Política

Votar ¿Derecho o deber?

16 Nov, 2012 - - @kanciller

En la mayoría de los países del mundo se considera que votar es un derecho, un compromiso cívico de la ciudadanía. Sin embargo, en algunos países votar no es un derecho sino una obligación. Aunque el voto obligatorio se introdujo en algunos países a finales del XIX y principios del XX, casi a la vez que la extensión del sufragio (Bélgica en 1892, Argentina en 1914…), la tendencia general ha sido a su desaparición (Países Bajos, algunos länder austriacos) o a su relajamiento (Australia). Cuando miramos el voto obligatorio lo relevante es saber en qué medida es efectivo, ya que hay de muchos tipos. En algunos países abstenerse no conlleva más que una sanción simbólica o deber dar una explicación formal a la autoridad. En otros países puede implicar multas o incluso penas de prisión. El país más cercano que tenemos con una obligatoriedad importante es Bélgica, donde abstenerse requiere justificación, implica multa y te puede complicar la vida hasta para hacer una oposición. Italia, que tuvo voto obligatorio hasta el 1995, tenía sanciones muy menores en comparación, apenas problemas para conseguir un centro de día para tu hijo. Formalmente Grecia también tiene voto obligatorio (aunque no se aplica) e incluso en España lo hubo sin efectos entre 1907 y 1923. Vista la variedad de países que lo tienen, la pregunta es ¿Por qué voto obligatorio?

Los argumentos a favor

Quizá su más concienzudo defensor es Lijphart en este artículo clásico, el cual me sirvió de inspiración para este otro artículo de diario. Resumiendo, los argumentos a favor del voto obligatorio se centran en los potenciales beneficios que supone en términos de inclusión política (y aprendizaje) frente a unos costes relativamente escasos. Primero, porque unos gobiernos que obtienen su mandato con escasos votos pueden ser criticados por escasamente legítimos al representar una minoría de la población. La tendencia a la baja de la participación electoral sería una señal preocupante de esto. Segundo, y más relevante, es que la participación electoral es desigual socialmente. La abstención tiende a darse aquellos estratos más desaventajados en términos de clase, ingresos y educación. Por lo tanto, esto generaría una dinámica que se retroalimenta. Como los abstencionistas no participan los partidos tienen menos incentivos para hacer políticas a su favor y, por lo tanto, también se abstienen más. A esta desigualdad yo añadiría una menos tratada: los jóvenes también se abstienen más, lo que también explicaría su abandono por parte de los poderes públicos. Además, también se argumenta que participar conllevaría una especie de aprender votando y podría aumentar el interés y el ligamen de los ciudadanos con su comunidad.

Otros autores dicen que el voto obligatorio podría suponer hasta un ahorro económico ya que no harían falta campañas institucionales pidiendo el voto. Es más, los partidos no necesitarían invertir esfuerzos en movilizar a la ciudadanía (e incluso podrían minimizar las campañas negativas entre ellos). El propio Lijphart argumenta que los abstencionistas son free-riders,  que no contribuyen a los esfuerzos que hacen los demás por contribuir al bien colectivo que es el sistema político. Respecto a los costes que tiene aplicarlo, la idea es que establecer la obligatoriedad del voto no es lo mismo que hacer obligatorio votar a candidaturas. Es decir, que se debe depositar una papeleta en la urna pero puede ser voto blanco, nulo, etcétera… si se quiere protestar. Frente a una abstención que no tiene dueño, la ventaja de hacer la protesta cuantificable. Por último, también se incide en el escaso coste que tiene votar en comparación con otras actividades obligatorias y mucho más gravosas, como pagar impuestos o hacer el servicio militar.

Lo que nos dice la evidencia empírica

Estos argumentos a favor, mezcla de expectativas y argumentos normativos, merece la pena contrastarlos con la evidencia. Este punto es el que he repasado en un artículo de Lever en Public Reason y parece que pone algunas pegas a mis simpatías iniciales por el voto obligatorio. Nada sorprendentemente se sabe que establecer voto obligatorio, en función de su grado de sanción, aumenta los niveles de participación electoral. Sin embargo Lever señala que no parece tener muchos efectos sobre los niveles de información política o interés, o incluso sobre los resultados electorales. De esto se concluye que al final el voto obligatorio ni garantiza la inclusividad ni la igualdad política. Parece que ni se reduce el coste ni hace que los partidos políticos vayan a competir por los pobres.

Sin embargo yo no sería tan taxativo por tres razones. Primero porque los efectos del hábito de votar no son automáticos ni directos: hace falta acostumbrarse para que lo obligatorio sea percibido como hábito y genere incentivos para informarse. La evidencia experimental no me parece muy fuerte para resolver este dilema. Segundo, porque el que no haya cambios electorales no tiene por qué significar que no haya inclusión – en el estudio se centran en el caso belga, lo que tiene ventajas e inconvenientes. Uno no espera que los abstencionistas crónicos vayan a  votar a un partido determinado, puede que no tenga una opinión formada o que no les interese la política. El voto obligatorio puede no tener un efecto partidista pero sí que se ha mostrado que reduce el espacio para las desigualdades en la participación, aunque no desproporcionadamente.Tampoco hay evidencia de que con voto obligatorio un “voto al azar” de los abstencionistas acabe dando más fuerza a opciones extremas o anti-sistema. Y tercero, no sabemos nada sobre el voto de los jóvenes ni sobre cómo la obligatoriedad de votar podría afectarles, una desigualdad que está pendiente por investigar.

Otro argumento que también es crítico se refiere a los niveles de enforcement del voto obligatorio y las multas asociadas. Si sabemos que los abstencionistas crónicos son gente de menos recursos, al final esto se traduce en una especie de impuesto regresivo. Además, el ahorro de las campañas institucionales no es tal porque te lo tienes que gastar – incluso más – en ir persiguiendo a los abstencionistas. Hay un trade-off  evidente: si se suaviza la sanción por su efecto regresivo no se consigue el efecto deseado. Desde el punto de vista más normativo, se ha subrayado que hacer obligatorio el voto supone una violación del principio de libertad porque priva del derecho de abstenerse. En esta materia hay discusiones incluso dentro del campo liberal sobre si el voto obligatorio es compatible o no lo es con sus principios. Finalmente, se ha dicho que votar no puede considerarse como un bien público porque la abstención puede implicar un elemento de conciencia (la “abstención activa”) y que no hay un fallo de acción colectiva que implique la necesidad de que se actúe sancionando una (in) acción. Según se critica, habría que argumentar mejor que hay razones para preferir una participación alta y homogénea a una baja.

¿Voto obligatorio en España?

Aunque reconozco que mi entusiasmo sobre el tema ha aflojado, España tampoco es un caso en el que haya una caída continuada de la participación electoral (sí en otros países). En todo caso, he intentado poner el énfasis en que lo que me preocupa no es tanto el monto de la participación como el que sea homogénea entre todos los estratos sociales. Creo que el voto obligatorio podría tener más elementos positivos que negativos en este sentido; no creo que haya una posición normativa muy fuerte para oponerse. Mis pegas serían más técnicas que morales. Aún así también soy consciente de que es un tema que ni está en la agenda ni atrae demasiadas simpatías. Como académico, la carga de la prueba sigue recayendo en aquellos que defendemos el voto obligatorio. Tenemos que aportar más evidencia sobre sus posibles efectos positivos en vista de que, de momento, la cuestión continúa en disputa.

Sin embargo, no me gustaría dejar pasar la ocasión para decir que hay muchísimos mecanismos que pueden elevar la participación sin necesidad de hacer obligatorio votar. Me refiero a cosas tan elementales como el voto anticipado, la simplificación de las papeletas, la aclaración del jaleo del voto por correo… Todas las medidas que vayan encaminadas a facilitar a la gente el ejercer su derecho democrático son tan baratas y prácticas como deseables para una democracia de primera división.

 

 


39 comentarios

  1. […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos   Votar ¿Derecho o deber? politikon.es/2012/11/16/votar-derecho-o-deber/  por Sulfolobus_Solfataricus hace […]

  2. SB_Lavezzolo dice:

    Pablo, soy muy fan de este tema. A mí y a Pedro Riera se nos ocurrió sugerir en un documento (F. Alternativas) que debería discutirse (no implantarse) el voto obligatorio en España y nos calló una lluvia de hostias de la que todavía me estoy recuperando. Yo creo que en España las pegas normativas son muy fuertes todavía, pero en cierto modo me parecen un poco ridículas. Un abrazo. SEBAS

    • Cives dice:

      No quiero parecer que me llevo el agua a mi molino, pero esto es una consecuencia directa de tener visiones normativas fuertes de en qué consiste la democracia.

      Cuando uno piensa en la democracia como un mecanismo para asignar bienes públicos y resolver fallos de mercado y problemas de equidad de forma eficiente y equitativa, esto es mucho más sencillo.

      [/modo troll economista off]

    • Pablo Simón dice:

      Como has podido ver, yo también soy fan. También reconozco que somos una minoría (en la academia algo menos, en la sociedad desproporcionadamente). Es lo que tiene remar contra conrriente. Abrazos

  3. juan dice:

    El voto obligaría a generar una contrapartida, en el caso que la suma de votos nulos y blancos fuese la primera fuerza, debería forzar la inhabilitación para cargo público de todos los candidatos presentados para esa elección por lo menos para 10 años.
    De esa forma los partidos serían responsables en caso de generar desconfianza y pagarían por ello.
    Sería una oportunidad también de purgar generaciones completas de políticos de una tacada.

  4. azorin dice:

    NO acabo de verlo la verdad… estariamos obligando a la gente a que participaran en la politica aunque no quisiera o aunque esten asqueados de ella (caso de algunos 15M) en las ultimas elecciones locales en mi ciudad solo habia papeletas para tres partidos y tengo la desgracia de conocer a algunos que ivan en las listas para concejal y pensandolo en la cabina me pregunte a mi mismo que que demonios estaba haciendo alli, en fin… al final no me acuerdo ni la papeleta que puse en la urna.

    Esto me lleva a una pregunta: Los sindicatos son una parte importante de las relaciones de poder en el trabajo pero el que el grueso de su presupuesto sea subvencion del gobierno en lugar de cuotas de las bases distorsiona bastante su accion ¿veriais bien sidicalizar a todo el mundo obligatoriamente? No obligarlos a pertenecer a un sindicato concreto pero si a alguno sea el que sea. ¿si tu sindicato va a la huelga vendria un piquete «policial» a sacarte del trabajo porque al estar tu sindicato en huelga seria ilegal que tu estubieras trabajando contrariamente a lo que aprobasteis en la asamblea aunque no hubieras ido nunca a ninguna?

    Hay gente que aun no siendo empresaria ni autonoma no esta a favor de los sindicatos, esto a lo mejor vendria a ser lo mismo, lo mismo saldria un sindicato parecido al partido escaños en blanco que no pediria nunca nada ni tendria cuota y la gente que no quisiera pagar ni molestarse se meteria en ese mismo.

    Un saludo

    • Molari dice:

      Creo que la huelga no debería ser obligatoria a nivel de sindicato, sino a nivel de centro. Si tu centro vota mayoritariamente ir a huelga. Todos hacen huelga, para evitar free riders, y limitar coacciones individuales del empresario

      • azorin dice:

        Bueno el ejemplo de los sindicatos obligatorios(y tener que ir a asambleas y eso) era para ver hasta que punto ivamos a obligar a las personas a integrarse en la politica aunque ellas no quieran, imagina que eres disminuido psiquico ¿tambien tendrias que votar? ¿quien votaria por ti? que eres discapacitado y te supone un problema desplazarte hasta el colegio o que a ultima hora te sale una superoferta de un viaje para dos personas al caribe, y al mismo tiempo piensas que tu voto no va a cambiar las cosas en tu distrito electoral, seria una putada que te obligasen a tomarte unas molestias superiores a lo que tu piensas que la accion politica influye en tu vida.

        Con respecto a los free riders, en adelante llamemosles insolidarios o mejor aun liberales, gente que piensa solo en su propio interes; un sindicato podria ser algo asi como un agente de un artista, los que se preocupan de que consiga contratos y que estos sean del mayor dinero posible, lo malo es que no tienen trato personalizado y si tienen 1 Millon de afiliados intentan subirles el sueldo o negociar por todos ellos a la vez, en ese sentido hay gente que no quiere externalizar su negociación salarial y piensa en sus compañeros no como camaradas sino como competidores. El liberal podria pensar que si todos en la fabrica estan ganando 1000€ y el ve que todos menos él son unos vagos, si empezara a producir mucho mas que sus compañeros podria ir al jefe y negociar solo para el mismo un sueldo de 1500-2000€ en lugar de esperar que el sindicato negocie un sueldo para todos de 1100€ sean productivos o no, tambien puede pensar que si mantiene unos niveles de produccion superiores a la media de sus compañeros aparte de un posible salario mayor, seria de los ultimos en entrar en un ERE, bueno y muchas cosas mas….

        ¿seria ilegitima esta forma de pensar? (me refiero a la del insolidario o liberal) Te pregunto a ti molari o a cualquiera que quiera opinar

        PD: En una empresa grande yo iria con el sindicato sin dudarlo pq un cambio individual no se notaria nada y los jefes no tienen contacto casi con la plantilla, ademas los jefes intermedios es posible que hallan subido tambien por las relaciones politicas o por el sindicato, vamos que si no vas con todos no vas a conseguir nada de nada y ademas te vas a enemistar con quien podria ayudar a poner tu nombre en la lista de despedidos, en una empresa mediana o pequeña a lo mejor un comportamiento individual separado del resto si pudiera ser una ventaja.

    • Creu dice:

      La afirmación de que los sindicatos reciben mas dinero del estado que de sus afiliados es falsa. El resto demagogia.

  5. Tineo dice:

    Al hilo de la entrada anterior, las elecciones sindicales son al menos en mi opinión tan importantes como las legislativas, sabéis algo de la participación y la metodología electoral en esas votaciones?

  6. Rebeca dice:

    Una entrada interesante, con un panorama académicamente amplio… pero lamento no estar de acuerdo contigo en esto (de hecho es uno de los temas que me tocan la poca fibra sensible que aún me queda políticamente hablando). Viví cuatro años en un país latinoamericano donde el voto era obligatorio y me tocó seguir elecciones como periodista. No era el momento ideal para hablar de las bondades de su sistema (casillas enceradas para que no se pudieran marcar sobre ellas, papeletas «mal» cortadas estratégicamente para dejar fuera de la votación a algún candidato…) así que en medio de este desastre hablé con muchísimas personas que hubieran deseado tener el derecho a no querer formar parte del juego, a no participar en el esperpento, a no tener que depositar en las urnas unas papeletas que puedo prometerte que eran la cumbre de todo exceso creativo en la manipulación física y estratégica de un documento. Por una vez, me sentí afortunada de que mi sistema fuera diferente. El problema para ellos era que si no iban a las urnas había una multa y la situación económica no estaba como para pagarla y si no lo hacían creo recordar que había una serie de consecuencias que no podían permitirse tampoco a nivel laboral e incluso creo que les afectaba a la posibilidad de salir del país (hablas de esto, pero supongo que lo sitúas en países europeos porque son más cercanos al Español… o no, porque a estas alturas de las circunstancias ya sólo sé que no sé nada). En cuanto a las clases sociales más deprimidas, el esperpento era aún mayor: algunos vivían en lugares muy apartados de los colegios electorales (y por tanto ir a votar suponía un esfuerzo económico o una enorme caminata por las montañas o el desierto: literal) y ya no es que no tuvieran conocimientos políticos… es que muchos no sabían ni leer ni escribir. Resultado: había partidos que fletaban autobuses, que les cogían las papeletas para depositarlas ellos (los muertos votaban en aquel país, y había quien consultaba su voto con un vidente o un chamán… con eso creo que te lo digo casi todo)… En fin, que lo único que conseguía la imposición de la obligación al voto era que un montón de personas que no tenían dinero para pagar la multa (y en muchos casos tampoco capacidad para emitir un voto con un mínimo de conocimientos: a todo lo anterior añade incomunicación en algunos casos, no acceso a medios de comunicación e incluso imposibilidad para entender el contenido de los programas electorales) terminaran cayendo en las garras de unos políticos capaces de cualquier cosa en un sistema, corrupto per se, que se lo permitía y amparaba. Esto por poner una contrapartida a los casos europeos en la que, obviamente, te estoy poniendo lo más «exótico» de lo que viví… que también había votantes de otro tipo y colegios electorales «normales» (generalmente en las zonas más afortunadas económicamente y que, por tanto, hubieran podido protestar y defenderse: en esto, como en todo, los más desprotegidos serán siempre los más vulnerables… no creo que la obligación del voto mejore su situación, en todo caso creo que la empeora y les da un nuevo dolor de cabeza).
    Por otro lado, a nivel personal: no me gustan las obligaciones, ni las imposiciones. Quiero tener el derecho a votar y también a no hacerlo. No veo ninguna ventaja real en la obligación al voto, más allá de recaudar dinero, de complicar la vida a gente que puede tener problemas para votar en días concretos, y de hacer que personas sin interés en la política (porque si lo tienen y están informados y son responsables políticamente ya sabrán lo que han de hacer) se vean obligados a emitir un voto que no sé hasta qué punto realmente los representará, mejorará nuestro sistema o la situación. Como votante voluntaria he de decir que el día que el voto se haga obligatorio, yo me declararé objetora y pagaré la multa correspondiente como protesta (porque yo, afortunadamente, puedo permitírmelo)… porque por encima de la política, siempre, debe estar la libertad de expresión y la del silencio. Y en las votaciones, creo recordar de aquellos tiempos en los que me interesaba la política, quien calla no otorga más que quien vota en blanco o ejerce el voto nulo: la abstinencia siempre tiene un significado importante. Pero bueno, sólo puedo opinar como periodista, ciudadana y firme defensora de la libertad de expresión y, cómo no, de acción

    • juan dice:

      Rebeca,
      Estoy en contra de la obligatoriedad del voto, pero me preocupa el argumento que usas.

      «y en muchos casos tampoco capacidad para emitir un voto con un mínimo de conocimientos»

      para emitir el voto no hay que tener ningún conocimiento, el voto es una manifestación de preferencias, y estas preferencias pueden generarse tras un sesudo análisis de los programas, por la belleza de los candidatos/as, por considerar que como cualquier político te va a engañar votas al que mejor espectáculo te de (por ejemplo J.Gil), o simplemente haciendo un sorteo en casa entre las candidaturas por creer que el azar te señalará el mejor candidato.
      Ningún método es más legítimo que los demás, más si cabe cuando la «información» de nada sirve ¿o no recordamos el programa con el que ganó el PP hace un año?

      • Rebeca Pardo dice:

        Querido Juan,
        Me alegra que te preocupe mi argumento porque eso significa que efectivamente tenemos un problema. Entonaré un agocéntrico «yo no me siento capacitada para emitir un voto con un mínimo de conocimientos» (al menos con la seguridad y la confianza con la que soy capaz de realizar otras cosas) y, por tanto, creo que desde la subjetividad absoluta puedo sentir «incertidumbre» sobre el resultado que surja de la suma de unas cuantas personas como yo. Con esto no digo que no se nos deba dejar votar porque efectivamente para votar no piden un carnet con examen previo (en cualquier caso, es curioso que se tenga que tener uno para manipular alimentos y, sin embargo, para decidir sobre el destino de la nación no). Lo que creo que estoy diciendo es que el hecho de obligarnos a votar no creo que mejore el resultado de las elecciones ni que éste sea más representativo del pensamiento de los más desfavorecidos… porque precisamente el hecho de que voten (como tú mismo dices) al más guapo o por sorteo… ¿qué es lo que asegura exactamente?
        Pablo habla de crear una especie de hábito de voto porque espera que eso «genere incentivos para informarse»… a mí me parece profundamente idealista, entre otras cosas, porque el mundo de la política no es precisamente fácil de accer a nivel información (más allá de eslóganes y frases manidas) para el común de los mortales. Y repito que no te hablo sólo de gente sin formación: yo tengo un doctorado y la última vez que voté estuve más de media hora en la puerta del colegio electoral echando humo porque creo que el tema es serio y opino que no nos forman para esto: al menos en mi caso, en la formación obligatoria, dedicaron más horas a enseñarme punto de cruz que cuestiones que me ayudaran a ser una ciudadana responsable.Y tomando en cuenta los cambios habidos en la educación desde entonces, y la dificultad de muchos de mis alumnos para leer y comprender un texto… creo que no hemos mejorado mucho. Hace tres años tuve que explicar cómo rellenar una ficha (nombre, apellidos… ¡sí, lo prometo!) a un grupo de alumnos mayores de edad… ¿qué me estáis contando sobre la capacidad de informarse o sobre el interés por hacerlo de aquellos que no lo hacen voluntariamente?

        • juan dice:

          Rebeca, pero informarse ¿sobre qué exactamente?

          Los programas son mero papel mojado, y las cosas realmente útiles como la vida laboral, estudios, tiempo en el los han sacado, a qué asesores nombrarían, los CVs de los asesores wannabe, etc…esa información no la publican abiertamente.

          Te pongo un ejemplo, los que puedan haber votado a UPyD de buena fe en Asturias, ese partido tan partidario de recortar las autonomías y con un discurso tan «claro»….pues tan claro no lo tienen porque para un diputado autonómico que han sacado pone a 6 asesores, sí SEIS, a vivir del cuento.

          ¿dan ganas de votar cuando unos y otros mienten? ¿es lícito un sistema donde la mentira electoral está instiucionalizada?

          • Rebeca Pardo dice:

            Queridísimo Juan,
            Creo que estamos diciendo lo mismo pero de maneras diferentes. No dan ganas de votar y es casi imposible saber qué harán con nuestro voto (bueno sí que lo sabemos: hacen lo que les da la real ganal)… ergo: algunos queremos seguir teniendo el derecho a votar y no la obligación de hacerlo. La libertad es cosa de seres adultos y responsables. La obligación me suena a paternalismo, a imposiciones… a cosas que no me gustan. Lo siento: ninguna de las dos opciones seguramente es completamente buena o mala pero no soy una niña pequeña y no necesito que papá gobierno (o quien sea) me diga lo que tengo que hacer. Libertad de expresión. Es todo lo que digo: eso y que el hábito de votar en quien no tiene interés en hacerlo voluntariamente no creo que mejore en nada el resultado electoral.

            • juan dice:

              En el fondo estamos de acuerdo el voto no debe ser obligatorio y yo voy más lejos, tampoco deberíaa serlo que obliguen a nadie a estar en una mesa electoral rodeado de interventores de partidos que igual le pueden dar repulsión.

              Simplemente divergemos en que para mi la información no es relevante para el voto, porque jamás será información cierta.

              • Rebeca Pardo dice:

                ¡¡Preséntate a las elecciones y te voto voluntariamente, Juan!! ¡Por fin alguien con quien se puede llegar a una entente cordiale! Ja, ja, ja. En lo último también estamos de acuerdo… más o menos. La información, por definición al menos, debería ser siempre cierta o al menos no conscientemente falsa. En caso contrario debería llamarse desinformación o directamente mentira. Yo reclamo información «de la güena» pero sí: lo que tenemos es bastante más parecido a la desinformación que a otra cosa y, por tanto, efectivamente, como tú dices… probablemente no sea relevante para el voto.

                • juan dice:

                  igual si me presentase no me votarías, yo soy muy del chow bolivariano, me mola el estilo caribeño de la política 😛

        • error404 dice:

          Concuerdo en general con tu punto de vista, muy agudo este punto:
          «es curioso que se tenga que tener uno para manipular alimentos y, sin embargo, para decidir sobre el destino de la nación no).»

  7. Francisco dice:

    ¿Y qué hacemos los anarquistas?

    • McManus dice:

      Al respecto, parece que (del propio artículo) la cosa va así: Es decir, que se debe depositar una papeleta en la urna pero puede ser voto blanco, nulo, etcétera… si se quiere protestar.

      Y me gustaría responder a Rebeca por esta afirmación: la abstinencia siempre tiene un significado importante.

      El problema es que, en este caso, en principio, abstenerse significa no acudir a votar. Se podría dar un conjunto muy grande de motivos (incluso que alguien se abstiene porque se olvidó o está de viaje). Dado eso, hay que analizar todos esos motivos (o algunos, si no nos sobra el tiempo) y cómo es el significado subjetivo para mucha gente de la abstención (la variedad puede ser muy grande), antes de concluir que tiene un significado importante.

      • Rebeca Pardo dice:

        Querido McManus,
        El voto nulo y el voto en blanco… también pueden ser por despiste, por error, y sus «significados subjetivos» pueden ser enormes… con lo que tampoco podemos darles únicamente el valor de «protesta» o un significado ¿qué? ¿objetivo?. En cuanto a los motivos de no votar… yo creo que si las cosas se te olvidan normalmente es porque no son tan importantes para tí (ergo: tiene unos significados de desinterés, desidia, desencanto… el hecho de que no interese participar en el ¿»juego»?). Por otro lado, si tienes uno de esos imprevistos de los que hablas, te recuerdo que si nuestro querido Kanciller consigue imponernos el voto obligatorio, el pobre desgraciado que tenga un problema, verbi gracia de la multa: tendrá entonces dos.

        • juan dice:

          El voto nulo puede ser un «voto currado», yo voté una vez a última hora y me quedé a ver el escrutinio y el efecto de mi voto nulo, berrinche de los interventores de PP, PSOE y UPyD, y una amplia sonrisa de los «obligados» a estar en la mesa, que coincidieron que en tenían alguna cosilla que contar que les compensaba el día. En una papeleta en los margenes de delante y la parte de detrás se puede escribir mucho.

          • Rebeca Pardo dice:

            Ja, ja, ja: ¡¡¡¡Juan!!!!, ¡¡¡¡cuánto tiempo sin leerte!!!! ¡¡¡Ya te echaba de menos y todo!!! Sí, en los votos se puede escribir, dibujar, pintar… y si lo haces en casa hasta puedes currarte un collage o meter una cartita. Ja, ja, ja: libertad de expresión en estado puro. Pero no sé yo si este derroche de creatividad y de talento es lo que quieren los teóricos del voto obligatorio. Yo diría que ellos piensan más en que respondamos a las opciones que tienen calculadas y pensadas para después convertirnos (supuestamente) en parte de esas estadísticas «monísimas» en las que yo me busco y nunca me encuentro. ¡¡¡qué fatalidad!!! Ja, ja, ja

            • juan dice:

              No, los del voto obligatorio acaban queriendo legitimar un sistema bipartidista donde por la teoría del votante medio están muy cerca ideológicamente (en cuanto a las políticas a realizar y en cuanto a la voluntad de trincar cuanto puedan). Vamos, lo que pasaba con Acción Nacional y COPEI en Venezuela.

  8. Alberto dice:

    Si no me gusta ningun partido voto en blanco sino me gusta el propio sistema no participo de el y se acabo. A mi lo que me parece es que esa obligatoriedad es una purga para los que no somos democratas, nada más.

    • juan dice:

      o los que sí somos demócratas pero pensamos que la «democracia representativa» no es democracia y postulamos la democracia directa.

  9. Álvaro dice:

    Sobre esto leí no hace mucho un paper (http://journals.cambridge.org/action/displayAbstract?fromPage=online&aid=7908205&fulltextType=RA&fileId=S0007123410000050) y su correspondiente réplica (http://journals.cambridge.org/action/displayAbstract?fromPage=online&aid=7908214&fulltextType=AC&fileId=S0007123410000153), y como te dicen siempre los profesores en ciencia política, sales con más dudas de las que entras.

    Centrándome en la réplica de Hill, hay dos aspectos en defensa de la obligatoriedad del voto que me llamaron la atención (de manera positiva, se entiende):

    . Sobre el voto en blanco en un marco de obligatoriedad, Hill defiende que la opción aportaría información de vital importancia para los grupos políticos, potenciales políticos y otros votantes, debido a que deberían analizar qué votos están en juego y centrarse algo más en el por qué de ese voto en blanco.

    . Sobre la abstención de los jóvenes, si éstos se vieran obligados a votar los partidos se centrarían algo más en atender sus reivindicaciones como hacen con la tercera edad (pensiones on my mind), y por tanto la democracia se enriquecería e intensificaría.

    Por último habla de que el derecho a votar no es sólo un derecho individual, sino que también existe para perpetuar la democracia representativa, un beneficio colectivo. Por tanto el derecho a no votar no podría ser universalizado porque podría potencialmente destruir la forma de gobierno por la que el derecho a votar existe, esto es, la democracia.

    Lo dicho, acabas con más dudas de las que empiezas, pero después de la (poca) literatura académica que he leído sobre el tema, me decantaría algo más hacia la obligatoriedad del voto.

  10. Niandra dice:

    La clave está en las consecuencias. Las multas, como bien dices, es un impuesto regresivo. Sin embargo, en caso de implantar el voto obligatorio, debería ser como el DNI. Es decir, tu «declaración de voto» es la que te da acceso a los beneficios del sistema: sanidad, educación, subvenciones, empleo público, etc. durante la legislatura que se han saltado de votar. Así los anarquistas o los «no demócratas» como Alberto pueden realmente disfrutar de lo que es vivir «al margen del sistema.

    Por otro lado, habría que implantar todas las facilidades posibles para ejercer el voto, voto electrónico (dios, ese e-DNI que tanta pasta ha costado implantar y que tan poca utilidad tiene), por Internet, facilitar el voto por correo o incluso admitir «votos provisionales» de algún modo. Por ejemplo, si has tenido que irte de viaje o estás impedido por alguna razón, tener la capacidad de emitir el voto por vía telemática o telefónica, pendiente de que puedas personarte en los próximos días o a través de Internet para confirmar el voto (que no cambiarlo, claro).

  11. error404 dice:

    «Así los anarquistas o los “no demócratas” como Alberto pueden realmente disfrutar de lo que es vivir “al margen del sistema.»
    Tu sistema no parece el más democrático desde luego, ojo que confundes no votar con no pagar impuestos: esos anarquistas, no democratas y demócratas que deciden no votan pagan impuestos, y los beneficios del sistema del que hablas viene por los impuestos por lo general, porque a veces son los propios partidos que con esos votos eliminan esos beneficios sociales.

  12. error404 dice:

    «Primero, porque unos gobiernos que obtienen su mandato con escasos votos pueden ser criticados por escasamente legítimos al representar una minoría de la población. La tendencia a la baja de la participación electoral sería una señal preocupante de esto.»
    Pero es que tener muchos votos porque el voto fuese obligatorio tampoco los haría más legítimos.

    Obligaciones como pagar impuestos o el servicio militar obligatorio. Eso daría para mucho análisis. El servicio militar parece más un residuo del pasado y que responde a una cuestión de tipo ideológico más que de beneficio social, en Europa se ha ido profesionalizando. Mientras que el pago de impuestos parecen ser justos si responden a las necesidades objetivas del conjunto de los ciudadanos y si son progresivos.

    Para empezar el voto hay que ver que es una cuestión ideológica de cada individuo, por lo que se puede hacer «objeción de conciencia», además se vota por preferencias individuales en un sistema de partidos donde prevalece la compra de sentimientos, y realmente ni lo que se vota tiene por qué salir, ni responder a los inteseses individuales (incumplir programa o decisiones que no estaban en el programa) y tampoco a los del conjunto. ¿Qué incentivos hay a votar? ¿Es culpa del ciudadano y hay que perseguirle?

    El voto ha de ser un derecho del ciudadano, pero no una obligación, que los poderes públicos se encarguen de hacer lo más efectivo posible y esto no se consigue «criminalizándolo». Ya tenemos bastante con soportar a nuestros políticos y a su política. Como para encima tener que soportar la obligación moral y económica si les elegimos o no.

Comments are closed.