Ciencia recreativa

De problemas eternos y políticos inútiles

29 Ago, 2012 -

Suponed que yo soy un tipo especialmente hábil exterminando cucarachas. En mi ciudad hay una plaga de cucarachas y eso hace que por el momento yo me esté haciendo de oro con la exterminación de cucarachas. Sin embargo, conforme yo hago mejor mi trabajo, empiezo a observar que cada vez me llaman menos para exterminar cucarachas porque, paradójicamente, lo estoy haciendo demasiado bien. Es posible que yo tenga un ethos profesional muy fuerte y eso me importe relativamente poco. Y también es posible que esto no me importe porque si yo hago peor mi trabajo, contratarán a otro exterminador de cucarachas. Pero si asumimos que yo tengo algo de poder de mercado (lo que es verosimil si las habilidades son heterogéneas), que no es posible verificar perfectamente cuanto esfuerzo le estoy poniendo a mi trabajo y que mi principal motivo es ganar dinero, entonces es fácil darse cuenta de que cada vez que una señora me llame para exterminar plagas en su casa, tendré incentivos para dejar un pequeño nido de cucarachas para que, al cabo de un tiempo, me vuelvan a llamar y mantener vivo mi negocio.

Un paper reciente de Termino de James Robinson y sus coautores (via Chris Dillow) viene a plantear precisamente esta idea aplicada a la política. En un sistema dónde la supervivencia de los políticos depende de su utilidad o su capacidad para resolver problemas, estos pueden tener un incentivo estratégico para no resolver precisamente aquellos problemas en cuya resolución son especialmente capaces.

El ejemplo que ponen Robinson et al es el caso de Uribe con las FARC. Supongo que si pensara un poco más encontraría unos cuantos más, pero mi principal idea es el caso de lo que podemos llamar «políticas simbólicas». Me refiero con esto a ese conjunto de políticas que se caracterizan por a) Tener un carácter muy político y muy poco técnico de modo que sirven para movilizar al electorado b) Ser relativamente poco costosas en términos presupuestarios.

Un primer ejemplo son todos los problemas de tipo «bioético» (matrimonio gay, investigación celulas madre, condones, aborto). Por alguna razón, es un tema que jamás parece estar cerrado y cada gobierno, de izquierdas o de derechas, saca el problema a la agenda cuando llega. Una primera explicación es que al tratarse de algo poco técnico, es muy dificil llegar a un consenso duradero. Pero otra explicación es precisamente que esto es un caladero permanente de votos. ¿Podrían  alcanzar los dos partidos mayoritarios un acuerdo duradero sobre esto? Posiblemente esto supondría un coste considerable para alguno de ellos en términos de votos, pero lo interesante aquí es que ninguno de los dos está interesado en que este tema salga de la agenda política porque es una forma de ganar votos sin gastar un duro.

Otro ejemplo son los problemas relacionados con el nacionalismo y el modelo de Estado. De nuevo, se trata de un aspecto dónde hay posiciones irreconciliables. Sin embargo ¿qué sería de un partido como CiU o el PNV si el problema se resolviera permanentemente?. Se trata de partidos que sencillamente perderían su razón de ser, tendrían que integrarse en el PP. Esto significa que aunque hubiera un espacio para el acuerdo, es probable que nadie tenga un incentivo real para llegar a él.

Mientras escribía estas líneas pensaba que esto señala los límites de cualquier política basada en el consenso y en los pactos de Estado. El efecto de llegar a este tipo de pactos es el de despolitizar, sacar de la agenda y de la confrontación una serie de temas. Esto es algo que no termina de estar claro si es deseable o no: al fin y al cabo, la democracia trata precisamente de que haya un debate público dónde se ventilen las alternativas de gobierno y los conflictos subyacentes. Pero lo que señala el argumento es que es altamente improbable que este tipo de políticas emerjan. Una vez que el problema se haya resuelto, la expertise de un partido o de un político se deprecia considerablemente y ya no hay realmente incentivos para volverlo a elegir.

Se trata de un mecanismo parecido al carácter expansionista de las dictaduras militares. Hay una frase de Isabel Allende que dice algo así como «La guerra es la obra de arte de los militares, la coronación de su formación, el broche dorado de su profesión. No han sido creados para brillar en la paz. «. La razón por la que los militares empujan hacia la guerra puede ser que hayan interiorizado algún sesgo («cuando uno tiene un martillo todo parecen clavos»), pero otra razón es precisamente esa, la de «job for the boys». Así, las dictaduras militares a menudo necesitan mantener la cuestión geopolítica viva para poder sobrevivir. De forma más general, ilustra el dilema al que se enfrentan todos los revolucionarios al día siguiente de la revolución: sus habilidades (la movilización política, derrocar el sistema, el activismo) suelen haberse vuelto inútiles en un régimen dónde lo que hace ganar puntos es ser un buen gestor.


28 comentarios

  1. José Luis dice:

    Muy interesante tu argumenatción. Tan sólo un pero. Los militares son los primeros interesados en que no haya guerra o ningún tipo de conflicto armado, porque saben cómo son en realidad.
    Muchas veces los gobernantes de dictaduras militares, que so militares metidos a políticos o políticos metidos a militares, utilizan la idesa de enemigo exterior para distraer a la opinión pública de los verdadeso problemas. Me viene a la mente el enfrentamiento entre Argentina y Reino Unido por las Malvinas, utilizado por Videla para desviar la atención de los problemas que tenía Argentina.

    • Zhurrer dice:

      Eso supongo lo dices precisamente por casos como el de la Guerra del Riff, no?

    • Manuel dice:

      Mucho optimismo veo en esa afirmación. Los militares no quieren la guerra cuando no están en condiciones de ganarla. En caso contrario el argumento no se usa.

  2. En cuanto a los militares, creo que algo similar es lo que argumentó Felipe González para justificar la entrada de España en la OTAN en contra de lo que había defendido el PSOE. Buscar una forma de dar salida, vía operaciones internacionales, a las tensiones golpistas de los militares españoles.

  3. Lhajcauchy dice:

    «pero lo interesante aquí es que ninguno de los dos está interesado en que este tema salga de la agenda política porque es una forma de ganar votos sin gastar un duro»
    Es possible eso? Me parece un argumento poco convincente, porque no creo que todos salgan ganando. De hecho, ya apuntabas en la frase anterior que si se llega a un consenso, alguien saldría perjudicado..

  4. Kiko Llaneras dice:

    La lógica del argumento me ha recordado a los atletas extraordinarios que, en lugar de pulverizar un récord, lo baten poco a poco, una y otra vez, para maximizar sus beneficios (cada vez que baten récord ganan dinero y además los organizadores/sponsors les pagan más, etc.).

    Esto solo les funciona a los que tienen una habilidad extraordinaria, y por tanto monopolizan los récords, siendo difícil observar su esfuerzo —aunque se intuye—, y además no ocurre con todos los atletas, supongo que en función de comov valoran «dinero vs historia», porque no pulverizando un record hoy se arriesgan a no pulverizarlo nunca.

    • Zhurrer dice:

      Esa puntualización es clave en la historia, Kiko. Efectivamente, todo dependa de la presión que puedan hacer tus competidores.

  5. Marc dice:

    En España tenemos la tendencia a querer «abanderar» ciertos aspectos de la sociedad. Los socialistas se denominan «progresistas» y en consecuencia, todo lo que hacen, tiene, segun ellos, caracter progresista.

    Con esta etiqueta, son capaces de juzgar que muchas cosas de nuestra sociedad estan atrasadas (lo están pero no creo que tenga que ver con el discurso partidista).

    Hablamos del aborto como coto de caza de votos, este tema no es, en mi opinión, vital para el correcto funcionamiento del país. Sin embargo, la educación si que lo es. El sistema educativo español ha sido, con perdón, meneado, por la izquierda y la derecha sin piedad haciendo que cada nuevo gobierno aporte SU reforma educativa, añadiendo y quitando cosas que deberían ser totalmente intrascendentes (religión y educación para la ciudadanía).

    Y puestos a hablar del tema militar, en España mejor hablar del tema anti-terrorista. Todos dicen querer acabar con esta lacra pero nadie se atreve a terminar con ella: «la unión de España bien vale un par de muertos».

    • Francisco dice:

      El aborto si es un tema importante para el correcto funcionamiento del país.

      Si no permites el aborto y la planificación familiar, al igual que a conciliación, la existencia de guarderias, colegios decentes estás expulsando a la mitad de la población a ser ama de casa para que así la otra mitad (hombres) tengan menos compentencia laboral, mejores trabajos y se sientan más protegidos.

      Si eliminar la mitad de la fuerza laboral de un país y su capacidad productiva te parece poca cosa….

      De lo del terrorismo mejor no te digo nada. Esa idiotez la he oído mucho, creer que un presidente del gobierno permite un grupo terrorista por cálculo respecto de los intentos de secesión es tan absurdo que no tengo palabras que no suenen mal.

      • Marc dice:

        Tema terrorismo:
        No digo que unos alimenten el terrorismo, sin embargo es cierto que cada uno quiere la paz por distintos medios: derrota total o negociación. Como los dos partidos mayoritarios no se ponen de acuerdo, se siguen tirando los trastos, con asociaciones de victimas por medio y con Navarra en la recamara (menuda estupidez hablar de Navarra!!!!), el terrorismo no terminará por la política sino por la inercia pacifica, y mientras, a pescar votos. Como catalán, aún recuerdo políticos llamando el tripartito «gobierno respaldado por terroristas» (debido a la metida de pata de Carod-Rovira).

        Tema aborto:
        Aunque le des importancia, los políticos (incluidos los americanos como va explicando Roger) lo usan como cortina de humo. Quitando las explicaciones que has dado, Zapatero cambia la ley en 2010, justo cuando se habla «demasiado» de la crisis. En 2012, Gallardón anuncia la reforma de la ley del aborto en un momento en el que el gobierno las pasa canutas.

        Ambos tema creo yo resumen la nula capacidad que tienen los políticos actuales para resolver los problemas. En el primer caso, alargan el problema, en el otro simplemente lo crean (que fácil sería seguir los otros países de Europa!)

        • Francisco dice:

          Marc

          El PP y el PSOE llevan aplicando la misma política antiterrorista desde 1996.

          Otro tema es que el PP diga una cosa en la oposición y haga lo mismo que el PSOE en el gobierno.

  6. Carles Sirera dice:

    Tu argumentación, de nuevo, parte de vuestro amor a la escuela del elite settlement y cierto menosprecio a la masa amorfa de votantes, que carecería de capacidad suficiente como para entender los procesos de negociación que protagonizan los partidos. CiU y PNV existen y vacilan, porque esas vacilaciones existen en la sociedad catalana y vasca. Es muy fácil, como hace el PNV, defender vehemente la independencia ante la expectativa de su imposibilidad, pero produce terror cuando se tiene que negociar el nuevo marco legal. Esos es lo que le pasa a los dirigentes del PNV y a sus votantes, que llegado el día de tomar decisiones definitivas, no saben muy bien qué pensarían.
    Otro error, nacido de vuestro amor a los poderes de las “elites”, es sostener sobre los problemas “bioéticos” que “Por alguna razón, es un tema que jamás parece estar cerrado y cada gobierno, de izquierdas o de derechas, saca el problema a la agenda cuando llega.”. No sacan el problema: está ahí y, como discutimos en otra ocasión, es irresoluble desde un punto de vista de la toma de decisiones racional porque tiene que ver con preferencias fundadas en valores identitarios. No obstante, la imposibilidad de unanimidad o conformidad absoluta no implica que estos temas no estén zanjados. Una prueba es el matrimonio gay, ya que los partidarios de su prohibición no parece que estén, en España, logrando ampliar su apoyo y movilizando sus bases. De hecho, su “partido” (el PP) ha abandonado la causa. Es posible que el PP, como sostienes, instrumentalizase el conflicto para movilizar a su electorado, pero, al final, se han arrepentido de este tipo de estrategias, porque los votantes las entienden y las penalizan.

    • Cives dice:

      Las identidades son endógenas al proceso político y dependen de la gestión de la agenda política que, sí, tiene cierta autonomía sobre las preferencias individuales.

      Me parece un poco absurdo y hacerle una cantidad razonable de violencia a la evidencia empírica y a la historia pretender que la causalidad va en un único sentido, ya pretendiendo que las preferencias de la gente son un epifenómeno (algo que no sostengo), ya asumiendo que las preferencias preceden al proceso de político y permanecen como hechos inmutables.

      • Carles Sirera dice:

        Este tipo de afirmaciones “Me parece un poco absurdo y hacerle una cantidad razonable de violencia a la evidencia empírica y a la historia pretender que la causalidad va en un único sentido” empobrecen vuestra supuesta capacidad de análisis que debería ilustrarnos. La “historia” empleada como fuente de autoridad contra un Doctor en Historia y profesor de la materia en titulaciones como Sociología, Ciencias Políticas en la Universitat de València y en el Study Abroad de la University at Albany… ¡qué cosas tiene la vida!
        Por otra parte, apelar en genérico a una “evidencia empírica” (en qué campo: ¿Ciencias políticas, teoría de juegos, semiótica…?) para reforzar la autoridad de vuestras elucubraciones deudoras de la escuela de las elites es contradictorio. Siempre aceptas que elites y masa reciben un feedback en dos direcciones, pero, al final, tus argumentaciones ponen el efecto causal de la toma de decisiones en las elites. De hecho, me sorprende vuestra necesidad de establecer una causalidad fuerte (y no entiendo que me la atribuyas, porque yo, de eso, no gasto.) si, se supone, tenéis formación en ciencias sociales.
        Por mi parte, como os he intentado explicar en varias ocasiones, critico con virulencia la escuela de las elites (así como la teoría de la modernización y derivados) por su pobreza analítica, que aporta conceptos que no son útiles ni generan conclusiones válidas, además de ser, desde un punto de vista político, perniciosos para los sistemas democráticos. No considero útil establecer a priori la diferencia analítica entre elites y masa, porque en muchas ocasionesn no hay elites o no queda muy claro qué se ha definido o qué se está observando. Por cierto, esto es lo que ocurre cuando haces auténtica investigación empírica y no elucubraciones o análisis apriorísticos.

        • Cives dice:

          En primer lugar, disculpa si en algún momento he ofendido tu reputación; en lo sucesivo intentaré ser más respetuoso.

          Solo estoy subrayando que para que lo que señalo en el post tenga validez, es suficiente con el proceso vaya en las dos direcciones.

          Mis explicaciones suelen focalizarse en las «élites» por un problema de construcción (metodológico, no ontológico).

          En ciencias sociales puedes distinguir dos tipos de interacciones: las estratégicas («man against man»,dónde las decisiones se toman haciendo una conjetura sobre las acciones de los otros jugadores) y no estratégicas («man against nature», dónde las decisiones no son interdependientes).

          Cuando construyes un análisis en estos términos, los racional es que clasifiques a un lado de la explicación los argumentos que tienen que ver con las acciónes intencional/estratégica y al otro lado los que tienen que ver con «datos de la naturaleza» que no son modificables qeu son parametros del modelo.

          Si construyes análisis basados en el papel de actores colectivos («minorías organizadas») que se enfrentan a un entorno, es razonable que el modelo de explicación -por un problema de economía en la modelización- se fije en la intencionalidad de los individuos que están al frente de esos actores (llámalos «élites» si quieres, pero no tiene una connotación normativa) y considere «lo demás» como las restricciones a la acción (omitiendo el factor intencional de la gente que está en ese «demás»).

          Eso no significa que «lo demás» tenga poco peso o que las acciones de las «élites» determinen el resto; eso es lo que hace que haya consecuencias inesperadas.

          Cuando digo que las identidades (o las opiniones, o lo que sea) son endógenas, no estoy pensando en doce sabios determinando cuáles van a ser las opiniones del pueblo el año que viene; estoy solo planteando que son cosas que se moldean y que, en general, los actoes que consideres relevantes intentarán afectar. Por supuesto, las «identidades» (y opiniones y etc) de las «élites» también son endógenas. A un nivel más concreto esto solo tiene que ver con aceptar que hay gente con capacidad de influir en la agenda política y que si todos o la mayoría de los implicados coluden en ello.

          Espero que esto sirva de aclaración.

          • Carles Sirera dice:

            Comprendo tu enfoque, pero en el primer post te critiqué que, para abordar el caso de CiU y PNV, no era útil.
            Sostienes como hipótesis que los líderes CiU y PNV no tienen incentivos para resolver el problema territorial/identitario, porque supondría su propia extinción. Al asumir estas premisas creas una división de intereses entre elites de estos partidos y sus votantes, que, en mi opinión, no es tal. Si bien estos partidos pueden agitar en alguna ocasión el debate instrumentalmente, el problema es que, simplemente, es difícil encontrar una solución que satisfaga a todos y que tanto las elites de estos partidos, como sus votantes, ante la posibilidad real de la independencia y la discusión de sus consecuencias, no sabrían cómo posicionarse.
            Ser independentista sin tener que discutir cómo sería la política fiscal o el sistema de embajadas de la nueva nación es más fácil que asumir la independencia con todos los mayores costes que implica. Ante la posibilidad de un referéndum por la independencia total, estos los cuadros del partido y sus votantes se quebrarían a favor del Sí o del No.
            Y el problema de la etiqueta “elite”, como ocurre con todas, es su definición, porque al final se desgasta e incluye a todos con relevancia pública o se reduce hasta emplearse como sinónimo de “políticos, diputados, banqueros…”. Sinceramente, cuando haces un estudio empírico, no es útil

          • Cives dice:

            «Sostienes como hipótesis que los líderes CiU y PNV no tienen incentivos para resolver el problema territorial/identitario, »

            Hombre, tanto como «sostener»… El post son un conjunto de especulaciones para ilustrar (ilustrar!) un mecanismo causal escritas a las siete de la mañana, esperaba que el tono de prudencia fuera claro cuando digo «podría» «se me ocurre», etc. Hay un ejemplo en el que pensé después que es ligeramente distinto pero también más claro;

            En el libro entrevista este de Shlomo Ben Ami (¿Cuál es el futuro de Israel? o algo así), una de las cosas que cuenta de por qué fracasaron las negociaciones es porque sugería que Arafat no podía permitirse hacer concesiones y que la situación se normalizara porque estaba constreñido por su «narrativa» de líder heroico, legendario, de forma que llegar a un acuerdo habría supuesto para él el fin de la fuente de su capital político. Esto es una interpretación y puede ser cierta o no, pero lo que no es, creo, es inverosimil.

            La verdad, tengo la sensación de estar malinterpretándote, pero da la sensación de que sugieres que no hay un conflicto de intereses entre los votantes y los políticos, no aquí, sino en general algo que, sinceramente, me parece muy dificil de defender.

            Cuando escribes un post hablar de élites puede ser confuso (aunque en general intento que se entienda a qué me refiero en cada contexto). En un modelo tienes funciones de utilidad y cuando haces análisis empírico es operacionalizable. ¿Para qué escribís biografías los historiadores si no?

  7. Juan de Juan dice:

    Yo creo que el caso de los militares tiene una respuesta gallega, porque depende de la situación. Por lo general, el militar es el último que quiere la guerra. Pero, por otra, en muchas circunstancias (y la intervención española en Marruecos es un caso bastante claro) la guerra ofrece un incentivo objetivo para el militar por lo que supone de método extra-escalafón para ascender. Cabe recordar, en este sentido, que el elemento fundamental para desactivar la primera guerra carlista fue prometerle a los conmilitones de Zumalacárregui la conservación de los grados en el ejército isabelino.

    Por lo demás, te introduciría un matiz. Yo creo que tu tesis es acertada, pero creo que no son los políticos los únicos que empujan para eternizar los debates. La propia sociedad lo hace. En términos generales, tal es mi visión, la sociedad, todos nosotros considerados en conjunto, somos renuentes al debate nuevo. Los debates nuevos no nos gustan nada porque, para empezar, lo primero que hace un debate nuevo, las más de las veces, es poner en solfa convicciones pasadas a las que estamos muy arraigados.

    Si el individuo puede ser muchas veces intelectualmente progresista, en el sentido de procurar el progreso y desarrollo de sus ideas, las sociedades nunca o casi nunca lo son. Las sociedades son inerciales porque se sienten cómodas en los términos en que viven, bajo las premisas en las que viven, y presididas por los lugares comunes que han elegido.

    Eternizando debates como el del aborto o la homosexualidad, todos, los que se llaman a sí mismos progresistas y los que son considerados conservadores por los progresistas, se sienten cómodos. Así pues, los políticos que cronifican la situación en su beneficio, en realidad, están pisando terreno bien sólido.

  8. Navarta dice:

    El ejemplo del exterminador de plagas es un poco absurdo, mejor explicar el tema de os incentivos perversos recurriendo a un ejemplo español muy común en estas fechas a lo larago y ancho de la piel de toro….

    Los miembros de retenes de lucha contra incendios de todas las comunidades autónoma, que año tras año, prenden fuego al bosque patrio para crear un número llamativo de hectáreas quemadas, que una vez publicado en los medios,hagan exclamar al político de turno: «para la lucha contra los incendios forestales no escatimaremos medios, ni materiales ni humanos (y aqui está la madre del cordero)

    • Carles Sirera dice:

      Mhm… claro, como se trata de una profesión sin riesgos y muertes, alegremente queman el bosque con la complicidad de los compañeros para que se aumente el número de empleados y las probabilidades de morir en acto de servicio.

  9. Homelandz dice:

    Esta reflexión parte de una premisa errónea que el ejemplo del exterminador de cucarachas refleja muy bien, y es que los agentes, en este caso los políticos, se enfrentan a un conjunto finito y pre-establecido de problemas.

    En la vida real las fronteras de la política están mutando constantemente. Los dilemas bioéticos de hoy serán reemplazados por los problemas bioéticos de mañana (selección de sexo o de características morfológicas de los embriones, por ejemplo, investigación con células madre…). El devenir histórico y el progreso tecnológico son los responsables. Por eso la presidencia de Reagan enfrentó el fin de la Guerra Fría (cucaracha vieja) y la de Clinton la globalización (cucaracha nueva), por eso en la España de los ’90 la inmigración no era un asunto mayor y sí lo es en la de 2012, por eso McNamara desarrolló la doctrina de la MAD, que no tenía sentido sólo 20 años antes, etc.

    Así que para los políticos no hay ningún problema en ser demasiado bueno. Al contrario, acabar con ETA, o regular el matrimonio homosexual, son hitos muy codiciados, que dan lustre al partido durante años. Para los políticos los problemas y dilemas de la sociedad desfilan en un carrusel infinito en constante renovación; tumbar cualquiera de ellos, especialmente los de mayor valor simbólico, es algo muy codiciado, y la expectativa de resolver todos los problemas y parar el carrusel (matar a todas las cucarachas) está fuera de la realidad. Primero porque hay demasiadas, y segundo porque lo que hoy son cucarachas mañana serán langostas, o vaya usted a saber qué.

    Esto no quita que a corto/medio plazo, y en algunos temas, el incentivo perverso exista, como ilustra el muy hábilmente elegido ejemplo de Uribe.

  10. Epicureo dice:

    A veces da la impresión de que los políticos no se conforman con dejar vivas a algunas cucarachas: las crían y alimentan para que haya más.

    Sobre todo en estos temas de tipo ético que en realidad no tienen gran repercusión para la mayoría. Es curioso, por ejemplo, que cuanto menos terrorismo hay (o incluso no habiendo ya terrorismo) más clamorosas y destempladas son las manifestaciones antiterroristas de la derecha, mientras que cuando el problema terrorista era aún grave Aznar no tenía empacho en parlamentar con el «Movimiento de Liberación Nacional Vasco».

  11. Dalek_fan dice:

    Los problemas «bioéticos» también se eternizan por otro motivo, que podrá ser un cliché o no, pero ahí está.
    Se trata de la religión invadiendo el espacio político.

    No hay absolutamente ninguna razón para estar, en 2012, 6 o 7 años después de que se legalizara, a vueltas todavía con el matrimonio gay. La sociedad no ha tenido problema alguno con el tema, nadie ha resultado herido, no nos han invadido los comunistas nazis, no se han derretido los casquetes polares. En definitiva, no ha pasado absolutamente nada.

    Y aún así, seguimos dando vueltas y el TC lleva años para un puñetero recurso de 4 páginas.

    Y en cuanto al caladero de votos, pues es relativo, al menos en cuanto a matrimonio gay, parece que cada vez menos.
    Entonces, montar el pifostio que montó el PP para conseguir que le voten los que ya le iban a votar, con este tema o sin él, a mí me parece profundamente idiota.

    El aborto sería un tema mas grave, pero el PP está haciendo lo mismo. El otrora moderado y centrista Gallardón (había que ser tonto para creer que este señor era moderado) ha logrado que incluso la mayoría del electorado popular, descontando a la talibanería católica, esté en contra del retroceso en la ley del aborto.

    Consiguieron agitar la calle con aquella polémica idiota del aborto a los 16 años sin permiso paterno, típica polémica basada mas en sentimientos que en verdaderos argumentos. Al final, la gente ya no se acuerda de esa polémica y lo único que tienen delante es que Gallardón intenta restringir el aborto incluso en casos de malformación.

    Total, que los únicos que yo veo dedicarse a larvar contínuamente estos pseudoconflictos mas que superados, dedicarse a meter la cabeza bajo tierra y demás, es a la derecha que ahora nos gobierna, que le confiere al catolicismo patrio una importancia que no tiene, habida cuenta de todas las estadísticas de católicos no practicantes, o pseudocatólicos a secas, que salen año tras año.

  12. Villanueva dice:

    Muy interesante. Esto me lleva a pensar que la solución a nuestros problemas está en un líder que no pretenda ser duradero en el tiempo, es decir, que no le importe «dejar de ser necesario» cuando haya solucionado los problemas.

    En definitiva lo único que tenemos que hacer es resucitar a Cicerón con ingeniería genética.

    • Epicureo dice:

      Para eso sería necesario elegir a alguien que no desee ser elegido, y permitirle retirarse sólo cuando los problemas existentes en el momento se hayan resuelto.

      Habría que hacer una reforma electoral que permitiese votar a cualquiera salvo a los que muestren interés por ser elegidos, que quedarían automáticamente declarados inelegibles.

      Total, soñar es gratis…

  13. Carles Sirera dice:

    Contesto aquí, porque no se puede seguir el hilo:
    El caso de Shlomo lo he visto empleado para reforzar puntos como el que explicabas en el post y, parcialmente, es apropiado. El problema, además del inglés de Arafat según Shlomo, era que los palestinos no querían aceptar un acuerdo definitivo que zanjase el conflicto y, por eso, el retorno de los exiliados se mantuvo como una cláusula irrenunciable (cuando no lo era al principio) para que quedase como un fleco abierto que permitiese nuevas interpretaciones para nuevas negociaciones en un futuro. Los israelís, como se ha visto posteriormente, estaban haciendo su oferta más generosa y querían, definitivamente, cerrar el proceso para siempre. Arafat no podía aceptar renunciar a la expectativa de la independencia porque sabía que parte de la población palestina no lo aceptaría y que el maximalismo de Hammas, como también se ha visto posteriormente, le restaría apoyo popular.
    Sobre la dificultad de entendernos, probablemente se debe a que soy un weberiano discípulo de la corriente historiográfica conocida como Alltagsgeschichte, que prima la autonomía de la sociedad y los individuos frente las estructuras de poder y que ha sido especialmente crítica con conceptos como el de Estado Totalitario.
    Y sobre las biografías… más bien para estudiar las elites se hacen prosopografías, estudios amplios de colectivos (se supone que en eso soy bueno), para determinar cómo de inclusivas o exclusivas son, su esfera de influencia, signos distintivos… y es en esos casos cuando la palabra elite se vuelve confusa, porque connota rasgos que, a veces, no son particulares del colectivo estudiado.

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