Demografía & Sociología

De intereses, genes y falsa conciencia: la difícil articulación de un conflicto generacional

9 Jul, 2013 - y - @jorgesmiguel, @bpberta,

Uno de los temas de los que hablamos con frecuencia en Politikon, de manera explícita (como aquí y aquí) o implícita, es el conflicto generacional. Y algo que reaparece una y otra vez es la dificultad para articular, no digamos politizar, este conflicto. Por así decirlo, es como si nos resistiésemos a pensar en esos términos, empezando a menudo por los propios jóvenes que apoyan políticas contrarias a sus intereses “objetivos”. Sin embargo, otros ejes y conflictos de grupo (izquierda/derecha, centro/periferia, “el 1%”/”el 99%”…) se perciben, en apariencia, con mayor facilidad. ¿Por qué?

La política se puede entender de dos maneras. En primer lugar, como un juego de intereses en el que unos y otros grupos compiten para conseguir beneficios (en el sentido más amplio de la palabra) del estado.  En segundo lugar, la política puede ser un juego en el que se lucha por ideales sobre la sociedad en la que se quiere vivir. Los dos conflictos están ampliamente relacionados: al fin y al cabo, todos somos más capaces de ver los problemas de nuestra sociedad si afectan a nuestros intereses. Pero no son ni mucho menos lo mismo.

Lucha de intereses frente a lucha por ideales

A los académicos siempre les ha parecido curiosa la tendencia que tenemos los humanos a no pensar en términos estrictamente de interés personal. Estudio tras estudio ha quedado claro que, en su mayoría, los ciudadanos aplicamos criterios morales, somos altruistas y repartimos los beneficios o renunciamos a ganar nada para castigar a quien creemos que no se está comportando de forma justa.  De todos modos, también ha quedado bastante claro que estos principios morales están fuertemente ligados a tener conciencia de grupo: varios estudios han mostrado que los ciudadanos son considerablemente más altruistas con aquellos que consideran parte de su grupo que con aquellos a los que no consideran.

La concepción de grupo es, pues, muy importante a la hora de entender los intereses que persiguen los votantes. En primer lugar, porque no tiene mucho sentido luchar solo contra el resto: es necesario crear alianzas con otros que persigan nuestros mismos objetivos. En segundo lugar, y quizás más importante, porque el grupo es el que dicta cuáles son los intereses que se persiguen y cuáles son los privilegios contra los que se lucha. El grupo divide entonces los intereses que se persiguen de los que no se persiguen, y de los que se quieren combatir.

En este sentido, es muy complicado crear conciencia de lucha de intereses entre las distintas generaciones porque se trataría de crear unas conciencias de grupo cruzadas entre los miembros de una familia. En un grupo de personas entre las que la solidaridad es (en principio) la norma, ¿cómo se va a dar a entender que existen conflictos de interés? ¿Cómo va a pensar un joven en paro que sus padres, gracias a los cuales él se ha educado y come y duerme bajo techo cada día, son los “culpables” de su situación? Pero aún más importante: ¿cómo va a percibir a las generaciones mayores, a las que algún día él mismo pertenecerá, como el grupo de interés contra el que luchar?

Suena raro, ¿verdad? Ambos grupos están demasiado unidos, demasiados relacionados como para desarrollar la conciencia de grupo necesaria.  La conciencia de grupo se basa en parte en las imágenes que se crean de los miembros de fuera del grupo; por ejemplo, que los miembros del grupo contrario son muy distintos a los propios miembros; percepciones muy difíciles de desarrollar cuando existe un contacto tan directo, o cuando unos saben que van a acabar siendo parecidos a los otros en el futuro.

Más fácil sería, en este sentido, articular un conflicto generacional basado en concepciones ideológicas. En una lucha por ideales más que por intereses de grupo. Un ejemplo podría ser Mayo del 68. Al fin y al cabo, luchar por ideales y no contra los intereses de otras personas es mucho más fácil. Se tiene el apoyo de la “bondad” de las ideas que se defienden y, por lo tanto, no cabe el sentimiento de culpa por querer quitarle privilegios a otros. Es posible que estemos mejor equipados personal y socialmente para articular conflictos en términos morales que en términos de interés.

The kids aren’t alright

Pero existen posibilidades más prosaicas. Aparte de la lealtad grupal y genética a la familia, los jóvenes pueden estar descontando el bienestar futuro que les ofrecerá el sistema, bien a través del patrimonio de sus padres, bien por su incorporación a las filas de los insiders. Seguirían por tanto percibiéndose a sí mismos como beneficiarios netos de un estado de cosas que, sin embargo, ya no está tan claro que vaya a operar en su favor en ningún momento del ciclo vital, rotas las viejas narrativas y acuerdos tácitos sociales sobre el “ascenso” en jerarquías de la experiencia y el privilegio. En ese caso, estaríamos casi tentados de desempolvar la vieja tesis marxiana de la “falsa conciencia”.

Por otra parte, una clave  del fenómeno político y cultural que representaron los baby-boomers fue precisamente esa condición: ser hijos de la explosión de la natalidad en la posguerra europea; y al peso demográfico de las cohortes de jóvenes que se incorporaban como una marea a la vida adulta, aportando o exigiendo modos nuevos de relación, de socialización, de consumo. Un nuevo pacto social, en suma. Hoy, sin embargo, como hemos atestiguado, los jóvenes son un grupo menguado y menguante en casi todas las sociedades occidentales. Su incorporación al mercado y a la esfera pública está plenamente aceptada y ya ni siquiera tiene el valor de novedad o ruptura que supuso hace 50, 60 años. Además, como decíamos, los jóvenes tienden a votar menos y a participar menos en política, facilitando su “abandono” por los partidos en lo que quizás sea un proceso de alejamiento que se realimenta.

Conceptualmente, no debería ser difícil ligar el conflicto generacional a asuntos como la igualdad, la justicia o la lucha contra los privilegios. El problema es, ¿cómo desligar dicho discurso de la lucha contra ciertos privilegios concretos? ¿Cómo estructurar un mensaje así sin denunciar los privilegios que tienen las otras generaciones? O lo que es lo mismo, ¿cómo articular un discurso generacional potente si no se puede crear una identidad de grupo perjudicado entre los jóvenes?


23 comentarios

  1. […] Article escrit juntament amb Jorge San Miguel i publicat simultàniament en castellà a Politikon. […]

  2. Epicureo dice:

    ¿Por qué en Politikon estáis tan interesados en la lucha de generaciones, mientras negáis vergonzantemente la existencia de la lucha de clases? Leyendo este artículo, parece que estáis empeñados en inventarla, exista o no.

    Sólo un académico encotraría «curiosa» la tendencia humana a considerarse parte de una unidad económica mayor, como la familia o la tribu. Es algo natural, que está en nuestros genes porque es necesario para la supervivencia, tanto de la especie como del individuo. El ser humano «racional» de los economistas liberales, cuyas relaciones con los demás están determinadas sólo por su propio interés, es lo que los psicólogos denominan «psicópata».

    En el modelo de sociedad de los autores de Politikon, el gasto en educación primaria y secundaria debería ser 0, ya que ningún votante está realizando esos estudios o los va a realizar. Pero sin embargo parece que los padres se preocupan de sus hijos, aunque sean de una generación diferente.

    • Porque van a pagar su pensión.

      Coñas aparte, yo tengo relativamente claro que cosas como los outsiders/trabajadores precarios constituyen de hecho una clase social en términos de su función en el proceso de producción. Ni las clases son hoy como lo eran en 1870 o en 1959, ni la idea de clase social está desligada de diferencias generacionales una vez introduces en la ecuación instituciones como el Estado de Bienestar o la estructura de contratos o la protección al empleo, todo ello consolidado en la segunda mitad del XX. Y todo ello viene determinando la distribución determinada de funciones y recursos disponibles al menos tanto como la división entre dueños y no dueños del capital (de cualquier tipo, si nos ponemos en plan Bourdieu).

      Ahora bien, que prefieras una retórica más cercana a la marxista es otra cuestión 🙂

      • Epicureo dice:

        Es totalmente cierto que las clases no son ahora como en 1959. Y también que hay una diferenciación entre outsiders e insiders. Lo que es un error es considerar que la tensión fundamental en la distribución de recursos es entre insiders y outsiders.

        La creación de la clase (mejor diría subclase) outsider no ha sido precisamente idea de los insiders, sino de la colusión entre los gobiernos y los capitalistas. La idea era que con mayor «flexibilidad laboral» se crearía empleo, y con el tiempo los outsiders se incorporarían a la clase insider. Esto no funcionó, como todos sabemos. Hay más paro que nunca.

        El siguiente paso es fomentar la envidia de los outsiders, atascados para siempre en la precariedad, hacia los insiders que aún quedan. Y pulverizar el antiguo sistema de relaciones laborales. En beneficio de quién no hace falta decirlo.

    • Kartoffel dice:

      En primer lugar, lo mismo funciona el modelo de agente racional para un análisis «liberal» que para otro «no liberal». Por otro lado, dentro de una función de utilidad se pueden meter las preferencias que uno quiera, con lo que decir que «agente racional = psicópata» o que un mayor de edad debería votar la eliminación del gasto en primaria/secundaria (algo que sería absurdo incluso dentro del interés propio más estrecho) es una caricatura de nivel del profesor Catarro.

      Por lo demás, bonitos espantapájaros te han quedado. Asociar metodología con ideología siempre es un argumento económico en términos neuronales.

      • Epicureo dice:

        Si dentro de una función de utilidad se pueden meter las preferencias que uno quiera, entonces la «racionalidad» no significa nada, es un concepto vacío.

        Pero no es así como se aplica normalmente. «A los académicos siempre les ha parecido curiosa la tendencia que tenemos los humanos a no pensar en términos estrictamente de interés personal.» Será porque les parece que lo normal sería que pensáramos estrictamente en términos de interés personal. Que es la definición de libro de la psicopatía. Y la definición de racionalidad más empleada en los modelos económicos.

        • un bostoniano dice:

          La definición de racionalidad es «transitividad de las preferencias», no egoísmo o psicopatía.

          • Epicureo dice:

            Eso es sólo parte de la definición. También tiene que haber completitud y reflexividad de las preferencias.

            Las tres características componen una definición que, como pocas, consigue ser a la vez trivial y falsa. Porque no proceden del estudio del ser humano, sino del deseo de conseguir una curva de demanda continua. ¡Si no, el mercado no sería perfecto! ¡Horror!

            También diré que, aunque se deje implícito, estas preferencias se consideran estrictamente individuales. No se ha desarrollado mucho la teoría microeconómica del altruismo. Quizá no por motivos ideológicos, eso lo admito. Tal vez la razón es que las ecuaciones resultantes serían demasiado complicadas.

            • un bostoniano dice:

              Se trata de la definición de racionalidad a la que se refiere la teoría económica. Las preferencias son racionales si muestran transitividad. Los experimentos de economía behavioural nos enseñan que esta característica no es trivial, ni tampoco necesariamente falsa. Muchos individuos, aunque no todos, quiebran la transitividad.

              Me parece que los axiomas de completitud, reflexividad y transitividad no bastan para definir curvas de indiferencia continuas.

              La preferencia altruista se refiere a los demás, pero resulta estrictamente individual. Es decir, el altruismo de Juan hacia Pepe no implica el de Pepe hacia Juan.

    • Kiko Llaneras dice:

      Epicureo, me hace gracia que hables del «modelo de sociedad de los autores de Politikon». Para empezar, dudo que todos los autores tengamos las mismas ideas al respecto (ni siquiera sé lo que piensan sobre un montón de cosas). Y no solo eso, es que personalmente no tengo nada parecido a un modelo cerrado ni del todo definido sobre cómo querría que fuese la sociedad.

      Sobre los lazos familiares y de grupo, de acuerdo, todo indica que son comportamientos arraigados en nuestro genoma. De hecho, me gusta la idea de Pinker que sugiere que uno de los síntomas de progreso es que hemos tendido a incluir cada vez a más gente —más colectivos— en «circle of empathy» más allá de la familia inmediata.

      • Epicureo dice:

        Bueno, pues no generalizaré. Me refiero únicamente a los autores que insisten tanto en la «lucha de generaciones».

        A mí también me gusta la idea de Pinker, aunque no estoy totalmente seguro de que sea cierta. Más bien me parece que por un tiempo, en algunos sitios, hemos podido permitirnos el lujo de «repartir» más nuestra empatía hacia los que están fuera de nuestro círculo próximo. Pero ese progreso no es irreversible. En el mundo más desigual y más inseguro que nos están organizando… veremos.

        • L dice:

          Esa idea es originaria de Peter Singer… http://press.princeton.edu/titles/9434.html

          Pinker es un pringao que vende libros.

          • R dice:

            También Richard Rorty defiende esta idea. La moralidad sólo se aplica a los que consideramos «nosotros». Por eso, nos da más pena matar a un animalito al que podemos imaginar cara antropoide que a un bichejo repulsivo. Y por eso la aceptación del aborto depende de cuándo decidimos que comienza un ser un humano.
            Se trata de decidir e imaginar, no de alguna esencia preexistente, y es necesario para ello que podamos permitirnos el lujo.

            Sobre el tema principal, «Diario de la guerra del cerdo» de Bioy Casares.

  3. No sólo el conflicto generacional no existe, sino que ya son demasiados, especialmente entre los votantes, los que creen en él -incapaces de reconocer que el paro masivo no es inevitable, de ver la complicidad del Estado en crear, y de la burguesía en implementar, las nuevas relaciones laborales precarias; de denunciar la estructura regresiva del impuesto que hoy condena a las pensiones…

    Repartir trabajo y riqueza beneficia a una mayoría de todas las generaciones -la que representa la clase trabajadora: es del antagonismo capital/trabajo que la gente debe tomar conciencia.

    • Epicureo dice:

      Inventar un conflicto generacional beneficia mucho al capital en su proyecto de volver al siglo XIX. Si se distrae a la gente con el reparto entre viejos y jóvenes, no pensarán tanto en el reparto entre pobres y ricos. Y ya se sabe, divide y vencerás.

      Así que es de esperar que en toda clase de medios periodísticos y académicos, en los próximos meses, se hable de la lucha de generaciones hasta la saciedad (Politikon tiene el mérito de ser pionero). Así se distrae la atención de la eliminación de los convenios colectivos y el abaratamiento del despido.

  4. Jon dice:

    Como miembro de esta generación de jóvenes que se incorpora al mercado de trabajo ahora y observo entre mis compañeros esta defensa de causas a priori desvinculadas o incluso contrarias a sus propios intereses, mi conclusión tras indagar un poco es que la causa del fenomeno es la señalada «falsa conciencia»: el proceso mental, más allá de las posibles pátinas de idealismo, se estructura a partir de la hipótesis de ser «insiders» algún día.

  5. juan dice:

    Pues mi percepción estando justo en medio de las «generaciones señaladas», soy de los 70 es que realmente no hay una lucha, sino una desadaptación contextual.

    En un país de gente muy sufrida con poco acceso a la educación y que trabajaron mucho, (en mi pueblo, industria textil, promedios de 60 horas a la semana) para «ser clase media» y además permitirse junto a las ayudas que los hijos «fuesen a la universidad».

    El problema es que esos padres aspiraban a que los hijos tuvieran más con un «empleo mejor gracias a la educación», es decir superar su renta a ser posible con un trabajo de 40 horas y «fijo». Vamos, ser Suecia.

    El pequeño problema es que el comunismo no se acepta porque a largo plazo el desincentivar el esfuerzo individual hace que sus economías colapsen, pero queriendo el capitalismo nos falta resolver ¿quién tiene que crear los puestos de trabajo, para los titulados y los no titulados? Por tanto el conflicto generacional es más bien una falta de adaptación al nuevo status quo. La educación superior generalizada es un gran logro, pero por oferta y demanda deja ya de asegurar nada. Como cada moneda esta también tiene 2 caras.

    La situación laboral de los jóvenes no es achacable a «sus mayores», y si no que se los pregunten a los que pierden el empleo a los 50 y pocos y no son de un banco o la Telefónica.

  6. Mr P dice:

    «varios estudios han mostrado que los ciudadanos son considerablemente más altruistas con aquellos que consideran parte de su grupo que con aquellos a los que no consideran.»

    Esto es lo que defiende Dawkins en «El Gen egoista», ¿No?

  7. Teo dice:

    jajajajajajjajajaja

  8. Maese Alcofribas dice:

    Un cuestionamiento desde mi experiencia personal, sin entrar en disquisiciones técnicas que me superan. El jubilado de, pongamos, setenta y pocos años “promedio” que yo conozco (contexto de clase baja en una de las zonas más deprimidas históricamente del país) tiene las siguientes características:

    – nada más “aprender” a leer y escribir (entiéndanse las comillas; mi padre a la sartén la llama, y escribe, santel), con siete u ocho años, se les sacaba de la “escuela” y empezaban a trabajar.

    – en su infancia, el que pertenecía a una familia que tenía un cacho mínimo de tierra o una vaca podía dar sinceras gracias al destino. Otros tuvieron que comer cosas que torcerían el rictus de una cabra

    – trabajaron durante toda su vida como mulas, como animales. A partir de los sesenta sus condiciones mejoraron, pero dada su nula formación siempre tuvieron trabajos no cualificados. Pudieron comprar una casa sin hipotecar su vida entera (único aspecto en el que considero que tuvieron ventaja), formar una familia, vestir y alimentar a sus hijos, y comprarse una tele y una lavadora. Y punto. Conocían el concepto “vacaciones”, pero no el de “irse de vacaciones”. Gracias al naciente estado de regularestar español pudieron dar una educación decente a sus hijos, la primera generación con estudios en esas familias

    Si alguien considera que el jubilarse a los 65, o la cuantía de las pensiones de esta gente representan un privilegio frente a los que hoy tienen 25-30 años, le ruego encarecidamente que me explique por qué. No es retórica, lo ruego encarecidamente.

    Por otra parte, aunque no sea el contenido concreto de este hilo, sí me gustaría señalar algo que considero contribuye a alimentar la visión de algunos comentaristas de que en Politikon se lanza un mensaje ideologizado, etc, etc, visión que otros (tanto politikoneros como comentaristas) niegan vehementemente y acusan a su vez de lo mismo a los anteriores. Pienso que cuando se afirma que los sindicatos no defienden a los outsiders, se trata de una falacia tan evidente que resulta difícil pensar que personas inteligentes e informadas puedan cometerla involuntariamente (y de ahí lo de ideologizado y tal). Cuando España “iba bien”, ¿que dos palabras salían como disco rayado de la boca de cualquier sindicalista al que se le pusiese un micrófono delante?: temporalidad y precariedad. Es rotundamente falso que los sindicatos no defendiesen a los outsiders. Otra cosa es que su propuesta siempre consista en igualar exclusivamente por arriba, cosa que desde la economía ortodoxa se considera un disparate en esta coyuntura globalizadora.

  9. MuGaR dice:

    Siento no hablar del post, ya se que os fastidia, pero los comentarios son más interesantes xD

    El desenfoque fundamental del artículo se debe a que no es la disyuntiva conflicto de clases o conflicto de generaciones el problema fundamental, sino que aquí, excepto los muy ricos, todos vamos en el mismo barco y ese barco se llama España, porque el conflicto (en sentido amplio) entre Estados precede y engloba a aquellos (que existen y están determinados por este).

    Esto no significa que no se deban tener en cuenta las dinámicas internas, pero sin el factor internacional no se pueden entender. Así, a día de hoy, hablar de la «clase trabajadora» española o de los «jóvenes» españoles sin mencionar, por ejemplo, a la clase trabajadora o los jóvenes de China hace que se pierda la perspectiva completa.

    La verdadera falsa conciencia (vaya expresión eh) es creerse ciudadano del mundo.

  10. lovell dice:

    <>

    ¿Por qué no trabajar por recomponer las viejas narrativas y acuerdos tácitos sociales sobre el «ascenso»….para que el estado actual de las cosas actúe en su favor llegado el momento pertinente del ciclo vital?

    Personalmente, veo la utilidad social de que una persona entrada en la madurez, con cargas familiares y económicas propias de su posición en el ciclo vital, no se encuentre en una situación de excesiva inseguridad en un momento en que, para más inri, ya están agotadas las «mejores fuerzas» de la juventud.

    Creo que todo el mundo puede apoyar esta idea porque, como decís, si aún no lo estamos, algún día estaremos del otro lado de la barrera.

  11. […] Politikon hablamos a menudo de conflicto generacional. Hemos mencionado, por ejemplo, la idea que las preferencias […]

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