descentralización

Decir lo mismo en toda España

11 Feb, 2013 - - @kanciller

“El Partido Popular es un partido que puede presentarse en cualquier lugar de España con el mismo discurso, algo que los socialistas no podrían hacer. Yo estoy aquí, y podría estar en Murcia, en Valencia (…) y decir lo mismo.”

Mariano Rajoy

Un clásico en la lucha política en España es la coherencia interna de los partidos. ¿Defienden lo mismo en todas partes? De entrada uno debería esperar que no, y es algo que parece lógico. Cuando se implantó el Estado de las Autonomías creamos entidades subestatales agrupando poblaciones con diferentes rasgos sociales, económicos o ideológicos. Esto hace esperar que aquellos partidos o candidatos que compitan en esas entidades intenten estar lo más cerca posible de las preferencias de sus votantes objetivos para ganar las elecciones. Si los votantes de todas las comunidades tuvieran exactamente las mismas preferencias, no habría dilema. Ante la existencia de heterogeneidad entre distritos, algo similar podemos esperar en los partidos.

A nadie en EEUU le extraña que los representantes demócratas o republicanos defiendan los intereses de sus constituencies y, por lo tanto, cosas diferentes en sus programas. Para mi resulta más paradójica la agregación a nivel nacional que la descentralización, cosa sobre la que hay poco escrito. Sin embargo, en España tenemos tres dinámicas muy propias que hacen de este tema algo controvertido. Primero, que tenemos partidos mayoritarios que son pre-existentes a la descentralización y que, por lo tanto, han ido adaptando sus organizaciones  al incremento de poderes y competencias en las autonomías. Segundo, muy relacionado, es nuestro proceso de descentralización desde el centro hacia la periferia (modelo de holding together) que inevitablemente genera tensiones territoriales. Y finalmente, la existencia de partidos nacionalistas o sub-sistemas de partidos regionales que obligan a competir con gente diferente según el territorio.

Uno de los esfuerzos más importantes que se han hecho desde la ciencia política por capturar las diferencias en la competición a nivel sub-estatal es el Regional Manifiestos Project (http://www.regionalmanifestosproject.com y @RegManifProject). Este proyecto se basa en la adaptación del Manifiesto Project al nivel regional, un análisis que codifica y sistematiza los programas políticos de los partidos. En su variante regional, este análisis disecciona los programas políticos a nivel autonómico. En el Zoom Politico de la Fundación Alternativas que salio hace unos días Sonia Alonso, Laura Cabeza y Braulio Gómez nos ofrecen algunos análisis interesantes para el PP y el PSOE. Os recomiendo que le echéis un vistazo con atención y que os paséis por la página web, que tienen un montón de datos e información interesante.

En su análisis lo primero que llama la atención es que el Partido Popular, que siempre es el que más énfasis pone en su coherencia interna, es el que más variación ideológica tiene. Mirad el gráfico que nos ofrecen comprando las menciones a la libertad de mercado (positivos) con las de intervención del Estado (negativos):

 

grafico 1

 

Creo que a nivel regional este gráfico representa perfectamente “las dos almas” del Partido Popular; un alma más liberal y menos intervencionista y otra más conservadora y paternalista. En el caso del PSOE hay más coherencia. Ahora bien, en lo que toca a un ratio que compare las menciones del Estado de Bienestar frente al crecimiento económico, es el PSOE el que se muestra más disperso. Por otra parte, el tema territorial también tiene su interés, ya que es en este tema en el que surgen las principales controversias. En el gráfico siguiente se muestran las diferencias en la posición centro-periferia por partido:

 

grafico 2

De nuevo, llama la atención la dispersión que presentan ambos partidos. El Partido Popular presenta en Euskadi y Cataluña posiciones centralistas pero a favor de más descentralización en todos los demás casos, al igual que el PSOE, pese a que ambos en grado muy dispar. Esta evidencia señala que los dos partidos se han adaptado a las preferencias de sus propias comunidades autónomas sobre el tema. No cabe duda que el PP gallego no tiene nada que ver con el de Murcia, del mismo modo que el PSC no se parece en nada al PSOE de Cantabria. Además, los autores señalan que existe un efecto de “arrastre” programático ligado a la competencia con partidos de ámbito no estatal.

Es verdad que hay algunos elementos que no podemos capturar mediante un análisis de programas como, por ejemplo, si hay una importancia declarada en el programa (táctica) que luego no se traduce en políticas. Del mismo modo, tampoco sabemos en qué medida el texto es “genuino” o si el programa resultante no es un compromiso entre facciones internas. Por poner un ejemplo, no sabemos ni si el apoyo a la descentralización del PP Gallego  se traduce en políticas efectivas por parte de Núñez Feijoo para ganar competencias ni si el programa ha sido un compromiso entre “boinas y birretes” dentro del partido. Sin embargo, el esfuerzo del Regional Manifiesto Project es digno de alabanza por ser la principal herramienta analítica que tenemos para medir el resultado programático final.

A tenor de la evidencia que presentan Alonso, Cabeza y Gómez los partidos mayoritarios en España tienen una dispersión ideológica importante, siendo hasta el Partido Popular más incoherente e inconsistente que el PSOE. Esta dinámica no es diferente de la que se da en otros países descentralizados y tiene una perfecta lógica representativa; los partidos acercan sus posiciones a sus votantes objetivos. Ahora bien, es obvio que después existe una lucha dialéctica entre el centro y las partes que hace que haya cierto «roce». Acordaos del tema del trasvase y mirad al PP de Castilla La Mancha, Aragón o Murcia; o del Estatut y mirad al PSC y al PSOE-A. Probablemente la existencia de esas tensiones sea inevitable. La pregunta que deberíamos hacernos es si disponemos de las instituciones necesarias para canalizarlas y ahí, me temo, vamos un poco retrasados.


12 comentarios

  1. Josei dice:

    Una pregunta:

    ¿El PP de Madrid es absolutamente neutro en materia de centralismo/descentralización, o es que se ha perdido el dato por el camino? Lo digo porque no aparece barra alguna en el segundo gráfico, y no creo que sea porque Madrid ya es el centro y tal, porque entonces el PSM no saldría ahí.

  2. Juan de Juan dice:

    Yo no tengo especial problema con las diferencias ideológicas o de punto de vista entre formaciones regionales. Ahora bien, creo que al artículo se le escapa un poco vivo el problema fundamental que yo veo en esta historia; y es que el centro de estudios Tal o Pascual podrá hacer todas las gráficas que quiera y localizar las desviaciones estándar que sea capaz; pero nada de eso, nada, tiene valor en una votación en el Congreso.

    Las diferencias regionales existen por y para el Estado de las Autonomías. Pero seguímonos jugando el pan y la sal en las votaciones de Madrid, y ésa ya es otra harina. España nunca se ha preocupado de articular un sistema en el que sus representantes fuesen libres de votar de acuerdo con la pulsión en el momento de sus votantes, porque en España, cuando ha habido votación en lista abierta y por distritos pequeños, eso sólo ha servido para desplegar el llamado caciquismo. Así pues, el político por Cabra no tenía que estar demasiado pendiente de lo que pensasen en dicho distrito, porque ganaba o perdía, digamos, por otros medios.

    El diputado por Valencia o por Murcia que votó en su día contra el Plan Hidrológico no se jugaba nada. Absolutamente nada. Es más: con ese voto, relativamente incómodo porque la prensa local te va a decir que eres un tal o un tal, ese diputado se ganó, seguramente, un timbre de disciplina partidaria que es, precisamente, lo que hace falta tener para ir en un número seguro en la lista de las próximas elecciones. Así pues, el sistema político español, lejos de incentivar ese punto de vista regional, incentiva exactamente lo contrario.

    El error puede estar en que el centro político que citas creo que utiliza los programas electorales en las elecciones autonómicas para elaborar sus gráficas. Si en lugar de eso utilizase las votaciones parlamentarias en asuntos de afección regional, además de terminar el estudio mucho antes, le quedaría una gráfica con la desviación estándar de Kelvin, o sea cero absoluto.

    • Pablo Simón dice:

      Interesante comentario pero discrepo sobre las premisas. Igual no me he explicado bien:

      1) Las diferencias programáticas no tendrían por qué explicar las diferencias en la disciplina del voto. igual ha sido fallo mío a la hora de plantear el ejemplo de EEUU, pero a lo que me refiero es a que las diferentes ramas regionales defienden cosas distintas. Es decir, que se adaptan para competir y eso genera diversidad de mensajes según la CCAA aunque sean partidos estatales ¿Por qué no hay en el caso del Congreso? Bueno, según esta lógica se han presentado todos bajo un solo programa. Lo que hay que comprar aquí es lo que dice un parlamentario del PSOE en Murcia y uno en Asturias, no el diputado nacional de esas provincias.

      2) Creo que sí que es muy interesante, sobre todo en términos organizativos, saber cómo gestionan este conflicto los partidos. Esta especie de «integración de la contradicción» a veces sale con desacuerdos como los que ejemplificaba y que, potencialmente, pueden afectar a sus expectativas electorales. El PP y el PHN es un buen ejemplo.

      3) No creo que estas diferencias sean baladí ni que el pan nos lo ganemos en Madrid. Las autonomías tengan transferida sanidad y educación y controlen el 35% del gasto (frente al 20,9 del Estado central) así que esas diferencias sí que pueden ser muy relevantes en términos de políticas (si asumimos la correspondencia programa-política, claro).

      • Juan de Juan dice:

        Tienes razón. También en eso que dices de que la política autonómica es muy importante. Lo que yo trataba de transmitir es que la contradicción que se ve analizando la actitud de diputados autonómicos es una contradicción de muy baja intensidad. Lo primero de todo, porque el nivel de conocimiento extrarregional es bajísimo. Vivo en Madrid y, por mucho que busco, no acabo de encontrar en los periódicos de Madrid la información sobre los debates en el parlamento de La Rioja. Así pues, si algún día, por poner un ejemplo tonto, un parlamentario del Partido Popular de La Rioja pusiera a parar en la dicha cámara la normativa madrileña de horarios comerciales, lo más probable es que yo no me enterase. Así pues, si la contradicción existe, no es explícita.

        Supongo que estamos de acuerdo en que una contradicción vale más, por así decirlo, si todo el mundo la ve. Y no es el caso. Donde sí se vería la contradicción, insisto, es en si los diputados en el Congreso del PP por La Rioja pudiesen votar libremente, o no, la libertad de horarios comerciales al estilo de la que defiende la Comunidad de Madrid. Ésa sí que sería una contradicción explícita, contradicción a secas. Y ésa es la que, taimadamente, no se produce en el sistema político español.

  3. Juan de Juan dice:

    Pongo un ejemplo para que se me entienda.

    En España hubo un plan de infraestructuras 1982-1992 que fue, fundamentalmente, un plan de autovías. Las autovías no se construyeron todas a la vez, lógicamente, sino que se hicieron primero las correspondientes a los ejes económicos fundamentales, y las más baratas. Como consecuencia, una de las que quedaba pendiente cuando, a principios de los noventa, llegó la crisis económica del 92, era la conexión de Galicia con la meseta, porque el paso de Piedrafita en autovía costaba, y costó, un huevo.

    El subsecretario o secretario de Estado (no recuerdo bien) que sustantivó el retraso de la conexión se llamaba Emilio Pérez Touriño. Cosa que, primero, la mayoría de los gallegos nunca supo; y, segundo, no le impidió ser, años después, presidente de los gallegos.

    Así pues, el problema va más allá de las diferencias. El problema es que, en el sistema político español, como tiene un componente fortísimo de política innominada, realizada por personas que no se presentan ante los electores por lo que hacen o no hacen porque están diluidos en listas kilométricas en las que la gente no sabe ni lo que vota; en el sistema político español, digo, esa variación que detecta la Fundación Alternativas no sólo se produce dentro de un mismo partido, sino que se produce, con total desparpajo, dentro de la misma persona.

  4. Marc dice:

    Si no me equivoco, en teoría es el Senado quien se tiene tiene que ocupar de hacer notar al gobierno el peso de las autonomias siendo la camará regionalista.

    Esto me hace pensar que en Politikon nunca habeís hablado de la utilidad (o no) del Senado.

  5. Manu Oquendo dice:

    Muy brevemente.

    Es frecuente que al hablar del estado de las autonomías se use el término «descentralización» a pesar de que es inaplicable. Es un grave error semántico.

    Lo que esta constitución ha hecho es otra cosa: «Fragmentar».

    Algo inevitable en cualquier lugar del mundo si se divide el cuerpo social y se crean mini modelos de estado con soberanos, parlamentos y administraciones que forzosamente han de seguir las leyes y reglamentos que de estos entes emanan.

    Estas entidades así fragmentadas necesitan diferenciarse para poder apelar a cosas tan reales y con tanto poder como los fácilmente excitables instintos narcisistas de sus poblaciones.
    De este modo y en muy pocas iteraciones electorales, legislativas y reglamentarias nos encontramos con profundas diferencias hasta donde resultan inverosímiles.

    Es el caso de las estaciones de microfrecuencia de telefonía móvil. Ninguna de ellas fabricada en España. Todas cumpliendo estándares mundiales y en España con exigencias distintas por comunidad hasta tal punto que somos el hazmerreir planetario.

    Por no tener carecemos hasta de la misma tarjeta sanitaria con lo cual resulta tercermundista viajar en España y pretender ser atendido sin ser una rareza.

    «¿Cómo se le ocurre viajar, señora? Se supone que usted debe estar en su aldea para poder ser atendida».

    No estamos Descentralizados, estamos Fragmentados.

    Hemos recreado constitucionalmente el método de los Habsburgos para gestionar el imperio austrohungaro. O del Imperio Otomano.

    Intelectualmente somos una construcción fallida del siglo XIX.

    Por eso estamos ya cerca del millón de páginas de Boletín Oficial autonómico y un paro que dobla al de cualquier otro país.

    BUenos días

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