Política

En El Mundo: «Un debate político basado en la evidencia»

11 Ene, 2013 - - @kikollan

El 23 de diciembre Jorge San Miguel y yo publicamos un artículo en El Mundo donde elaboramos una de nuestras reivindicaciones más recurrentes: la necesidad de un debate político basado en la evidencia.

Las elecciones en Estados Unidos tuvieron un ganador poco esperado: Nate Silver, un estadístico de 34 años, que acertó el partido ganador en todos y cada uno de los cincuenta y dos estados. Pero Silver no es un genio ni un gurú afortunado, sino que basó sus predicciones en un modelo matemático alimentado con encuestas; nada muy sofisticado ni demasiado original. En realidad, lo único que lo distingue es que publicaba sus predicciones en la portada del New York Times, lo que le granjeó muchísima atención. La aproximación de Silver es un extremo -supone hacer análisis político a partir de puros datos, sin espacio para la opinión-, pero su caso es elocuente porque demuestra que hay demanda para un debate político basado en la evidencia, muy distinto a la efervescencia, a menudo impostada y sin fundamento, de los comentaristas tradicionales. 

En el artículo criticamos los enfoques tradicionales de debate político y mostramos un (relativo) optimismo por la aparición de alternativas que promueven una perspectiva analítica y el uso de ciencias sociales. La premisa, en el fondo, es bien sencilla: tratar siempre de atribuir a cada argumento el valor que merece a tenor de la evidencia disponible. 

Podéis leer el artículo completo en El Mundo.


18 comentarios

  1. nolosé dice:

    ¿Evidencias? El análisis (serio) de las evidencias lo llevan a cabo los físicos y los médicos y, quizá, tampoco ni estos, porque hay un primer periodo de no aceptación de las mismas. ¿Evidencias en la política? Venga no me hagáis reír, por favor, que ya no estamos en Navidad.

  2. Kiko Llaneras dice:

    Evidencia en el sentido de «evidence», es decir, como sinónimo de prueba, indicio, conocimiento objetivo, o hecho empírico, soportando una afirmación.

    • nolosé dice:

      El problema no es la definición sino que no se persigue el conocimiento. Lo único que se pretende es desequilibrar la balanza en favor de una u otra ideología. Toda persona que lleva a cabo ese tipo de análisis incurre en ello en mayor o menor medida.

      • Uno que pasa dice:

        Se te ve entendido en metodología de las ciencias sociales, sí.

        • nolosé dice:

          Abrid los ojos. No se trata tampoco de asignaturas o disciplinas -ya lo maticé en el caso de la Física y la Medicina- sino del ser humano. No se busca la verdad, solo la victoria, la supervivencia entrecomillada.

        • Satrapa dice:

          Partiendo que las ciencias sociales son una broma en si misma…

  3. Francisco dice:

    ¿Cuáles son esos 52 estados?

  4. Epicureo dice:

    Tendrían que pensarse un poco más las conclusiones de ese artículo. «Distinguir los hechos objetivos de los que no lo son» no tiene sentido; los hechos son objetivos por definición. «atribuir a cada argumento el valor que merece» es precisamente lo que no puede hacer la ciencia; puede asesorar sobre su validez, que no es lo mismo.

    Un poco de epistemología: los hechos brutos, en ciencia, sirven de muy poco. Solamente a la luz de una teoría se convierten en «evidences», y todas las teorías tienen limitaciones. Hasta en la física. Es conocida la historia del descubrimiento de la radiación de fondo de microondas por Penzias y Wilson; al principio pensaron que se trataba de un error de detección y lo atribuyeron a los excrementos de ave en las antenas (en serio), y sólo al conocer la teoría de Gamow supieron lo que estaban viendo. No soy relativista y no creo que la teoría fabrique los hechos, pero sí que introduce inevitables sesgos de selección y de interpretación. El buen científico debe ser muy consciente de estos sesgos, si quiere ser mínimamente objetivo.

    Además, el debate político no se limita a describir la realidad. También tiene un aspecto prescriptivo, y para prescribir hay que partir de unos valores y señalar unos objetivos. Esto no tiene nada de científico, es ideológico. La ciencia puede proporcionar medios, pero no fines.

    A modo de ejemplos, voy a esquematizar dos argumentaciones que se repiten a menudo en Politikón (simplifico en aras de la brevedad):

    ARGUMENTACIÓN A:

    Hechos: Hay una creciente desigualdad generacional: los jóvenes malviven en el paro o en trabajos precarios, los trabajadores maduros tienen cierta estabilidad con sus contratos fijos, los jubilados viven bien con sus generosas pensiones garantizadas.

    Interpretación: Existe una «lucha de generaciones», y los cambios se deben a que, por la inversión de la pirámide demográfica, las generaciones mayores tienen proporcionalmente más votos.

    Valoración: Se trata de una situación injusta.

    Prescripción: Debe eliminarse esta desigualdad, implantando un contrato único (con despido menos oneroso) y reformando (bajando) las pensiones.

    ARGUMENTACIÓN B:

    Hechos: Hay una creciente desigualdad en la distribución de las rentas. Los beneficios empresariales se llevan una parte cada vez mayor del producto bruto. La brecha salarial entre los altos directivos y los trabajadores corrientes es cada vez mayor. También son cada vez mayores las ventajas competitivas de las grandes empresas sobre las pequeñas.

    Interpretación: No existe una «lucha de clases». No tiene nada que ver con ninguna decisión política. Se debe a los cambios tecnológicos y la dinámica natural del mercado.

    Valoración: La desigualdad económica no tiene nada de injusto, cada uno recibe lo que se merece. Además mejora la eficiencia, que es lo más importante.

    Prescripción: Hay que fomentar el proceso con desregulaciones y «devaluaciones internas». Poner buenas guarderías y algunos servicios asistenciales para los niños es suficiente para conseguir la igualdad de oportunidades.

    Yo diría que, si bien los hechos son objetivos e indiscutibles, las interpretaciones distan bastante de ser «apolíticas», y no digamos ya las valoraciones y prescripciones. Pero los autores no suelen acoger bien los comentarios que ponen en duda sus teorías, se empeñan en que sus dictámenes son puramente «técnicos» e incontestables, y se extrañan de que los políticos de izquierda no acudan a sus convocatorias…

    Quizá ese loable afán por promover la objetividad y el rigor científico, distinguiendo bien entre ciencia e ideología, deberían empezar por aplicarlo en casa.

    • Kiko Llaneras dice:

      Epicureo, sobre las conclusiones, es verdad que la primera no está demasiado bien expresada, pero yo creo que se entiende a que nos referimos en los dos casos.

      Estoy de acuerdo con lo que dices de las limitaciones de la ciencia (su perpetua provisionalidad). También en que en política hay siempre elementos ideológicos, como mínimo al fijar objetivos y atribuirles prioridad, e incluso por una cuestión de preferencias —esto se dice hacia al final del artículo y Jorge SM tiene un artículo pendiente que elabora un poco más la idea—.

      Sobre las argumentaciones de ejemplo prefiero no opinar, son demasiado abstractas y seguro que nunca somos tan categóricos. Entiendo lo que dices, en general, de que en el proceso «descripción, interpretación, valoración, prescripción» la ideología (o cualquiera otra fuente de ideas preconcebidas) se van infiltrando… sobre todo si uno no busca nuevas evidencias (e.g., ¿que prescripciones han funcionado en situaciones similares?).

      Por último, en cuanto a aplicar en casa ese «afán por promover la objetividad y el rigor científico», yo de verdad creo que lo intentamos y que eso se nota y se nos valora. Es, por supuesto, una meta ideal y que por tanto solo conseguiremos parcialmente. ¿Pero no crees que nos acercamos más que la mayoría de medios, blogs, etc? Lo pregunto sinceramente.

      • Epicureo dice:

        La respuesta a tu pregunta es un rotundo sí. Por eso os sigo. Claro que en el país de los ciegos el tuerto es rey.

        Sois menos irracionalmente ideológicos que otros, mejor informados y en general más sensatos, pero tenéis ideología, cada uno la vuestra. Lo peor que puede pasar es que no os deis cuenta.

        • Kiko Llaneras dice:

          Sí… aunque a veces no es tanto ideología —entendido como una posición política— o no solo, sino que va más allá… todos tenemos un acervo de asunciones más o menos fundamentadas (cosas que aprendimos, creencias, sesgos, intuiciones arraigadas, etc.) que condiciona nuestra forma de razonar.

          Personalmente, lo que intento es incorporar datos y evidencias al construir un argumento y, sobre todo, ser cauto y provisional cuando me veo obligado a tomar partido.

    • Fulano dice:

      ¿Realmente en Politikón defienden esto?

      «Interpretación: No existe una “lucha de clases”. No tiene nada que ver con ninguna decisión política. Se debe a los cambios tecnológicos y la dinámica natural del mercado.

      Valoración: La desigualdad económica no tiene nada de injusto, cada uno recibe lo que se merece. …»

      Esto sería una manera de razonar muy burda y de hecho, una variante de la falacia naturalista, pero no tengo yo la impresión de que digan algo así. Puede que se me haya pasado por alto.

  5. nolosé dice:

    Hola.

    He escuchado, de forma parcial, vuestro debate. He tenido un primer impulso de cerrar la pestaña cuando, si no recuerdo mal, el que tiene un tono de voz parecido a Ricardo Bofill Jr., ha citado la limitación cognitiva. Sin embargo, he seguido escuchando. Luego, cuando alguien ha señalado que existe en el abordaje o estudio científico de la violencia de género una excesiva preocupación al respecto y ésta «no parece estar fundada», o no parece estar sustentada por una posición racionalista, pues en otros países las cifras son mayores y en el nuestro hay otros tipos de violencia más significativos… he vuelto a tener otro impulso, pero he seguido escuchando. En este sentido, me asombra comprobar como se establece un patrón estadístico para determinar el nivel de importancia de un tema. Es como si un médico descartase evaluar las concentraciones de oligoelementos que tiene el cuerpo… ya que los principales son los que importan. Como si… bueno, lo dejo, no ponga más ejemplos.

    Cuando habéis empezado a repasar la historia de España en 1920 era obvio, por lo menos para mí, que no iba a haber un debate político basado en la evidencia y he decidido finalmente dejar de escucharos.

    Antes de que se me olvide. Manejáis con una soltura increíble (a mí al menos me provoca una mezcla de incredulidad y sana envidia a partes iguales) el término «estadísticamente significativo» cuando mi opinión al respecto es que para llegar a decirlo, para llegar a ese dictamen, hay que saber mucha estadística. Pero bueno, será que soy un incrédulo y un envidioso.

    Lo cierto, y lo bueno que tenéis, es que no estáis tan sesgados como lo están otros contertulios en otros debates que vemos en los medios. No sé si la diferencia será, en este caso, estadísticamente significativa. Mi impresión es que el análisis que habéis llevado a cabo, siendo mucho más objetivo que el debate medio televisivo, no ha sido muy científico que digamos. Incluso, la misma persona que defendía en un momento determinado la significación estadística después ha dicho «… en España es que se escribe mal, yo por ejemplo tengo UN libro…».

    Mejor que la actual oferta, pero manifiestamente mejorable.

    Un saludo.

    • Kiko Llaneras dice:

      Te leo en detalle mañana, pero déjame usar dos argumentos defensivos. El primero, que las tertulias son nuestra versión más ligera, más desenfadada, y por lo tanto las menos rigurosas y menos científicas que lo que solemos escribir (que tampoco está libre de deficiencias). Digamos que dejamos que la evidencia científica haga su aparición en la tertulia —mucho más que lo que suele ser habitual—, pero que las tertulias son un espacio con mucho de opinión y anécdota.

      Además está la cuestión de que es un medio hablado y por tanto improvisado. Es fácil meter la pata, ser impreciso, o decir algo distinto de lo que se pretende decir. Para evitar eso uno puede ser encorsetado, hablar con pies de plomo, etc. —como la gente que escuchamos en televisión—, pero eso justo lo que no queremos: queremos cierta frescura y naturalidad. Yo por ejemplo no he quedado demasiado contento con lo que he transmitido sobre el asunto del debate basado en evidencias: lo que he dicho no refleja del todo bien lo que pienso exactamente.

      PS. Es verdad que el debate sobre que es y que implica que algo sea «estadísticamente significativo» es todo un debate; pero comparado con la pura especulación es una cuestión más o menos secundaria, quizás.

  6. Maese Alcofribas dice:

    ¿El debate político debe estar informado por la ciencia? Así expuesta la cuestión, la respuesta parece obvia. Pero creo que las preguntas previas e ineludibles son ¿cuál es actualmente la capacidad de las ciencias sociales para informar adecuadamente al debate político? ¿qué significa y cómo operativizamos el término “adecuadamente”?

    Si en la segunda década del siglo XXI existen debates metodológicos como el siguiente

    http://www.fedeablogs.net/economia/?p=2364

    http://www.fedeablogs.net/economia/?p=56

    me temo que aun queda mucho por hacer antes de que las ciencias sociales puedan representar ese papel. Y si lo que digo es cierto, sugerir lo contrario (que la ciencia sí está preparada para dictaminar la política, y que si no se usa es por motivos políticos, desconfianza infundada en los tecnócratas, etc) no hace sino enturbiar el debate publico.

    Kantor me dijo: “No hay escapatoria de la economía en política. Reconocer los límites de la economía es reconocer los límites de la política racional”. Yo le respondí: “no pretendía rebelarme contra esa realidad impepinable. Digo que debería comunicarse a la gente de forma más explícita donde están los límites de la política racional”

    Lo primero es lo primero. Mi opinión subjetiva total es que los economistas en particular están sesgados con respecto a los límites de la política racional. La erudición les genera un optimismo infundado a este respecto.

    • Carles Sirera dice:

      Maese, no te preocupes. Hay evidencias irrefutables como ser profesor en Duke que terminan con todo debate racional y, si no es posible, se censuran los comentarios y se borran. C
      De este modo, sí se construyen debates racionales basados en la evidencia, debates que siempre serán pantagruélicos o gargantuiticos.

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