Economía & Unión Europea

Más economía política y menos política económica

18 Sep, 2012 - - @octavio_medina

Desde lo patético de ver a Rajoy negando categóricamente la existencia de contrapartidas para el rescate a Angela Merkel saliendo a recordar que there is no such thing as a free lunch, la condicionalidad ha tenido presencia constante en el imaginario de esta crisis. Las condiciones han estado presentes en todos los rescates. El uso de esta estrategia no es algo novedoso. Desde hace décadas la Unión Europea ha estado utilizando zanahorias y palos, siendo el sistema de accesión a la Unión el caso más evidente.

El caso es que tras más de dos años de rescates, las (buenas) políticas ni están ni se las espera. En Portugal, el gobierno está en apuros y reformando como en España, poco y mal. En Grecia, en el ámbito de la administración y la regulación, la vida sigue igual. Como apuntaba el Economist hace unas semanas, las reformas brillan por su ausencia. Por ejemplo, el plan para cerrar y fusionar oficinas de recolección de impuestos no ha avanzado demasiado. Estaba previsto que acabara en junio:

An overhaul of the tax administration, including closures and mergers of 200 regional tax offices, was due to be completed in June. Little progress has been made, and no new deadline has been set.

Hace unos días me preguntaba si alguno de los países que se habían visto sometidos, de manera directa o indirecta, a los criterios de condicionalidad impuestos por los rescates están hoy mejor preparados para afrontar el futuro que antes de que se le impusieran. No veo razones para responder que sí. Quiero apuntar a dos elementos que pueden explicar al fracaso de las condiciones: Por una parte los actores en el juego del palo y la zanahoria y por otro las reformas que se piden.

Takes two to tango

Quizá el primer problema sea la extraña confluencia de intereses entre los gobiernos rescatados y los gobiernos prestatarios. A ambos les interesan más los números que la sustancia. Me explico. Para Merkel, es obvio que el prestarnos miles de millones de euros no es algo agradable, porque a sus votantes les parece más bien absurdo. Pero el gobierno alemán se ve obligado a hacerlo porque el estallido de España es una opción mucho peor que afectaría a la economía alemana y por lo tanto a sus oportunidades de ser reelegida. Merkel quiere una justificación, una señal de buena voluntad ante sus votantes. Y esa señal es un número, sean los miles de millones que sean. In the grand scheme of things, como se dice en EEUU, a Merkel le es irrelevante en qué se recorte, mientras se recorte. La cifra basta.

Por otra parte nuestros amados gobernantes, abocados a un rescate o a una situación de condicionalidad ante países prestatarios, se ven obligados a recortar y reformar. ¿Deberían preocuparse más por la sustancia?  No necesariamente. Como dijo Hemingway en su día, «siempre tuvieron un prejuicio contra su propio suicidio». No tienen ninguna intención en atacar a los grupos de intereses que los apoyan habitualmente. Ellos también buscan llegar al número mágico, sea con triquiñuelas contables o con recortes en partidas con bajo coste en votos, aunque sean de extrema importancia. Tanto los unos como los otros tienen un horizonte temporal bastante corto, con lo cual lo que pueda pasar en 20 años les trae bastante sin cuidado. Se trata de recortar sin molestar a los nuestros.

Endogeneidades & co.

Pero imaginemos que, en un alarde de valentía, nuestro gobierno decide reformar nuestras leyes más perversas y consigue sanear la administración. ¿Quién nos garantiza que el siguiente gobierno, en cuanto se retire la condicionalidad, no vuelva al estado inicial? Ejemplos sobran. Acemoglu y Robinson explicaban que en Bolivia, la revolución sirvió apenas para cambiar las caras de los gobernantes, no su comportamiento. A menudo se nos olvida que la situación actual de España no es exógena, sino el resultado de nuestro sistema. Alterar un par de leyes o retocar un gobierno a cambio de una zanahoria no servirá de mucho.

En definitiva, quizá la Unión Europea y los países que nos prestan dinero deberían prestar menos atención a problemas como el déficit o la reforma de las pensiones. Lo que realmente debería preocuparles es que, gane quien gane las elecciones en España, nuestros gobernantes quieran llevar a cabo las reformas que necesitamos sin que les sean impuestas. O lo que es lo mismo, deberían pensar más en la economía política que en la política económica.


13 comentarios

  1. ¿Y sobre Irlanda? Si no me equivoco, después del rescate ha llegado a pagar menos que España por su deuda… aunque sinceramente desconozco las condiciones de su rescate.

  2. Octavio Medina dice:

    Sí, es cierto. Aunque es un caso un poco diferente. Lo que la mató fueron los bancos. En términos de instituciones y doing business funciona bastante bien.

  3. Carlos Jerez dice:

    Octavio, me parece muy interesante pero tu último párrafo no me termina de convencer o no acabo de comprender que sugieres como solución. Si se trata de no imponer reformas, los gobernantes seguro que no lo harán.

    Para mi se trata tanto de mejorar el palo como la zanahoria, el palo con una condicionalidad mucho más efectiva, pidiendo buenas reformas y no tanto recortes y la zanahoria debe consistir no solo en crédito para el estado y capital para los bancos, sino en una mayor relajación de los objetivos de déficit que tanto nos están matando.

    • Octavio Medina dice:

      Sí, a lo que iba es eso. Mejores palos y zanahorias que se concentren en las instituciones (órgano de política fiscal serio, acceso al funcionariado, profesionalización de la administración).

      • PaulJBis dice:

        Pero ese tipo de reformas, impuestas desde fuera… ¿no son políticamente mucho más difíciles? Quiero decir, no es lo mismo oír que Merkel nos va a imponer cómo tiene que ser la Administración Pública española, que oír que Merkel se limita a pedirnos que tengamos las cuentas en orden. Lo primero suena a colonialismo puro y duro, mientras que lo segundo parece a priori algo más aséptico y por ello aceptable («no se puede gastar más de lo que se ingresa» y tal).

      • Carlos Jerez dice:

        Comparto totalmente la relevancia que les das a las reformas de las instituciones públicas, pero es donde menos espero que nos impongan ya que hace falta un grado de conocimiento muy alto de las instituciones actuales para valorar la importancia del cambio y como llevarlo a cabo, y eso es más difícil desde Europa y más aún desde los gobiernos nacionales del norte de Europa, que son los que tienen que negociar la condicionalidad de cualquier acuerdo, por lo menos a día de hoy. Aunque el lugar y el como de la toma de decisiones puede cambiar a medio o largo plazo:

        http://internacional.elpais.com/internacional/2012/09/18/actualidad/1347994559_151725.html

    • Octavio Medina dice:

      Pero vamos, admitiendo que es complicadísimo y que no veo soluciones «silver bullet»

      • Carlos dice:

        Perdonad mi incorporación a la discusión. Desde mi punto de vista (creo estar de acuerdo con Octavio) el problema es que el modelo democrático actual, o lo que en estas páginas se ha denominado «elección de elites» no está alineado con la mejora del bienestar del «demos». Así, nos encontramos con decisiones políticas que cambian todo para no cambiar nada y las tan mencionadas «reformas estructurales» no dejan de ser un número para justificar una (teórica) reducción del déficit y no para construir un modelo económico / social que sea sostenible (¿y justo?) en el medio y largo plazo.

        El punto señalado en el artículo es, en mi opinión, una de las claves para salir de la crisis actual en las economías occidentales: básicamente requiere crear un modelo de liderazgo que sea capaz de mirar con un horizonte de mayor plazo para unificar los intereses de los ciudadanos (transnacionalmente) y resto de intereses (frecuentemente conocidos como «mercados»).

        Enhorabuena por los muchos buenos artículos que se leen en esta página

        • MuGaR dice:

          Que el núcleo político (a.k.a. élites político-económicas) parece divergir en sus intereses con el buen rumbo de la Nación es algo que para muchos se hace patente en estos momentos de crisis, y sin embargo, si aceptamos la premisa de Octavio de un problema interno, parece claro que hace muchos años ya que su trayectoria se ha separado y estamos ante un problema de inercias.

          Yo creo que en repetidos artículos en politikon se maneja una idea de fondo que los articulistas no quieren/pueden explicitar, quizás porque aún no son plenamente conscientes, a saber: la actual clase política española no está en condiciones de conducir el país a buen puerto, ni en términos políticos ni económicos.

          Sólo queda rendirse a lo que evidencian todos los análisis de los autores (y de muchos otros fuera de aquí) y pedir un cambio de élites: ya no es renovar, hay que reemplazar.

  4. […] entrada en Politikon: Desde lo patético de ver a Rajoy negando categóricamente la existencia de contrapartidas para […]

  5. […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos Más economía política y menos política económica [Politikon] politikon.es/2012/09/18/cuestionando-la-condicionalidad/  por jotun hace […]

  6. juan dice:

    Cómo pesa en el pensamiento haber sido y ser un protectorado de Vaticano tanto tiempo…nos gusta el autotormento con aquello de «por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa».

    ¿Por qué no impone alemania nada para atajar la corrupción y sí sólo recortes?
    Básicamente porque justo esos políticos que critican son los que les han llenado los bolsillos comprandoles tuneladores y trenes-ave.
    Y esos mismos políticos nefastos de los que habla la alemana los que crearon una burbuja que multiplicó las ventas de BMW, Mercedes y Cayennes y que fue ayudada a crecer porque sus bancos prestaban a los españoles para eso, no para generar economía.
    En el fondo Alemania le está agradecida a nuestros nefastos políticos, les han llenado el bolsillo y han desmantelado nuestra industria por eso no quieren quitarlos, simplemente que se reduzca la deuda vía sangrar a la gente, para luego volverlos a usar como marionetas.

    Los bancos alemanes ¿no sabían en qué empleaban su dinero prestado los bancos y cajas españolas? ¿no veían que no había ninguna actividad industrial o tecnológica que despuntara, sólo era construcción? ¿Les molaba ver como con ese crédito barato generaba hiperinflación en la vivienda? ¿a ningún ejecutivo del Deutsche Bank se le ocurrió mirar que los españoles pasaban de pagar hipotecas a 15 años a 20, 30 y 40? ¿nadie vió que se compraban demasiados Cayennes en España?
    Claro que lo vieron, era muy bonito ganar con la burbuja, sabiendo que si estallaba ya vendría la prima ZumoMerkel a defender sus intereses y recuperar su dinero, a pesar de ser deuda privada, vía expoliar a la gente, previamente expoliada pagando de más por un bien básico, la vivienda. (no hablo de los especuladores individuales, esos se lo tienen merecido).

    Por supuesto que España necesita reformas, pero una de ellas es que no tenemos porque avalar y pagar los pufos de otros. Deuda privada de bancos, ellos no condonan, desahucian, pues bien, que se capitalice la deuda bancaria, y si los bancos alemanes se quedan con el 95% de Bankia, enhorabuena, toda para ellos.

    Ah, y si alguien aún se cree el topicazo de que en Alemania vaguen-landen trabajan mucho y están legitimados a dar lecciones que se pases por allí y se desengañen.

  7. Manu Oquendo dice:

    Comparto mucho sobre el fondo del artículo de Octavio Medina. Estos son los temas sobre los que es necesario trabajar si se quiere mejorar algo. No mucho, algo.

    Solemos adoptar actitudes maniqueas hasta para las soluciones pensando que hay grupos de personas, partidos por ejemplo, que sometidos a las mismas reglas y en el mismo tablero de juego van a jugar a un juego distinto.
    No lo harán.
    Jugarán un poco mejor o un poco peor pero el resultado esencial será el mismo.

    Esto es lo que siente la calle cuando dice que «los políticos son todos iguales». Pues claro, todos somos muy igualitos, los políticos y nosotros.

    La madre del cordero está en las reglas. Por ejemplo, el principio hoy sagrado de que el estado tiene un poder económico total sobre el individuo.

    ¿Por qué?
    Nadie es capaz de explicar un por qué medio decente y al final se recurre a una fe religiosa y emocional cuando no a la amenaza de violencia.

    Con lo cual tenemos un estado ateo que se sacraliza a si mismo y se trata de convertir en supremo hacedor de normas morales con derecho a inculcarlas.

    La iglesia global del séptimo día.
    Un pufo.

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