Esta entrada la escribo precipitadamente a raíz de las declaraciones de Ana Botella, alcaldesa de Madrid, la cual ha dicho que “suprimiría las nuevas generaciones de los partidos”. A su juicio hay que seguir el consejo de Esperanza Aguirre y dedicarse “a trabajar antes de ser cargo público” y que los jóvenes “de 17 o de 18 años tiene que estar trabajando o estudiando, formándose”. Aprovechando la excusa, me gustaría reflexionar un poco sobre las juventudes de los partidos. ¿Tienen más ventajas o inconvenientes? ¿Se puede pensar en un modelo alternativo?
1. Juventudes: La correa de transmisión
Aunque no tengo a mano un estudio comparativo, tener unas juventudes es una estrategia que se sigue en casi todos los partidos clásicos de Europa, aunque probablemente haya menos en contextos donde los partidos son más inestables o son plataformas en torno a candidatos. De entrada, parece razonable que los partidos quieran tenerlas. Son una fuente de formación y/o socialización política de la militancia, así como de reclutamiento de cuadros. Sin embargo, yo siempre he sido bastante crítico con el funcionamiento de estas organizaciones. Vaya por delante que no tengo más que conocimiento anecdótico pero, al ser una posición compartida con otros politólogos que han vivido más de cerca este mundillo, puede que no estén tan desencaminadas.
Mi intuición es que las juventudes de los partidos políticos se han convertido (o se las emplea) como correas de transmisión de los partidos matriz. Ello supone que tiendan a reproducir los mismos vicios que ellos con algunos agravantes. En primer lugar, las juventudes tienden a mimetizarse en los más definitorio de los partidos senior: jerarquía. Si se me permite el atrevimiento, en ocasiones una jerarquía tremendamente ridícula basada en cargos de nombres rimbombantes pero, a efectos prácticos, vacíos de contenido. Carentes de remuneración (normalmente), al final trabajan cinco en la organización y poseerlos no sirve para nada. Esto lo que causa es, innecesariamente, mimetismo en las rigideces de las matrices pero sin la carga de trabajo real que comporta tener que administrar algo, dedicarse a pleno rendimiento a una tarea o que se represente a un colectivo específico.
Eso sí, lo que produce la existencia de cargos es la lógica de la competencia, porque aunque se sabe que en el corto plazo no existe opción de vivir de la política, si se es sagaz se puede acabar siendo captado por la organización matriz para algún carguito o ir en listas. Siendo tal así, se fomenta que las juventudes sean un teatro infantil de las luchas partidistas por ocupar cargos virtualmente inútiles. ¿Y cual es el resultado? Que al final el triunfador es el que se ha demostrado como más astuto en liquidar al adversario y en presentarse como dócil ante la organización madre (no pocas veces siendo su madre la propia jefa de la organización). Cuando hablamos de que hay un problema de selección de elites en los partidos, sin duda el problema de las organizaciones empieza a incubarse desde bien pronto. Las juventudes son las canteras de los más sumisos y arteros. Por supuesto, todo ello sazonado en un contexto en el que se socializa al joven para que piense que la política es aparato… y poco más.
Por último, las juventudes también sirven como agente desmovilizador de los jóvenes. Por un lado, porque los subordina a los intereses de la organización matriz, la cual decide los momentos en los cuales se deben movilizar o no, sobre el tipo de temas, y con qué orientación. La autonomía tiende a ser anulada. Pero por el otro lado también sirven como una fuente de agotamiento de las energías para los jóvenes miembros. Hastiados tras discutir horas enmiendas y declaraciones que no les importan ni a ellos mismos – Nos interesa la posición de los partidos sobre los temas, que son los policy-makers, no de sus Juventudes – , al final se agotan. El resultado final es que se desapegan de los partidos. Los partidos matriz pueden seguir captando de vez en cuando a los más habilidosos (en trepar) de las juventudes mientras que dejan que las organizaciones se enreden en sus guerrillas sin interés.
Aunque puede haber variaciones según el tamaño del partido, esperando que cuanto más grande la organización más acentuadas estas dinámicas, al final tenemos un modelo de Juventudes muy concreto y pernicioso; el de las juventudes como correa de transmisión. Reproducen los vicios de sus mayores, agotan la energía de sus integrantes y representan más a su partido madre que a los jóvenes que llevan en el nombre.
2. Un modelo alternativo de Juventudes: Un lobby joven
Esta crítica, que se fundamenta en evidencia anecdótica, creo que está bastante extendida. Yo, que personalmente estoy a favor de la participación política de los jóvenes, siempre digo que lo que se debería hacer es apuntarse directamente al partido senior; se debe pugnar por los cargos y las ideas desde allí, desde donde se manda. Ahora bien, entiendo que una crítica a este planteamiento está ligada con la correlación de fuerzas de los jóvenes. Si asumimos una distribución homogénea de jóvenes en todas las agrupaciones del PP de Madrid, es posible que ellos, además de ser pocos, dispersen su voto y sean igual de irrelevantes. Por lo tanto, se me puede decir que las juventudes son útiles para agrupar los votos de los jóvenes y que tengan un peso organizativo que, por separado, no tendrían.
Creo que variará de manera importante por tamaño del partido y juventud de sus votantes/ bases, pero asumamos que es cierto. En tal caso, agrupar a los jóvenes es útil para maximizar su poder orgánico aunque la hipótesis entonces es que este poder estaría siendo desviado por aquellos miembros dirigentes que son cazadores de cargos. De ser esto así, con un reemplazo en los jefes de juventudes es difícil solventarlo: otro ocupará su lugar. Lo que haría falta es un cambio mucho más amplio en la cultura organizativa. Mi idea sería conseguir que las juventudes dejaran de servir como una correa de transmisión y una coalición de jóvenes cambiaran su orientación para servir como un lobby joven dentro de los partidos.
Cuando hablo de lobby me refiero a que sea una de organización con unos fines muy definidos que busque, directamente, influir sobre las posiciones políticas del partido matriz. Es decir, que se centre en cambiar el programa electoral de los partidos senior en función de los intereses de los jóvenes. Eso necesariamente pasa por resolver una doble tensión y conjurar un peligro. La primera es cómo adoptar una perspectiva que sea un compromiso entre la ideología del partido y las propuestas que benefician a los jóvenes ¿Son siempre coincidentes o no? La segunda es saber hasta dónde se está dispuesto a llegar para que las demandas al partido grande se lleven a efecto ¿Se está dispuesto a hacer ruido de puertas afuera y otras deslealtades similares? Y por último, hace falta conjurar el peligro de pensar que juventud se puede despachar en un solo capítulo cuando realmente son políticas transversales a todo el programa político. Hay que definir bien los fines.
Esta idea, creo que deseable pero un punto ilusa, supone una inversión del modelo de juventudes y hacer de ellas un agente político autónomo, con intereses bien diferenciados, al margen de los dictados de la matriz. Implica, en definitiva, convertir a las juventudes de un partido en input de algo más que elites socializadas para la sumisión. Sin embargo, es posible que por la edad en la que se participa en juventudes (desde temprano) sea difícil que pueda formarse una coalición de este tipo. Los únicos que disponen de la habilidad, los recursos y el conocimiento son justamente los que están bien situados para promocionar con este sistema perverso. Sin embargo, aunque solo sea como tipo ideal, si militantes de las juventudes de un partido se lo plantean en estos términos quizá su organización tenga algún sentido. Tienen que decirlo bien alto y claro: «No queremos gente joven defendiendo la vieja política. Queremos gente joven defendiendo la nuestra.»
3. Una llamada desesperada: ¡Asaltemos la Política!
Sin embargo, Ana Botella se equivoca en la segunda parte de su consejo. Además de estudiar y trabajar, hay que estar en política. Ella se limita más que a seguir el viejo adagio del General Franco: “Haga usted como yo, no se meta en política”. Esto no es nada nuevo, llevamos hablando de desafección política en España durante los últimos 30 años. Sin embargo, ante un contexto de creciente insatisfacción con la situación presente existen dos opciones; refugiarnos en “la ciudadela interior” o arremangarse y ponerse a trabajar. Los jóvenes en España llevamos demasiado tiempo esperando a que el temporal escampe, que suba la marea y que cuando crezcamos salgamos de esta flotando, como los restos de un naufragio. Jóvenes de España, abandonad esa esperanza, no va a pasar.
Hoy no hay duda de que España se aboca a la década perdida. Somos la generación de la crisis y esto va para largo. Sin embargo, la lectura tiene que se que si los jóvenes no hacen política, entonces seguro que no tenemos futuro. Casi es un imperativo ponerse manos a la obra porque la tarea es ingente y se nos acumula. Y es cierto, puede que las juventudes o los partidos políticos no sean el único método (hay quien dice que ni siquiera el mejor) para hacerlo. Sin embargo, no será por falta de oferta. Tenemos plataformas ciudadanas, asociaciones de vecinos, ONG´s… Una multitud de canales para hacer política en un sentido amplio. Solo si nos implicamos, si hacemos un esfuerzo, podemos conjurar ser la generación perdida.
A los que ya están haciendo cosas, mi reconocimiento personal. A los que no… ¿A qué estáis esperando?
«Llevamos hablando de desafección política desde los últimos 30 años», vamos, desde la transición.
A todos los argumentos que dices hay que unir otro para los propiospartidos: las juventudes partidarias, al tener una altísima concentración de jóvenes, de natural más idealistas, que además tienen poco que perder porque aun muchos de ellos no viven de la política, son un foco de disidencia. El Partido Comunista de la II República nunca consiguió su ansiada fusión con el PSOE; pero sí la consiguió, en cambio, con sus juventudes.
¿Y cómo consiguió el PCE esa fusion? Porque ese sí que es un tema apasionante y que a la postre tiene -creo yo- gran importancia para entender muchas cosas que pasaron a continuación.
Así como la tiene el posterior proceso de masticado e indigestión (porque a uno le parece que aquello fue una ingestión más que una fusión) que culmina en la desintegración de las JSU allá por los años sesenta pero en realidad empieza a gestarse cuando ni siquiera ha terminado la guerra.
La digresión en todo caso nos podría llevar muy lejos y no era esa mi intención, sino incidir en lo que, pienso que acertadamente, ha señalado usted al respecto de ese carácter de «foco disidente» que muy probablemente cobrarían unas juventudes de los partidos estructuradas a la manera que propone el autor de la entrada.
Es muy bonito pensar que dichas juventudes se limitarían a proporcionar un valioso input a costa de unas posibles fricciones más o menos limitadas y manejables de puertas para dentro; pero si yo perteneciese al aparato del partido madre que se estuviese planteando organizar así el tinglado, lo primero que se me pasaría por la cabeza es que estoy corriendo un grave riesgo de en realidad estar creando un partido dentro de un partido. Y probablemente con razón. Y a ver a quién le apetece meterse en ese fregao. Hoy va a ser que no, mejor «mañiana».
No sin motivo una de las primeras obsesiones de toda organización política -y posiblemente humana- es el control sobre sí misma (y aquí podríamos volver al ejemplo de las JSU y la influencia que rápidamente intentaron y en buena parte consiguieron tener sobre ellas los mandos del PCE… lo cual muy posiblemente fuese su idea desde el principio, pero no volvamos a perdernos por ahí) y unas juventudes convertidas en «un agente político autónomo, con intereses bien diferenciados, al margen de los dictados de la matriz» suponen casi por definición, ¡o sin el casi!, una pérdida de control inmediata sobre esa parte de las bases, sobre los mensajes que emitiesen al fin y al cabo bajo mis siglas e incluso sobre la (presumiblemente escasa) labor política y/o de gestión que pudiesen llegar a realizar.
Vamos, que no sé si algo así sería deseable o no, pero tengo claro que no lo veo sucediendo.
Siendo mi primera participación en Todología,es (permítaseme la coña) qué menos que saludar a todo el mundo.
Me tiré un tiempito sin entrar en la página y he tardado en leer tu comentario. pero hay un libro de memorias de un miembro de las JS, entonces dirigente universitario, que habla algo de los porqués y los cómos de aquella fusión. Responsabiliza en gran parte a Santiago Carrillo y dice alguna cosa, aunque tampoco es un libro que desvele grandísimas sorpresas.
No tengo en la memoria la referencia y además no estoy en mi casa cuando escribo esto. Pero si te interesa, escríbeme a mi dirección de correo (granmiserable ARROBA gmail PUNTO com) y te busco la referencia.
¿Y quién iba a participar del lobby, todo aquel que quiera que lo ostraticen o como se diga? Pronto se crearía dentro del lobby una corriente independiente de boquilla y sumisa de hecho en la que encontrarías a todos los que luego van a tener una buena vida en el partido.
Yo personalmente estoy esperando a ver un burro volar, o lo que es lo mismo, que en este país deje de triunfar el discurso demagogo, clientelar y personalista.
Los burros no vuelan.
🙁
[…] Repensar las juventudes de los partidos […]
El concepto de Juventudes de los partidos es, en tanto se afilian personas menores de edad, incluso, de dudosa constitucionalidad (en España).
La idea de los «cargos vacíos de contenido» no es una cosa de las Juventudes de los partidos sino de los partidos en general. Hay verdaderas matanzas internas por obtener una plaquita en una puerta o, incluso, una plaquita aunque no haya puerta en que ponerla. Yo lo he vivido. Campañas salvajes de difamación, a todos los niveles, por mero afán de protagonismo. Esto forma parte de la realidad maquiavélica de la política cuando «todos los agentes creen tener oportunidades de ganar». En las estructuras políticas locales siempre existe esa creencia, a pequeña crisis que haya: la creencia de que se puede «tomar» tal o cual órgano del partido. Y por esto mismo existen muchos cargos vacíos de contenido: para dar salida al descontento de personas a las que se quiere tener contentas. No tiene que ver con la edad.
Hablar de jóvenes y viejos, aunque entiendo que está en la línea de esta página con aquello del «contrato único». La democracia depende mucho más de la distinción de «clases sociales» que de las distinciones por edad. No hay democracia cuando la gente lucha por sobrevivir, esto es: no dispone de rentas suficientes. Ahí está toda la lucha. La idea de «jóvenes que presionan en los partidos» ya está implantada (véase las asociaciones de estudiantes de derechas en las facultades universitarias). No veo que avance es, por otra parte.
¿Perdón? ¿Por qué iba a ser inconstitucional que un menor de edad se afiliara a un partido político?
Por algo muy simple: los menores de edad deben estar especialmente protegidos para garantizar el libre desarrollo de su personalidad y ejercicio, por tanto, de su libertad ideologica.
Si se entiende que un menor de 18 años no debe votar, no entiendo por qué ha de poder afiliarse a un partido político. El consentimiento de sus padres no corrige esto, sino que más bien lo dificulta. Del mismo modo en que no me parece correcto que los padres pueda lavar el cerebro a sus hijos en colegios sectarios, no me parece bien que los menores de edad puedan entrar en organizaciones cuyo único fin, al fin y al cabo, es el proselitismo político.
En resumen: si una persona menor de 18 años no tiene la capacidad para elegir a sus representantes… ¿cómo es que puede elegir partido político? No se sostiene.
Me parece a mí que eso no lo dice la Constitución en ningún sitio… como mínimo no me suena absolutamente nada. Los tres artículos relacionados con este tema lo que dicen es
Artículo 12.
Los españoles son mayores de edad a los dieciocho años.
* * *
Artículo 39.
1. Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia.
2. Los poderes públicos aseguran asimismo, la protección integral de los hijos, iguales éstos ante la ley con independencia de su filiacion, y de las madres, cualquiera que sea su estado civil. La ley posibilitará la investigación de la paternidad.
3. Los padres deben prestar asistencia de todo orden a los hijos habidos dentro o fuera del matrimonio, durante su minoría de edad y en los demás casos en los que legalmente proceda.
4. Los niños gozarán de la protección prevista en los acuerdos internacionales que velan por sus derechos.
* * *
Artículo 48.
Los poderes públicos promoverán las condiciones para la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo político, social, económico y cultural.
En mi opinión lo que resulta dificilmente justificable es precisamente que a los 16 años no se tenga derecho a votar cuando si que se tiene derecho a emanciparse, a un trabajo remunerado, a mantener relaciones sexuales, a contraer matrimonio… en otras palabras, cuando para esa edad ya se tiene derecho legal a una vida adulta.
No se trata de que la Constitución «prohiba» tal o cual cosa (no se puede deducir «prohibiciones directas» de una Constitución) sino que de la protección de los derechos de los menores de edad se deriva el que no deba permitírseles militar en partidos políticos, unos lugares donde se les adoctrinará a base de bien.
¿Quién iba a decirme a mi que estaría de acuerdo con la Botella en algo?
El tema de las juventudes es básicamente un concurso de pelotilleros que hacen lo que sea para que les den a beber del pesebre de los puestos a dedo, asesores….etc.
Ahí tenemos a Carromero, alguien que deja inacabada la universidad para colocarse de asesor de concejal por 50.000 al año en el mismo país que el presidente del gobierno gana 68.000 expuesto a todas las dianas.
Si los jovenes quieren participar que participen, nada impide que se creen distintos partidos de jovenes que compitan con los de mayores.
Pero el concurso de pelotas describe la política partidista en general, no a las juventudes de los partidos.
A estas alturas de la crisis y del país, como joven, mi única duda es si afiliarme a un partido u a otro.
No veo por qué no vas a poder afiliarte a varios. Don Vicente Calderón era socio de número del Real Madrid.
Referente al primer punto:
De joventudes se poco, pero por lo poco que sé, sirven para:
– Hondear fuerte las banderas del partido que los senior ya no tienen fuerza de levantar
– Decir burradas para que los seniors queden encantados con ellos
– Otro grupo de amigos para salir de fiesta
Referente al lobby joven:
No veo los incentivos de un partido repleto de seniors (ej. PSOE) en crear un grupo de jovenes para presionarles. Claro que estaria bien, pero nadie quiere crear un grupo interno a su partido que esté casi siempre en su contra.
Referente al tercer punto:
Detesto tanto a Anna Botella como a Esperanza Aguirre pero creo que aqui tienen cierta razón. Además, trabajar no implica alejarse de la politica, sino hacerlo en paralelo. Veo como ejemplo EEUU. Muchos de los politicos americanos han demostrado su valia en lo privado antes de asaltar lo público. Añadir personas alejadas de todo «lio» politico a un gabinete hace que este esté, en mi opinión, más sano.
Tomo como ejemplo el primer mandanto de Artur Mas que, independientemente de sus decisiones (no entremos aqui en el debate por favor), puso como consellers a Xavier Mena (que le salió un poco rana) y a Mas-Collell. Ambos creo, no militantes de CiU pero con un CV envidiable.
Es «ondear», sin h. Hondear existe, pero no significa eso sino a) disparar una honda o b) llegar hasta el fondo de algo.
Jajajaja, ¿pero habéis militado alguna vez en alguna organización joven como para hablar con conocimiento de causa? Conozco NNGG y JSE muy de cerca y nido de putas se queda corto como descripción, así que por favor; superioridades morales las mínimas.
Como dijo el perich: los jóvenes tienen la verdad, lo malo es que cuando la imponen ni son jóvenes ni es verdad.
Disculpad mi negativa sobre el tema. Opino que la propia evolución propiciaría el mismo resultado pero con otro nombre. El sistema que se ha generado es propio de la salida de un estado governado por dictadores. Con esto quiero decir, ¿a quien no le gustaría ser rey? ¿a quien no le gustaría cambiar las normas del juego y provocar una inestabilidad en las clases governantes? a todos menos a ellos mismos. Lobo no como lobo…
Dejemos de hablar y miremos de encontrar como subsistir con las normas que se nos permte. Somos obejas de un rebaño con un mal pastor. Y cambiamos de pastor para poner al cuñado. Y lo volvemos a cambiar para poner a su hermano… Son todos iguales, la base es apretar al pueblo lo máximo posible sin que se percate y rozando que explote el sistema.
Sobre las juventudes: Son hijos de políticos que saben a que juegan. Entienden el papel del liderazgo para captar la atención de los mas influenciables y de esa manera ganarse su pensamiento y su alineación política. Esto ha llegado tan lejos que la unica salida es una revolución.
REVOLUCIÓN.
Gobernar con ‘v’ y ovejas con ‘b’ ¿Lo haces aposta?
Las juventudes de partidos acostumbrados a gobernar, y por tanto a repartir cargos, son un engendro infumable de arribistas y concejales de juventud con aspiraciones a secretario de estado.
Sólo tienen sentido las secciones juveniles de partidos como estación de llegada despresurización, en las cuales, la gente hace sus primeros pinitos en política encontrando un cierto calor en la recepción.
La gente que escribe por aquí creo que no sabe lo que es llegar a una grupación de un partido, así de buenas a primeras, sin el previo paso por una sección juvenil donde gente como tu, de tu edad y tus convicciones, o similares, te introduce en la organización.
Lo otro, lo de llegar de primeras al partido, es recibir al toro de rodillas y poca gente, salvo los muy muy duros, aguantan ese ambiente de viejos militantes en el que sólo entran ganas de gasearlos a todos, de un partido y de otro.
Y lo peor, si te toca aguantar las batallitas del abuelo cebolleta de la agrupación, vas un día, y no vuelves en la puta vida.
Después de haber leído todos los comentarios no estoy de acuerdo con casi nadie. Desde 2004 he sido militante de Juventudes Socialistas y del PSOE. Por diversos motivos (ideológicos, principalmente) mi militancia desde hace unos dos años se limita a pagar mi cuota de afiliado. Nada más.
Yo he tenido cargos de esos muy largos (Vicesecretario General, Secretario de Formación y Cultura…) que no sirven para nada. Salvo para el ego, quizá.
Durante estos años he visto como muchos militantes trabajan (trabajábamos) día a día en sacar nuestros pequeños proyectos, desde denuncias por cierre de bibliotecas, recogidas solidarias de juguetes, aceras en mal estado… Desde nuestra agrupación de barrio hacíamos un trabajo bonito y cercano. Un trabajo que nos costaba tiempo y dinero. Un trabajo, por cierto, completamente olvidado (nadie lo ha mencionado en los comentarios, y tampoco el autor del artículo) y que sólo se recuerda en los congresos. «Hay que recuperar la calle». Pues mira, no, la calle está ahí. Sal y haz cosas, cuenta cosas, habla, escucha… no hay que darle más vueltas.
Quiero decir con esto que desde las Juventudes se puede hacer trabajo político.
También son, por cierto, un lugar maravilloso para aprender de política (de la de verdad, no de joder al compañero y hacer cuentas en B). Nosotros hicimos mucho hincapié en la formación y prácticamente todas las semanas venía algún experto (generalmente profesores de universidad) a hablarnos de todo, desde historia a economía. Y sí, claro, eran profesores «de izquierdas», pero no siempre eran del partido.
Es decir, que desde las Juventudes se puede hacer un buen trabajo de base y de ideología «libre».
Y también, por supuesto, están los Congresos. Es cierto que sobra mucha parafernalia que en el 99% de los casos no sirve para nada. Exactamente igual que en los partidos (he sido miembro del Comité regional del PSM), por lo que esto no sería un motivo para cargarse las Juventudes.
Pero en esos congresos yo he visto buenos debates. Debates de verdad. En serio. Sin cámaras y sin personalismos. De ideas. Y de eso falta más.
Entre esos debates, por cierto, siempre está (junto a las drogas y la prostitución) el de qué posición debe tener JSE frente al PSOE. hay para todos los gustos.
Más allá de un modelo u otro (que cada uno tiene sus pros y sus contras) lo importante de lo que dijo Botella es el punto 3. No quiere que los jóvenes hagan(hagamos) política. Y eso es triste, porque tenemos ideas. Porque tenemos preparación (y si la comparamos con «los mayores» mucho más). Porque tenemos ideas diferentes. Pero especialmente porque también somos parte de la sociedad. Y es nuestro derecho participar.
La política «hueca» es un problema de la política partidista en general, insisto. Decir que depende de la edad sólo puede ser fruto de la ignorancia o el interés en sostener una «politización de la dualidad». Eso es todo. Porque yo he visto a gente de 60 años hacer cosas indignas y miserables por pujar a un cargo sin contenido. Y también a niños de 19 años. Es lo mismo en todas partes.
La UJCE funciona bien, combaten mucho (están en mil y un colectivos participando y aportando) y aprenden, y no, no para llenarse el bolsillo. Ah, que no existe nadie que no sea PP, PSOE y las patas de su silla.
YO HE MILITADO EN ELLAS DESDE LOS 15 AÑOS HASTA LOS 30, TENGO 42. LAS CONCOZCO INCLUSO MEJOR QUE TÚ.
Por fin alguien habla de unas Juventudes (UJCE) que están a pie de calle día a día en todos y cada uno de los frentes sociales, y no dentro de sedes farfullando y teorizando sobre cómo arreglar el mundo sentados y sentadas.