Política

La Constitución de 1978 y la crisis del régimen

9 Dic, 2012 - - @kanciller

Antes de que algunos afortunados se fueran de puente por la Constitución salió publicado el barómetro del CIS correspondiente al mes de noviembre, el cual tenía algunas preguntas sobre la Carta Magna. Por mencionar algunos datos de interés, solo el 36,4% de los encuestados sabían que la Constitución data de 1978, el 76% reconoce que la conoce poco o casi nada y un porcentaje parecido piensa que los gobiernos no han hecho pedagogía en las escuelas para explicárnosla.  Una paradoja curiosa del barómetro es que pese a que la mayoría reconocía no haber leído la constitución y que su conocimiento de la misma es bajo, el 43% pensaba que se respeta poco o nada (no sabemos por quién ni en qué parte). Y es que aunque el 72% dice que la transición a la democracia es motivo de orgullo para los españoles, alrededor del 51% de los españoles están poco o nada satisfechos con la Constitución del 78.

Al margen de la discusión sobre las preguntas del barómetro – y asumiendo que algunas de ellas tienen un importante sesgo de deseabilidad social porque nadie quiere reconocer que no tiene ni idea de algo – el dato más significativo es que el 67% de los encuestados están poco o nada satisfechos con el funcionamiento de la democracia en España. Mi intuición es que la mala valoración que se tiene de hacia nuestra Carta Magna tiene mucho que ver con este indicador. Es plausible pensar que cuando muchos encuestados dicen que la Constitución es mala o que se incumple sistemáticamente lo que hacen es identificarla como la base fundamental del presente sistema político, objeto de merecida crítica. Eso sí, que fuéramos a solucionar todos nuestros problemas con una nueva constitución es un corolario tan dudoso como el que piensa que con una reforma de nuestro sistema electoral íbamos a producir estadistas en cadena. Más relevante es saber si con una reforma, al menos, se podría corregir alguna deficiencia de nuestro entramado institucional.

Aprovechando los corrillos que se forman el día de la fiesta, los políticos de diferentes colores salieron en tromba para decir que es necesario cambiar la constitución (salvo los del partido en el Gobierno, claro). Sin embargo, lo curioso es que no sabemos exactamente qué se debería reformar, por más que los dos grandes partidos insistan en el cómo debería hacerse – con consensos, es decir, con ellos dos como poco.  De hecho, algunos de los capítulos en los que el resto de partidos querrían meterse, como el caso del Título VIII sobre la organización territorial del Estado o los Títulos I o II sobre derechos y deberes o la Corona, son justo aquellos en el que hay más posiciones enfrentadas o tienen más agravada su reforma. Otras partes más sencillas de reformar, como los artículos que se refieren a las provincias o al Senado, simplemente o no reciben atenciones o no se tienen propuestas en firme. Si se mencionan, con principios genéricos que suenan más a brindis al sol que otra cosa.

En todo caso, lo que es indudable es que España encabeza el ranking de países que menos han reformado su constitución. Si comparamos con paises democráticos cercanos en el tiempo al nuestro, solo Polonia la ha reformado menos veces que nosotros. Portugal, Grecia o Eslovenia nos doblan o triplican en enmiendas. En general los expertos en transiciones dicen que cuando un país deja atrás de manera pactada un régimen autoritario lo mejor que puede hacer es optar por una constitución corta. Es preferible que haya pocas reglas y lo más claras posibles para después dejar que sea el juego de minorías y mayorías el que se encargue de la gobernabilidad. Lo primero es conseguir que el régimen se estabilice con casi todos los actores entrando a jugar, luego ya veremos.  Es posible que nuestra Constitución sea más larga y ambigua de lo deseable, al menos en algunos apartados, pero no olvidemos que fue parte de un juego de intereses entre elites del antiguo régimen y la oposición democrática. Al margen de la crítica legítima a muchos de sus apartados, lo que está claro es que cumplió su cometido fundamental en su momento.

Sin embargo también parece bastante claro que, casi 35 años después, el régimen democrático establecido en 1978 se enfrenta a una crisis, probablemente más de “eficacia política” que de legitimidad. Las encuestas muestran que la  ciudadanía percibe a los gobiernos como incapaces de resolver sus problemas básicos o de más importancia (la economía) y ello se traduce en una evaluación negativa de autoridades. Todas las instituciones son peor valoradas desde que estamos en crisis  y la Constitución, por su importancia simbólica, no podía ser menos. En un clásico de David Easton se distinguió entre la legitimidad difusa y específica de un régimen. La difusa es la que implica una adhesión a los procedimientos del mismo al margen de sus rendimientos mientras que la específica es la instrumental o interesada, la ligada a los resultados de un sistema político. El problema es que no está nada claro a partir de qué punto tenemos una transferencia entre ambas. ¿Podría una crisis económica muy prolongada erosionar la legitimidad del régimen democrático?

A mi juicio esto es poco probable. Es poco plausible pensar que una caída en la eficacia política pueda suponer una regresión autoritaria (sea cual fuera la forma que adoptara hoy día). Por ejemplo, hoy el 77% de los españoles prefieren la democracia a cualquier otra forma de gobierno, apenas un punto menos que en el estudio del CIS de 2009, justo antes de que la crisis económica se manifestara en toda su crudeza. Aunque se ha dicho que en América Latina los rendimientos económicos pueden ser fundamentales para  explicar la legitimidad de sus regímenes políticos, no es menos cierto que en España hemos probado que se puede apuntalar un régimen democrático con una crisis económica de caballo (no nos olvidemos de cómo estaba la economía a finales de los 70). Nuestro caso es la prueba de que la política es lo central. Por lo tanto, yo me inclino por pensar que las actitudes de la ciudadanía hacia el sistema político dependerán fundamentalmente de la narrativa que construyan los actores políticos de cara a las instituciones y, casi más importante, de sus acciones en consonancia.

La mayoría de las reformas económicas y política que son importantes para España –desde las reformas financieras hasta las de transparencia o de las administraciones públicas – no requieren mucho más que leyes orgánicas para echar a andar, es decir, de mayorías absolutas en el Congreso. Sé que no tiene la épica de un proceso constituyente, pero hay mucho menos blindaje jurídico del que pretenden hacernos creer. La ley es un instrumento suficientemente maleable. Y al revés, el blindaje o la reforma constitucional puede ser una excusa perfecta para la inactividad alegando la falta de mayorías cualificadas y consensos. A mi juicio, no es algo que nos podamos permitir. Cualquier gobierno responsable debería obrar con reformas para subsanar los muchos rotos y descosidos de una arquitectura institucional con fallos indudables. No hace falta una reforma constitucional, lo que hace falta es voluntad política.

El problema es que parece ilusorio esperar reformas políticas de calado si los gobernantes presentes no entienden el riesgo que implica sostener este camino en el medio plazo. Es evidente que la opción real de perder elecciones y poder – o seguir desangrándose en la oposición – no es una señal lo suficientemente fuerte. Creo que en el fondo existe una confianza ciega en que sea la reversión de la situación económica la que les redima cuando la coyuntura mejore – cuando las mareas arrastren al país fuera de la tormenta, como hace con los restos de un naufragio. Se puede perder poder institucional pero seguir gobernando, y no sería raro que Mariano Rajoy volviera a salir elegido en 2015 aunque perdiera la mayoría absoluta. La tendencia de las encuestas pasa por un sistema de partidos más parecido al del principio de la democracia – paradojas curiosas – y la gobernabilidad va a ser mucho más complicada, pero no importa tanto si la consigna es que el que resiste gana.

Pero el cambio en nuestro sistema de partidos me importa mucho menos que la sospecha de que si no se hacen reformas para volver a prestigiar nuestras instituciones vamos a avanzar con paso firme hacia la “italianización” de nuestro país. Con esto me refiero a un régimen con una clase política cerrada, opaca y corrupta que opera al margen de su economía y sociedad, la cual queda a la espera de la llegada de un líder populista que en nombre de la regeneración y de ideas políticas que suenen bien haga muchas otras que no lo serán tanto. Creo sinceramente que no hemos llegado a ese punto en muchas cosas pero vamos con buen ritmo hacia ello. Aunque para cuando lleguemos a destino ¿De verdad pensáis que le importará a alguien la Constitución del 78? A mi tampoco. Ya no habrá vuelta atrás.


26 comentarios

  1. Epicureo dice:

    El último párrafo es para enmarcarlo.

    El descontento de la sociedad no tiene nada que ver con la Constitución (aunque ya va siendo hora de una reforma extensa). El problema es que se vota a una gente (y luego a otra) para que gobierne y a la hora de la verdad dicen que quien gobierna no son ellos, sino «la realidad». Pero no dimiten y hay que seguir pagándoles el sueldo otros cuatro años. Si esto no genera un problema grave de desconfianza, es que somos tontos.

    • PaulJBis dice:

      Estoy de acuerdo. A la gente le gustaría votar que no hubiera recortes, que los bancos volvieran a dar hipotecas a cascoporro y que el paro volviera a la bajísima cifra del 8.9% (lo del 4% ya se lo dejamos a los países civilizados)… pero lógicamente, ningún partido puede lograr eso porque, a día de hoy, la política española está condicionada por fuerzas que están fuera de nuestro país. Pero ningún partido quiere admitir esto abiertamente, porque sería suicidarse.

      Como consecuencia, la gente se siente impotente. Votan a unos, votan a otros… y al final todos acaban haciendo más o menos la misma política, y la gente tiene la sensación de que la democracia es una farsa.

      • fr_carrillo dice:

        «Ningún partido puede lograr eso porque» basicamente es imposible.

        Nadie nos seguirá dando dinero para hacer casas y comprarnoslas unos a otros cada vez más caras, la economía dependía de importaciones salvajes que nadie nos dará a crédito y hay unos dos o tres millones de personas que solo saben trabajar en construcción y eso si el sueldo lo vale, que ellos por cuatro perras no trabajan.

        Ahora, si crees que la culpa de que eso no siga como estaba es de las malvadas fuerzas de fuera del país, pues nada, allá que vamos.

        El problema es que la democracia es una farsa, que si.

        Ese mensaje es de puta madre para arreglarlo.

        • Epicureo dice:

          Nadie ha dicho que fueran malvadas. Pero fueron esas «fuerzas exteriores» no democráticas las que pusieron los tipos de interés negativos y barra libre de crédito en pleno auge, lo que desencadenó la orgía de ladrillo. Y son esas fuerzas exteriores las que ponen como prioridad el rescate a la banca y exigen la nacionalización de la deuda privada, y obligan a equilibrar las cuentas en plena depresión y con un 25 % de paro. No es precisamente la política económica que más nos conviene. Pero no tenemos soberanía para votar otra. Esto es simplemente describir la situación.

          Ahora, por favor, envíanos el mensaje de puta madre para arreglarlo.

          • juan dice:

            Interés bajo y negativo respecto a la inflación a gusto sólo de Alemania para digerir su reunificación….ya de paso imprimieron unos billetitos de más para meter dinero en la especulación ladrillera española, para que las hipotecas pasaran de 15 a 30 años. Cuando se hunde el tema resulta que viene la prima Zumusol Merkel y dice que los suyos no pueden perder, que nos endeudemos otra vez los españoles para pagar la deuda de nuestros bancos a los suyos.
            Pero eso sí, no hablemos de 4ª Reich que estos angelitos se ponen sensibles.

          • fr_carrillo dice:

            Una cosa es que esta política no sea perfecta y otra que pretendamos volver a la anterior.

            El ladrillo no existe, cualquier cosa que no sea más ladrillo y sabiendo que tendremos que pagar nuestras deudas privadas (desapalancarnos) antes de pedir más crédito va por el buen camino.

            Los que solo saben poner ladrillos, vuelta a la casilla de salida, cualquier cosa donde les paguen es un trabajo a tener en cuenta por el salario que les den. Emigrar también es opción.

            El paro al 26% no es sostenible.

            • juan dice:

              El problema es que se quiere volver a lo anterior, defender que la vivienda no baje el precio todo lo que debería vía el artefacto del «banco malo», que es una forma legal de «maquinación para alterar el precio de las cosas».
              Quieren evitar que muchos pierdan mucho dinero, y para conseguirlo tenemos que poner dinero todos.

        • PaulJBis dice:

          Me parece que no has entendido la fina ironía de mi mensaje… 🙂 Yo no estoy dándole la razón a la gente que pide eso, al contrario. Sólo estoy describiendo lo que creen. Y quizá lo creen porque nadie les ha explicado la situación de forma clara.

          (Manda narices, pero Angela Merkel, en la rueda de prensa que dio cuando visitó España, explicó en 3 minutos la razón de ser de la UE y de las reformas mucho mejor que cualquier político español. Mientras Rajoy seguía con las simplezas sobre la familia que no puede gastar más de lo que gana, Merkel dijo sencillamente (parafraseando): señores, en 30 años China será la primera economía del mundo e India la segunda, y Europa tendrá un porcentaje cada vez menor del comercio mundial. En esas condiciones, la única forma de mantener nuestro nivel de vida será saber hacer algo que los demás no sepan hacer.)

          A lo que voy, volviendo al tema del post: no tengo los datos del CIS de los años anteriores, pero sospecho que allá por el 2005-2006 (en plena burbuja inmobiliaria) el nivel de insatisfacción de la población con los políticos era mucho menor. La Constitución era la misma, y los problemas estructurales del país también… pero había dinero para gastar.

          • fr_carrillo dice:

            PaulJBis

            😀

            http://pablosincalma.blogspot.com/2009/01/ley-de-poe.html

            Ley de Poe dice: Si no hay un guiño o alguna otra demostración obvia de intención humorística, es imposible crear una parodia de fundamentalismo que ALGUIEN no pueda tomar equivocadamente por fundamentalismo de verdad.

          • Epicureo dice:

            Lo que pasa es que cuando Merkel dice «nuestro nivel de vida» se refiere a «el de los empresarios alemanes».

            Si esa fuera la razón de ser de la UE, dedicaría sus recursos a desarrollar centros de investigación y universidades de élite y empresas de alta tecnología.

            Pero en cambio…

            • juan dice:

              Alemania ha forzado a la UE a ceder en temas arancelarios y de normativas, siendo invadibles en los productos que ellos no fabrican. Eso sí, para tecnología nuclear, tuneladoras, trenes de alta velocidad se mantienen pesadas normativas de seguridad y control que impiden que sus industrias se vean mínimamente presionadas. Ellos buscan conservar lo suyo e ir debilitando a los demás.

  2. juan dice:

    La constitución no contemplaba las grandes cesiones de soberanía que se han hecho. El ingreso en la CEE obligó a desindustrializar sectores clave que hoy echamos de menos, tener más industria. Se nos vendió la mentira de Europa que nos daba fondos…fondos que han acabado en manos de los que generan sobrecostes en las obras financiadas y en cursos absurdos de formación de patronal y sindicatos. Y claro, en manos de los fabricantes sólo alemanes de tuneladoras.
    Se nos ha obligado a aplaudir catástrofes como la caída del muro de Berlín, ahí estaba González haciéndole la ola a Kohl, mientras Alemania se preparaba a ser lo que siempre ha querido ser.
    Y luego se hace pretender un respeto a la constitución que en si misma es un absurdo….todos somos iguales ante la ley pero el rey no, igualdad de género pero para la corona no, derecho al trabajo y a la vivienda sin explicar cómo, y luego una aconfesionalidad de mentira que obliga a tomar posesión como ministro delante de un crucifijo.
    Hace falta que caigan los partidos tradicionales, el PSOE ya está en camino, y que lo haga el PP también y se sustituyan por otros nuevos, mucho más disperso el voto, y más transversales en sus propuestas.

    Y yo no veo mal la italianización, si los políticos no van a resolver nada, por lo menos que el espectáculo merezca la pena.

    • ronco dice:

      Creo que es difícil decir más disparates en menos espacio, pero para alguien que considera la caída del muro de Berlín una catástrofe supongo que será más fácil.
      ¿Echamos de menos tener más industria en sectores clave? Claro hombre, lo que más falta nos hace ahora son las grandes industrias no competitivas que perdían dinero a espuertas, como la siderurgia o los astilleros.
      ¿La mentira de que Europa nos daba fondos? Tú no has conocido las carreteras de hace 30-40 años, antes de los fondos FEDER que permitieron renovar la red secundaria, ni sabes cuánto dinero ha recibido y recibe el campo español en ayudas.
      La constitución podrá gustarte o no, pero los «absurdos» que planteas son de colegial de la ESO. El derecho a la vivienda y al trabajo significan que el Estado no puede prohibirte acceder a ellos, y que sus políticas deben intentar favorecer el acceso a ellas. También establece el derecho a la vida y a contraer matrimonio, pero eso no significa que se vaya a lograr que la gente no se muera, ni que el Estado vaya a proporcionar pareja a los solteros que no la consigan.
      Y en cuanto al riesgo de italianización que tan poco parece importarte, cualquiera que esté informado un poco de la historia y situación política de Italia sabe que podemos estar aún mucho peor de lo que estamos.

      • juan dice:

        A mi me parecía estupendo el muro, mantenía a la Merkel alejada de mangonearnos y a muchos alemanes lejos de sueños imperialistas que ahora han recuperado.

        Las industrias podían reconvertirse, pero optaron por eliminar todos nuestros sectores pesados y dejarnos con sectores de economía en desarrollo que son los más débiles cuando emergen otros países (textil, calzado, juguete, etc).

        Igual podemos comparar currículums ya que te crees tan listo que haces alusiones personales.

        Me reitero, prefiero la italianización aún con los riesgos que conlleve, es un tema opinable.

        • PaulJBis dice:

          Cuando hablamos de «el muro», ¿nos referimos a la reunificación alemana nada más, o a la existencia del Pacto de Varsovia en general?

          Porque si es lo primero, sería una posición entendible. Recordemos que Gran Bretaña y Francia eran muy escépticas respecto a ello, y Felipe fue uno de los pocos que se significaron claramente a favor (para lo que nos lo han agradecido, etc., etc.).

          Ahora bien, si te refieres a lo segundo, es un argumento peligrosamente parecido al «los chinos y los eslovacos tendrían que haber seguido viviendo bajo el comunismo y la miseria, para que no nos hagan la competencia a los obreros españoles», que se trasluce detrás de ciertas retóricas antiglobalización, y ese me parece un argumento directamente inmoral.

          • juan dice:

            Me refería al punto 1, la perniciosidad de la reunificación alemana.
            No obstante, a pesar de creer personalmente que el comunismo solo funciona 1 ó 2 décadas antes de que corrupción dirigente y desmotivación hundan la producción, sí venía bien tener un sistema antagonista como alternativa.
            Ya sin alternativa vemos que la crisis causada por el capitalismo financiero intenta resolverse sin oposición desmantelando aún más el estado y desregulando.
            Respecto al tema de la globalización, yo quiero que progresen los chinos, pero los chinos, no unos pocos chinos explotando a otros con dumping laboral que de paso destruye rápidamente la competitividad de muchos otros países.

            • Caballero dice:

              «Sí venía bien tener un sistema antagonista como alternativa.»

              Sobre todo, cuando vives en el lado iluminado.

              • juan dice:

                Antes de que se hundiera que fue en un periodo relativamente rápido no había muchas diferencias de vida, yo creo que en los 70-80 se vivía a la par que España.
                Conversando con gente venida de Ucrania, Bulgaria, Polonia, todos coinciden en que vivían bien hasta que de repente comenzaron a faltar cosas, fue como una espiral bastante rápida.
                Otro tema es el de las libertades, pero claro, ahí tampoco podemos dar lecciones cuando cada vez más temas se deciden fuera del ámbito de votación y donde te intentan meter en la cárcel por cocinar un cristo hecho con mazapán.

              • Epicureo dice:

                Hablando sólo de economía, no de política, el comunismo soviético funcionó durante dos o tres décadas con tasas de crecimiento casi chinas. Si no hubiera sido así, los políticos y militares occidentales no le habrían tenido tanto miedo.

                Desgraciadamente era una dictadura militarista y corrupta, y el nivel de vida de la población en general nunca alcanzó niveles occidentales (cierto es que empezaron desde mucho más abajo tras la guerra, y no contaron con la ayuda de los USA, que estaban intactos).

                Lo que es triste es que, desde el momento en que el régimen soviético fracasó, el capitalismo parece haberse quitado la careta. La redistribución y el Estado social, que tan bien parecía funcionar, de repente «ya no son sostenibles» y hay que volver poco a poco al siglo XIX.

  3. No estoy de acuerdo con una afirmación de esta frase, y me parece relevante:

    «Con esto me refiero a un régimen con una clase política cerrada, opaca y corrupta que opera al margen de su economía y sociedad, la cual queda a la espera de la llegada de un líder populista que en nombre de la regeneración y de ideas políticas que suenen bien haga muchas otras que no lo serán tanto.»

    Si la clase política fuese opaca y corrupta pero cerrada, significaría que no influirían demasiado en la sociedad sobre la que operan. Pero es que si influyen, y mucho, tanto en la economía como en la sociedad. Respecto de la economía, influye con legislaciones que afectan a lobbys o sectores económicos. Respecto de la sociedad, a través de leyes que, presuntamente, también la benefician (frente a otras alternativas).

    Es decir, Italia tiene salvación, precisamente porque la clase política está cerrada al resto de la sociedad y la sociedad y la economía pueden respirar de forma relativamente tranquila. España no tiene solución porque tanto los sectores económicos más importantes y de servicios básicos (educación, sanidad, energía, construcción, infraestructuras, y hasta turismo) se apoyan fuertemente en chanchullos/legislaciones estatales y en que la sociedad considera a muchísimas cosas que funcionan bajo un sistema de reparto «derechos sociales», y a los que nadie está dispuesto a renunciar por mucho que las matemáticas se empeñen en decir que no se puede mantener.

    • Antonio dice:

      Burrhaus,

      creo que en le artículo original, el significado que se le dá a decir que la clase sea cerrada no significa que no ejerzan influencia sobre el exterior, si no que los mecanismos de acceso a ella (y sus formas de funcionamiento interiores) están controlados desde dentro de ella misma y son 0% modificables desde el exterior.

      Es decir, ellos si ejercen influencia sobre la sociedad, pero han blindado los mecanismos para que la sociedad ejerza influencia sobre ellos (y controlan todos los resortes del poder para que esto siga siendo asi).

      Tal vez esté mejor expresado diciendo que la clase es «input-closed» o algo por el estilo. Estoy de acuerdo con tu apreciación de que esto es casi peor que el caso italiano

  4. […] cuarta historia es el artículo de Pablo de ayer, combinado con el reportaje sobre indultos del sábado en El País  y esta […]

  5. Xanflins dice:

    Muchas gracias por el post, me ha encantado.

    Yo tambien creo que los proximos 8 anos van a determinar mucho el futuro politco de Espana. Por bueno o por malo. Y desgraciadamente creo que sera por lo segundo. No veo al PP con la responsabilidad suficiente para ver mas alla de sus ideas.

  6. JesusN dice:

    Buenas noches,

    Una recaída en el totalitarismo parece ahora mismo alejada, pero lo que no hay que descartar es una secesión del estado. Es lo que paso entre Indonesia y Timor Oriental en 2002, por ejemplo, cinco años después de la crisis del sudeste asiático, cuyo epicentro fue este país.

    En mi opinión, descartar este riesgo puede ser poco responsable. Es cierto que Indonesia era una dictadura y un país emergente, pero no es menos cierto que con la llamada globalización se vive un auge del nacionalismo -al contrario de lo que cabría esperar de esos nombres-

    http://laproadelargo.blogspot.com.es/2012/12/cataluna-escocia-quebec-la.html

    y también es cierto que la transición supuso una serie de concesiones a las élites tardofranquistas, que finalmente han terminado minando algo básico para mantener la unión: la identidad, habitualmente sustentada en una cultura y una memoria histórica.

    • Hari Seldon dice:

      Si consideras élites tardofranquistas a políticos nacionalistas, comunistas y sindicatos estoy completamente de acuerdo. La transición fue una concesión a todos ellos.

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