Economía & Sociología

La caída del Imperio romano y las «elites extractivas»

10 Mar, 2013 - - @jorgesmiguel

El libro del momento en cuanto a historia económica y desarrollo es sin duda Why Nations Fail. El volumen de Daron Acemoglu y James Robinson ha conseguido además salir de las fronteras de la especialidad con una inteligente campaña de popularización que incluye un blog,  y es referencia frecuente en debates de todo tipo. Incluso en España, donde la conversación pública no suele estar tan atenta a referencias académicas foráneas, WNF ha dado origen a lo que ya casi podemos llamar un subgénero: la aplicación de la fórmula de las «elites extractivas» como clave de interpretación de las más diversas realidades patrias. Pero el libro ha suscitado también su buena dosis de críticas más o menos amables, de Jared Diamond a Deirdre McCloskey pasando por algún ejemplo reciente y curioso -y no desatinado- como el de Bill Gates.

Al margen de las virtudes del libro, que se basa en una sólida investigación previa, un reproche frecuente es el modo algo formulaico con que aplican su tesis a cualquier pormenor de la historia universal. La necesidad de ilustrar las tesis en un libro al fin y al cabo semi-popular como WNF se entiende, pero es cierto que a menudo el modelo de instituciones extractivas frente a inclusivas parece encajado con calzador. Por ejemplo, hace unas semanas me sorprendió la brocha gorda que se aplicaba en el último párrafo de este post, cuyo argumento central ya es bastante discutible de por sí.

Por un lado, referirse a las «grandes innovaciones del Imperio romano» es confuso. Es probable que el Mediterráneo helenístico produjese no sólo más conocimiento científico sino más innovación técnica. Posiblemente también en la Edad Media hubo en conjunto, pese a los tópicos, más innovación técnica que en el Imperio. Dilucidar el grado de «inclusividad» en que se hicieron todas estas innovaciones es imposible, pero los regímenes van desde la monarquía despótica hasta el régimen feudal pasando por la tiranía populista y lo que la tradición historiográfica de inspiración marxista llama el «modo campesino» de producción, un régimen en que los campesinos gozan de cierta autonomía. Más problemática resulta aún la afirmación de Acemoglu y Robinson de que las instituciones romanas «turned extractive». Ni siquiera está claro a qué se refieren a tenor del post -el libro sólo lo he hojeado fragmentariamente, e ignoro si aparece alguna referencia a esto. Pero las instituciones romanas nunca fueron particularmente inclusivas, y se podría argumentar que de hecho lo fueron menos durante la República que en el Imperio. La República era un régimen oligárquico-democrático en el que las magistraturas estaban copadas por una elite. Si es cierto que la plebs participaba políticamente en los comicios, el sistema de votaciones, la capacidad de las elites de imponer la agenda y los mismos vínculos de patronazgo y familia patriarcal mediante los que se ordenaba la sociedad romana permiten poner en tela de juicio la inclusividad. Por otra parte, el estatus legal de los individuos variaba ampliamente a lo largo de todo el territorio controlado por Roma; y, si hablamos de las provincias, debe de haber pocos grupos en la historia que se ajusten mejor a la definición de «elite extractiva» que los oligarcas republicanos, que se repartían los cargos provinciales literalmente como un botín. En este sentido, las provincias, las elites provinciales al menos, estuvieron más efectivamente integradas en la maquinaria del Imperio, como también los equites y otros grupos sociales, que podían ascender mediante la milicia si no de otra manera. Símbolo de todo ello fue la Constitutio Antoniniana que concedía la ciudadanía a todos los habitantes libres del Imperio y que, si tuvo efectos reales limitados, constató al menos el carácter ecuménico del estado romano. Por todo ello, sugerir una República inclusiva frente a un Imperio o un Bajo Imperio extractivos, si verdaderamente a eso se refieren Acemoglu y Robinson, constituye una simplificación grosera.

Al margen de estas puntualizaciones, no sería difícil encontrar críticas similares referidas a otros períodos históricos. Por ejemplo, la caracterización de la conquista española del Perú que abre el libro también me pareció simplista y esquemática en exceso. Pero me interesa tomar esta cuestión como excusa para plantear una reflexión distinta. Leyendo los últimos capítulos de Framing the Early Middle Ages de Chris Wickham, un autor de formación marxista, me han llamado la atención los pasajes en los que desarrolla sus ideas sobre complejidad económica, redes de distribución y prosperidad general. La versión catastrofista de la «decadencia y caída» de Roma alude, en sus versiones más recientes y sofisticadas, a la simplificación económica como un signo evidente de declive político y social. Por ejemplo, un buen libro y síntesis de esta versión, The Fall of Rome and the End of Civilization de Bryan Ward-Perkins, dedica bastante tiempo a documentar la simplificación de la cultura material y la interrupción de los flujos comerciales, y los datos parecen sólidos. No obstante, la lectura de Wickham es distinta, y cuesta no estar de acuerdo con él siquiera parcialmente. En una economía como la tardorromana, el grueso del movimiento de bienes a larga distancia venía determinado por el consumo de las elites, y se trataba principalmente de bienes de lujo o semilujo con el valor añadido suficiente para resultar rentables: cerámicas africanas de calidad sobre todo, así como otras más difíciles de detectar en el registro arqueológico. Incluso estos bienes estaban muy probablemente asociados a las rutas comerciales seguidas por los cargamentos de grano -y en menor medida aceite y vino- con que el Estado romano abastecía a la ciudad de Roma y al ejército (la annona y annona militaris). Es posible, de hecho, que viajasen sobre todo como mercancía adicional en los transportes fletados por el Estado romano para la annona. El motor que suponía el consumo de las elites, y las economías de escala generadas, permitieron durante el Imperio que las clases populares y campesinas accedieran en alguna medida a estos bienes, que alcanzaron cierta difusión. Pero, en cualquier caso, este consumo «popular» no justificaba su comercio al margen de las elites, especialmente cuando, perdida África, las rutas de la annona se interrumpieron.

¿Adónde nos lleva Wickham con todo esto? Bien, la desaparición de los bienes de lujo no implica sólo la interrupción de las vías comerciales o el desmantelamiento de los canales de transporte del Estado -hacia el fin del Imperio de Occidente, y en los reinos sucesores, los ejércitos pasan a estar basados en la tierra, lo que significa que no reciben paga en metálico ni, en general, suministros. Significa también la ausencia o el debilitamiento de unas elites que funcionen como motor del consumo de dichos bienes. De hecho, la aristocracia italiana sufrió enormemente con la pérdida de África y la desintegración del Imperio, pues su inmensa riqueza venía de la acumulación de propiedades tanto en la Península como en Sicilia y las provincias. Dado que hablamos de una elites extractivas en el más pleno sentido del término, que extraían la renta de los campesinos, ya fueran esclavos, libres dependientes o arrendatarios, e imponían además una dirección a la producción agrícola acorde a sus intereses pero en algunos casos perjudicial para los campesinos; dado, pues, que un menor control del territorio y la renta por las elites redundaba a buen seguro en mayor control de los campesinos, el debilitamiento o incluso la desaparición local de estas elites no suponen necesariamente una caída del nivel de vida general. De hecho, es posible que señalicen exactamente lo contrario. En este sentido, la Alta Edad Media significaría un momento histórico de auge (siempre relativo y local) para el peasant mode entre el modelo romano de gran propiedad agrícola (villae) y el nuevo repliegue que sufrirá con la extensión del feudalismo. Puede conjeturarse que dicho modo de producción fue dominante o al menos relevante no sólo fuera del antiguo limes romano, en el norte de Europa, sino en «bolsas» dentro del antiguo territorio de la romanidad -el norte de la Península Ibérica, por ejemplo-, donde la variación regional fue enorme.

Otro aspecto de la desaparición de las elites, que ha tenido un peso decisivo en los relatos tradicionales de la decadencia, es la desaparición de la gran cultura clásica asociada al otium de la aristocracia romana. Ward-Perkins documenta también la caída de la alfabetización y de la expresión escrita. Nuevamente es preciso entender que dicha cultura era prácticamente exclusiva de las elites, y funcionaba como un mecanismo de señalización dentro de ellas. Por tanto, la militarización o el debilitamiento de las elites y su abandono de este marcador cultural tampoco nos dice necesariamente nada importante sobre el bienestar de las masas.

Hay otros datos quizás más importantes, pero su interpretación es compleja. Por ejemplo, los demográficos. Siguiendo otra vez a Ward-Perkins, hay una caída de la población bastante bien documentada hacia el final del mundo antiguo, visible por ejemplo en la reducción del número de asentamientos, y que parece adquirir tintes dramáticos en algunos lugares. Hacia el S. VI se registran con cierta probabilidad mínimos milenarios en Europa. Ward-Perkins especula con la posibilidad de que la simplificación económica haya ido acompañada de una caída en la producción, y que ésta no haya podido sustentar a la población existente en tiempos del Imperio. No obstante, en un contexto malthusiano, la caída de población pudo significar más recursos y más renta para la población reducida, e incluso quizás otros fenómenos conocidos históricamente como aumento de los salarios o rebaja de los arrendamientos. De nuevo sólo podemos vislumbrar la medida de nuestra ignorancia y la complejidad del asunto.

En suma, compartamos en mayor o menor medida las tesis de Wickham, la reflexión que plantea no debe soslayarse. La historia recibida proviene en su mayor parte de marcos interpretativos construidos por elites. En el caso de Roma, esas elites nos transmitieron los grandes relatos que, para afirmarlos o para deconstruirlos, han marcado la agenda de la investigación historiográfica, desde la figura del emperador como un tirano lunático (Calígula, Nerón, Domiciano, Cómodo, Caracalla) a la concepción del Imperio como una isla de civilización asediada por bárbaros. Para una civilización de la información como la nuestra, la desaparición de una cultura tiene un significado y un peso completamente desmedidos. Pero es necesario intentar entender los fenómenos históricos en su propio contexto, e incluso otros indicadores menos subjetivos pueden estar contando una historia distinta, o incluso opuesta, a nuestra interpretación común. Valga al menos el planteamiento de este problema para indicar que queda mucho por investigar y escribir sobre el fin del mundo antiguo, superando en lo posible una disyuntiva esquemática entre catastrofismo y continuismo; y que la atención al problema de las elites es, al margen de oportunismos, una perspectiva fecunda en el estudio de las sociedades.


26 comentarios

  1. guition dice:

    Parece que no hubiéramos leído el mismo libro. En el episodio sobre Roma (que tampoco es el más relevante y detallado) menciona que la República fue un régimen inclusivo para su época en sus inicios. Conforme el territorio se hacía más grande los ciudadanos-soldados pasaban más tiempo en las guerras, lo que supuso que perdieran su capacidad sobre sus propiedades. Eso supuso un aumento del poder de los senadores-terratenientes, lo que desembocó en la destrucción de la República como reacción a una oligarquía que se había convertido en una élite muy extractiva. Así mismo el declive comercial lo observan en el número de pecios y de la contaminación atmosférica encontrada en el hielo del Ártico. Es lo que recuerdo.

    En todo caso, Acemoglu & Robinson no intentan explicar todas las variables que determinan estos u otros sucesos históricos, sino en encontrar qué variable común tienen todos ellos. Y a eso común le llaman inclusividad/extractividad, algo no demasiado concreto pero lo suficiente para encontrar un camino a seguir.

    En finanzas cuantitativas tardas poco en aprender que es mejor tener varios sistemas con poca correlación para disminuir el riesgo y aumentar las probabilidades de que haya siempre alguno que rinda cuando otro empiece a fallar. De la misma forma la inclusividad es una forma de disminuir el riesgo, así cómo proporcionar incentivos mediante la competencia social. Al final, no es extraño que el duque de un fértil latifundio tenga problemas de rentabilidad, mientras que en un lugar con múltiples propietarios más modestos hayan encontrado fórmulas de productividad. Cuando eres el dueño del cortijo no necesitas superarte. Incluso si eres eficiente, nadie garantiza que tu sucesor lo sea. En Europa, España o Italia podía fallar en desarrollo económico y científico, pero había otros países europeos que seguirían otro camino. China, sin embargo, estaba expuesta a que un emperador tuviera una mala ocurrencia y todo se fuera al garete.

    • Jorge San Miguel dice:

      Es que no hemos leído el mismo libro: ya advertía que sólo he leído fragmentos y que estaba interpretando a partir del post enlazado. 🙂

      Entiendo lo que explicas de la evolución de la República, pero me sigue pareciendo que encaja muy a duras penas. Y tampoco veo el papel de la innovación.

      De todas formas, ya digo que tomaba una crítica puntual a un aspecto del libro de A&R para plantear otra reflexión, que era lo que más me interesaba.

      • guition dice:

        Según recuerdo, el papel de la innovación está planteado con algo de más detalle en otro capítulo, cuando describe la Inglaterra del s. XVIII en comparación con algunos regímenes absolutistas de otras partes de Europa. En todo caso, difícilmente puede encajar fidedignamente en algo tan complejo. Creo que sería un error pretenderlo. Aunque no por ello significa que haya que renunciar a intentar extraer patrones, pues ello es la única forma de realizar un pronóstico o establecer un diseño. Vivimos en los tiempos del análisis estocástico, no de los modelos deterministas.

        Bueno, no me extiendo más, que tampoco quiero desviar en exceso el tema del post.

    • Jorge San Miguel dice:

      De hecho, prefiero no meterme en más honduras sin haber leído esa parte del libro, pero la Secessio Plebis data del 494 aC, y la institución del tribunado de la plebe viene de ahí. Se puede interpretar como signo de que, efectivamente, los plebeyos percibían que su situación iba a peor. O también de que la situación era mala en cualquier caso pero no tuvieron poder suficiente para forzar cambios hasta ese momento. Pero es que estamos hablando de fechas muy tempranas. Me parece todo muy dudoso, vaya.

    • MuGaR dice:

      Me temo que esto es como aquello de que el mal nunca triunfa, porque si triunfa se llama bien

  2. Felipe dice:

    No acabo de entender por que en este debate élites extractativas/inclusivas como motor del desarrollo económico se acepta la tesis de los autores de que las norteamericanas eran inclusivas. En el momento de su conformación como país y de su despegue económico hasta ocupar la primera posición mundial, tras 1914, Estados Unidos era sólo una democracia en términos formales, no en la práctica. Les dejo este enlace http://www.umich.edu/~lawrace/disenfranchise1.htm en el que se describe el funcionamiento real de ese sistema político, con subterfugios legales y prácticas clientelares que dejan en pañales a nuestra Restauración. Lo de la inclusividad supongo que sería sólo para los blancos, protestantes, que no tuviesen tendencias sindicales y, en la mayor parte de los estados, quisiesen votar a las élites perpetuadas durante décadas (en el sur, demócratas, especialmente)

    • Joshua dice:

      Ya, y la torre Eiffel es un edificio muy bajito porque… ¡Ahí tienes el monte Everest, con sus más de 8000 metros!

  3. Joshua dice:

    A mi juicio, a mucha gente le está pasando con el libro WNF lo que a Jorge le ocurre con Wickham: que aunque lo intentan denodadamente, les «cuesta no estar de acuerdo con él siquiera parcialmente» :). Yo debo tener una interpretación muy tópica y muy de materialismo histórico, pero no veo grandes contradicciones entre la teoría de las élites extractivas y eso de que una sociedad que basa su desarrollo en unos cuantos patricios consumiendo muchos bienes de lujo tiene que acabar mal. Por otra parte, los paralelismos con la actualidad, mutiplicados por un factor de progreso técnico, no dejan de ser sorprendentes. Tengo para mí que lo que hace WNF es verbalizar algo que mucha gente tenía en la cabeza pero que no podía darle forma escrita sin que le llamasen demagogo, indocumentado o algo peor: «populista». Como quiera que el libro entra como elefante en muy diversas cacharrerías (Historia, Economía, Política, etc.) pues hay un jaleo importante por parte de los diferentes cacharreros que claman contra la insoportable levedad de esas teorías. Y en esas estamos.
    Lo de replantearse que la Edad Media fue una regresión cultural y técnica es algo que realmente me sobrepasa. Debe ser: i) que pertenezco al club de los que se alimentan de los cuatro tópicos, o ii) que algo muy gordo se nos ha olvidado de las lecciones de la historia.

  4. MuGaR dice:

    «una sociedad que basa su desarrollo en unos cuantos patricios consumiendo muchos bienes de lujo tiene que acabar mal»

    Pues lo tomaron con calma, lo de derrumbarse. Aunque compro una parte: ningún Estado dura para siempre. Quizás en el caso de Roma (y otros) la cuestión relevante sea cómo pudo durar tanto y no porqué «fracasó».

    En cualquier caso, a mi estos de WNF se me asemejan a Marvin Harris que «encaja» los ejemplos que le parece para justificar su teoría. Esto no quito que sea aprovechable y muy interesante.

    Recomiendo la lectura de «Imperios. Una nueva visión de la Historia universal». De Cooper y Burbank ( http://www.amazon.es/Imperios-visi%C3%B3n-Historia-universal-critica/dp/8498922348/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1362999045&sr=8-1 ) que prefieren tratar de explicar el porqué del éxito, en lugar de los motivos de la caída (en la que las presiones externas suelen tener la misma o mayor importancia que las causas internas).

    En cuanto a lo de élites inclusivas/extractivas me remito a mi comentario anterior.

    Los orígenes económicos de las dictaduras y las democracias (resúmen powerpoint):

    http://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&cad=rja&ved=0CC8QFjAA&url=http%3A%2F%2Fdecon.edu.uy%2F~alvarof%2Fecpoldepne%2Fecpol_diapo6_dictadura_y_democracia.ppt&ei=Srk9UYD-OYiM7QbwpoHgDQ&usg=AFQjCNH-YNzVjM2VPO7EWgE5DJUBjxX8OA&bvm=bv.43287494,d.ZGU

  5. Joshua dice:

    MuGaR,
    Me gusta mucho ese planteamiento: «la cuestión relevante sea cómo pudo durar tanto y no porqué “fracasó”». Supongo que la cosa tiene que ver con la concepción del tiempo y de los cambios. La velocidad en la evolución social no parece haber sido constante a lo largo de la historia. La sensación-percepción se parece mucho a la de la experiencia vital de cada uno: se nos antoja que el tiempo transcurre despacio y sin cambios cuanto más alejado está del presente. Pero me temo que en la observación de los cambios históricos hay algo más que una percepción subjetiva. Siempre ha existido la fuerza de la inercia, lo que cambia es la longitud de la pista que tenemos delante antes de estrellarnos.

  6. José Jarauta dice:

    Supongo que los romanos se impusieron a los cartagineses por tener instituciones más inclusivas.

    De hecho su expansión hasta abarcar todos los territorios conocidos con un mínimo de organización salvo los partos se debió a ese mismo motivo.

    Su sustitución por los reinos «bárbaros» (en la parte occidental) se debió a que estos tenían instituciones más inclusivas, como es bien conocido.

    Al «poco» llegaron los musulmanes, que acabaron por ejemplo con los visigodos, razón: la misma.

    Inclusividad: es la palabra clave.

    PD: estoy a favor de la «inclusividad», pero porque me gusta que mi parecer sea tenido en cuenta y también el de los demás (democracia más o menos bien organizada),así como que se dirija al «bien común» más o menos compartido . Que ese sea el antídoto infalible contra todos los males y sucesos futuros es otro cantar.

  7. Oskar dice:

    Soy uno de los que ha leido el libro. La teoría de las élites extractivas vs. élites inclusivas de los autores me parece fascinante para explicar los últimos 4 siglos de historia humana: desde la revolución inglesa en adelante. De hay para abajo, me parece bastante mas sólida la teoría del eje este – oeste del continente euroasiático vs el eje norte – sur del americano y el africano que plantea Jared Diamond en Armas, gérmenes y acero.

  8. […] Jorge San Miguel: “La caída del Imperio Romano y las ‘elites extractivas‘”. El libro de Acemoglu y Robinson como marco para un debate de fondo más inteersante. […]

  9. Javier dice:

    No se justifica la idea de que el bajo imperio y la alta edad media no fueron algo horrible para los que los vivieron. El nivel de explotación de las elites extractivas no parece haber cambiado mucho al pasar de los patronos tardorromanos a los señores feudales, por más que tuvieran que pasarse sin cerámicas africanas. No existen indicios de que hubiera esas idílicas sociedades agrarias inclusivas. O sea, que el reparto fue tan desigual como antes. O más, ya que las elites pasaron a ser imprescindibles como protección inmediata. Y además, hubo mucho menos que repartir. La economía del imperio permitió una gran especialización regional, y de ahí se pasó a la autarquía del feudo.
    Además de las conjeturas, tenemos muchos datos de la época romana. Sí, tuvo inmensas desigualdades, pero el nivel de vida de la mayor parte de la población fue demostrablemente más alto que en la edad oscura. La escritura no era un lujo de ricos como en china, el grado de alfabetización era muy alto, y las clases bajas la empleaban muchísimo. Y de así se pasó al analfabetismo total. Sí, mucha industria se dedicaba a los bienes de lujo, pero por cada vasija exquisita se fabricaban muchísimos cacharros en masa. Platos, lámparas, ánforas de usar y tirar. Los fabricantes de fíbulas, lavanderías, productores de telas, de aceite, etc. son un hecho constatado. La masa de romanos era el receptor principal de la actividad industrial, y del sector terciario. Todo ello se perdió y se acabó en la aldea autosuficiente.
    Como dice el artículo, la llegada de la edad oscura coincide con una disminución brutal de la población en muy poco tiempo. Una hecatombe. Pero por los restos arqueológicos no consta que los supervivientes del apocalipsis estuvieran estupendamente alimentados, vestidos y alojados precisamente.

  10. Javier dice:

    A todo esto, la Edad Media en general como época de crecimiento de productividad y libertades no es nada nuevo. La caida del imperio de occidente y los principios de alta edad media son otra cosa. Las elites dejaron un relato, sí. Pero desde antes de Gibbon los historiadores, economistas, arqueólogos, etc. lo vienen mejorando, o cambiando. Pretender un cambio radical en la visión actual sin datos nuevos y revolucionarios, basándose en elucubrar sobre lo que ya hay venderá libros pero no es serio. No es que harta dueños del cotarro, es que sin temas muy trillados.

    • Jorge San Miguel dice:

      Vamos a ver, porque me gustaría que esto quedase bien claro. Al escribir este post, como en general siempre que abordo temas similares, parto de una premisa: la vida ha sido una mierda en general para casi todo el mundo en todas las sociedades hasta épocas muy recientes. Esto incluye por supuesto la Alta Edad Media y las hipotéticas sociedades del «peasant mode». De hecho, hay incluso quien sostiene -Greg Clark, por ejemplo- que no hubo cambios sustanciales en los niveles de renta y de bienestar en toda la historia de las sociedades agrarias hasta prácticamente el 1.800; y aunque esta afirmación me parece problemática, es cierto que en ocasiones cuesta ver patrones claros de desarrollo. No obstante, está claro que sí han existido cambios marginales a mejor o a peor. Como explico en la entrada, si unos campesinos -en un contexto, no lo olvidemos, de agricultura de subsistencia- pasan de tener que entregar un porcentaje determinado de su producción a entregar otro menor o a organizarse de manera más o menos autónoma, incluyendo orientar y gestionar dicha producción de acuerdo a sus intereses y no a los de un patrón o señor, es obvio que su situación ha mejorado marginalmente. Pueden incluso -creo recordar que Wickham lo menciona- elegir tener menos descendencia y producir menos pero vivir algo más holgadamente dentro de sus necesidades -siempre en un contexto de «trampa malthusiana», recordemos. En ningún lugar hablo de utopías medievales, y cualquiera que me haya leído un poco sabe que soy totalmente refractario a la idea misma; pero negar que puedan existir estas mejoras marginales del nivel de bienestar, y que sean independientes de los relatos tradicionales sobre decadencias y edades oscuras, me parece bastante extraño e injustificado.

      Con Roma podemos estar, estamos seguramente, ante un espejismo: la vida urbana y de las elites en las villas fue enormemente sofisticada, como dices, hubo una cierta extensión del uso de bienes de calidad de importación, de la alfabetización y el uso de la escritura, etc -todo esto está reconocido expresamente en el post. Ahora bien, la abrumadora mayoría de la población seguía siendo rural, sobre todo en Occidente, y dedicándose a la agricultura, y esa amplísima mayoría de la población está casi totalmente «muda» para nosotros. Es perfectamente posible que sus niveles de renta y bienestar hayan oscilado con patrones distintos o incluso opuestos a los de las elites; unas elites «extractivas» en el más pleno sentido de la fórmula tal como señalo en el texto. Este es el dilema que quería plantear para la reflexión. Y, conociendo un poco la literatura y el tema, no me parece que tenga una solución tan clara, la verdad. Por otra parte, me choca la sorpresa por una Edad Media con aumentos de productividad y crecimiento. La Edad Media abarca un milenio en toda la ecumene occidental, y dentro de la enorme variación espacial y temporal, evidentemente que hubo innovaciones técnicas y aumentos de productividad en la agricultura, roturación de nuevas tierras, etc, etc. Todo esto está en la literatura desde hace décadas y no hay ni la menor sombra de debate sobre ello.

      • Javier dice:

        No consta que la agricultura romana fuera de subsistencia (sí la altomedieval). Sabemos que había una especialización regional fuerte gracias a las redes comerciales, que sabemos que produjo mayores productividades gracias a la ventaja comparativa ricardiana y esas cosas que tanto gustan en esta web :D. Tu mismo haces referencia a ellos con el trigo de africa y la alfarería, pero también están las zonas dedicadas exclusivamente al vino, al aceite… Todo eso se perdió al pasar a una agricultura de susbsistencia.

        La población agraria no nos es tan muda: Europa está plagada de yacimientos arqueológicos. Y en ellos vemos que los bienes de consumo de masas, la alfabetización, etc. sí llegaron a la población rural romana. Hasta los cultos de isis estaban en todos los rincones. El idioma cambió al latin. Los cambios culturales y religiosos tardaban un poco más en propagarse, pero llegaban igual.

        Es cierto que incluso con una gran productividad los esclavos y el resto de la población rural lo pasaran muy mal. En ese sentido consta, y está documentado, que tras la estabilización de las fronteras con Augusto y secadas las fuentes de nuevos esclavos al no haber ya prisioneros de guerra la situación de las capas más bajas fue mejorando poco a poco tanto en términos económicos como legales. A su vez, con el declive del imperio la situación de la población rural volvió a empeorar en términos de libertades y de nivel de vida debido a la inseguridad y los impuestos, hasta el punto que fueron atados a la tierra por las reformas de Diocleciano para evitar que huyeran. La sociedad agraria tardorromana giraba en torno a la figura del patrón, muy similar al señor feudal. La importancia de los señores creció según se derrumbaba el imperio, precisamente porque se buscaba su protección frente a la inseguridad y las depredaciones de bandidos y cobradores de impuestos. Los campesinos se vendían como vasallos. Es normal: desaparece el estado, crecen las estructuras mafiosas.

        Todo esto consta, y está muy documentado. Se sabe desde el s. XVIII, y las pruebas arqueológicas no han hecho sino corroborarlo. Lo que sí que no consta, y no hay ningún indicio de que fuera posible, es que en la edad oscura se diera jamás la autogestión de los campesinos, o la ausencia de un señor. Cuesta tomárselo en serio, le recuerda a uno a la comuna anarcosindicalista de «Los caballeros de la mesa cuadrada».

        Las tribus bárbaras, por cierto, adoptaron casi por completo las estructuras sociales de las zonas que conquistaban. No podía ser de otr manera, eran una parte muy pequeña de la población. Y siempre habian sido esclavistas y tenido señores y vasallos. Una vez asentados los reinos germánicos, los hombres libres que tenían (colonos germánicos, no población romana autóctona) sucumbieron pronto a la carga que representaba el servicio militar. Son procesos documentados y constatados.

        En realidad, lo que me chirría de todo este artículo es ese «pudo haber». Porque o hubo, o no hubo. La historia se guía por los datos, aspira a una seriedad científica. Si no en el porqué o en el cómo, al menos en el qué. Y de lo que sí hubo, tenemos bastante información.

        Basta con una sóla prueba, un «los esqueletos de esta necrópolis visigoda muestran un estado de nutrición y salud mejor que los de esta otra aledaña que es tres siglos anterior». Un «aquí tenemos un documento que plasma un contrato entre un cliente y su patron en el que el patrón le concede más libertades, o baja el nivel de sus aportaciones». Porque documentos que reflejan exactamente lo contrario sí que los tenemos.

        • Jorge San Miguel dice:

          Una necrópolis visigoda precisamente no sería muy bien ejemplo: la Hispania visigoda fue una de las regiones de Occidente donde hubo mayor continuidad con el mundo tardorromano, donde más tiempo pervivió el sistema de villae e incluso más se retrasó la completa militarización de la elites. En cualquier caso, no basta con «una sola prueba» en ningún sentido, porque lo que se defiende aquí no es que la gente en conjunto estuviera «peor» o «mejor», sino que las clases campesinas de algunos lugares mejorasen marginalmente su situación con el debilitamiento o desaparición de las elites; es decir, que la desaparición de los marcadores culturales, materiales, legales y políticos de dichas elites no lanza un mensaje inequívoco sobre la situación de otras capas de población.

          Nuevamente, no se habla de «comunas anarcosindicalistas» sino de una relativa autonomía en zonas determinadas, que no implica necesariamente no tener señor -aunque esto también es posible- sino que las aristocracias son más débiles, o más permeables, y no tienen el exagerado poder de negociación de la gran aristocracia romana. Siguiendo a Wickham -y a otros muchos autores-, el «peasant mode» existió no sólo fuera del limes, en Dinamarca por ejemplo, sino en lugares como Inglaterra, el norte de Italia o la Península Ibérica, y seguramente los Balcanes. De nuevo el reino visigodo es mal ejemplo en cualquier sentido porque su control del territorio peninsular fue muy fragmentario (herencia de la escasa integración de las distintas regiones peninsulaes en tiempos romanos, que se ha perpetuado durante siglos): hubo un núcleo más o menos bien controlado por la monarquía y la aristocracia dependiente en torno a la Meseta, zonas de control nominal y lugares donde existieron formas locales autónomas, tribales o neo-tribales, a la manera que propone Wickham también para Inglaterra -quizás le dedique un post a esto próximamente. Entre estas últimas, el norte y el sureste de la Península. De nuevo me parece raro que la posibilidad de una (siempre relativa) autonomía campesina sorprenda tanto, máxime en un país donde pervive aún una institución de origen medieval como los concejos. Por ejemplo, todavía en el S. XII, 300 y pico años más tarde de la fecha límite que se marca Wickham en su estudio, no se había completado la estratificación social en Castilla (ni siquiera en zonas de Navarra y Aragón, más feudales).

          En cuanto a la agricultura romana, y volviendo al principio de tu comentario, es cierto que la relativa complejidad de las redes de intercambio romanas propició una cierta especialización regional. Lo que no podemos perder de vista es que la agricultura, bajo el sistema de gran propiedad romana, se orientó de manera «capitalista» en una sociedad que no era capitalista, sino esclavista (por seguir con las categorías marxistas). Los campesinos eran esclavos, colonos dependientes o arrendatarios con escaso o nulo poder de negociación, que pagaban rentas y no se beneficiaban directamente de la comercialización. De hecho, una producción orientada a la comercialización podía fácilmente ir en detrimento de sus intereses, en la medida en que no les permitía dedicar espacio y tiempo a otros cultivos para su consumo propio, o a actividades artesanales complementarias. Salvo quizás en Egipto, por la peculiaridad de las crecidas del Nilo, la agricultura romana fue a buen seguro escasamente productiva, en ausencia de innovaciones medievales como la rotación trienal, la collera, los arados pesados (que aparecen precisamente al final del Imperio), etc. De todas formas, es posible que los campesinos de África sí se resintieran en alguna medida del fin del comercio a larga distancia, junto a las elites; pero en Europa eso es bastante más dudoso.

          • Javier dice:

            Creo que puede ser un error hablar de un debilitamiento o desaparición de las elites cuando lo que hay es una transformación. Como bien dices, desaparecen marcadores culturales, cambian las leyes y las estructuras políticas. Pero esos son sólo una parte de los datos y fuentes con los que contamos sobre esa época. Y el mensaje total sí parece inequívoco.

            También está por ver qué es la «debilidad» o «permeabilidad» de una elite, y cuáles son sus consecuencias. «Debilidad» puede ser pérdida de la cultura y militarización. Pero un señor no te va a oprimir menos por ser menos culto o por ir armado. «Debilidad» puede ser el estar expuesto a asaltos de bagaudas, o más tarde de barbaros, y no ser capaz de proteger a los propios vasallos. Pero eso lleva a que estén más oprimidos, no menos.

            Asimismo, en muchos sentidos los señores rurales se hicieron mucho más poderosos. Durante el imperio tenían por encima una estructura judicial y política que les convenía pero a la que, en ocasiones, hasta los esclavos podían apelar. Durante la edad oscura la única autoridad, ley, juez y proveedor de la poca seguridad que había eran ellos. Esto hace poco realista un escenario de renegociación de sueldos por falta de mano de obra, como el producido por la peste negra. Más que «peasant mode» podemos hablar de «gallows-and-knife-lord mode», o de «I-am-the-law-now mode» :-P.

            Las formas de autonomía medievales en la península que mencionas son muy tardías y se deben sobre todo a las circunstancias de la reconquista (territorios despoblados a los que huir, de frontera donde había más libertades). En general, el surgimiento de las libertades forales y los municipios está documentado, y no se debe a este periodo de anarquía o miniarquía.

            Además, por más que las clases bajas estén muy oprimidas, la carga de la prueba está en quien afirme que no están influídas por el nivel de prosperidad general (la mortandad de esa época nos dice lo contrario). Y en quien diga que al pasar a una menor producción económica por individuo hubo una mejora en su nivel de vida gracias a un reparto más igualitario. No sólo habría que demostrar, con pruebas, que existió ese cambio en la distribución económica a un modelo más igualitario. Sino que además fue lo suficientemente fuerte como para compensar una menor productividad. Una prueba sería, sí, el comparar restos oseos de una época y otra.

            En fin, que obras son amores y no buenas razones: Me encantaría leer ese post que continúe hablando de Wickham. Da la impresión de que es muy, muy interesante, pero que en ocasiones trampea. No es lo mismo una comunidad romanizada que cambia de modelo social y político (¡A uno neotribal, nada menos! ¡Y más igualitario!) que una tribu germánica o celta, que sencillamente se mudase a otro territorio donde en tiempos viviera una población romana ya muerta y conservase su organización tribal anterior.

  11. MuGaR dice:

    Y nadie habla de los esclavos…

  12. […] encajan por tanto en los mecanismos de ajuste maltusianos. O quizás sea que, como hemos sugerido aquí, hasta fechas muy recientes, las mejoras técnicas y los avances en bienestar rara vez llegasen […]

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