Política

El zugzwang del PSC

19 Sep, 2013 -

Por Carles A. Foguet

El artículo de Lluís Orriols en su serie publicada en El País dedicado al PSC es, además de un cuadro que podría haber pintado Enrique Simonet, la descripción de una duda que atenaza al partido de los socialistas de unos años acá y que condiciona su evolución futura. Muy resumidamente, Lluís plantea un dilema del prisionero muy cruel en el que las opciones para el PSC son priorizar el electorado mal denominado “catalanista” o el otro (para el cual todavía no se ha encontrado ninguna etiqueta que hiciera suficiente fortuna), a riesgo de, al hacerlo, perder quién sabe si para siempre jamás al electorado rechazado. Si en lugar de política habláramos de ajedrez, esta posición de las fichas sobre el tablero tiene un nombre: zugzwang, la expresión que describe con precisión una situación del juego en la que cualquier movimiento posible es malo para quien lo tiene que hacer, hasta el punto de poderle hacer perder la partida.

Habrá quién a estas alturas ya no estará de acuerdo con el artículo y dirá, y no sin razón, que no hay tal dilema porque el PSC ya ha tomado partido y así lo reflejan las resoluciones de sus congresos y otros órganos de gobierno. El problema es que este posicionamiento o bien no se ha entendido o, cuando se ha entendido, no ha sido suficientemente relevante, electoralmente hablando. Que el PSC actúe como si no existieran estos dos electorados no significa que no existan. Habrá quién, por otro lado, considere que tal dilema existe pero no es de difícil resolución. La respuesta más obvia es que, llegados a este punto, el PSC tiene que renunciar, con mucho pesar, a sus electores catalanistas y reconstruirse sobre los que no lo son. Al fin y al cabo, los segundos superan a los primeros por una proporción de cuatro a uno.

Dios me libre de decirle al PSC qué tiene que hacer desde fuera del PSC, así que no diré nada sobre la primera objeción. Pero me veo capaz de hacer un par de observaciones sobre la segunda: ¿es la mejor respuesta posible? Y la pérdida, caso de producirse, ¿sería tan grave? Y haciendo cuatro números (casi literalmente) y mirando la historia electoral de Catalunya, también me atrevo a responderlas. Y las respuestas son “no” y “sí”.

El año 1999 el PSC, amparándose detrás de la figura de Pasqual Maragall, acabado de llegar de Roma, cambiaba radicalmente la estrategia que había seguido hasta entonces en las elecciones autonómicas (que si se tuviera que sintetizar, habría bastante con decir “resignación”). La figura de Maragall les permitía ensanchar el discurso hasta límites desconocidos y convocar a electores que hasta entonces les eran ajenos y que ahora acudían desde casi todos los flancos (el aumento de casi 400.000 votantes no se consiguió todo a expensas de CiU, que perdió sólo 150.000, la mayoría camino de la abstención).

No es intención de este artículo hablar de aquella campaña (interesantísima y compleja), pero hay que hacer hincapié en un hecho aparentemente menor pero que ahora es especialmente relevante: fuera de Barcelona, el PSC concurrió en coalición electoral con ICV. Los estrategas del partido tenían muy claros los efectos mecánicos del no-sistema electoral catalán y la desproporcionalidad de 3 de las 4 circunscripciones (no tanto por efecto del malapportionment cómo por el efecto varianza de la magnitud de los distritos). Descontada la victoria en Barcelona (donde el PSC superó por 5 escaños a CiU), hacía falta reducir la diferencia en el resto de provincias donde la federación nacionalista disfrutaba de los réditos de la proporcionalidad escasa y para hacerlo se eliminó la competencia por la vía de la cooptación. ¿El resultado? Ni siquiera con esta estrategia se consiguió atrapar a CiU en el territorio, acabando con las opciones de superarla en escaños en el Parlamento, a pesar de la victoria en el voto popular al conjunto de Catalunya.

Mucho ha cambiado el panorama político y electoral en Cataluña desde entonces. Pero hay una cosa que sigue igual: el sistema electoral catalán continúa siendo igual de proporcional en Barcelona y poco proporcional en el resto de circunscripciones. Esto significa que grandes diferencias en Barcelona exigen improbables distancias abismales entre unos y otros, mientras que en el resto de provincias los partidos ganadores pueden apuntarse una prima de representación con una diferencia de votos escasa.

Tomando los números con todas las precauciones (de tanto segmentar, en algunas categorías quedan cuatro casos contados), ponen negro sobre blanco las intuiciones que seguro que todos compartimos: los electores, en general, son más catalanistas fuera de Barcelona que en Barcelona. También los del PSC. No es arriesgado asumir que el electorado catalanista del PSC se concentra -no por volumen absoluto, sino por peso relativo- en estas circunscripciones. La ecuación es sencilla de completar.

Posicionamiento al eje nacional de los votantes del PSC por provincia, postelectoral del CIS, 2010. Sí, lo sabemos, no son grandes números. Pero tampoco quedaban tantos socialistas antes de la aceleración del “proceso”.

Posicionamiento al eje nacional de los votantes del PSC por provincia, postelectoral del CIS, 2010. Sí, lo sabemos, no son grandes números. Pero tampoco quedaban tantos socialistas antes de la aceleración del “proceso”.

La diferencia histórica más grande en escaños a favor de los socialistas en la circunscripción de Barcelona ha sido “sólo” de 5 diputados (en 1999, con 110.000 votos de diferencia respecto a CiU) y 4 en la convocatoria de 2003 (con la misma diferencia de votos). El PSC actual -cuando la respuesta al dilema se intuye por la fuerza de los hechos pero no se ha explicitado- pierde 18 escaños respecto a CiU sumando Tarragona, Lleida y Girona. Y este es el auténtico drama de la disyuntiva a la que se enfrenta el PSC: ni el mejor escenario histórico en la provincia de Barcelona movilizando a todo su electorado (catalanista y no) serviría para resistir la acometida del resto de formaciones en el resto del territorio si se renuncia a competir. Y todavía más cuando el escenario apunta a un debilitamiento del bipartidismo, que será más visible en las circunscripciones más proporcionales antes que en el resto de Catalunya (el apoyo electoral más o menos homogéneo del que goza CiU le permitirá, al menos en apariencia, parar el golpe previsible de próximas contiendas).

Renunciar al electorado llamado catalanista, con un peso relativo mayor en el territorio que en Barcelona y su área metropolitana, conlleva el riesgo –por no decir la certeza- de convertirse en irrelevante en estas circunscripciones, teniendo que pugnar en igualdad de condiciones con el resto de fuerzas por muy pocos escaños. Y ser irrelevante en el territorio implica, inexorablemente, no poder ganar nunca, en ningún caso, unas elecciones autonómicas en Cataluña.

Puede ser que el electorado catalanista que todavía es fiel al PSC sea significativamente inferior en número, pero su valor es estratégico. Sin ellos, una nueva victoria (en votos, en escaños) en Cataluña ni siquiera aparece en el horizonte, puesto que su pérdida no se compensa con una recuperación de igual magnitud del electorado no catalanista. Decantarse por estos últimos es posible, pero exige un esfuerzo al partido que probablemente -y por muchos motivos- ya no tiene la capacidad para hacer.

La diferencia con el 1999 es que hoy el PSC tiene competencia viable a ambos lados de su posicionamiento en el eje nacional. Viable y cada día más atractiva, como lo prueban los trasvases de votantes que ya se han producido entre el PSC y ERC e ICV-EUiA, por un lado, y C’s por el otro. Unos años atrás, el PSC era el líder indiscutible de la izquierda parlamentaria catalana. Actualmente, su liderazgo está discutido, y de qué manera, ya no sólo en general (ni siquiera es la primera fuerza de la oposición hoy) sino en cada fracción de su electorado respecto el sentimiento de pertenencia (a pesar de que, como apuntaba Lluís Orriols, todavía es la fuerza más votada por el electorado no catalanista).

La clave no es tanto que todas las jugadas posibles para el PSC sean malas, sino que, como el mismo nombre de la posición indica (“jugada obligada”, del alemán), no existe la opción de no jugar. Jugar es perder. El 2013 es muy diferente a 1999 y 2003. Tanto que, entonces, era posible no mover ficha y seguir adelante con la partida con todas las opciones de victoria intactas. Hoy, sin embargo, el PSC está obligado a mover ficha: zugzwang.


11 comentarios

  1. Javier dice:

    Apocalipsis 3:15-16

  2. Alatriste dice:

    Me parece que el artículo es demasiado breve y da demasiadas cosas por sabidas…

    Hubiera debido empezar explicando que aunque Barcelona tiene asignados 85 escaños, contra 18 de Tarragona, 17 de Gerona y 15 de Lérida, está fuertemente discriminada, sobre todo en relación con Lérida, porque son barceloneses alrededor del 75% de los catalanes. Si no me he equivocado al dividir, en las últimas elecciones hicieron falta más de 32.000 votos para alcanzar un escaño en Barcelona, contra unos 20.000 en Gerona y Tarragona, y solamente 13.000 en Lérida.

    En otras palabras, que el diseño del Parlamento catalán es esquizofrénico, sumamente proporcional en Barcelona, mucho menos fuera de ella… y que ese diseño, se hiciera con ese propósito o no, favorece al nacionalismo y dentro de él a CiU (habiendo tanto en juego, no es extraño que el proyecto de redactar una nueva ley electoral catalana se hundiera ignominiosamente…)

    Y luego, también ignora que el problema del PSC tiene otra dimensión, la de las elecciones nacionales, que también son importantes, y en las que Barcelona tiene 31 escaños, Gerona 6, Lérida 4 y Tarragona otros 6. Es decir, 31 a 16, una proporción bastante más favorable para Barcelona que 85 a 50 (además en las generales solo 5 partidos obtuvieron escaños por Barcelona, contra 7 en las autonómicas). Y aparte, historicamente participación del electorado no catalanista fue bastante más alta en las generales, aunque está por ver que eso vaya a ocurrir en el futuro.

    Pero vamos, creo que esta situación explica con toda claridad por qué el PSC hace como Charlie Brown: cuando Lucy/CiU/ERC le pregunta si le gusta más el amanecer o el anochecer, acabar respondiendo «Actually, I’ve always sort of preferred noon»

    Y está por ver que eso le vaya a funcionar tan mal como pronostica el articulista… en mi opinión, aparte de que el federalismo ha sido siempre la opción más o menos oficial, tiene mejores posibilidades que lanzarse a ciegas a una de las dos piscinas, incluso a corto plazo, y aún más a largo plazo.

    Nota:

    Lucy: Physicians can learn a lot about a patient by asking what may even sound like a very simple question… which do you prefer, a sunrise or a sunset?
    CB: Well, a sunset, I guess.
    Lucy: I thought so! You’re just the type! I might have have known that! What a disappointment! People who prefer sunsets are dreamers! THey always give up! They always look back instead of forward! I just might have known you weren’t a sunrise person! Sunrisers are go-getters! They have ambition and drive! Give me a person who likes a sunrise every time! Yes, sir! I’m sorry Charlie Brown. If you prefer sunsets to sunrises, I can’t take your case. You’re hopeless! (She leaves.)
    CB: Actually, I’ve always sort of preferred noon…

    • Josué dice:

      Pero lo que tú apuntas, aún siendo parcialmente cierto (en el sistema electoral catalán y en muchos otros sistemas proporcionales, sin ir más lejos, el mismo sistema aplicado al conjunto de España se distorsiona bastante más la relación votos – escaños) es irrelevante para el análisis del artículo: las normas del juego son conocidas de antemano por todos los actores y es en función de ellas que deben decidir sus movimientos. A estas alturas del partido da igual si las normas son justas o no.

      • Alatriste dice:

        Cierto, pero si he entendido bien, el artículo niega la posibilidad de preferir el mediodía… su argumentación se basa en que el PSC va a tener que optar por una de dos posibilidades, independencia o continuismo, las dos malas, dando por hecho que ninguno de sus dos electorados va a entender que el PSC defienda la vía de un cambio federal.

        Y eso me parece como poco prematuro. Todavía quedan muchos meses, claro, pero suponiendo que el tema de la consulta siguiera adelante, cuando queden aún más claras las consecuencias de la hipotética independencia – empezando por quedarse fuera de la Unión Europea, algo que resulta tan alucinante como revelador ver como niegan los independentistas – mi opinión es que la alternativa federal se va a volver muy atractiva de repente.

        Y aparte, sigo pensando que Mas, aunque le guste hacer juegos malabares con bombas atómicas, no tiene intención de convocar ninguna consulta si puede evitarlo, y si no puede que su intención es convocar una de juguete, concebida deliberadamente para que sus resultados sean tan favorables a la independencia como fácilmente impugnables (por ejemplo dejando votar a los mayores de 14 años, pidiendo el «carnet de identidad catalán» como documento de identidad, chapuceando el censo, el proceso de votación y el recuento, abriendo mesas solo en los ayuntamientos favorables al «proceso», permitiendo votar a extranjeros residentes y/o a valencianos, baleares y aragoneses… las posibilidades son infinitas). Solo hay que ver como elude fijar una fecha para dudar de la sinceridad de su compromiso con la dichosa consulta…

  3. Juanjo VLM dice:

    Esta es realmente la grandeza del enorme McGuffin lanzado por Más: dado que el psc pierde si o si, ciu gana lo que pierde psc. Y, ciu solo perdería si se viera fagocitada por ERC, cosa dificil dada la divergencia de una buena parte de su electorado. Esta jugada me recuerda a la de R. Blasco( Actualmente imputado, creo, por presunta corrupción junto con Cesar Augusto Tauroni) cuando se paso del pspv al pp; parece ser que le dijo a Zaplana que si quería ganar, lo mejor era «comerse» esa ficha del juego llamada «Coalición Valenciana», de Lizondo, . Acertó. Y pasados unos años, CV desapareció, y ahora los que quedan viven comodamente en el seno del pp valenciano, LO MAS CORRUPTO QUE LA POLITICA ESPAÑOLA HA PARIDO JAMAS!!!!!!

    Saludos.

  4. Zitron dice:

    Hay una solución a este embrollo y de hecho es dividir Cataluña en dos: el área metropolitana y el resto. No independizar a Cataluña de España sino al área metropolitanta del resto de Cataluña. Cultural, política y económicamente son distintas y más después de esta huida hacia adelante del nacionalismo.

    Si uno lo piensa, el «déficit fiscal» es realmente con el área metropolitana. Políticamente es más de izquierdas aunque nunca acaba de gobernar en la región. Y finalmente está más a gusto con el bilingüismo que el interior de Cataluña, donde parece que ven el castellano al nivel del urdu. De hecho suena como la mejor solución al problema: primero dividimos Cataluña en dos regiones y luego ya vemos quién se va con quién.

    • Carla dice:

      Yo haría otra cosa «parecida»: una vez se haya marchado Catalunya, dividir a España y ver quien se quiere quedar y quien se quiere largar con el proyecto catalán.

    • Alatriste dice:

      Si alguien propusiera eso, verías qué rápido resultaba que Cataluña era «una unidad de destino en lo universal», fundamentada «en la indisoluble unidad de la Nación catalana, patria común e indivisible de todos los catalanes».

      Vamos, que los barceloneses no tienen «derecho a decidir». Hasta ahí podíamos llegar…

      • PaulJBis dice:

        De hecho, C’s y Albert Rivera presentaron hace poco una pregunta en el Parlament preguntando por la balanza fiscal de Barcelona respecto al resto de Cataluña. Todos los demás grupos votaron en contra de que se proporcionara esa información.

  5. Hejo dice:

    El problema del PSC es muy difícil de solucionar. Han intentado seguir una «vía intermedia» proclamándose federalistas y reclamando reformas que permitan un mayor autogobierno en Cat, pero su propio partido nacional la rechaza: Congreso de Granada hace un par de meses como último ejemplo.
    Sus opciones entonces son, o romper con el PSOE para poder efectuar un giro catalanista, o mantenerse en el PSOE y efectuar un giro más o menos españolista. Esto último es lo que han hecho. O sea, que ahora su objetivo es resucitar el Cinturón Rojo, y su principal competidor, Ciutadans.

    Ojo, estas tensiones PSC-PSOE vienen de antiguo. El Estatut fue en gran parte idea de Maragall y en su redactado original tenía muchos elementos de carácter federal. Y todos recordamos la satisfacción con la que Alfonso Guerra contaba cómo el Congreso lo había «cepillado». Luego vino la sentencia del TC, y tras estos polvos, estos lodos.

    • Pescador dice:

      Algún día alguien tendrá que explicarnos, con toda seriedad y un examen posterior a la explicación, las diferencias entre estado federal y estado confederal.
      Porque donde un catalán ve federalismo, un restoespañol con buena intenciones ve confederalismo

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