Política

La necesidad de un factor de sostenibilidad

10 Jun, 2013 - - @jorgegalindo

En el informe del Comité designado por el Gobierno para la reforma de las pensiones hay un protagonista: el factor de sostenibilidad. Y, francamente, me parece una gran noticia. Simplemente necesitamos incorporar un criterio de este tipo a nuestro sistema de pensiones. Voy a intentar explicar por qué, y a la vez valorar el modelo de factor propuesto.

Hay dos formas de garantizar una pensión para cada generación. Podemos optar por un sistema de capitalización en el cual cada trabajador tiene una caja en la que va metiendo una parte de su renta actual para tenerla disponible una vez se retire. Este no es el caso de España, donde nos hemos decidido (como en tantísimos otros países, por otro lado) por un esquema del tipo pay as you go (PAYG), en el que las pensiones de los que se retiran hoy están financiadas por impuestos a los trabajadores de hoy. Estos trabajadores aportan el dinero con la confianza de que recibirán lo mismo, o algo similar, una vez se retiren. Es, efectivamente, un pacto intergeneracional que envuelve tres niveles (trabajador actual, trabajador futuro, trabajador pasado) y que, por definición, siempre ha de continuar.

En un sistema como el nuestro las pensiones, pues, dependen de la marcha actual de la demografía: si el número de trabajores futuros disminuye en relación con los demás es evidente que cabe prever un desequilibrio en el sistema. Esto puede suceder porque aumenta la esperanza de vida sin incrementarse al mismo ritmo la edad media de jubilación o porque simplemente tenemos menos hijos como sociedad. Como bien sabemos, en los países occidentales (y particularmente en España) ambas cosas están sucediendo al mismo tiempo.

Salta a la vista que la demografía no es el único factor. Al fin y al cabo, estamos hablando de que la situación económica actual de un país financia el retiro de toda una generación. Por ejemplo, a mayor nivel de salarios (mayor productividad) más alta puede ser la pensión media manteniendo constante la tasa impuesta. Asimismo, a menor nivel de desempleo más trabajadores por persona retirada existen, y por tanto es más factible pagar una pensión generosa. En España, hoy por hoy, ni la productividad ni la tasa de ocupación permiten ser optimistas, que digamos.

En cualquier caso, lo que cabe remarcar es que bajo un esquema PAYG los jubilados son una parte inextricable de la sociedad. Pero, a la vez, esperan recibir en pago al menos tanto como aportaron. Claro, si la generación que ahora se retira trabajó duro en una época de prosperidad resulta difícil explicarle ahora que toca apretarse el cinturón, pero lamentablemente esta es la realidad. Si tenemos una productividad que no crece lo suficiente, una tasa de desempleo estructural altísima, unos flujos migratorios negativos y una natalidad por los suelos no podemos esperar mantener un nivel de pensiones insostenible de manera indefinida. Para evitar hacer cambios ad hoc a cada momento, parece bastante lógico emplear un mecanismo de estabilización automática. Si tanto la economía como la demografía varía con el tiempo (aunque, francamente, la primera dimensión permite ser bastante más optimista que la segunda), y estas variaciones condicionan el equilibrio de nuestro sistema de pensiones, la necesidad de incluir un factor de sostenibilidad parece clara, que no es sino una fórmula que ajustaría las pensiones a los límites de lo posible. Otra cuestión, claro, es cómo diseñar esta fórmula. El Consejo designado por este Gobierno se ha decidido por introducir un doble factor, demográfico y económico. Este mero hecho es ya algo loable. Pero eso no quiere decir que no debamos discutir la forma que ha tomado. Al contrario: es ahora cuando el debate comienza a tener sentido.

El factor demográfico propuesto es bastante claro y directo. A la pensión a percibir por cada nuevo jubilado que entra en el sistema se le aplica un factor multiplicador. Dicho factor depende de dividir la esperanza de vida de la persona retirada en ese año por la esperanza de vida con la misma edad en el año siguiente. Así, un incremento en la esperanza de vida disminuye el valor de la pensión. Esta fórmula tiene el efecto simple de disminuir la pensión de quien va a pasar más tiempo viviendo de ella. Ese ajuste demográfico es el lado que me gusta. Lo que me gusta menos, o me genera más dudas, es el efecto que puede tener aplicar esta misma fórmula a personas cuya edad de jubilación es distinta por la naturaleza de su trabajo, o por su perfil sociodemográfico. Es decir: quizás sería una buena idea ajustar esta fórmula de manera distinta según estemos hablando de mineros, mujeres, profesores universitarios, etcétera. Estableciendo, por ejemplo, umbrales a partir de los cuales su efecto es mayor o menor para cada perfil. Si queremos fomentar que los trabajadores se retiren más tarde, querremos hacerlo con aquellos que pueden permitírselo sin perder calidad de vida (antes al contrario). De hecho, cabría preguntarse si no sería mejor ligar la propia edad de jubilación, más que el pago de la pensión, a la esperanza de vida. Esto es lo que va a pasar en Dinamarca desde 2022. Por cierto, como curiosidad cabe apuntar que la fórmula propuesta por este comité es tal cual la que ya aplican nuestros tantas veces ignorados vecinos: Portugal.

El factor económico es, sin embargo, algo más retorcido. Se trata esta vez de construir un índice a multiplicar por las pensiones año a año, a imagen y semejanza de la actual indexación con la inflación pero incluyendo otras variables. Para empezar, en lugar de referirse directamente a los factores económicos discutidos (paro, salarios, etc) queda ligado a los ingresos y gastos del sistema de pensiones. Los autores de la propuesta asumen que el lado de los ingresos es un proxy que resume todas las variables económicas, al ser el resultado del número de cotizantes por la base media de cotización. Así, el factor propuesto resulta de partir de la tasa de crecimiento de estos ingresos y restarle los siguentes elementos: la tasa de crecimiento del número de pensiones y el incremento de la pensión media por las diferencias entre altas y bajas del sistema. A esto se le suma la existencia de superávit o déficit en el sistema. Si hay superávit es posible una revalorización superior. Si hay déficit, inferior. Como bien señalan en el informe este mecanismo garantizaría que el saldo del sistema a lo largo del ciclo es cero. Esto es, ni déficit, ni superávit.

La parte positiva de la manera en que está construido este factor económico es que considera los ingresos en su conjunto. Dicho de otra manera: si por razones políticas o de otra índole un gobierno futuro decide incrementar los ingresos del sistema de pensiones de manera sustancial a través de una subida de impuestos, las pensiones efectivamente se incrementarán tras pasar por este filtro. Es decir, la fórmula no es tan encorsetada políticamente como pudiese parecer. Sin embargo, tengo la impresión de que al incluir valores que afectan netamente a la estabilidad del sistema con base al número de pensionistas, este factor se solapa con el demográfico. Al fin y al cabo, un incremento en la esperanza de vida va  a tener como efecto un aumento del número de altas en el sistema/pensiones.

Las alternativas para diseñar un buen factor de sostenibilidad son muchas, como se muestra en el Ap. 4 de este trabajo. Personalmente me parecería más adecuado desvincular la esperanza de vida de la pensión a recibir y vincularla con la edad de jubilación y con el requerimiento de años cotizados, a la vez introduciendo segmentación por perfiles para garantizar un trato más equitativo. El monto total de la pensión estaría ligado, pues, a la marcha económica y demográfica a través del balance entre activo y pasivo del sistema de pensiones, siendo posibles tanto incrementos como bajadas de impuestos, o la implantación de fondos de capitalización públicos paralelos y complementarios. Estos son los debates políticos más duros, de hecho, porque son los que más afectan a quién soporta el ajuste o quién recibe los beneficios en caso de que la sociedad (económica y demográficamente) marche mejor o peor. Pero la mera introducción de factores de sostenibilidad es anterior a todo ello. Se trata, en definitiva, de asegurar que el debate sobre el presente y futuro de nuestro Estado de Bienestar quede dentro de los límites de lo posible para preservar el pacto intergeneracional en que se basa.


40 comentarios

  1. Batistuta dice:

    Interesante análisis, gracias.

    Desde el punto de vista de un imbécil económico, me vienen a la cabeza dos dudas. Las suelto aquí por si algún alma caritativa tiene a bien resolverlas.

    – El esquema del tipo Pay As You Go no es insostenible por defecto? Tarde o temprano, todo país medianamente desarrollado tiende a envejecer, y eso crea más y más presión sobre el sistema PAYG. En cambio, a simple vista, el sistema de capitalización parece tener mejor perspectiva de futuro porque tu pensión depende de ti mismo, y no del número de trabajadores que puedan pagar por ti. ¿Es esto así? ¿En qué momento decidó España tener un sistema PAYG en lugar de la otra alternativa?

    – Asumiendo que mis dudas sobre el sistema PAYG sean ciertas… ¿es posible cambiar? ¿Podríamos pasar del PAYG a un sistema de capitalización? Esto, a simple vista, también me suena complicadísimo. Pero quizás algún país lo ha conseguido ya, you never know

    • Isaac dice:

      Si y no.

      Por un lado, la población tiende a envejecer ahora, después del «Baby boom», però ya cuando «mueran» los del Baby boom ya veremos.

      Por otro lado, la «productividad» tiende, a la larga, a crecer. Quiero decir que en un sistema PAYG se suele cobrar más de lo que has pagado ya que la siguiente generación crea más riqueza que la que tu generaste.

      Todo esto, a riesgo de jubilarte justo en medio de una crisis económica gigantesca dónde, jubilados o no, todos van a pringar lo suyo.

    • Jorge Galindo dice:

      El sistema de capitalización tiene varios problemas. No implica reparto ni solidaridad, depende mucho de ciclos económicos y no incentiva a las clases más productivas/con más renta a trabajar hasta más tarde por sí mismo. Entre otros. El sistema PAYG bien diseñado puede depender menos de ciclos, incentivar más la productividad y desde luego es más cohesionador. Creo que no yerro si digo que la totalidad de Europa continental tiene un sistema tipo PAYG que puede tener o no un pilar en forma de capitalización. Yo estoy en principio a favor de incorporar dicho pilar, pero habría que ver su peso y cómo diseñarlo.

      En la mayoría de países en los que existe un pilar de capitalización éste se ha incorporado a posteriori. Así que sí, es posible. Pero, desde luego, implica un problema político importante, además de que se genera sí o sí un déficit transicional (mientras tienes a personas en los dos sistemas hay una parte de la cotización de los trabajadores actuales que va a cubrir sus futuras pensiones, que no existen aún, y deja de cubrir las pensiones de los actuales jubilados). Ese déficit ha de cubrirse de alguna manera, por lo que, intuitivamente, no resulta demasiado recomendable embarcarse en este tipo de reformas en mitad de una crisis como la actual.

    • Epicureo dice:

      Batistuta, te has dejado engañar por la propaganda neoliberal.

      Si el sistema PAYG es insostenible, el sistema de capitalización también. Porque en el sistema de capitalización la pensión no depende «de tí mismo»: depende de la valoración y el rendimiento de tus inversiones, que a su vez depende de la gente que trabaja en las empresas en las que has invertido, o de la gente que trabaja en el país del que compras deuda pública o divisas, o de la gente que utiliza las materias primas con las que especulas. Al final, el sistema de capitalización también es PAYG.

      Y con un inconveniente: una crisis económica, y durante tu vida laboral y tu jubilación sin duda habrá varias crisis económicas, se puede llevar la mitad o más de tu pensión facilísimamente si dependes de la capitalización. Con el sistema PAYG no ocurre eso.

      Por eso, creo yo, hay pocos países con un sistema de capitalización puro, y en los pocos que lo tienen, como Chile, el Estado siempre acaba complementando las pensiones con dinero público, porque la capitalización fracasa.

      • Buhonsa dice:

        Lo único que podemos decir que ha fracaso es el sistema piramidal que tenemos ahora. POR-FAVOR.

        «El que no opina como yo es un engañado» Epicureo dixit.

        • Epicureo dice:

          El que dice que el sistema de pensiones que tenemos ahora es piramidal ES un engañado. Porque es mentira.

          Y el que dice que el sistema de pensiones ya ha fracasado también es un engañado. Porque es mentira. El sistema ahora mismo funciona; el problema llegará a largo plazo.

          Y también está engañado (o es ignorante) el que dice que el sistema de capitalización es Jauja. Porque en Chile ha fracasado nada más empezar a funcionar: muchísimos fondos han registrado pérdidas, las pensiones devengadas no llegan al nivel de subsistencia y el Estado tiene que complementarlas (aún así la mayoría no llegan ni al escaso salario mínimo chileno).

          Esto son hechos, no opiniones.

          • Buhonsa dice:

            El fracaso es no reconocer las equivocaciones, porque es imposible no equivocarse, sobre todo, con el dinero de los demás. No hay un duro. No hay quien pague las pensiones. Y en modo «chachipiruli» hay un comité de expertos camuflando la situación en «factores de sostenibilidad» y en «indexaciones» y otras historias porque ya se les pasó de rosca y no pueden seguir pasando la patata caliente porque la situación es GRA-VE. Es un fraude a todas luces. Los problemas no llegan a largo plazo, los problemas se manifiestan en el largo plazo pero llegaron hace mucho tiempo, con decisiones erróneas. El largo plazo es la consecuencia inevitable pero no el problema, el problema es lo que origina la catástrofe, no la catástrofe en sí.

        • Iagovar dice:

          La estulticia no conoce límites.

  2. Saulo dice:

    «… trabajó duro en una época de prosperidad… » Esto es un oxímoron, es decir, absurdo y contradictorio. En una época de prosperidad, no se trabaja duro, sino que que se obtiene el mayor rendimiento posible a través del menor esfuerzo. En una época de crisis sucede lo inverso, esto es, se obtiene el menor rendimiento posible a través del mayor esfuerzo.

    Ninguna de las personas hoy felizmente jubiladas ha sufrido unos veinte o treinta años de edad ni remotamente tan duros como los de nuestra juventud y mediana edad actual.

    Ni remotamente.

    Así que no me parece injusto que se hagan cargo de la situación económica actual y devuelvan a sus hijos un poco, aunque sólo sea un poco, de lo que les han robado desde el pasado.

    • Epicureo dice:

      Menuda gilipollez has dicho, Saulo.

      No me digas que esta es la primera crisis económica que ha habido. O que en los años 50 y 60 la gente no emigraba con una maleta de cartón.

      • Saulo dice:

        Pobre ignorante. Estudie demografía y luego vuelva por aquí a hablar de los años sesenta y lo duros que fueron en España. Ayyyyy…

        • Epicureo dice:

          En esa España donde ataban los perros con longaniza, uno de los lujos asiáticos que se permitieron los actuales jubilados fue concebirnos, criarnos y educarnos a usted y a mí. Con sus salarios y sus impuestos nos pagaron, a los de mediana edad, una universidad casi gratuita (no como la de ahora) y otras muchas cosas. Yo no diría que eso fuera robarnos, precisamente…

  3. Alnair dice:

    Por un lado me parece bien hacer participes a los jubilados del devenir de la economía, tanto para lo bueno como para lo malo, en el sentido de corresponsabilizar a todos por igual. En este sentido esto podría ayudar a romper la dualidad del mercado laboral; si eres un insider y quieres cobrar la pensión en un futuro mas te vale preocuparte por los outsiders que van a tener que pagartela.

    Por otro lado introduce un componente pro-cíclico que podría ser contraproducente para la estabilidad económica.

    • Jorge Galindo dice:

      Bien visto lo primero, estoy muy de acuerdo.

      Respecto a los efectos procíclicos, en la propuesta se incluye una ponderación del factor por el tamaño medio del ciclo en años para evitar eso mismo (p. 15 del PDF).

  4. Saulo dice:

    No comparto la idea de segmentar por perfiles por dos motivos:

    1) Vivimos en una sociedad que premia en exceso a aquellos de sus miembros que menos valor añadido aportan al conjunto de la economía, que son aquellos que tienen unos trabajos físicamente más duros precisamente por ser trabajos que requieren una menor cualificación. El Estado no debe de incentivar la baja cualificación a través de premiarla con ventajas en la política de pensiones.

    2) En las sociedades democráticas las personas escogemos libremente que formación queremos tener, que trabajo realizar y que carrera profesional desarrollar. Ninguna política pública económica de carácter discriminatorio debe de estar basada en variables sujetas a la libre elección del afectado.

    Uno es minero o taxista porque le da la gana, lisa y llanamente, y el Estado no tiene porqué incentivar ese tipo de elección sobre la de estudiar toda la vida para ser médico, ingeniero o físico nuclear.

    • Javi dice:

      Pero esto es una cuestión puramente práctica.

      No veo a un señor de 70 años picando en una mina, ni sirviendo 20 mesas en una terraza. Dando clase o sentado delante de un ordenador… quizá

    • Epicureo dice:

      Ya estamos con la tontería de que los trabajadores no cualificados aportan menos valor añadido. Dímelo un día que necesites urgentemente un fontanero o cualquier otro oficio similar.

      Los trabajos físicos se pagan peor, no porque su trabajo valga menos, sino porque la gente con estudios suele tener barreras de entrada que elevan artificialmente sus salarios. Cuando esas barreras se bajan, los titulados universitarios no tardan en cobrar lo mismo o menos que un oficial de primera.

      • Saulo dice:

        No sea ignorante. Si no sabe lo que es el valor añadido cierre el pico y deje de hacer el ridículo.
        Y si esta enamorado de mi, mándeme una carta de amor, pero deje de perseguirme en los comentarios de Politikon.

        • Epicureo dice:

          ¿Y lo bien que se lo pasa usted insultándome (cosa que yo no hago, únicamente doy mi opinión sobre sus comentarios)?

      • José Luis Fernández dice:

        Es que quizás un fontanero bueno, no un chapuzas, no es un trabajo de poca cualificación.

        Un trabajo no cualificado es, por ejemplo, un reponedor en un supermercado. Básicamente cualquier trabajo en el que si contrato a una persona hoy, mañana por la tarde ya sabe el 90% de las cosas que tiene que hacer y dentro de una semana parece que llevase toda la vida haciéndolo. Esta gente es la que aporta poco valor porque son fácilmente reemplazables.

        Esta definición, como ves, no incluye los fontaneros ni otros muchos oficios que no requieren titulación universitaria y que no son, ni mucho menos, fácilmente reemplazables.

        • Epicureo dice:

          No estoy de acuerdo, José Luis.

          El que un trabajador sea fácilmente reemplazable no tiene nada que ver con el valor que aporta su trabajo. Tiene que ver con el salario que les pagan por ello, debido a su escaso o nulo poder negociador. Creer que es lo mismo es confundir valor y precio.

          • José Luis Fernández dice:

            ¿Qué un trabajador sea fácilmente reemplazable no tiene nada que ver con el valor que aporta en su trabajo? Pues yo creo que sí que tiene que ver. Aporta poco valor porque el «alto valor añadido» es, por general, escaso y si puede ser fácilmente reemplazable es que lo que hace es abundante.

            Es más, no creo que esté confundiendo valor con precio porque alguien fácilmente reemplazable puede estar cobrando mucho, en cuyo caso el valor es bajo pero el precio es alto. No obstante esto sería una situación anómala en el mercado laboral. Podría poner algún ejemplo de ciertos puestos de funcionarios que conozco, pero no quiero que de ahí se deduzca que todos los funcionarios aportan poco valor.

            • Epicureo dice:

              La abundancia tiene que ver con el precio, pero no con el valor. Y ninguna de las dos cosas tiene que ver con que sea reemplazable.

              Ejemplo: El aire es la sustancia más valiosa del mundo, es absolutamente irreemplazable, pero su precio normal es 0, debido a su abundancia.

              Lo primero que tienes que saber es que es imposible saber cuánto valor añadido aporta un trabajador. El valor añadido es una propiedad del proceso productivo en su conjunto: la diferencia entre el valor de las materias primas que compra la empresa y los productos que venden (normalmente se usa el precio como proxy del valor, aunque es discutible). Como en todas las empresas el producto es el resultado de la colaboración de muchas personas, el valor añadido se reparte entre ellas. Y esto se hace más o menos arbitrariamente, dependiendo del poder negociador de cada uno, de las leyes y las costumbres. Pero no del valor real de lo que hace cada uno.

              Es imposible demostrar que los ingenieros son más necesarios que las limpiadoras para que una empresa funcione; si faltan cualquiera de los dos todo se va al garete en poco tiempo.

              • Josei dice:

                ¿Cómo lo decían? Ah sí: Es la medida de nuestra ignorancia. Bueno, esa era la productividad, pero más o menos, hablamos de lo mismo.

              • José Luis dice:

                El valor añadido que aporta un trabajador es fácilmente calculable si puedes hacer una contabilidad desagregada adecuadamente. Yo cobro X euros/hora pero cuando participo en un proyecto mi empresa cobra por mi participación Y euros/hora. El valor añadido en ese caso es muy fácil de calcular: Y-X

  5. Creo que no hay nada en el PAYG sistema que exija limitar la solidaridad a los trabajadores: es cierto que la desocupación crece y con el mayor paro caen los salarios, pero además que esto no es inevitable, sino el resultado de la política ecónomica hasta ahora seguida (ausencia de políticas de demanda, deje regresivo en la política (re)distributiva), ¿por qué no poner a las rentas del capital (que además de ser insuitadamente elevadas en el caso español, siguen aumentando) a contribuir a las pensiones mediante el impuesto general?

    Por lo demás, y siendo que el debate sobre la capitalización va a reemerger ahora que las pensiones públicas PAYG van a reducirse (por decisión técnica que evitará el coste político a los gobernantes), recomiendo la lectura del artículo de Pivetti (2007) «The ‘principle of scarcity’, pension policy and growth’ en Review of Political Economy. En cualquier caso, no parece que ambos sistemas sean muy distintos en términos de eficiencia, sostenibilidad etc.; sí, en cambio, en su estabilidad y potencial redistributivo: en ambos factores, el PAYG es netamente preferible.

    • «¿por qué no poner a las rentas del capital (que además de ser insuitadamente elevadas en el caso español, siguen aumentando) a contribuir a las pensiones mediante el impuesto general?»

      Se puede poner, el mismo informe cita que se pueden incluir como ingresos impuestos adicionales.

      Y las rentas del capital son altas, entre otras cosas, por falta de competencia entre las empresas.

  6. […] La necesidad de un factor de sostenibilidad […]

  7. Jose R. dice:

    Solo un pero… habláis constantemente de paro estructural cuando el indicador es la tasa de ocupación (o sea el número de cotizantes reales por cada tramo de edad), ya que el paro registrado o el de la EPA muestra más bien cuantas personas buscan empleo (o dicen hacerlo a través del registro en las oficinas del INEM) en lugar del nivel de empleo real que se consigue.

    Puede pasar como España que hace unos años tenía unas tasas de desempleo superiores a la de sus vecinos, pero realmente generaba más trabajo que el de los países vecinos (tasas de ocupación más alta), y por tanto tenía más cotizantes.

    • Saulo dice:

      Entre los cotizantes, además, habría que contabilizar a los perceptores de prestación contributiva por desempleo y subsidio asistencial para mayores de 55 años. Trabajadores desempleados pero que continúan contribuyendo al sistema público de Seguridad Social a través de las cotizaciones inherentes a la cobertura de desempleo.

      • Jose R. dice:

        La tasa de ocupación es clara… % de personas con una actividad económica remunerada con respecto al total de la población de esa edad. Un tipo que reciba el desempleo no forma parte deo porcentaje con ocupación.

  8. Buhonsa dice:

    Sr Galindo, un muy buen escrito.

    Gracias.

  9. Olli dice:

    Hola Jorge:

    ¿Y por qué no financiamos las pensiones vía presupuestos (o mediante cotizaciones complementadas mediante esta vía)? No te discuto que hace falta reformar el sistema de pensiones para hacerlo sostenible, pero lo cierto es que siempre que hay un cambio en los mecanismos del estado del bienestar, los resultados son más negativos para los ciudadanos. ¿De verdad hay que reformar las pensiones? ¿O quizá simplemente hay que justificar la venta de productos como planes de pensiones privados y similares? Veo demasiados expertos interesados en los comités que reune el gobierno…

    • Jorge Galindo dice:

      Francamente, no me he mirado el CV de los expertos, aunque soy consciente de que ha habido revuelo. Solo me he mirado su propuesta. Si la idea es que al empeorar la evolución demográfica las pensiones públicas bajo un esquema del tipo PAYG descenderán y esto beneficiará a las entidades financieras porque la gente querrá tener el mismo nivel de poder adquisitivo, la solución es la contraria a no reformar las pensiones: deberíamos introducir un sistema de capitalización público.

      Si la idea es que nos están mintiendo y el problema demográfico no es tal, lo siento: he visto números de uno y otro lado y creo que sí tenemos un problema a largo plazo.

      Lo negativo para los ciudadanos, pues, sería quedarnos como estamos e incurrir en un déficit estructural del sistema antes de reformar. Si nuestro objetivo político es mantener o incrementar el nivel de la pensión media se puede conseguir mediante una combinación de aumentar cotización (impuestos, vamos), productividad, esperanza de vida/edad de jubilación para colectivos que se lo puedan permitir, etc. Dicho de otra manera, un estabilizador automático bien diseñado debería permitir que todos tuviésemos más pensiones si la economía y la demografía van bien. Y si queremos, como digo en el artículo, aún podemos tirar de subida de impuestos.

      Por último, imputar las cotizationes a una caja separada o común de los impuestos no arregla el problema central de desequilibrios demográficos y de ciclo económico. Solo cambia el déficit de lugar, lo cual tiene consecuencias, pero no ésas.

  10. […] de la cuantía de las pensiones para garantizar una solidaridad intergeneracional. Este factor se explica de forma detenida y técnica en el informe y en muchos medios de comunicación, por lo que prefiero no dedicarle más […]

  11. Verónico dice:

    «Lo que me gusta menos, o me genera más dudas, es el efecto que puede tener aplicar esta misma fórmula a personas cuya edad de jubilación es distinta por la naturaleza de su trabajo, o por su perfil sociodemográfico. Es decir: quizás sería una buena idea ajustar esta fórmula de manera distinta según estemos hablando de mineros, mujeres, profesores universitarios, etcétera».

    Una duda me surge a raíz de esta afirmación. Entiendo el punto de vista de la argumentación, esto es, conseguir una mayor justicia en el cálculo del FEI (Factor de Equidad Intergeneracional), consiguiendo igualdad entre los iguales y desigualdad entre los desiguales. Sin embargo, si se ajusta la fórmula con el fin de diferenciar distintas esperanzas de vida en función de la ocupación, aparece de forma muy clara una pregunta: ¿Cuál es la ocupación de una persona?.
    Se observa como primer problema la determinación de la profesión. Quiero decir, ante la actual situación del mercado laboral, no solo en cuanto a la tasa de desempleo, sino también atendiendo a fenómenos como la fragmentación de los contratos, la precariedad, o la globalización, qué criterios deberían tomarse en cuanta para determinar la «profesión» de una persona. ¿Qué ocurre con las personas que desarrollan distintos trabajos a lo largo de su vida laboral?. ¿Se tendría en cuenta únicamente la última profesión desempeñada para determinar su esperanza de vida?.
    Simplemente quiero poner de manifiesto las razones por las cuales en el cálculo del FEI se tomarían valores medios.

  12. David dice:

    Me parece estupendo que este pensando en introducir el factor y que por lo menos el debate haya empezado. Como ha dicho algún comentarista me parece muy positivo que los jubilados estén afectados por el devenir económico general, además reducirá tentaciones políticas de privilegiar a un determinado grupo con fines electorales.
    Sin embargo creo que los ajustes están demasiado enfocados en el corto plazo: variaciones anuales de esperanza de vida o ingresos. Creo que habría que introducir algún otro factor que mida la tendencia demográfica a largo plazo. A iguales ingresos, y esperanza de vida, las pensiones para generaciones más numerosas acabaran siendo menores o más deficitarias.

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