Escribe hoy Marta Romero en Piedras de Papel un artículo lleno de sensatez y también, en mi opinión, profunda ingenuidad. Dejadme explicar por qué. España se enfrenta en estos momentos a un serio problema de sostenibilidad presupuestaria a corto y medio plazo por un lado y a largo plazo por otro. El problema a largo plazo tiene que ver con la sostenibilidad demográfica del Estado de bienestar. El problema de sostenbilidad a medio plazo nace de que el Estado no está en condiciones de asumir sus compromisos de gasto con la presión fiscal y las perspectivas de crecimiento actuales. Del problema de solvencia a medio plazo, nace un problema de liquidez a corto plazo: si alguien que se plantea comprar deuda española anticipa que existe una probabilidad no despreciable de que el Estado deje de pagar, es normal que exija una prima de riesgo mayor.
Lo que Marta Romero sugiere, si leo bien su artículo, es que hay que poner el acento sobre el lado de las perspectivas de crecimiento: pensar en qué tipo de modelo productivo se quiere para el país, tener una economía que pueda soportar nuestros compromisos de gasto y sugiere que en España el gobierno está recortando mucho pero reformando muy poco. Esto es algo básicamente cierto.
Mis problemas con su análisis están en dos puntos. El primero, relativamente más importante, en que se puede llegar a entender de su análisis que las reformas son una alternativa a la consolidación fiscal (no me gusta hablar de austeridad, que siempre me ha parecido un término cargado de moralismo). Como he explicado en alguna ocasión, la economía española está tremendamente endeudada tanto internamente, como con el extranjero. Mientras no se reduzca el endeudamiento, el crédito no volverá probablemente a fluir y, aunque las reformas pueden ayudar , encomendarse únicamente a los efectos riqueza me parece naif. En el momento actual, el debate no tiene que ver sobre si se ajusta o no se ajusta fiscalmente, sino sobre todo sobre como se lleva a cabo del ajuste.
El segundo punto de discrepancia está en que da la sensación de que el verdadero problema fuera uno de voluntarismo político. Como comentaba en otro artícula, la trampa en la que estamos no es solo económica, es sobre todo política. Ninguno de los actores que deberían solucionar el problema tienen los incentivos adecuados para ello.
Las reformas estructurales son, casi siempre, dolorosas a corto plazo y siempre muy lentas en hacer efecto. Reorganizar nuestro tejido empresarial, por ejemplo, pasa por liberalizar sectores y dejar que muchas empresas quiebren (y trabajadores vayan al paro inmediatamente). Mejorar la productividad de los trabajadores tiene que ver con invertir en educación, pero los retornos de la educación no se manifiestan en ningún caso del día a la noche y, entre tanto, pagar esa inversión requerirá subir los impuestos o gastar menos en otro programa, como también será el caso con una política de I+D. Hacer más eficiente la administración supondrá cabrear a un buen número de funcionarios. Dicho de forma breve: las reformas tendrán perdedores netos a los que es difícil compensar en medio de una crisis fiscal de esta magnitud, con lo cuál el gobierno es reacio a llevarlas a cabo y la oposición -así como los sindicatos- probablemente aprovechará para capitalizar el descontento.
Es muy sencillo culpar a las políticas impuestas por la «troika», tanto como lo es olvidar cuál es la lógica de la condicionalidad. Hipotéticamente, es fácil pensar que existe algún acuerdo entre los países que van a pagar nuestro rescate y España para que por un lado España ponga su casa en orden y devuelva una parte de su deuda externa y, por otro lado, el resto (el BCE, Alemania, etc) nos den oxígeno para hacerlo en un tiempo razonable y nos perdonen una parte de esa deuda. Pero aquí surgen dos problemas. El primero es de tipo distributivo: cualquier acuerdo tiene una dimensión de suma cero, dónde, lo que nosotros dejemos de pagar lo perderán ellos directamente y viceversa, así que cada parte tiene incentivos para disimular su capacidad de hacer cesiones. El segundo tiene que ver con la capacidad de cada parte para comprometerse de forma creíble. Si llevar a cabo las reformas necesarias y el ajuste fiscal tiene un coste político interno muy alto y solo parecemos estar dispuestos a aplicar reformas cuando nos vemos con el agua al cuello, es natural que desconfíen de nosotros y piensen que cuando tengamos más espacio fiscal desertaremos de nuestros compromisos.
En este contexto, cuando el compromiso de reducir el deficit y reformar la economía en el futuro no es creíble, lo único que es razonable exigir es que esto se haga en el presente. Esta solución tiene unos costes, posiblemente descomunales, pero es probablemente la única que constituye un equilibrio.
[…] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos ¿Por qué nadie arregla nada? politikon.es/2012/10/15/politica-austeridad-consecuencias… por mercurio2682 hace […]
Y cives, una vez más, predicando en el desierto…
En mi opinión el problema está tremendamente mal planteado. La deuda pública está en un ratio muy manejable 75% del PIB, según los estudios al respecto -el conocido artículo Growing in time of debt de Rogoff y Reinhart- no hay vínculo entre deuda y crecimiento hasta que se alcanza el 90% del PIB.
En España el estado sigue siendo quien se financia más barato. Más barato que instituciones financieras como Santander, que grandes cotizadas como Gas Natural, y que decir de PYMES, que se financian del ICO o familias que solo se financian si desean un «activo tóxico» de un banco. Hay una crisis de liquidez como la copa de un pino y la deuda pública no tiene nada que ver con ella, y pretender que los recortes ayudan en algo no es real.
Según los últimos estudios del FMI los multiplicadores fiscales están entre 0,9 y 1,7. En el caso más desfavorable ajustar el déficit nos costará un 15% del PIB ¿mejorará eso nuestra financiación? Realmente lo dudo ¿Mejorará la de Santander o Gas Natural? Lo dudo.
Las reformas interesantes no son tan sencillas como se pretende desde los medios, incluso especializados. Por ejemplo, reducir el fraude es lento y costoso.
Mientras no se atajen los problemas fundamentales, como eliminar el riesgo divisa del euro o conseguir que se puedan refinanciar pasivos de empresas a un coste razonable -que pasa por extirpar el mal financiero-, poco se va a conseguir con los recortes urgentes y apresurados, más bien, como dice el FMI, el efecto puede ser el contrario.
un saludo
Creo que olvidas que el Estado, al emitir deuda, es un demandante neto de capital.
Y lo que el Estado absorbe no lo pude utilizar otro…
¿Por qué nos iban a prestar a ti o a mí al Eurbor + 1,25 si le pueden prestar al Estado al 5% y es mucho más solvente?
No estoy olvidando eso, el principio de los males es el gran «crowding out» de crédito que ha realizado por el sector privado sobre el público, y su consecuencia lógica que este se financie más barato. Pretender que reduciendo el déficit de «la forma» como se plantea en el artículo, es decir, como plantea el procedimiento de déficit excesivo de Bruselas, es decir, de forma tremendamente drástica, mejorará la financiación de empresas y familias no es demasiado creíble. Entre otras cosas porque el multiplicador de España es cercano a 2, es decir, reducir 90.000 millones de gasto nos costará más del 15% del PIB.
¿Por qué el multiplicador en la periferia es tan alto? Por la urgencia, urgencia del todo innecesaria en España. No es lo mismo recortar 15.000 millones en salarios a profesores que hacerlo reduciendo el fraude fiscal o en reducir concejales, es decir, el multiplicador es un agregado, con recortes más paulatinos como propone el FMI es de esperar que baje.
La razón del coste tan alto de la financiación es doble: el riesgo divisa, es decir, ningún inversor extranjero pondrá un duro en el país mientras exista un riesgo, aunque sea mínimo, de perder un 40-60% de su inversión en un ajuste cambiario. Y en segundo lugar, el balance de los bancos, que son los que proporcionan el 70% de la financiación del país. Eso es lo URGENTE, el déficit, sin prisa pero sin pausa.
Bueno, con lo de reducir 15000 millones en fraude fiscal y concejales no.
Las cifras están dadas al tun-tun, por poner un ejemplo, si te refieres a eso.
Creo que lo que cuento en el primer párrafo distinguiendo los tres horizontes temporales (corto, medio y largo plazo) y como se relacionan encaja bastante bien con lo que dices.
¿Qué credibilidad pueden tener las recetas de un ente que ante una epidemia galopante de paro, lo único que hace es recetar alargamientos de jornada laboral y trabajar mas dias?
Como sobra el trabajo, se ve que hay que concentrarlo todavía mas.
No es que sobre el trabajo, es que lo hacen los chinos
Y lo que no hacen los chinos, lo concentramos más todavía.
En un plano teórico y como observador «externo» estoy muy ilusionado con todo lo que creo que va a suceder, aunque prefiero correr un tupido velo sobre los detalles.
Desde un punto de vista de «persona de a pie», con familia y amigos de carne y hueso puedo decir sin tapujos que estoy acoj…
Respecto al «equlibrio» prefiero no hacer ningún comentario, quizás en el futuro, cuando éste nos alcance.
Otra cosa que habría que plantearse es que ese austericismo no está matando el Estado del Bienestar europeo, sino el protoEstado del Bienestar del Sur de Europa. Esto sucede porque los del norte hicieron muchas reformas en época de bonanza, especialmente en competitividad e innovación, mercado laboral y pensiones que en el sur deberían haberse hecho y ahora no hay tiempo ni voluntad para hacer.
«Mejorar la productividad de los trabajadores tiene que ver con invertir en educación, pero los retornos de la educación no se manifiestan en ningún caso del día a la noche»
Si es usted tan amable creo que sería muy interesante que se tomara la molestia de explicar esta letanía repetida constantemente por todos los economistas de este bendito país
Sí, el punto central del artículo no es ese, pero verlo repetido constantemente obviando la parte fundamental del problema ya resulta indignante
Para ello le invito a a hacer el siguiente ejercicio mental: supongamos que de la noche a la mañana y sin coste alguno, digamos que gracias a un inesperado fenómeno cuántico altamente improbable, esos milloncejos de trabajadores españoles con escasa o nula formación adquieren los conocimientos y habilidades propias de un doctor en nanotecnología, un bioquímico y un ingeniero espacial, todo ello combinado con la capacidad de hablar 17 idiomas y tocar la guitarra con los pies mientras programan algoritmos de cálculo numérico. ¿Podría usted decirnos qué empresas situadas en este momento en España contratarían a esos trabajadores, para desarrollar qué actividades y en qué condiciones? ¿Podría usted hacer una estimación razonable de en qué medida depende la productividad de una empresa-modelo de los siguientes factores?
1. La disponibilidad de una abundante mano de obra muy cualificada y dispuesta a trabajar en cualquier cosa a cambio de un cuenco de arroz, con el fin de cumplir con su sagrado propósito vital: pagar impuestos e hipotecas. En este caso, mediante la deducción del 30% del arroz que no esté agusanado de su salario
2. La actividad concreta de la empresa, la tecnología de que dispone para ejercerla y su origen, la inversión en la mejora de los medios y procesos productivos, y le concedo la ventaja del gol fuera de casa de no incluir aquí la inversión en la formación de sus trabajadores (¡sí, las empresas también pueden formar a sus trabajadores, ninguna ley se lo impide! Claro que para que les interese hacerlo es condición necesaria que su modelo de negocio requiera de mano de obra formada, ¿verdad?)
Espero que, si le apetece contestar, no se refugie en la crítica al tono del comentario. Para eso, con un poco de suerte, ya aparecerá Senserrich en algún momento diciendo aquello de que los españoles no tienen ninguna tara genética que les impida sustituir el chiringuito de playa por la empresa de semiconductores
Gracias
Oiga, ekivocado, que me sumo a su pregunta.
De hecho, empiezo a maliciarme si no será mejor dejar de invertir en formación, ya que las pruebas nos indican que el gasto lo hacemos nosotros y la rentabildad la reciben los países a los que nuestros jóvenes emigran.
Para eso, que la carrera de ingeniería la pague la Bundesrepublik, coño…
Contratarlas, pocas empresas lo harían. No sé para qué coño iban a hacerlo cuando un choni de Gandia Shore puede repartirme tapas en la playa sin que sepa que le estafo.
Salvo que, claro, uno de esos trabajadores multibrillantes sepa montar una empresa y llevarla a buen puerto.
Que imagen nos han vendido los politicos? Realmente merece la pena confiar en ellos? Que conste que no creo que sean personas malvadas, sin embargo en mi opinión, no estan a la altura de la situación y como no lo estan, la gente desconfia.
Gente desconfiada no se arriesgará a montar empresas en país que, ni hace, ni deja hacer.
Tenemos gente cualificada y sensata. Y como personas sensatas, se(nos) largan(mos).
Es un tema complejo de estimar. Este artículo http://i3.makcdn.com/wp-content/blogs.dir/228701/files/2011/10/2.pdf es un poco viejo pero da una perspectiva accesible.
Yo creo realmente que hay que invertir en formación, pero antes de eso hay que hacerlo en información (Y MUCHO), es decir, en hacer llegar a la gente el mensaje de que si no tiene una formación mínima no va a encontrar empleo aunque salgamos de la crisis.
A la misma vez no creo que se pueda estar despilfarrando pagándole a la gente estudios/cursos que hace «sólo por hacer algo», conozco un montón de gente que tiene cursos y ciclos formativos que han hecho «por tener a ver si cae».
Deberíamos estar mejor asesorados y tener un presupuesto económico para nuestra vida formativa (q aporte el estado), una vez consumido a buscarse la vida, aunque tendría que haber situaciones especiales como cuando te manda a la calle una empresa en la que estás una porrada de años que quiebra y no te indemniza o sí tienes alguna deficiencia ó minusvalía.
¿Porqué debe de aportar el Estado el presupuesto económico para nuestra vida formativa? ¿no deberían de ser «las empresas»?