Economía

La percepción socioeconómica de quien crece durante una recesión

9 Nov, 2012 - - @jorgegalindo

Do generations growing up during recessions have different socio-economic beliefs than generations growing up in good times? We study the relationship between recessions and beliefs by matching macroeconomic shocks during early adulthood with self-reported answers from the General Social Survey. Using time and regional variations in macroeconomic conditions to identify the effect of recessions on beliefs, we show that individuals growing up during recessions tend to believe that success in life depends more on luck than on effort, support more government redistribution, but are less confident in public institutions. Moreover, we find that recessions have a long-lasting effect on individuals’ beliefs.

Esto es el abstract de este paper de 2009 que he descubierto gracias a Cesc Amat. La parte destacada (negritas mías, claro) es la que más me interesa en tanto que es extremadamente consistente con lo que llevamos viendo en España durante el último año y medio. Según esta investigación, los jóvenes de 18 a 25 años que se forman en sus opiniones políticas durante recesiones creen más en el éxito por suerte que por esfuerzo. Esto es lógico y esperable. Ahora bien, lo interesante es la consecuencia: estas personas tienden a pedir más redistribución (para paliar este percibido «efecto aleatorio) y a la vez confían menos en las instituciones.

Quienes iniciaron las protestas en mayo de 2011 fueron en su mayoría outsiders (ahora la cosa ha cambiado y se han añadido funcionarios y otros perfiles que se ven afectados por los recortes generalizados) que demostraban y demuestran una gran desconfianza no solo en los partidos existentes sino en el propio funcionamiento del sistema democrático (que el CIS traduce como «clase política» en su lista de problemas), a la vez que abogaban por una mayor redistribución… hacia ellos, si bien no de manera explícita. Al fin y al cabo, el origen de las protestas fue, al menos a mi entender, la falta de expectativas para toda una generación de españoles.

Que el 15M no exista como movimiento articulado y organizado, y jamás haya existido como tal, no quiere ni mucho menos decir que las protestas no existan. Más al contrario: la incapacidad de los «agentes intermedios de la democracia» (además de partidos, sindicatos, patronal, medios de comunicación, etc) de articular el descontento y la falta de expectativas favorece la disgregación y la falta de concreción. Siendo, al final, las instituciones políticas el objetivo último de descrédito. Queda, así, la paradoja de una generación que quiere más (o mejor) redistribución pero no confía en las instituciones existentes para que la generen. La trampa es evidente.


35 comentarios

  1. Navarta dice:

    Y los que maduramos en el tardofranquismo, viendo los tricornios y bigotes de la Guardia Civil y acojonaditos por ellos, nunca podremos sentirnos totalmente tranquilos cuando pasa a nuestro lado un agente o vehículo de este cuerpo.

    Cuestión de percepciones, dime en que época despertaste el mundo y te diré como piensas en algunas temáticas, ¿es así la cosa?, o lo he entendido mal.

  2. Está bien esto de analizar al ser humano como si fuese un insecto.

  3. carlos dice:

    Creo que tiene sentido. Decís en ocasiones (por lo menos se lo he leído a Roger) que por ahí se va demostrando que la gente a la hora de «decidir» su voto lo que hace es racionalizar a posteriori la elección que ya ha tomado previamente, que se buscan los argumentos que justifican la elección después de tomada «inconscientemente».

    Lo que queda por explicar es por qué unos tienen tomadas unas decisiones y otros otras. Esto puede ir en esa dirección.

  4. Epicureo dice:

    Qué nivelazo. Es como si un físico publica un paper diciendo que el cielo es azul, o un biólogo diciendo que la hierba es verde. Aunque también es verdad que el paper que enlazas parece muy bien hecho y bien explicado a nivel metodológico.

    Las recesiones revelan claramente los fallos de distribución, y la impotencia (o falta de ganas) de las instituciones para solucionarlos. No es ninguna paradoja que la gente se de cuenta del doble problema, y que a los jóvenes en especial se les quede grabado.

    Pero no es una trampa; para salir basta con que los partidos tradicionales implementen políticas que mejoren la distribución (ya ha ocurrido). Si persisten en hacer lo contrario y en decir que no hay más opciones, pues acabarán prosperando las alternativas antisistema, pacíficas o violentas (también ha ocurrido). El 15-M es solamente un primer y tímido tanteo en este sentido.

    • Devils dice:

      Epicureo, ¿por qué la hierba es verde?.

      • La analogía es sencilla: porque se parte de un hecho autoevidente. Ancap’s style, dice el baile.

      • Epicureo dice:

        Porque la molécula de clorofila contiene un ión de magnesio, que absorbe determinadas longitudes de onda y no otras; una de las que no absorbe corresponde al color verde… es complicado.

        Pero lee bien: lo que yo he escrito es «un paper diciendo QUE la hierba es verde». Lo que tu preguntas es «POR QUÉ la hierba es verde», lo cual es mucho más difícil y proporcionó un justo premio Nobel al que supo responder.

        Los autores de este estudio no responden «por qué» a nada, únicamente describen un fenómeno, un «que».

        • Carles Sirera dice:

          Epicureo, podía haberte tocado explicar la dispersión Raylegh…Y la premisa del paper y el post es errónea: la gente que crece en una recesión sabe que el fracaso y el sufrimiento se reparte aleatoriamente y, por lo tanto, deduce correctamente que el éxito y el bienestar no dependen tanto del mérito individual como factores exógenos a la meritocracia (si tus padres son ricos, la crisis te afectará menos, aunque fueran tan tontos como para comprar acciones de Bankia).
          ¡Que la gente no es tonta aunque no nos vote o no sea partidaria del elite settlement!

        • Buhonsa dice:

          Y por qué das por sentado que tu y yo vemos la hierba del mismo color?

          • Epicureo dice:

            No lo doy por sentado (podrías ser daltónico, por ejemplo). Sé que la hierba refleja luz de una cierta longitud de onda, y la mayoría de la gente, cuando la ve, dice que esa luz es «verde».

  5. […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos   La percepción socioeconómica de quien crece durante una recesión politikon.es/2012/11/09/la-percepcion-socioeconomica-dura…  por Satanases_del_infierno […]

  6. Los planteamientos más inquietantes en estos días son los de los nuevos malthusianos (véase tipo Niño Becerra), que simple y llanamente nos dicen que «las revoluciones ya no están de moda» (sic). Desde un punto de vista «de clase», no deja de ser cierto: porque a nuestro alrededor no hay más que gente lumpenproletaria en el sentido de «18 de Brumario de Luis Bonaparte» más estricto. Y esa gente sólo va a apoyar la vuelta a alguna clase de tiranía, no una redistribución. Al fin y al cabo… el feudalismo se mantuvo tan pancho durante siglos. Era injusto, sí. ¿Y que?

    • Epicureo dice:

      ¿Este lumpenproletariado?

      «Junto a roués arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos, en una palabra, toda esa masa informe, difusa y errante que los franceses llaman la bohème…»

      Ahora se llaman «perroflautas».

      Al contrario de lo que parecen pensar los economistas liberales, la gente que no puede competir en el mercado no desaparece sin más. Siguen ahí.

      En una sociedad donde la técnica, el capital y la globalización están haciendo el trabajo a la vieja usanza obsoleto o sobreabundante, y la distancia entre los «técnicos» que aún tienen trabajo y la masa superflua de parados y miniempleados es cada vez mayor, habría que empezar a considerar a éstos como posible clase revolucionaria. Qué clase de revolución, está por ver.

      La diferencia entre el feudalismo y el capitalismo es que el primero se basaba en la estabilidad, mientras que el segundo es como ir en bicicleta, si deja de moverse (crecer) se cae. No durará tanto.

      • Yo creo que esto se intentará aplacar con una renta básica de supervivencia y luego permitiendo que la gente trapichee como buenamente pueda. No descarto, como ya comentan precisamente los malthusianos antes citados, que en un futuro se produzca una legalización de las drogas «blandas» para tener a la gente ociosa convenientemente entretenida.

        Lo que insisto, y estoy de acuerdo con usted, es con que en efecto la exclusión social de millones y millones de personas instruídas y con acceso a alguna clase de información (aunque sea alienante en extremo, claro), puede llegar a ser inmanejable para esa pequeña élite «técnica».

        Los factores a favor de un «nuevo orden» son los modernos medios con que cuentan los medios de seguridad: que al basarse en instrumentos no-letales cortan esas dinámicas de venganza y agresión que, precisamente, caracterizan a todos los motines, alzamientos y revoluciones del pasado. Eso, y la comentada posible estrategia del «subsidio básico de subsistencia».

        Yo por mi parte lo que reitero es mi asombro ante análisis como el que aquí se hace. Tan simplistas que vienen a decir que quien pasa hambre está más proclive a apoyar políticas de reparto de pan por parte del Estado. Como si se tratase de una conducta mecánica divertida. Tamañas peroratas sólo pueden proceder de alguien con grandes problemas de eso que ha dado en llamarse: «la sistemática confusión del mérito con el privilegio». Yo he podido conocer a muchos de estos individuos, que confunden pagar 10 millones de pesetas en un máster privado y obtener un puesto de trabajo a cambio con «ser un dinámico y emprendedor hombre de negocios que busca sinergias en entornos competitivos».

        Por otra parte no comprendo del todo la diferenciación marcada entre feudalismo y capitalismo. Si entendemos capitalismo por lo que ahora se perfila será su futuro… francamente: me parece que el capitalismo salvaje trae por definición la vuelta al feudalismo. Un pequeño núcleo de poderosos, asentados en regiones de menor tamaño que los actuales Estados-nación, que tienen a una clientela/servidumbre de millones de «meritorios», «eventuales» o «becarios».

        Lo dramático es que la gente no se dé cuenta de que la identificación del triunfador con el trabajador tenaz o incluso «capacitado» ya no se da. Es mentira. ¿Cuánto tardará la gente en darse cuenta?

        • Epicureo dice:

          Hablo del capitalismo como se entiende ahora, basado en el crecimiento y la expansión.

          Cuando termine la era del crecimiento y empiece la del decrecimiento, o sea muy pronto si no es ya, es muy probable que degenere en un nuevo feudalismo como el que describes.

    • Alatriste dice:

      Creo que a un tal Ceaucescu le hubiera encantado que eso fuera cierto… y a Hosni Mubarak, y a Gadafi.

      Francamente, me resulta un tanto chusco que después de haber visto no una sino dos oleadas revolucionarias que recuerdan tan poderosamente a las de 1830 y 1848 – la de Europa Oriental y la primavera árabe – aún haya quien diga que ya no hay revoluciones.

      Bueno, en mi opinión los revolucionarios de este tiempo que nos ha tocado no enarbolan la hoz y el martillo… pero eso no significa que no sean revolucionarios, y tampoco que vayan a apoyar alguna clase de tiranía. Los de Europa Oriental no lo hicieron, y los del Magreb (en realidad lo de «árabe» es un nombre muy inadecuado) de momento tampoco.

      • Bueno, eso que dice es muy discutible. Las revoluciones árabes claramente apuntan a tiranías de un perfil más confesional, simplemente. Y las del Este… apuntan a opereta del mismo tenor. Porque aún recuerdo cierto documental sobre la oposición demócrata en Bielorrusia en que en medio de una reunión de protesta por un amaño electoral de la dictadura acababan con los gritos que siguen: «¡Viva la libertad! ¡Viva la democracia! ¡Viva Bielorrusia! y… ¡Viva la Virgen María!».

        • Pablo Ortega dice:

          No exagere, Lamas. Acá en Venezuela el último candidato presidencial de la oposición, Henrique Capriles, solía tener un discurso de carácter democristiano con constantes referencias a la Biblia y la Virgen María (buscando de alguna manera aprovechar el catolicismo como factor político en Venezuela), y pese al gran apoyo popular que tuvo (mire que tengo muchas dudas sobre quién realmente ganó el 7-O), nadie pensaría que de llegar a Presidente, Capriles apuntaría a una tiranía o democracia plebiscitaria de perfil más confesional.

          • ¿Por qué no? A mi no se me hace nada difícil imaginar a un Capriles llenándole los bolsillos a la Iglesia Católica venezolana y, al estilo Ruiz-Mateos, pedirles luego que le pasasen 1 kilo de cada 5.

    • Manu Oquendo dice:

      En estos momentos nuestro modelo redistributivo vive de pedir prestado.

      Concretamente nos prestan Alemanes, Chinos y Fondos privados de pequeños clientes de bancos españoles.

      No podemos pagarles y no vamos a poder pagarlo nunca. De hecho USA, que está en la misma situación, lleva desde 1970 acumulando deuda nunca pagada. Cuarenta y dos años.

      El discurso de la redistribución responde a un paradigma paliativo que ya no existe.

      Salvo que ahora pretendamos (y consigamos) que los alemanes y los chinos nos perdonen la deuda o seamos capaces de no pagarla saliendo del euro y pidiendo quitas.

      No podemos seguir pensando con ideas tan distantes de la realidad si queremos entender lo que está sucediendo como requisito para resolverlo.

      Que yo sepa lo que se demuestra empíricamente una y otra vez es que el discurso redistributivo ayuda a perpetuar la necesidad de redistribución en beneficio exclusivo de la casta de los Redistribuidores.
      Es a estos a quienes conviene que haya mucha gente por debajo del «poverty line» y por eso los prodiucen a esgalla.

      Hemos de repensar un sistema que se basa en la compra de votos…»como sea»

      Saludos

      • Epicureo dice:

        Es que lo que tenemos ahora no es un modelo redistributivo. En Estados Unidos la redistribución se acabó en 1980, desde entonces la acumulación de capital en el 1 % superior es brutal. Casualmente es el momento en que empieza la explosión de la deuda, para disimular. Y la globalización nos ha llevado a todos por el mismo camino.

        Redistribuir no es dar limosnas a los pobres, estás equivocado. Es procurar que los trabajadores tengan suficiente dinero para comprar lo que producen, y de paso que nadie se quede sin trabajar si puede hacerlo ni sin comer cuando no pueda. El capitalismo, por sí solo, no sirve para eso. Complementado con el Estado funcionó varias décadas. Pero la avaricia de los ricos ha roto el sistema.

        Evidentemente en un sistema quebrado no queda otro remedio que tragar con la aplicación del lema del liberalismo: «Que se jodan». Y en eso estamos.

        • Manu Oquendo dice:

          Hola, Epicuro

          Creo que algún aspecto de su análisis peca de impulsivo.

          ¿Dónde se dice que redistribución sea limosna? ¿A santo de qué viene ese comentario?
          Ponga un poco más de rigor porque talento no le falta ni decimos cosas tan diferentes.

          Saludos

          • Epicureo dice:

            Viene a santo de las frases «perpetuar la necesidad de redistribución» y «conviene que haya mucha gente por debajo del “poverty line” «.

            Claro que quizá yo le haya entendido mal. Leyéndole, no sé si lo que dice es que hay que dejar de redistribuir (lo cual es una barbaridad) o algo totalmente distinto.

            Yo pienso que la necesidad de redistribución es perpetua, mientras exista el capitalismo (¿quizá lo que usted propone es acabar con el capitalismo?), y que consigue que haya menos pobres, no más. Al menos donde se hace bien y de verdad, como en Escandinavia.

            • Manu Oquendo dice:

              Creo, efectivamente, que o me expliqué mal o no me entendió bien.

              Decía que la redistribución es un paliativo de algo que beneficia esencialmente al redistribuidor. Nada más.

              Y como quien detenta el poder legislativo y ejecutivo es el redistribuidor pues lo hace teniendo en cuenta sus prioridades en primer lugar. Por eso crece la necesidad de redistribución en vez de desaparecer la desigualdad que la haría innecesaria o menor.

              Otro debate es si la redistribución dignifica o degrada al receptor y hace que se calle y no se queje. Pero de esto no he dicho nada.

              Saludos

  7. Enric dice:

    «Outliers», de Malcolm Gladwell presenta algunas claves sobre este tema.

  8. Globalización y materialismo. dice:

    Más que percepciones sobre redistribución creo que las «recesiones» muestran a las claras la sociedad de clases, que durante épocas de bonanza (bueno, de capitalismo con burbujas) se enmascara bajo sueños de clase media.

    Así cuando la clase obrera ve empeoradas sus condiciones de vida tiende a organizarse y luchar, esto aumenta su poder de negociación en la contradicción de clase y por consiguiente la «redistribución».

    La cuestión es que en las actuales condiciones de imperialismo (eso que llaman globalización) si en un estado el poder de negociación de la clase obrera aumenta dicho estado se vuelve «poco competitivo».

    Lo ha descrito muy bien el socialdemócrata Garzón en un artículo de público: Paro o subsistencia.

    • Lo divertido en las sociedades occidentales es que por el hecho de que ha existido una globalización económica pero no una política, se puede converger en las condiciones de miseria y desigualdad extremas de ese Tercer Mundo, sin que quepa una respuesta «de clase». Porque ahora las huelgas en Europa no pueden paralizar realmente la producción. No existe ese poder de negociación. Ahora se dice a cara descubierta y a plena luz del día, en los medios de comunicación, que eso de poner coto al despiporre de los megarricos… es imposible porque se van con su dinero a no se sabe dónde.

      Muy triste.

      • Alatriste dice:

        Esto va por los dos: Y eso de irse con su dinero… ¿Exactamente por qué no ocurría antes? ¿Qué les impedía marcharse? ¿Y eso de que el estado donde la clase obrera gana poder de negociación se vuelve poco competitivo, por qué dices que antes no pasaba?

        • Muy sencillo: porque no era viable. Antes, fuera de los confines de Europa occidental o América existían economías cerradas, por no hablar del bloque socialista. Ahora todo eso se ha relativizado, la tecnología y la implantación de unos «mínimos civilizatorios» en determinados lugares (así como la revolución de los transportes), permiten trasladar la producción sin demasiados problemas. A lo que ha contribuído extraordinariamente, claro, la invención del arma atómica + el final de la guerra fría.

          Esto algunos autores lo llaman «opresión difusa», y que se puede identificar con un simple ejemplo: antes, ante las limitaciones tecnológicas, había mayor delegación de funciones, y los ciudadanos podían dirigir sus quejas ante las grandes corporaciones (Telefónica) presencialmente y culpar a personas con nombre y apellidos. Ahora eso no existe. Nadie es responsable de nada. Por esto la «resistencia» o «revolución» es más difícil de imaginar.

        • Enric dice:

          Como dice el comentario anterior, había pocas posibilidades de irse. La razón principal es que la riqueza estaba vinculada a activos productivos, no a activos financieros deslocalizables. Los magnates eran propietarios de empresas generadoras de empleo en sus países.

          Pero sí que había excepciones. Es bien conocida la feliz vida de los duques rusos en París. Y también que sus propiedades terminaron colectivizadas.

    • Epicureo dice:

      ¡Pues claro!

      En las etapas de crecimiento acelerado, las que erróneamente se consideran «normales», la mayoría de la gente ve que sus condiciones de vida van mejorando, y deduce que eso tiene relación con su trabajo y su esfuerzo (aunque también vea que a otros les va aún mejor por herencia, relaciones o cara dura, no lo tiene en cuenta).

      Cuando llega la otra mitad de la onda, ve que todo su esfuerzo y su trabajo no ha valido de nada y se encuentra en la puñetera calle con una mano delante y otra detrás, mientras que a los caraduras y los insiders tienen el riñón bien cubierto. Y claro, lógicamente se desilusionan.

      El artículo dice también que esto ocurre cuando los afectados son jóvenes. Pero esto se debe únicamente a que antes, cuando uno llegaba a los 30 años trabajando, solía tener ya una posición estable y relativamente segura, mientras que los jóvenes se veían incapaces de entrar en el mercado sin «enchufe».

      Si se consigue el programa liberal de eliminar la dualidad (o sea, que todos estén igual de fastidiados) preveo que esto dejará de ocurrir, y la gente de cualquier edad se cabreará igualmente en las crisis.

  9. Otra cosa que no es que me sorprenda, es que me divierte, es la tendencia a trasladar los esquemas de sociedades agrarias al modelo productivo actual. Esta noción de que el «buen trabajador» es el que trabaja de sol a sol y que es posible que se diferencie enormemente de otros trabajadores en base a una «formación» determinada. Cuando casi cualquier trabajo puede ser reducido a una serie de rutinas relativamente fácil de aprender desde un mínimo conocimiento, complementado luego con aptitudes determinadas claro. Pero que, vamos, el factor «diferencial» entre el buen trabajador de cuello blanco y el peón caminero es más ilusorio que nunca.

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