Al acabar el debate de ayer tuve que pararme a pensar un poco. La sensación inmediata, durante y después el debate, fue que Obama había ganado de forma obvia, clara y rotunda. Obama había sido claro, incisivo y capaz de atacar a Romney de forma enérgica y efectiva mientras defendía su programa y sus ideas con convicción. Este era el Obama que todo el mundo esperaba en el primer debate pero que nunca llego a aparecer: presidencial, seguro de sí mismo, valiente.
Lo que se me olvidaba (y pasarme de límite de tweets me forzó a recordar) es que los debates presidenciales son, por encima de todo, tests de Rorschach. Lo que vemos en los candidatos está muy mediatizado por nuestros propios sesgos; la ideología del oyente tiene un peso enorme en cómo interpretamos ganadores y perdedores. Una cosa es que me parezca que Obama tiene razón en una discusión, otra muy distinta es que un republicano acérrimo piense lo mismo. La «victoria» o «derrota» en un debate presidencial tiene relativamente poco que ver con el contenido, mal que nos pese; el porcentaje de votantes capaz de escuchar las respuestas de forma objetiva es muy pequeño, y el porcentaje de estos que entienden los números es minúsculo.
Aun así, creo que Obama ha ganado el debate, y lo ha hecho con claridad. El motivo no es que los (tres) indecisos aún con vida en el estado de Ohio hayan visto la luz y decidan apoyar al presidente tras escuchar el debate, sino por el hecho que cuando acabó, gente como yo, gafapastas socialistas irredentos (en Estados Unidos soy básicamente miembro del PCUS, me temo) estaba entusiasmado con el candidato.
Recordad el primer debate. Obama estuvo mal, pero no catastróficamente mal; no tuvo ninguna pifia directa o patinazos graves, pero no estuvo inspirado. La reacción de los conservadores fue proclamar victoria, la de los liberales fue ahogarse en un mal de lágrimas. El primer debate consiguió de un plumazo dar motivos a las bases conservadoras para creer que podían ganar estas elecciones, tras meses y meses dudando en el futuro de Mitt Romney, mientras dejaba a muchos votantes demócratas llenos de dudas. El entusiasmo de unos se disparó, el de otros se resintió de inmediato. Si a esto le añadimos la cobertura mediática en días posteriores, que pasaron de «Obama estuvo flojo» a «cielos santo el Presidente estuvo inconsciente babeando incontroladamente medio debate», un mal día se convirtió en un problema tremendo.
El debate de hoy ha sido distinto. Por un lado, tenemos a los demócratas haciendo volantines por todo el escenario, con twitter mofándose con entusiasmo de varias rarezas de Romney («las carpetas (the binders)» van a durar) horas después del debate. Mientras tanto en Fox News hablan de empate, lloran sobre la moderadora (Candy Crowley, excelente hoy) y se lamentan las oportunidades desperdiciadas de su candidato, especialmente sobre su (horrible) crítica sobre Libia. Esto quiere decir, por un lado, que el debate los próximos días no va a ser tanto cómo de horrible estuvo Romney (si algo tiene Fox y allegados es que nunca tiran su candidato a los pies de los caballos como hacen los demócratas), pero también que los demócratas van a dejar de comportarse como perritos apaleados y empezarán a reaccionar un poco.
Creo que los próximos días veremos tres cosas. Primero, las encuestas, que llevan un par de días moviéndose muy ligeramente hacia Obama, se acelerarán un poco en esa dirección. Segundo, no tendremos datos decentes antes del tercer debate el lunes que viene, así que tampoco podremos decir gran cosa. Tercero, el «equilibrio natural» de esta campaña es Obama +2,5, y las encuestas, si no hay grandes sorpresas, acabarán ahí antes de las elecciones.
Lo cierto es que Obama es un presidente que heredó una catástrofe económica sin precedentes. Cuatro años después la economía americana no es exactamente próspera, pero infinitamente mejor que la de cualquier otro país desarrollado estos días, y la tendencia a la mejora es clara. El debate de hoy no va a darle alas, pero será de ayuda.
«el porcentaje de votantes capaz de escuchar las respuestas de forma objetiva es muy pequeño, y el porcentaje de estos que entienden los números es minúsculo»
Me mola tu poca fe en la humanidad… 🙂
Y estoy de acuerdo
Yo creo que en realidad si mucha más gente capaz de escuchar y analizar las propuestas pero en realidad, sólo les interesa oír lo que quieren oír, incluso aunque sepan de sobra que es mentira. Entiendo que haya cosas que se le escapen (nadie sabe todo de todo) pero por lo general, no hace falta ser muy espabilado para entender las cosas.
Y lo cierto, es que no sé que me asusta más … que si somos mayoría de tontos por serlo o por querer serlo.
Todo esto es muy bonito, pero me recuerda a la canción de Torrebruno «Tigres, Leones, todos quieren ser los campeones».
Da lo mismo tanta elucubración. Que el 6 de Noviembre Obama va a ganar lo saben hasta en el Jardín del Edén de Missouri. No será una victoria aplastante, pero será holgada.
Volviendo al debate, un detalle estúpido: le hubiera dado con las «binders» en la cara cuando en tono paternalista le ha preguntado a la mujer hispana si había pronunciado bien el nombre de Lorraine. Grande Obama cuando le ha recordado el acta 1070. Por cierto, sería interesante estudiar el flujo de inmigrantes de Arizona a California tras la aprobación del acta 1070.
Lo de Libia tiene bastante tela detrás. No se lo que habrá dicho Romney, pero un grupo vinculado a los republicanos como es el Log Cabin, lo ha usado para atacar a Obama.
Hay que resaltar, por cierto, que el Log Cabin es básicamente un grupo de gays republicanos.
Si, insertad aquí chistes sobre judios nazis, negros y el ku klux klan, etc.
Afortunadamente el director ejecutivo del grupo (y quiero pensar que buena parte del mismo) lo han rechazado
http://thinkprogress.org/security/2012/10/12/1003451/florida-gop-ambassadors-body-in-ad/?mobile=nc
Reacción de internet a «binders full of woman».
http://bindersfullofwomen.tumblr.com/
Es más grande que Big Bird…
[…] Este (en relación al ataque de Bengasi) y otros momentos dan una imagen completamente diferente de Obama. Me quedo con la reflexión de Peter Beinart, que comenta que la carrera ha entrado en una […]
[…] el segundo debate, mi sensación fue que Obama había ganado con claridad. Las encuestas post-debate, sin embargo, fueron bastante […]
[…] veré el vaso medio lleno mucho más a menudo que cuando hable de otro. Así lo dije durante los debates, sin ir más lejos. Creo que siempre es mejor dar más información al lector, no menos, y dejar […]