Carlos Jerez dice:

      En mi opinión la limitación de mandatos no es tanto desconfianza hacia los votantes, sino hacia el sistema democrático. Sin duda, partir siendo presidente da una ventaja enorme sobre los rivales, especialmente dentro de su propio partido. Yo comparto totalmente la opinión de @Alberto, en el que me parece un precio pequeño a pagar, porque los riesgos son mucho mayores. En cualquier caso en este debate nos falta lo más importante, datos.

  4. J.E dice:

    Opino que la limitación de mandatos es tan sana si se hace desde la informalidad (esto es, que por cultura política se entienda que no debería durar más de dos mandatos, pero que el líder pueda manejar los tiempos con la amenaza de forzar un tercer mandato) como insana desde la formalidad (llevando a la situación «un mandato y medio» que ocurre en EE.UU).

    Pero obviamente es muy difícil manejar esto. Una posible solución podría ser (muy ilusa, desde la política-ficción) que para aspirar al tercer mandato un presidente necesite una mayoría reforzada en el proceso de primarias.

  5. Frost dice:

    Estoy de acuerdo en que la limitación de mandatos tiene una utilidad, igual que la tiene matar mosquitos a cañonazos. Que cuatro de cada ocho años sean «años muertos» para el legislativo lacra el desarrollo de un país y más en el mundo actual. No estamos en el siglo XIX como para echarnos veinte años con ponencias y comisiones para redactar cada ley. Esos tiempos estuvieron bien para cimentar la democracia, pero como decía un profesor que tuve de Derecho Administrativo, «la sociedad no espera por el Derecho». Si cuatro de cada ocho años estamos con el legislativo a la expectativa de una renovación del ejecutivo, nos encontraremos con que la sociedad encontrará la forma de resolver sus inquietudes fuera de la política.

    • Javier dice:

      ¿Y eso es tan terrible? Parece que temas una revolución o algo si una ley tiene que esperar 4 años. Las leyes nacen con vocación de durar mucho tiempo. Duran, de hecho, mucho tiempo. Hacerlas con una perspectiva de 2-3 años es nefasto. ¿El desarrollo de un país depende de que haya muchas leyes hechas aprisa? Entonces estamos de enhorabuena, y España es un país hiperdesarrollado.

      ¿Qué ley hay hoy en los EE.UU. que no pueda esperar ahora mismo? El tema de la medicina socializada llevaba esperando desde Truman. El tema de la amnistía a los inmigrantes ilegales desde siempre, y unos años después de la que se está cocinando habrá una nueva hornada de ilegales a los que amnistiar. Puede que nuevas leyes apresuradas urjan a algunos individuos, pero no al país en su conjunto. Y en muchos aspectos, como el desarrollo de Internet y la economía electrónica, los EE.UU. se han beneficiado mucho de dejar campos sin legislar. Un enfoque más europeo, dado a regular e imponer normas a las telecomunicaciones al detalle en cuanto se sospecha que puede haber un campo nuevo, habría cerrado el camino a la innovación.

      La sociedad no sólo no espera por el derecho. Sino que, además, suele no hacerle caso. Y menos mal.

      • Frost dice:

        Estoy totalmente en contra de legislar «en caliente», a corto plazo, y de forma chapucera como en España, vaya eso por delante. No obstante, no creo que esperar cincuenta años para hacer una buena ley sea un plazo razonable.

        Sí admito que es bueno que haya sitio para la interpretación jurídica, pero normalmente suele ser usada para perjudicar a los individuos menos protegidos. Lo mismo pasa en cualquier mercado. Un mercado no regulado propicia abusos, uno sin regular al menos los acota a un nivel razonable para la actuación de los tribunales para que puedan actuar. Y esto es lo que pasa en EEUU con la inmigración.

        El argumento de que regular un mercado reduce las posibilidades de innovación es bastante falaz. Basándose en ese criterio, muchos países africanos deberían estar lanzando sondas espaciales, pero me parece que no es así.

        Finalmente, no creo que sea positivo que «la sociedad no haga caso del derecho». A un señor llamado Hammurabi se le ocurrió que si una persona le robaba a otra, y esa otra violaba a la esposa del ladrón y le quemaba la casa producía bastantes problemas. Su código puede parecer un poco bárbaro hoy en día, pero la alternativa era mucho peor. Con lo cual, entre una ley mala y la ausencia de ley, prefiero una ley mala.

  6. Frost dice:

    Disculpas por el doble post.
    En la frase: «Un mercado no regulado propicia abusos, uno sin regular al menos los acota a un nivel razonable » debería decir «Un mercado no regulado propicia abusos, uno regulado al menos los acota a un nivel razonable «.

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