Política

Cambio político y equilibrios inestables

14 Nov, 2012 - - @egocrata

Al hablar de sistemas políticos e instituciones, a los politólogos nos gusta hablar sobre equilibrios. La idea básica es bastante sencilla: detrás de una institución, ley o sistema político no hay solamente una serie de textos legales que todo el mundo obedece. En realidad, la institución, ley o sistema político es una expresión formalizada de las preferencias de los actores en ese contexto, que aceptan el arreglo porque el resultado les conviene. Dicho en otras palabras, una democracia parlamentaria no sobrevive gracias al imperio de la ley o la fuerza del estado de derecho. Si lo hace es porque todos los actores que participan en el sistema político y podrían potencialmente desestabilizarlo lo aceptan como válido, y todos aquellos que se oponen o no tienen fuerza suficiente para cambiarlo o los costes de hacerlo serían descomunales.

La idea de la democracia como equilibrio (la versión que yo aprendí es esta de Przeworski) ayuda a entender en gran medida el funcionamiento de las instituciones, y más concretamente, su inherente resistencia al cambio. La idea central, en este caso, sería que  la inexplicable inoperancia de los dos últimos gobiernos españoles para aprobar reformas de calado no viene (sólo) por la cortedad de miras de sus líderes, sino también por la misma distribución de fuerzas del sistema político. Es complicado intentar debilitar el poder de las élites extractivas en España si estas mismas élites tienen un peso descomunal en los partidos políticos, patronal y sindicatos, al fin y al cabo. Reformar la ley electoral es prácticamente imposible cuando los partidos con mayoría suficiente para cambiarla ganan elecciones gracias a ella. En España no vemos legislación laboral que rompa la absurda dualidad de nuestro sistema precisamente porque los insiders beneficiados por el sistema dominan el proceso político y negociación colectiva en España. Cuando una institución tiene una coalición estable detrás, cambiarla es casi imposible.

¿Cuándo vemos cambios institucionales de calado entonces? Esencialmente, cuando estos equilibrios detrás de las instituciones se rompen, sea por cambios demográficos, sea por pura casualidad. Estados Unidos fue incapaz de aprobar una ley de sanidad universal hasta el 2010; fue entonces cuando los cambios demográficos del país, el aumento de las desigualdades y el aumento de los costes en el sistema hizo posible romper el bloqueo, no antes. España pasó de dictadura a democracia porque los militantes entendieron que no podrían reprimir la nueva clase media indefinidamente. Los sistemas políticos acostumbran a cambiar lentamente; la mayoría de equilibrios, al fin y al cabo, son estables… hasta que dejan de serlo.

Hay un concepto en biología evolutiva llamado «equilibrios puntuados«. La idea central es que la evolución no es un proceso lento, seguro y constante, sino una serie de largos periodos de calma interrumpidos por breves explosiones de cambio frenético. La idea es (estoy seguro) bastante más complicada, pero eso no fue obstáculo para Frank Baumgartner y Brian Jones y su «adopción» del modelo para la Ciencia Política. Como prácticamente todos los estudios de teoría de las organizaciones, el modelo es un poco chapucero, pero no damos para más. La idea es bastante sencilla: los sistemas políticos no cambian lentamente, sino a golpes; intensos periodos de reformas rodeados de largos años de mediocridad.  El modelo es aplicable tanto a países como a temas específicos en la agenda (sanidad, educación, autonomías), con procesos parecidos al hablar de cambio. Baumgartner y Jones, tristemente, no son demasiado partidarios de tomarse este proceso como algo racional, y no hablan de equilibrios institucionales directamente (lo suyo es más de emociones y pasiones, tristemente), pero sus observaciones sobre el ritmo y frecuencia de las reformas creo que es relevante para España.

Nuestras instituciones han sido sorprendentemente estables en los últimos 25 años. A finales de los ochenta, con el estado de bienestar casi acabado y el sistema autonómico más o menos establecido (mal diseñado, pero el modelo básico sigue siendo el mismo), España procedió a tomarse unos merecidos años de descanso. El ligero problema, 25 años después, es que mucho de los arreglos institucionales entonces (desde el mercado laboral al sistema de selección de élites de los partidos) quizás hayan demostrado ser estables, pero desde luego no han producido nada remotamente parecido a un país próspero.

La crisis actual es, o debería ser, un cambio de equilibrio. Los problemas económicos, el paro, la recesión, el cabreo general, todo esto debería llevar el país a uno de esos picos reformistas con cambios frenéticos, nuevas leyes, nuevas coaliciones de gobierno. El problema hasta ahora es, sin embargo, que no hemos visto nada o casi nada en este sentido. La huelga general de hoy es, en muchos sentidos, una defensa del status quo («los derechos laborales adquiridos», o el sistema franquista de indemnización por despido), no un clamor por el cambio.  Aunque la política económica del gobierno es francamente estúpida, sigo sin ver nada parecido a una agenda reformista remotamente coherente en ningún sitio. Los sindicatos defienden un sistema que nunca funcionó bien pero protege a sus afiliados. Al PSOE, ni está ni se le espera. El 15-M y allegados se han perdido en un mar de banalidades rodeando el Congreso. Y el PP… en fin, más vale dejarlo.

Necesitamos grandes reformas, y las necesitamos pronto. Es hora que la izquierda se despierte de una vez y deje de actuar como si los viejos equilibrios y coaliciones siguen funcionando, y empiece a apostar por el cambio.


24 comentarios

  1. heathcliff dice:

    Cuento una anécdota que ilustra perfectamente la tesis de Roger, en tanto en cuanto esta huelga es parte del sistema y no una oposición a él.

    Hablando con un importante mando policial sobre la huelga, salió a relucir la posibilidad de que un día, un día cualquiera, los dueños de los comercios formaran sus propios piquetes para impedir que los piquetes sindicales se los cerrasen o impusieran su ley.
    -¿Qué haríais entonces? -preguntó alguien.
    -Pues ser mucho más duros con estos piquetes de autónomos que con los otros-repuso este mando policial.
    -¿Y eso, por qué?
    -Porque los otros forman parte del juego, se dan por hechos y están perfectamente controlados. Y los otros, no se puede saber a dónde llevarían.

    Opinión personal o doctrina desde arriba. No lo sé. Pero me parece sintomático…

  2. Angel Sancho dice:

    El problema Roger, es que no hay nadie de entre los que saben lo que pasa realmente que o éste preparado o quiera liderar nada.

    Me da la sensación que todos estamos en la cubierta del Titanic, sabiendo que se hunde, y ni tapamos la brecha ni saltamos al agua.

    No quiero ser derrotista, pero me temo que hasta que no pasemos hambre nadie va a mover un dedo. En realidad, si lo pensamos, no nos hemos hundido apenas. Las estructuras estatales apenas se han visto afectadas y todavía trabajan 17 millones de personas.

  3. Marc dice:

    En este sentido, no seria para España una alegria tener a CiU y Catalunya la independencia? A parte del referendum y el proceso, el tema de la independencia no puede ser una forma de hacer que el mapa politico español se remueva un poco, que haga pensar un poco a las amebas que tenemos arriba y que entre todos intenten encontrar una forma de arreglar este percal.

    • J.E dice:

      Entiendo el planteamiento, pero creo que no. Este tipo de amenazas al orden establecido solo sirve para unificar más en lo conocido como amenaza a lo desconocido. Dicho de otro modo, se dejaría de cuestionar la estupidez de los partidos españoles sobre las soluciones a la crisis y volvería a aupar los para enfrentarse a esa posibilidad, postergando el debate y cambio realmente necesarios. Nos pasaríamos todo el día discutiendo sobre «el ser de España» (ese terrible vicio de los intelectuales de aquí) y no sobre «como arreglar este enorme montón de mierda».

      • Marc dice:

        Aqui supongo que es donde entran la calidad de los políticos. Mientras unos ven el nacionalismo catalan como algo malo y estupido, otros, como ha hecho a su manera (repito, a SU manera) Artur Mas, han colectivizado la protesta para crear un mensaje que llegue a los politicos.

        Donde unos ven problemas, otros ven oportunidades.

        • J.E dice:

          Sí, esta relacionado con la calidad de los políticos (y sus partidos). Pero yo no me fío de los que tenemos (incluyendo a Mas).

        • PaulJBis dice:

          «…Artur Mas ha colectivizado la protesta para crear un mensaje que llegue a los politicos.»

          Tal como está redactada la frase, cualquiera diría que Artur Mas es un campesino, o un catedrático, o un taxidermista. Cualquier cosa menos un político, vamos.

    • carlos dice:

      Yo espero que así sea. Pero sí que puede que sea porque soy muy optimista.

  4. carmen sanchez dice:

    Estoy de acuerdo en lo sustancial del análisis, pero hay un aspecto que no se menciona y que, en mi opinión, es crucial. No solo hemos vivido un largo periodo de «estabilidad» en donde nadie, de los que podría hacerlo, se mueve para hacer las reformas pendientes, es que esa estabilidad ha contagiado a la misma producción de ideas. Es decir, el problema es que tampoco hay ideas ni propuestas realmente nuevas. Y esto ya es mucho más preocupante. Os recomiendo la lectura de este artículo: http://www.otraspoliticas.com/politica/la-crisis-es-sobre-todo-de-ideas

  5. MuGaR dice:

    http://symploke.trujaman.org/index.php?title=Eutaxia

    Ευταξία, de eu-: buen; y taxis, ταξις: orden.

    Unidad global resultante del proceso mediante el cual una parte (gobernante) de la sociedad es capaz de hacer converger en torno a sí otras partes (gobernadas), en principio divergentes, de la sociedad, de tal manera que tal unidad global resultante es el núcleo mismo de la sociedad política, y cuyo mantenimiento (duración) es la esencia de la política.

    Así el núcleo de la sociedad política es el ejercicio del poder que se orienta objetivamente a la eutaxia de una sociedad según la diversidad de sus capas (conjuntiva, basal y cortical).

    «En general, las democracias encuentran su salvación en lo numeroso de su población. El derecho del número reemplaza entonces al derecho del mérito. La oligarquía, por el contrario, no puede vivir y prosperar sino mediante el buen orden». Aristóteles, Política, VII, 4, trad. de Patricio de Azcárate.

  6. MuGaR dice:

    «Buen orden» dice en el contexto político, sobre todo, buen ordenamiento, en donde «bueno» significa capaz (en potencia o virtud) para mantenerse en el curso del tiempo.

    En este sentido, la eutaxia encuentra su mejor medida, si se trata como magnitud, en la duración. Cabe pensar en un sistema político dotado de un alto grado de eutaxia pero fundamentalmente injusto desde el punto de vista moral, si es que los súbditos se han identificado con el régimen, porque se les ha administrado algún «opio del pueblo» o por otros motivos.

    Definiríamos la eutaxia como una relación circular, propiamente como un conjunto de relaciones entre el sistema proléptico (planes y programas) vigente en una sociedad política en un momento dado y el proceso efectivo real según el cual tal sociedad, dentro del sistema funcional correspondiente, se desenvuelve.

    Una sociedad que se desenvolviese en función de un sistema proléptico inviable (por ejemplo, ciertos planes quinquenales erróneamente y utópicamente diseñados) tampoco es una sociedad eutáxica aun cuando alcance eventualmente algún momento transitorio de plenitud aparente.

    http://www.filosofia.org/filomat/df563.htm

  7. Juan de Juan dice:

    Siendo como soy un freak de la Historia, lo único que te matizo, más que te rebato, es tu afirmación de que «España pasó de dictadura a democracia porque los militantes entendieron que no podrían reprimir la nueva clase media indefinidamente».

    Hay varias cosas en esta frase que son sólo medio ciertas.

    En primer lugar, el proyecto de «los militantes» NO era pasar de dictadura a democracia. Su proyecto era profundizar en el proceso, iniciado en 1956 por el tándem Carrero-López Rodó, de centrifugar el franquismo en la lavadora para hacerlo presentable en un orbe internacional, poder entrar en la CEE, esas cosas. Su proyecto iba, inicialmente, no mucho más lejos que la Ley de Reforma Política del 74, que creaba una especie de partidos políticos reumatoides, todos ellos «dentro del Movimiento» y que por lo tanto no lo ponían en cuestión; más la elección directa de alcaldes. Y punto pelota. Lo que ocurre es una minoría (repito: minoría) de esos militantes, por otra parte dispersos y desconectados entre ellos, sí decide ir a un proyecto de democratización (aunque muchos de ellos, como Antonio Carro o el propio Fraga, yo creo pensaban en democratización sin comunistas y otras hierbas parecidas) y encuentra en los Borbones, hartos de recibir hostias en los cien años anteriores, audiencia.

    El gran muñidor del cambio a la democracia, en mi opinión, es, precisamente, quien no lo quería. La democracia llegó a España, en parte, no hay que negarlo, por la voluntad de unos cuantos miembros del régimen que apuestan por implosionarlo (cosa que hacen, por cierto, porque otros les están disputando, con cierto éxito, su lugar dentro de las élites del régimen). La democracia llega a España porque a Francisco Franco Bahamonde, desde 1939 hasta el día que se murió, sólo le importó una cosa: el poder. Tener el poder, conservar el poder, ejercer el poder. Lo cual tiene como consecuencia que eso que llamamos franquismo sea un universo ideológico y hasta sentimental; pero no, en modo alguno, un montaje institucional. Las leyes constitucionales del franquismo son de chiste; al lado de la Constitución que hizo aprobar Pinochet (originalmente creada por la Comisión Ortúzar) parecen ejercicios de un pasante en prácticas. Ni una sola de las instituciones del franquismo fue capaz de respirar media semana con Franco muerto, porque Franco lo era todo en el franquismo. Así lo quiso él, y queriéndolo, sentó las bases del cambio a la democracia, porque quienes no querían dicho cambio, en cuanto el general se fue a ver a Caronte, no tenían terreno sólido que pisar. No tenían instituciones sólidas, ni cuerpo social, ni entramado civil; no tenían nada. Ni siquiera tenían la opción de dar un golpe de Estado militar porque los más listos de entre ellos se daban cuenta de que Franco, en realidad, no llegó al poder gracias a un golpe de Estado militar (ése habría sido Sanjurjo, no él), sino a una guerra (para cuya coordinación fue nombrado Generalísimo, cargo que él «entendió», sin que en realidad lo fuera, como un nombramiento político).

    Así pues, el final del franquismo tuvo algo de «esto no se aguanta más»; pero mucho más de «se ha muerto el Führer; ¿qué coño hacemos ahora?»

    Son cosas distintas.

    • J.E dice:

      Creo que Roger escribió «militantes» pensando en «militares». Y que vuestras dos explicaciones no son tan incompatibles.

      • Juan de Juan dice:

        Sinceramente, no lo creo. Los militares tocaron bastante poco pito en la transición a la democracia. A mí me parece que la referencia a los militantes, aunque sea un typo, es más exacta.

        • Gonzalo dice:

          Voy a forzar un off-topic:

          Siento mucha curiosidad por este último comentario ¿Por qué dices que los militares pintaron poco en la Transición? De la debilidad de las decisiones contra los acusados en la Operación Galaxia y el 23-F (e incluso los complots posteriores), las reuniones con los generales durante la legalización del PCE, y la falta de reemplazos pro-democráticos en la cúpula militar hasta bien entrados los años 80, mi lectura siempre ha sido que los militares eran un riesgo que las élites intentaron tener controlado. Dicho de otro modo, en equilibrio tuvieron poco efecto, pero porque la amenaza era realmente creíble.

          • Juan de Juan dice:

            Y puede ser totalmente cierto lo que dices. Pero no es mi opinión.

            Franco fue nombrado Generalísimo con el apoyo de los militares monárquicos, convenientemente pastoreados por Kindelán. Quienes le votaron creían estar votando a un commander in chief con imperium belli, pero no a un jefe del Estado. Sin embargo, Franco supo jugar sus cartas, supo, sobre todo, garantizarse una relación directa con Italia y con Alemania que lo hacía imprescindible durante la guerra. En 1937 da un golpe de timón que todo el mundo dice (y no miente) que deja a Falange como pollo sin cabeza; pero, en mi opinión, las jornadas de Salamanca son tan lesivas para Falange como para el poder militar autónomo respecto de Franco (o sea, monárquico).

            Durante el franquismo, fueron varias las veces que los militares se hicieron pajas con escenas como la llegada en avión de Juanito Veleta, seguida de traslado a El Pardo escoltado por generales para pedirle a Franco, de buen rollito, que se quitase de enmedio; pero nunca hubo huevos. Mientras tanto, Franco convertía a los militares en la élite del régimen, aunque de veces les cortase el rollo con las putas, como en la Cuesta de las Perdices.

            En mi opinión, como todas y todo discutible, Franco pensaba dejarle el momio a Camilo Alonso Vega. Era con quien mejor se entendía de lejos. Pero Alonso Vega enfermó, creo que de cáncer, en la segunda mitad de los sesenta, y se cayó de la lista; momento en el que Franco tuvo que conformarse con Carrero, que le caía bien, pero de quien no le gustaban los amigos (los llamados tecnócratas o, muy deficientemente, opusinos).

            Franco siempre entendió que estaba al frente de una dictadura militar y que tenía que tener al ejército de su lado. Por eso toleró incluso que la Iglesia le diera la espalda, pero nunca toleró coñas en los cuartos de banderas y persiguió a los húmedos (de la UMD) hasta el fin del mundo. Sin embargo, su error de cálculo fue creer que en Juan Carlos de Borbón tenía un autómata que seguiría sus órdenes. Con la designación de Juan Carlos de Borbón, el monarquismo del ejército, aquel viejo sentimiento que una vez quiso ser además de Franco, renació. De hecho, alguien muy poco sospechoso de antifranquismo como José Utrera Molina, en su libro de memorias, además de cometer algunas travesuras como publicar una foto de Franco en Sevilla en la que aparece Rojas Marcos de chaqué, afirma que Juan Carlos YA le había dicho a Carrero que esperaba de él que, a la muerte de Franco, se apartase; y que el almirante le había dicho señor, sí, señor.

            Sólo así se entiende la pasividad del Ejército en situaciones como el año 76, en los que los muertos de ETA caían a puñados, y que terminó en el famoso enero del 77, con dos secuestros y la bestialidad de Atocha. El ejército es una incógnita de la transición, cierto; pero en modo alguno es el matemático que la resuelve. El problema del golpe de Estado militar, en 1976, 77 o 78, era el día después; porque los militares sospechaban que, al día siguiente, tendrían a su rey muerto, encarcelado, o en el extranjero dando por culo.

            La amenaza siempre existe porque gente pollas la hay en todas partes. Pero la mayoría de los militares sabían lo que les tocaba en aquel presente. El profesional del golpismo, Franco es un ejemplo, no da golpes de Estado por ideología o por hartazgo; los da por la simple y pura razón de que piensa que los puede ganar.

            Perdón por el rollo…

            • Gonzalo dice:

              Au contraire. Muchas gracias por la exposición, aunque mi pregunta era más específica que la respuesta.

              Solo un matiz. Cuando me refiero a «amenaza creíble», me refiero a esto: SPNE, que es exactamente mi mayor problema con tu interpretación de los eventos.

  8. Penny dice:

    Fantástica entrada. Gracias, Roger

    Estaba leyendo el trabajo de Jones y Baumgartner que nos traes y me he encontrado citado un trabajo en el que analizan en qué medida las élites extractivas españolas se ajustan a las preferencias de los ciudadanos

    Bonafont, Laura Chaqués, and Anna M. Palau. 2011. “Assessing the Responsiveness of Spanish Policymakers to the Priorities.” West European Politics 34: 706–30

    El abstract me parece muy interesante. ¿Lo habéis leído alguno? ¿qué os parece?

    This article analyses how well Spanish political elites have responded to the issues signalled as priorities preferred by Spanish citizens from the early 1990s to the present, and to what extent the degree of correspondence between citizens’ and policymakers’ priorities is related to elections, type of government, issue jurisdiction and institutional friction. To measure this the authors rely on Most Important Problem surveys and several databases on laws, bills, oral questions and annual speeches, coded according to the comparative agendas project. They argue that the prioritisation of issues by political elites better matches public preferences at the agenda-setting stage than at the decisionmaking stage, and that correspondence of public and policymakers’ priorities is inversely related to institutional friction. The evidence also illustrates that policymakers are more responsive to public priorities on those issues without shared jurisdiction, when the executive governs without a majority and immediately after elections.

    PD ¿Conoces literatura sobre los determinantes de los momentos de cambio político o de la probabilidad del mismo?

    • Gonzalo dice:

      Si concretas un poco más a qué te refieres con «cambio político», quizás te pueda recomendar literatura.

      • Penny dice:

        Gracias Gonzalo por el ofrecimiento

        En linea con el post, estoy pensando en formas de limitar el poder que tienen las élites extractivas en España sobre partidos políticos, patronal y sindicatos y que dificulta que las decisiones políticas se alineen con los deseos de los ciudadanos (bueno, sólo aquellas que respeten las restricciones presupuestarias intertemporales)

        Al fin y al cabo, a los votantes medianos se les hace bastante poco caso (Para España, Chaque y Palau (2011) no encuentran correlaciones estadísticamente significativas entre el número de leyes orgánicas y NINGUNO de los temas considerado de mayor importancia para los españoles. Y, para EEUU, Martin Gilens http://themonkeycage.org/blog/2012/08/13/economic-inequality-and-political-power-part-1/
        http://www.youtube.com/watch?v=HhCatZYsAqI )

        ¿Son suficientes los modos de actuación convencional? Seguramente no, visto que los partidos políticos hacen oídos sordos a los distintos tipos de protesta, en buena medida porque pocos votantes los castigan en las urnas

        ¿Qué nuevos procedimientos pacíficos podrían funcionar?

  9. Shine dice:

    Si casi nadie te hace ni caso, apela a que es «franquista». Queda genial en cualquier conversación sea cierto, falso o mediopensionista.

  10. José Manuel dice:

    Anoche soñé que llegaba Angela Merkel en un Panzer y tomaba Madrid. Yo estaba en una café y la veía pasar, tan tranquila ella. Le preguntaba al camarero y me decía ‘Es la Merkel ¿quiere algo más’, y tan tranquilo.

  11. Víctor dice:

    Hola! Descubrí este blog hace poco gracias a twitter 😉 No he podido leer demasiado pero me creo que el punto de vista que otorgáis es esencial.
    Ahora, no estoy viviendo en el país pero he llenado mi Facebook, twitter y los favoritos de mi navegador en fuentes de noticias digamos alternativas y sesgadas según mis criterios… Obviamente mantengo contacto con mi familia, amigos y nuevos conocidos gracias a este caos. También me gusta entrar en contacto con gente nueva y diversa cuanto más a menudo mejor.
    Bueno, pues lo que yo veo en los demás es que están perdidos (yo también, pero creo que no me equivoco mucho al ver esto en los demás….). No he visto a nadie a quien le guste realmente la forma de funcionar de la sociedad más allá de la comodidad/seguridad que le pudiese proporcionar. Tampoco he visto a nadie que sepa qué puede hacer para cambiarlo. Yo creo que hay mucha gente que se lo pregunta pero que enseguida se pierde en la rutina, trabajo, bombardeo televisivo y publicitario…
    Creo que ahora hay mucha gente que empieza a ser capaz de hablarlo con los demás en los grupos del 15-m, internet y tal pero es extremadamente sencillo perderse en cosas como luchar contra la policía, en aguantar a los típicos individuos que salen hablando con discursos de estética antigua y recetas pre-internet, pre-7000-millones-de-humanos-en-el-planeta y pre-vida-moderna-con-todas-sus-comodidades-y-ventajas-para-(aun)-muuuuchas-personas. (Bueno, creo que son puntos de inflexión, quizá no o quizá dependa de por dónde lo mires… no se xD)
    He leído por ahí que habláis que la gente que realmente sabe lo que está pasando no hace nada, también se habla de que los individuos que no están conforme con un sistema «o no tienen fuerza suficiente para cambiarlo o los costes de hacerlo serían descomunales.»
    Bueno, pues parece lógico que consiguiendo más individuos informados se conseguiría desestabilizar el equilibrio del sistema…
    Es decir:

    Cada vez más gente que se ve invadida por el presentimiento de que «algo no va bien» y se empieza a preguntar cosas en voz alta. + Este «algo no va bien» cada vez más obvio y más gente que se pregunta cosas. + Gente que puede poner palabras al presentimiento y explicar qué está pasando… = cambio en el sistema, ¿no?.

    ¿Cómo hacer llegar toda esta información a más gente?

    No se, creo que hay motivos para moverse… Al menos, mí empatía me lo exige… La mayoría de mecanismos de poder carecen de ella y considero que se está generando muchísimo sufrimiento humano en nuestros alrededores (más del que había digo) sin contar con el que se genera y lleva generandose en tierras más lejanas como en el tercer mundo, por ejemplo… Y si nos ponemos a contar actitudes que generarán más sufrimiento en el futuro como consumir recursos naturales sin control y cambiar el clima, o la presión que generamos a otras especies del planeta… ufff, me saturo 🙁

    ¿¿¿¿Qué podemos hacer????

  12. Tineo dice:

    Leyendo este post me ha venido a la memoria las palabras dichas (en Bolivia creo) por la Vicepresidenta del gobierno de España en aquella época Dª Mª Teresa Fernandez de la Vega, en las que afirmaba que su padre había sido un represaliado del franquismo.
    Cuando acaba el franquismo (Juan de Juan lo explica muy bien), se construye un cuerpo jurídico a medida de los nuevos gobernantes, que, como los franceses al finalizar la segunda guerra mundial, olvidan que fueron colaboracionstas y sobre una historia inventada a medida aparece un cuerpo legislativo, que se mantiene mientras los que la elaboraron se mantuvieron en el poder. Cuando la siguiente generación intenta asaltar el poder se da cuenta que todo está basado en una mascarada donde nada es lo que parece. Y, claro, esto peta ya que está basado solo en medias verdades y en ocultaciones.

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