Economía

Lecciones de barranquismo presupuestario

18 Dic, 2012 - - @egocrata

El debate principal en la política americana estos días (control de armas aparte) gira en torno el «acantilado fiscal».  La idea es un poco extraña de explicar, siendo como es fruto de una inusual práctica legislativa americana: las medidas de fiscales con fecha de caducidad.

Empezaremos por lo básico, qué es el acantilado fiscal. El Congreso de los Estados Unidos tiene la curiosa (y no necesariamente absurda) costumbre de aprobar medidas fiscales con límites temporales. El plan de estímulo fiscal del 2009, por ejemplo, tenía una extensión de los subsidios de desempleo hasta un máximo de 99 semanas, un crédito fiscal para familias con pocos ingresos y rebajas de impuestos durante dos años. El 2011, con la economía en teoría recuperada, los niveles de gasto e ingreso volverían a la normalidad.

La cuestión es que por una serie de coincidencias, casualidades, acuerdos para subir el techo de la deuda y parches legislativos diseñados con los pies el 31 de diciembre del 2012 tenemos unas cuantas medidas fiscales caducando simultáneamente. Concretamente, 1,2 billones de dólares largos (trillions americanos, billones españoles), o un 4% del PIB:

No hace falta decirlo, esto sería la madre de todas las contracciones fiscales. La economía americana está creciendo a un ritmo decente, pero nadie en su sano juicio quiere echar un frenazo fiscal de esta magnitud de forma innecesaria. Como comparación, en España nos estamos comiendo una recesión descomunal con un recorte del 2,5% del PIB anual, así que imaginad el susto. Estas últimas semanas Obama y John Boehner, el líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, están negociando qué hacer para evitar esta contracción.

El debate es bastante simple: los republicanos quieren evitar las subidas automáticas de impuestos y mantener los recortes automáticos de gasto; los demócratas quieren limitar los recortes y subir los impuestos a los ricos (más concretamente, familias con ingresos por encima de $250.000 anuales), pero protegiendo la clase media. Como detalle adicional, el Obama quiere también evitar la absurda charlotada del techo de la deuda del 2011 (sí, eso de «vamos a declarar un impago de deuda y destruir el mundo si no recortas gastos»), pero eso parece estar en segundo plano ahora mismo. El tema central es cómo evitar la contracción fiscal.

¿Cómo van las cosas en la negociaciación? Pues la verdad, bastante bien. Obama y Boehner han ido enviándose ofertas y contraofertas, y las cifras ofrecidas están ya bastante cercanas. Dado que los impuestos iban a subir automáticamente si el Congreso era incapaz de aprobar nada, los demócratas, por una vez, tienen una posición negociadora relativamente decente. Los republicanos tienen que aceptar subidas fiscales; no hacerlo equivale a una subida aún mayor. Los recortes de gasto son un poco más complicados, con los dos partidos con prioridades bastante distintas, pero dado que la mayor parte del ajuste automático afectaría defensa (el único gasto público que el GOP adora) incluso aquí Obama tiene cierta ventaja. De forma un tanto inexplicable el programa que nadie dijo querer recortar, las pensiones, parece que se van a comer parte del ajuste, cosa que tiene mérito.

¿Es un buen acuerdo? Si aceptamos la idea que un buen acuerdo va a cabrear a todo el mundo por igual, parece ir por buen camino. Aparte de subidas de impuestos y recortes de gasto, el pacto incluye también inversión en infraestructuras (muy, muy necesaria en Estados Unidos), extensión de los subsidios de desempleo y varias prioridades adicionales demócratas. Aunque Obama ha dado concesiones importantes (el sistema de pensiones americano, ya de por sí tacaño, lo será aún más vía un cambio del cálculo de la inflación), el Presidente ha sacado a cambio suficientes prioridades no directamente derivadas de evitar los ajustes como para darle un voto de confianza. Algunos de los cambios (como la subida de las cotizaciones sociales) harán bastante daño, pero es un acuerdo bastante favorable a los demócratas, fruto de su posición dominante en la negociación.

Veremos; con 13 días en el calendario antes de la fecha límite aún tienen tiempo de tener un par de pataletas dramáticas y un poco de teatro. La impresión general, ahora mismo, es que veremos un acuerdo bastante aceptable y una subida del techo de la deuda hasta finales del 2013. Si el ala derecha del partido republicano no hace alguna burrada especialmente creativa (como derrocar a Boehner como líder o votar en contra del acuerdo en bloque)  los políticos americanos habrán cumplido con su costumbre de hacer lo correcto lo más tarde posible. No está del todo mal.

Lo más divertido, por cierto, es que el programa que se come los recortes, las pensiones, es básicamente sólido desde un punto de vista presupuestario (el desfase a 75 años es apenas un 0,5% del PIB). El verdadero agujero negro a largo plazo del presupuesto americano, Medicare, parece saldrá indemne. Los impuestos seguirán estando por debajo de la media histórica, a falta de detalles. El problema fiscal americano no es en absoluto urgente (mirad los intereses que están pagando), pero hará falta una segunda ronda de ajuste en un par de años (2014, post-legislativas) para acabar de cerrarlo.


6 comentarios

  1. heathcliff dice:

    Ya que lo has mencionado, quizás estaría bien que algún día nos ilustraras sobre el estado de las infraestructuras en EEUU.

    Yo tengo entendido que es algo dramático, pero me gustaría conocer el tema en la opinión de alguien que anda por allí.

  2. Carlos dice:

    A través del hipervínculo de las palabras «están ya bastante cercanas», estoy observando que en los comentarios dan por supuesto una nueva «derrota» presupuestaria de Barack Obama.

    ¿A qué se debe esto?

    Muchas gracias por este tipo de artículos. Un saludo.

  3. Mr P. dice:

    Un tema menor, has puesto «el Obama» algo que es correcto en catalán pero incorrecto en castellano 😉 Felices fiestas.

  4. […] que no acaba de gustar a nadie. Los detalles, sin embargo, son bastante familiares; antes de Navidad parecía estar casi todo cerrado, hasta que John Boehner se dio cuenta que sus compañeros de partido en la Cámara de […]

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