Sociedad

La longitud del libro durante el siglo XX

26 Dic, 2012 - - @kikollan

Los libros son un tema frecuente en mis reuniones familiares. Nos recomendamos lecturas, alabamos los libros que tenemos en un pedestal y nos entregamos a conversaciones recurrentes. Una de esas conversaciones es lo que me anima a escribir hoy: la discusión de si los libros han tendido a ser más largos con el pasar de los años.

La observación de partida, creo recordar que original de mi padre, es que los libros son más extensos de lo que solían. Especulamos con varias causas que expliquen la inflación de páginas, pero nuestro candidata favorita es una: el invento del procesador de texto. Nuestra hipótesis es que con la llegada del procesador de texto, escribir libros largos —revisarlos, releerlos y editarlos— fue de golpe mucho más sencillo.

De vez en cuando he tratado de localizar datos sobre este tema, pero nunca tuve éxito. Ahora, por fin, he conseguido los datos necesarios para matar nuestra curiosidad. Por muy trivial que sea un asunto —y éste lo es bastante—, a mi siempre me fascinan estas series largas. 

Figura libros

Nota: he procesado 1000 libros, eliminando repetidos y usando la fecha de su primera publicación (información difícil de encontrar). Incluyo medias móviles (±2 y ±4 años) para filtrar ruido, y sugiero cautela con datos previos a 1930 porque la muestra ahí es pequeña. Corrección: los datos los he tomado de freebase.com, una estupenda base de datos con varios millones de libros.

Se observa una explosión de la extensión de los libros a partir de los años setenta: desde 1970 y hasta hoy los libros se han engordado 100 páginas, una tercera parte, pasando de 270 a 370 páginas de media. (En textos ingleses, que son alrededor de un 20% menos voluminosos que el español.)

# La correlación temporal con el advenimiento del procesador de texto es evidente; además de razonable. A partir de 1970 los libros tienden a ser más largos, el ‘engorde’ fue especialmente intenso durante los ochenta y adelante, aunque tiende a apagarse a partir de 1995. Esto coincide con los hitos de la historia del procesador de texto. Por supuesto, la correlación no es concluyente, pero informativa: la evidencia apoya nuestra tesis de que la popularización del procesador de textos quizás produjo una inflación en el número de páginas de los libros.

# El gráfico deja otras cuestiones abiertas: ¿las tendencias que se observan hasta 1960 son significativas? No está claro si hay efectos causados por las Guerras Mundiales o si la alfabetización tuvo consecuencias. Tampoco son evidentes los efectos de la máquina de escribir ni la aparición de alternativas de ocio. Hará falta una muestra mayor para sacar conclusiones, pero tengo otros 1000 libros anteriores a 1950 para indagar.

# Además me pregunto que ocurrirá con la novela y su extensión en la próxima década. Internet no parece haber tenido aún influencia, pero entiendo que la tendrá. Mi curiosidad, sobre todo, está en saber que pasará con los hábitos del lector: me pregunto si vamos a demandar textos breves, como son frecuentes en internet, si la novela mantendrá su formato, o si volverá la ficción por fascículos. Al mismo tiempo veremos que cambios provoca el libro electrónico al independizar el contenido de la tiranía del peso y el volumen.

Porque, en esencia, lo que observamos es que el libro apenas cambió en los últimos cien años: sigue siendo un texto escrito de unas 300 páginas. Esto sorprende porque en ese mismo periodo se han vivido verdaderas transformaciones: se generalizó la luz eléctrica, la alfabetización se hizo universal, el tiempo de ocio se multiplicó y surgieron alternativas a la lectura, como la radio, la televisión e internet. Sin embargo, el libro mantuvo su formato casi imperturbable durante todo el siglo XX.

 

PS. Tenéis otras series históricas en alguna anotación anterior, con datos del PIB desde 1850, el desempleo sistémico que padecemos desde los ochenta, o la evolución —sorprendente— de la desigualdad de renta desde 1910.


22 comentarios

  1. Alfon dice:

    En ese estudio faltan variables importantes como el tamaño de la fuente de los libros analizados y un factor esencial como la variación del precio del papel. Sobre el idioma inglés habría que decir que el mismo libro en español e inglés podría oscilar en el número de páginas, dado que en la mayoría de los casos, las palabras castellanas son más largas.

  2. @carlos_j_r dice:

    ¿Cuántos libros se han publicado durante el siglo XX? ¿qué tipo de libros? ¿en qué formato? ¿…? ¿en qué medida la muestra utilizada es representativa del universo en estudio? ¿1000 libros? ¿es una broma? Sin una descripción de la muestra empleada esto no deja de ser pseudo-ciencia, por muy espectacular que sea la gráfica…

  3. Alatriste dice:

    Alfon, no creo que esas variables sean significativas… el tamaño de las fuentes varía algo, pero incluso si hiciera variar significativamente el número de páginas de los libros (que no creo que lo haga) para ver un efecto en la gráfica deberían ponerse de moda fuentes nuevas mucho mayores o menores que las anteriores… y respecto al precio del papel, el tema es que no es un factor esencial; el peso del papel en el precio final de un libro es casi insignificante.

    Sin embargo, no estoy seguro de que el procesador de textos sea la única causa, ni siquiera la principal. Hace un par de años leí un artículo muy interesante sobre este tema y gracias a San Google no me ha sido difícil volver a encontrarlo

    http://www.antipope.org/charlie/blog-static/2010/03/cmap-5-why-books-are-the-lengt.html

    Nota: Sí, se centra en los libros de ciencia ficción y fantasía, pero creo que sus conclusiones son de aplicación universal.

    • Mi nombre es Sombra dice:

      «se centra en los libros de ciencia ficción y fantasía»

      Yo noté la inflación de páginas precisamente leyendo libros de ciencia ficción, allá por mediados/finales de los años 90. Pasé de leer los libros de la colección Superficción de Martínez Roca o los famosos libros azules de Orbis (relativamente delgados, con sus excepciones) publicados unos 10-15 años antes a leer los ladrillos (por tamaño) de Nova o La Factoria de Ideas. Vamos, que no era impresión subjetiva, es que bastaba ver lo que abultaban unos y otros; incluso recuerdo lo que me extrañó lo finito que era el «Tigre, tigre» de Bester editado por Gigamesh por lo que tenía de salirse de esa norma no escrita de publicar libros con muchas páginas.

      Por supuesto, los tochos ya existían antes (la colección Gran Superficción de MArtínez Roca, por ejemplo, era casi toda así), pero es que ver reeditados ahora los libros de la Superficción es casi inimaginable, no por falta de mercado (que también) sino por ver quién se atrevería a publicar ahora esos «fascículos». Un ejemplo: la editorial Alamut ha reeditado en España este año los tres primeros libros de la Fundación de Asimov («Fundación», «Fundación e imperio» y «Segunda fundación») en un sólo tomo, y eso que son unos libros de tamaño normal en edición bolsillo (200-300 páginas cada uno) que hasta hace nada se encontraban en cualquier parte, posiblemente incluso ahora se pueda; igualmente, la misma editorial ha editado la llamada trilogía del imperio («Un guijarro en el cielo», «En la arena estelas», «Las corrientes del espacio») en un sólo volumen, habiendo sido publicados como los libros individuales e independientes que son en la colección Superficción hace 20 años; y otro ejemplo: la misma editorial publicando los seis libros de Lucky Starr en dos tomos (tres novelas por tomo).

      • Epicureo dice:

        O puedes mirar la estantería que (supongo) tendrás dedicada a Neal Stephenson, ahí se ve claramente la inflación 🙂

  4. Kiko Llaneras dice:

    ¡Conste que yo no he hablado de «estudio» ni «ciencia»! Yo planteo una hipótesis y doy algunos datos, poco más que un entretenimiento.

  5. Epicureo dice:

    Al hilo del artículo que enlaza Alatriste, efectivamente hay causas económicas aparte del procesador de textos.

    Parece que desde los años 70 el precio de los libros cada vez depende menos de su volumen. El porcentaje que se lleva el autor es muy pequeño, y los costes de la impresión y encuadernación industrial no son altos (sobre todo cuando el libro viene ya en formato electrónico). En cambio la parte de gestión, comercialización, marketing y demás (y los beneficios empresariales) es cada vez mayor. (No es exclusivo de los libros: en el capitalismo moderno la producción cada día más se convierte en algo secundario, pasto de «outsourcing», y la actividad principal de las empresas se reduce a vender y «hacer negocios».)

    Como la gente está dispuesta a pagar bastante más por un libro de 400 páginas que por uno de 200, porque lógicamente le entretiene el doble de tiempo, un libro gordo se venderá más y dará más beneficios al editor. Por lo tanto, se preferirá editar libros gordos, y se incentivará a los autores para que escriban libros gordos (cosa que pueden hacer mas fácilmente con un procesador de textos). Lástima para los que prefieren la brevedad, pero es lo que tiene la lógica del mercado.

    • Mi nombre es Sombra dice:

      «Como la gente está dispuesta a pagar bastante más por un libro de 400 páginas que por uno de 200…»

      Mi impresión subjetiva (y sin datos en la que apoyarse) es que, además, en algún momento del pasado se llegó a un punto en que a los lectores les molesta encontrarse en las estanterías de las librerías libros de 200 páginas, como si un libro así transmitiera la impresión de que un libro así es de menor valor que otro con el doble de páginas, aunque su precio sea más barato.

  6. Timoleón dice:

    Ese mismo estudio con el metraje de las películas también sería interesante, echo de menos películas de 80 – 85 minutos que decían exactamente lo que querían decir. Ahora hasta para ver a los héroes de Marvel te tienes que tragar 3 horas.

  7. Manel dice:

    Kiko,

    Respetando que sea un experimento y en absoluto hayas pretendido «hacer ciencia» ni nada parecido, sí hay factores técnicos que no tienes en cuenta. Dice Alfon, en el primer comentario, que el tamaño de la fuentes; sí, ese cuenta, pero mucho más si se combina con los márgenes en blanco, i.e. la longitud de las líneas escritas. Yo no leo cienciaficción ni novelas, así que no puedo manifestarme al respecto en esos ámbitos, pero sí he leído muchísima no-ficción, manuales y tal, de los siglos XVIII y XIX (básicamente tochos enormes con fuentes tendiendo a pequeñas). Hablando de memoria, pero luego de haber comprobado algunos casos al azar, del s. XVIII al XIX los márgenes en el papel se redujeron sensiblemente, y se volvieron a reducir del XIX al XX, sin duda por las mejoras en la industria editorial. En conclusión, en las disciplinas a las que yo me refiero, el tamaño de los libros ha disminuido entre el XIX y el XX, contra lo que aquí planteas. Pocos clásicos que en el XIX superaron las 1.000 páginas (de estos tengo unos cuantos) llegan a 800 en ediciones modernas.

  8. Kiko Llaneras dice:

    Del XIX tenía poco libros y los excluí, si parecía verse una tendencia a la reducción de páginas.

    Entiendo lo que comentáis de cambios en formato, tipo de letra y márgenes, ¿pero creéis que esos cambios son posteriores a 1930, por ejemplo? Yo diría que el formato ha cambiado poco en ese tiempo, pero no estoy para nada seguro. ¿Es posible que en 1930 o 1950 los libros en «hard-cover» fuesen más grandes, tuviesen la letra más pequeña o márgenes menores? Sí, es posible que lo que el cambio sea en formato y no en número de palabras. Pero, mientras alguien no traiga datos…

    Vamos, que el mérito que me atribuyo es traer los datos: los libros tienen más páginas que solían. El cambio coincide con mi hipótesis a priori —el procesador—, pero me parece más que oportuno comentar tras explicaciones alternativas o complementarias. Por ejemplo, la vertiente producción o los hábitos de consumo me parecen muy razonables. Es posible, por ejemplo, que esas sean causas últimas y el procesador solo sea una herramienta que elimina una restricción: los costes extra de escribir, editar y pulir un buen texto de larga extensión.

    PS. Encontrar datos de número de palabras sería una solución.

    • Carles Sirera dice:

      En el siglo XIX se usaba palatino 8 sin espacio interlineado y con márgenes más pequeños. Entre los 30 y los 50 del siglo XX se pasa al 12 times y en los últimos 20 años se está extendiendo el 14.
      Por otra parte, por mi experiencia con los editores son ellos quienes determinan el número de páginas al autor con cálculos de tamaño, presentación, páginas esperables en género y formato, etc, etc… El editor es fundamental porque es él quien decide si el manuscrito se publica o no. (Las gráficas son agregados que solo dan visibilidad al resultado final, pero su interpretación puede distorsionan el proceso de toma de decisiones).

    • Rober dice:

      Se podría hacer una especie de «índice anual» usando el best-sellers más vendido de cada año o algo parecido. Más que nada para que abordar la tarea libro por libro sea factible (digo yo que los más vendidos estarán en alguna lista y serán relativamente accesibles para poder contar las palabras o caracteres que tengan)

      Para sacar conclusiones al respecto de preferencias de escritores, editores y lectores quizá pueda valer.

  9. Carles Sirera dice:

    Otra hipótesis explicativa:

    El factor causal no es el procesador de textos que es una herramienta de uso extendido a partir de 1977, es la televisión.

    Los escritores, especialmente en los USA, vivían de publicar relatos breves en revistas, que eran una forma de entretenimiento masivo entre las clases medias desde principios del siglo XX hasta la extensión de la TV en la década de los 60. Isac Asimov, Ray Bradbury o Roal Dalh vivían de publicar cuentos y de sus participaciones en la industria audiovisual. Cuando publicaban libros, estos eran recopilaciones de cuentos.

    En la década de los 60 la función culta de las revistas (Harpers, Esquire, GQ, Playboy, New Yorker…) se reduce y su misión ecuménica original se desplaza hacia los gustos de targets más específicos. Su sección de literatura se reduce, al mismo tiempo que una generación ya socializada con la televisión no ha conocido estas publicaciones como principal instrumento de adquisición de modas y tendencias. Los escritores y los editores del libro se separan todavía más del mundo editorial de las revistas. Cuando se compra un libro, debe ser algo completamente separado de las revistas y más culto (diferenciado) del mundo audiovisual. La pulp fiction muere al ser sustituida por la TV, ahora los libros deben tener tapas duras y si tienen tapas duras deben tener más de 300 páginas (como un editor me comentó una vez). Los libros se hacen más libros, se alargan para justificar la inversión y se rediseña la tipografía para hacerlos más leíbles, porque antes leían libros los que eran muy cultos y podían soportar el tipo de letra 10. Ahora leen libros los que antes leían el Reader’s Digest.
    A los escritores famosos les piden historias más largas, pero siguen sin usar el procesador de texto, porque escriben con sus casetes. Ya serán sus secretarias quienes tipografíen el borrador (ellas sí que agradecerán el procesador de texto) y se lo pasen a los escritores. (Por cierto, ahora hay un software que te permite hacerlo directamente y es usado masivamente por los screenwriters yanquis. Es adorable verlos escribir andando en el comedor de su casa).

  10. Manu Oquendo dice:

    Muchos factores de producción han reducido su coste.

    Dos de los más importantes han sido el papel y las planchas de impresión.
    Hoy se hace una transferencia electrónica y se produce un negativo plástico con 36 o 76 páginas de una vez.
    Los costes se han reducido tanto en relación al precio de venta que ya casi no son un factor muy relevante.
    Es más importante cualquier elemento que ayude al «marketability» del libro.

    Y uno de los factores que se ha hecho muy importante es la facilidad de lectura, es decir, tipos grandes, menos palabras por página.
    Vivimos más y se lee peor con letra pequeña. Esto es un factor determinante en la venta de un libro porque, además, el 80% de los compradores de narrativa son mujeres y, si pueden, prefieren leer sin gafas.

    Los procesadores, de haber sido un factor, mostrarían su efecto a partir de los años 80/85. Antes su uso estaba bastante restringido a oficinas mientras se popularizaban las máquinas de escribir con algo de memoria.

    No lo excluyo como factor pero de ser así habría empeorado la calidad de lo escrito. Es posible que hoy seamos más prolijos y sinteticemos peor.

    Muy buena reflexión colectiva. Cooperar ayuda siempre. Estamos todos mucho mejor ahora que antes de que Kiko lanzase la primera piedra.

    Feliz año a todos.

    PD.
    Por cierto, las Confesiones, de San Agustín, un permanente éxito editorial global, son 600 páginas en versión bilingüe y letra minúscula.
    La Ciudad de Dios 850 pgs. Siglo IV DC (Otro Best seller intemporal del mismo autor).

    Y escribían sobre tablillas de madera encerada, pergamino o papiro. Eso era vocación y seguridad retórica. ¿Cómo corregían?

    • Epicureo dice:

      Las Confesiones originalmente eran 13 libros y la Ciudad de Dios, 22. Si divides, no eran libros largos precisamente.

      Agustín pudo escribir todo esto porque en el siglo IV los autores no escribían, dictaban. Escribir, corregir y pasar a limpio, lo hacían los esclavos letrados (seguro que Agustín tenía), mejor que cualquier procesador de texto.

      En tiempos de Agustín de Hipona acababa de generalizarse una innovación tecnológica que permitía hacer libros más largos: el códice, o libro hecho de pliegos de pergamino cosidos. Y aún así siguió la tradición de varios libros cortos, como los Evangelios o los diálogos de Platón. Sólo en tiempos modernos se empezó a unirlos en un volumen.

      Si miras atrás en el tiempo verás que halternan épocas de libros largos (el Quijote y las novelas que parodiaba) y de libros cortos (el Cándido de Voltaire y otras novelas de la época), y eso depende tanto de factores tecnológicos como económico-sociales. Pero siempre, para cada género, hay un volumen «normal» que es lo que esperan tanto los editores como el público, y lo que piensa el autor cuando se pone a escribir.

  11. El fenómeno de los ordenadores personales es cosa de finales de los años 70. Por aquí hay un gráfico que muestra una serie histórica de ventas de PCs. En el gráfico que muestras en el artículo, el inicio de la etapa ascendente es de comienzos de los 70. IBM vendía ordenadores para word processor por esas fechas, pero sospecho que eran monstruos carísimos, al alcance de pocos. Yo diría que la relación es más bien dudosa.

    PD: Buscando información sobre este asunto, acabo de encontrar un vídeo de Jim Henson (sí, el de los teleñecos), hecho para publicitar una máquina procesadora de textos de IBM: Papework Explosion (1967).

    • Kiko Llaneras dice:

      No lo comenté, pero es cierto que hay cierto desfase con el PC. Quizás se explique con ese despegue con las máquinas de escribir digitales, que ya permitían borrar, y que son de los setenta. De todos modos, ya digo que seguramente puede haber otras causas simultáneas o alternativas.

  12. JM dice:

    Me sorprende que el nivel de los lectores que dejan comentarios en Politikon es inversamente proporcional a su ortografía. Es extraño y desconcertante. Perdón, pero tenía que decirlo. Y el texto, bastante interesante como reflexión, también tiene varias faltas.

    • Kiko Llaneras dice:

      Lo de las faltas me da mucha rabia, pero es inevitable si uno no tiene un experto revisando textos (y en Politikon, no lo tenemos).

      Yo intento esmerarme, pero siempre se cuelan errores, algunos que puede descubrir en lecturas sucesivas, y otros que me resulta imposible, porque son errores o faltas que tengo interiorizados. Por ejemplo, he escrito decenas de veces «entorno a» en lugar de «en torno a».

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